1.
Motivación
El convento de
San Esteban de los Padres Dominicos está en frente de mi casa en Salamanca. En
frente de la monumental fachada, en la plaza Concilio de Trento, se puede ver
una estatua de Francisco Vitoria que la ciudad le dedicó en 1975. En el Panteón
de Teólogos del convento, en el ala oriental del Claustro de los Reyes reposan
sus restos. Queremos hacer memoria de esta grandiosa figura del renacimiento y
del humanismo. El gran teólogo impartió clases en el Estudio General,
universidad, y fue fundador de la Escuela de Salamanca. Durante su vida pasó casi
desapercibido como un humilde profesor, hombre silencioso y meditativo. Tan
insigne teólogo no fue lo suficientemente reconocido. Solo después de su muerte
cuando era prior del convento su discípulo y compañero Domingo de Soto, empezaron
a publicar sus obras y sus enseñanzas fueron inspiración para pensadores,
políticos, próceres, juristas y pensadores[1].
Fue impulsor del pensamiento de Antonio Montesinos o Bartolomé de las Casas. Con
el paso del tiempo fueron sedimentando sus enseñanzas.
Sus alumnos,
discípulos y seguidores fueron divulgando el calibre de su doctrina con un
aporte ineludible en el derecho de los
indios y el iusnaturalismo[2].
Fue verdadero impulsor e iniciador de un
orden nuevo. Es considerado como el fundador
del derecho internacional moderno. En la sede de las Naciones Unidas se
colocó en 1976 un busto réplica de la estatua de Salamanca. En el 2002 se
aprobaba en las Naciones Unidas el Tribunal Penal Internacional de la Haya para
juzgar los delitos de violación de los derechos humanos sin limitación de
fronteras ni países. Sabemos de las objeciones y dificultades a la doctrina
internacionalista propuesta por el teólogo jurista proponiendo una verdadera respública orbis o comnunitas orbis en el que el ámbito del derecho fuera universal y
atacado por todos. De alguna forma el sueño de Francisco Vitoria se hacía
realidad.
Yo tuve el
privilegio de nacer en Salamanca y vivir en frente del convento de San
Esteban. Tuve ocasión de estudiar en la
Universidad de Salamanca y de doctorarme en Teología moral en la Universidad de
Santo Tomás en Manila. Nada mejor que esta reflexión para honrar a quienes fueron
innovadores y promotores de la renovación de la Teología moral.
2.
Contexto
del mundo de Francisco Vitoria
Francisco
Vitoria 1483-1546 nace en Burgos, la primera formación de nivel superior la
recibe en esta ciudad, en el convento dominicano de San Pablo donde había un
Estudio General. Ingresa en el convento en 1505 con su hermano Diego. En 1508
marcha a París para comenzar sus estudios superiores en el convento de Saint
Jacques. En 1509 es ordenado sacerdote y en 1513 era bachiller en Teología y
después de dedicarse a la docencia de Artes y Teología obtiene la licencia y el
doctorado en 1522. De parís pasó al Colegio de San Gregorio de Valladolid donde
fue elevado al grado de Maestro en Teología en 1525 y ejerció la docencia
durante tres años[3]. En 1526
pasa a ocupar la Cátedra de Prima de teología en la Universidad de Salamanca
que sería su destino definitivo. En la Universidad imparte sus lecciones sobre
los comentarios a la Suma de Santo Tomas y las Sentencias de Lombardo. En el
convento encontró un ambiente propicio para el estudio, la reflexión, la
meditación y el silencio[4].
Francisco
Vitoria vive y enseña en la primera mitad del S XVI cuando el movimiento
humanista y renacentista es de más auge en el imperio español. El humanismo
supuso un verdadero renacimiento, resurgir en la concepción de las artes y las
ciencias. Una renovación en la teología especialmente de la teología moral. Se
produjo un verdadero orden nuevo en la moral, la ética social, la
jurisprudencia en un tiempo de profundos cambios en el orden político y
religioso. El contexto de Vitoria es de profundos cambios y convulsiones ante
nuevos paradigmas. El resurgimiento de una monarquía imperialista, el
descubrimiento del Nuevo Mundo, la reforma protestante, la reforma tridentina,
etc.
El principio de la ley natural
y la universalidad de los derechos humanos de Vitoria se oponían al ansia de
dominación de la Iglesia y las potencias coloniales europeas. Emanada
del dogma cristiano, la moralidad predominante sostenía que era legítimo
conquistar a los indígenas y gobernarlos. Vitoria consideraba ilegitima esa
conquista basándose en la lógica de que "en un principio todo era
común a todos".
Si los no creyentes no eran
necesariamente el mal y los cristianos cometían maldades no era lógico que los
cristianos tuvieran derecho sobre los paganos. Esta opinión también cuestionaba
el derecho divino de los reyes a gobernar, por lo que originó muchos
desacuerdos entre Vitoria y Carlos I rey de
España, pero aún con todo el rey siguió pidiendo consejo Vitoria.[5]
3.
