martes, 7 de febrero de 2023

BUSCADORES DEL ETERNO

 

BUSCADORES DEL ETERNO

(Buscadores de la verdad, el bien, la belleza)




«Cuando contemplo el cielo, obra de tus manos,

la luna y las estrellas que has creado,

¿qué es el hombre para que te acuerdes de él,

el ser humano, para darle poder?

Lo hiciste poco inferior a los ángeles,

lo coronaste de gloria y majestad,

le diste el mando sobre las obras de tus manos,

todo lo sometiste bajo sus pies...

Señor Dios nuestro, ¡Qué admirable es tu Nombre

en toda la tierra!».[1]

 

Introducción

En esta semana hemos iniciado la lectura del libro del Genesis, Hemos comenzado con el bello y sugestivo relato de la Creación. El relato de la Creación no es un relato pueril (un cuento para niños), aunque use un lenguaje alegórico trata de responder a preguntas existenciales: ¿Quién soy? ¿De dónde vengo? ¿A dónde voy?

El hombre es un misterio que necesita desvelarse descubrirse para que el hombre encuentre su sentido. El hombre es de por sí un ser filósofo que indaga sobre las preguntas existenciales y religioso porque sólo desde su dimensión trascendente, desde la fe, puede acceder a lo eterno.

El Papa Juan Pablo II, en su encíclica Evangelium vitae dice que vivimos en un auténtico eclipse del bien, la verdad y la belleza que tiene su raíz en el eclipse de Dios.[2] En las raíces más profundas de la cultura de la muerte predominante en nuestro tiempo está el drama vivido por el hombre contemporáneo: el eclipse del hombre que responde al eclipse del sentido de Dios.

El Papa Juan Pablo II, en su Carta a los artistas, llama a una nueva epifanía de la belleza y a un nuevo diálogo entre la fe y la cultura, entre la Iglesia y el arte, subrayando la necesidad de recíproca de la una y de la otra y la fecundidad de su alianza milenaria, de la que brota la «creación en la belleza», de la que Platón ya hablaba en el Simposio.[3]

La vía de la verdad, la bondad y la belleza responde al íntimo deseo de felicidad que late en el corazón de todo hombre. Abre horizontes infinitos, que impulsan al hombre a salir de sí mismo, de la rutina y del instante efímero, para abrirse a lo Trascendente y al Misterio, a desear, como objetivo último de su deseo de felicidad y de su nostalgia de absoluto, la belleza original que es Dios mismo, Creador de toda belleza creada. 

 


                                             


LA CREACIÓN INVITA A LA CONTEMPLACIÓN

El papa Juan Pablo II señala en su encíclica Fides et Ratio: “me dirijo a los filósofos para que profundicen en las dimensiones de la verdad, del bien y de la belleza”. Esto es más urgente aún si se consideran los retos que el nuevo milenio trae consigo y que afectan de modo particular a las regiones y culturas de antigua tradición cristiana. Esta llamada a los filósofos puede parecer sorprendente, pero ¿no es la via pulchritudinis una via veritatis, a través de la cual el hombre se esfuerza para descubrir la bonitas del Dios de amor, fuente de toda belleza, de toda verdad y de toda bondad? Lo bello, como también lo verdadero o lo bueno, conduce a Dios, Verdad primera, Bien supremo y Belleza misma. [4]

La iglesia siente el deber de iluminar a todo hombre sobre la plena verdad para descubrir el sentido y significado más profundo de su vida. Lejos de renunciar a proponer la Verdad y el Bien, que están en el corazón del Evangelio, es necesario seguir un camino que permita alcanzar el corazón del hombre y de las culturas. El mundo tiene necesidad de ello, como subrayaba el papa Pablo VI en su vibrante Mensaje a los Artistas del 8 de diciembre de 1965, en la clausura del Concilio Ecuménico Vaticano II: “El mundo en que vivimos tiene necesidad de belleza para no caer en la desesperación. La belleza, como la verdad, trae el gozo al corazón de los hombres y es un fruto precioso que resiste el paso del tiempo, que une a las generaciones y las hace comulgar en la admiración”. [5]



LA BELLEZA DE LA CREACIÓN

La Escritura destaca el valor simbólico de la belleza del mundo que nos rodea: «Sí, vanos e insensatos por naturaleza son todos los hombres en quienes hay ignorancia de Dios y no son capaces de conocer por las cosas buenas que se ven a Aquel que es… Si, cautivados por su belleza los tomaron por dioses, sepan cuánto les aventaja el Señor de estos, pues fue el Autor mismo de la belleza quien los creó»[6].

