TESTIGOS DE ESPERANZA
"Vosotros sois la luz del mundo. no puede ocultarse una ciudad situada en la cima de un monte, ni tampoco se enciende una lámpara y la ponen debajo del celemín, sino sobre el candelero, para que alumbre a todos os que están en la casa. Brille así vuestra luz delante de los hombres para que viendo vuestras buenas obras glorifiquen a vuestro padre que está en los cielos" (Mt 5, 14-17)
Introducción
Este año con ocasión del jubileo de la esperanza, con el
lema peregrinos de esperanza, la conmemoración de la memoria de las víctimas del
holocausto el 27 de enero, cobra un relieve de marcado interés. Yo tuve la ocasión de visitar el
campo de concentración de Auschwitz en lo que me dejó una huella
imborrable. Lo hice hace 50 años, en 1975 antes de ser misionero con unos grandes amigos y compañeros de
estudios de la carrera de arquitectura, los hermanos de la familia Ucha, Alejandro y José María.
Hicimos un viaje a Polonia cuando estaba entonces bajo el
telón de acero y visitamos los campos de concentración
de Treblinka y Auschwitz. En Auschwitz fueron nuestros guías unos
jóvenes polacos que nos acompañaron en un ambiente de silencio y oración (eran jóvenes creyentes, uno de ellos se llamaba como yo: Darius).
En Treblinka me sorprendió el monumento levantado a la entrada del campo con esta frase: “Nunca jamás”. En Auschwitz no entendía el portón de entrada con el letrero “el trabajo dignifica y nos hace libres”. Nuestros guias nos explicaron: Antes de utilizarse como campo de concentración y exterminio parece que el lugar se utilizó como un lugar de trabajo para experimentos químicos. Los presos al llegar creían llegar a un campo de trabajo, no sabían de lo que se trataba y ni se imaginaban que se convertiría en el peor campo de exterminio donde se despojaría y se violaría toda la dignidad y la libertad del hombre.
La visita de los barracones entre los muros de espinos
electrificados donde fueron presa tantos que queriendo escapar del horror de
aquel infierno quedaron electrocutados en un amasijo de espinos de hierro nos dejaron espeluznados. Ante
la imposibilidad de aniquilar tanta gente se recurrió a las cámaras de gas con el ciclón B. Su visita
era espeluznante junto con los hornos crematorios
donde se deshacían las víctimas en cenizas. Lo que más me impacto fue visitar
el pabellón 11, llamado “barracón de la muerte”, donde
los reclusos que querían escarmentar eran torturados hasta su agonía.
Allí fueron enviados los presos que intentaron la evasión. No
había oído hablar de Maximiliano. Vi las celdas de castigo que parecían casetas
de perros donde eran tratados como animales privandoles incluso de pan y agua hasta morir famélicos y extenuados por inanición. Allí no solo
soportó Maximiliano las inhumanas torturas sino que alentaba a los otros presos
recitando canciones y salmos inspirados. No sólo conmovió a sus compañeros
presos sino a los mismos Komandos (Kapos escogidos entre los prisioneros) y oficiales de la Gestapo de las SS, sus ejecutores. Fue el último
superviviente de los ejecutados y para acabar con él tuvieron que recurrir a
una inyección letal. El testimonio de este sacerdote testigo del amor de Cristo
hasta el final brillando en aquel infierno se convirtió en un rayo de luz que llegó hasta el fondo de mi corazón.
Recordé las palabras de Jesús “Nadie me quita la vida soy yo quien la
entrego voluntariamente” (cf. Jn 13,37). Entendí que Jesús nos ha hecho libres
y nadie puede privarnos de esa libertad suprema, la libertad de ofrecer
nuestras vidas, somos libres para darla y ofrecerla para extirpar el mal en
redención incluso de nuestros ejecutores. Sin duda su
vida y testimonio brilló en medio de la oscuridad y dejó un impacto imborrable en
mi alma.
En 2012 tuve la ocasión de hacer un viaje a Tierra Santa y
tuve la oportunidad de visitar el museo del
holocausto en Jerusalén donde se volvió a repetir una experiencia
inolvidable. Lo hice ya como misionero con una hermana misionera alemana Monika
Kramer, que no pudo contener sus lágrimas.
Antes de entrar noté que Mónika nuestra
hermana se mostraba recelosa de entrar. Enseguida me percaté lo que podía
significar para ella. Tras un breve momento venciendo el dolor que le causaba
se dispuso a entrar con el deseo de orar por la reconciliación de los dos
pueblos. Mónika no quería visitar la sala del
Holocausto por todo lo doloroso que le era recordar esa historia de
destrucción y de muerte pero era consciente que Dios le llamaba a revertirla en
una historia de reconciliación. Es por eso que está como misionera en Israel
como mensajera de paz.
En el Memorial que se levantaba por los seis
millones de judíos exterminados durante la ocupación Nazi, viendo los rollos de
la Torá profanados y recogidos en los campos de Wrengow, los cuadernos de
oración recogidos en el campo de concentración de Buchenwald envueltos en
sangre. Mónika no pudo contener el llanto y la súplica
para que no se vuelva a caer en tales atrocidades.
El Papa Benedicto, también de origen alemán,
en su visita a Jerusalén visitó el mausoleo del Holocausto camino de Ain
Karim: Yad Vashem. Allí expresó
mientras estamos aquí sigue resonando en nosotros el grito de tantas víctimas que
estarán siempre grabados en la memoria de Dios. Nosotros damos voz a ese grito
con las palabras del libro de las Lamentaciones: El amor de Dios no se ha acabado ni se ha agotado su ternura. Bueno es
esperar en silencio la salvación del Señor. (Lam 3, 22-26)
El nuevo museo del Holocausto dedicado a los seis millones
de judíos asesinados por los nazis, data después de 1949 donde se firma un
acuerdo para que los judíos tengan acceso al Muro de Lamentaciones, al
cementerio del Monte de los Olivos y al valle Kidrón. Pero este acuerdo no fue
mantenido y a los judíos no se les permitió rezar en el muro hasta después de
19 años. Despojados del Muro rezaban en la tumba de David donde construyeron el
primer museo. En 1957 se construye en el monte Herzl el nuevo museo del
Holocausto, Yad Vashem, un sitio y un nombre.
Es por eso que en esta fecha vienen a mí tantos recuerdos que me son imposible de borrar. Por
eso quise escribir este artículo en memoria de tantos mártires del holocausto para honrar su memoria y
dejar que su luz brille en medio de tantos infiernos donde el hombre es herido,
vulnerado y degradado en su dignidad más profunda. Hemos recibido el legado de
ser en nuestro mundo testigos de esperanza.
Mensaje del Papa Francisco. El llamamiento en el Ángelus
del domingo 27 de enero
El Papa Francisco, recordando el sufrimiento y las lágrimas
de las víctimas del Holocausto, reitera su grito: «¡Nunca
más!». E insta a no olvidar ni negar
el exterminio de millones de judíos
«¡Nunca más!».
Francisco parece gritarlo desde los aproximadamente 200 caracteres del mensaje que
ha querido publicar hoy, 27 de enero de 2025, Día del Recuerdo, cuando
se cumplen ochenta años de la liberación del campo de Auschwitz-Birkenau,
emblema de aquel abismo que quebró la vida de millones de personas y familias.
“Reafirmamos hoy con fuerza que nunca más debe permitirse
que las semillas del antisemitismo arraiguen en el corazón humano. Recordando
el sufrimiento y las lágrimas de las víctimas de la Shoah repetimos: ¡nunca
más!”
Conmemoracion en Polonia en el Día de la Memoria del
Holocausto
El Papa envió un mensaje en la conmemoración de la memoria
de las víctimas del holocausto: Erradicar el
antisemitismo y toda forma de persecución religiosa en medio de nuestro mundo lacerado por
el odio, la marginación, la exclusión.
El Papa
Francisco pidió la colaboración de todos «para
erradicar la plaga del antisemitismo, junto con toda forma de discriminación y
persecución religiosa». «Construyamos juntos un
mundo más fraterno, más justo, educando a los jóvenes a tener un corazón
abierto a todos, en la lógica de la fraternidad, del perdón y de la paz».
Rememorar un pasado, para vivir el presente y abrir un futuro
Recojo el mensaje del Papa en su cuenta en X del Pontifice traducido en nueve idiomas. El pasado, es decir,
la memoria que nunca debe apagarse, sobre todo cuando desaparecen los últimos
supervivientes, testigos del horror; el futuro, testigos de
esperanza, es decir, «educar» a las nuevas
generaciones, que, probablemente ignorantes
de la historia, parecen ceder muy a la ligera a las manifestaciones de
racismo y antisemitismo. Y, en algunos casos, incluso a la negación de lo
ocurrido durante los oscuros años de la Segunda Guerra Mundial.
Fenómenos que por desgracia se
repiten hoy y que aumentaron después del 7 de octubre de 2023, con la
masacre de Hamás en Israel y la respuesta militar israelí en Gaza. Fenómenos
ampliamente condenados por el Papa en varias ocasiones, sobre todo en su
intenso discurso a los embajadores acreditados ante la Santa Sede, en el que
expresó su preocupación por las «crecientes expresiones
de antisemitismo» contra las comunidades judías de todo el mundo, que
condenó «enérgicamente».
Subrayando la importancia del aniversario de hoy, Francisco
añadió un segundo mensaje en X: “El horror del exterminio de millones de
judíos no puede ser olvidado ni negado. Recordamos también a tantos cristianos,
entre ellos numerosos mártires. Trabajemos todos juntos para erradicar la plaga
del antisemitismo, junto con todas las formas de persecución religiosa”
Una llamada: “No al antisemitismo, a la persecución y discriminación religiosa”
La frase está tomada del llamamiento que el Papa hizo desde
la ventana del Palacio Apostólico durante el Ángelus del domingo 26 de enero, víspera del
Día de la Memoria. Un largo llamamiento, intercalado entre oraciones y
llamadas a la paz para los territorios heridos por la violencia y las tensiones.
El recuerdo del exterminio ofreció al Papa la oportunidad de
recordar "también a muchos cristianos, entre ellos
numerosos mártires", y de renovar el llamamiento "para que todos
colaboren para erradicar la plaga del antisemitismo, junto con toda forma de
discriminación y persecución religiosa”.
“Construyamos juntos un mundo más
fraterno, más justo, educando a los jóvenes a tener un corazón abierto a todos,
en la lógica de la fraternidad, del perdón y de la paz”.
El Papa Francisco y Edith Bruck sobreviente del horror
del holocausto
El Papa también mencionó a la «buena poetisa» húngara Edith Bruck,
la escritora judía de 92 años que sobrevivió a las penurias y persecuciones de
varios lagers.«Ella sufrió todo eso...», dijo de hecho el Papa, que en los
últimos años ha tejido una fraternal amistad con Bruck, empezando por una
visita sorpresa a su casa romana tras una entrevista en L'Osservatore
Romano.«¡Brava, brava!», dijo Francisco durante una entrevista hace una semana
en el programa de televisión Che Tempo che Fa, refiriéndose a esta
“buena señora que nos puede contar tantas cosas” y que “va
a las escuelas, con 92 años, a explicar ese drama a los niños”. Un drama
ante el que él, el Papa, reveló en la misma entrevista, siente «un sentimiento
de lástima y de vergüenza: lástima, porque debemos
abrirnos a ese drama; y vergüenza, porque los hombres fuimos capaces de
hacerlo».
El silencio en Auschwitz
El Papa Francisco recordó también su visita de
2016 a Auschwitz, un momento de dolor en medio de los numerosos actos
festivos de la Jornada Mundial de Cracovia. «Me senté, antes de entrar, delante
de la horca donde tantos, tantos fueron asesinados... Y miré esa horca: lo que
hizo... Y luego, cuando entras allí, esas palabras Arbeit macht frei, Arbeit
macht frei... ¿Pero qué trabajo? ¿El trabajo de los esclavos? Luego visité
algunas celdas, recé. Y vi algunas imágenes de la época, sobre cómo mataban a
los prisioneros: ¡era una desgracia humana! Y un dolor
humano... Necesitamos escuchar estas historias».
El mundo no ha olvidado aquella visita al campo de Auschwitz de hace nueve años. Lo que más impactó a la opinión pública fue el
silencio que Francisco mantuvo en todo momento: desde su entrada, solo,
bajo la verja con la inscripción ladeada, símbolo del comienzo del abismo,
hasta la oración con la cabeza apoyada en el muro de
las ejecuciones o en la celda de los últimos momentos de vida de san
Maximiliano Kolbe, pasando por la ceremonia final con la colocación de
flores en el monumento de mármol a las víctimas. Ni una palabra, ni una frase,
ni siquiera durante el abrazo de los supervivientes. Sólo
una petición y oración persistente, que quedó registrada por escrito, en el Libro de
Honor del campo de exterminio: “Señor ten piedad de tu pueblo. Señor, perdón
por tanta crueldad!