Contexto en la
Universidad de París
Tres eran
los movimientos intelectuales que bullían con más fuerza cuando F.
de Vitoria llega a la capital de Francia: el humanismo, el nominalismo y el
tomismo. La primera corriente por lo
que se refiere al humanismo, entra en contacto muy pronto con el círculo de
Erasmo de Rotterdam y se siente atraído por las ideas renovadoras del humanista
holandés. No obstante, ya en su etapa parisina irá depurando su querencia hacia
los humanistas, al par que consolidaba su formación tomística.
La segunda
de las corrientes intelectuales parisinas, que dejó
un perdurable impacto en la personalidad de F. de Vitoria, fue el nominalismo.
Vitoria renuncia al sistema nominalista, pero en su contacto con este
movimiento y sus maestros supo aprovecharse de sus tendencias y de sus logros:
el aprecio de las ciencias físicas, astronómicas y matemáticas; la orientación
práctica de la teología con la preferencia por la teología moral; la extensión
de la teología a los problemas políticos, sociales y económicos, que
preocupaban en su tiempo; la defensa de las libertades y derechos de los
pueblos, de las familias y de los individuos; una tendencia moderada hacia la
democracia y la profundización en la filosofía del derecho, que llevará a
Vitoria a los máximos hallazgos internacionalistas, abriéndole las puertas a la
fundación del derecho internacional moderno o de las relaciones justas entre
los estados.
La tercera
corriente intelectual de importancia en París era el tomismo con
su visión de realismo moderado del cosmos. Fue el sistema de las preferencias
de F. de Vitoria, al que incorporará los logros de las otras tendencias. Logró
compenetrarse con el sistema y la doctrina tomista, y desarrolló una fecunda
labor en la enseñanza. En Paris los dominicos desde finales del siglo XV tenían
como texto teológico la Suma de Teología de Sto. Tomás de Aquino, abandonando
la tradición de explicar la teología a partir de las Sentencias de Pedro
Lombardo. Vitoria introducirá esta novedad en el colegio de S. Gregorio de
Valladolid, sin apenas oposición, pues era un centro dominicano, y luego, con
una oposición muy fuerte, en la universidad de Salamanca.
F. de Vitoria estuvo en París 15 años, desde
1508 hasta 1523, primero como estudiante y luego como profesor. En el curso
1508-1509 completa su formación filosófica. Entre 1509 y 1513 hace los estudios
de teología hasta la consecución del grado de bachiller. Entre 1513 y 1516
enseña artes o filosofía en la sede universitaria del Estudio General
dominicano de Saint Jacques. En 1516 inicia la enseñanza de la teología en la cátedra
universitaria para extranjeros en ese centro dominicano. Como broche de oro de
su docencia, después de superar las requeridas y duras pruebas, el 24 de marzo
de 1522 consigue la Licencia en Sagrada Teología y el 27 del junio siguiente la
Laurea o Doctorado. Finalizados sus estudios y su profesorado en París, los
superiores hispanos le ordenaron la vuelta a su tierra.
El primer destino en la península fue el de
profesor en el colegio de S. Gregorio de Valladolid, donde comienza su
enseñanza en el curso 1523-1524. Tres cursos explicó teología Vitoria en
Valladolid. Como reconocimiento a sus méritos en el profesorado, en 1525 la
Orden dominicana le concedió el título de Maestro en Sagrada Teología.
4.
Contexto de su docencia
en Salamanca
En 1526 es destinado Vitoria a Salamanca y
gana la principal cátedra de teología de su universidad. Francisco de Vitoria
trae dos novedades metodológicas a
las aulas salmantinas. La primera novedad
fue cambiar de libro de texto. En París los dominicos a finales del s. XV
optaron por la Suma de la Teología de Sto. Tomás de Aquino como libro de texto.
Vitoria siguió esta práctica tanto en París como en Valladolid con los mejores
resultados.
La segunda
novedad impuesta por Vitoria en sus clases de Salamanca fue el
dictado de las lecciones. También aquí la universidad opuso resistencia, pero
en aquel tiempo en que los estudiantes tenían que hacerlo todo a mano, ese
método era el más asequible para ellos. Podía cometerse el abuso de no explicar
toda la materia, como ordenaban la legislación. Para evitarlo, Vitoria dedicaba
parte de la hora y media que duraba la clase “de prima”, o de primera hora de la mañana, a dictar lo más
sustancial de la lección, y daba el resto con mayor agilidad, recogiendo de
esto los estudiantes solamente el concepto.
Veinte años duró la docencia de F. de Vitoria
en Salamanca (de 1526 a 1546), explicando la Suma de la Teología de Sto. Tomás.
Además de las lecciones ordinarias los catedráticos salmantinos estaban
obligados a dar anualmente una lección
extraordinaria de dos horas ante el gremio entero universitario. Es lo que
se llamaba repetición o relección.
Quince fueron las relecciones
pronunciadas por Vitoria, y todas ellas se conservan menos la primera y la
última. Seis de las relecciones
vitorianas se ocupan sobre los principios que rigen las relaciones entre unas
sociedades y otras: El poder civil, de 1528; las dos sobre El poder de la
Iglesia, de 1532 y 1533; El poder del papa y del concilio, de 1534, y las dos
llamadas De Indis, es decir la
primera o Sobre los indios, de principios de enero de 1539, y la segunda o
Sobre el derecho de la guerra, del 18.VI.1539. Las otras siete relecciones se ciñen más a la materia
del curso explicado en las aulas, pero Vitoria logra darles gran movilidad y
actualidad en sus principios y aplicaciones. Son: Sobre el matrimonio (1531),
Sobre la simonía, Sobre la templanza, Sobre el aumento de la caridad, del 1535;
De lo que está obligado a hacer el que llega al uso de razón, de junio de 1535;
Sobre la magia, del 1540; Sobre el homicidio.