Aun cuando existe un abismo entre la belleza inefable de Dios y sus huellas en la creación, sin embargo, el autor sagrado no considera inútil precisar el cuadro de esta «dialéctica ascendente»: «pues de la grandeza y hermosura de las criaturas se llega, por analogía, a contemplar a su Autor»[7]. Es necesario, por ello, superar las formas visibles de las cosas naturales para elevarse hasta su autor invisible, el totalmente Otro, que profesamos en el Credo: «Creo en un solo Dios, Padre todopoderoso, creador del cielo y de la tierra».[8]




CONTEMPLAR LA BELLEZA DE LA CREACIÓN

Mil gracias derramando

pasó por estos sotos con presura

y, yéndolos mirando,

con sola su figura,

vestidos los dejó de su hermosura».[9]

Si los poetas son especialmente sensibles a la belleza de la creación y a su misterioso lenguaje, es porque la contemplación de una puesta de sol, de las cumbres nevadas bajo un cielo estrellado, los prados de verdura, de flores esmaltados, la exuberancia de la vegetación y la variedad de especies animales, despiertan una riqueza de sentimientos que invitan a «leer dentro», intus-legere, para alcanzar lo invisible a partir de lo visible y responder a las preguntas: ¿quién es este artífice, de tan poderosa creación, que se halla en el origen de tanta belleza y grandeza, de una tal profusión de seres en el cielo y en la tierra?

Al mismo tiempo, la contemplación de la belleza de la creación despierta la paz interior, afina el sentido de la armonía y el deseo de una vida hermosa. En el hombre religioso, el estupor y la admiración se transforman en actitudes interiores más espirituales: adoración, alabanza, acción de gracias hacia el autor de tal belleza.

 

 


 

DIOS CREADOR DE TODO CUANTO EXISTE

Cuando contemplo la obra que Dios ha dejado en la creación nos preguntamos con el salmista ¿Quién es el autor de todo lo creado?... los cielos cantan la gloria de Dioslas criaturas todas dan gloria y muestra de Aquel que las creo.[10]

¿Quién creó los cielos y quien los cubrió de estrellas?. El número de estrellas que pululan en el universo se calculan en unos 200000 trillones.[11] La Nebulosa Andrómeda qué es la más cercana a nuestra galaxia de la Vía Láctea está a dos millones de años luz. Solo la Vía Láctea tiene 100000 millones de estrellas (soles).[12] Y nos preguntamos ¿quién ha hecho las estrellas, quien dispuso el orden y el movimiento de los astros del firmamento?

El movimiento de las estrellas responde a un orden magistral que nos habla de la inteligencia de su autor. Se puede hacer la predicción con mucha anticipación de la salida y la puesta del Sol de cada día, los eclipses que habrá durante el año, el día que se dan a qué hora a qué minuto a qué segundo, cuánto durarán qué parte del Sol o de la luna se ocultará, desde qué punto de la tierra será visible. La precisión del movimiento de los astros sería imposible sí el orden del movimiento de los astros no respondiera a una ley matemática. James Jeans ilustre matemático profesor de la Universidad de Oxford y uno de los más grandes astrónomos contemporáneos afirma el creador del universo tuvo que ser un gran matemático y dijo la naturaleza es la realización de las ideas matemáticas de Dios.[13]

Todo este orden maravilloso requiere una gran inteligencia que lo dirija. Cuanto más complicado y perfecto sea el orden, mayor debe ser la inteligencia ordenadora. Hace falta una inteligencia ordenadora para ordenar los millones y millones de estrellas que se mueven en el cielo con precisión matemática.

Isaac Newton (1642-1727) y Johannes Kepler (1571-1631) formularon matemáticamente las leyes que rigen el movimiento de las estrellas del universo. Ellos dieron cuenta de que hay alguien autor de esas leyes. Newton dijo que el conjunto del universo no podría nacer sin el proyecto de un ser inteligente. Dios no jugó a los dados al crear el universo, la inteligencia que ordena las estrellas en el cielo y dirige con tanta perfección la máquina del universo es la inteligencia de Dios.[14]

No puede haber leyes si alguien no las hace. La ley supone un legislador inteligente. El P. Teilhard de Chardin expresa que la evolución, como todos los procesos naturales es un proceso sujeto a una ley que señala una dirección. Einstein dijo que la ley del cosmos revela una inteligencia de tal superioridad que comparada con ella todo pensar humano es insignificante [15]¿De dónde procede todo ese orden y belleza que vemos en el mundo?

Una sinfonía no se compone poniendo a un momo a teclear un piano. Toda la creación nos habla del artista que la creó. Donde hay una obra de arte hay un artista. La prueba de la existencia de un Creador es una cosa al alcance de cualquier cabeza sana. [16] Los que no conocen a Dios a través de la Naturaleza son unos necios, como afirma la Escritura: “Dios se hace visible a través de sus obras, por eso, quien no le glorifican no tienen excusa” [17]

 


EL HOMBRE CREADO POR DIOS

Entre las criaturas, hay solo una que presenta una semejanza con Dios: el hombre, creado «a su imagen y semejanza». En su alma espiritual lleva una «semilla de eternidad... irreductible a la sola materia». [18]

Toda la naturaleza está llena de maravillas: las golondrinas en sus migraciones recorren al año 15000 km, las orcas rebasan el Himalaya a 6000 m de altura, las arañas producen al mes 3 km de hilo, la mariposa tiene 20000 ojos, la abeja reina pues se pone 3000 huevos al día, la malva produce al año 25 millones de peces… pero de entre todos los seres ninguno alcanza la sublimidad que alcanza el ser humano colocado como el vértice de la creación.