El Día de la memoria. Conmemoración en memoria de las
víctimas del holocausto
Es importante hacer memoria, el
pueblo que pierde la memoria está condenado a repetir los horribles hechos que
vivimos. Hemos de escuchar los testimonios de los supervivientes.
Este 27 de enero que celebramos el Día
Internacional de Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto hemos querido dar voz a los testigos privilegiados que vivieron en carne viva el Holocausto.
Durante esa jornada, personas de todo el mundo se han congregado para recordar a los
judíos perseguidos y brutalmente asesinados por parte del nazismo durante la Segunda Guerra
Mundial.
¿Qué fue el Holocausto?
El Holocausto “fue la persecución y el asesinato sistemático de
aproximadamente seis millones de judíos europeos, auspiciados por el
régimen alemán nazi y sus colaboradores”, define la Enciclopedia del Museo
Conmemorativo del Holocausto de Estados Unidos (USHMM).
Tal como se señala en el Museo USHMM, el Holocausto, también
llamado Shoah (una palabra hebrea que significa “catástrofe”) comenzó
en 1933, cuando Adolf Hitler y el partido nazi llegaron al
poder en Alemania.
El nazismo, según se exolica en el museo, utilizó el gobierno
para atacar y excluir a los judíos de la sociedad alemana por medio
de medidas antisemitas (contrarias a los judíos).
Entre las acciones llevadas a cabo por el régimen se pueden
mencionar: la promulgación de leyes discriminatorias, la adopción de
diversas formas de identificación y exclusión pública, y la violencia y la
persecución contra los judíos de Alemania, que se volvió cada vez más
radical con el paso de los años.
También se implementaron campos
de concentración, en los cuales las víctimas debían realizar
trabajos forzados y donde muchos murieron de hambre, enfermedades y otras
condiciones inhumanas, asegura el Museo del Holocausto.
Esta radicalización tuvo su punto cúlmine en la denominada “solución final”, un plan por el
cual los líderes nazis asesinaron de manera masiva,
organizada y sistemática a los judíos europeos.
Según el USHMM, los nazis acusaban falsamente a los judíos
de ser los causantes de los problemas sociales, económicos, políticos y
culturales de Alemania, y también los consideraban responsables de la derrota
de la Primera Guerra Mundial (1914-1918).
¿Cuándo terminó el Holocausto?
El Holocausto terminó en 1945, cuando las
potencias aliadas (Gran Bretaña, Estados Unidos y la Unión
Soviética) derrotaron a la Alemania nazi en la Segunda
Guerra Mundial, explica la Enciclopedia. A medida que las
fuerzas aliadas avanzaban por Europa, liberaban a los
prisioneros de los campos de concentración.
No obstante, reconoce el Museo, la liberación no fue el
final de la pesadilla. Durante la posguerra, muchos sobrevivientes se
enfrentaron a continuas amenazas de antisemitismo violento y al
desplazamiento. También debieron enfrentarse a la triste realidad de haber
perdido a miembros de su familia y de su comunidad.
De acuerdo con Yad Vashem, el Centro Mundial para la
Conmemoración del Holocausto, no existe una cifra exacta del número de judíos
asesinados durante este periodo. Comúnmente se habla de seis millones de
víctimas según citó Adolf Eichmann, un alto oficial alemán que estuvo
involucrado en el Holocausto. De igual modo, diversas investigaciones referidas
por el Centro Mundial confirman que el número de
víctimas se situó entre cinco y seis millones.
¿Qué es y cuándo se conmemora el Día Internacional de
Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto?
Por medio de una resolución publicada en 2005, la Asamblea
General de las Naciones Unidas estableció el Programa de Divulgación del
Holocausto con el propósito de recordar a las víctimas y de "movilizar a la sociedad civil en pro de la educación la
memoria y la reconciliación” a fin de prevenir
futuros actos de genocidio.
Bajo la misma premisa, el organismo también designó
el 27 de enero como el Día Internacional de
Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto. La fecha
marca la liberación de Auschwitz, el complejo de campos de concentración
más grande de su tipo.
Además de este día internacional, algunos países organizan
ceremonias nacionales en otras fechas también vinculadas al Holocausto. Por
ejemplo, en Hungría se designó el 16 de abril como el Día Nacional en
Memoria del Holocausto. Y en Israel el Día del Recuerdo de los Mártires y
Héroes del Holocausto (Yom Hashoah en hebreo) comienza al atardecer
del día 27 del mes de Nisán (en 2024 será el 5 de mayo).
Una luz brillando en medio de la oscuridad
La conmemoración de lo ocurrido en Auschwitz es una
invitación a contemplar la desnuda desolación de los barracones vacíos del
campo de Birkenau y los pasillos siniestros de Auschwitz mientras en silencio
evocamos casi en un susurro los nombres de todos los que allí fueron
asesinados. Hoy se cumplen 80 años de la liberación de aquellos campos del
horror. Todos decimos que es preciso recordar, pero conviene profundizar un
poco.
Recordamos el discurso que pronunció en 2006 el papa
Benedicto en aquel lugar. Fue precisamente un papa alemán quien señaló que, con
la aniquilación del pueblo hebreo, la ideología del superhombre trataba de
asesinar al Dios que llamó a Abraham y que entregó a Moisés las tablas de la
ley, en las que estaba contenido el Decálogo, el conjunto de preceptos que
identifican la verdad inalterable del corazón del hombre, su naturaleza más
profunda y radical.
El Papa quiso acoger las preguntas de tantos filósofos de la
posguerra y de tanta gente que todavía hoy las repite: "¿dónde
estaba Dios en esos días? ¿cómo pudo tolerar ese exceso de destrucción,
ese triunfo del mal?". Más que argumentar, Benedicto XVI nos invitó
suavemente a dirigirnos a Dios con un grito humilde e insistente: "¡Despiértate!, ¡no te olvides de tu criatura, el
hombre!". Qué necesaria es esta invocación hoy, a los ochenta años
de desvelarse ante el mundo la tragedia de Auschwitz.
Dios habló en Auschwitz a través de algunos de sus mejores
hijos, que mostraron al mundo que la verdadera imagen del hombre puede
permanecer en pie frente al horror, y que el amor es más fuerte que el odio.
Así lo podemos descubrir en silencio cuando contemplamos la celda de Maximiliano Kolbe. Él, como tantos otros,
fue una luz que brilló en la noche oscura de aquellos
tiempos terribles, una luz que nos invita a mantener la mirada fija en
el Dios que, misteriosamente, no quiso salvar al mundo arrasando a los malvados
sino muriendo en una cruz. También hoy necesitamos esa luz.
El complejo de Auschwitz
El complejo del campo de concentración de Auschwitz («Konzentrationslager
Auschwitz») estuvo formado por diversos campos
de concentración y exterminio de la Alemania nazi en
los territorios polacos ocupados durante la Segunda Guerra Mundial. Comprendía Auschwitz I —campo original—, Auschwitz II-Birkenau —campo de
concentración y exterminio—,
Auschwitz III-Monowitz —campo de trabajo para la IG Farben— y 45 campos satélites más.
Situado en Oświęcim a
unos 43 km al oeste de Cracovia, fue el
mayor centro de exterminio del nazismo, donde
fueron enviadas cerca de un millón trescientas mil personas, de las cuales
murieron un millón cien mil, la gran mayoría era judía (un millón), aunque también deben contarse a polacos, gitanos, prisioneros de guerra, comunistas, disidentes del
régimen, etc.
En la entrada a Auschwitz I colgaba un cartel que
sarcásticamente rezaba el lema «El trabajo
libera» (Arbeit macht frei ),
con el que las fuerzas de las SS recibían a los deportados, desde su
apertura el 20 de mayo de 1940 hasta el 27 de enero de 1945, cuando sería
liberado por el Ejército Rojo soviético.
El 27 de abril de 1940, Himmler decidió la creación del
campo y el día 30 nombró a su primer comandante, el SS-Obersturmbannführer Rudolf Höss. Höss se hizo
cargo el 4 de mayo, y su
primer cometido fue la construcción de las instalaciones a partir de unos
barracones originalmente del Ejército austríaco, más tarde Ejército polaco, sobre unos terrenos dedicados a
la doma de caballos.
Bajo la supervisión de Heinrich
Himmler, el campo estuvo dirigido por el oficial de las SS Obersturmbannführer Rudolf
Höss hasta el verano de 1943, reemplazado por Arthur Liebehenschel y Richard Baer. Höss, capturado por los aliados,
declaró en los juicios de Núremberg antes
de ser condenado a muerte por ahorcamiento en
1947 delante del crematorio de Auschwitz I.
Liebehenschel fue juzgado por un tribunal polaco y ejecutado en 1948. Baer
logró evadirse y vivir bajo una identidad falsa en Hamburgo,
hasta que fue reconocido y arrestado. Se suicidó en la prisión antes
de iniciarse su proceso en 1963.
En 1947 en Oświęcim fue fundado el Museo estatal Auschwitz-Birkenau. Es un monumento
de crímenes
de guerra alemanes en la Polonia ocupada, formado por
dos campos de concentración, Auschwitz I y Auschwitz-Birkenau. La Unesco lo declaró Patrimonio de la Humanidad en 1979 como el lugar de mayor simbolismo del Holocausto o Shoah.
El primer transporte de prisioneros a Auschwitz en la
estación de Tarnów tuvo lugar el 14 de junio de 1940. Los
primeros internos de Auschwitz fueron 30 criminales alemanes procedentes
de Sachsenhausen cuya
finalidad era convertirse en los primeros kapos del
recinto, y 728 prisioneros políticos polacos que llegaron el 14 de junio de
1940 desde Tarnów, una ciudad polaca a 75 km de Cracovia.
Tanto el sistema de kapos como el famoso lema «El trabajo os hará libres») fueron importados por
Höss a partir de su experiencia en Dachau, su primer destino en el sistema de campos
nazi.
El primer cambio en las funciones para las que estaba
destinado el campo se produjo en septiembre de 1940 cuando realizó una visita
de inspección Oswald Pohl, jefe de la Oficina Central de
Administración y Economía de las SS (SS-WVHA Wirtschafts-Verwaltungshauptamt)
y estaba interesado en la explotación de las canteras de grava y arena
cercanas, por lo que ordenó a Höss que aumentara la capacidad del campo y
añadió un piso a los barracones.
En noviembre, Himmler y Höss pusieron en marcha proyectos de
investigación y explotación agrícola. Interesados en la agronomía, planearon la
construcción de laboratorios, el drenaje de pantanos y la cría de
ganado. Sin embargo, el emplazamiento de Auschwitz en la confluencia de dos
ríos, lo convertía en un lugar poco conveniente para tales propósitos y muy
propenso a las inundaciones, a pesar de lo cual esta actividad nunca fue
abandonada y miles de prisioneros murieron intentando abrir canales o
canalizando ríos.
Cerca de 6500 miembros de las SS
sirvieron en Auschwitz con pequeñas o grandes tareas en pos de la "solución final" al «problema judío» o «cuestión
judía». La mayoría sobrevivió a la guerra. Con las primeras prisioneras,
llegaron también las primeras vigilantes en marzo de 1942 trasladadas desde el
campo de Ravensbrück, en Alemania.
El campo femenino fue trasladado a Auschwitz Birkenau en
octubre de 1942, y María Mandel fue
nombrada jefa de vigilancia. Cerca de un total de 1000 hombres y 200 mujeres de
las SS sirvieron de vigilantes en todo el complejo. De entre los funcionarios,
solo 750 fueron llevados a juicio, casi todos relacionados con crímenes contra
la población polaca. Durante su interrogatorio en los Juicios de Núremberg, Höss dio una descripción
detallada del funcionamiento del campo, que complementó en su autobiografía.
Desde 1940, Witold
Pilecki, un soldado del Armia
Krajowa (organización de la resistencia polaca a la
ocupación nazi) fue voluntario para ser llevado como prisionero a Auschwitz y
obtuvo una considerable cantidad de información, llevada a Varsovia y, de allí, a Londres.
