La belleza del rostro de Cristo
“Venid y veréis” (Jn 2,1)
Introducción
Este ensayo fue hecho en Filipinas después de la celebración de la Solemnidad de Pentecostés en 2019. En el Año de la Juventud fuimos con un grupo de 35 jóvenes al Santuario de la Holy Face en Nampicuam, San José de Nueva Ecija fuimos a celebrar una Vigilia con jóvenes de nuestra diócesis de Lingayen-Dagupan y de las diócesis de Nueva Ecija y Tarlac. El Santuario de por sí nos introdujo en el marco de la contemplación y veneración del rostro de Cristo, en la Santa Faz. En el santuario guardan reliquias del Sudario de la Santa Faz de Oviedo, de la Sabana Santa de Turín y del Santo Cáliz que se conserva en Valencia.
Lo primero que me vino a la mente cuando entramos en el Santuario de la Santa Faz al entrar en la capilla del Santo Sepulcro donde se exponían las fotos en positivo y negativo de la Sabana Santa de Turín fue la impresión que me dejó la contemplación del rostro de Cristo a través de la Sábana Santa.[1]
La primera vez fue por pura casualidad. Era el tiempo de búsqueda. Estaba cursando Arquitectura, me atraía el arte, la belleza y estaba en uno de esos viajes por Italia embelesado por los artistas del Renacimiento. Era en Florencia, cuna del Renacimiento y había ido a visitar las esculturas de Miguel Angel en la Iglesia de San Lorenzo dentro de la capilla funeraria de los Médici. Cuando salía en una de las estancias junto al claustro me encontré con una exposición de estudios sobre la Sábana Santa e Turín. Entre como curioso y salí como creyente que asistió a una verdadera transfiguración. El rostro de Cristo se me hizo tangible, visible de una manera nueva. Despreciado desecho de los hombres como aquel a quien se le vuelve la espalda y era Él quien por amor cargó con nuestros pecados (cf. Is 53). Era Él quien de muevo salió a mi encuentro, soy yo al que a tientas buscas.
La segunda vez fue estando como misionero en Roma. Las misioneras vivían en el lugar donde San Ignacio empezó el Colegio Romano. Precisamente allí llevaron la exposición de la Sabana Santa de Turín. Ya era misionero, era el tiempo de estudios en Roma, un tiempo un poco difícil y de prueba para mí. De nuevo al verla era el Señor quien de nuevo me salía al encuentro: Soy Yo no temas.
La tercera vez fue en Jerusalén. Una tarde acercándome al palacio de la nunciatura me encontré de nuevo con la sorpresa de una exposición de la Sábana Santa de Turín. Era al final de toda una peregrinación en la ciudad Santa por lo que todavía más caló o de nuevo la experiencia. Habíamos iniciado una andadura nueva en comunidad como Misioneros Servidores del Evangelio y necesitaba avivar el fuego de su presencia viva. Resultó ser un precioso momento de oración y una confirmación de sus caminos.
Ahora doce años después en este recóndito lugar de Filipinas de nuevo descubro que Es El quien guía nuestros pasos. Después de la vigilia de Pentecostés un poco tempestuosa en medio de una tormenta salía del lugar con la impresión que Jesús necesita hoy nuestras vidas para imprimir su rostro no en la reliquia de una tela sino en nuestras propias vidas y en las vidas de tantos rostros desfigurados.
Buscadores sedientos de verdad, bien y belleza
Nuestro mundo lleno de incertidumbres se ve caracterizado por el desencanto, desaliento, cansancio, promesas incumplidas, hastío, vacío, sinsentido. No basta deplorar y denunciar las fealdades de nuestro mundo. Están demasiado a la vista. Nos oprimen las preguntas, inquietudes, pesadumbres que agitan nuestra historia personal y colectiva y nos preguntamos ¿quién saciará nuestra sed de verdad, de bien, de belleza? ¿quién puede darnos sentido, un impulso nuevo, un horizonte de alegría y esperanza que nos haga vibrar? ¿cómo recuperar la pasión, la fascinación, el esplendor, el entusiasmo, la atracción gozosa, la entrega ferviente? Nuestro mundo esta sediento de una belleza que le salve y le saque del vacío y del sin sentido.