El salmista se llena de estupor y asombro: Cuando contemplo las obras de tus manos me pregunto qué es el hombre para que te acuerdes de él el ser humano para darle poder[19]

Uno no sabe que admirar más, el cosmos de afuera o el microcosmos por dentro, las maravillas grandes o las pequeñas, el tamaño de los astros o la maravillosa constitución del átomo y las demás partículas subatómicas de existencia más efímera.[20]

El hombre es un microcosmos como un universo en pequeño. Contemplar cada uno de nuestros órganos nos hablan de quien los creo, gobierna y dirige. Dios nos creó y nos tejió en las entrañas de nuestra madre y somo obra de sus manos.

El ojo es la más maravillosa cámara fotográfica que jamás nadie pudo hacer. La cámara fotográfica fue un descubrimiento trascendental en la cultura moderna tan prolífera en lo visual media. Mucho antes que los hombres se inventasen la máquina fotográfica ya estaba inventado el ojo humano, maravillosa máquina fotográfica que saca 10 fotos por segundo. El que inventó el ojo es de una inteligencia infinitamente mayor que el que inventó la máquina fotográfica. El ojo no puede ser el resultado del azar sino fruto de una inteligencia ordenadora.[21]

El corazón late unas 70 veces por minuto a lo largo de una vida y lo ha hecho unas 3 o 4000 millones de veces por cada contracción aspira y riega un decilitro de sangre lo que supone 18000 L al día cuatro millones de litros al año y 250 millones de litros en una vida de 70 años. ¿Qué máquina hecha por el hombre pues de hacer esto?

La célula es una fábrica de productos químicos. La cadena del ADN es el manual de instrucciones para fabricar estos productos. Este manual está escrito solamente con cuatro letras IGAT que representan cuatro bases diferentes. Las distintas combinaciones de estas bases forman los genes. Cada gen es un trozo del ADN. La complicación del ADN es tan grande que ha requerido una inteligencia superior.

En el organismo humano hay alrededor de 60 billones de células y todas estas células evolucionan según un plan determinado. De la fusión de dos células, el espermatozoide y el óvulo, proceden los 100 billones de células que forman el ser humano. Las especializaciones de cada célula (muscular adiposa cardiaca hepática renal, etc ) es superior a todas las especializaciones creadas por el hombre en profesiones técnicas, artes y oficios.

El cerebro es la máquina electrónica, el centro de inteligencia de más complejidad que el hombre haya podido inventar.[22] El cerebro tiene más de mil millones de neuronas. Una máquina electrónica abarca una serie de acciones planificadas. La señal de comienzo de una acción depende de los resultados de la acción precedente. Las máquinas electrónicas operan de acuerdo con programas estrictos y detallados de los cuales no pueden desviarse ni un ápice. Una máquina lo único que puede hacer es ejecutar su programa, no puede introducir en el proceso ningún elemento creativo.[23]

Aunque hoy se hable de inteligencia artificial es un lenguaje impropio. Ramón López doctor en físicas y premio europeo de inteligencia artificial reconoce que no es posible fabricar máquinas realmente inteligentes. Los animales se mueven por instintos y los tienen maravillosos. Las palomas mensajeras se orientan en sus vuelos gracias a una especie de brújula biomagnética, los tiburones se orientan durante las migraciones sirviéndose del campo magnético terrestre, las abejas utilizan para orientarse la polarización de la luz y ven el ultravioleta, los elefantes se comunican por infrasonidos, la serpiente de cascabel posee un magnífico detector de rayos infrarrojos para ver su presa en la oscuridad. Pero los animales no tienen un cerebro capaz de una inteligencia creadora como la tiene el hombre.

Dios no es solo el creador sino el dador de vida que sostiene todo lo creado. Dios sostiene todos los seres en la existencia. Lo mismo que el sol sostiene la vida de la tierra y, así Dios nos sostiene y da la vida. Si apagas el sol desaparece la luz y el calor en la tierra. Sin la luz del Sol, la luna tampoco se ve y la tierra estaría a oscuras y sin calor, las aguas de los ríos y mares no se evaporan consiguientemente desaparecen las nubes y las lluvias las fuentes y ríos terminarían por vaciarse en el mar y se secarían las plantas morirían por falta de agua y los animales se morirían de frío, el aire se envenenaría pues no habría plantas para restituir el oxígeno. El sol solo con su presencia hace posible la vida en la tierra.[24]



EL HOMBRE CREADO A LA IMAGEN DEL HIJO

El hombre ha sido creado por Dios a su imagen y semejanza. No solo lo crea sino que lo conserva continuamente en su ser. Cristo como nuevo Adán es la respuesta a todos los interrogantes que se plantea el hombre. Es bajo la luz de Cristo cómo se esclarece el misterio del hombre. La vocación suprema del hombre en realidad es una sola la divina,  el hombre es llamado a la comunión con Dios.