Por otra parte, los aliados tenían información aérea detallada de los campos
desde mayo de 1944. Dos prisioneros fugados (Rudolf
Vrba y Alfréd
Wetzler) habían reunido descripciones precisas y mapas que
llegaron a los aliados durante el verano de 1944. El 13 de septiembre de 1944,
bombarderos de los Estados Unidos atacaron
la fábrica de Buna Werke asociada con Auschwitz III, y la destruyeron en parte.
En cinco años, cerca de 700
prisioneros intentaron escapar solo 300 lo lograron. La pena por intento
de fuga era la muerte por inanición, y sus
familias eran arrestadas e internadas en Auschwitz para ser exhibidas como
advertencia. El total de muertes está en debate, pero se estima que entre un
millón y un millón quinientas mil personas fueron exterminadas allí.
El 17 de enero, ante la inminente llegada del Ejército Rojo, el personal nazi inició
la evacuación de Auschwitz hacia
el oeste de Loslau. La
mayoría de los prisioneros debieron marchar pero los demasiado débiles para
caminar fueron dejados. El 27 de enero de 1945, el Ejército Rojo (parte de los aliados) liberó
a 7600 prisioneros, gran parte de los cuales estaba confinada en la
enfermería. Tantos ellos como los demás supervivientes del campo no habían
tenido fuerzas para emprender la conocida como marcha de la muerte.
Auschwitz empezó a ser construido en mayo de 1940, a partir
de barracas de ladrillo del Ejército austríaco. Los primeros prisioneros fueron
728 presos políticos polacos de Tarnów. Al
principio, fue utilizado para internar a miembros de la resistencia e
intelectuales polacos; después llevaron a prisioneros de guerra soviéticos, testigos de Jehová, presos comunes
alemanes, elementos «antisociales» y homosexuales.
Desde el primer momento llegaron prisioneros judíos. El campo albergaba entre
13.000 y 16.000 prisioneros, cifra que llegó a 20.000 en 1942.
La inscripción de la entrada, Arbeit macht frei,
«el trabajo hace libre», fue robada por
cinco desconocidos el viernes 18 de diciembre de 2009 y recuperada por la
policía cuatro días después.
Los prisioneros salían a trabajar en las construcciones o a cultivar el campo,
con música de marcha tocada por una orquesta.
Las SS seleccionaban prisioneros, los kapos,
para supervisar al resto. Todos los prisioneros realizaban trabajos, y excepto
en las fábricas de armas, el domingo se reservaba para la limpieza y las
duchas. Las durísimas condiciones, unidas a la desnutrición y poca higiene,
hacían que la tasa de mortalidad fuera muy alta.
El bloque 11 de Auschwitz I era «la prisión dentro de la prisión»; allí se realizaban
los castigos. Algunos consistían en encierros durante varios días en una celda
muy pequeña para sentarse, existían cuatro celdas de un metro cuadrado, las
cuales llegaban a ser ocupadas hasta por cinco prisioneros a la vez. Otros eran
ejecutados, ahorcados o se les dejaba morir de hambre.
En septiembre de 1941, las SS realizaron en el bloque 11 las pruebas del gas Zyklon
B en las que mataron en las
cámaras de gas a 850 polacos y rusos. A partir de lo que consideraron un
éxito, se construyó una cámara de gas y un crematorio. Esta cámara de gas,
utilizada entre 1941 y 1942, se convirtió luego en un refugio antiaéreo.
La primera mujer llegó el 26 de marzo de 1942. Entre abril
de 1943 y mayo de 1944 se llevaron a cabo experimentos
de esterilización en judías en el bloque 10 de Auschwitz I. El objetivo
era desarrollar una inyección para ser utilizada con la población esclava. En
este complejo, el dr. Josef
Mengele experimentó con gemelos. Cuando un prisionero no se recuperaba
pronto, solía ser ejecutado aplicándole una inyección
letal de fenol.
El campo burdel se creó en el verano de 1943 por órdenes de
Himmler, estaba en el bloque 29, se llamaba Frauenblock, y se
utilizaba para premiar a prisioneros privilegiados. Los guardias seleccionaban
a las prisioneras polacas, también había «voluntarias» atraídas por las mejores
condiciones alimentarias.
El mundo conmemora el 80 aniversario de la liberación del
campo de concentración nazi de Auschwitz-Birkenau,
Este lunes 27 de Enero de 2025 el
mundo conmemora el 80 aniversario de la liberación de Auschwitz. En
Auschwitz fueron asesinadas cerca de 1,1 millones de personas, 900.000 de ellas
judíos, la inmensa mayoría en las cámaras de gas que funcionaron hasta
noviembre de 1944, semanas antes de la liberación. Esta es una fecha única para
recordar el compromiso que dejan los hechos nos presenta esta conmemoración
como fecha para recordar una de las mayores vergüenzas
de la historia, la humanidad toco fondo y nos dejó el más horrible espectáculo
de las atrocidades del ser humano.
La Shoha o el holocausto significa catástrofe.
Desde la estructura del término que encierra esta tragedia, holocausto,
hasta lo que significó para quienes lo sufrieron, la muerte, lo que se diga
sobre lo ocurrido implica un inmenso dolor. De hecho, las partes que componen
esta palabra apuntan a eso, al venir del griego "olos" que
implica la totalidad de algo y "kausto" que significa
"quemar". En la fusión de ambas se encuentra la clave de lo ocurrido,
la semblanza de lo que fue eso que logró quemarlo todo, que acabó con
historias, con vidas, con un sin fin de familias y sus recuerdos.
Para el papa Francisco, expresó que lo que pasó con millones
de judíos y también con víctimas de otras confesiones, no
se debe ni olvidar ni negar, sino rememorar como una secuela de la que califica
como la plaga del antisemitismo que es necesario eliminar.
Los pocos sobrevivientes que quedan participaron en los
actos de memoria en este campo de exterminio construido por la Alemania nazi en
Polonia. La conmemoración comenzó en la mañana con un acto en el que algunos
supervivientes, acompañados del presidente polaco Andrzej Duda, llevaron flores
al Muro de la Muerte del campo, donde los prisioneros eran fusilados. Algunos
sobrevivientes llevaban gorras y pañuelos a rayas azules y blancas, símbolo de
sus antiguos uniformes. Al pie del muro, que tocaron con una mano en silencio,
encendieron velas en memoria de los fallecidos.
“Este año se dio prioridad para que los sobrevivientes dieran
su testimonio y su mensaje”, señaló Pawel Sawicki, portavoz del Museo de
Auschwitz. “No habrá discursos de políticos”. Sobrevivientes en todo el mundo
relataron a antes del aniversario la necesidad de
preservar la memoria para cuando yo no haya
testigos vivos. Los organizadores dijeron que será la última
conmemoración de una década con un grupo grande de sobrevivientes. “Todos
sabemos que en 10 años no será posible tener un grupo grande para el 90º
aniversario”, dijo uno de los organizadores, Sawicki.
Hemos de poner freno e impedir “el triunfo del mal”
Carlos III que asistió a la conmemoración dijo que con la
desaparición de muchos de los sobrevivientes del Holocausto, “la responsabilidad de la memoria recae mucho más sobre
nosotros y las generaciones futuras”. Auschwitz
fue el campo de exterminio más conocido y se convirtió en un símbolo del
genocidio de seis millones de judíos europeos a manos de los nazis. Fue
construido en 1940 en la localidad de Oswiecim, en el sur de Polonia. Los nazis
le cambiaron el nombre a Auschwitz. Los primeros 728 prisioneros políticos
polacos llegaron el 14 de junio de ese año. El 17 de enero de 1945, ante el
avance de las tropas soviéticas, los nazis obligaron a 60.000 prisioneros
caminar hacia el oeste, en lo que se conoce como la “Marcha
de la Muerte”.
Del 21 al 26 de enero, los alemanes destruyeron las cámaras de gas y crematorios y se retiraron antes
de la llegada de los soviéticos. Cuando arribaron las tropas soviéticas, el 27
de enero, encontraron a 7.000 sobrevivientes. Esa fecha fue designada por la
ONU como Día Internacional en Memoria de las Víctimas del Holocausto. El
presidente Vladimir Putin destacó el rol que jugó el ejército rojo de su país
para terminar con el “mal total” en Auschwitz. Desde la invasión de
Ucrania, en febrero de 2022, (Rusia fue vetada de las conmemoraciones).
El presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, que es de
origen judío, afirmó: “el mundo debe unirse
para impedir el triunfo del mal”, unas declaraciones interpretadas como
una alusión a Rusia. Las especulaciones sobre la presencia del primer ministro
israelí, Benjamin Netanyahu, generaron controversia, después de que la Corte
Penal Internacional (CPI) emitiera el año pasado una orden de detención contra
el dirigente por acusaciones de crímenes de guerra y de lesa humanidad en Gaza.
Sobre el presidente Putin y Netanyahu había orden de arresto pero Polonia
afirmó en diciembre que no detendría a Netanyahu, si visitase el país para
asistir a la conmemoración.
“Para que la historia no nos olvide”
50 sobrevivientes de los campos nazis asistieron a la
conmemoración del aniversario. En 15 países de Israel a Polonia, de Rusia a
Argentina y de Canadá a Sudáfrica, los sobrevivientes
se levantaron para contar sus historias. “¿Cómo
pudo el mundo permitir Auschwitz?”, preguntó Marta Neuwirth, de
95 años. Tenía 15 años cuando fue enviada a Auschwitz desde Hungría. A Julia
Wallach, de casi 100 años, le cuesta hablar de lo ocurrido sin llorar. “Es muy difícil hablar de eso”, reconoció esta
parisina, que fue sacada de último minuto de un camión que se dirigía a la
cámara de gas de Birkenau. Pero por más difícil que sea revivir esos horrores,
afirma que seguirá dando testimonio. “Mientras pueda hacerlo, lo haré”, afirmó.
A su lado, su nieta Frankie se preguntó: “¿Nos creerán si hablamos de esto
cuando ella no esté?”. Esther Senot, de 97 años, volvió en diciembre a Birkenau
con unos colegiales franceses, en medio del rudo invierno polaco. Senot cumplió
así con una promesa que le hizo en 1944 a su hermana Fanny, que postrada y
tosiendo sangre, le pidió con su último aliento: “Cuenta
lo que nos sucedió (...) para que la historia no nos olvide”.
Sobre las remembranzas de quienes padecieron el horror,
como Michael Bornstein, recaerá el peso de la que quizá sea la última
conmemoración del aniversario de la liberación con tantos sobrevivientes vivos.
Fueron cerca de 7.000 los que se salvaron aquel día en el
que las tropas soviéticas aliadas lograron lo que los prisioneros ya no tenían fuerzas
para soñar, que el campo fuera liberado. Era sábado, el último de aquel enero
en el que algunos recuperaron el aliento, pero no la paz, el día que desde 2005
es celebrado como símbolo del horrible hecho del pasado
y de la promesa de que un episodio así no se repita, de que la deshumanización
no vuelva a abrazar cuerpos con la condena de la muerte.
El dolor de mirar al pasado y el temor de que se repita
Hablar de Auschwitz-Birkenau y lo que sufrieron las
víctimas es poner el dedo en la llaga, ponerlo sobre una herida que todavía
sangra. Es abrir el recuerdo del horrible infierno que vivieron muchos. Uno a
uno, los relatos de quienes lograron salir con vida del macabro escenario que
amenazaba con reducirlos en cenizas, entre el ardor de los hornos crematorios,
revive las sombras de los peores días.
La muerte como la realidad más cercana que acechó a los
prisioneros desde el establecimiento de este campo de exterminio, en 1940, hoy
es vista como el capítulo en el que como humanidad
tocamos fondo y cruzamos los límites de la sevicia en una lucha de humanos
contra humanos que el mundo sigue lamentando.
Ochenta años del día en el que vivos que parecían muertos y
caminaron sin fuerzas hacia el fin de una agonía extendida, entre cuerpos que
perdieron la carne y dejaron a la vista los huesos frágiles de esqueletos
débiles. El hedor de un genocidio que, en el
marco de la Segunda Guerra Mundial,
entre los recuerdos de lo que fue el campo de exterminio considerado por
expertos como uno de los máximos símbolos del
Holocausto, sigue fresco aunque haya pasado
tanto tiempo.
Con la potencia de lo que no se olvida, la Organización de Naciones Unidas
reseña lo dicho por Itka Zygmuntowicz, una sobreviviente
del campo de exterminio nazi alemán de Auschwitz-Birkenau rememora la
ocasión y dijo que, por una vez en la vida, quería volver a tener una barra de
pan entera, que ese era su sueño.
