ORACIONES MES DE MAYO:
ESPERA EN DIOS Y VOLVERÁS A ALABARLO,
SALUD DE MI ROSTRO DIOS MÍO
INTRODUCCION: ORACIONES DURANTE EL MES DE MAYO
Estas oraciones corresponden al mes de mayo, tiempo pascual,
tiempo de renacer, tiempo de primavera (mes de las flores). Son oraciones
salidas del corazón. Queriendo responder al deseo del corazón, a la sed del
corazón de Jesús de hacerme totalmente suyo. Queriendo responder a la sed y el
deseo de mi corazón de vivir de amor para él. Se trata de un volver al corazón.
Se trata de un camino, de sanación interior, de recuperar la interioridad, la intimidad con
Cristo.
Se trata de pasar de una oración formal o meramente intelectual (de palabras) a la oración del corazón. No se trata tanto de hacer como de dejarnos hacer llegando a las profundidades del ser. Dios no me pide tanto cosas sino que me pide el corazón para habitarlo, unificarlo, plenificarlo. El camino de interiorización de conocimiento de Dios y de uno mismo ha de llevarnos a mis deseos más profundos. Es a la vez un camino de conversión y de integración de toda la persona. Responder a las cuestiones vitales: porqué y paraqué (para quién) vivo. Qué (quién) mueve mi actuar. Cuáles mis motivaciones, aspiraciones deseos (sed). Mi alma tiene sed de ti, del Dios vivo, cuándo entraré a ver el rostro de Dios. (Sal 42, 63)
Material de base:
San Bernardo, Comentario al Cantar de los cantares
San Juan de la Cruz, Cántico espiritual
Fabio Rosini, El arte de la sanación
Metodología: Para estas oraciones he utilizado de
base y el libro de los Salmos. He utilizado como complemento el Cantar de los Cantares
y los comentarios de San Bernardo y San Juan de la Cruz. Cada día he tomado un
salmo siguiendo el orden del mismo Salterio y he añadido algún versículo del Cantar y
otro de los evangelios.
I ORAR CON LOS SALMOS
a. La oración con los Salmos toda una escuela de oración
Los Salmos son toda una escuela de oración. Israel aprendió
a orar con los salmos, como pueblo escuchó la palabra de Dios que hablaba por
boca de sus profetas y tuvo que aprender a orar con los salmos. Fue un
aprendizaje lento a lo largo de todo su camino a lo largo de su historia
(comunitaria) y de sus vidas (personal). La vida conlleva todo tipo de
situaciones y hemos de poder descubrir en ellas la mano de Dios. Los Salmos
proporcionan las palabras rectas con que dirigirse a Dios, quejarse, pedir o
agradecer las palabras salen de desde dentro del corazón. Los mismos Salmos
dejan ver todo un proceso que pasa de la imprecación, la queja, a la súlica, la aceptación, al abandono, al agradecimiento.
b. La oración de Cristo. Lectura cristológica
Para la tradición monástica (Regla de San Romualdo) los Salmos son como el ADN de la Escritura, compendio de toda la Escritura. En los Salmos
resuena la voz del Señor y la voz de la Iglesia. Cristo oró con los salmos como
parte de su pueblo. Cristo hizo suyo los Salmos, pero dándoles un sentido y
significado nuevo. En ellos Cristo ora como hombre, asume la fragilidad humana
y se solidariza con todos los que sufre y piden ayuda. Es la oración de un hijo
con su padre, que se abandona totalmente en sus manos.
A nosotros nos llega la herencia del pueblo Santo que
aprendió con los salmos a dirigirse a Dios a lo largo de toda la historia de
salvación y de todas las situaciones de la vida. Están escritos para hacer de
ellos también nuestra oración convertida en petición de alabanza desde todas
las situaciones de nuestra vida haciendo nuestra la oración y la intercesión de
Cristo con toda la Iglesia. Escucha la voz del Señor. Escucha la voz de la
Iglesia.
c. La oración de Cristo en la Iglesia. Lectura
eclesiológica.
Los Salmos nos invitan: Entra en la oración incesante que ante el trono de Dios
rezan los santos, los mártires, los elegidos de Dios con todo el coro
celestial. Ora en unión con Cristo Cabeza de todo el Cuerpo de la Iglesia
y ora con todos los hombres de buena voluntad que desde el
Oriente a Occidente alaban a Dios.
Los Salmos fueron escritos para nosotros a quienes nos ha
tocado vivir en esta etapa definitiva. Ahora nos toca a nosotros tomar esas
palabras y hacer de ellas la oración cristiana. La voz de Dios sale a
nuestro encuentro cada mañana y la escucha quien madruga por
ella. Corramos a su encuentro y dejémonos interpelar por ella. Señor
ábreme los labios y mi boca proclamará tu alabanza. La Palabra en los Salmos
pide ser escuchada, acogida, gustada, contemplada, vivida. No volverá vacía sin
haber cumplido su misión de traer a todos la salvación a los que se dejan
fecundar por ella. Quien pone en práctica sus palabras dará fruto en todas las
etapas de la vida y jamás se mustia su follaje.
Se trata de todo un proceso, un camino. Pongámonos en
camino con todo el pueblo santo y dejemos que ella en nosotros realice
también su camino. La palabra nos conduce a las fuentes de la vida, a la vida
inmortal. Ella rige el mundo con rectitud y gobierna a los que la escuchan y la
practican.
No pensemos que a la primera todos los Salmos se nos
someterán y los sentiremos como propios. Hemos de dejar que Dios mismo nos
hable a través de ellos. Desde una mirada contemplativa hemos de dar tiempo
para que los salmos bajen de nuestro intelecto y resuenen en el corazón. No se
trata de saber sino de saborear internamente las palabras como venidas de Dios
para tocar y transformar el corazón.
Quien reza los Salmos habla a Dios con las mismas palabras de Dios, las
que Dios nos ha dado. Como un niño cuando empieza a hablar aprende expresarse
con las palabras recibidas de sus padres. A través de sus palabras aprende un
modo de pensar y de sentir convirtiéndose en su propia lengua. De la misma
forma nos ocurre con los salmos aprendemos a hablar de nosotros con sus propias
palabras y a relacionarnos y ser nosotros mismos.
d. Los Salmos, camino de la oración del corazón
Los Salmos son camino para aprender a orar con la vida y
sobre todo con el corazón. Los Salmos expresan el sentido profundo del creyente
y la finalidad de la oración como camino de conocimiento y unión con Dios
no hay otra forma de crecer en el amor de Dios que transformarse en aquello que
encuentra y ora en este santo libro de los Salmos. Los Salmos enseñan una
piedad que, con los años, va calando en el alma de quien los reza. La
recitación de los Salmos a fuerza de leerlos y meditarlos la persona encuentra
todo lo que desea. de esta forma los Salmos se convierten en la radiografía del
corazón.
Los Salmos nos enseñan el modo de dirigirnos a Dios desde
las múltiples facetas de la existencia humana: alegrías y dolores en las que
todos nos podemos reconocer. Se pueden resumir en dos grandes ámbitos o
dimensiones inseparables la súplica y la alabanza. Se puede
interceder, suplicar, llorar y lamentarse dirigiéndonos siempre a Dios. Ora
sufriendo. Ora compadeciendo. Ora suspirando. Ora alegre por la realidad que
nos espera.
e. Los salmos son cura y medicina
La oración con los Salmos es la mejor terapia para el
creyente. Los Salmos son el mejor remedio dónde se hallan todas las hierbas
medicinales qué se encuentran en el árbol de la vida y qué cura toda aflicción
del alma. En los Salmos encontramos como un gimnasio para
todas las virtudes, como un herbolario donde encontrar todas
las hierbas medicinales. El árbol a cuya sombra se curará toda aflicción y toda
dolencia.
Ora salmodiando alegre por la esperanza de recibir lo que se
pide llorando y gimiendo por el arrepentimiento y el dolor de los pecados. Lo
agridulce del dolor de contrición y arrepentimiento se convierte en remedio
saludable que sana conforta y consuela el corazón. El dará salud a
nuestras almas y sanará nuestras heridas.
La oración con los Salmos nos enseña a confiar al Señor.
Poner ante el Señor toda nuestra humanidad vinculándonos a nosotros mismos a
nuestra propia carne convirtiéndola en objeto se súplica. todo, incluso lo que
nos parece vergonzoso y vil (los anhelos y lamentos, las añoranzas, las dudas y
las traiciones) está destinado a transfigurarse en carne redimida donde se
manifieste Cristo. El Espíritu a través del Salterio cura todo el ser humano,
nos libera del pecado
f. Los salmos como despertador del afecto
Mi alma tiene sed de tí del Dios vivo (Sal 42,
3). Los salmos despiertan el deseo y hacen aflorar el gemido del corazón: Dios
mío ven en mi auxilio, señor date prisa en socorrerme (Sal 70, 2). A través de
los Salmos se nos invita a entrar en el recinto sagrado del corazón donde mora
Dios mismo. Tras la destrucción del Templo cuando Israel vive el exilio
comprendieron que el creyente es el lugar donde habita Dios. A través del
gemido del corazón, a través del amor despertamos al Amado.
Cuando sufrimos la separación, la ausencia, el exilio
interior el Salterio nos ofrece el camino para dirigirnos a Dios. Cuando
comprobamos con dolor que somos incapaces, impotentes ante nuestros límites y
pecados el Espíritu viene a nuestra ayuda y pone las palabras del Salterio en
nuestra boca y corazón porque nosotros no sabemos orar como conviene.
Rezando con el Salterio entramos en la oración del pobre. Me
doy cuenta que ante el Señor no tengo nada más que mi propio grito. El Espíritu
nos cura de la soberbia espiritual de creernos los buenos con la inclinación de
sentirnos superiores a los demás.
g. Los Salmos camino de exploración, interiorización y
orientación del deseo
La oración del corazón parte del gemido que se convierte en
súplica. Cristo se une a nosotros y ora con nosotros y en nosotros convirtiendo
su oración en nuestra oración. Entramos así en la alabanza desde el
asombro de un Dios que sale a nuestro encuentro (la oración no es algo que hago
yo sino que el Espíritu del Señor hace en mí). Uno se descubre pobre pecador
incapaz de dirigirse a Dios y recibimos del Señor sus palabras con que quiere
que le hablemos. la Palabra ora en mí por medio de ella misma.
Tanto lloró y llamó el amigo a su Amado que este descendió de las soberanas alturas de los cielos y vino a la tierra a compadecerse y morir por amor y para enseñar a los hombres a amar. ¿Porqué es conocido el Amado? Por su misericordia y piedad (Ramón Llull, Libro del amigo y del Amado)
II ESTRUCTURA DEL CANTAR DE LOS
CANTARES
El Cantar empieza
con el gemido de la esposa sedienta de Dios. Empieza exclamando como
desfallecida suspirando por la unión íntima con su Esposo. Elogia la dulzura y
belleza del Esposo, sabe que en él reside todo bien, que él es su médico y
medicina, su verdadero remedio. Se dirige a él pidiéndole su gracia y
fortaleza. Cansada de merodear con las creaturas pide a su Amado que le diga
dónde podrá hallarle, descansar junto a él y ser por él apacentada. El Cantar
se estructura a través de cuatro poemas:
El
primer poema (CC 1,5-2,7) Búsqueda del amor
El segundo poema (CC 2,8- 5,1) Preparación
de la unión
El tercer poema (CC 5,1- 6,3) Matrimonio
espiritual
El cuarto poema (CC 6,4- 8,7) Plena
Comunión y fecundidad espiritual
El Cantar nos habla
de toda una búsqueda amorosa. El Cantar siguiendo toda una progresión,
purificación, nos habla de tres estados de oración, de tres besos, de tres
amores, de tres formas de amar. El Cantar nos da a entender toda una
búsqueda de amor, todo un proceso de crecimiento y maduración en el amor. El
amor está llamado a purificarse:
a. El primer
poema (CC 1,5- 2,7) nos refiere al primer beso. El primer
amor es apasionado (eros, atracción corporal) requiere una
purificación-integración para pasar al amor de afectuosa amistad. El amor en
esta etapa no responde plenamente a las exigencias de verdadera afectuosa
amistad, todavía se mueve por emociones, por propio interés y utilitarismo. Hay
sentimientos de inseguridad, constantemente bajo sospecha de separación y los
celos de los demás.
El amor debe
purificarse, no debe ser falso y se prueba continuamente. Cuando el amor mutuo
depende meramente de placeres y del interés propio, los amantes permanecen
atados el uno al otro, mientras siguen siendo una fuente de placer o beneficio
para ellos. El amor exige continuidad, permanencia y estabilidad, aceptación e
integración. El amor aparece y desaparece, la novia lamenta la ausencia del
novio cuando se oculta.
El amor es
superficial y no permanente, permanece arraigado en el mundo de las emociones.
De la agitación de la pasión se debe pasar a una nueva percepción. Hay que
purificar los sentidos, la noche de los sentidos.
b. El segundo
poema (CC 2,8-5,1) nos refiere al segundo beso. Paso
del primer beso (pies) al segundo beso (mano) del amor afectuoso de
hermano al amor Redentor de Cristo. Se da la primera experiencia de
Alianza. La demanda profunda de una fuerte experiencia de fe: una
segunda conversión.
Es el tiempo
de la prueba y de la purificación. El amor como el oro debe ser purificado
de la escoria (la noche de los sentidos y la prueba de la fe). Se trata
de pasar de la dimensión meramente natural a la espiritual purificando las
emociones negativas de los sentidos. Esta etapa precisa una nueva
conversión del amor pasando del amor de philia al amor
del ágape de ámbito sobrenatural. Solamente a través de la experiencia
pascual de la Alianza se alcanza este nivel sobrenatural y espiritual
del amor. Esta experiencia nos abre a una nueva percepción del valor de la
persona y del cuerpo.
Paso del amor
natural al amor sobrenatural. Se trata de la noche de los sentidos. Purificación
de los sentidos de la integración de las demandas externas. Para purificar
las emociones negativas se precisa la aceptación del otro en su profundo ser.
La persona debe confiar profundamente en el otro. La persona debe confiar
en el otro, amar en libertad. El amor pide reciprocidad estabilidad y
durabilidad. El amor debe entrar en el principio de la integración de la
afectividad, la purificación de las impurezas y de los sentimientos negativos.
El amor debe purificarse de las emociones negativas propias del
acercamiento egoista. El amor pide aceptación, confianza y fidelidad para
consolidar los lazos afectivos. El amor pide una más profunda apreciación,
valoración e integración del cuerpo para entrar en una nueva dimensión
esponsal.
c. El tercer
poema (CC 5,1-6,3) Tiene lugar el tercer beso. La unión
plena del Amado con la amada. Nos refiere a la mitad de la vida donde se lleva
a cabo la noche de la fe. Las demandas y exigencias del amor compasivo,
amor conyugal, del matrimonio espiritual: Nuevo nacimiento pasando a través
de la muerte a mí mismo y asumiendo el misterio Pascual de la prueba de la fe:
purificación de la fe. Encuentro con “la sombra” el "lado oscuro” Nuevo
desafío: integración de la realidad interior de los sentimientos enfrentados
con la aceptación plena del otro.
Después de la
separación aparente y la purificación de sentimientos posesivos, el amor es
buscado con mucho más realismo. El amor requiere separación total con el fin
de entrar en una total entrega, se precisa arriesgarlo todo para el otro. Es el
momento para una nueva conversión del amor espiritual al amor Redentor,
haciendo la voluntad de Dios. El punto culminante es la unión plena y total, la
mutua donación de uno mismo y aceptación total del otro. Se despierta a un amor
compasivo con la aceptación plena de la persona y la integración de las
diferencias.
El matrimonio
espiritual se da en la mutua entrega. Se trata de un amor desinteresado de
total donación al otro, amor de ágape (tercer beso). El Amado
vive y se reconoce en la amada y la amada en el Amado. En este amor conyugal de
esposos se da la Unión total del uno al otro y aceptación total del otro. Se
trata de un amor compasivo con la aceptación plena de la persona y la
integración de las diferencias. Este amor pide constancia y
perseverancia para entrar en una comunión mucho más plena y profunda.
d. El cuarto
poema (CC 6,4-8,7) nos habla del fruto de la unión conyugal, de la
fecundidad del matrimonio espiritual. En la tarde de la vida se integran
las demandas de "La noche": la transformación de toda la
realidad, asumiendo nuevos retos de la vida. Una nueva forma de
comunión, amor trinitario comunitario hacia la fecundidad
¿Cómo se alcanza la unión del matrimonio espiritual? Lo que es imposible en el orden natural
es posible en el orden sobrenatural del amor verdadero. La persona se da
totalmente y se rinde totalmente al otro. ¿Cómo se da esta Unión espiritual? La
persona debe darse entregarse sin reservas y plenamente al otro. Tal entrega
crea una nueva forma de comunión. Se trata de comunión creativa, verdadera
realización del amor, no posesivo.
La esposa se confía plenamente y se da al esposo para entrar en el amor fecundo. Es el tiempo del amor fecundo y creativo es el tiempo de abrirse juntos a la misión. Cuidaremos de la viña de la parcela que se nos ha dado. El amor se hace creativo y constructivo dándose una comunión más profunda que integra toda la realidad familiar. Se entra en una comunión más profunda que pide integrar la realidad comunitaria y abriendo las puertas al mundo entero. Empieza la atención y el cuidado de los hijos. Es el amor comunional Trinitario.
III CANCIONES ENTRE EL ALMA Y EL ESPOSO
a.
Inicio del Cantar
El esposo inicia la búsqueda y la esposa pide al Esposo: ¡Bésame con los besos de tu boca! ¡Tus amores son más dulces que el vino! ¡qué exquisito el olor de tus perfumes; aroma que se expande es tu nombre; por eso te aman las doncellas! Llévame contigo, ¡corramos!; condúzcame el rey a su alcoba; disfrutemos y gocemos juntos, saboreemos tus amores embriagadores. ¡Con razón eres amado (CC 1, 2-3)
El hombre aspira a conocer a Dios. Pero es Dios el que ha
puesto esa sed en nuestros corazones. La razón más alta de la dignidad del
hombre consiste en la vocación del hombre a la unión con Dios. Desde el mismo
nacimiento el hombre es invitado al diálogo con Dios. Existe pura y simplemente
por el amor de Dios que lo creó y que lo conserva y sólo puede decir que vive
en la plenitud de la verdad cuando reconoce libremente ese amor y se confía por
entero a su Creador (GS 19).