[25]Cristo, Nuevo Adán, «manifiesta plenamente el hombre al propio hombre y le descubre la sublimidad de su vocación». La mirada cristiana sobre la belleza de la creación encuentra su cumplimiento en la sorprendente noticia de la recreación: Cristo, representación perfecta de la gloria del Padre, comunica al hombre su plenitud de gracia y así lo hace «gracioso», es decir, hermoso y agradable a Dios.

La encarnación es el centro focal, la perspectiva justa en la que la belleza adquiere su significado último: “El que es imagen de Dios invisible,[26] es también el hombre perfecto, que ha devuelto a la descendencia de Adán la semejanza divina, deformada por el primer pecado. En él, la naturaleza humana asumida, no absorbida, ha sido elevada también en nosotros a dignidad sin igual. El Hijo de Dios con su encarnación se ha unido, en cierto modo, con todo hombre”. [27]

 


EL HOMBRE BUSCADOR DE BELLEZA

Dice el libro de la Sabiduría: todo lo hiciste con medida.[28] El hombre es un buscador de belleza porque fue creado por un artista que es la suma perfección y belleza, artífice de toda belleza. La Vía de la belleza, se da a partir de la experiencia simple del encuentro con la belleza que suscita admiración.

La Vía de la belleza, se da partir de la experiencia simple del encuentro con la belleza que suscita admiración. El hombre puede abrir el camino a la búsqueda de Dios y disponer el corazón y la mente al encuentro con Cristo, Belleza de la santidad encarnada, ofrecida por Dios a los hombres para su salvación. Esta belleza sigue invitando hoy a los Agustines de nuestro tiempo, buscadores incansables de amor, de verdad y de belleza, a elevarse desde la belleza sensible a la Belleza eterna y a descubrir con fervor al Dios santo, artífice de toda belleza.[29]

A Miguel Ángel lo llamaban “el divino” y le preguntaban ¿cuál era la fuente de inspiración que le llevó por ejemplo a esculpir la Piedad? En su última piedad Rondini se esculpió como autorretrato en el anciano José de Arimatea junto a Cristo y María a cada lado ¿Acaso no se concebía absorto imbuido y metido en el misterio que trataba de esculpir? ¿Que inspiró a los grandes artistas a construir catedrales, esculpir preciosas esculturas, pintar esplendidos lienzos, componer preciosas sinfonías? Acaso no fueron ellos los que trataron como extasiados de entrar en el misterio y de sacar a la luz lo que percibía de divino en ellos. Artistas buscadores de lo bello, del Bello por excelencia. 

El número de oro 1,6180 3398 que determina la proporción áurea base de la armonía y de la belleza, conocida por los artistas asirios, babilonios, egipcios, griegos, romanos y medievales, ha sido confirmada por la electrónica y resulta omnipresente desde el microcosmos al macrocosmos. Esta armónica proporción de las partes con el todo se encuentra en la zoología, botánica, mineralogía, astronomía, etcétera. Da la impresión de que es uno de los fundamentos sobre todo los que está construido el cosmos.[30]

 


EL HOMBRE BUSCADOR DE LA VERDAD Y EL BIEN

Con demasiada frecuencia, en estos últimos decenios, la verdad se ha resentido de la instrumentalización a que la han sometido las ideologías y la bondad se ha visto reducida a su dimensión horizontal, a mero acto social, como si la caridad hacia el prójimo pudiese vivir sin extraer su propia fuerza de Dios. El relativismo, que halla en el pensamiento débil una de sus expresiones más claras, contribuye, por lo demás, a dificultar un debate auténtico, serio y razonable.[31]

Somos buscadores de verdad, buscadores de Dios. El hombre busca a Dios como el ojo busca la luz. La existencia de Dios responde a la búsqueda del hombre por la Verdad. Así pedía San Agustín:[32] Señor que te conozca y que me conozca. Señor haz que la luz de la verdadera fe nos libre de la ignorancia y nos conduzca a la verdad. Las leyes de la conciencia los mandan practicar el bien y evitar el mal y también nos hablan de la existencia de Dios pues nadie se manda a sí mismo hoy la conciencia recibe las órdenes de un ser superior e inteligente a ella qué es precisamente Dios.

Hay dos cosas que llenan nuestra mente de admiración y respeto el cielo estrellado encima de mí y la ley moral dentro de mí. La ley moral, la obligación de hacer el bien y evitar hacer el mal, es una ley universal impuesta a todos los hombres. Llevamos grabada en nuestra conciencia esta obligación. En lo profundo de la conciencia descubre el hombre una ley que no se da a sí mismo pero a la que debe obedecer y cuya voz resuena en su interior.[33]

En los oídos de su corazón resuena una voz que lo mueve a invocándole siempre amar y obrar el bien y evitar el mal. El hombre lleva en su corazón una ley escrita por Dios.[34]

 

LA PUREZA DEL CORAZON

La belleza pide también ser redimida. La belleza al igual que la creación ha sido utilizada, instrumentalizad, idolatrizada.

Nuestros ojos, ávidos de belleza, se dejan atraer por el Nuevo Adán, verdadero icono del Padre eterno, «reflejo de su gloria e impronta de su sustancia» (Heb 1,3). Dichosos los limpios de corazón porque verán a Dios.[35] A los «puros de corazón», a quienes se ha prometido ver a Dios cara a cara, Cristo concede ya entrever la luz de la gloria en el corazón de la noche de la fe.