Itka no fue la única que soñó lo mismo. El fantasma de la inanición la persiguió en aquel campo en
el que, lejos de las esperanzas, su único anhelo era el de volver a sentir su
estómago lleno. Aunque ella murió en 2020, todavía sus palabras hacen eco en
los archivos que retratan lo que sucedió, que describen la tortura como método
y los lamentos que salieron de cámaras de gas
antes de que cientos de almas se convirtieran en pilas de desechos.
Las "obligaciones morales" que deja la huella
de Auschwitz
Con motivo del Día Internacional de Conmemoración en
Memoria de las Víctimas del Holocausto, cada 27 de enero el mundo vuelve su
mirada a las fotografías que, en un blanco y negro eternizado, dibujan ese
panorama oscuro del que en Auschwitz un millón de personas no lograron
escapar.
Aquella aniquilación sistemática de la que fueron blanco
niños, mujeres y hombres judíos europeos por parte de las filas dispuestas para
la misión de erradicarlos, emprendida bajo orden de la Alemania Nazi, los ubica
del lado de la historia que cifra en al menos seis millones los asesinatos que
fueron cometidos en contra de ellos con el antisemitismo como bandera amparada
en los prejuicios, la discriminación y los discursos de odio.
A menos de 24 horas del aniversario de las ocho décadas de
la liberación, el historiador polaco Piotr Cywiński, que tiene en sus manos la
dirección del Museo
de Auschwitz-Birkenau, habló sobre lo que pocos
han abordado: la obligación moral de no repetir esta
barbarie.
"Queremos centrarnos en los últimos sobrevivientes que
están entre nosotros y en su historia, su dolor, su trauma y su manera de
plantearnos obligaciones morales para el presente", señaló Cywiński en
referencia al protagonismo que tendrán los relatos de las 50 personas que
siguen con vida tras el exterminio, en los homenajes de este lunes en los que,
a pesar de contar con la participación de delegaciones de 59 países lideradas
por presidentes y figuras de autoridad, esta vez no serán las palabras de
políticos de turno las que se ubicarán en el centro.
Sobrevivientes Conmemoran el 80 aniversario de la
Liberación de Auschwitz
2.500 personas y medio centenar de jefes de Estado,
diplomáticos y representantes de países y organizaciones internacionales,
escucharon las memorias de estos supervivientes, quienes además de recordar los
horrores del Holocausto, hiceron un llamado a evitar el odio a toda costa.
Los sobrevivientes de Auschwitz, donde los Nazis asesinaron
a más de 1.1 millones de personas, instaron a los líderes
mundiales a ser vigilantes contra un peligroso aumento en el
antisemitismo y el extremismo durante una ceremonia conmemorativa del
aniversario de la liberación del campo de la muerte en 1945.
Los sobrevivientes con sus testimonios y mensajes fueron los
testigos privilegiados del aniversario. Entre ellos resaltaron las palabras
de Marian Turski, Janina Iwanska, Tova Friedman y Leon
Weintraub (todos sobrevivientes del Holocausto) impactaron el recinto
en el que se desarrolló la conmemoración de los 80 años de la liberación del
campo de concentración nazi de Auschwitz.
Los sobrevivientes, los protagonistas del 80 aniversario de
liberación de Auschwitz
El primer acto de remembranza este lunes 20 de enero se
celebró en el lugar del campo de concentración de Auschwitz que la entonces
Alemania nazi instaló en la Polonia ocupada. Contó con la presencia del
canciller alemán Olaf Scholz, el rey Carlos III, el presidente francés Emmanuel
Macron, el presidente de Polonia, Andrzej Duda, y otros líderes.
El presidente de Ucrania, Volodímir Zeleneski, cuyo país
encara una invasión por parte de Rusia desde hace casi tres años, a su vez la
mayor guerra en suelo europeo desde la Segunda Guerra Mundial, fue uno de los
primeros en arribar al encuentro.
Sin embargo, en esta ocasión, los organizadores de los actos
de conmemoración determinaron que sean los supervivientes los principales
protagonistas, por lo que no están previstas declaraciones de políticos.
Pawel Sawicki, portavoz del Museo y Memorial de Auschwitz-Birkenau expresó: "Está claro para todos nosotros
que este es el último aniversario importante en el que podemos tener un grupo
de supervivientes que sea visible y que pueda estar presente en el lugar (...)
En 10 años, eso no sucederá, y mientras podamos debemos escuchar las voces de
los supervivientes, sus testimonios, sus historias personales. Es algo que
tiene una enorme importancia cuando hablamos de cómo se forma la memoria de
Auschwitz". Pronto no habrá más testigos
contemporáneos y será necesario recordar sin supervivientes que den testimonio.
El primero en intervenir fue Turski, quien aseguró
que “durante siglos, varios pueblos y muchos grupos étnicos han visto sus
hogares entre unos y otros”, por lo que es necesario “resolver los conflictos
entre vecinos”.
“Todos los discursos de odio llevan a los conflictos entre
vecinos”, agregó. Al mismo tiempo, Turski hizo énfasis en que “no debe
haber miedo” ante el antisemitismo que, según él, está teniendo un “crecimiento
importante”.
Luego, tuvo lugar la declaración de Janina Iwanska,
nacida en 1930 y quien instó a Europa a “no dejarse llevar por locuras” como
las ocurridas en la Segunda Guerra Mundial.
Iwasnska recordó que “es difícil calcular la cantidad
de personas asesinadas” en Auschwitz, “muchos eran marcados y muchos a la vez
eran traídos de otros países, de aquí se los llevaban a
las cámaras de gas y crematorios”, recordó visiblemente emocionada. “Se calcula que un millón de judíos fueron asesinados de esa
forma, pero nadie sabe exactamente cuántos murieron acá”, agregó la
sobreviviente.
Posteriormente, intervino otra sobreviviente: Tova
Friedman. "Tenemos la obligación de enseñar que el odio solo trae
más odio". Friedman, de 86 años, tenía tan solo 6 años cuando fue una de
las 7.000 liberadas el 27 de enero de 1945. “Represento
a los niños, muy pocos de nosotros quedamos con vida, de mi pueblo cuatro niños
sobrevivimos, me honra mucho hablarle a esta audiencia que ha venido de todo el
mundo a recordar y honrar la memoria de nuestro pueblo que fue brutalmente
asesinado por el nazismo", asegura Friedman.
Esta sobreviviente, quien viajó desde su hogar en Nueva
Jersey, pidió que nunca se permita que “la historia se
repita”." Tenemos una obligación, no solo
de recordar, sino de advertir y enseñar que el odio solo trae más odio, el
asesinato más asesinato, en vez de eso nuestra venganza ha sido crear un país
judío fuerte", remarcó Friedman.
El último intervenir fue Leon
Weintraub, sobreviviente del Holocausto nazi, quien pidió “especialmente a
los jóvenes” que “sean sensatos y sensibles a todas las expresiones de
violencia, intolerancia y de resentimiento hacia quienes son diferentes”.
Lo anterior, “sin importar su piel, su religión u orientación sexual”.
Los últimos de Auschwitz: «Quemaban gente todo el
día, todo el tiempo»
Barbara Wojnarowska-Gautier, hoy de 84 años, sometida
a los experimentos del Doctor Mengele,
logró con los años licenciarse en Derecho en la Sorbona y trabajó en la ONU para el Alto Comisionado para los Refugiados
Políticos. Su empleo le permitió llevar la memoria del Holocausto a una
escala institucional. Otros, como Erich Finsches, de origen húngaro
pero residente en Viena, han participado en programas educativos en los que
comparten su memoria con nuevas generaciones.
Nate Leipciger, afincado en California, pasó muchos
años sin querer regresar a Auschwitz-Birkenau,
donde su madre y hermana fueron asesinadas, pero desde los años 90 ha realizado
incontables excursiones con escolares americanos a los campos de concentración
nazis. Nació en Chrozow, Polonia, pero aprendió alemán en Auschwitz y vivió un
tiempo en Bamberg, lo que le ha permitido visitar también colegios alemanes
para relatar allí su experiencia. Son algunos de los últimos de Auschwitz.
Ochenta años después de la liberación del campo de
exterminio, sólo unos pocos miles de supervivientes del
Holocausto siguen viviendo en Alemania. En 2023 eran todavía 14.000. Y
los que quedan ya no están para dar conferencias en los colegios, como han
estado haciendo las últimas décadas. Pronto no habrá más testigos
contemporáneos y será necesario recordar sin supervivientes que den testimonio.
El relato de una joven cuando llegó al campo. Quemaban
gente todo el día, todo el tiempo
Janina Iwanska tenía todo listo para empezar la
secundaria, incluido el maletín que usaban los escolares polacos, un delantal
nuevo y un estuche de lápices de colores, pero el levantamiento de Varsovia
truncó para siempre sus planes. Janina Iwanska tenía 14 años y pertenecía a una
familia católica que había escondido a dos judíos que huían del gueto. Cuando
llegaron los alemanes, sus padres no estaban en casa, en la calle Żytnia, el 6
de agosto de 1944. «Fue un domingo, el de la Transfiguración de Cristo», fija
la fecha. El edificio fue incendiado, ella detenida y trasladada a Pruszków,
donde se hacinaban ya unas 6.000 personas. «Nos
subieron a un vagón de carga. Sólo había una pequeña ventana enrejada en
la parte de arriba y nos arrojaba pan entre los barrotes cuando el tren paraba,
pero era muy poco», recuerda todavía.
«Llegamos de noche. Se acumulaban los transportes y tuvimos
que caminar varias horas hasta el campo», relata. A
medida que se acercaban a Auschwitz, «apestaba». «Muchos no sabían lo
que era ese olor, pero yo sí, porque mi abuela vivía en Treblinka y habíamos
ido a verla en verano. Así era como olían los cuerpos
quemados. Por eso yo sabía lo que pasaba, pero no dije nada». Janina
distinguía a «los alemanes» y «los que hablaban polaco y llevaban traje de
rayas», que eran los Sonderkomando y llevaban el registro de entrada. «Me quitaron mi medalla de la Virgen, de mi Primera Comunión,
mis pendientes y mi ropa. Me dieron una camisa-braga, que llegaba hasta
el muslo, y nos hicieron fotos así, se reían de nosotras. Pero lo peor fue
cuando me cortaron mis largas trenzas y me raparon la
cabeza», enlaza lentamente una sílaba con otra. A partir de esa noche, Janina
fue el número 85595.
Janina habla de las «duchas» y de “las
zanjas en el bosque”, en las que «quemaban también judíos porque los hornos no
alcanzaban». «Quemaban gente todo el día, todo el tiempo», insiste.
Habla de los desgarrados gritos de las madres separadas de sus hijos y del
barracón con un centenar de pequeños que les fueron asignados a ella y a Wanda
Swat. Sin letrinas, disponían de dos cubos para todos que ellas vaciaban y
lavaban cada mañana. «Cuando lloraban, porque no había
madres, los distraíamos con cuentos, pero estaba prohibido cantar»,
lamenta.
Al igual que los adultos, los niños tenían que formar en el
patio para el recuento. «Si no mataban a nadie, era rápido. Pero a veces había
muerto alguien en el campo de trabajo y no salía la cuenta, o castigaban a
alguno, y duraba mucho. Yo rezaba para que terminase porque hacía mucho frío».
Con estremecedora naturalidad, Janina rememora que, «cuando terminaron de
eliminar a los gitanos, nos llevaron a sus bloques, que no eran de ladrillo
sino de madera», por lo tanto más calientes, en un invierno que se alcanzaron
los 25 y 30 grados bajo cero. Sonríe al hilvanar otro recuerdo, el de aquella
Navidad. Algunas madres llevaron al barracón comida o juguetes de papel doblado
y una cantante llegó de Oświęcim y entonó una melodía que quedó grabada en su
memoria: «Porque un día volveré, llamaré a la puerta, me preguntarás quién soy,
así que cuando quieras llorar más de una vez, susurra: Dios, protégelo, y
volveré», una canción de Eugeniusz Zhytomierski.
Tras la «Marcha de la Muerte»,
muchos niños murieron por el camino, Janina pasó todavía por Ravensbrück, antes
de la liberación. Fue entonces cuando supo que no quedaba nadie más vivo de su
familia. «Fui a confesarme a Nuestra Señora de Czestochowa. Padre, robé, le
dije. ¿Qué robaste?, me preguntó. Todo lo que llegaba a la mano: comida, ropa…
¡Hija, eso no es pecado, es sobrevivir. Pues no recuerdo más pecados, padre. Y
obtuve la absolución, a pesar de que estaba robando ¡sin ningún problema!».