Su doctrina teológico-filosófico-jurista se
contiene principalmente en sus relecciones y es por éstas como ha sido conocido
internacionalmente. De ahí los títulos que se le han conferido de Fundador de
la Escuela Teológico-Jurídica de Salamanca y Fundador del Derecho Internacional
Moderno. Vitoria es al mismo tiempo filósofo y teólogo.
5.
Los últimos años de
vida
Al final de sus días recibe Vitoria la
invitación de Carlos V y de su hijo Felipe, para asistir como teólogo imperial
al concilio ecuménico de Trento, que iba abrirse próximamente. Vitoria se
encontraba muy enfermo y no pensaba más que en su preparación para la vida
eterna. Inmóvil en el lecho respondía así al príncipe Felipe: “cierto que yo
desearía mucho hallarme en esta congregación, donde tanto servicio a Dios se
espera que se hará y tanto remedio y provecho para toda la cristiandad; pero,
bendito nuestro Señor por todo, yo estoy más para caminar para el otro mundo
que para ninguna parte de éste”.
Aprovechaba ciertos retiros a la granja que el convento
tenía en Valcuevo a pocos kilómetros de la ciudad[6].
En el convento meditó y escribió sus escritos y en las aulas de la universidad
dio sus lecciones. Vivirá hasta sus últimos días y morirá en el convento de San
Esteban.
Era el mes de marzo de 1545. Le esperaban
todavía un año y cuatro meses de terribles dolores de gota. La fecha de la
muerte con su hora, las diez de la mañana, nos la daba un estudiante que pasaba
a limpio los apuntes del maestro y añadía: ”con gran tristeza de todos”. La
universidad entera de Salamanca con sus profesores y alumnos le honraron en las
exequias, siendo enterrado en la sala capitular del convento, hoy “Panteón de
los Teólogos”.
6.
Un
nuevo orden: frente al poder de la nobleza y el papado el
resurgimiento de la monarquía
En 1450, el
mapa político de Europa era un mosaico multicolor de estados y reinos de
contornos inestables. Los monarcas trataban de reagrupar y hacer frente al
poder de la nobleza con la aspiración de la unificación y el intento de
consolidar un gobierno con un nuevo poder orden y autoridad que hiciera frente
al poder hegemónico del Papado. Los monarcas intentaron integrar dominios y
consolidar su autoridad. Nuevos monarcas inauguran una nueva forma de ejercer
el poder real, Enrique VIII en Inglaterra, Francisco I en Francia y Fernando de
Aragón ye Isabel de Castilla. El intento de unificación que el rey Francisco
intento en Francia lo consolidaron los Reyes Católicos en España[7].
Su reinado puso los cimientos de un nuevo orden en el que se basaría la
autoridad de la corona como unificación de los reinos. En 1482 se emprendió la
conquista del último reino musulmán con la toma de Granada. En 1492 con el
descubrimiento del Nuevo Mundo y la expansión del imperio marcaría una nueva
época en el mundo. Alentados por las nuevas corrientes humanistas instauraron
un sistema de gobierno basado en los consejos de humanistas formados en las
universidades que ellos mismos habían contribuido a reformar.
7.
Un
nuevo orden: el ansia de la unificación y el imperio
Quien cataliza
este nuevo orden monárquico como semblanza del antiguo imperio romano será
Carlos como nuevo césar del Sacro imperio Romano Germánico. Resurgía la idea de
una monarchia universalis ya anhela
por Carlomagno dando plasmación al nuevo orbe europeo y cristiano en cuyo
imperio no se ponía el sol. Carlos V se convertiría en el nuevo César de Europa.
Carlos y Francisco compitieron por el cetro imperial y por obtener una posición
hegemónica en Europa. Tras el saco de Roma y la sumisión de Clemente VII,
finalmente el propio Francisco cayó prisionero de Carlos fue obligado a
renunciar a sus aspiraciones sobre Italia y a firmar un tratado de paz, reconociéndose
como monarca imperial y coronado por Clemente VII como emperador. La monarquía
universal perseguida por Carlos V llegó a ser una realidad con su hijo Felipe
II. Sus dominios llegaron a extenderse por todos los continentes y océanos.
8.
Un
nuevo orden: el humanismo un nuevo pensamiento
Dante Petrarca
y Boccaccio son pioneros que presagian una nueva era como profetas de nuevos
tiempos. Empezaron a referirse a su propia época como un periodo de
renacimiento y nueva luz. Los grandes humanistas del Renacimiento retornan al
modelo y esplendor de la antigüedad clásica y el pensamiento greco romano. Se
exaltaba la grandeza del imperio romano y los grandes emperadores y generales
de la antigüedad como Escipión. Como diría Petrarca: “Cuando se desvanezca la
oscuridad, nuestros descendientes verán de nuevo el antiguo y puro resplandor”.