El hombre, con frecuencia, corre el riesgo de dejarse atrapar por una belleza tomada por sí misma, icono convertido en ídolo, medio que acaba devorando el fin, verdad que aprisiona, trampa en la que acaban cayendo muchos por falta de una adecuada formación de la sensibilidad y de una correcta educación a la belleza. Son muchos los hombres y mujeres que ven la naturaleza y el cosmos sólo en su materialidad visible, un universo mudo, cuyo destino sería únicamente obedecer a las frías e inmutables leyes físicas, sin evocar ninguna otra belleza, mucho menos un Creador. En una cultura en la que el cientificismo impone los límites de su modo de observación hasta hacer de ellos el criterio exclusivo de conocimiento, el cosmos se ve reducido a un simple depósito gigantesco del que el hombre extrae a placer, hasta agotarlo, en función de sus necesidades crecientes y desmedidas.

El Libro de la Sabiduría ya pone en guardia contra esta miopía que san Pablo denuncia como «pecado de orgullo y presunción»[36]. Por lo demás, la creación no es muda: los fenómenos naturales extraordinarios, a veces trágicos, que se registran en estos últimos años y los desastres ecológicos que se multiplican sin tregua, apelan a una nueva comprensión de la naturaleza, de sus leyes, de su armonía. Para muchos de nuestros contemporáneos cada vez resulta más claro que la naturaleza no puede ser manipulada sin respeto.[37]

Con frecuencia nos hallamos ante una auténtica decadencia del bien de la verdad y la belleza. El arte y la cultura pueden adulterarse hasta herir al hombre en su dignidad. Lo bello no puede reducirse a un simple placer de los sentidos: ello significaría negarse a tomar plenamente conciencia de su universalidad, de su valor supremo, altamente trascendente. Su percepción requiere una educación, porque la belleza no es auténtica si no es en su relación con la verdad, pues, ¿de qué podría ser el esplendor, sino de la verdad? y ella es, al mismo tiempo, «la expresión visible del bien, como el bien es la condición metafísica de la belleza». «¿No es lo bello el camino más seguro para alcanzar el bien?»[38]

 




LA BELLEZA DE LA SANTIDAD

Altísimo y omnipotente buen Señor,
tuyas son las alabanzas, la gloria y el honor y toda bendición.

A ti solo, Altísimo, te convienen
y ningún hombre es digno de hacer de Ti mención.

Alabado seas, mi Señor, en todas tus criaturas,
especialmente en el hermano sol,
por quien nos das el día y nos iluminas.

Y es bello y radiante con gran esplendor,
de ti, Altísimo, lleva significación.

Alabado seas, mi Señor, por la hermana luna y las estrellas,
en el cielo las formaste claras y preciosas y bellas.

Alabado seas, mi Señor, por el hermano viento
y por el aire y la nube y el cielo sereno y todo tiempo,
por todos ellos a tus criaturas das sustento.

Alabado seas, mi Señor por la hermana Agua,
la cual es muy humilde, preciosa y casta.

Alabado seas, mi Señor, por el hermano fuego,
por el cual iluminas la noche,
y es bello y alegre y vigoroso y fuerte.

Alabado seas, mi Señor, por la hermana nuestra madre tierra,
la cual nos sostiene y gobierna
y produce diversos frutos con coloridas flores y hierbas.

Alabado seas, mi Señor, por aquellos que perdonan por tu amor,
y sufren enfermedad y tribulación;
bienaventurados los que las sufran en paz,
porque de ti, Altísimo, coronados serán.

Alabado seas, mi Señor, por nuestra hermana muerte corporal,
de la cual ningún hombre viviente puede escapar.
Ay de aquellos que mueran en pecado mortal.
Bienaventurados a los que encontrará en tu santísima voluntad
porque la muerte segunda no les hará mal.

Alaben y bendigan a mi Señor
y denle gracias y sírvanle con gran humildad
. San Francisco

San Francisco es el santo que ha proclamado con más fuerza este cántico a la creación. En su cántico de las criaturas alaba con todas las creaturas a su Señor. Este cántico curiosamente lo elabora cuando se encontraba enfermo y casi ciego, fuertemente abatido y decepcionado. En una noche de tormento espiritual salió de su choza y elaboró el cántico  de las criaturas como expresión de alabanza a todas las criaturas terrenales. Es producto de una verdadera contemplación, no solo a través de los ojos sino del corazón. Lo canta un corazón limpio y reconciliado que es capaz de elevarse por encima de todo y alabar a su Señor. Mira no con los ojos del cuerpo sino con los ojos y la mirada de su Creador. Agradece al Creador por todas criaturas como el “Hermano Fuego”, la “Hermana Agua”, la “Hermana Tierra” y todas las criaturas del mundo. Mostraba así su creencia de que todo lo creado era obra divina y que todos los seres debían tratarse como “hermanos” y “hermanas”. Los que aparecería como opuestos, el día y la noche, el frio y el fuego, el cordero y el lobo, la muerte y la vida aparecen hermanados en comunión.