Campo de exterminio y campo de experimentación.
Según el doctor Miklós Nyiszli, superviviente del
sonderkommando de Birkenau, los miembros de las SS abrían los vagones de los
trenes que llegaban y de los mismos descendía una muchedumbre de judíos. La
selección de los que consideraban útiles no duraba más de media hora. Una
columna con el resto dejaba el andén «... una escalera les conduce a un
subterráneo... un letrero informa en alemán, francés, griego y húngaro, de que
allí se encuentran las duchas y el cuarto de desinfección. La información
contribuye a tranquilizar... Allí encuentran una gran sala, bien iluminada y
pintada... los miembros de las SS dan una orden: "¡Desnúdense!...
disponen de 10 minutos"... después todo el mundo está desnudo... al
fondo... entran a otra gran sala, también bien iluminada... en el centro hay
grandes pilares cuadrados... con canalones de latón con perforaciones... Se
escucha una nueva orden: "¡Sonderkommando y SS, salgan de las
duchas!"... una vez encerrados desde arriba derramaban unas piedrecillas
que caían por los canalones perforados liberando gas ZyKlon-B que invadía la
sala. En cinco minutos morían asesinados unas 3000
personas»
Los experimentos del Dr Menguele. El laboratorio del Dr
Carl Clauber
“Uno de los lugares más escalofriantes” del
campo es: el centro de laboratorio del doctor Carl Clauber.
“allí el Dr Mengele se dedicaba a los gemelos y a los niños para experimentar
genéticamente y reproducir la raza aria, aquí Clauber se dedicaba a investigar
a las embarazadas y a las mujeres”.
“Es muy impresionante, las ventanas están tapiadas para
evitar ver y oír en la medida que pudieran aquello del fondo”, el “muro de las ejecuciones”. Allí, asegura, se fusilaban “a discreción” antes de poner en marcha “la industria de la muerte de los hornos crematorios y las
incineraciones de cientos de miles”.
“El que se ponía doble de ropa, el que hacía sus necesidades
durante el trabajo o el que no cumplía determinada norma era trasladado a esta
prisión, donde literalmente morían de asfixia, hacinados o de hambre”. “Ese era
el castigo por ponerse dos camisetas”.
El relato de un militar cuando liberaron el campo
El comandante ucraniano Anatoly Pavlovich Shapiro era un oficial
del ejército ruso, un tipo duro y bregado en la guerra. Sumaba treinta y dos
primaveras, una edad avanzada para la media del Ejército Rojo, y había
combatido en el Frente Oriental desde el estallido de la invasión nazi, allá
por junio de 1941. Pero ni un hombre como él, por cuyas retinas habían pasado
moribundos y cadáveres durante cuatro años, pudo olvidar nunca el olor que
emanaba Auschwitz el 27 de enero de 1945. «Había tal
hedor que era imposible estar ahí durante más de cinco minutos. Mis soldados no
lo podían soportar y me rogaban que les dejara ir. Pero teníamos una misión que
cumplir», afirmó poco después de liberar aquella fábrica de muerte.
Lo que él y sus hombres del Regimiento de Fusileros 1085
'Tarnopol' percibían era el olor de un Holocausto que, aunque llegaba a su
fin, se había cobrado la vida de entre 6 y 20 millones de personas. Al frente
de sus fusileros, este militar soviético –a la postre teniente coronel– fue el
primer oficial en acceder al epicentro delinfierno, en otro tiempo, la mayor industria de muerte del nazismo. Una fecha de
la que se cumplen ahora ocho décadas y que trae de la mano la publicación de
una infinidad de ensayos, novelas y estudios sobre Auschwitz. Porque, contra el
paso del tiempo y el mal de la desmemoria, solo queda aplicar la vacuna del
recuerdo. Y, si los que vivieron aquello ya no pueden contarlo, que otros tomen
el relevo.
Primeros en descender a aquel infierno
El teniente de infantería Ivan Martynushkin, presente en la
liberación, también sintió aquel olor que había descrito su colega. «Estábamos
adentrándonos en Polonia, no sabíamos nada de ese lugar. Cuando dejamos atrás
el pueblo de Auschwitz y nos acercamos empezó a nevar y el campo se cubrió con
un manto blanco. Antes estaba completamente negro de hollín y cenizas. Se
sentía un olor especial a carne quemada», afirmó en una entrevista concedida
tras la contienda. Cuando cruzó las puertas, coronadas por el conocido cartel
con la frase 'Arbeit macht frei' –'El trabajo
os hará libres'–, entendió de dónde provenía el olor. «Como la capacidad de los hornos no era suficiente no podían
quemar tantos cuerpos como querían. Así que amontonaban los cadáveres, los
cubrían con troncos y ponían otros encima. Luego les prendían fuego».
Relato
de uno de los más jóvenes de los supervivientes
La historia de Richard, el niño de dos años que llegó
completamente solo a Auschwitz. Su familia fue deportada desde Francia meses
antes de que le montaran en un tren hacia las cámaras de gas.
Se llamaba Richard Frenkel, y era un niño judío de poco
más de dos año que fue deportado a Auschwitz completamente solo. La
tristeza de su historia no tiene fin, y está de amarga actualidad estos días cuando celebramos el ochenta aniversario de la liberación
del campo de exterminio. Más de una década ha pasado desde que su breve existencia
saliera a la luz gracias a un estudio del Museo Memorial del Holocausto de
Washington. Y, a pesar de ello, conviene que no se olvide.
Quien ha rescatado la historia de este niño y su familia del
olvido es el Yad
Vashem, el 'Lugar de los Nombres', el
museo con una de las más difíciles misiones del mundo: mantener viva la memoria
y los nombres de aquellos que el huracán de odio nazi trató de borrar.
Richard Frenkel era un niño hermoso, que había nacido
en un mundo en guerra, en 1940, de una pareja formada por Nissan Frenkel y
Ester Horonczyk. En sus ojos brillaba una esperanza. La historia arranca en
Polonia, donde vivían los Horonczyk. A la muerte de la madre de Esther,
decidieron probar una nueva vida y viajaron a París, donde fundaron una
floreciente sastrería y ampliaron la familia. Sin embargo, allí les
atropellaría la guerra. La represión los destrozó más allá de lo que nadie, y
mucho menos ellos, hubiera podido imaginar.
Los llamados mártires del Holocausto son las personas que perdieron la vida a causa de la persecución nazi de los judíos durante la Segunda Guerra Mundial.
Resulta imposible hacer mención de todos ellos. Queremos al menos recoger algunos ejemplos de los cientos de mártires
del Holocausto:
- El
padre Franciszek Miska: Fue un catequista de una escuela
profesional, capellán militar y director. Murió en el campo de
concentración de Dachau en 1942 a causa de torturas y malos tratos.
- Francis
Kesy y sus compañeros: Fueron arrestados en 1940 y condenados sin
juicio regular.
- Casper ten Boom y Corrie ten Boom y Betsie ten Boom (hijas): Fueron miembros de la Iglesia cristiana reformada y brindaron refugio a judíos perseguidos.
- Casper ten Boom (también llamado El Gran Abuelo De Haarlem, 18 de mayo de 1859 en Haarlem, Países Bajos) fue un relojero neerlandés arrestado por la Gestapo por esconder judíos durante la Segunda Guerra Mundial.
Casper, junto a sus
hijas Corrie y Betsie ten Boom, escondió a los judíos en el Holocausto de la Segunda Guerra Mundial. Sus
hijas fueron enviadas al campo de concentración de Ravensbruck donde
Betsie ten Boom murió. Trabajó como relojero en Barteljorisstraat, en una parte
de Haarlem, Países Bajos. Fue arrestado por la Gestapo por
esconder a los judíos y diez días después (donde se llevaron también con él a
sus hijas, Corrie y Betsie) murió el 10 de marzo de 1944 de tuberculosis.
Víctimas mortales católicos
- Maximiliano Kolbe,
sacerdote polaco, fallecido en el pabellón del hambre en Auschwitz,
al sustituir voluntariamente a otro prisionero.
- Edith Stein, filósofa y
monja carmelita de
origen judío, asesinada en la cámara de gas de Auschwitz el 9 de agosto de
1942. Luego nos detendremos en ellos.
- Etty Hillesum, mística y defensora de la fe deportada a Wester bork finalmente murió en Auswithz con sus padres y su hermano Misha.
- Fritz Gerlich,
historiador y periodista, miembro de la resistencia
contra Hitler, fusilado el 30 de junio de 1934 en
el campo
de concentración de Dachau.
- Erich Klausener,
político y miembro de la resistencia
contra Hitler, asesinado por las SS el
30 de junio de 1934 en su despacho, por orden de Hermann Göring y Heydrich.
- Otto Neururer,
párroco tirolés arrestado por “injuria al matrimonio alemán”, fue colgado
desnudo por los pies muriendo al cabo de 34 horas el 30 de mayo de 1940.
Primer sacerdote asesinado en un campo de concentación.
- Bernhard Lichtenberg,
sacerdote y deán de la catedral
de Berlín, detenido tras defender a los judíos;
fallecido en el transporte al campo
de concentración de Dachau.
- Petrus
Mangold, sacerdote franciscano, fallecido en 1942 en
Dachau.
- Adalbert
Probst, Presidente de la Asociación Deportiva
Católica (DJK-Sportverband), fusilado el 2 de julio de 1934.
- Franz
Reinisch Sacerdote ejecutado el 21 de agosto de
1942, miembro del Movimiento de Schoenstatt , se negó a tomar el juramento
de lealtad a Hitler , por el que fue ejecutado por decapitación
- August
Froehlich, clérigo católico asesinado en el Campo
de concentración de Dachau.
- Titus Brandsma, sacerdote carmelita y
profesor de filosofía, ejecutado por inyección letal el 26 de julio de
1942.
- Georg
Häfner, párroco carmelita que se negó a hacer el
saludo nazi. Fue ejecutado el 20 de agosto de 1942, actualmente beato.
- Alois
Andritzki, cura diocesano asesinado en Dachau el 3
de febrero de 1943 por su oposición al nazismo,
- Maria Restituta Helena Kafka,
enfermera y monja franciscana, denunciada por un médico cercano a la SS, y
decapitada en marzo de 1943 en Viena.
- Mártires de Nowogródek,
grupo de monjas polacas de la Sagrada
Familia de Nazaret, ejecutadas por la Gestapo en agosto
de 1943.
- Franz Jägerstätter,
campesino austríaco, se negó a cumplir el servicio militar obligatorio
nazi por objeción de conciencia. Sentenciado a muerte y decapitado en
agosto de 1943, es beato católico.
- Giuseppe
Bernardi y Mario Ghibaudo, sacerdotes italianos que prefirieron morir
(septiembre de 1943) acompañando a sus párroquianos de Boves.
- Johannes Prassek,
sacerdote alemán y uno de los mártires
de Lübeck decapitados el 10 de noviembre de
1943.
- Jacobo Gapp,
presbítero austriaco. Perseguido por criticar fuertemente el
nacionalsocialismo.Se dirigió a Francia y España pero apresado por unos
emisarios.Fue decapitado el 13 de agosto de 1943.2
- Józef
y Wiktoria Ulma, matrimonio polaco acribillado el 24
de marzo de 1944 junto con sus 6 niños (y esperaban el séptimo hijo) por
esconder a 8 judíos.
- Omelián Kovch,
sacerdote católico del rito greco-ucraniano,
gaseado el 25 de marzo de 1944 en el campo de concentración de Majdanek en
Polonia, por refugiar judíos.3
- Salvador Montes de Oca,
obispo venezolano fusilado en Italia el 17 de junio de 1944.
- Giovanni Fornasini,
sacerdote italiano, miembro de la resistencia y patriota en Bolonia. Fue
asesinado por un soldado nazi e 13 de octubre de 1944.
- Placido
Cortese, padre franciscano italiano que se dedicó a
prestar ayuda a los refugiados, prisioneros y perseguidos políticos
(judíos, eslovenos y otros). Fue arrestado y torturado por la Gestapo,
asumiendo toda la responsabilidad sin revelar a sus colaboradores. Murió
un mes después de su arresto, en noviembre de 1944.
- Dragutin
Jesih, sacerdote croata, que fue ejecutado el 27 de
noviembre de 1944 por la milicia pro nazi Ustace, por dar refugio a judíos
en su casa y otros lugares.
- Ángela María Autsch, religiosa
trinitaria alemana, detenida por los nazis por
haber dicho que Hitler es un azote para Europa. Murió el 23 de
diciembre de 1944, en Auschwitz.