Nuestro mundo racional frío y calculador no responde a nuestras expectativas y ansias más profundas, no encuentra respuesta a los interrogantes más profundos, quiénes somos, de dónde venimos, a dónde vamos, cuál es el sentido del dolor, la enfermedad, la muerte ( Cf. GS 10). Conocemos muchas cosas pero adolecemos de un conocimiento íntimo más afectivo que plenifique el corazón. los teoremas, las teorías no apasionan a nadie. a veces nos dejamos llevar por la mediocridad, el cálculo egoísta, los hábitos rutinarios. nos falta la pasión por vivir, la novedad de una vida que irradia alegría y felicidad.
Nuestro mundo nos llena de deberes, exigencias, cargas que a veces nos hacen la vida insoportable. no llegamos a responder a las altas metas y expectativas que nos crean o nos creamos. nos dejamos llevar por lo efímero de unas relaciones frías, líquidas, virtuales, momentáneas. Nos falta el motor, la energía, las ganas de vivir, el impulso que nos anime a caminar con esperanza.
Un mundo sin belleza nos deprime y nos preguntamos ¿Qué belleza puede salvar el mundo?
Cuando la vida se hace insulsa, cuando la belleza es negada la vida pierde su dinamismo, sabor y color. Necesitamos de una belleza que nos cautive, de un amor verdadero, un amor estable y duradero que comparta nuestro dolor, que nos guíe con mano suave y firme a la vez, que nos mantenga a salvo en medio de los entresijos de la vida.
Cristo ha venido a saciar y colmar nuestra sed de amor, de verdad y de belleza.. Cristo en su Encarnación, Pascua, muerte y resurrección nos revela el amor más bello, más grande, que da sentido a nuestra vida y nuestra historia personal y colectiva. La Pascua, muerte y resurrección de Cristo, es torrente inagotable, es fuente de luz y de esperanza. ahí se nos revela la verdadera belleza, el verdadero amor de Dios que nos salva.
Vivir apasionados, fascinados por la verdadera belleza
Somos llamados a vivir en el abandono confiado, con el espíritu del reconocimiento y de la alegría filial. ahí radica la belleza de la vida. Reconocerse amados y salvados por Dios en Cristo Jesús. Jesús nos revela el verdadero rostro compasivo de Dios. Es el gran compañero y amigo del hombre que no nos deja solos en medio del dolor y sufrimiento, incluso la misma muerte (Rm 8). Jesús vivo y resucitado, vencedor de la muerte, nos invita a vivir apasionados en la gratuidad de su amor y confiados en las manos de Dios.
Testigos de la belleza que salva
Estamos llamados a caminar con esperanza siendo testigos del amor que nos salva, irradiando la luz y la alegría del nuevo modo de ser y de vivir que inaugura el Evangelio. El encuentro con la belleza del rostro de Cristo, de la belleza que nos salva es lo que da nuevo impulso a la pasión misionera. Estamos llamados y predestinados a reproducir y resplandecer esta belleza en nuestra vida. "Todo lo hace concurrir Dios para bien de los que aman a Dios... nos ha llamado a poder reproducir y resplandecer en nosotros la imagen del Hijo" (Rm 8, 30-31). De contemplar ese rostro de Cristo en nosotros y en cada hermano brota el deseo de compartir con todos el don de la belleza que nos salva. La caridad es la belleza que se irradia y transforma a quien toca. Hay tantos rostros deformados y desfigurados porque les falta esta belleza, la caridad y el amor de Cristo es lo que nos mueve. Hoy el mundo tiene sed de verdad, de bien, de amor de una belleza imperecedera que no se marchita y sin saberlo, como a tientas nos pide: queremos ver ese rostro bello, queremos ver esas vidas bellas y enamoradas, queremos ver a Jesús.
Queremos ver a Jesús
La carta
programática para el nuevo milenio de Juan Pablo II Novo Milenio Ineunte centra
como fuente de inspiración y objetivo primordial
de la Iglesia la contemplación del rostro de Cristo. La petición de los paganos
a Felipe resuena en lo que late en el corazón del hombre (Cf. Jn 12,27). Los
hombres de nuestro tiempo quizás no siempre consciente piden a los cristianos
en cierto modo no solo que les hablemos de él
que se lo hagamos ver. Sin duda esta es la misión de la Iglesia reflejar
la luz de Cristo y hacer resplandecer su rostro.
La Iglesia
vive de la contemplación de este rostro. En el rostro de Cristo la Iglesia
contempla su tesoro y alegría. Nosotros somos los primeros llamados a
contemplar su rostro, el rostro vivo, crucificado y resucitado, doliente y
radiante de la persona de Cristo. No podemos obviar el aspecto paradójico de
este misterio en clave pascual de muerte y resurrección. La iglesia contempla no
solo al Cristo histórico sino al Cristo de la fe vivo y resucitado vencedor de
la muerte que disipa toda oscuridad.