El hombre es un ser bello, es un artista respondiendo al que es el bello y el artista por excelencia. El artista prolonga la Revelación obrando con las obras y convirtiéndolas en obras que revelan la belleza de Dios, mostrando cuán hermoso es Dios. De esta manera el hombre responde y tiende a su propio bien y verdad última de la existencia. La belleza cristiana es portadora de una verdad más grade que el corazón del hombre, verdad que supera el lenguaje humano e indica su Bien, lo único esencial.

La belleza de la santidad que emana del hombre configurado con Cristo bajo el impulso del Espíritu Santo, es uno de los más hermosos testimonios, capaces de sacudir aun a los más indiferentes y de hacerles sentir el paso de Dios en la vida de los hombres.

En una continua acción de gracias, el cristiano alaba a Cristo que le ha devuelvo la vida, y se deja transfigurar por este don glorioso de que es objeto.

 


LA BELLEZA DE CRISTO, MODELO Y PROTOTIPO DE LA SANTIDAD CRISTIANA

La Belleza de Dios, revelada por la belleza singular de su Hijo, constituye el origen y el fin de todo lo creado. Si, según el dinamismo de la Escritura, es posible partir de lo elemental para después ascender de la belleza sensible de la naturaleza a la Belleza del Creador, ésta resplandece de manera única en el rostro de Cristo, de su Madre y de los santos. Para el cristiano, «creación» es inseparable de «re-creación», ya que Dios consideró buena y hermosa la obra de los seis días.[39]

El pecado, con el desorden, ha introducido la fealdad de la muerte y del mal. «¡Feliz la culpa que mereció tal Redentor!», canta la liturgia de Pascua: la Gracia, que se difunde sobre el mundo desde el costado abierto de Cristo Salvador, purifica e introduce al mundo salvado, que espera gimiendo la hora de la transformación final, en una belleza completamente diversa.[40]

 


USTEDES SON LA LUZ DEL MUNDO

Señor que inmensa es tu grandeza. La tierra está llena de tu gloria. Te vistes de belleza y majestad, la luz te envuelve como un manto”.[41]

Estamos viviendo una crisis económica, social, humanitaria, ecológica, global que está repercutiendo en toda la faz de la tierra. Pero esta crisis tiene como raíz una crisis espiritual. La pérdida de la fe. El papa Francisco en su encíclica Laudato si, dirigida a todos los hombres del planeta llama a una conversión ecológica que parte por una conversión de la mirada y del corazón.[42]

Las grandes ciudades están contaminadas por acumulación de dióxido de carbono. Tan solo las grandes zonas verdes contrapesan como pulmones para generar aire limpio. Esta degradación del ambiente y de la biosfera que estamos viviendo estamos llamados a revertirla como custodios y no dueños del planeta que se nos ha confiado.

Las hojas verdes se convierten por la fotosíntesis, la función clorofílica, en una verdadera fábrica de oxígeno. Toman el CO2 de la atmósfera el anhídrido carbónico que exalamos y lo convierten en oxígeno. La hoja verde es un verdadero laboratorio con una función esencial para mantener la biodiversidad del planeta. Mediante la fotosíntesis las plantas con las sustancias orgánicas nutritivas a partir del CO2 atmosférico absorbido a través de los estomas y el agua que en los cormófitos es suministrada por las raíces son capaces de generar oxígeno.

La fotosíntesis o función clorofílica es un proceso químico que consiste en la conversión de materia inorgánica a materia orgánica gracias a la energía que aporta la luz solar. En este proceso, la energía lumínica se transforma en energía química estable, siendo el NADPH (nicotín adenín dinucleótido fosfato) y el ATP (adenosín trifosfato) las primeras moléculas en las que queda almacenada esta energía química. Con posterioridad, el poder reductor del NADPH y el potencial energético del grupo fosfato del ATP se usan para la síntesis de hidratos de carbono a partir de la reducción del dióxido de carbono (CO2).

La vida en nuestro planeta se mantiene fundamentalmente gracias a la síntesis que realizan en el medio acuático las algas, las cianobacterias, las bacterias rojas, las bacterias púrpurasbacterias verdes del azufre,[43] y en el medio terrestre las plantas, que tienen la capacidad de sintetizar materia orgánica (imprescindible para la constitución de los seres vivos) partiendo de la luz y la materia inorgánica. De hecho, cada año los organismos fotosintetizadores fijan en forma de materia orgánica en torno a 100 000 millones de toneladas de carbono.23

La vida en la Tierra depende fundamentalmente de la energía solar. Esta energía es atrapada mediante la fotosíntesis, responsable de la producción de toda la materia orgánica de la vida (biomasa).