- Odoardo
Focherini, periodista y padre de familia, muerto el
27 de diciembre de 1944 en Hersbruck —un
subcampo anexo al campo
de concentración de Flossenbürg— por salvaguardar a
judíos.
- Sára
Salkaházi, húngara perteneciente a la Sociedad de Hermanas Sociales.
Fue traicionada y delatada por dar refugio y sacar clandestinamente
judíos. Fusilada el 27 de diciembre de 1944, fue declarada Justa entre las
Naciones, y es beata de la Iglesia católica.
- Alfred Delp,
jesuita alemán, ejecutado el 2 de febrero de 1945 por pertenecer a la
resistencia al nazismo. Declarado Justo entre las Naciones.
- Richard Henkes,
sacerdote palotino alemán
quien murió en Dachau a causa de fiebre
tifoidea el 22 de febrero de 1945 al ofrecerse
cuidar enfermos contagiados con dicha enfermedad.
- Élise
Rivet, religiosa argelina muerta el 30 de marzo de
1945, ofreciendose como voluntaria a la cámara de gas, en lugar de una
madre en el campo
de concentración de Ravensbrück.
- Los ciento
ocho mártires de Polonia, asesinados por los nazis,
entre ellos obispos, curas diocesanos, sacerdotes religiosos,
seminaristas, religiosas y laicos.
- Marcel
Callo, joven laico francés, arrestado por pertenecer a la Juventud Obrera Cristiana,
murió enfermo el 19 de marzo de 1945, en el campo de concentración de
Mauthausen en Austria.
- Franz Boehm,
párroco alemán-polaco, predicador contra la ideología nazi, arrestado por
un sermón contra el sistema cinematográfico nazi. Murió en el campo
de concentración de Dachau el 13 de febrero de
1945.
El monumento Yad Vashem, en el monte del recuerdo
Yad Vashem (en hebreo: ‘un
monumento y un nombre’) es la institución oficial israelí constituida
en memoria de las víctimas del Holocausto perpetrado
por los nazis contra la población
judía bajo el Tercer
Reich, sobre todo durante los años de la Segunda Guerra Mundial. El sitio está ubicado en
el Bosque de Jerusalén, en la vertiente occidental
de Monte Herzl («Monte del Recuerdo»), que tiene
unos 804 metros sobre el nivel del mar.
El nombre de Yad Vashem
Su nombre proviene de las palabras del profeta Isaías: «“Yo les daré lugar en Mi casa y dentro de Mis muros […]. Les daré un nombre permanente [un “yad vashem”], que nunca será olvidado.» (Isaías 56:5). Llamándolo así se establece al museo como un depósito de los nombres de los judíos que quedaron sin nadie para conocer sus nombres.
La idea de establecer un monumento en la histórica patria
judía para las víctimas judías del Holocausto perpetrado por los nazis, fue
concebido durante la Segunda
Guerra Mundial como respuesta a los informes de asesinato en masa de los ciudadanos judíos en
los países ocupados por Alemania. Yad Vashem fue propuesto por primera vez en
septiembre de 1942, en una reunión de la junta del Fondo Nacional Judío por Mordejai Shenhavi,
un miembro del kibutz Mishmar Ha'emek, quien sería el primer director de la
institución.
El objetivo principal de Yad Vashem es eternizar la memoria
de cada una de los seis millones de víctimas del Holocausto para la enseñanza a
las generaciones futuras por medio de sus archivos, su biblioteca, su escuela,
sus museos y a través del reconocimiento a los Justos entre las Naciones, para que las tragedias y
sus terribles escenas no sean jamás olvidadas ni repetidas. Por este motivo,
entre otros, Yad Vashem desarrolla una labor de conmemoración constante, con
archivos y relatos, así como recopila objetos, documentos y testimonios que
posteriormente son publicados. También se ocupa de la recopilación de los
nombres de las víctimas con el fin de preservar su memoria. La UNESCO proclamó
el 27 de enero como el Día Internacional en Memoria de las Víctimas del
Holocausto.
Testigos de esperanza en medio del horror del infierno
Queremos aprovechar para recoger el testimonio de dos mártires del holocausto asesinados en Auschwitz: Maximiliano Kolbe y Edith Stein.
Maximiliano María Kolbe mártir de la caridad
Maximiliano Kolbe fue un fraile franciscano
conventual polaco que murió voluntariamente en lugar de Franciszek Gajowniczek
en el campo alemán de concentración de Auschwitz, en la Polonia ocupada por los
nazis durante la Segunda Guerra Mundial. Fue un activo promotor de la
veneración al Inmaculado Corazón de María. Fundó y supervisó “la Ciudad de
la Inmaculada” (mariápolis), un complejo religioso cerca de Varsovia, con
un monasterio, un seminario, una editorial “Caballeros de la Inmaculada” y una
estación de radioaficionados. Debido a los esfuerzos de Kolbe por promover la
consagración y la confianza en la Virgen María, es conocido como el "apóstol
de la consagración a María".
Fundó una organización religiosa llamada “Milicia de la
Inmaculada”, cuyo fin era lograr "la conversión de los pecadores y la
santificación de sí mismos y todos bajo el patrocinio de la Bienaventurada
Virgen María Inmaculada y mediadora".
Maximiliano nació el 8 de enero de 1894 en , Polonia, que
entonces era parte del Imperio Ruso. Fue el segundo hijo del tejedor Julio
Kolbe y la partera María Dąbrowska.6
Su padre era alemán
y su madre, polaca. Fue bautizado con el nombre de Rajmund. Tuvo cuatro
hermanos. Poco después de su nacimiento, su familia se
trasladó a Pabianice.
En enero de 1922, Kolbe fundó el periódico mensual
«Caballero de la Inmaculada» («Rycerz Niepokalanej»), una publicación
devocional inspirada en la publicación francesa «Mensajero del Corazón de
Jesús» («Le Messager du Coeur de Jesus»). De 1922 a 1926 dirigió una editorial
religiosa en Grodno.6 A
medida que sus actividades fueron teniendo más
alcance, en 1927 fundó en Teresin, a unos 40 km de
Varsovia, “la Ciudad de la Inmaculada” (Niepokalanów), un complejo religioso con un monasterio de los
franciscanos conventuales. Se convirtió en un importante centro de
publicaciones religiosas.
Una extensa área libre para la construcción de una gran
basílica de la Inmaculada. Un complejo editorial que comprendía: la redacción,
la biblioteca, la tipoteca, el taller de los linotipistas, la cincografía con
los laboratorios fotográficos, las tipografías [...] y además las distintas
secciones de la encuadernación, de los almacenes y de los envíos. El ala
izquierda [...] incluía, en diferentes edificios, la capilla, las dependencias
de los religiosos, el postulantado, el noviciado, la dirección general, la
enfermería y, a cierta distancia, la gran central eléctrica.
Además, distribuidos por todas partes, los talleres de los
herreros y de los mecánicos, los talleres de los carpinteros, de los zapateros,
de los sastres, así como los depósitos de los albañiles y las grandes cocheras
para el cuerpo de bomberos. Pero todavía no hemos terminado: además había un
parque de maquinaria, una pequeña estación ferroviaria, con vía de empalme con
la vía pública y estatal; incluso estaba previsto un aeródromo con cuatro
aviones sin motor y un proyecto de estación de radiotransmisión. Por todas
partes había gruesos troncos de árboles, depósitos de madera, tubos y toda
clase de materiales de construcción.
En este lugar se publicaban la revista «Caballero de la
Inmaculada» («Rycerz Niepokalanej»), que en 1939 tenía una tirada de 750
000 ejemplares, y una revista infantil titulada «Pequeño caballero» («Mały
Rycerzyk»). En algunas
ocasiones se hicieron tiradas de 1 millón de ejemplares
del «Caballero de la Inmaculada»
En 1930 llegó de misionero a Shanghái, China, pero no logró
seguimiento allí. Luego se trasladó a Japón, donde fundó el 16 de mayo de 1931
el Monasterio del Jardín de la Inmaculada (Mugenzai no Sono), de franciscanos
conventuales, en el distrito de Hongonchi de Nagasaki. Kolbe empezó a
publicar una edición japonesa del «Caballero de la Inmaculada» («Seibo no Kishi»). Cuando, en 1945, se lanzó en esta ciudad una bomba atómica, el
monasterio quedó indemne, protegido por una montaña que separaba este lugar del barrio donde tuvo lugar la
explosión. Es un lugar muy
importante del catolicismo japonés.
A mediados de 1932 Kolbe dejó Japón y fue a Malabar, India,
donde fundó otro monasterio. Este cerró poco tiempo después.2 Siguiendo el camino de Kolbe,
en 1981 dos franciscanos malteses fundaron un centro mariano en Chotty, Kerala,
India.25 Tras este viaje a
la India, Kolbe regresó a Japón.
En 1933 regresó a Polonia para un capítulo general de la
orden en Cracovia,26
permaneciendo en este país.24
En el capítulo general, se escogió como nuevo superior del monasterio de Japón a Cornelius Czupryk.24
Regreso a Polonia para su martirio
En su ausencia, en “la Ciudad de la Inmaculada” se había
comenzado a publicar un periódico diario, el «Pequeño diario» («Mały
Dziennik») en alianza con un grupo político, el Campo Nacional Radical (Obóz
Narodowo Radykalny). Esta
publicación alcanzó una
circulación de 137 000 los días de
diario, y casi el doble, 225 000, los fines de semana.
En 1938 la Ciudad de la Inmaculada pasó a tener su propia
emisora de radio, «Radio Ciudad de la Inmaculada» («Radio Niepokalanów»), identificada con el distintivo
SP3RN. Fueron
sobre todo el alcance de estas difusiones (y las críticas al nazismo en defensa
de la dignidad de las personas) las que provocaron el prendimiento de
Maximiliano por las SS.
Muerte en Auschwitz
Tras la invasión alemana de Polonia, Kolbe fue uno de los
nuevos frailes que permanecieron en el monasterio, donde organizó un hospital
temporal. Después de que la ciudad fuera capturada
por los alemanes, fue arrestado por ellos el 19 de septiembre de 1939 pero le
soltaron el 8 de diciembre.
Rechazó inscribirse en la lista de gente alemana
(volksliste), lo que le habría dado los
mismos derechos que a los ciudadanos alemanes, por tener origen alemán. Tras su liberación continuó sus labores como fraile. Él y otros frailes proveyeron de refugio a gente de la Gran Polonia, incluyendo
a 2 000 judíos que escondió de la persecución alemana en el monasterio de la
Ciudad de la Inmaculada.
Kolbe recibió permiso para continuar publicando
obras religiosas, pero con una difusión
significativamente menor.
La editorial también publicó varias obras contrarias a la
Alemania nazi.
El 17 de febrero de 1941, el monasterio fue cerrado por las
autoridades alemanas. Ese
día Kolbe y otros cuatro fueron arrestados
por la Gestapo e internados en la cárcel de Pawiak.
El 28 de mayo fue transferido al campo de concentración de Auschwitz como el
prisionero 16670
Al continuar actuando como sacerdote, Kolbe fue objeto de
hostigamiento violento, incluidos golpes y azotes. Una vez pudo ser llevado con
subterfugios a un hospital penitenciario por reclusos amigos. El
SS-Hauptsturmführer Karl Fritzsch, encargado de Auschwitz, estableció que
cuando un prisionero se fugase castigaría a diez como represalia a morir de
hambre en un búnker. En julio de 1941 el prisionero
Zygmunt Pilawski se fugó y el oficial de las SS seleccionó a 10 presos.
Uno de los prisioneros del campo, el sargento polaco
Franciszek Gajowniczek, de 40 años de edad,
narró así su experiencia
de aquel verano de 1941: “Yo era un veterano en el campo de Auschwitz; tenía en
mi brazo tatuado el número de inscripción: 5659. Una noche, al pasar los
guardianes lista, uno de nuestros compañeros no respondió cuando leyeron su
nombre. Se dio al punto la alarma: los oficiales del campo desplegaron todos
los dispositivos de seguridad; salieron patrullas por los alrededores. Aquella
noche nos fuimos angustiados a nuestros barracones. Los dos mil internados en
nuestro pabellón sabíamos que nuestra alternativa era bien trágica; si no lograban
dar con el escapado, acabarían con diez de nosotros. A la mañana siguiente nos
hicieron formar a todos los dos mil y nos tuvieron en posición de firmes desde
las primeras horas hasta el mediodía. Nuestros cuerpos estaban debilitados al
máximo por el trabajo y la escasísima alimentación. Muchos del grupo caían
exánimes bajo aquel sol implacable. Hacia las tres nos dieron algo de comer y
volvimos a la posición de firmes hasta la noche. El coronel Karl Fritzsch
volvió a pasar lista y anunció que diez de nosotros seríamos ajusticiados”.