El camino de la belleza, Via pulchritudinis
El camino de
la belleza, Via pulchritudinis, se
presenta hoy como un itinerario privilegiado para dar con la fuente de la
belleza y la Verdad. En el mundo plural interreligioso en que vivimos se
precisan crear puentes para encontrar al Dios verdadero a través de un
itinerario de amistad y en un diálogo de verdad.[2]
Más que el
moralismo o la imposición de verdades frías y dogmas se precisa volver a la vía
de la seducción, de la admiración de la fascinación de la belleza. La vía de la
belleza, partiendo de la experiencia sencilla del encuentro con la belleza que
suscita admiración, puede abrir el camino de la búsqueda de Dios y es capaz de
disponer el corazón y el espíritu para el encuentro con Dios. En un mundo que
ya no se crea capaz de afirmar lo hermoso, las pruebas de la verdad han perdido
su carácter concluyente.[3]
Como afirma
el papa Juan Pablo II en su carta a los artistas: La vedad y el bien no son suficientes para crear una cultura porque a
solas no parecen suficientes para crear comunión, una unidad de vida entre los
hombres.[4]
El papa Juan Pablo II llama a una nueva
epifanía de la belleza y un nuevo diálogo de fe y cultura. El papa exhorta
a la fecundidad de su alianza milenaria de donde surge este engendrar en la
belleza.[5]
Se precisa
pues recorrer el camino de la belleza,
contemplada la belleza se extasía el corazón y lo eleva interiormente del
asombro a la admiración, de la admiración a la gratitud y de la felicidad a la
contemplación. O el cristianismo es filocalia,
amor a la belleza, o no lo es.[6]
La vía de la
belleza responde al íntimo deseo de felicidad que habita en el corazón de todos
los hombres. Ella abre horizontes infinitos que empujan al ser humano a salir
de sí mismo y a desear como último fin de su deseo la felicidad y de su
nostalgia absoluta, aquella Hermosura original que es Dios mismo, Creador de
toda belleza creada.
Artistas de la belleza de la fe
Estamos
llamados a ser artistas de la belleza de la fe a colorear al mundo con la
múltiple diversidad de tonos del color del amor de Dios ( "... asistimos a una invasión del odio y la violencia, venzámosla con una invasión de amor", Chiara Lubich). El color se produce bajo
la emanación de la luz. Es la luz de la fe la que estamos llamados a transmitir
para que los hombres glorifiquen a Dios. Vosotros
sois la luz del mundo (Mt 5, 13)
La luz de la
fe se propaga a través de una vida radiante, luminosa. El gran testimonio que
necesita el mundo es una vida nueva en Cristo en comunión, en comunión con El y
los hermanos. Ámense unos a otros como yo
les he amado, este será el distintivo por el que el mundo conocerá que son mis
discípulos (Jn 13, 34-35) Padre te
pido que vivan unidos entre ellos y nosotros, de este modo el mundo podrá creer
que Tú me has enviado (Jn 17,21)
Una obra
bella se caracteriza por la luz y la armonía. Se trata de lograr una comunión
entre lo diverso lo diferente. La comunión no anula la diferencia, sino que la
integra armónicamente. Se trata pues de encontrar la armonía y la fascinación
del conjunto. El arte para que sea vehículo y portador de belleza ha de vivir
como diálogo, servicio, liturgia que eleva la mente y el corazón delos hombres
a Dios.
Reconciliarnos con el pasado
La Iglesia
necesita respirar con dos pulmones el pulmón del Oriente y Occidente. El
Oriente ha dado primado a la razón a la inteligencia, el Oriente a la
contemplación al Espíritu. Hoy más que nunca se precisa de una relación dialógica
entre Occidente y Oriente recuperando la iconografía oriental que fue y sigue
siendo transmisora del Espíritu.