El Cantar nos lleva de la búsqueda, a la unión. Se busca
entrar en esa mutua comunión, en esa relación esponsalicia de vivirse en
comunión el uno para el otro. Antes de que la amada busque a su amado es el amado
quien busca a la amada, quien sale en busca de su amada. Desciende a nuestro
nivel para elevarnos hacia él mediante la seducción de amor. La amada reconoce
su propia debilidad pero Dios no la desestima sino queda cautivado por la
humildad de su amada. El Espíritu de amor reviste exteriormente con imágenes de
amor carnal su actuación interior. Y a través de un camino humano nos lleva a
su amor divino. A través de un camino de purificación Dios mismo se va
revelando a su amada.
El Cantar empieza con una súplica: oh amor fuente y
manantial del amor verdadero, de quien todo amor adquiere nombre llévame y
arrástrame tras de tí. Aunque nuestro amor sea imperfecto muéstrame tus
designios ocultos. Descúbrenos tu santo Cántico, revela el misterio de tu beso
y los caminos de tu susurro por medio del cual nos introduces y nos das a
gustar de tus delicias, de tu dulzura en los corazones de tus hijos.
b.
Ansia y sed de amor:
Que me bese con los besos de su boca, más deliciosos son
tus amores que el vino. Los tres besos
El Cantar se inicia solicitando un beso, así nos cautiva con
su dulce semblante y nos provoca con palabras de amor. San Bernardo habla
de tres besos: besos en los pies, en las manos y en la boca. El
primer beso (eros) de la esclava pide la purificación. El
segundo beso (philia) corresponde a los amigos. El
tercer beso (ágape) de afectuosa y exquisita intimidad
corresponde a los esposos. Dejados los vicios nos disponemos para el diálogo
sagrado.
Estoy a la puerta llamando si alguien me abre, entraré y me
sentaré a su mesa y cenare con él (Ap 3,20) La mesa está servida con
deliciosos manjares, gustemos el pan de la palabra.
San Bernardo habla de tres panes. El primer pan
refiere al libro del Eclesiastés, el segundo pan al segundo libro, el de los
Proverbios. En ellos encontramos la doctrina necesaria para enmendar nuestra
vida. Los vicios que oscurecen el alma son el vano amor del mundo (vanagloria,
gloria mundana) y el excesivo amor de sí mismos. El tercer pan refiere al libro
de la Sabiduría es el que mejor sabe. Debemos llevados por el temor de Dios
servir a Dios cumpliendo sus mandatos. El temor de Dios es el principio de la
verdadera sabiduría.
c.
Descúbrete: Déjame ver tu rostro,
déjame oír tu voz.
Levántate, paloma mía, amada mía,
esposa mía y ven. Tu que habitas en los huecos de la peña (cc 2,14)
Es el comienzo del segundo poema, el Esposo pide a la esposa: 14Paloma mía, en las oquedades de la roca, en el escondrijo escarpado, déjame ver tu figura, déjame escuchar tu voz: es muy dulce tu voz y fascinante tu figura.
La voz del amado se deja oír. Antes de mostrarse primero se da a conocer por su voz, cuando llega donde habita la amada mira por las ventanas y llama a su amada para que le abra. Quiere ver su rostro y le pide que quite su velo porque es hermoso y quiere oír su voz para él suave y deliciosa. Por la voz es como conoce la Iglesia a Cristo. Cristo anhela esta comunicación de afectuosa intimidad.
Después del invierno, de la noche de la tribulación le dice que el invierno ha pasado. Los que han sido humillados serán ensalzados. Llama a la amada paloma mía, hermosa mía (CC 2, 14). Le serán dadas alas para volar, no solo a través de la oración sino de la contemplación. Volar de los lugares terrenales alentados por la fuerza del Espíritu Santo, más allá de los sentidos, para descansar contemplando los tesoros del reino ocultos en el misterio.
Cazadme las raposas para que el torbellino de las tentaciones no me perturben, entristezcan y roben la paz. Que se alejen las perturbaciones del vicio y las pasiones para experimentar los frutos del Espíritu de gozo, amor y paz. Cristo es nuestra paz y de su muerte en Cruz nos vino la salvación y donación del Espíritu que exhala toda fragancia.
San Bernardo se pregunta en que contexto se dice: paloma mía que habitas en los huecos de la peña; ¿cuáles son esos huecos? La casa del hombre sensato descansa sobre esa roca, y su morada está bien protegida. Las llagas de Cristo son las espaldas de Dios, es decir, los huecos de la peña, y en ellas habita la paloma.
Compara la hendidura de la peña con el costado de Cristo. Entre las interpretaciones que da a introducirnos en la roca de la peña, bésame con los besos de tu boca (interpretación de los tres besos), el vino aromado (el amor eucarístico de Cristo), que me sacie y me nutra de los consuelos de tu pecho (los dos pechos) para profundizar en el amor esponsal de Cristo, (el esposo) con el alma (su esposa). Cuando haya entrado el alma al corazón de Cristo contraerá el matrimonio espiritual. Serán dos una sola carne (comunión espiritual).
Paloma mía, que anidas en los huecos de la peña, en las grietas de la cerca, déjame ver tu rostro, déjame escuchar tu voz. El Esposo halaga el alma y le llama paloma; asegura que es suya y que le pertenece como propia. Es él quien le pide que le mire y le hable. Se comporta como un esposo, pero un esposo tímido que se ruboriza ante los demás y se propone gozar de sus encantos en un lugar oculto, en los huecos de la peña, en las grietas de la cerca.
Detente y mira lo que quiere decirle el esposo: «No temas, amiga; te pedimos que trabajes en las viñas, pero eso no impedirá ni interrumpirá las exigencias del amor. Seguro que podremos entregarnos a eso que los dos anhelamos igualmente. Las viñas tienen sus cercas, que serán como placenteras estancias para nuestra modestia». Este es el juego de las palabras. ¿Por qué lo llamo juego? ¿Acaso esa serie de palabras encierran algo formal? Ni siquiera suenan dignamente al oído, si no fuera porque el Espíritu Santo viene a nuestra intimidad en ayuda de nuestra débil inteligencia.
No nos quedemos, pues, en lo exterior, no sea que, Dios no
lo permita, lo consideremos como halagos de torpes amoríos. Escuchemos con
oídos inocentes el diálogo de amor que ahora tenemos entre manos. Cuando
meditéis en estos dos amantes, no debéis pensar en unas relaciones entre hombre
y mujer, sino entre el Verbo y el alma. O lo que es igual, entre Cristo y la
Iglesia, pues con esta palabra no designamos a un alma, sino a la unidad, o
mejor la unanimidad entre muchas. No penséis que los «huecos de la peña»
o «las grietas de la cerca» son madrigueras para perpetrar la iniquidad;
no sospechéis en las obras de las tinieblas.
d.
Tenemos un lugar donde habitar. El hombre
sensato edifica su casa sobre roca.
San Bernardo presenta el corazón de Jesús como el lugar y la
fuente de salvación para nuestras almas. Hay remedio y medicina para cualquier
mal que sobrevenga. San Bernardo nos muestra donde acudir y colocarnos para
repararse todos nuestros males. El Esposo pondera su gran amor repitiendo
palabras amorosas. La repetición expresa la afección.
San Bernardo asemeja “los huecos de la peña”, a las
heridas, las llagas de Cristo. Allí el gorrión ha encontrado una casa y la
tórtola un nido donde colocar sus polluelos; allí se torna paloma y mira
intrépida al gavilán que revuela a su alrededor. Por eso dice: Paloma
mía que anidas en los huecos de la peña. Y la paloma exclama: Me
alzó sobre la roca. Y también: Me ha levantado sobre la roca.
Con toda propiedad, porque la roca es Cristo. Buenos son esos huecos si
afianzan la fe en la resurrección y la divinidad de Cristo. ¡Señor mío y Dios
mío!, como dijo Tomás. (cf. Jn 21)
¿Qué significado tiene la roca? En la roca me afianzo, en la
roca me siento seguro, en la roca me mantengo firme y no teme las embestidas de
los vientos o de las inundaciones. Seguro ante el enemigo y firme ante la
caída, porque me ha levantado sobre la tierra. Todo es incierto y caduco, todo
es tierra. Nosotros somos del cielo y no tememos ni caernos ni que nos
derriben. La roca está en el cielo y en ella encontramos firmeza y seguridad.
Las peñas son madriguera de erizos.
¿Dónde podrá encontrar nuestra debilidad un descanso
seguro y tranquilo?
En las llagas del Salvador. En ellas habito con plena
seguridad, porque sé que él puede salvarme. Grita el mundo, me oprime el
cuerpo, el diablo me tiende asechanzas; pero yo no caigo, porque estoy
cimentado sobre roca firme. Si cometo un gran pecado me remorderá mi
conciencia, pero no perderé la paz acordándome de las llagas del Salvador. El,
en efecto, fue traspasado por nuestras rebeliones. ¿Qué hay tan mortífero que
no haya sido destruido por la muerte de Cristo? Por esto, si me acuerdo de este
remedio tan poderoso y eficaz, ya no me atemoriza ninguna dolencia por maligna
que sea. Por eso se equivocó aquel que dijo: Mi culpa es demasiado grande para
merecer el perdón. No podía atribuirse ni llamar suyos los méritos de Cristo,
porque no era miembro del cuerpo cuya cabeza es el Señor. Pero yo tomo de las
entrañas del Señor lo que me falta, pues sus entrañas rebosan misericordia
entre los huecos por los que fluye.
e.
La llave o ventanas para descubrir su
misericordia. A través de las heridas
Agujerearon sus manos y pies, atravesaron su costado con una
lanza. Y a través de esas hendiduras puedo libar miel silvestre y
aceite de rocas de pedernal, es decir, puedo gustar y ver qué bueno es el
Señor. Sus designios eran designios de paz y yo lo ignoraba. Porque
¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién fue su consejero? Pero el clavo
penetrante se ha convertido para mí en llave que me ha descubierto la voluntad
del Señor. ¿Por qué no he de mirar a través de esa hendidura? Tanto el clavo
como las llagas proclaman que en verdad Dios está en Cristo reconciliando al
mundo consigo. Una lanza atravesó su alma hasta cerca del corazón. Ya no es
incapaz de compadecerse de mis debilidades. Las heridas que recibió su
cuerpo nos descubren los secretos de su corazón; nos permiten contemplar el
gran misterio de compasión, la entrañable misericordia de nuestro Dios, por
la que nos ha visitado el sol que nace de lo alto. ¿Por qué no hemos de admitir
que las llagas nos dejan ver esas entrañas? No tenemos otro medio más claro que
tus llagas para comprender, Señor, que tú eres bueno y clemente, rico en
misericordia. Porque no hay amor más grande que dar la vida por los consagrados
y por los condenados.
f.
Luego mi único mérito es la misericordia
del Señor.
No puedo ser pobre en méritos si él es rico en misericordia.
Y si la misericordia del Señor es grande, muchos serán mis méritos. ¿Pero si
soy consciente de mis pecados que son muchos? Donde proliferó el pecado
sobreabundó la gracia. Y si la misericordia del Señor dura siempre, yo
también cantaré eternamente las misericordias del Señor. ¿Cantaré acaso mi
justicia? Señor, recordaré sólo tu justicia. Porque también es mía; a ti te ha
constituido Dios fuente de justicia para mí. ¿Podré temer que con una no nos baste
para los dos? Según el Profeta no es un manto tan corto que no pueda cubrirnos
a los dos. Tu justicia es justicia eterna. ¿Hay algo más largo que la
eternidad? Una justicia amplia y eterna nos cubrirá por completo a la vez a ti
y a mí. En mí tapará mis numerosos pecados; pero en ti, Señor, ¿qué
puede cubrir sino los tesoros de tu compasión y las riquezas de tu bondad?
Estas son las riquezas que reservas para mí en los huecos de la peña. ¡Qué
bondad tan grande la que el Señor reserva a los que le aman! El Señor la
encierra escondida en esos huecos suyos. Permanece escondida solamente para los
que perecen Mas ¿cómo se va a dar lo sagrado a los cerdos o echar perlas a los
puercos? Mas a nosotros nos las ha revelado Dios por su Espíritu y nos ha hecho
entrar en el santuario, abriéndonos los huecos de sus llagas. ¡Qué inmensa
dulzura, qué plenitud de gracia, qué virtudes tan perfectas!
g. Estoy herida de amor
El Cantar presenta al amado como alguien a quien no se retiene. Aparece y desaparece. En varios momentos el Cantar nos muestra a la esposa herida, enferma de amor: ¿Adónde te escondiste, Amado, y me dejaste con gemido? Como el ciervo huiste, habiéndome herido; salí tras ti clamando, y eras ido (CE 1) Confortadme con manzanas, con pasteles de pasas, reanimadme que estoy enferma de amor (CC 2, 5) Os conjuro, muchachas de Jerusalén, si encontráis a mi amado, decirle que he sido herida de amor. 9 (CC 5, 8-10)
¡Ay, quién podrá sanarme! Acaba de entregarte ya de vero: no quieras enviarme de hoy más ya mensajero, que no saben decirme lo que quiero. Y todos cuantos vagan de ti me van mil gracias refiriendo, y todos más me llagan, y déjame muriendo un no sé qué que quedan balbuciendo. ¿Por qué, pues has llagado aqueste corazón, no le sanaste? Y, pues me le has robado, ¿por qué así le dejaste, y no tomas el robo que robaste? Apaga mis enojos, pues que ninguno basta a deshacellos, y véante mis ojos, pues eres lumbre dellos, y sólo para ti quiero tenellos. ¡Oh cristalina fuente, si en esos tus semblantes plateados formases de repente los ojos deseados que tengo en mis entrañas dibujados! (CE 6-11).
Después de oír las palabras del amado y entrar y deleitarse del banquete de su amor el amado parece desaparecer y la amada lo busca y dice a sus amigos decid que estoy buscando a mi amado porque estoy enferma de amor. Buqué a mi amado y no lo encontré.
Me levantaré y recorreré y buscaré en las calles y plazas. La amada sale por las calles y se encuentra con los vigías y centinelas que guardan la ciudad. Les preguntó ¿habéis visto al amor de mi alma? Ellos me golpearon y me hirieron, me quitaron el chal. (CC 2,5; 3,3; 5, 6-8)
La amada apaleada y maltrecha, desfallecida
por la herida de amor busca afanosa el alivio de los otros árboles del bosque.
Añora el manzano y el fruto dice y suave de las manzanas que gustó con su
amado. El manzano se dice del árbol amyron que exhala una mirra exquisita. Busca
acercarse al manzano que evoca el árbol de la vida del paraíso y el árbol de la
cruz. Su fruto es oloroso y dulcísimo porque pende de él, el crucificado de
amor. Cristo se alza sobe el manzano y allí descansa y nos da a comer de su
fruto aromado. Solo su amor derramado es capaz de curar nuestra herida, de
confortarnos y fortalecernos.
h.
Se adentró en la bodega y le dio a beber
el vino aromado.
Allí yo te enseñaré mis amores. Te
desperté bajo el manzano y te di a beber de mi vino aromado
1¡Oh, si fueras mi hermano, amamantado a los pechos de mi madre! Al encontrarte en la calle, te besaría sin que nadie me despreciara. 2Te llevaría, te metería en la casa de mi madre, allí me enseñarías. Te daría a beber vino aromado, el licor de mis granadas. 3Su izquierda bajo mi cabeza, y su diestra me abraza.4Os conjuro, muchachas de Jerusalén: que no despertéis ni desveléis a la amada hasta que ella quiera.5¿Quién es esta que sube del desierto, apoyada en su amado? Te desperté bajo el manzano, allí donde te concibió tu madre, donde tu progenitora te dio a luz.6Grábame como sello en tu corazón, grábame como sello en tu brazo, porque es fuerte el amor como la muerte. (CC 8, 1-7)
Entremos en el significado de la bodega donde nutrirnos del vino aromado que sacia el alma:
Entraré en esas bodegas tan llenas; como exhorta el
Profeta, abandonaré las ciudades, y habitaré entre las rocas. Seré como una
paloma que anida en la boca de la roca más alta. Y como Moisés mereceré
mirar desde la hendidura de la roca por lo menos el dorso del Señor, cuando él
pase. ¿Quién puede ver su rostro inmóvil, esto es, su inconmutable verdad, sino
el que mereció ser introducido no en el santuario, sino en el mismo santo de
los santos?
Nutrirnos, beber de su costado abierto, beber de su
corazón abierto:
San Buenaventura dice: Nuestro Señor Jesucristo
iluminará los ojos de nuestra mente para guiar nuestros pasos pies en la
dirección de la paz, que va más allá de la percepción. Fluyendo del abismo
secreto del corazón de nuestro Señor hay una corriente para conferirnos vida y
gracia que se convierte en un manantial de agua viva que brota a la vida
eterna. Presiona tus labios contra la fuente. Saca agua de los pozos de tu
Salvador. Buscad en la gracia de Dios, no en la doctrina, en el anhelo de la
voluntad, no en el entendimiento, en la vista de la oración, no en la
investigación y mirad no a la luz, sino más bien al fuego furioso que lleva el
alma a Dios con intenso fervor y amor resplandeciente. (San Buenaventura, Viaje
de la mente hacia Dios)
i.