La idea de renovación aplicada al contexto eclesiástico empezó a ser empleada
para las actividades profanas, la literatura, el arte en general experimentó un
nuevo impulso. La admiración por la antigüedad se hizo perceptible también en
las artes plásticas. Brunelleschi, Donatello, Masaccio dan prueba de ello. El
David de Donatello se convierte en la primera escultura desnuda que se
realizaba desde la antigüedad y que luego inmortalizara el genio Miguel Ángel.
Los artistas en sus obras daban cuenta de una nueva manera de contemplar el
mundo y la realidad, de nueva comprensión y plasmación del espacio rompiendo
con los moldes medievales. El mundo medieval había renunciado a la
representación de la realidad tal como era percibida por los sentidos.
Fruto de un
nuevo planteamiento teológico y filosófico se pasa de una concepción teónoma
donde el centro era Dios a una concepción humanista donde el centro es el
hombre. El mundo de aquí abajo no queda ya sometido al mundo del más allá sino
que adquiere su propia hegemonía y autonomía. La humanidad era símbolo e de la
perfección divina y debía recuperar toda su grandeza. La representación
artística debía de reflejar no solo transmitir las cosas como son sino como
deberían ser. En el campo de la filosofía y del pensamiento Erasmo de Roterdam
sin la ruptura de Lutero enarbola una reforma dentro de la iglesia católica que
permitiera una mayor libertad de pensamiento[8].
Es el que expande la nueva manera que se vino a llamar la Devotio moderna, un movimiento impulsado por pensadores y místicos
del norte de Europa[9]. Erasmo
fue invitado por el propio Cardenal Cisneros para abrirse al nuevo mundo
humanista. No obstante fue considerado demasiado cercano a Lutero y algunas de
sus obras fueron censuradas por el Concilio de Trento. La iglesia necesitaba de
una reforma desde dentro más afín al pensamiento escolástico y menos
influenciada por el nominalismo del norte de Europa y esto iba a ser
precisamente lo que Francisco de Vitoria al frente de la Escuela de Salamanca
iba a desarrollar.
9.
Un
nuevo orden ante el descubrimiento del Nuevo mundo
El
descubrimiento del Nuevo Mundo fue motivo de nuevos problemas y planteamientos.
La evangelización y paralela colonización del Nuevo Mundo trajo nuevos
problemas sociales y morales. Se cuestionó el papel de la corona y el
Emperador, el poder imperial, la defensa del derecho de los indios, el respeto
a la libertad religiosa. El emperador Carlos V conoció a Vitoria cuando estaba
de profesor en la Universidad de Salamanca y por algunas de sus relecciones sobre el poder civil y sobre los indios. Incluso
Carlos V llegó a asistir personalmente a alguna de sus clases[10].
Las relaciones con el emperador no fueron siempre fáciles pero supo guardar
respeto. No obstante su postura pro americanista y sus opiniones independientes
y nada sometidas al poder imperial pusieron en guarda al emperador. Si bien el
carácter tranquilo y sereno de Vitoria, su prudencia y mesura evitó la
confrontación y no se dio enfrentamiento. Fue un verdadero profeta de un nuevo
orden, clamó contra los abusos de los encomenderos y repartidores, su
enriquecimiento injusto y su trato inhumano sometiendo a la esclavitud a los
nativos. Fue defensor de la libertad de los indios y quiso promover junto a
Montesinos y Bartolomé de las Casas un trato justo y humanitario[11].
10.
La renovación frente a la reforma
protestante
Martín Lutero
monje agustino profesor de la universidad de Wittenberg empezó a difundir las
95 tesis contra la doctrina católica de las indulgencias[12].
Un mes después Lutero envió una copia al obispo de Maguncia. Este lo remitió a
Roma y así empezó el conflicto. Aunque en principio Lutero no pensara en una
separación lo cierto es que las cosas se complicaron y politizaron al alienarse
con los príncipes defensores de los parlamentos y negarse a admitir la suprema
autoridad del Papa y su concilio[13].
El papa León X condenó 41 errores en la doctrina de Lutero y poco después ante
la negativa a retractarse se hizo público el Edicto de Worms mediante el cual
era considerado hereje y expulsado del imperio. A partir del gran cisma de
Lutero Europa se encontraba dividida en dos bandos irreconciliables católicos y
reformados. Desgraciadamente la religión se convirtió en el estandarte bajo el
cual se libraron guerras interminables y Europa quedaría finalmente dividida
por la misma religión. La iglesia católica tardó en reaccionar con la reforma
promovida desde el interior fruto de los grandes humanistas Francisco Vitoria y
Fray Luis de León o los grandes místicos como Teresa de Jesús y Juan de la
Cruz.
Queremos ahora
detenernos en esta nueva corriente
teológica, la llamada teología positiva práctica y humanista que se
desarrolló en la Universidad de Salamanca y más específicamente por la Escuela
de Salamanca. El emperador Carlos V se propuso como defensor de la ortodoxia
cristiana en su lucha contra la herejía protestante. Francisco Vitoria fue
llamado en 1527 a la Junta de Valladolid para dar su opinión sobre la doctrina
de Erasmo[14].
También fue llamado a opinar sobre el matrimonio de Enrique VIII y su divorcio
de Catalina de Aragón. Sobre tal asunto pronunció una reelección en 1531[15].