A la mañana siguiente, Gajowniczek
fue uno de los diez elegidos por el coronel de las SS Karl Fritzsch para ser
ajusticiados en represalia por el escapado. Cuando Franciszek salió de
su fila, después de haber sido señalado por el oficial, dijo: «He perdido a mi mujer y ahora se quedarán huérfanos mis
hijos». Maximiliano Kolbe, afectado por una tuberculosis desde bastante
antes, estaba cerca y lo oyó. Enseguida, dio un paso adelante y le dijo al oficial que quería ocupar el lugar de ese hombre: «No tengo a nadie. Soy un
sacerdote católico.».
Los diez prisioneros fueron introducidos en el Bloque 11, "el búnker de la muerte”,
y encerrado en aislamiento,39
el 31 de julio. Bruno Borgowiec, ayudante del celador del búnker, dijo que durante aquel tiempo, Kolbe guiaba a los
prisioneros en la oración, rezaban el rosario y cantaban a la
Virgen María. Cuando vigilaban el búnker, encontraban siempre en medio a Kolbe de rodillas o de pie. Después de
estar privados de agua y comida durante dos semanas, Kolbe y otros tres
prisioneros aún seguían vivos.
La serenidad demostrada por Kolbe impresionó a los SS.
Los guardias querían vaciar el búnker de modo que mataron a Kolbe y los otros
tres prisioneros con una inyección de fenol (era el 14 de agosto, día de
la vigilia de la Asunción de María).
Los cuerpos fueron incinerados en el crematorio del campo al
día siguiente, el 15 de agosto, día de la Asunción de María.4041
Según la testificación de
Franciszek Gajowniczek, Kolbe le dijo a Hans Bock, jefe de la enfermería y encargado de la inyección de
fenol: "usted no ha entendido nada de la vida, el
odio es inútil, solo el amor crea". Sus últimas palabras fueron: "Ave
María". El 10 de octubre de 1982 el papa san
Juan Pablo II lo canonizó y lo declaró mártir
por la caridad.
Edith Stein divulgadora y defensora de la dignidad del hombre y la mujer, copatrona de Europa
Edith Stein, de nombre religioso Teresa
Benedicta de la Cruz, en latín: Teresia Benedicta a Cruce,
en alemán: Teresia Benedicta vom Kreuz (Breslavia,
12 de octubre de 1891-Auschwitz, 9 de agosto de 1942), Edith Stein fue una
mujer culta y de gran inteligencia y ha dejado numerosos escritos doctrinales
de gran relieve y profunda espiritualidad, fue una filósofa, mística,
religiosa carmelita
descalza, mártir y santa alemana de
origen judío.
Nació en el seno de una familia judía y
pasó por una etapa de ateísmo. Estudiante de filosofía, fue la
primera mujer que presentó una tesis en esta disciplina en Alemania.
Continuó su carrera a la vez que trabajaba como colaboradora del filósofo
alemán Edmund Husserl, fundador de la fenomenología. Una larga evolución intelectual y
espiritual la condujo al catolicismo, al
que se convirtió en 1921. Enseñó y dio conferencias en Alemania, desarrolló
una teología de la mujer y un análisis de la
filosofía de santo Tomás de Aquino y
de la fenomenología.
El régimen nacionalsocialista le
prohibió la enseñanza. Edith Stein decidió entrar
en la Orden de Nuestra Señora del Monte Carmelo, donde tomó los hábitos
bajo el nombre de Teresa Benedicta de la Cruz. Detenida
por la Gestapo, fue deportada el 2 de agosto de 1942 e
internada en el campo
de exterminio nazi de Auschwitz,
en el territorio polaco ocupado, donde
sería asesinada siete días después.
Fue beatificada en 1987 y canonizada
el 11 de octubre de 1998 por el papa Juan Pablo II. Este pontífice también la
nombró copatrona de Europa el 1 de octubre de 1999 en
la apertura del sínodo de los obispos denominado
Segunda Asamblea especial para Europa, junto con Brígida de Suecia y Catalina de Siena, sumándose así a
los ya declarados copatronos Benito
de Nursia, Cirilo
y Metodio. Su fiesta litúrgica se celebra el 9 de agosto.
Recogemos algunos aspectos de relevantes de la biografía de su vida. Su
padre, Siegfried Stein (1844-1893), era comerciante de maderas y tenía un aserradero. Se casó el 2 de agosto de 1871 con
Augusta Stein (1849-1936) y se instaló en Gliwice,
en la Alta Silesia, donde nacieron sus seis primeros
hermanos: Paul (1872-1943, muerto en el campo de
concentración de Theresienstadt),
Selma (1873-1874), Else (1876-1954), Hedwig (1877-1880), Arno
(1879-1948) y Ernst (1880-1882).
En 1882 la familia se instaló en la polaca Lublinitz, que formaba parte de la provincia de Silesia del Reino
de Prusia, donde Siegfried fundó su primera empresa con la
ayuda de su gran familia. Fue un periodo difícil durante el cual la ayuda
familiar le permitió no sumirse en la miseria. Fue en esos momentos cuando
vinieron al mundo los últimos hijos del matrimonio Stein: Elfriede (1881-1942, muerta en un campo de concentración), Rosa (1883-1942,
muerta con Edith en Auschwitz), Richard (1884,
nacido muerto) y Erna (1890-1978). A la muerte del padre, su viuda se ocupó del
negocio.
Edith Stein nació en la ciudad alemana de Breslavia (hoy Wrocław, Polonia e
históricamente, en alemán, Breslau) en el seno de una familia judía, el 12 de
octubre de 1891, día del Yom Kipur, lo que
hizo que fuera especialmente querida por su madre, judía practicante. Era la
última de un total de once hijos. Su padre murió de una insolación cuando Edith no tenía todavía tres
años. Su madre, mujer muy
religiosa, debió hacerse entonces cargo de las necesidades de la familia y
dirigir la empresa familiar. Esta difícil tarea requería una gran disciplina y
trabajo, disciplina que Augusta Stein intentó transmitir a sus hijos, así como su
fe judía. Edith Stein dijo que, ya que era la más pequeña de su familia, era la
que, según la tradición judía liberal, podía hacer preguntas litúrgicas durante
las fiestas judías, preguntas que daban lugar a una explicación más completa
por parte del celebrante.
Edith Stein comenzó sus estudios en la escuela Victoria en
1896, año en que por primera vez se permitía en Prusia estudiar el bachillerato a las niñas.
Ella se acomodó de forma rápida a la clase superior. Una compañera de clase
dijo de ella: «su precocidad no tenía nada de sorprendente, fue agobiada por
sus mayores, pero debido al orgullo irresistible que desarrolló y cuando la
tensión podría llevar a las lágrimas y a la cólera, si no conseguía lo que
quería o no era la primera, la mejor, no era tan positiva ... fue una excelente
alumna». A partir de
los trece años comenzó, siguiendo el Yom Kipur, a ayunar hasta
la tarde. Conservó esta práctica, incluso cuando se fue de su familia y también
cuando ya decidió no rezar más.
A partir de 1904 el Liceo empezó a admitir a chicas. Sin
embargo, con la llegada a la adolescencia, Edith Stein se negó a ir a la
escuela secundaria y pidió dejar sus estudios en 1906, a la edad de 15 años.
Marchó a Hamburgo durante diez meses para ayudar a su
hermana Elsa, que iba a tener un hijo. Esta fue la época en la que dejó de
rezar: «con plena conciencia y en una libre elección, dejé de rezar».
En septiembre de 1907 regresó a Breslau.
Volvió a tener un gran deseo por el conocimiento y puso mucho brío en
conseguirlo. Recuperó rápidamente su retraso y terminó la escuela secundaria en
1908. Durante este periodo Edith leyó y estudió mucho. Ella misma dijo más
tarde que «estas lecturas literarias de la época me sirvieron para mi vida
entera». Fue en esta época cuando comenzó a descubrir la filosofía, especialmente con la lectura de Friedrich Schiller, discípulo de Immanuel Kant.
Edith Stein se comprometió
políticamente, pues se convirtió en un miembro de la sección local de la
Asociación Prusiana por el Voto de las Mujeres. Apoyó, con su hermana
Erna y sus amigas, el ala más radical del movimiento feminista en
torno a Anita Augspurg, Helene Stöcker y
Linda Gustava Heymann, el ala más radical en el sentido de que exigía la igualdad total entre hombres y mujeres.Edith
Stein obtuvo su título de bachillerato con
éxito en 1911 y decidió seguir los estudios universitarios de filosofía.
Su conversión al
cristianismo. La conversión de Edith Stein estuvo precedida de una larga
búsqueda intelectual y espiritual que se extendió desde 1916 a 1921. A lo largo
de ese periodo leyó y estudió los Ejercicios
espirituales de san Ignacio
de Loyola, la Escuela del cristianismo de Kierkegaard y las Confesiones de san Agustín.
En el círculo de los fenomenólogos fueron muchas las
conversiones al cristianismo, como sus amigos Adolf y Pauline Reinach, F.
Hamburger y H. Conrad, principalmente
y, en agosto de 1921, Edith Stein se decidió definitivamente por la fe católica. Entre el 27 de mayo y el 3 de agosto,
durante una estancia en Bad Bergzabern en
casa de sus amigos Theodor y Hedwig
Conrad-Martius, leyó o releyó un libro de despedida que
encontró en la biblioteca de los Reinach: la autobiografía de santa Teresa de Jesús. Más allá de la comprensión y
del análisis de los conceptos expuestos, Edith hizo una lectura «sapiencial»,
es decir, que leyó La Vida como una revelación de una persona
dirigida a otra persona. Este episodio es la culminación de su larga búsqueda
de la verdad, pero no dejó
de considerarlo como una especie de fracaso personal, como fundamentalmente
irreligioso. Según la propia Edith —que lo confesaría después— esta obra fue
determinante para su conversión definitiva al catolicismo. Edith recibió
el bautismo en el seno de la Iglesia católica el 1 de enero de 1922 y tomó
los nombres de Edith, Teresa —el mismo que santa
Teresa— y Hedwig, nombre de su madrina Hedwig Conrad-Martius. El 2 de febrero del mismo año
recibió la primera comunión y
la confirmación de manos de Ludwig Sebastian,
obispo de la diócesis de Espira. Edith dijo más tarde que: «se
puede tener consciencia de la verdad, sin aceptarla, rehusando meterse en su
terreno».
A partir de ese momento quiso ser carmelita. Anunciar su conversión a su madre le
resultaba muy difícil y ella misma dijo: «en cuanto a mi madre, mi conversión
fue la pena más pesada que tuve que soportar».
Divulgadora y defensora del valor de la dignidad humana
Después de su bautismo Edith quería entrar en la Orden del Carmelo pero su director espiritual,
el vicario general de Espira, se lo desaconsejó y le pidió que enseñara alemán
e historia en el instituto y en la escuela normal femenina del convento de
las dominicas de la Magdalena de Espira, lo cual
hizo desde 1922 hasta 1933.
Era un gran centro de formación de profesores católicos, religiosos y laicos,
de Alemania del sur. Edith Stein se sumergió en la enseñanza mientras que
trataba de vivir sus días como los religiosos, orando con regularidad y
tratando de ser religiosa según el corazón. Quiso ser, según sus palabras:
«religiosa según el corazón, incluso si no llevo el velo y no estoy obligada
por la clausura ni por los votos». Decidió traducir al alemán, en
su tiempo libre, las obras de John
Henry Newman, anglicano convertido
al catolicismo. Continuó
con su traducción para una editorial interesada en el trabajo de Newman. Stein
comentó al respecto que «ponerse en contacto cercano, como el que da la
traducción, con un espíritu como el de Newman es maravilloso para mí. Toda su
vida ha sido una constante búsqueda de la verdad en la religión».
Edith siguió su trabajo de traducción animada por su
director espiritual, Erich Przywara,
con el de traducir por primera vez los escritos de santo Tomás del latín al alemán, incluidas
las Quaestiones disputatae de veritate. La Iglesia católica tenía
incluida desde 1879 en la encíclica Aeterni Patris, publicada por el papa León
XIII el 4 de agosto de 1879, la filosofía de santo Tomás
de Aquino como doctrina oficial de su teología y Edith Stein intuyó la idea de
«discusión entre la filosofía tradicional católica y la filosofía moderna».