La plena comunión con Cristo
San Juan de la Cruz nos da a entender una lectura cristológica del Cantar14. la noche sosegada en par de los levantes del aurora, la música callada, la soledad sonora, la cena que recrea y enamora. 15. Nuestro lecho florido, de cuevas de leones enlazado, en púrpura tendido, de paz edificado, de mil escudos de oro coronado. 17. En el interior bodega de mi Amado bebí, y cuando salía por toda aquesta vega, ya cosa no sabía; y el ganado perdí que antes seguía 18. Allí me dio su pecho, allí me enseñó ciencia muy sabrosa; y yo le di de hecho a mí, sin dejar cosa: allí le prometí de ser su Esposa. 19. Mi alma se ha empleado, y todo mi caudal en su servicio; ya no guardo ganado, ni ya tengo otro oficio, que ya sólo en amar es mi ejercicio. 27. Entrado se ha la esposa en el ameno huerto deseado, y a su sabor reposa, el cuello reclinado sobre los dulces brazos deI Amado. 28. Debajo del manzano, allí conmigo fuiste desposada. allí te di la mano, y fuiste reparada donde tu madre fuera violada. (CE 14-28)
Jesús en su Pasión instituye la eucaristía, la entrada en lo profundo del corazón de Cristo. Su cena pascual es la cena que recrea y enamora. La cual fue grande dicha y buena ventura para mí; porque, en acabándose de aniquilarse y sosegarse las potencias, pasiones, apetitos y afecciones de mi alma, con que bajamente sentía y gustaba de Dios, salí del trato y operación humana mía a operación y trato de Dios, es a saber: Mi entendimiento salió de sí, volviéndose de humano y natural en divino; porque, uniéndose por medio de esta purgación con Dios, ya no entiende por su vigor y luz natural, sino por la divina Sabiduría con que se unió. Y mi voluntad salió de sí, haciéndose divina, porque, unida con el divino amor, ya no ama bajamente con su fuerza natural, sino con fuerza y pureza del Espíritu Santo (San Juan de la Cruz, La Noche Oscura)
Mi alma en el más profundo centro, el corazón de Cristo:
Es, pues, de notar que el amor es la inclinación del alma y
la fuerza y virtud que tiene para ir a Dios, porque mediante el amor se une el
alma con Dios; y así, cuantos más grados de amor tuviere, tanto más
profundamente entra en Dios y se concentra con él. De donde podemos decir que
cuantos grados de amor de Dios el alma puede tener, tantos centros puede tener
en Dios, uno más adentro que otro; porque el amor más fuerte es más unitivo, y
de esta manera podemos entender las muchas mansiones que dijo el Hijo de Dios
(Jn. 14, 2) haber en la casa de su Padre. Aquí está explicando la carga
afectiva. Es esa carga afectiva, ese “mediante el amor se une el alma con Dios”
el elemento esencial para llegar a lo más Profundo: “así, cuantos más grados de
amor tuviere, tanto más profundamente entra en Dios y se concentra con él”. (San
Juan de la Cruz, Llama de Amor viva)
Lo profundo y lo sagrado está en todo ser humano. San Juan
de la Cruz como muchos otros místicos, habla de que en el fondo, en lo profundo
uno se encuentra con Dios y se funde con él. Teresa de Jesús hablaba de esto en
la séptima morada y el mismo Jesús dice que el reino de los cielos está en el
interior del ser humano. Es Cristo quien atrae y nos introduce. Entre en donde
no supe por donde no supe.
San Juan de la Cruz describe esta experiencia mística de entrar
en lo profundo:
Entréme donde no supe, y quedéme no sabiendo, toda
sciencia trascendiendo. Yo no supe dónde entraba, pero cuando allí me vi,
sin saber dónde me estaba, grandes cosas entendí. No diré lo que sentí, que me
quedé no sabiendo, toda sciencia trascendiendo. De paz y de piedad era la
sciencia perfecta, en profunda soledad, entendida vía recta; era cosa tan
secreta, que me quedé balbuciendo, toda sciencia trascendiendo. Estaba tan
embebido, tan absorto y ajenado, que se quedó mi sentido de todo sentir
privado; y el espíritu, dotado de un entender no entendiendo, toda sciencia
transcendiendo.,
El que allí llega de vero, de sí mismo desfallesce; cuanto
sabía primero mucho bajo le paresce; y su sciencia tanto cresce, que se queda
no sabiendo, toda sciencia tracendiendo. Cuanto más alto se sube, tanto menos
se entendía qué es la tenebrosa nube que a la noche esclarecía; por eso quien
la sabía queda siempre no sabiendo, toda sciencia trascendiendo. Este saber no
sabiendo es de tan alto poder, que los sabios arguyendo jamás le pueden vencer;
que no llega su saber a no entender entendiendo, toda sciencia trascendiendo.
Y es de tan alta excelencia aqueste sumo saber, que no hay
facultad ni sciencia que le puedan emprender; quien le supiere vencer con un no
saber sabiendo, irá siempre trascendiendo. Y si lo queréis oír, consiste esta
suma sciencia en un subido sentir de la divinal esencia; es obra de su
clemencia hacer quedar no entendiendo, toda sciencia trascendiendo.
San Juan de la Cruz viene a decir que llegar a la unión con
Dios –la entrada a lo profundo– debe ser tan importante para uno como
para desapegarse de otros temas. Dicho en nuestro lenguaje, se debe poner la
ascesis en el centro del estilo de vida. En esta desnudez halla el espiritual
su quietud y descanso, porque, no codiciando nada, nada le fatiga hacia arriba
y nada le oprime hacia abajo, porque está en el centro de su humildad. Porque,
cuando algo codicia, en eso mismo se fatiga. (Subida al Monte Carmelo)
San Juan de la Cruz, y la expresión “la bodega del amor”,
el lugar de encuentro de los amantes. La embriaguez o borrachera mística
acontece en el “interior de la bodega”. El corazón, donde la experiencia
de conocimiento de amor se da en la pérdida total de la voluntad. La expresión
también enfatiza el carácter íntimo y privado en que dicha experiencia tiene
lugar, “en que el alma debe recogerse para conocerse y cobrar conciencia de
sí”.
Cuanto más el alma queda desnuda más tendrá capacidad de entrar en lo Profundo. Cuanto más la memoria se desposee, tanto más tiene de esperanza, y cuanto más de esperanza tiene, tanto más tiene de unión de Dios; porque acerca de Dios, cuanto más espera el alma, tanto más alcanza. Y entonces espera más cuando se desposee más; y cuando se hubiere desposeído perfectamente, perfectamente quedará con la posesión de Dios en unión divina. Mas hay muchos que no quieren carecer de la dulzura y sabor de la memoria en las noticias, y por eso no vienen a la suma posesión y entera dulzura; porque el que no renuncia todo lo que posee, no puede ser su discípulo (Lc. 14, 33).
IV LA BUSQUEDA DEL AMOR
Espera en Dios que volverás a alabarlo (Sal 41,
6)
La vida espiritual es un arte que se aprende gracias a
buenos maestros. Además de la experiencia de los grandes místicos como San
Bernardo o San Juan de la Cruz quisiera traer a colación la experiencia de
Maria Magdalena porque puede ayudarnos a volver a los fundamentos de la vida
creyente. Vamos a hacer una breve lectura cristológica tomando el pasaje donde
se nos narra el encuentro de Jesús Resucitado (Jn 20, 1-2; 11-18). No olvidemos
que la finalidad de la oración es el encuentro gozoso con el Resucitado.
a. Purificación del amor, del deseo
Lo busqué en la noche lo encontré al amanecer del primer día.
Mientras dure la vida estamos en búsqueda en camino. Mientras estamos en camino
se alternan armonía y discordancia encuentros y desencuentros, presencias y
ausencias, consistencias e inconsistencias, gracia y pecado. La noche, la
prueba, la dificultad es tiempo de purificación de nuestros deseos, nuestras
motivaciones. El Señor aparece y desaparece.
El amor pide estabilidad, arraigarse, permanencia,
permaneced en lo que permanece. El Señor aparece cuando desaparece todo lo
fútil y pasajero buscaba a Jesús entre los muertos y lo encontró resucitado.
b Unificación y orientación del deseo
Unos mensajeros le salen al paso que buscas porque lloras.
¿que andas buscando? ¿Hacia donde se dirige tus deseos?
Pasar del que buscas al a quien
buscas. No me envíes más mensajeros que no saben decirme lo que quiero.
Quién ha dado con el Señor queda herido, enfermo de amor no sabe ni quiere
vivir sin el, gime y llora su ausencia
La permanencia en el silencio, la escucha es la antesala del
encuentro. Confía en el Señor y el se manifestará. Espera en Dios y volverás a
alabarlo.
La vida se unifica del encuentro personal y amoroso con el
viviente, el Resucitado. Es donde se da el verdadero paso de la muerte a la
vida.
c Proyección del amor, del deseo
No me retengas, ve a mis hermanos, allí me encontraras.
Jesús le abre a una nueva presencia corre sin dilación a anunciar a tus
hermanos. Ella se convierte en la primera testigo para dar el primer testimonio
de la Resurrección del Señor. Magdalena, alas te dio el amor,
haznos audaces en el amor para irradiar la luz serena de la
Pascua del Señor.
Enseñanos a entrar en aquel lugar admirable donde tu habitas
para que nos gocemos juntos de tus consuelos (Guillermo de Saint Thierry,
exposición sobre el Cantar de los Cantares)
El Cantar nos lleva a una lectura cristológica. Jesús nos da
a conocer En su Monte Santo, allí fue amamantada la esposa por el pecho del
esposo y perfumada con el ungüento del Espíritu. Alli fue revelado el nombre
del Esposo y el misterio de su nombre.
V UNA REFLEXION PARA NOSOTROS HOY
Últimamente se viene hablando de todo una crisis epocal.
Pero no hemos de quedarnos en una visión negativa. Lo que vemos como
negatividad puede transformarse como oportunidad, como un tiempo de gracia, de Kairos.
Se trata de una verdadera metamorfosis, transformación. Conviene estar muy
atentos a cómo nos condiciona toda esta situación y abrirnos a un cambio de
orientación, del corazón. Detrás de los acontecimientos de nuestra historia a
nivel colectivo y personal, a la par de los penosos síntomas hay Alguien que la
guía y la encamina hacia un final y destino feliz. Hemos de sabes contemplar,
interpretar y discernir los signos de los tiempos. No se trata de ser un
ingenuo optimista sino un creyente que confía en Dios y que espera que los
pequeños intentos y realizaciones por construir un mundo mas justo, humano y
fraterno un día germinen en la realización de un mundo nuevo.
a. Un mundo en cambio
Estamos atravesando un cambio de época axial. La primera
mitad del S. XX supuso uno de los más crueles momentos de la historia humana. El
mundo conoció el conflicto más mortífero de la historia de la humanidad (se
estima que hubo 60 millones de muertos). A partir de las dos guerras mundiales
la fraternidad quedó quebrada y se formaron bloques antagónicos. Se tardó
tiempo en recobra la paz y la concordia en pueblos que quedaron devastados. Después
de tanto dolor acumulado la humanidad se encamino hacia una nueva alborada. Asistimos
a un cambio profundo que nos ha introducido en una nueva época cualitativamente
distinta marcada por la revolución tecnológica con avances nunca vistos la revolución
digital, la inteligencia artificial (multiplicidad de herramientas digitales
como el ChatGPT y el DeepSeek). Los avances tecnológicos parecen querer controlarlo
todo sin límites (todo está permitido). Las falsas ideologías están apoderándose
del mundo. Se quiere dominar el mundo bajo intereses partidistas, egoístas e
inmorales poniendo la técnica por encima de las personas y de sus intereses más
legítimos (la dignidad de la persona y el bien común).
b. Un mundo herido
Hoy nos encontramos ante un mundo fragmentado. Vivimos en un
tiempo revuelto, agresivo, en plena convulsión. Vivimos en un mundo
atropelladamente donde a menudo pisoteamos al otro pasando por encima de su
situación de indigencia. Hemos levantado demasiados muros y marginado sectores
de la sociedad donde cada vez son más los que quedan descartados bajo regímenes
de pobreza y desigualdad. Asistimos a toda clase de violencia, agresión
violación de los derechos humanos. Los avances tecnológicos y científicos no
han ido de la par de un desarrollo integral de los pueblos. Se producen graves
escisiones por la fragmentación económica y social. Los cambios cada vez más
acelerados que conlleva la globalización y la revolución digital han roto con
la historia y la tradición de los pueblos, han transformado nuestro modo de
vivir y relacionarnos. Se busca un nuevo orden social. Vivimos una generación
huérfana y desarraigada donde se han roto los vínculos vitales de los padres,
la familia, la comunidad. Nuestro mundo está carente de humanidad. Nuestra
humanidad está perdiendo el corazón.
c. Un hombre herido
Somos hijos de nuestro tiempo, agentes y víctimas de la
situación que vivimos. Como consecuencia de ser parte de nuestro mundo herido
asistimos a un hombre herido. Un hombre sin raíces, desarraigado, desconectado
en crisis. Crisis de identidad, de sentido que se siente incomprendido que se
experimenta el vacío, la soledad. Un hombre desmotivado en medio de un
cansancio vital que le llena de confusión, insatisfacción, frustración,
tristeza, apatía. Un hombre desesperanzado que fácilmente cae en el fatalismo,
la depresión. Se percata que las cosas no pueden seguir siendo como son, pero
no ve solución ni alternativa. Se experimenta falto de valores y motivaciones,
de fe y de esperanza. En definitiva falto y herido de amor.
d. La sanación interior
No es fácil convivir con esas rupturas que desgarran el
corazón y destrozan y desfiguran el rostro del hombre. Todos nos sentimos
heridos, estigmatizados, condenados. Todos nos sentimos rotos, heridos,
divididos. Vivimos enajenados con una profunda escisión en nuestra existencia y
precisamos de una unificación interior desde el centro vital del corazón. Necesitamos
de la sanación interior del corazón. La situación de vulnerabilidad nos hace
seres indigentes, necesitados de sanación, de salvación. El camino de sanación
y liberación debe iniciarse desde el interior. Se necesita salir de la tierra
de esclavitud y la confusión a la tierra de la libertad, la luz y la esperanza.
La verdadera crisis tiene su raíz en una crisis de fe, crisis de sentido,
crisis de Dios. Hemos de atrevernos a abrir nuestras heridas al único que es
capaz de curarlas. Tener el coraje de presentarnos desnudos, sin corazas ni
ropajes, presentarle nuestros temores, heridas inquietudes y temores con total
confianza.
e. El viene para curar las heridas
¿Quién podrá sanarnos de nuestra alienación, esclavitud,
ansiedad, soledad? Necesitamos el encuentro personal con el Dios vivo. Ninguna
institución o ideología es capaz de sanar el corazón. Ningún programa o
conducta o norma exterior nos dicta cómo debemos pensar y qué debemos hacer. No
basta una imagen de Dios autoritario por fuera que nos dicta normas desde
arriba necesitamos dar con el Dios vivo que viene a nuestra indigencia y actúa
desde dentro, que nos conoce, acoge y ama como un padre compasivo y misericordioso.
VI EL SENDERO DE LA SANACIÓN INTERIOR
a.
La vida la vivimos en constante cambio y
transformación
Enfermedad viene de la palabra infirme, falta de
estabilidad. Buscamos estabilidad, equilibrio, vivir sin perplejidad, sin
cambios, sin sobresaltos; pero la realidad es que experimentamos es
inestabilidad, tensión, desequilibrio. La estabilidad no existe de modo pleno,
somos seres en constante cambio y transformación.
La realidad no es un cuadro estático sino inestable,
dinámica, cambiante. Desde una mirada de fe la vida está sometida a constante
cambio, transformación, conversión. No es un acontecimiento estático sino
pascual de muerte y resurrección. Hay que aprender a vivir en medio de esta
inestabilidad, hay que saber empezar de nuevo muchas veces.
Lo peor es estancarse, aislarse cuando nos sentimos
bloqueados en un callejón sin salida. Hay que aprender a abrirse. Tenemos a
quien acudir, quien ha recorrido el camino de ser hombre antes que yo y tomarle
como compañero y guía. En el camino de sanación interior se requiere acudir al
sanador herido es capaz de curarnos.
b. La sanación interior
La vida es multifacética, podemos hablar de curación física,
psíquica, afectiva, espiritual. Todas las dimensiones están conectadas. No
somos un conjunto de secciones heterogéneas, sino una unidad.
Debe haber una dimensión unificadora que me permita ser yo
mismo y no dispersarme. ¿Qué es lo que une las piezas del puzle de mi vida
?¿Dónde hallo mi unidad? ¿Qué es lo que confiere valor a todo lo que vivo?
El Papa Francisco en su Carta Encíclica Dilexit nos,
habla que debemos recuperar la centralidad del corazón. Volvamos al corazón. El
hombre contemporáneo a menudo se experimenta disperso, trastornado, dividido
por perder el corazón. Es en el corazón donde el ser humano hace síntesis, donde
halla su centro, el lugar de nuestras pulsiones, pasiones, potencias, donde
tiene lugar la toma de decisiones (v. 9)
c. Sanar el corazón, el núcleo de la existencia humana
El centro de nuestra existencia es el amor. ¿De qué me sirve
hablar lenguas, comunicar mensajes, escudriñar los secretos de la ciencia?...
sin el amor nada soy, si me falta el amor, de nada me aprovecha (1 Co 13, 1-3).
Si tratamos de sanación lo más importante es la sanación del
corazón. Necesitamos aprender a amar. Lo que nos hace sufrir es no amar. Solo
el amor verdadero da la verdadera felicidad. La curación más profunda es la del
corazón. El estado de salud del amor humano es la clave de la plenitud o
fracaso de la vida. Nuestro único problema es el amor y nuestra solución es el
amor. Todo depende del amor. si no hay amor en nuestro corazón nos
experimentaremos solos, insatisfechos, frustrados.
Por eso necesitamos prestar atención a nuestras debilidades
y fragilidades afectivas porque son vulnerabilidades que afectan al corazón.
Hay mucha vida que permanece inmadura, incompleta porque no ha desarrollado el
amor. Gente infeliz que no se recupera, que sufre y hace sufrir. Fértiles
potencialmente en el cuerpo pero estériles en el corazón. Gente que se ha
quedado estancada en su etapa infantil quedado encapsulada con rasgos
infantiles sin ser capaces de pasar a la edad adulta. Gente angustiada o fracasada
que ni siquiera trata de vivir porque quizás nadie ha depositado en ellos la
confianza, o que por los errores cometidos se auto condenan y marginan por su
incapacidad de contemplarse con bondad.