También el emperador lo mandó ir al concilio de Trento pero él se excusó por su
estado de salud y su avanzada edad[16].
11.
Un nuevo orden teológico
En un clima de
efervescencia ya la vez de temor e intransigencia fruto de la lucha contra la
reforma protestante y del control y la presión de la santa Inquisición. El
mundo católico surgido con el Concilio de Trento se empleó a fondo para corregir
los errores que habían extendido el desarrollo de la Reforma[17].
El ambiente
era de apogeo y fuerte renovación. Se relacionó con Juan Luis Vives, Juan
Celaya, Cayetano, Crockaert. Su ambiente intelectual en Paris estaba influido
por las corrientes renovadoras del Norte de Europa como Erasmo y Ocham aunque
su formación fue plenamente escolástica y tomista. En Salamanca se relacionó
con Nebrija, Hernán Nuñez de Guzmán, Juan Martínez Siliceo, Nicolás Clenardo,
Juan Vaseo y fueron compañeros de docencia, Bernardino Vázquez, Martín de Frías
y Martín de Azpilcueta.
Vitoria no
queda atrapado en las disquisiciones filológicas de su tiempo. Tampoco intenta
quedar seducido por una visión del cosmos y del hombre desgajada de la
concepción sobrenatural. Siente la
necesidad de romper las barreras asfixiantes del escotismo y el nominalismo. Francisco
Vitoria es impulsor de un nuevo método en su Teología. Las lecciones ordinarias
las daba al dictado para que sus alumnos pudieran seguirle y tomar apuntes. Pronto
se hizo costumbre este método por iniciativa suya y de otros profesores. Se
dedicaba pues a dictar la mayor parte de su hora y media de clase y al final
atendía a las cuestiones que les planteaban los alumnos. Además de sus
lecciones ordinarias, lecturas, daba
lecciones magistrales, relecciones
teológicas, sobre ciertos temas candentes y actuales.
Durante los
veinte años que pasó en Salamanca, afrontó los mayores desafíos intelectuales
de su época renovando métodos y temáticas, y originando una verdadera corriente
de pensamiento teológico-jurídico destinada a tener enorme repercusión. Su obra
gira en torno a la dignidad y los problemas morales de la condición humana.
Su discípulo
en Paris Domingo de Soto su sucesor en la Cátedra de Prima se convertiría en su
principal colaborador y sus primeros estudiantes se convertirían en discípulos
y seguidores, Melchor Cano, Pedro de Sotomayor, Mancio del Corpus Christi,
Martín de Ledesma y Tomás y Diego de Chaves.
Como decía uno de sus mejores discípulos: “podrían, algunos, saber más
que él pero ni diez juntos enseñaban como él”. Su pensamiento ha tenido una
grandísima influencia y aún conserva su actualidad. Vitoria se distinguió por una
gran pasión por la búsqueda de la verdad y la defensa de los derechos del ser
humano.
12.
La Escuela de Salamanca
La Escuela de
Salamanca se va a convertir en una escuela teológica señuela y pionera en la
renovación teológica que trae el nuevo humanismo sobre todo en el campo de la
teología moral. Sus teólogos introducen métodos renovadores y una nueva
orientación de la teología escolástica. Su humanismo renacentista no le aparta
de su orientación escolástica. No se puede separar el renacimiento de la
teología y del movimiento humanista[18].
Se sitúan en un orden nuevo propio de
la Edad Nueva y dan el paso del pensamiento de la Edad Media, una tradición
teológica medieval, a la Edad Nueva del Renacimiento dentro de una nueva
renovación teológica. Es una nueva concepción de la vida frente a un orden nuevo. Una concepción del
hombre de su actuar y de su obrar que sin perder su imago Dei se levanta sobre un sistema de valores centrado en la humanitas. Su aporte fundamental
estará en hacer puente y conciliación de las nuevas tendencias con la tradición
escolástica y tomista[19].
Los teólogos
de la Escuela de Salamanca tratan de conciliar la visión ortodoxa de la
doctrina y la práctica. Trataron de conciliar y armonizar la naturaleza y la
gracia, los valores humanos y lo valores cristianos, conciliar su teoría del
poder y dominio humano con el poder divino, el hombre como se social y
político, el orden natural y sobrenatural, la ley natural y sobrenatural, el
derecho natural y el derecho a la guerra. Estudian el comportamiento humano a
la luz de la razón iluminada por la fe. Esto constituye la base y el núcleo
sobre el que se articula todo su pensamiento[20].
Frente a la cerrazón que caracterizaba a la teología medieval los teólogos de
la Escuela de Salamanca fomentaron la libertad de opinión, se abrieron con
visión crítica a las nuevas corrientes del nominalismo o el escotismo.