Los orgánulos citoplasmáticos encargados de la realización de la fotosíntesis son los cloroplastos, unas estructuras polimorfas y de color verde (esta coloración es debida a la presencia del pigmento clorofila) propias de las células vegetales. En el interior de estos orgánulos se halla una cámara que alberga un medio interno llamado estroma, que alberga diversos componentes, entre los que cabe destacar enzimas encargadas de la transformación del dióxido de carbono en materia orgánica y unos sáculos aplastados denominados tilacoides, cuya membrana contiene pigmentos fotosintéticos. En términos medios, una célula foliar tiene entre cincuenta y sesenta cloroplastos en su interior.[44]

Los organismos que tienen la capacidad de llevar a cabo la fotosíntesis son llamados, fotoautótrofos (otra nomenclatura posible es la de autótrofos, pero se debe tener en cuenta que bajo esta denominación también se engloban aquellas bacterias que realizan la quimiosíntesis, fijan el CO2 atmosférico.[45]

Si hemos podido percibir la capacidad que tienen las plantas para tal operación, cambiar el aire contaminado en aire fresco para respirar, nos sorprenderemos en la capacidad que tiene el ser humano en transformar las obras malas de corrupción, injusticia, insolidaridad, que sufrimos en obras buenas que son presencia del Reino entre nosotros. Un mundo de justicia donde reine el amor, la paz y la justicia, un mundo de hermanos donde se proclame la soberanía de Dios por encima de todos los seres. 

 


LUMINARIAS QUE ILUMINEN LA FAZ DE ESTA TIERRA

“Dijo Dios que haya lumbreras en la bóveda del cielo, que separen la luz y las tinieblas y luzcan en la bóveda celeste para iluminar la tierra”.[46] Las obras de la redención son aún más grandes que las obras de la creación. “los justos brillaren como estrellas por toda la eternidad”.[47] Los santos iluminan como faros luminosos que orientan nuestro camino hacia la Luz que no tiene ocaso.

Hemos celebrado los mártires de Nagasaki Pedro Bautista y Pablo Miki y compañeros mártires. El 5 de febrero de 1597 en Nagasaki, Japón, fueron crucificados veintiséis misioneros, jesuitas y franciscanos: entre ellos Pablo Miki, San Felipe de Jesús y Pedro Bautista, diecisiete laicos: catequistas, intérpretes, médicos y niños. Murieron alabando y dando gloria a Dios, perdonando a sus ejecutores, sonriendo y cantando sufrieron el martirio.

Después de ser torturados y crucificados fueron quemados como antorchas en el monte santo, la colina al pie de la bahía que con su resplandor iluminaba toda la ciudad. Los cristianos después de su martirio fueron a recoger los restos incinerados que colgaban de los patíbulos para darles cristiana sepultura. Luego en los lugares donde se levantaron las cruces plantaron almendros que en primavera reverdecieron dando los primeros frutos. “la sangre de los mártires ha sido la semilla de muchos cristianos”. [48]

“Vosotros sois las lumbreras en el mundo, no puede ocultarse una ciudad situada en la cima de un monte. Brille así la luz en vosotros puestos como lumbreras delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre del cielo”.[49]

Jesús declara felices y bienaventurados, los que sufren y son perseguidos a causa de su nombre.[50] Hay una senda de felicidad que se esconde cuando caminamos siguiendo los pasos de Jesús hacia el don total de nosotros mismos. Lo que hace bella y feliz la vida del hombre es caminar en humildad, simplicidad, aceptación de la voluntad de Dios y total abandono. La sencillez de corazón viene de la mano un corazón manso y humilde al servicio de Dios y los hermanos. Cuando vivimos amando, perdonando y entregándonos se irradia una luz que ilumina todos los que están alrededor y se convierte en resplandor para el mundo entero. También en medio del dolor y del sufrimiento la luz del amor de Dios resplandece de manera que nadie la puede apagar.

 


CONCLUSION

Hemos iniciado el año con la lectura del Genesis y del Sermón de la montaña. Jesús en el Sermón de la montaña se presenta como el nuevo Moisés revelador e intérprete de la Nueva Ley. Es la llamada a un nuevo comienzo.

En la mente del autor sagrado del relato de la creación está la finalidad de desvelar el sentido del misterio del hombre. La creación es narrada en un ritmo sagrado presentando la obra de la creación como dependiente de Dios y ordenada por Dios, apuntando a una Nueva Creación que sería desvelada en Cristo. Creación redención y santificación es parte del designio amoroso de Dios.

Dios es presentado como el artista, el alfarero que modela al hombre del polvo. Le da forma humana y divina insuflando sobre él el alentó de su Espíritu.[51] El ser humano es creado no como un individuo en solitario sino como un ser personal, relacional y comunional. Un ser creado para la comunión con Dios y con sus hermanos y todos los seres de la creación. El relato de la creación contiene también el proto evangelio, la primera proclamación de la Buena Noticia del evangelio, anunciando un nuevo Adán y una nueva Eva. Adán (creado del barro) y Eva (la madre de los vivientes) les sucederán un nuevo Adán: Jesús y una Nueva Eva: María. Dios renovará su Alianza hecha desde el principio apuntando a la restauración y recapitulación final de todos en Cristo. A la Antigua ley y Antigua Alianza sigue la promesa de una nueva Ley y una nueva y eterna Alianza que será sellada con la sangre de Cristo en la Cruz. Del costado del nuevo Adán en la cruz nace la Iglesia y a María se presenta como la madre de los creyentes.