Descubrir nuestras heridas relacionales que afectan a
nuestra afectividad y nuestra identidad. Son lugares tortuosos que nos hacen
sentir torpes, temerosos, tímidos, bloqueados, esquivos, decepcionados o
injustificadamente agresivos, posesivos, violentos, consumidos por el odio o el
rencor.
d. Acudir al sanador herido
Sanar el corazón humano es un desafío enorme. Solo él es
capaz de amar con un amor infinito. No bastan las recetas, una serie de reglas,
hace falta mucho más. Dios nos envió a su Hijo par que haciéndose hombre
cargara con mis debilidades y someterse a la muerte de Cruz.
El me ama con un corazón no solo divino sino humano
conocedor de mis debilidades. El me acoge desde lo que soy, a pesar de mis
incoherencias e infidelidades. De su corazón herido nos da la medicina capaz de
curarnos y fortalecernos. De su costado brotó agua y sangre (Jn 19, 34). El
agua vivifica y purifica, la sangre vivifica y fortalece. La sangre es la vida,
el principio vital. Necesitamos de esta medicina. Solo su amor nos cura, nos
salva, nos transforma.
Tu enfermedad no es de muerte es para que se manifieste el poder de Dios (Jn 11, 4). El sanador que nos cura es aquel que da su vida por nosotros. Nos cura con amor, a base de amor. Solo él tiene el poder de transformar la muerte en un paso, un salto a la vida, solo él tiene poder de hacer renacer la vida allí donde nosotros la hemos perdido. No tengamos miedo de abrir nuestro corazón herido. Abrir todas esas heridas relacionales que afectan al mundo de la afectividad y a nuestra propia identidad de los que tantas veces sentimos vergüenza por nuestra inmadurez. Lugares oscuros, ciegos, contradictorios que nos humillan y nos hacen sentir infirmes e inseguros. Para descubrir la belleza interior necesitamos la mirada de alguien que nos conoce y nos ama. La verdad y el amor son los fundamentos de la misericordia divina. El amor sin verdad cae en puro sentimentalismo.
VII UN SENDERO A RECORRER
a. El camino de sanación supone un viaje
La enfermedad (in firmus), la percepción de nuestra
vulnerabilidad, fragilidad, límite, no es negación, privación sino un salto
cualitativo y puerta a una nueva vida (ascesis). Hasta donde yo pueda
sufriré pero está abierta una puerta la ascensión que me permite ganar
en libertad interior. No tratemos de especular, no tratemos de encontrar fácil
y rápidamente recetas mágicas, emprendamos un camino un poco mas lento y quizás
doloroso. El primer eslabón del camino supone la escucha. El cuerpo y el
corazón nos envían constantes mensajes. Se precisa escuchar antes que nada al
propio cuerpo, nuestras emociones, nuestros sentimientos. Hay que escuchar los
dolores, no podemos banalizarlos sino examinarlos. ¿porqué me siento mal? ¿de
donde arranca mi malestar?
Tampoco hemos de pecar de un excesivo realismo tratando de
absolutizar mi problema. Yo soy más que mi problema. El verdadero amor no me
deja como estoy me ayuda a ir más allá. Dios sabe quien soy más allá de mis
capas. No se equivocó al crearme. El problema es que muchas veces desconocemos
quienes somos En mis comportamientos destructivos yo no soy yo mismo, me estoy
traicionando a mí mismo.
b. Vencer el obstáculo del miedo
¿Qué culpa esconden la timidez, la vergüenza, la falta de
libertad, la cerrazón, la posesividad, las adicciones, los apetitos
desordenados, la frialdad de corazón? Descubriremos que detrás de todo
encontraremos una incapacidad de amar, de ser lo que realmente somos que se
encubre con una pulsión del alma, el miedo.
El miedo es ese látigo que golpea en el interior, nos hace
sentir a disgusto con nosotros mismos y distorsiona los comportamientos, no
hace agresivos o buscar compensaciones o gratificaciones que alivien nuestras
compulsiones. El síntoma de una enfermedad más profunda la incapacidad de amar,
lo que extingue o lesiona el amor en nuestro corazón.
Miedo a causar una decepción, a perder el control, a no ser
perfecto, a no ser importante, a sufrir. Vivimos bajo el látigo de un ego
triunfante que no quiere decepcionar a nadie tratando de ocultar mi propia
inconsistencia. No hemos de dejar que el miedo se instale y me invada el
corazón. (parálisis del corazón) El miedo distorsiona nuestra mejor versión,
nos aisla y nos enajena. El miedo genera una visión y concepción equivocada de
nosotros mismos lo que genera una gran degeneración y ruina.
¿a dónde te escondiste?¿qué se esconde por debajo de
nuestra inseguridad, timidez, vergüenza, violencia, posesividad, adicciones,
apetitos desordenados, comportamientos compulsivos, masoquismo, desprecio de
uno mismos? Somos seres necesitados de autoafirmación, valoración, reconocimiento,
estima, amor.
c. Nosotros estábamos muertos y hemos vuelto a la vida
Yo no puedo liberarme ni salvarme solo. La conversión y
liberación del corazón son la oportunidad que florezca el bien que se esconde
decadente en el fondo del corazón. Detrás de toda enfermedad hay un ser
vulnerable, indigente, decadente. Las enfermedades, debilidades, los errores,
los fracasos son oportunidades para ver florecer la vida. Allí donde pensábamos
que íbamos a encontrar nuestra condenación hallamos una nueva vida generada por
el perdón. No hay otra forma de renacer. Somos fruto de la misericordia de
Dios. Cristo es más fuerte que nuestros pecados. Él no hace recuento de
nuestros errores, sino que hace de nuestros pecados ella apertura a una nueva
vida. Nuestra vida no está destinada a la muerte sino a florecer para la
Resurrección. Tenemos una meta que no es sino un definitivo encuentro. Dios es
quien nos cura y libera pero debe tener una pista de aterrizaje y esta pista es
nuestro grito. Desde lo hondo a ti clamo, Señor ven en mi auxilio.
d. La terapia de la sanación del corazón
La sanación interior empieza con la escucha. El problema de
la incredulidad viene de la cerrazón. Los discípulos después de la muerte de
Jesús quedaron atemorizados, paralizados, ciegos, no le reconocían. Dios
permanece oculto detrás de la oscuridad de la noche. ¿También vosotros queréis
dejarme? Señor solo tú tienes palabras de vida eterna. Nuestras
pusilanimidades, justificaciones, mentiras se rompen contra la roca firme de su
Palabra. Su Palabra es portadora de vida, cumple lo que hace. Ante la joven
muerta talitha kumi, despierta, se levanta; ante Lázaro sepultado bajo
la losa, sal fuera, sale. Dios pronuncia su definitiva palabra en la
Resurrección de su Hijo que había muerto y sepultado por nuestros pecados. Dios
es más fuerte que nuestra percepción, tu miedo, tu esclavitud, tu pecado. Es lo
que da luz y explica toda la obra del Padre.
e.
La sanación interior del corazón precisa
de saber abrirle el corazón
Todo se juega en el encuentro personal, en crecer en esa
relación personal con Dios en Cristo. La oración como trato personal es el hilo
primordial de todo el proceso. Volvamos al Cantar de los Cantares en el que el
amado habla a la amada; (CC 2, 8-14): «¡Una voz!... ¡Es mi amor! He
aquí que ya llega saltando por los montes, brincando por los collados» (CC
2,8). «¡Una voz!». ¿Cómo empieza Dios con nosotros? Por el oído. El
amado llega «saltando por los montes, brincando por los collados». La
vida tiene muchas dificultades sin resolver, hay una montaña que me separa de
Dios, que me separa de los demás. Dios sabe cómo saltar por encima de esa
montaña: Dios sabe salvar ese barranco que me separa de los demás.
«Semejante es mi amor a una gacela, a un ágil cervatillo» (CC 2,9). «Vedlo aquí
ya apostado detrás de nuestra cerca. Mira por las ventanas, espía por las
celosías» (CC 2, 9b). Vivimos en una prisión y Él ha venido y la mira a
través de la reja. La amada ve que se acerca el amado. Él bajó del cielo, saltó
los barrancos, los collados, los montes que nos separaban de Dios y vino
precisamente a donde estaba ella. ¿Quién se implicó más? Él. Y ella estaba
aprisionada dentro de su enfermedad. «¡Levántate!», dice el amado. ¡Estoy
aquí! ¿Me acoges? Hemos de entender qué significa levantarse. ¿Levantarse
de dónde? De la desesperación, de la tristeza, de la resignación, del pecado,
de las equivocaciones. Elevar el espíritu que está por tierra. Algunos viven
encogidos, encerrados. El Esposo dice: ¡Levántate! Cuántas veces tenemos
que sacudirnos la desesperación. Porque si nos quedamos atrapados ahí, si no
nos movemos, ¡no podemos hacer nada! Cuántas veces tendrá el amado que decirnos
cosas hermosas (CC 2, 11–13a) para volver de nuevo a repetirnos: «¡Levántate,
amor mío; hermosa mía, ven!» (CC 2,13 b). Sentir la mirada amorosa del
amado que dice: «¡qué hermosa eres!», como la mirada complacida de una madre a
su hijo, la mirada orgullosa de un padre a su hijo, la mirada de admiración de
un amigo que te mira con aprecio. ¡Esa mirada cura! Cuando alguien te mira como
algo precioso, eso te pone en pie. «¡Hermosa mía. Paloma mía!».
Permíteme que te lo diga. En cierto modo tengo que volver con mucha frecuencia
a creer esto, a dejar que el Señor me lo diga. Porque el amado quiere una cosa:
«Paloma mía, en las grietas de las peñas, en escarpados escondrijos,
muéstrame tu rostro, déjame oír tu voz, porque tu voz es dulce y tu rostro
encantador» (CC 2, 14). La amada está atrapada en la tierra, escondida en la
roca, pero el amado desea ver su rostro. Porque su rostro es encantador. Cristo
quiere ver el rostro de su amada. Quiere decirle algo, y porque quiere escuchar
su voz. El Señor desea ver nuestro rostro, porque conoce su belleza y quiere
sacar a relucir la belleza perdida de cada uno de nosotros. Porque ha venido
precisamente por esa belleza, ha cruzado barrancos y montañas, ha salvado el
abismo que había entre nosotros y El, y nos busca en nuestros pozos, en
nuestros escondites, en los peñascos. Hemos escondido nuestro rostro, pero el
Señor sabe que somos bellos. Pero tenemos que salir de la oscuridad y abrirnos
a su presencia. Cristo nos invita a no dar crédito a nuestro miedo, nuestra
vergüenza (vestigio del miedo), salir de nuestros escondrijos porque quiere ver
nuestro rostro, escuchar nuestra voz. Ella tiene que abrirse y dar el paso de
abrirle de par en par las puertas de su corazón. (Fabio Rosini, El arte de la sanación, p. 182-184)
f. La confianza de sentirnos incondicionalmente amados
Nos experimentamos curados cuando somos amados por un amor
sin condiciones. Un amor incondicional que nos ama por lo que somos y no por lo
que hacemos. No es por nuestros méritos que nos salvamos sino por su amor
incondicional e inmerecido. Habiéndonos amado, nos amó hasta el fin
entregándose por nosotros. Para ofrecerme esta nueva vida tenía que pasar por
la muerte. Sólo con un cuerpo llagado, herido de amor, y resucitado podía
abrirnos a todos las puertas de la salvación. Yo no puedo salvarme por mí mismo
ni de perdonarme a mí mismo pero puedo pedir ser salvado y perdonado
acogiéndome a la misericordia de Dios. no puedo amar como Cristo, pero puedo
pedirle que me ame y que muestre en mí el poder de su amor. La verdadera
sanación empieza por dejarse amar. Parece poca cosa, pero ese acto de confianza
es más poderoso de lo que creemos. Parece algo sencillo, pero implica un cambio
de paradigma, de orientación de toda nuestra existencia. No vivimos para
nosotros sino para Él que nos ha amado primero. Es un dinamismo nuevo el que
empieza a desencadenarse en nosotros. No me apoyo en mi mismo sino él. Vivimos
de amor, con amor y por amor (Con Cristo, por él y en él)
g. El sanador herido
El Señor que inicia en su Encarnación todo un abajamiento (Kenosis, Anábasis) tiene un camino de re retorno (Anástesis. Ascensión) que nos eleva hacia Él. Se abaja a besar nuestras heridas con su misericordia y a levantarnos hacia el Padre. El se aparece después de su Resurrección con las manos y costado traspasado. Sus heridas han sido transfiguradas e irradian luminosas convertidas en fuente de sanación. Jesús como cordero degollado reina y vive y da sentido a la historia de pecado para convertirla en historia de salvación. Revestido de poder nos muestra que su poder está en el amor. Es el amor lo que le movió a salir a nuestro encuentro, a perdonarnos hasta ofrecerse por nuestros pecados para que tuviéramos nueva vida.
VIII UNA NUEVA VIDA EN CRISTO, CON CRISTO
a. Los signos de la vida nueva, la gratitud, la confianza
y la fraternidad
La sanación es entrar en una lectura agradecida de la vida.
Ascender a la cima de la gratitud y desde allí contemplarlo todo. El arte de la
gratuidad ahuyenta la oscuridad de nuestro corazón. Más allá del pecado está el
amor, la misericordia. Donde fue grande el pecado más abundante fue la
misericordia. Se trata de pasar de la esclavitud al don de la filiación, vivir
como hijos como hermanos. Queremos remarcar el sentido del don porque es algo
que recibimos de Dios y que nadie excepto él puede darnos. Sin menospreciar las
terapias (psico dinámicas) están son siempre una ayuda pero sin la fuerza de
sanación del corazón. No se trata de aprender técnicas (ajuste de carácter o
una mera estructura afectiva) o una doctrina nueva, de adiestrarse en
ejercicios ni remedios superficiales (de sentimientos positivos de relajación).
No hay médico que pueda curarme de mis heridas más profundas. Se trata de otra
cosa, de nacer de lo alto (Jn 3, 2-6). Lo que profundamente necesitamos no es
esforzarnos por ser mejores o más coherentes sino dejarnos moldear por Dios.
Darle permiso a Dios para interactuar en nosotros, con nosotros y a través de
nosotros. No se trata de un camino de perfección a fuerza de puños y
voluntarismo (neo pelagianismo). No se trata de hacernos fuertes sino de
ser tan débil que no podamos ni queramos valernos por nosotros mismos. Tu amor
y tu gracia y eso me basta. Necesitamos nacer de nuevo. Nuestras incoherencias
afectivas no puedo resolverlas por mí mismo. Necesito ser regenerados por su
gracia. La vida nueva en el Espíritu no viene de la carne ni de la sangre ni
por deseo de hombre sino de Dios. (Jn 1, 13)
b.
Levantarse y ponerse a caminar.
No podemos quedarnos tumbados anestesiados, es preciso
levantarnos y ponernos en camino. No podemos quedarnos angustiados. Angustia
viene de anxus, ángulo estrecho. La sensación de encontrarnos en un
callejón sin salida. Lo que nos pone en movimiento es un acto de fe. Levántate,
tu fe te ha salvado. La fe nos hace levantar de nuestra postración para
sentirnos apoyados. La idea de caminar no está privada de sobresaltos y
dificultades que surgen en el camino. La salud interior no es ausencia de
problemas. La vida sin problemas es un sueño irreal. En el mundo tendréis
dificultades pero ánimo yo he vencido al mundo (Jn 16, 33). No cambia el
exterior sino el interior la forma en afrontar la dificultad. No perder la fe,
vivirlo la contrariedad de forma edificante. Saber convivir sereno contando con
nuestras limitaciones. Aprender a afrontar las contradicciones y obstáculos sin
quedarnos sin respiración sino sabiéndolos vivir con fe y confianza. En todos
los acontecimientos por duros que nos resulten hay un camino hacia el Padre.
c.
El arte de la sanación
La vida espiritual non es algo estático es una realidad
cambiante, en proceso, en camino. No hay nadie perfectamente sano. La salud no
es carecer de enfermedades. Curar no se consigue de un momento, es una
continuidad, es un arte. A veces las recaídas son peores que las enfermedades.
Hemos de aprender a levantarnos una y otra vez y a convivir serenamente con
nuestras taras y nuestras incapacidades. El arte de sanar supone aprender a
caminar en paz lidiando con las enfermedades. La idea de una vida perfecta sin
debilidades ni fragilidad es una utopía. Somos criaturas, seres contingentes
marcados por la debilidad. Pero nuestra indigencia es posibilidad de abrirnos
necesitados a la trascendencia. Hay miedos buenos que nos dan esa sabiduría
interior para aprender de nuestros errores y sobre todo que nos recuerdan
nuestras aperturas a Dios. esta sabiduría interior que nos mueve a liberarnos
de los engaños y seducciones del corazón para abandonando el camino de la
necedad caminemos por el sendero de la fe. No hemos de desviarnos por el camino
de la falsedad. Hemos de aprender el arte del discernimiento. Lo que marca
nuestra vida son nuestras decisiones, las opciones por una vida en conversión.
Permanecer humildes dejándonos ayudar. Afrontar nuestras equivocaciones y
volverse a levantar. Cada día retomar el camino, despertarme con la invocación
Señor mío ven en mi auxilio. Despertarse como la esposa del Cantar y ponerse el
vestido de la humildad y la gratitud.
d.
La fraternidad centro de acogida
Dios nos da hermanos para caminar. Cuando la niña, hija de
Jairo, es devuelta a la vida se la devuelve a sus padres y les dice que
cuidasen de ella y le dieran de comer (Mc 5, 43)
La parábola del hijo prodigo cuenta la alegría del Padre
cuando recibe al hijo que se había perdido. Le devuelve el anillo, las
sandalias y la túnica y prepara una fiesta con un gran banquete (Lc 15, 11-24).