Vitoria fue el inspirador de la Escuela de
Salamanca, una variante muy influyente de la escolástica que, entre otras cosas,
teorizó abundantemente sobre la economía desde un punto de vista moral. La
doctrina católica de su
tiempo tenía el afán de lucro de los comerciantes por pecado, y los comerciantes se dirigieron a él para
solventar sus dudas pues, o dejaban el comercio, o se condenaban, lo que le
indujo a tratar temas económicos. Según Vitoria el orden natural se
basa en la libertad de
circulación de personas, bienes e ideas. De esta manera los hombres pueden conocerse entre
sí e incrementar sus sentimientos de hermandad. Esto implica que los
comerciantes no son moralmente reprobables, sino que llevan a cabo un servicio
importante para el bien común o bienestar general. La
Escuela de Salamanca desarrolló varias teorías económicas muy influyentes posteriormente, como una teoría
del precio justo basada en la escasez del bien e influida
por la oferta y la demanda, separándose claramente de la teoría del precio según
el coste
de producción. Esta escuela también
desarrolló la teoría cuantitativa del dinero, utilizada para explicar la alta inflación del siglo xvi.
Francisco de
Vitoria es el fundador de esta escuela con estrecha colaboración de su
compañero y condiscípulo Domingo de Soto y de Melchor Cano su discípulo
predilecto y sucesor inmediato en la cátedra de Prima de Teología. Podemos
distinguir tres generaciones. La primera correspondería a su fundación
y apogeo y sería la de vanguardia promovida por los ya mencionados, Francisco
Vitoria, Domingo de Soto y Melchor Cano. La
segunda correspondería a sus discípulos más cercanos Mancio del Corpus
Christi, Juan Gil de Nava, Pedro de Sotomayor. La tercera sustitutos y regentes de cátedras menores, el agustino
Fray Luis de León, Pedro de Ledesma, Diego de Chaves, Bartolomé de Medina,
Domingo Báñez, Juan Gallo y otros dominicos. Estos corresponderían a la
generación posterior al Concilio de Trento.
13.
La doctrina de Vitoria
Francisco
Vitoria fue un verdadero innovador, iniciador de una corriente de pensamiento
jurídico basada en el iusnaturalismo y en
el internacionalismo, en defensa de los derechos humanos. Con una sólida
formación escolástica fiel a la tradición tomasiana es capaz de abrirse a los
nuevos tiempos creando un orden nuevo con métodos y formas nuevas. Su capacidad docente era
extraordinaria, sus alumnos le admiraban tanto que le llamaban “el maestro” y
hasta los hombres de gobierno acudían a él para pedirle consejo. Su contribución es enorme en el campo de la teología moral y del jurisprudencialismo.
Elabora toda
una nueva doctrina estudiando los conceptos de propiedad, de autoridad y del
dominio como propiedad y como poder jurisdiccional. Los sitúa en relación con
el poder divino bajo el ámbito de participación desde una concepción analógica.
La facultad del poder humano se enmarca con utilizar las cosas según su
finalidad, según las leyes y los derechos. razonablemente establecidos. Sabe
conjugar la gracia y la naturaleza. El poder divino y la gracia será siempre el
fundamento de todo poder. Hay que obedecer y servir a las potestades y a los
príncipes siguiendo las leyes y los derechos establecidos y salvaguardando
siempre los derechos inmanentes a la naturaleza humana. Desde estas bases entra
a dilucidar toda la problemática creada por la nueva evangelización y
colonización del Nuevo Mundo.
Propugna un
humanismo fundado en la naturaleza humana. Recalca que los indígenas son
hombres creados a imagen de Dios y que antes de la llegada de los españoles
eran verdaderos señores, domini,
tanto pública como privadamente. Propone la defensa del derecho de los indios y
la libertad religiosa. Admitiendo el derecho de predicar el evangelio y la
facultad del Vicario de Cristo para regular la evangelización sin embargo se
opone a que se haga por todos los medios incluidos el uso de la fuerza, la
coerción y la guerra. Hay que respetar la libertad de todos, también de los no
cristianos. El respeto a la persona y a su libertad está sobre el derecho a la
evangelización. El cristiano no tiene derecho a imponer la fe cristiana. Su defensa
del derecho de gentes y su
repercusión en muchos aspectos del derecho interno y positivo en relación a la
defensa de los derechos humanos ha sido grandísima. Los grandes pensadores que
se fueron incorporando a la Escuela de Salamanca heredaron el legado de
Vitoria, lo profundizaron y lo divulgaron constituyendo una de las corrientes
más fuertes en el campo del derecho internacional moderno. A Vitoria sin duda
alguna se le puede considerar fundador y promotor del derecho internacional. La
Escuela de teólogos de Salamanca puede con todo rigor ser denominada como
Escuela promotora de la Paz. En un tiempo convulsionado por tantas guerras, la
cátedra de Vitoria en la Universidad de Salamanca fue la primera cátedra
europea de la Paz.
Francisco de Vitoria analizó
las fuentes y los límites de los poderes civil y eclesiástico. Rechazó ideas medievales: las jerarquías feudales, la supremacía universal del emperador o del papa. Así, el poder civil está sujeto a la autoridad espiritual del papado, pero no a su poder temporal. Se
preocupó por los derechos de los indígenas de América. Su obra De indis recoge las relecciones en
las que expresó su postura ante el conocimiento de diversos excesos cometidos
en las tierras conquistadas en América. En ella afirma que los indios no son seres
inferiores, sino que poseen los mismos derechos que cualquier ser humano y son
dueños de sus tierras y bienes. Este fue el inicio del Ius gentium(derecho de gentes).