A partir de 1926 le pidieron que
impartiese conferencias. Esto fue el comienzo de una serie de ellas que la llevó a dar más de treinta en toda Alemania. El
abad Raphael Walzer de
la abadía de Beuron —su director espiritual a partir de 1928—
y el padre Przywara la alentaron a responder de
manera afirmativa a estas invitaciones. Comenzó a dar conferencias haciendo
largos viajes por Alemania y otros países. Muchas de
sus enseñanzas versaban sobre el lugar de la mujer en la sociedad y en la
Iglesia, en la formación de los jóvenes y en la antropología. Definitivamente
tomó una posición contra el nazismo e
hizo una llamada acerca de la dignidad de cada ser humano.
Durante estas conferencias decía que en la educación no se
puede lograr todo por la fuerza sino que debe pasar por el respeto de cada
individuo y por la gracia. Por lo tanto, advirtió contra la vigilancia a los
alumnos y demostró el papel ejemplar del maestro en la educación, más que los
medios coercitivos.
Su director espiritual la animó a seguir con sus trabajos,
precisamente por su estatuto de laica,
hecho raro en aquella época. Edith tomó parte en el diálogo entre católicos y protestantes en
el seno de la educación. Edith Stein obtuvo una reputación considerable durante
una conferencia en 1930 sobre La ética de las profesiones femeninas.
Solo una mujer había tomado la palabra en el Congreso y hablaba de puestos de
trabajo de las mujeres y rechazaba la misoginia del
tiempo diciendo que «ninguna mujer es solamente una mujer, cada una tiene
rasgos individuales y disposiciones específicas, como el hombre, por la
capacidad de ejercer tal o cual profesión en el mundo artístico, científico o
técnico».
Edith Stein continuó paralelamente sus estudios de filosofía
y fue alentada por Martin Heidegger y Raimund Honecker a
seguir en la búsqueda del diálogo entre la filosofía
tomista y la filosofía fenomenológica. En 1931 terminó sus trabajos en
Espira e intentó de nuevo obtener la habilitación para enseñar libremente en
Breslau y Friburgo, pero no
lo consiguió. Edith encontró un puesto en el instituto
de ciencias pedagógicas de Münster, dirigido
a la enseñanza católica, que fue cerrado por el régimen nazi algunos
años más tarde. Participó en septiembre de 1932 en una conferencia en Juvisy-sur-Orge, en Francia, organizada por la
Sociedad Tomista, donde habló principalmente de la fenomenología. Edith continuó los diálogos con
sus amigos filósofos, como Hans
Lipps, quien le propuso matrimonio en 1932, petición que
Edith rehusó porque ya había encontrado «otro camino».
Poco después de la toma del poder por los nazis, las leyes alemanas prohibieron que las mujeres enseñasen en
las universidades, así como los judíos. Sin embargo, incluso cuando a
ella misma le prohibieron la enseñanza en 1933, la Asociación de Maestros
Católicos siguió pagándole una beca. Edith Stein se
opuso activamente al nazismo y percibió el peligro muy pronto. Cuando le
prohibieron dar clases debido a la llegada de Adolf
Hitler al poder decidió escribir al papa Pío XI para solicitarle una clara postura de la
Iglesia en contra de lo que ella llamaba «la
idolatría de raza». Esto no se llevó a cabo a causa de la muerte
de Pío XI, muerte que dejó incompleta la encíclica Humani generis Unitas que
condenaba el antisemitismo y
que había comenzado en mayo de 1938. Algunos creen que la carta de Edith Stein
pudo tener alguna influencia en el origen de esta encíclica. La condena del nazismo por la
Iglesia católica tuvo lugar a través de la encíclica Mit brennender Sorge del papa Pío XI sobre la situación de la Iglesia en
la Alemania nazi, publicada el 14 de marzo de 1937. Dado
que Stein no podía hablar en público debido a las leyes antisemitas pidió al
abad Walzer de Beuron entrar en el Carmelo.
Edith Stein decidió escribir un libro sobre la «humanidad
judía» para ordenar sus pensamientos y lo escribió bajo el título La
vida de una familia judía, que cuenta la historia de su familia en un
intento de destruir el prejuicio antisemita. Este relato autobiográfico se
detiene en 1916, poco antes de su conversión. En la fiesta de santa Teresa de Ávila, el 15 de octubre de 1933,
finalmente vio cumplido su sueño: Edith entró en el monasterio.
Detención y muerte durante el Holocausto
El 10 de mayo de 1940, las tropas de Hitler iniciaron la
ocupación de los Países Bajos, cuyo gobierno capituló el 14 del mismo mes. Fue
entonces cuando se estudió la posibilidad de trasladar a Edith Stein y a su
hermana Rosa al Carmelo de Le
Pâquier en Suiza. Stein escribió: Una scientia
crucis —ciencia de la cruz— solo se puede adquirir si se llega
a experimentar a fondo la cruz.
El 13 de enero de 1941 los obispos neerlandeses publicaron
una carta pastoral en la que se mostraron contrarios a que los católicos
pertenecieran al partido nazi. El 1 de septiembre entró en vigor un nuevo
decreto nacionalsocialista con carácter policial por el cual todos los judíos
de seis años o más, localizados en territorio alemán o bajo su dominio, debían
aparecer en público llevando una insignia
amarilla con la apariencia de una estrella de David y la palabra Jude -
«judío» en idioma alemán— en su centro, cosida firmemente en la parte delantera
izquierda de sus prendas.
Edith y su hermana supieron de la medida en Maastricht y
debieron adoptar esa insignia.
Stein se abocó a escribir y, en el mes de noviembre, redactó una de sus obras
más famosas, Ciencia de la cruz.
Dado el aumento del antisemitismo en los Países Bajos, los
obispos neerlandeses decidieron, en contra del consejo de los mandatarios del
país, condenar los actos antisemitas mediante la lectura durante la homilía de
una carta pastoral en las iglesias el día 26 de julio de 1942. A raíz de esta carta, cuatro
días después se publicó un decreto que mandaba arrestar a «los judíos de
religión católica». En
abril de ese mismo año, Stein y su hermana Rosa fueron
«fichadas» por la Gestapo como represalia de los nazis a la
misión pastoral de los obispos neerlandeses que se posicionaron en contra de la
deportación de judíos; Edith Stein y su hermana fueron arrestadas el día 2 de agosto de 1942 por la Gestapo y llevadas con
otros religiosos y religiosas al campo de concentración de Amersfoort y, días más tarde, al de Westerbork (Países Bajos).
Allí encontró a dos amigas e «hijas» espirituales, dos
jóvenes judías que se habían convertido al catolicismo, Ruth Kantorowicz y
Alice Reis. En el campo de Westerbork se encontró con
otra gran mística judía del siglo XX, Etty
Hillesum, que acababa de ser reclutada por el Consejo
Judío del campamento para ayudar a confeccionar un registro. Esta última
registró en su Diario la presencia de una monja carmelita con
una estrella amarilla y de todo un grupo de hombres y mujeres religiosos que se
reunían para rezar frente al siniestro decorado de los barracones.
Posteriormente fue enviada al campo de exterminio nazi de Auschwitz, en Polonia. La ubicaron en el barracón 36
y fue marcada con el n.º 44 074.
Llevaron a un grupo, entre los que se encontraba Edith Stein, a un barracón «para ducharse», pero en realidad fueron gaseados
con ácido cianhídrico. Según la lista 34 del Boletín
Oficial del Ministerio de Justicia neerlandés publicado el 16 de
febrero de 1950, Edith Teresa Hedwig Stein murió el 9 de agosto de 1942.
Murió como mártir de
la fe católica a los 51 años de edad. La lista 86 del mismo boletín
publicada el 4 de mayo de 1950 dató con idéntica fecha la muerte de su hermana
Rosa. Los restos de la incineración de Edith Stein fueron arrojados en un campo
cercano, pero se desconoce la ubicación exacta. Actualmente este lugar tiene
hincadas gran cantidad de cruces que llevaban los peregrinos a ese lugar.
Declarada santa y copatrona de Europa
En 1962 se inició su proceso de beatificación,
que culminó el 1 de mayo de 1987, cuando fue beatificada por Juan Pablo II en Colonia. Teresa Benedicta de la Cruz era considerada
por el catolicismo como una mujer hija de Israel,
mártir por la fe en Cristo y víctima del exterminio judío, asesinada ex
odio fidei —por odio a su fe católica—. Con su
beatificación en la catedral de Colonia la Iglesia católica honraba, como dijo el papa Juan
Pablo II, «una hija de Israel, que durante las persecuciones de los nazis
permaneció unida en la fe y el amor al Señor Crucificado, Jesucristo, como
católica, y con su pueblo como una judía». En su homilía, Juan Pablo
II mostró el importante reconocimiento del pueblo judío y de la tradición
hebraica en la vida de Edith Stein.
El papa Juan Pablo II canonizó a la judía, filósofa, monja, mártir y beata,
Teresa Benedicta de la Cruz de la Orden del Carmelo Descalzo, el 11 de octubre
de 1998 en la basílica de San Pedro en Roma. Posteriormente fue proclamada copatrona de Europa el
1 de octubre de 1999.
Conclusión
Cuando alzamos la vista a nuestro mundo y vemos las masacres
del pueblo ucraniano, del pueblo palestino en Gaza, de los enfrentamientos en
Sudán donde se repiten de nuevo las atrocidades entre etnias, de las
violaciones a laos derechos humanos en Venezuela, Nicaragua, las políticas de
erradicar a los emigrantes con la amenazas imperialistas del pasado, Parece que
hubiéramos perdido la memoria y que volviéramos a repetir las mismas
atrocidades del holocausto. Como dijo George Santayana: "los que no recuerdan el pasado estan condenados a repetirlo".
No hemos aprendido la lección. Una y otra vez tropezamos con la misma piedra. Caemos en la primera y original tentación que dio origen al espiral del mal, del odio y la violencia. Nos creímos dioses, suplantamos a Dios y nos erigimos en verdugos del hombre. Nos creímos omnipotentes, los dueños del mundo, con el derecho de usurpar la vida de los otros. Buscamos el modo de poseerlo todo con el único impulso de nuestra fuerza y poder (la ideología del superhombre) y terminamos por negar la existencia de Dios y de degradar hasta lo más bajo la dignidad del hombre.
Como diría Etty Hillsesum la otra gran mística y amiga de Edith Stein que encontró en el campo de Westerbork y que luego fue deportada a Auswittchz, el infierno es la ausencia de Dios. Pero Dios estaba en el infierno de Auswitchz, Dios descendió a los infiernos para mostrarnos un amor mas fuerte que la muerte, Dios es la única realidad perdurable, en el corazón del infierno, en los abismos del sufrimiento humano también Dios sufre con nosotros, late el corazón de Dios.
Tanto Maximiliano Kolbe como Edith Stein como Etty fueron testigos de fe y de esperanza en el corazón del holocausto. Recojo unas palabras del diario de Etty: "Quiero ser el corazón pensante de este barracón. Tendrá que quedar alguien para dar testimonio más adelante de que Dios vivió incluso en este infierno,,, estoy preparada para todo y para vivir cualquier situación declarando que esta vida es bella y está llena de sentido y que no es culpa de Dios que sea como es ahora".
Es necesario revertir esta espiral de odio y de violencia. Hemos de aprender de nuevo el lenguaje del amor y la compasión que debemos hablar los humanos. Más que nunca necesitamos volver al corazón del hombre que clama una nueva humanidad. Para construir esta nueva humanidad necesitamos de una nueva educación basada en el respeto y el amor. Como dijo Nelson Mandela: La educación es el arma más poderosa para cambiar el mundo.
Como dijo el Papa Francisco es preciso «educar» a las nuevas generaciones, que, probablemente ignorantes de la historia, parecen ceder muy a la ligera a las manifestaciones de racismo y antisemitismo. Hemos de educar a los jóvenes a tener un corazón abierto a todos, en la lógica de la fraternidad, del perdón y de la paz”.Adolf Hitler dijo: solo el que es dueño de la juventud gana el futuro. Como dijo Tova Friedman: “Tenemos una obligación, no solo de recordar, sino de advertir y enseñar que el odio solo trae más odio, el asesinato más asesinato”. Leon Weintraub, otro sobreviviente del Holocausto nazi, pidió especialmente a los jóvenes para que “sean sensatos y sensibles a todas las expresiones de violencia, intolerancia y de resentimiento hacia quienes son diferentes”.







