Despertarse, levantarse y volver a la casa paterna conlleva recobrar su
dignidad de hijo. No somos cautivos entre cadenas sino revestidos de Cristo
llamados a la libertad. Somos rescatados por pura gracia para vivir en el amor,
en la luz, no bajo el régimen del temor en la oscuridad. Para ser libres nos
liberó Cristo (Ga 5, 1). La parábola del buen samaritano El samaritano se
conmovió, curo las heridas del que estaba tendido en el camino lo cargó en su
cabalgadura y lo llevó a una posada para que lo atendieran hasta reponerse. (Lc
10, 30-35) La Iglesia necesita convertirse en un hospital (hospicio),
hospedería de peregrinos convalecientes donde las personas son cuidadas para
restablecerse y no caer de nuevo en la enfermedad. Muchas fueron las ordenes
religiosas hospitalarios, mercenarios, trinitarios, camilos, hermanitas de la
caridad, que abrieron centros de acogida para los más enfermos y vulnerables.
San Felipe Neri creó la Casa de convalecientes, lugar donde ingresaban las personas
más vulnerables para no recaer en la enfermedad.
e.
La comunidad para aprender a vivir unas
relaciones nuevas
El hombre es esencialmente un ser relacional y comunitario. La
comunidad es lugar de fiesta y de perdón. La comunidad es sobre todo una nueva
familia que es cuna de vida y casa de acogida y esperanza. La comunidad es
lugar de reconciliación de misericordia y de concordia, de integración,
unificación, comunión. Comunión de santos y pecadores. El camino de santidad no
es un camino que realizamos solos sino en comunidad. “Fue voluntad de Dios el
santificar y salvar a los hombres, no aisladamente, sin conexión alguna de unos
con otros, sino constituyendo un pueblo, que le confesara en verdad y le
sirviera santamente”. (Lumen Gentium 9) lo que hace al hombre semejante a
Dios es su capacidad de amar. La comunidad es el lugar donde aprendemos a amar.
La santificación esta en superar las divisiones y esto solo se aprende en
comunión fraterna.
IX UNA NUEVA VIDA SEGÚN EL NUEVO ORDEN DEL HOMBRE NUEVO
a. Un cambio de época como una oportunidad de un nuevo cambio
El Concilio Vaticano II supuso el acontecimiento más importante de los últimos siglos. La Iglesia se hizo consciente de los nuevos cambios de esta nueva época y trató de responder a los nuevos desafíos. No podemos perder la lucidez de situarnos en el momento actual. El mundo está necesitado de una auténtica paz producto de la justicia que alcance a todos los pueblos para el desarrollo de un bienestar universal. Ante lo que ha venido a denominarse una tercera guerra mundial solapada (los conflictos en Oriente Medio, Gaza, Ucrania, Irán, Pakistán, Venezuela, Nicaragua y tantos países olvidades de África) somos llamados frente al racismo, la violencia, la guerra, a restablecer la paz creando puentes de diálogo y venciendo la confrontación y crispación que estamos viviendo.
El Papa Francisco siguiendo el legado del Vaticano II y atendiendo a los signos de los tiempos, despierta la conciencia de este cambio de época eclesial. Alienta a la Iglesia a responder con una mirada esperanzada a los nuevos desafíos llamando a toda la Iglesia a una conversión interior que conlleve una conversión pastoral y una nueva evangelización. Ofrecer puentes de diálogo interreligioso promoviendo la paz y el bien común. Ofrecer una renovación eclesial mediante la sinodalidad (bajo tres ejes: comunión, participación, misión). Responde a una espiritualidad de comunión, en nuestra forma de entendernos, comprendernos de vivir, de actuar, de misionar debemos de caminar juntos.
b. Un nuevo tiempo de Kairós, un nuevo amanecer, un nuevo Pentecostés
En este año Jubilar se nos invita a mantener una mirada de
esperanza y a caminar juntos abriendo caminos nuevos que favorezcan la paz y la
unidad. Ponemos nuestra esperanza en Cristo Resucitado que confía a sus
discípulos su misma misión. Jesús está vivo y presente entre nosotros guiando
la historia y encaminándola al Reino definitivo. Las primeras palabras son la
paz esté con vosotros (Jn 20, 21) El centro de nuestra fe y el corazón de
nuestra esperanza se encuentran profundamente enraizados en la resurrección de
Cristo.
c. Cuando están heridos, paralizados, dispersos y desesperanzados
Cuando nos recuperamos de un trauma causado por los demás, a
menudo la primera reacción es la rabia, el deseo de hacer pagar a alguien lo
que hemos sufrido. El Resucitado no actúa de este modo. Cuando emerge de los
abismos de la muerte, Jesús no se toma ninguna venganza. No regresa con gestos
de potencia, sino que manifiesta con mansedumbre la alegría de un amor más
grande que cualquier herida y más fuerte que cualquier traición.
El Resucitado no siente la necesidad de reiterar o afirmar
su propia superioridad. Él se aparece a sus discípulos y lo hace con extrema
discreción, sin forzar los tiempos de su capacidad de acoger. Su único deseo es
volver a estar en comunión con ellos, ayudándolos a superar el sentimiento de
culpa. Lo vemos muy bien en el cenáculo, donde el Señor se aparece a sus amigos
aprisionados por el miedo. Es un momento que expresa una fuerza extraordinaria:
Jesús, después de haber descendido a los abismos de la muerte para liberar a
quienes allí estaban prisioneros, entra en la habitación cerrada de quienes
están paralizados por el miedo, llevándoles un don que ninguno hubiera osado
esperar: la paz.
c. El sanador herido curando sus heridas mostrando las
suyas
Sus primeras palabras les levanta el ánimo: «¡Paz a
vosotros!» (Jn 20, 19). Su saludo va acompañado de un gesto tan bello que
resulta casi inapropiado: Jesús muestra a los discípulos las manos y el costado
con los signos de la pasión. ¿Por qué exhibir sus heridas precisamente ante
quienes, en aquellas horas dramáticas, lo renegaron y lo abandonaron? ¿Por qué
no esconder aquellos signos de dolor y evitar que se reabra la herida de la
vergüenza? Al ver al Señor, los discípulos se llenaron de alegría (cf. Jn 20,
20). El motivo es profundo: Jesús está ya plenamente reconciliado con todo lo
que ha sufrido. No guarda ningún rencor. Las heridas no sirven para reprender,
sino para confirmar un amor más fuerte que cualquier infidelidad. Son la prueba
de que, precisamente en el momento en que hemos fallado, Dios no se ha echado
atrás. No ha renunciado a nosotros.
d. El sanador desarmado
Así, el Señor se muestra desnudo y desarmado. No exige, no
chantajea. Su amor no humilla; es la paz de quien ha sufrido por amor y ahora
finalmente puede afirmar que ha valido la pena. Nosotros, en cambio, a menudo
ocultamos nuestras heridas por orgullo o por el temor de parecer débiles.
Decimos “no importa”, “ya ha pasado todo”, pero no estamos realmente en paz con
las traiciones que nos han herido. A veces preferimos esconder nuestro esfuerzo
por perdonar para no parecer vulnerables y no correr el riesgo de sufrir de
nuevo. Jesús no. Él ofrece sus llagas como garantía de perdón. Y muestra que la
resurrección no es la cancelación del pasado, sino su transfiguración en una
esperanza de misericordia.
Luego, el Señor repite: «¡Paz a vosotros!». Y añade: «Como
el Padre me ha enviado, así también os envío yo» (v. 21). Con estas palabras,
confía a los apóstoles una tarea que no es tanto un poder como una
responsabilidad: ser instrumentos de reconciliación en el mundo. Es como si
dijese: «¿Quién podrá anunciar el Rostro misericordioso del Padre sino
vosotros, que habéis experimentado el fracaso y el perdón?».
e. Recibid el Espíritu
Jesús sopla sobre ellos y les dona el Espíritu Santo (v.
22). Es el mismo Espíritu que lo ha sostenido en la obediencia al Padre y en el
amor hasta la cruz. Desde ese momento, los apóstoles ya no podrán callar lo que
han visto y oído: que Dios perdona, levanta, restaura la confianza. El centro
de la misión de la Iglesia no consiste en administrar un poder sobre los demás,
sino en comunicar la alegría de quien ha sido amado precisamente cuando no se
lo merecía. Es la fuerza que ha hecho nacer y crecer la comunidad cristiana:
hombres y mujeres que han descubierto la belleza de volver a la vida para poder
donarla a los demás.
También nosotros somos enviados después de haber sido perdonados y confortados. El Señor también nos enseña sus heridas y dice: Paz a vosotros. No tengáis miedo de mostrar vuestras heridas sanadas por la misericordia. No temáis aproximaros a quien está encerrado en el miedo o en el sentimiento de culpa. Él derrama su Espíritu para hacernos a nosotros testigos de esta paz y de este amor más fuertes que toda derrota.
ORACIONES DEL MES DE MAYO:
DIA 1: ESCUCHAME
CC 1, 5-6; 2,1 : desearía yacer a la sombra del
manzano, | pues su fruto me es dulce al paladar… recostadme a su sombra, porque
estoy enferma de amor. 1En mi lecho, por la noche, buscaba al
amor de mi alma; lo buscaba, y no lo encontraba.
Lc 9, 39: María escogió la mejor parte, estaba
sentada junto al Señor escuchando sus palabras
Sal 1: Dichoso
el hombre que se acoge a él. Aunque
crezcan sus años seguirá dando fruto.
Aunque pase por tramos oscuros tengo a donde acudir. Aunque en tramos de la vida se oscurezca el camino, tus palabras son como lámpara en el sendero. Cuando me siento confuso y turbado solo tú puedes dar sosiego a mi corazón y luz a mis pasos.
Tu Señor el médico y la medicina. Del árbol de la vida (la cruz) pende también mi medicina (tu corazón traspasado). Te doy gracias, Señor por escucharnos y ofrecernos tu salvación. Sáname, cúrame, purifícame, confórtame.
Del árbol de la vida (manzano) levantado en el Monte Santo nos viene el torrente de gracia. De tu corazón traspasado brota la fuente de la vida. Limpia con tu Sangre mi corazón manchado, sana mi corazón herido. Una sola gota bastará para quitar todos los pecados del mundo.
Alma de Cristo, santifícame; Cuerpo de Cristo sálvame; sangre de Cristo embriágame; agua del costado de Cristo lávame; pasión de Cristo confórtame: dentro de tus llagas escóndeme y no permitas que me separe de tí.
DIA 2:
HABLAME
CC 1, 13-14: «Levántate, amada mía, | hermosa mía, y vente». 14Paloma mía, en las oquedades de la roca, | en el escondrijo escarpado, | déjame ver tu figura, | déjame escuchar tu voz.
Mc 1, 9-11: Se oyó una voz del cielo que decía: Tu eres mi Hijo, muy amado en quien me complazco
Sal 2: Tu
eres mi Hijo, pídeme y reinarás conmigo.
El Dios ha hablado desde el cielo ante su Hijo entronizado en la Cruz. (entronizado y levantado en tu Monte Santo.) El que reía en los cielos se sonríe frente a los que traman su fracaso. Cuando sea levantado atraeré a todos hacia mí.
En mi fragmentada existencia, hundido ante mi propia miseria y mi fracaso, cuando mis enemigos se burlan de mí, oigo tus palabras. No temas eres mi Hijo. Esa palabra tuya basta para sanarme, levantarme de la postración, de la humillación. Quiero Señor abrirte mi corazón para que entres hasta las poquedades y profundidades de mi alma. Tu mirada disipa mis temores, me levanta y llena de vigor.
De nuevo te
engendro hoy. El amor hace nuevas todas las cosas. Me engendraste y diste a luz
en la Cruz. Tu vida me dio la vida y hoy me la renuevas. Quiero sentirme hijo,
reconocer que me das cada día tu vida y amor y me lo renuevas a cada instante.
Con amor eterno te he amado y he reservado gracia para tí.
Gracias mi Señor por tu fidelidad y tu amor providente que me sostiene cada día y en cada tramo de mi existencia. Que no me quede hundido en mi fracaso sino que levante mis manos y mi corazón hacia tí. Renuévame, recréame, crea en mi un corazón puro y un espíritu firme.
DIA 3:
MIRAME
CC 4, 12: 12Eres huerto cerrado, | hermana mía, esposa; | manantial cerrado, fuente sellada. 13Es tu seno paraíso de granados, | con frutos exquisitos: cierzo; acércate, ábrego; | soplad en mi jardín, | que exhale sus aromas. | Entre mi amado en su jardín | y coma sus frutos.
Mc 8, 23: Jesús tomó de la mano al ciego, le sacó fuera y ungió sus ojos con saliva, le puso las manos sobre los ojos y el ciego abrió los ojos y pudo ver con claridad.
Sal 3: A ti grito Señor, levántame, Señor de ti viene la salvación… el me escucha desde su monte santo
Tú mi Dios, mi rey y salvador, mi escudo, mi refugio, mi protector. No es la espada ni el arco quien nos da la victoria sino tu diestra y tu brazo y la luz de tu rostro. Tengo delante de mi la deshonra y la vergüenza me cubre la cara. (mira que soy morena) Me siento desfallecer y mi aliento se hunde en el polvo. No me escondas tu rostro. Levántame de mi postración.
Reconozco mi pecado, soy un miserable, pobre, ciego y desnudo. Señor que vea, que te vea, no me escondas tu rostro. Cubre con tu mano mi desnudez y cura mi ceguera, unta mis ojos con tu colirio y derrama como ungüento suave tu misericordia. San Juan de la Cruz dice “¡Oh mano blanda! ¡Oh toque delicado!” como el toque del Verbo que soplando su espíritu nos da su misma forma y figura. Cuando tú me mirabas tu gracia en mí tus ojos imprimían.
Cuando uno grita al Señor él lo escucha. Aunque uno sufra muchos males, de todos los libra el Señor. Rompiste la tiniebla al despertar la aurora y derramaste tu bendición. Me miraste y mantienes en alto mi cabeza.
DIA 4: CONFORTAME
CC 5, 2:
«Ábreme, hermana mía, amada mía, mi paloma sin tacha; que mi cabeza está
cubierta de rocío, | mis rizos del relente de la noche».
Ap 3, 20: Mira que estoy a la puerta y llamo, si alguno oye mi voz y me abre la puerta entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo.
Lc 24, 28-31: Quédate con nosotros porque atardece y la noche se echa encima. El entró y se quedó con ellos. Luego se sentaron juntos a la mesa, tomó el pan y lo partió. En aquel momento se les abrieron los ojos y le reconocieron.
Sal 4: Tú
mi Dios y defensor, en el aprieto me diste anchura. Nos alimentas con flor de
harina. Has puesto en mi corazón más alegría que si abundara en trigo y en vino.
Cuando atardece y la noche se echa encima, cuando la vida parece acercarse al ocaso, cuando aprieta el cansancio y nuestra alma parece desfallecer, cuando nuestros ojos se cierran envueltos en tinieblas en la oscuridad de la noche, sales como peregrino a nuestro encuentro compadecido de nuestra debilidad. Ábreme y déjame entrar.
Gracias por no dejarnos huérfanos, por no dejarnos hundir en la incredulidad, en nuestro pecado. Tu amor es más grande que nuestra incredulidad y pecado. Nos cuesta que nos mires y que veas nuestra desnudez y nos pides, no te cierres, abre tu corazón deja que entre a sanar tu incredulidad.
Tu me dices no temas presentarte tal cual eres. A penas una rendija me basta para entrar, una gotita de fe. Deja que te muestre lo que vales para mí. Yo he saldado tu deuda, vales el precio de mi sangre. Esta es la medicina capaz de curar y confortar tu alma herida. Siéntate a mi mesa y comparte conmigo el pan. Tomad y comed y sacareis aguas con gozo de la fuente de la salvación.
Gracias por compartir nuestra mesa humilde por darnos a comer tu cuerpo y a beber tu sangre, por tu presentarte cercano, amigo compañero de camino. Que tu presencia vaya alejando la oscuridad que pesa sobre el alma.
DIA 5: ENTRAR EN TU PRESENCIA
CC 5, 5: 5Me
levanté para abrir a mi amado, | y mis manos destilaban mirra; | mis dedos
goteaban mirra 6Abrí yo misma a mi amado, | pero mi amado ya se
había marchado. | ¡El alma se me fue tras él! | Lo busqué y no lo encontré, |
lo llamé y no me respondió.
1 Cor 13,
12: “Ahora sólo conozco de una manera imperfecta, pero entonces conoceré
a Dios como él me conoce a mí".
Sal 5: Por la mañana a ti te suplico, expongo mi causa y me quedo aguardando. Por tu gran bondad entraré en tu casa con toda reverencia y me postraré ante tu presencia, Señor alláname el camino y guíame hacia ti.
Mi alma ansía contemplarte y permanecer en tu presencia, ansía tu mirada. Tu que habitas en lo alto te has dignado bajar hasta mi para hacer tu morada en nosotros. Quiero que mi primer aliento sea de agradecimiento: ¿Qué es hombre para que te acuerdes de él?
Soy como un ciego que va por la vida sin ver, sin verte, sin contemplarte, sin reconocerte. Están mis ojos cansados de ver tanta luz y no poder ver. Mis ojos mis pobres ojos los hiciste para verte y están cansados de llorar. Cambia mi ausencia en presencia, tu sola presencia nos basta.
Nos cuesta el permanecer en silencio, aguardando. Permanecer en la adoración y contemplación amorosa. Es a través del amor y la adoración que entramos en esta presencia que nos habita y nos abraza. Por tu gran bondad protégeme, defiéndeme y guíame. Muéstrame el camino y alláname el camino que he de seguir, para que no ande solo y extraviado, sino que dirija mis pasos hacia tí.
DIA 6: VUELVETE NO ME ESCONDAS TU ROSTRO
CC 5, 8: 8Os
conjuro, muchachas de Jerusalén, si encontráis a mi amado decirle| Que he sido
herida de amor. 9
Jn 18,15-27: Pedro le seguía de lejos… se quedó fuera a la puerta. Era de noche, hacía frio y busco donde calentarse cuando se vio descubierto… acaso no eres tú uno de los suyos, entonces lo negó y cantó el gallo.
Sal 6: Misericordia
Señor que desfallezco… estoy agotado de gemir y de noche lloro sobre el lecho… vuélvete,
sálvame...que estoy abatido y avergonzado. El Señor ha escuchado mi súplica.