Muy respetado por su valía
intelectual, fue consultado por el rey Carlos I y sus
ideas y las de fray Bartolomé de las Casas fueron escuchadas en las Cortes. Gracias a estos dos religiosos, en 1542 se promulgaron las Leyes de Indias, que
afirmaron que los indios eran seres humanos libres y los ponía bajo la
protección directa de la Corona. Después de
su muerte, el propio las Casas y varios de sus discípulos (Cano, Soto,
Carranza) protagonizaron la Junta de Valladolid (1550) donde se utilizaron contra Juan Ginés de Sepúlveda los argumentos de Vitoria sobre cuáles
eran Justos Títulos para la conquista de América y cuáles injustos, en
la llamada polémica de los naturales.
Vitoria fue uno de los
principales teóricos del concepto de guerra justa. En De iure belli analizó
los límites del uso de la fuerza para dirimir las disputas entre pueblos. Es
lícito hacer la guerra, pero la única causa justa para comenzarla es responder
proporcionadamente a una injuria. Por tanto no es lícita la guerra simplemente
por diferencias de religión o para aumentar el territorio.
Estableció, en De
potestate civili, las bases teóricas del derecho internacional moderno, del cual es considerado el fundador
junto con Hugo Grocio. Fue uno de
los primeros en proponer la idea de una comunidad de todos los pueblos fundada
en el derecho natural, y no basar las relaciones internacionales simplemente en
el uso de la fuerza. Mientras que Nicolás Maquiavelo consideraba al Estado como un conjunto moralmente autónomo (y que,
por tanto, no podía ser juzgado según normas externas), en Vitoria la actuación
en el mundo tiene límites morales. Fue el fundador de una escuela de
importantes teólogos, principalmente dominicos, que tuvieron una importancia
decisiva en el Concilio de Trento.
14.
La doctrina de Soto
Domingo de
Soto siguiendo la corriente de pensamiento de Vitoria sigue fiel a la
concepción tomista y muestra predilección por las implicaciones y los aspectos
ético jurídicos que plantea la cuestión del uso del poder y dominio sobre las
personas y las cosas. Hace también la distinción entre el poder divino y el
poder humano no como conceptos distintos o enfrentados sino considerando el
poder humano como solidario y dependiente del poder divino. El dominio desde el
punto de vista del derecho en su doble esfera privada y pública es clave en su
reflexión filosófica y teológica. Rechaza la opinión del preceptor de Carlos V,
Adriano de Utrecht, por apoyarse en la tesis de que el emperador es Dominus orbis. Soto compara también la potestas eclesiastica y la potestas civilis. La Iglesia puede
privar a los infieles del derecho de dominio o prelación pero de ninguna manera
del dominio sobre las cosas. Dios es el dominus
absoluto de toda creación. Todo dominio humano proviene de Dios. El hombre
dotado de inteligencia y voluntad, creado a imagen de Dios, participa del
dominio divino[21].
Como Vitoria
propugna un humanismo que demanda del ser humano su anclaje en el plano
sobrenatural y a la vez resalta las exigencias de la naturaleza humana que se
traducen en los derechos fundamentales del hombre. El derecho a la
evangelización no es motivo válido para someter a los infieles al dominio de
los cristianos. La fe es libre y libremente ha de ser aceptada. Denuncia los
abusos de poder, la impiedad y la tiranía de los encomendadores. La vida social
requiere un orden y Dios debe ser la fuente última de todo poder. N la
comunidad humana conviene determinar la forma de gobierno y la designación de
gobernantes al igual que los cauces y los límites del ejercicio de poder. El
carácter social de la naturaleza humana implica una exigencia de regulación del
mismo para que tal orden sea posible y real.
15.
Resumen y conclusión
El pensamiento
de Vitoria divulgado a través de la Escuela de Salamanca es punto de arranque
de varias generaciones de pensadores que abren nuevos caminos para iluminar la
encrucijada compleja del mundo que se abría a una Edad Nueva. La voz de Vitoria
en su tiempo si bien no contribuyó de un modo sólido en la marcha de la
política imperial de aquellos años tan enturbiados si que contribuyó de manera
clara a fomentar el pacifismo que luego trascenderá no solo en el ámbito
doctrinal y de cátedra sino en el ámbito político internacional[22].
El democratismo cristiano halla en estos pensadores el trasfondo político
social del mundo renacentista. La corriente de pensamiento que promueve Vitoria
y la Escuela de Salamanca va a tener una actualidad y repercusión muy grande en
los tiempos modernos que vivimos.
En la época
agitada y convulsionada que vivimos se hace preciso retomar la prudencia y
sabiduría que nos dejaron estos grandes pensadores. Junto a los imponentes
avances técnicos y científicos se dan situaciones humanas de asfixiante
esclavitud. El mensaje de pacificación y liberación que hace cuatro siglos
proclamara Vitoria y la Escuela de Salamanca pronunciaran en las aulas de la
Universidad de Salamanca tienen hoy una palpitante actualidad. Lejos de vivir
contrapuestos y enfrentados hemos de buscar la forma de vivir en paz con serena
apertura a una vida social auténtica dentro de su complejidad siempre
creciente.