Ante tan falsas reducciones de la visión del hombre, ante la cultura latente de la muerte estamos llamados a vivir una nueva cultura, civilización de la vida y del amor. Estamos necesitados de colocar al hombre dentro de un proceso de humanización, personalización, socialización que ayude a comprender nuestra vocación al amor y la llamada a la comunión. Perdiendo el sentido de Dios se tiende a perder el sentido del hombre, de su dignidad y de su vida. La vida y la persona llega a cosificarse. El hombre se cree con el derecho de dominarla y manipularla. Los valores del ser son sustituidos por el tener y el placer.  El único fin que cuenta es su propio placer y bienestar material olvidando su dimensión más profunda espiritual y trascendente. Perdiendo su dimensión trascendente pierde el sentido de misterio y el valor más auténtico de su existencia, un ser divino y sagrado.

En el designio de Dios Creador, Redentor y Santificador ha llamado al hombre a que descubriera su origen, su identidad, vocación y misión. Estamos llamados a vivir no cualquier clase de vida sino una vida participando de su ser. De acuerdo con su verdad y a que podamos compartir y propagar su misma vida y amor con todos los hermanos (como luz del mundo). Somos el pueblo creyente, el pueblo de la vida y para la vida, llamados a construir juntos una nueva cultura de la vida humana, la civilización nueva del amor.


 



[1] Sal 8, 4-7.10

[2] Juan Pablo II, encíclica Evangelium vitae, EV 21

[3] Juan Pablo II, Carta a los artistas, n. 12-13.

[4] Juan Pablo II, Fides et ratio, 14 septiembre 1998, n. 103.

[5] El Papa Juan Pablo II ha recogido esta afirmación esencial en su Carta a los artistas, n. 11.

[6] Sab 13, 1.3; Rm 1,20-23

[7] Sab, 13, 5

[8] Consejo Pontificio para la cultura, La Via pulchritudinis, La vías dela belleza: la belleza de la creación, VP 1

[9] San Juan de la Cruz, Cántico espiritual

[10] Sal 19, 2

[11] Antonio Dúe, Vida y muerte del cosmos, FAX Madrid

[12] Manuel Carrreira, Antropocentrismo científico y religioso, ADUE Madrid, 1983

[13] James Jeans, Los misterios del Universo, pg. 175

[14] Isaac Newton, Scolium Generale de sus Philosophie naturalis Principia Mathematica

[15] Albert Einstein, “The World as I see it

[16] Salvador Madariaga, Dios y los españoles, Ed. Planeta, Barcelona

[17] Rm 1,19

[18] Constiución del Vaticano II, Gadium et spes, GS 18.

[19] Sal 7,1 ss

[20] Manuel Carrreira, Metafísica de la materia Universidad de Comillas, Madrid, 1983

[21] Manuel Quirell, Tras los pasos de Dios, Ed. Monte Casino. Zamora. 1997

[22] Claude Tresmontant, El problema del alma, Ed. Herder. Barcelona 1971

[23] Yelena Sapárina, El hombre animal cibernético, Ed. Planeta. Barcelona 1972

[24] Jorge Loring, Para salvarte, Ed. Católicas, México 2004, pg. 41

[25] Concilio Vaticano II, Constitución Gaudium et spes, GS 10, 19

[26] Col 1,15

[27] Concilio Vaticano II, Constitución Gaudium et spes, GS 22.

[28] Sabiduría 11,20

[29] Consejo Pontificio para la cultura, La Via pulchritudinis, VP 1

[30] Vittorio Messori, Algunas razones para creer, Ed Planeta Barcelona 2000

[31] Consejo Pontificio para la cultura, La Via pulchritudinis, VP 1

[32] San Agustín, Confesiones

[33] Concilio Vaticano II, Constitución Gadium et spes, GS 16

[34] Concilio Vaticano II, Constitución Gadium et spes, GS 16

[35] Mt, 5,5

[36] Sab 13, 1.3; Rm 1,20-23

[37] Consejo Pontificio para la cultura, La Via pulchritudinis

[38] Carlo María Martini, Cuál la belleza que salvará al mundoQuale bellezza salverà il mondo? Carta pastoral 1999-2000, Milano 1999

[39] cf. Gn 1

[40] Rm 8, 22

[41] Sal 103, 1-2

[42] Papa Francisco, carta encíclica Laudato sí

[43] Rawn, J. D. «La fotosíntesis». Bioquímica. Madrid (2015).: Interamericana de España y McGraw-Hill. p. 489.

[44] “La Fotosíntesis”, Artículo publicado en Universidad Politécnica de Valencia.

[45] Antonio Jimeno, Manuel Ballesteros Vázquez, Luis Ugedo Ucar (2003). Biología (2º de Bachillerato). Santillana. p. 210

[46] Gen 1, 18-19

[47] Job 22, 28

[48] San Irineo, Adversus haereses, IV, 20.7.

[49] Mt 5, 13-16

[50] Mt 5, 5 y 10-11

[51] Gn 2,7

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