Estoy agotado de gemir, de noche lloro en el lecho. Mis ojos envejecen por tantas contradicciones. Sufro en la oscuridad de la noche porque me he portado mal contigo, escudriñé el mal, me olvidé de ti y me oculté de tu presencia.
Me siento como Pedro en lo hondo del abismo., no puedo encajar mi desplante, cómo pude apartarme de ti, darte la espalda y obrar como si no existieras. Me fui alejando de ti hasta quedarme fuera mientras tú me esperabas dentro. Busque consuelo e hice la maldad que aborreces.
Desde lo hondo clamé vuélvete, sálvame por tu misericordia. Cura Señor mis huesos dislocados que desfallezco y estoy agotado de gemir. El Señor ha escuchado mi oración y no me abandonó en las sombras de la muerte. Quién como tú Señor, Dios nuestro, que elevado en tu trono glorioso te abajaste para mirar la tierra, para salvar mi alma de la muerte.
DIA 7: A TI ME ACOJO
CC 4, 1: me
has robado el corazón con una sola mirada tuya.
Jn 8, 1-11: Le trajeron una mujer sorprendida en flagrante adulterio dispuestos a apedrearla. Jesús se inclinó en silencio mientras ellos seguían presionándole. El se incorporó y dijo: el que esté libre de pecado que tire la primera piedra. Dicho esto, se inclinó de nuevo hasta quedarse solo con la mujer. Se incorporó y la dijo: ¿Mujer dónde están los que te condenaban? Se han ido, pues tampoco yo te condeno. Anda y no vuelvas a pecar.
Sal 7: Señor, Dios mío, a ti me acojo, líbrame de los que me asedian y sálvame. Levántate, álzate, acude a defenderme porque tú eres un Juez justo y misericordioso.
Reconozco Señor mi impiedad, nadie es inocente frente a ti. Caiga en manos del señor y no en la de los hombres que respiran violencia. Señor desde mi postración acudo a ti porque se que eres un juez justo y misericordioso. Lento a la cólera y rico en piedad.
Tú te inclinas ante mi miseria ante mi situación radical de indignidad y pobreza. Levántame, álzame no me dejes sucumbir en la fosa preso de la desesperación. Te inclinas hacia mí. No me proteges desde fuera sino desde dentro, haciendo tuyo mi dolor.
No hay mal que por bien no venga. Tu permites situaciones que nos dejan vulnerables, al desnudo, completamente indefensos, para que desde lo hondo acudamos a ti y experimentemos tu salvación. Nos invitas a vivir abandonándonos en tu mirada. Saber encajar y padecer mi debilidad desde ti, contigo para ahondar no solo en la herida sino en tu inmenso amor. Anda, no te vivas postrada, incorpórate con el poder de mi Espíritu para pasar de la autoafirmación y la autosuficiencia a vivir bajo la dependencia amorosa.
No es preciso
hurgar y desmenuzar la herida para sanarla de raíz. Me robaste el corazón con
una sola de tus miradas. No retires de mi tus ojos pues son los que me
enamoran. Tu nos ofreces tu mirada benevolente de amor y misericordia que nos
haga más consciente de la herida más profunda de mi corazón desgarrado. Solo tu
presencia puede sanarlo y restaurarlo. La dificultad esta llamada a convertirse
en oportunidad. Superada una crisis podemos descubrir de modo más profundo el
verdadero rostro de Dios.
DIA
8: ABRAZAME
CC
2, 7: Su izquierda bajo mi cabeza y su diestra me abraza. 7
Mt 11,26: Jesús lleno de alegría movido por el Espíritu Santo dijo: Te doy gracias Padre por haber revelado los prodigios y secretos del Reino a los pobres, pequeños y sencillos. Si Padre así te ha parecido bien.
Sal 8: Qué admirable es tu amor por el hombre. Ensalzaste tu majestad al crearnos y mucho más al redimirnos y santificarnos. Tú el Creador te abajaste y te sometiste a tu pequeña creatura, y la coronaste de gloria y dignidad. Por eso has sacado de la boca de los pequeños un canto de alabanza.
Qué admirable tu inmenso amor por el hombre para que mereciera ser rescatado con el precio de tu sangre. Somos obra de tus manos, hechura tuya somos. Por nosotros te hiciste hombre y asumiste nuestra humanidad para hacernos partícipes de tu divinidad. Dios se ha hecho hombre para que el hombre pueda llegar a ser Dios, Dios se ha hecho portador de la carne para que el hombre pueda llegar a ser portador del espíritu.
Tu, cuidas de nosotros, cubres nuestra desnudez y nos revistes de gloria y dignidad. Entre todos los seres que has creado nos diste tu aliento y derramaste tu amor para hacer en nosotros resplandecer tu imagen. Ver a Dios hecho creatura, hecho mortal, ver en tan humilde portal tan celestial hermosura.
Se de mi pequeñez y tu grandeza. No solo llevo tu huella y tu firma tatuada en mi carne sino tu presencia haciéndome capaz de conocerte, reconocerte amarte y alabarte con todo el coro de tu creación. Has sacado de los niños de pecho un canto de alabanza. En ese átomo de polvo que somos has hecho resplandecer tu obra maravillosa. Mas grandiosas que las estrellas del cielo brillando en la noche y la puesta de sol en el mar son tus caricias. Quiero alabarte y sentir tu presencia que me rodea y me abraza en todo y a través de todo.
DIA 9: LEVÁNTATE SEÑOR Y DATE PRISA EN SOCORRERME
CC 6: ¡Ay, quién podrá sanarme!
Mt 27, 17;
22: ¿A quién queréis que os suele a Barrabás o a Jesús?
Sal 9:
Liberame Señor que me oprimen. Tu escuchaste mi voz y defendiste mi causa. Me
levantaste del umbral de la muerte.
El que pasó por la tierra bendiciendo y haciendo el bien, Jesús, fue condenado injustamente. Pagó como chivo expiatorio cargando sobre sí el pecado de todos. Jesús permaneció callado ante las acusaciones. ¿a quién queréis que ponga en libertad? ¿Qué queréis que haga con Jesús? Todos se confabularon para poner en libertad al culpable y acabar con el inocente.
Y nosotros ¿de qué lado nos ponemos? Tan malo es matar como dejar morir. Es fácil sumarnos a la fila de los malhechores. Es fácil lavarnos las manos y no implicarnos ¿Quién saldrá en defensa del inocente, del pobre, del afligido?
Asistimos a una cultura de muerte. Crece la maldad como un espiral que se propaga por toda la tierra. La soberbia del impío oprime al pobre. El malvado y arrogante se gloría de la ambición. El codicioso blasfema y desprecia al Señor. Su boca está llena de maldiciones, de engaños y de fraudes. Su lengua encubre la maldad y la opresión.
El mal se empieza a combatir desde dentro. Siento en mí la marea de las pasiones que me oprimen y a ti acudo pidiendo auxilio. Señor libérame que me oprimen. Libérame de la ambición, de la envidia, del ansia de poder. Libérame de la esclavitud de mis impulsos y la temeridad de mis juicios. Aparta de mí el deseo de dominar, de imponerme sobre los otros, buscando mi prestigio y salvaguardar la imagen.
Tú nos muestras
que el mal no tiene la última palabra, que se vence el mal con el bien. Los
enemigos acabarán en su propia ruina. Los detractores quedarán hundidos en la
fosa que hicieron en la red y la trampa que tendieron. No permitirás que el
malvado triunfe. Se enredó el malvado en sus propias acciones mientras que el
que confía en Señor no quedará defraudado.
DIA 10:
LOS QUE ACTUAN CON BONDAD VERÁN MI ROSTRO
CC
2-3 3Me encontraron los centinelas que hacen la ronda por la
ciudad. 8Todos ellos empuñan la espada, son adiestrados
guerreros: cada uno con la espada al flanco, contra las emboscadas nocturnas.
Mt
5,38 No recurráis a la violencia, ni toméis la justicia de vuestra mano.
No devolváis mal por mal, Ante el que te abofetea una mejilla preséntale
también la otra
Sal
10: Tu Señor no desatiendes los deseos de los humildes, tu ves sus penas
y sus trabajos, escuchas su lamento, les prestas oído y los animas y defiendes
de sus enemigos.
¿Que
es el hombre cuando se olvida de Dios? Quedamos presos de nuestros instintos
más bajos y nos comportamos peor que los animales. Quedamos ciegos por la
maldad. El hombre en su presunción cae en la soberbia y la prepotencia. Dice
para sí: No hay Dios que me pida cuentas. Se gloría en sí mismo, en su
ambición. Desprecia a Dios y desprecia al prójimo y con violencia actúa frente
al pobre e indefenso.
Llenos
de arrogancia nos creemos dioses y señores de la tierra para hacer nuestro antojo.
la boca respira maldición y el corazón trama el engaño. Piensa que Dios no lo
ve que se tapa la cara para no enterarse.
Pero
Dios que está por encima de todo y de todos, ve la pena y aflicción del pobre
desprotegido. Sale a socorrer al hombre, a defender al huérfano y afligido.
Mejor es fiarse de Dios que caer en manos de los malvados. Aunque nos veamos
rodeados de maldad y nos envuelvan las redes de la muerte. Dios nos anima a
perseverar en medio de la lucha a no bajar los brazos diciendo nada puede
cambiar.
DIA 11:
DEJAME VER TU ROSTRO
CC 5, 9-14: ¿Que
distingue a mi amado de los otros?, resplandeciente se distingue entre diez
mil… sus ojos como palomas, sus mejillas eras de balsameras, sus labios
destilan mirra fluida.
Is
53, 7: Oprimido se humilló. Como cordero llevado al degüello y oveja
ante los que la trasquilan, no abrió la boca ni porfió amenazas.
Sal
(11): El Señor reclinado en su trono, sus ojos están observando, sus
pupilas examinan a los hombres.
Cuando fallan los cimientos del hombre ¿A quién acudiremos? Tu como rey pacífico permaneces reclinado en tu trono de misericordia (encumbrado en la cruz) prodigando paz a los que a ti se acogen.
Los buenos verán tu rostro. Tus ojos permanecen abiertos a los más pobres e indefensos. Tus pupilas remanso de paz, como palomas entre balsameras. Mientras los malvados tensan el arco y ajustan la saeta a la cuerda, tu Señor permaneces firme a nuestro lado.
Déjame ver tu
rostro y descansar bajo tu mirada. Tu mirada es dulce y encantador tu rostro.
Te veo a mi lado escuchando el gemido del pobre, con tus brazos extendidos,
tendiendo la mano al indigente.
DIA 12:
NO APARTES DE MI TU MIRADA
CC 6, 7: Es
fuerte tu amor más que la muerte. Grandes aguas no podrán apagar el amor. Si
alguien pretendiera comprar el amor merecería desprecio.
Jn 6, 65: Mientras
muchos que le seguían le dieron la espalda y se volvieron atrás, Jesús preguntó
¿también vosotros queréis dejarme? Pedro contestó: A quién iremos, solo tú
tienes palabras de vida eterna.
Sal 12, 1ss:
Fija tu mirada en Cristo, el amor fiel y verdadero. Tu nos guiarás con
palabras de verdad. Nos guardaras y librarás del engaño, nos librarás de los
malvados que merodean para chupar como sanguijuelas sangre humana.
Cuantas palabras falsas y promesas incumplidas. En el mundo de hoy el hombre se debate en el juego del engaño. Hablan con labios mentirosos y parece que se hubiera perdido, la cordura, la sensatez, la sinceridad, la lealtad. Se rompen los compromisos y se intenta comprar aliados levantando bandos y reyertas. Se dan palabras que amenazan, palabras que seducen y engañan.
También nosotros nos preguntamos ¿En quién confiar y depositar nuestra esperanza? Fija tu mirada en Cristo, el amor fiel y verdadero. Tu Señor eres el Dios fiel que cumple sus promesas. Solo tú tienes palabras de verdad, palabras de vida.
Las palabras del Señor son auténticas como la plata refinada limpia de ganga. En tu boca no hay falsedad ni engaño. Sólo tu amor es más fuerte que todo y subsiste de edad en edad. Os daré palabras de sabiduría a las que no podrá hacer frente ningún adversario vuestro.
Tu palabra reluce como la claridad del sol disipando las tinieblas del error. La verdad no se impone a la fuerza sino por sí misma. Una verdad desarmada y desarmante. El mundo está necesitado de la luz de tu verdad. Tu luz nos hace ver el resplandor de tu verdad y el señorío de tu amor.
DIA 13:
ATRAENOS SEÑOR Y CORREREMOS
CC 1,4: Sálvanos,
atraénos, llévanos en pos de ti y correremos.
Lc 12, 35-37:
Estad preparados y mantened vuestras lámparas encendidas. Sed como
criados que están esperando que el esposo llegue. Felices aquellos criados a
quienes al llegar el esposo los encuentre despiertos. El los hará sentar en la
mesa y el mismo se pondrá a servirles.
Sal 13: No
escondas tu rostro que desfallezco. Da luz a mis ojos. Yo confío en tu
misericordia.
Podrías ejercer tu dominio y poderío imponiéndote a la fuerza. Con un bramido hacernos desaparecer. Pero quisiste atraeros con cuerdas humanas para que volviéramos hacia ti. La paciencia de Dios es nuestra salvación. No te cansas de esperarnos. Es la atracción y no la imposición la que mueve y arrastra nuestro corazón. Da la luz de la fe a nuestros ojos ciegos y aviva la llama de tu amor.
Con palabras y gestos de amor nos seduces y nos enamoras. Haz que sepa descubrir en la espera de la noche la luz de tu resurrección. No desistamos en la espera mantengamos nuestro corazón vigilante. ¿Hasta cuándo esconderás tu rostro? Haz que sepa adivinar entre las sombras tu luz. Confortadnos, reanímanos que estamos sedientos de amor. Danos caer en la cuenta de que tú, vencedor de la muerte, estas esperándonos en la otra orilla.
Dios, que desea movernos hacia él, parece esconder su rostro haciéndonos sentir su lejanía pero es para despertar la búsqueda de nuestro corazón y atraernos hacia él. Tus ojos como lámparas se apagaron dando paso a la oscuridad de la noche. La noche del sentido para despertar nuestro corazón. El Padre escondió su rostro y dejó a su Hijo dormir en la muerte pero mostró su rostro dando luz a los ojos de Cristo, alegrando nuestro corazón con la Resurrección.
DIA 14:
ESPERA EN EL SEÑOR QUE VIENE
CC 2,8: Vedlo aquí que llega como un cervatillo sorteando montes y collados. Mirad el invierno ya ha pasado y en la tierra brotan ya los frutos.
Mt 23, 37: El Señor ha querido reunir a sus hijos dispersos. Si conocieras el tiempo de la visitación, estaríais aguardando.
Sal 14: El Señor mira desde el cielo a los hijos de Adán. Ojalá venga desde Sión a salvar a su pueblo.
La tierra está henchida de maldad. Será tanta la maldad que muchos perderán la fe y dejarán enfriar el amor, pero el que se mantenga firme verá la salvación de Dios. No dudes en su venida no digas ¿cuándo cambiará nuestra suerte? ¡ojalá venga! porque está ya en medio de vosotros pero no le reconocéis.
Ante la increencia, el abandono de Dios y la proliferación de la maldad no te dejes arrastrar por la desesperación. Confía en Dios y volverás a alabarlo. Dios no ha abandonado a su pueblo ni dejado a merced de los malvados. Persevera, mantente firme y verás la salvación de Dios.
El cambiará la
suerte y el destino de los que ahora viven afligidos. El cambiará el luto en
danza y la tristeza en regocijo. El que busque a Dios con sinceridad verá el
rostro de su Dios. El Señor ha visitado a su pueblo abrid vuestro corazón y el
nos traerá la paz.
DIA 15:
LLEVANOS SEÑOR CONTIGO
CC 5,1: ¿A
dónde te escondiste amado? He bajado a mi jardín a cuidar de mi viña.
Mt 8, 23: Si
vas a llevar tu ofrenda al altar y te acuerdas que tu hermano tiene algo contra
ti, deja tu ofrenda y ve primero a reconciliarte con tu hermano.
Sal 15: ¿Quién
puede entrar y habitar en tu morada, en tu monte santo? El que procede con
justicia y no hace mal con su prójimo.
¿A dónde te escondiste amado? No se puede pretender estar cerca de Dios cuando nos alejamos del hermano que tenemos al lado. Tan cerca andamos de Dios como de cerca estamos de los hermanos. Si me buscas allí me encontrarás.
Mi delicia es estar con los hijos de los hombre y tengo muchas ovejas extraviadas que vagan sin rumbo y sin sentido. Tu sales en busca de los perdidos y extraviados. En este encargo, en esta misión de amor te daré a gustar mis amores.
No te envio como asalariado sino como pastor de mis ovejas sabiendo que yo voy contigo. Mi alma se ha empleado y todo mi caudal en su servicio y ya no guardo ganado, ni ya tengo otro oficio que ya solo en amar es mi ejercicio.
Tu me dices ¿Me amas? Si me amas apacienta. Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por las ovejas. Allí descubrirás mi rostro malherido. Allí cuidarás de mis ovejas, saliendo a su encuentro, curando confortando las heridas. Cargando sobre ti las mas débiles y llevándolas a reposar a mis verdes pastos.
DIA 16:
SACIAME CON LA DULZURA DE TU ROSTRO
CC 1,1; 2,1:
Bésame con los besos de tu boca. Confortadme con tortas,
recostadme entre las manzanas, | porque estoy enferma de amor. 6
Jn 6 19; 10
28: El que viene a mí no tendrá sed, encontrará vida abundante. Nadie
que vega a mí nadie les arrebatará de mi mano.
Sal 16: Protégeme,
Dios mío, que me refugio en ti.
Hoy celebramos las apariciones y mensajes de la Virgen de Fátima. La Virgen llamó a los tres pastocitos a rezar el rosario y a hacer penitencia. El fruto de la oración es la adoración, la alabanza y el amor. La oración requiere el silencio. El fruto de la oración es la fe, la fe produce el amor, el amor genera servicio y culmina en la paz. Haced oración y rogad por la conversión de los pecadores, por los que no creen, no adoran, no aman. Rogad por la paz y unidad entre los pueblos.