La sociedad
para subsistir y continuar desarrollando su vitalidad creadora necesita de un
orden y un vínculo que la articule y unifique. Si perdemos la dimensión
trascendente y el orden sobrenatural de las cosas la propia naturaleza humana
se degrada y se corrompe. No debemos perder nunca la fe y los valores que son
la base de una convivencia humana pacífica y creadora. Perfección humana y bien
común son conceptos que se enlazan y quedan profundamente trabados. La
felicidad temporal se asienta en la práctica de las virtudes cuya posesión
perfecciona al sujeto que las tiene. No debemos olvidar que la paz y la armonía
exige un orden de búsqueda de la verdad y del bien en íntima relación con
nuestra finalidad última. La finalidad suprema de la vida social no está en ser
medio apto para la ayuda en las cosas que dicen en relación a lo material, sino
que primordialmente ha de mirar lo que concierne a la vida espiritual. Los
gobernantes no han de procurar solo el bienestar material sino un desarrollo
integral, una auténtica elevación del nivel de vida y una apropiada
jerarquización que sirva de medio para obtener más fácilmente la felicidad
eterna de todos.
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influencia de Francisco de Vitoria en el derecho indiano…, Madrid,
Universidad de Francisco de Vitoria, 2002.
[1] Ni siquiera sus hermanos dominicos
fueron los primeros en publicar su obra. Fue un librero e impresor lionés el
que recogió sus manuscritos de las manos de sus alumnos y el que publicó la
primera edición de las Relectiones
Theologicae en Lyon en 1557.
[2] El conocido derecho de gentes, derecho natural y derecho positivo fundamentales
para la instauración de las nuevas democracias.
[3] Era el convento de San Pablo un Estudio
General de la Orden, donde se enseñaba gramática, lógica, filosofía y teología.
[4] El convento en su tiempo fue objeto
de una gran renovación. Se amplió el convento con la construcción de la nueva
iglesia, el claustro de los Reyes y el puente.
[6] Según Luis Frayle Delgado allí
preparo algunas de sus lecciones y relecciones. Pensamiento humanista de Francisco Vitoria, p. 39
[7] El Papa Alejandro VI dio el título
de Reyes Católicos a Fernando de Aragón e Isabel de Castilla.
[8] Agustino contemporáneo de Lutero se
despegó de sus coetáneos escolásticos y se abrió a nuevos cánones de la
antigüedad clásica articulando los ideales humanistas.
[9] Místicos representativos de esta
corriente fueron Jan van Ruysbroeck, Geert Grote o Tomas Kempis. Su mística
propugnaba más que una corriente contemplativa buscar a Dios en el corazón de
cada persona.
[10] Según Luis Frayle Delgado Carlos V
el viernes 19 de junio de 1534 asistió a la lectura de Franciaso Vitoria en la
Universidad de Salamanca, Pensamiento
humanista de Francisco Vitoria, p. 42
[11] Según Luis Frayle Delgado Vitoria
en una carta fechada el 8 de noviembre de 1534 que dirige a su amigo Miguelde
Arcos expone su actitud por las noticias que llegan del Nuevo Mundo: “se me
hiela la sangre en el cuerpo en mentándomelas… que se me seque la lengua y la
mano, antes de callar tales injusticias”.
Pensamiento humanista de Francisco Vitoria, p. 46
[12] El tema de las indulgencias tomó
auge con la campaña del papado de León X para recabar fondos para la construcción
de la basílica de San Pedro.
[13] Lutero apeló a la autoridad de la
Dieta de Worms sobre el emperador algo que los grandes príncipes venían
defendiendo desde hacía bastante tiempo
[14] Según Luis Frayle Delgado Vitoria
lo defiende poniendo sus objeciones. Pensamiento
humanista de Francisco Vitoria, p. 31
[15] Según Hernandez Martín Vitoria
pronuncia su reelección, De matrimonio para clarificar las conciencias de sus
alumnos, Francisco de Vitoria, Vida y
pensamiento internacionalista, p. 129
[16] Se conserva la carta de Vitoria al
emperador Felipe II diciendo que si pudiera ir no se ahorraría esfuerzos, pero
resultándole imposible pide que lo excuse.
Pensamiento humanista de Francisco Vitoria, p. 50
[17] El Concilio promovió el Catecismo
Romano, la uniformización de la liturgia, el recto uso de las imágenes, etc .
Contra los desvíos se instituyó el tribunal del Santo Oficio llamado de la
Santa Inquisición.
[18] Vitoria fiel a su vocación
humanista contribuye en Salamanca a este movimiento de renovación que inició en
Paris, es lo que se ha venido a denominar un humanismo cristiano. Pensamiento humanista de Francisco Vitoria,
p. 171-172
[19] Sienten la necesidad de una
renovación de la Escolástica en su forma y contenido buscando caminos nuevos
para su revitalización.
[20] Vitoria sabe distinguir el orden
natural y el orden sobrenatural, distintos, pero no contrapuestos. La gracia no
destruye la naturaleza, sino que la perfecciona. El segundo requiere el primero
y éste encuentra su plena realización en aquel.
[21] Brufau Prats, La Escuela de Salamanca ante el descubrimiento del Nuevo Mundo, p.
45-47
[22] Beltrán de Heredia, Francisco de Vitoria, Barcelona 1939, p.
110
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