María de la esperanza tierna y amorosa vuele a nosotros esos tus ojos misericordiosos y muéstranos a Jesús. María nos lleva siempre a Jesús. Ruega por tus hijos desterrados en este valle de lágrimas. Nos ponemos bajo tu amparo, bajo tu manto, entre tus manos nuestras penas y dolores, nuestros males y enfermedades para recibir de tu Hijo consuelo y alivio.
Que pueda
exclamar a boca llena me ha tocado un lote hermoso y me encanta tu amistad. Tu
me enseñarás el camino de la vida y me saciaré de gozo en tu presencia.
Enamórame, enséñame a deleitarme en tu Palabra y descansar en tu amor. Pongo mi
vida en tus manos y nadie me arrebatará de tus manos.
DIA 17:
A TU SOMBRA DESCANSARE Y ME SACIARE DE TU SEMBLANTE
CC
1, 2-3: ¡Tus amores son más dulces que el vino! 3condúzcame
el rey a su alcoba; disfrutemos y gocemos juntos, saboreemos tus amores
embriagadores.
Jn
4,11; 7, 37: El que tenga sed que venga a mí y beba, de su interior
brotará un manantial que salta hasta la vida eterna.
Sal
16: A tu sombra escóndeme y me saciare de tu semblante.
Mi
alegría es estar con vosotros. Venid y bebed del manantial que brota de mi
corazón. Gustad del don de mi amistad, saboread de estar en mi presencia y
saciaos de mis amores más dulces que el vino.
Cuando
caigo y vuelvo a caer, vuelvo a tu presencia, remanso de paz. Tu me acoges una
y otra vez con incansable piedad. Tu disipas mis temores y al despertar me
sacio de ver tu semblante.
Muestra
Señor a tu siervo las maravillas de tu amor y tu misericordia. Guárdame como a
las niñas de tus ojos, a tu sombra escóndeme. Escucha mis gemidos y respóndeme.
Escucha mi apelación. Atiende a mis clamores. Tu que sondeas el corazón y lo
visitas aún cuando es de noche.
Tu
mano Señor me protege y defiende de mis adversarios que se levantan contra mí.
Al despertar de la vida mis ojos te verán y me saciaré de contemplar tu rostro.
Con mis pobres ojos te veré y me saciaré de tu amor y compañía.
DIA 18:
MI AMADO ES MIO Y YO SOY SUYA
CC
2,8-16: Ved a mi amado viniendo a mi encuentro, corriendo, saltamdo,
brincando y sorteando los escollos. Con razón eres amado. Mi amado es mío y yo
soy suya.
Mc
6, 45; Mt 14, 22-33: Se levantó una gran tormenta. Pedro saltó al
encuentro de Jesús pero al sentir la violencia del viento, se asustó y comenzó
a hundirse. Empezó a gritar: Señor sálvame. Jesús tendiendo su mano le agarró y
le dijo: porqué dudas, soy yo. Subiendo a la barca el viento cesó. Los
discípulos llenos de estupor lo adoraron exclamando: Verdaderamente Tu eres el
Hijo de Dios.
Sal
18: Me libraste del abismo profundo, porque me amabas. Tu mi Dios y
salvador, confiaré y no temeré. Te alabaré y te daré gracias por siempre.
Cuando
me cercaban las olas y me alcanzaban los lazos de la muerte, tu atendiste mi
súplica. Mis gritos llegaron hasta tus oídos y me atendiste. Atendiste mi
suplica y me socorriste.
Te
inclinaste desde el cielo y bajaste. Extendiste tu mano y tu diestra me
sostuvo. Me agarraste con tu mano y me salvaste de las aguas caudalosas. Me
sacaste a un lugar espacioso porque me amabas.
Por
eso yo te amo y te doy las gracias. Te confieso como mi salvador, mi escudo, mi
refugio, mi poderoso defensor. En el aprieto me diste anchura tu palabra es
como lampara que ilumina la oscuridad.
Alumbraste mis tinieblas y las tinieblas no me sofocaron. Me ceñiste de valor para la lucha. Por eso confiaré y no temeré. No hay Dios como tú Tu el único Dios, no hay salvación fuera de tí.
DIA
19: TUS PALABRAS ALEGRAN EL CORAZON
CC
4,9: 9Me has robado el
corazón, hermana mía, esposa; me has robado el corazón | con una sola mirada
tuya.
Lc
24,31: No ardía nuestro corazón cuando conversábamos con El y nos
explicaba las Escrituras.
Sal
19: Tu promulgas tu Palabra y a toda la tierra alcanza su pregón y hasta
los límites del orbe su lenguaje.
Dios
envió su Palabra a la tierra y su Palabra corre veloz. Una luz esplendente
ilumina el orbe de la tierra. Envía una orden y los hielos se derriten sopla su
aliento y los seres corren de alegría. Tu Palabra sale como esposo de su alcoba
contenta cada día a recorrer su camino. Asoma por un extremo del cielo y so
órbita llega al otro extremo para que a todos los seres llegue su resplandor y
su calor. El firmamento pregona la obra de tus manos, el día al día le pasa tu
mensaje, la noche a la noche se lo susurra.
Tus
palabras y mandatos son más preciosos que el oro fino, más dulces que la miel
de un panal que destila. Tu Palabra resplandece e ilumina nuestro camino. Da
luz a nuestros ojos y fuego y calor al corazón. Tu Palabra nos descubre los
designios que rigen el orbe. Tu ley es perfecta, tu voluntad pura. Dirige el
orden de las estrellas y los corazones.
Como
espero la salida del sol cada mañana, así aguardo tu Palabra. Tu Palabra es
firme y estable porque lo sustenta todo. Cielo y tierra pasarán mas tus
palabras permanecerán. Su mensaje es claro: Dios es amor y rige con amor y
gobierna con amor toda la tierra. Hazme amar tus mandatos y acatar tus
preceptos. Tus palabras nos dan vida y alegran el corazón. Una sola de tus
miradas, una sola de tus palabras bastarán para sanarme.
DIA
20: DEJAME ESCUCHAR TU VOZ. QUE LLEGUE HASTA TI MI SUPLICA
CC
2,14: Paloma mía déjame escuchar tu voz, déjame ver tu figura.
Lc
11,8: Llamad y Dios os abrirá la puerta de su corazón. Si llamas con
insistencia se levantará y os dará todo lo que necesitéis.
Sal
20: Unos confían en sus carros, otros en su caballería. Nosotros
invocamos el nombre del Señor.
Te
aclamarán mis labios y mi boca proclamará tu alabanza. Hoy toda la Iglesia y tu
con ella intercedes a la derecha del Padre. Hoy la Iglesia quiere proclamar tu
alabanza para que llegue tu mensaje a toda la tierra. Proclama un canto de
alabanza, un canto de victoria, tus grandezas, tus prodigios, tu bondad, la
victoria de tu Resurrección.
Yo
acudo a ti, con todos los que te invocan, sabiendo que tú escucharás la voz de
los débiles, atribulados, afligidos pidiendo auxilio. Vengo a tu regazo con la
infinita confianza que tu escuchas nuestra voz suplicante. ¿Qué Padre
desatenderá la voz de sus hijos? La invocación de tu Nombre da fuerza a tu
siervo, nos levanta de la postración y nos deja ver tus caricias.
No
vence el poderoso por su gran ejército. Caballos y carros no dan la victoria.
El triunfo viene de tu poder y tu gracia. Peleamos y luchamos en el Nombre del
Señor. El pobre y humilde que invoca al Señor pidiendo auxilio no quedará
desatendido. Dichoso el que invoca al Señor y le confía todos sus afanes. El
que se gloría en el Señor verá la victoria de nuestro Dios.
DIA
21: SOLO TU PUEDES DAR LO QUE ANSIA MI CORAZÓN
CC
2,12: Mi amado es para mí y yo para mi amado. Mi amado es mío y yo suya.
Mt
15.1: Este pueblo me honra con los labios pero si corazón está lejos de mí.
Sal
21: El te concedió el deseo de tu corazón.
Comienzo
mi oración este día y no quieres palabras vacías salidas de los labios, tan
solo quieres mi corazón. Dame, hijo mío tu corazón. No puedo decir te quiero si
mi corazón está lejos de ti. Vigila tu corazón porque es del corazón de donde
brota el ser de la persona. Dame, hijo mío tu corazón para que sea yo el
destinatario de tu deseo. Toma mi corazón y habítalo, unifícalo porque solo
viviendo de tu amor podré amar con un amor puro y verdadero. Solo el hombre de
corazón bueno produce frutos buenos.
Empiezo
el día aclamando tu victoria. Lucharon muerte y vida en singular batalla y
muerto el que es la Vida, triunfante se levanta. Tú en la cruz venciste el
pecado y la muerte. Acudiste a Dios y te levantó con su fuerza. El escuchó tu
voz y te concedió el deseo de tu corazón.
Hoy
nosotros proclamamos tu victoria y contamos con tu poder. Acudimos a ti
invocándote. Sal Señor a nuestro favor y ven a salvarnos. Nos abandonamos en
tus manos y te confiamos nuestro destino. Tú nos levantarás del polvo.
Apoyados
en tu poder y tu gracia no desfallecemos. Sabemos que no desatiendes nuestra
súplica y concedes lo que nuestro corazón ansia. Nuestro corazón tiene sed de
ti del Dios vivo. Cólmanos Señor con tu presencia. Nos hiciste para ti y solo
encontramos estabilidad y sosiego reposando en ti. Solo tú sabes lo que nos
conviene. Lo que tu deseas es que reines en nuestro corazón. Yo soy para mi
amado y mi amado para mí, a él tiende todo mi deseo. Habitar en tu casa
alabándote siempre.
DIA
22: SOLO TU PUEDES SANARME VEN CORRIENDO A AYUDARME
CC
2, 12: No te escondas en escarpados escondrijos muéstrame tu semblante y
déjame oír tu voz que desfallezco de amor.
Lc
23, 44; Mc 15, 34: El sol se ocultó, la tierra quedó sumida en oscuridad
y Jesús exclamo: Dios mío Dios mío ¿porque me has abandonado?. Después lanzando
un fuerte grito dijo: Padre en tus manos encomiendo mi espíritu y dicho esto
murió.
Sal
22: Dios mío ven en mi auxilio, no te quedes lejos, ven corriendo
a ayudarme.
Este
salmo estuvo en boca de Jesús en el momento de máximo abandono, en el momento
de la muerte. Pese a experimentar la ausencia de Dios haciendo suyo el pecado
del mundo, se abandona confiado en manos del Padre. Al escucharlo en boca de
Jesús se redoblará nuestra confianza.
Jesús
hace nuestra su oración intercediendo por todos los atribulados. Soy como un
gusano, un objeto de desecho. Estoy como agua derramada con los huesos
quebrantados. Se pueden contar todos mis huesos. Mi corazón como cera se
derrite. Mi garganta está seca como una teja, mi lengua se me pega al paladar.
Me acorralan y me cercan una banda de malhechores. Estoy postrado contra el
polvo de la muerte. Hoy nos animas a orar con esta confianza.
Cuántas
veces perdemos la fe y la confianza pensando que Dios nos ha abandonado. Confía
en Dios y volverás a alabarlo. En él confiaron nuestros padres, en él confiaron
y no quedaron defraudados. Con esa confianza dirigíos al Dios que nos salva. El
que nos sacó del vientre de nuestra madre, desde el primer momento que vinimos
al mundo pasó a tenernos en sus manos. El no nos abandonará en los momentos de
tribulación.
Confía
en Dios ante él se postrarán y alabarán los que bajaron al polvo. Ellos comerán
del festín hasta saciarse. Ellos lo recordarán y anunciarán a sus hermanos. Sí,
el Señor es nuestro Salvador, poderoso defensor que cumple sus promesas. Él no
ocultará su rostro ante los pobres desgraciados y hablarán del Señor y
anunciaran su Nombre a las generaciones futuras.
DIA
23: ME ACOMPAÑARAS CON TU AMOR TODOS LOS DIAS DE MI VIDA
CC
1, 7: Indícame amor de mi alma dónde apacientas tu rebaño y lo llevas a
sestear al mediodía.
Jn
10, 1-21: Yo soy el buen pastor que guías y apacienta a sus ovejas, que
las conoce y llama por su nombre y que da la vida por ellas.
Sal
23: El Señor es mi buen pastor. El me defiende, me conforta y sosiega.
Me saca de las cañadas oscuras y me dirige a verdes pastos, me guía, me
alimenta, Su amor y su gracia me acompañaran todos los días de mi vida.
Este
salmo nos deja ver el cuidado solícito y amoroso del buen pastor que sale en
busca de su oveja perdida y cuando la encuentra la carga sobre sus hombros y la
lleva al redil. ¡cuánto te han costado nuestras vidas que para rescatarnos
dejaste sobre el arbusto de la cruz ti vida prendida! Cuando balabas perdida
deje en un árbol la vida donde me subió el amor.
Oveja perdida ven déjame llevarte sobre mis hombros. Atráeme con tus silbos amorosos. No me dejes vagar errante tras otros compañeros que no saben decirme lo que quiero. Adolezco, sufro y muero anhelando escuchar tu voz y ver tu semblante.
En
tu regazo me haces recostar y me conduces a las fuentes tranquilas Sí, te
llevo sobre mis hombros, más aún te doy a beber de mi pecho herido. ¿Qué será
de mayor asombro el tenerte en mis hombros o en traerte y llevare en mi pecho?
No solo eres mi pastor sino mi pasto también.
Preparas
una mesa ante mí y mi copa rebosa. Preparas ante mí un festín de manjares
suculentos. Me das a comer tu cuerpo y a beber tu sangre. Tu bondad y tu
misericordia me acompañarán todos los días de nuestra vida.
DIA 24: LE ASI Y NO LE SOLTARE
CC
5, 2; 6,2; 10: Abreme amada mia que mi cabeza está cubierta de rocío,
mis rizos del relente de la noche. Mi amado ha bajado a su jardín a ver si las
vides han brotado. Entra amado mío. Le así y no lo soltaré.(3,4)
Jn
1, 14: El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros y hemos
contemplado su gloria, lleno de gracia y de bondad.
Sal
24: Portones alzad los dinteles, que se abran todas las compuertas, va a
entrar el rey de la gloria.
Asombroso
milagro el de tu encarnación. Todo un Dios viniendo a su creatura, todo un Dios
tomando nuestra carne hasta hacerla suya. ¿Quién podrá entenderlo? Solo el amor
inconmensurable de Dios puede explicarlo. El que ama busca la cercanía, la
intimidad con su amado.
¿Quién
soy yo para que vengas a mí? Los que temían acercarse a Dios se encuentran con
que Dios se ha abajado, se ha acercado a vivir con nosotros. Llegas a mi
corazón y no me fuerzas, te quedas a la puerta aguardando a que te abra. Ábreme
amada mía esposa mía que estoy deseosa de tu amistad, intimida, compañía. ¡Cuán
duras mis entrañas, a mi puerta cubierto de roció aguardaste! Mañana te decía
par lo mismo responder mañana.
Hoy
quiero abrirte de par en par las puertas de mi corazón, quitar todas las
excusas, remover mis escollos, romper todos los cerrojos para que puedas
entrar. Un corazón humilde y abajado tu no lo desprecias. El soberbio y
arrogante no se mantiene en tu presencia. Aquel que tenía la condición divina,
el inmortal, el innombrable se quiso hacer hombre y quisiste unir tu grandeza a
mi pequeñez, tu misericordia a mi miseria. Fundirte en eterno abrazo y unir en
tu carne dos naturalezas tan desiguales. Ver al Creador hecho creatura, ver en
tan pobre portal tan celestial hermosura. ¡Quién lo viera y fuera yo!
DIA 25: VUELVE TUS OJOS MISERICORDIOSOS
CC
4,9: 9Me has robado el corazón, hermana mía, esposa; me
has robado el corazón con una sola mirada tuya.
Lc
8, 43 : Se acercó a Jesús por detrás una mujer que padecía flujo de
sangre y que no había ser podido curada por nadie a tocarle la orla de su
manto… viéndose descubierta Jesús la miró y dijo: Hija tu fe te ha salvado.
Sal
25: A ti levanto mis ojos Dios mío en ti confio. No quede yo defraudado.
Es
probablemente la oración de un anciano que al final de sus años bajo el peso de
los años y de sus pecados se siente solo, desconsolado, afligido. Ha perdido todas
las fuerzas, todos los apoyos y seguridades y acude al Señor al final de sus
días como único refugio mendigando su amor para no perder la esperanza que le
dará lo que ansía su corazón. Cuando fallan los cimientos del orbe más evidente
se hace la roca de nuestra salvación.
Tengo
puestos mis ojos en el Señor, mírame y ten piedad de mí que estoy solo y
afligido. Mira mi aflicción y mi pena y perdona todos mis pecados. Mira cuántos
son los enemigos que me asaltan sin piedad. Guarda mi vida y líbrame, no quede
yo defraudado. Se que los que confían en ti no quedan desilusionados.
Recuerda
Señor que tu ternura y misericordia son eternas. Acuérdate de mí por tu
misericordia y tu bondad. Sácame de la fosa del fondo de mi aflicción,
levántame de la fosa de mi pecado. Ensancha mi corazón oprimido y dame consuelo
que esto desconsolado. Enséñame tus caminos, instrúyeme en tus sendas para que
viva en paz y feliz.
DIA
26: SEÑOR QUE TE VEA. DEJAME VER TU ROSTRO
CC
5,7: Salí en busca de mi amado y pregunte si lo habían visto. Me
hallaron los guardas que merodean, me quitaron el manto, me maltrataron y me
hirieron
Mc
10,46: Un ciego al borde del camino pedía limosna y al oír que Jesús
pasaba gritó: Jesús ten compasión de mí. Le mandaban que se callara me gritaba
con más insistencia. Entonces Jesús le mandó llamar. El ciego se incorporó
dando un salto y arrojando el manto se acercó a Jesús. Jesús le pregunto ¿qué
quieres te haga? El respondió que vea, al instante recobró la vista y le segía
por el camino.
Sal
26: Señor sálvame, ten misericordia de mí.
Señor
deseo tener acceso a tu presencia y contemplar tu rostro pero a veces me vivo
solo se me oscurece la fe y endurece el corazón. Te busco a ciegas y vivo
acosado y acusado por mis pecados. ¿Quién puede entrar ante tu presencia cuando
uno se ve pobre, mendigo, ciego, pecador?
Vivo
como desterrado fuera de tu presencia y esquivo tu mirada. Reconozco mi
debilidad y mi flaqueza. Reconozco mi pecado y deploro el buscar afecto y
consuelo fuera de ti. Busco agradarte y a la vez reconozco mis pasos fuera de
tu camino. Señor sondea mi corazón y da luz a mis ojos. Descubro que hay
rincones oscuros en mi conciencia, pero en el fondo amo la verdad y deseo
agradarte.
Dame
a conocer tu mirada que ve el fondo de bondad que hay en lo íntimo de mi ser
que es la impronta de tu imagen empañada por la culpa. Dame tu luz para
iluminar esos rincones oscuros que oscurecen la mirada y endurecen el corazón.
Dame tu luz para seguir tu camino y no me pierda en la oscuridad. Señor que
pueda ver, que pueda verte.
DIA
27: TU ROSTRO BUSCARE; NO ME ESCONDAS TU ROSTRO
CC
3,2: Me levantaré y rondaré por la ciudad, por las calles y las plazas,
buscaré al amor de mi alma.¡Quién podrá sanarme! Acaba de entregarte ya de vero:
no quieras enviarme de hoy más ya mensajero, que no saben decirme lo que
quiero. (Cántico 6 )
Mt
8,26; 14,31: En medio de la travesía se desató una gran tormenta y
creían hundirse. El Señor se incorporó y les dijo ¿Porqué tenéis miedo? Hombres
de poca fe. Ánimo soy, no temais, yo he vencido al mundo.
Sal
27: Una sola cosa busco habitar en tu casa y gozar de tu dulzura
contemplando tu rostro.
Tu
rostro he de buscar, no me escondas tu rostro. Espero gozar de la dulzura del
Señor. Aunque a veces me asalte la tormenta y me sienta perdido y
desconcertado, oigo en mi corazón una voz susurrando: se valiente, ten ánimo,
espera en el Señor. Aunque pase por valles tenebrosos mi corazón no tiembla. El Señor es la defensa de mi vida ¿Quién me hará temblar?
Aunque
me falten todos los apoyos, aunque mi padre y mi madre me abandonaran, el Señor
me recogerá y protegerá. El me levantará la cabeza y me alzará sobre la roca. El
es mi luz y mi salvación el faro que me guía al puerto seguro.
En
los momentos de desolación y sequedad buscamos un apoyo, un libro, una meditación,
pero no encontramos alivio, nadie puede suplir tu ausencia, sanar mi herida, ni
decirme ni darme lo que quiero, solo tu figura. Solo Dios puede sanar y colmar
mi sed de amor.
El
amor es probado, ten buen ánimo. Si de veras amamos al Señor debemos amarlo
incluso en la oscuridad y las tinieblas. Confía en Dios que volverás a
alabarlo, después del combate viene la paz. Cuando parezca que de ti me alejo
has de saber que te tengo en mis brazos más fuertemente abrazado.
DIA
28: SU VOZ RESUENA EN MEDIO DE LA TORMENTA
CC
2, 8: Es la voz de mi amado que viene saltando por los montes y
atravesando los collados.
Mt
8, 26: El Señor increpó a los vientos y a las olas y el mar quedó
totalmente en calma.
Sal
28: La voz del Señores potente, resuena en medio de la tormenta y
retuerce los robles, descuaja los cedros del Líbano y descorteza las selvas.
Es
la voz poderosa de la verdad que silenciosamente habla, da sosiego al corazón,
paz al alma liberándola de los miedos y esclavitudes. Dios tiene la última
palabra sobre el poder del mal y de la muerte.
Cuando
las fuerzas del mal parecen aliarse, confabularse y apoderarse de la tierra.
Cuando las tinieblas cubren el alma de oscuridad me acojo y me postro ante tu
presencia. Tu reinas sobre el cielo y la tierra, te sientas por encima del agua
y das fuerza a tus siervos.
Tu
retuerces el corazón altivo, descuajas el corazón presuntuoso y arrogante,
derribas a los poderosos de sus trinos, enalteces a los humildes, da paz y
sosiego a los corazones abatidos.
Tu
eres la fuerza y escudo para los que a ti se acogen. Tu eres la luz sin ocaso.
Tu estas presente en la oscuridad de la noche y en el esplendor del día. Tu
eres el Señor del día y de la noche.
DIA
29: A TI ACUDI Y TU ME SANASTE
CC
3, 4: ¿Quién es esta que sube del desierto, que se levanta como la
aurora?
Ap
21,1: Y vi unos cielos nuevos y una nueva tierra, el primer cielo y la
primera tierra habían desaparecido y oí una voz fuerte que decía yo enjugaré
toda lágrima de sus ojos y no habrá ya muerte ni llanto, ni gritos ni fatiga,
porque el mundo viejo habrá pasado.
Sal
29: A tí llamé y tú me sanaste, me sacaste del abismo y me hiciste
revivir cuando bajaba a la fosa.
Al
atardecer de la vida nos visita el llanto pero esperamos al amaneces de la
vida. Por la mañana nos espera el júbilo. Cambias nuestro luto en danzas, nos
desataste el sayal de la penitencia y nos revestiste con traje de gala y de
triunfo.
¿Quién
es esta que sube del desierto? ¿Quién es esta alma que en el desierto del
mundo, privada de todo deleite sube y crece? Es el alma que persevera en la
oración y mortificación de los sentidos y que se somete a la prueba del dolor
para ser purificada de toda impureza.
¿Quién
es esta que sube del desierto que avanza como la aurora naciente? El alma que
permanece fiel en las pruebas verá la salvación de Dios. Espera que sople el
día y declinen las sombras. La constancia en el amor sale victoriosa en todo.
Los
verdaderos amigos se prueban en la dificultad. No se amedrantan, no se detienen
no se quedan hundidos en el fracaso, se levantan y corren sin detenerse y
pararse en la carrera. Quien se para y afloja en vez de rehacerse se amilanan.
DIA
30: A TI ACUDI Y TU ME SANASTE
CC
3,1: En mi lecho por la noche busqué al amor de mi alma. Busquéle y no
le hallé.
Mt
25,3: Como el novio tardara se adormilaron y se durmieron. A media noche
se oyó un grito: Que viene el novio, salid a recibirlo. Entonces unas se
levantaron y tomaron sus lámparas con aceite mientras que otras porque no
tenían aceite no entraron en el banquete.
Sal
30: Sed fuertes y valientes de corazón los que esperáis en el Señor.
Vivo
en medio de altibajos y de sentimientos encontrados, a merced de mi
sentimientos. Mi amor es inconstante necesita ser purificado. Cuando viene la
noche del sentido todo se llena de oscuridad. Cuanto mas busco a Dios mas
parece ocultarse, todo se llena de dolor, tormento y oscuridad. Caigo en el
aparente abandono, tristeza y soledad. Allí donde encontraba gozo y delicia
ahora siento vacío y desolación.
Oigo
una voz que susurra en la oscuridad, no temas, confía en Dios. Todo aquel que
me busca con sinceridad, si persevera le hallará. En esta noche del sentido, en
estos aprietos y desamparos el alma será purificada. Aunque sientas angustia de
muerte, te sientas como un muerto, tus ojos se consuman de dolor tu garganta
consumida en el llanto, decaiga tu vigor y tus huesos quebrantados se consuman,
confía en el Señor.
Dios
es fiel y no nos abandona en medio de la noche. Mi amor de tu lado no se
apartará. El te acompaña en medio de tu dolor purificándolo de toda imperfección.
Todo está en mis manos, tu alegrías y dolores, tus logros e imperfecciones. Tu
sabes mis fuerzas y mis límites y me amas y quieres lo mejor para mí. Serena y
aquieta todos mis temores, todas mis preocupaciones.
Que
ganes toda mi confianza para poder decirte todo está en ti, todo en tus manos
pongo mi vida, sabiendo que nada escapa de tus manos. En tus manos todos mis
afanes, todos mis azares.
DIA
31: ME MOSTRASTE TU ROSTRO DE MISERICORDIA
CC
5,3: Oí la voz de mi amado: ábreme, hermana mía pero dilate mi
respuesta, seguí dormida en mi lecho. Cuando me levanté él se había ido.
Lc
18,10: Dos hombres acudieron al templo a orar. Uno se justificaba
diciendo en su interior: te doy gracias por no ser como los demás; mientras el
otro no se atrevía a alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho
diciendo: ten compasión de mi que soy pecador. El primero salió justificado y
el otro no.
Sal
31: Dichoso aquel que confiesa su pecado y es absuelto de toda culpa.
Confesaré al Señor mi culpa. Tu eres el Dios de la misericordia y el perdón.
Señor
que te conozca y que me conozca. Para conocerme y aceptarme tal como soy con
mis luces y mis sombras dame sinceridad de corazón. No soy todo sombra aunque
reconozco mi pecado no soy todo y solo pecado pero necesito limpiar lo que me
impide aflorar lo profundo del ser.
Para
acabar con todas mis sombras, para reconocerlas y aceptarlas dame la gracia de
ser transparente. No tener nada que esconder, nada que disimular, aparecer ante
ti dejando que tu luz entre en los rincones lúgubres de mi ser.
Cuando
trato de acallar la conciencia aumenta en mí la tristeza y el desasosiego. Mis
esfuerzos por olvidarme solo consiguen turbarme y apesadumbrarme más. Es como
una herida abierta que necesita ser curada y cauterizada.
Detestas
el pecado pero amas al pecador. Un corazón contrito y humillado tu no lo
desprecias. La confesión del pecado es fuente de liberación. Mientras callaba
se consumían mis huesos. Mi vigor se había convertido en fruto seco y amargo. Por
eso me abrí ante ti, no te encubrí mi delito, lo manifesté ante ti, acepté mi
responsabilidad, me confesé y me dejaste sentir tu favor. No me ocultaste tu
rostro sino que me mostraste tu rostro benevolente y misericordioso. Brotó de
mí un canto de liberación. Tu mi Señor perdonaste mi culpa y mi pecado.
Conclusión
La moraleja del proceso de desarrollo del bambú :
El proceso natural de desarrollo del bambú encierra una lección para aprender. Cuando siembras la semilla en la tierra pareciera que no surge nada. Durante siete años crece hacia dentro creando sus fuertes raíces que lo permitirán resistir la fuerte lluvia y vientos. Pasados los siete años en un periodo de tiempo muy corto, tan solo de siete meses la planta de bambú crece más de 30 metros.
La moraleja del proceso de crecimiento
del bambú simboliza la importancia de la paciencia y perseverancia en el
proceso. El árbol tiene de florido lo que tiene de enterrado. A nosotros no nos
toca ver el fruto a veces no alcanzamos a verlos florecer en las personas. Lo
que sí sabemos que todo lo invertido en amar a las personas a la larga dará su
fruto. Lo que sembramos con amor, paciencia lo hacemos con la esperanza que
Dios lo llevará a término. Cada acto de amor ayuda a fortalecer las
raíces del fruto de lo que la persona dará en el futuro. Se precisa
tener paciencia y sembrar con esperanza permitiendo al Señor que actúe en
nuestros procesos tantas veces lentos y fatigosos. Uno siembra, otro riega,
otro siega, pero es Dios quien da el crecimiento (1 Co 3, 6-9).
El proceso de
crecimiento integral es un
proceso largo que no se da nunca por acabado. Lo más importante del proceso se
realiza hacia dentro, echando raíces, un complejo entramado de raíces que
permitirá sostener la persona en medio de las empestades de la vida. Se precisa
no tratar de ajustarnos a estereotipos fijos sino estar abiertos a los
sucesivos cambios con flexibilidad y docilidad. El fruto del proceso de
crecimiento integral no se ve inmediatamente, es preciso perseverar con
paciencia. Los frutos se manifestarán en la forma de gestionar los distintos
aspectos de nuestra personalidad que nos haga vivir la vida y la vocación en
medio de las contrariedades de una forma más plena.
La madurez del ser humano
no se alcanza de forma individual. Necesitamos la ayuda y la colaboración de
los otros. El centro de gravedad no es el yo sino el nosotros. Poco a poco
percibimos nuestra existencia en un entramado de relaciones donde uno es una
pequeña parte del Todo. La persona enmimismada se cree que ella es el centro
del mundo. Abierto a la trascendencia y
saliendo del enmimismamiento que nos envuelve, la persona madura descubre el
papel que desempeña y lo que ha venido a realizar en este mundo. La persona se
percata que no es el centro de la creación, de que el mundo no está a su
servicio. Toma conciencia de que es una pequeña manifestación de la vida
inteligente y amorosa que existe en el universo. Esta comprensión no le lleva a
una anulación del yo personal sino a un descubrimiento del yo como parte
integral de Tú primordial y el nosotros. Lejos de abstraernos, es encuentro con
nuestro verdadero ser en Dios. no es una pérdida o una caída de la autoestima,
al contrario, resurge el yo con más fuerza, con más hondura vivido abierto y en
referencia a Dios y al mundo. Se trata de perder el control de seres autónomos
para ganar en libertad viviendo para los demás. El sabernos pobres y pequeñas
criaturas, el sentirnos necesitados de Dios y de los hermanos no hace vivir más
plenamente desde la gratuidad.
El proceso del
crecimiento integral es un proceso de crecimiento en el amor. Supone pasar de la
infancia al amor juvenil y progresasr al amor maduro. El amor joven está llamado a pasar a ser adulto. La
adultez pareciera la culminación del proceso. Tampoco la ancianidad es un
epílogo de la madurez. El hombre se siente llamado a la plena realización de
todas las potencias y capacidades latentes. El hombre maduro actualiza todas
sus potencialidades latentes. Todo lo que era un puro proyecto alcanza plena
realización. El hombre maduro es el resultado de un largo proceso. Un hombre
maduro está en condiciones de darse, de entregarse a los demás, de enseñar lo
que ha aprendido a los demás. El único modo de que la madurez resulte fecunda
es ofreciéndola a los demás. Si guardamos en secreto lo que hemos recibido para
protegerlo y no perderlo lo acabaríamos perdiendo. La dinámica del amor se
ajusta a la dinámica del grano de trigo: El que invierta su vida amando la
ganará y quien se la reserve la perderá (Mt 16, 25).
Levántate
amada mía, hermosa mía y vente. Mira que ha pasado el invierno y aparecen las
flores. Es el tiempo de las canciones, el tiempo de la primavera, el tiempo del
amor, muéstrame tu semblante y déjame oír tu voz (CC 2, 10b- 14 a)
Este
tiempo en este año jubilar lo considero un regalo, un tiempo de gracia y tiempo
de renovar el amor y la vocación. Lo comienzo en este mes de mayo, mes de la
flores, inicio de la primavera, después de la celebración de la Pascua y abriéndome
a un nuevo Pentecostés.
Inicio
este proceso de crecimiento integral en la Residencia sacerdotal Mosén Sol, una comunidad fraterna de Operarios
dedicados al cuidado y crecimiento integral de sacerdotes. Como decía este
lugar es una comunidad fraterna, un hogar de recuperación (Betania), un
albergue de peregrinos para los que transitamos por los caminos y sentimos
necesidad de un parón, un alto en el camino.
Todos
necesitamos de una formación permanente y en determinados momentos no basta unas
jornadas de formación o un simple retiro sino de un proceso de crecimiento integral
que nos ayude a reemprender el camino, vivir nuestro ministerio y realizar la
misión con un nuevo espíritu.
Terminamos
este mes de mayo celebrando la fiesta de la Visitación. María como parte del
pueblo elegido reza los salmos sumergida en la alabanza y la acción de gracias.
María como ejemplo de la creyente tiene todo el corazón y sus afectos puestos
en Dios y permanece en la alabanza de los humildes a lo largo de toda la
historia de salvación. Olvidada de sí reconoce en Dios el autor de todos los
dones y beneficios. Su nombre es santo y su misericordia se prolonga de
generación en generación. No se atribuye nada a sus méritos sino que reconoce
que todo es gracia.
María entona un cántico de liberación y canta
con júbilo la misericordia de Dios porque él ha hecho obras grandes. Consagra su
vida y sus afectos a la alabanza y el servicio de su Dios. Todo mi ser se alegra
en Dios mi salvador.
Entre
todos los bienes recibidos resalta el don por excelencia: Jesús y se dispone a
acogerle como Madre. En el Magnificat María celebra la obra admirable de Dios, la
Encarnación de Jesús, como el gran don de Dios y que su misericordia está
dirigida a los humildes de corazón.
El cántico
del Magnificat proclama la misericordia de Dios y expresa como la benevolencia
de Dios es conquistada por los humildes de corazón. Dios tiene por norma
levantar a sus fieles de su pequeñez y debilidad para mostrar la grandeza y
benevolencia de su amor. Dios se ha fijado y prendado de la humildad y pequeñez
de su servidora.
María nos ayuda a descubrir los
criterios de la misericordiosa acción de Dios. Dios derriba a los poderosos
y enaltece a los humildes. Lo que cautiva el corazón de Dios y atrae su
benevolencia es la humildad del corazón.
Oración del Jubileo de la esperanza:
Padre bueno que nos has dado a
Jesucristo, nuestro hermano y la llama de su amor infundido en nuestros
corazones despierta en nosotros la bienaventurada esperanza en la venida de tu
Reino.
Haz que tu gracia nos transforme en
dedicados cultivadores de las semillas de tu Reino que fermenten la humanidad y
el cosmos en espera confiada de los cielos nuevos y de la tierra nueva.
La gracia del Jubileo reavive en
nosotros, Peregrinos de esperanza, el anhelo de los bienes celestiales y
derrame en el mundo entero la alegría y la paz de nuestro Redentor. A ti, Dios
bendito eternamente sea la alabanza y la gloria por los siglos. Amén.
































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