Rescatar la belleza
La belleza
ha sido condenada a la caducidad y necesita ser liberada. La Belleza no es
siempre verdadera. Dios no es el único que se reviste de la Belleza; el mal le
imita y vuelve la belleza profundamente ambigua… la belleza ejerce su
fascinación, convierte el alma humana a su culto idólatra, usurpa el sitio del
Absoluto, con una extraña y total indiferencia hacia el Bien y la Verdad.[7]
Se volvieron insensatos…embelesados por
la hermosura de las creaturas no reconocieron a su autor sino que se hicieron
´dolos tomándolos por dioses (cf. Sab
13,1.3; Rm 1, 20-23; Rm 8, 19-21)
El camino de
la belleza pide salir del esteticismo efímero, el saber discernir entre el uso
y el disfrute. Debemos aprender a saber disfrutar y usar de las cosas
reconociendo al autor de todas ellas. El hombre está en riesgo de dejarse
atrapar por la belleza misma. Entonces el icono se convierte en ídolo, el medio
devora el fin, la verdad esclaviza. Se precisa
ir más allá de lo efímero y superficial, de lo rutinario, de lo vulgar, de lo
pasajero y abrirse a la trascendencia, al misterio.
Se precisa educar la belleza
Se precisa
de una verdadera teología de la belleza, una estética teológica para lograr una
contemplación de la verdadera belleza que nos conduce a Dios. Hemos perdido la fuerza de atracción…Debemos
de comenzar por la Belleza porque la Belleza no hace otra cosa que contemplar
el esplendor impalpable del doble rostro de lo verdadero y del bien y su
reciprocidad indisolubles.[8]
Se precisa saber ver, saber contemplar con los ojos del corazón, es decir con un corazón puro que sabe ver con asombro,
con respeto con veneración.
Numerosas
son las personas que tienen ojos y no ven, no ven en la creación, en las
criaturas, en la naturaleza, en el cosmos más que la materialidad visible sin
evocar belleza alguna, menos aún del Creador. Se precisa educar la sensibilidad
herida por una sociedad hedonista, materialista, utilitarista y promover una
educación de la sensibilidad, de la belleza y que conlleve a un mayor respeto
de las cosas y de las personas como obra de Dios[9].
Saber ver con gratuidad despertando los sentimientos de admiración, de
adoración, y de acción de gracias. En toda la creación está impresa la gloria,
la huella de Dios. Como ya
denunció el propio papa Pablo VI no se puede vivir un divorcio entre el arte y
lo sagrado, ni convertir lo sagrado en profano[10].
Debemos de sanar y recuperar el valor sagrado de la vida debido al eclipse de
Dios.
La integración de lo bueno, verdadero y bello
Se precisa
la vinculación del Bien y la Verdad, de lo verdadero y lo bello. Europa ha
sabido primar el camino de la razón. Oriente ha primado el camino de la contemplación
y la belleza. Como muy bien dice el premio Nobel Soljenitsyne: Esta antigua triple unidad de la verdad, del
bien y de la belleza no es simplemente una fórmula caduca de desfile… si estas
tres dimensiones están unidas en un mismo árbol, mientras que las ramas de la
verdad y del quien demasiado precoces y sin defensas, son aplastadas y rotas y
no llegan a la maduración, las inesperadas e imprevistas ramas de la belleza
crecerán y se extenderán y serán ellas las que cumplirán el trabajo de las
otras tres.[11]O
como también dijo el padre Turoldo: Hasta tanto que la verdad y el bien no se conviertan
en belleza, la verdad y el bien parecen quedarse como extrañas para el hombre,
y se le imponen desde el exterior; él se adhiere pero no las posee; ellas
exigen de él una obediencia que de alguna manera lo mortifica.[12]
El valor de la imagen
En nuestra
cultura marcada por un diluvio de imágenes frecuentemente banales y brutales
diariamente diseminadas por la televisión, las películas, videos etc se debe
promover una nueva alianza entre el arte y la fe, una nueva alianza fecunda
entre el arte y el evangelio, promover una nueva epifanía de la belleza nacida
de la contemplación de Cristo.
En medio de
un mundo inundado por la imagen, imagen de todo tipo, violento, robótica,
comercial, imagen que toca o que seduce, sin embargo una sed muy grande de la
imagen pura de la imagen santa, de la imagen que suscita compasión, gozo, que
eleva el corazón y que nos sensibiliza a la verdadera belleza.[13]
La vía
pulchritudinis aprovecha el camino del arte sacro para conducir a la veritas fidei, la verdad de la fe, por
la encarnación en icono de Dios invisible.
Juan Pablo
II habla del valor de la imagen como quasi
sacramento. De la misma manera a lo que se realiza en los sacramentos, hace
presente el misterio de la Encarnación en uno u otro de sus aspectos. Sin duda
la imaginería católica ha sido la biblia de los pobres, verdaderas escalas de
Jacob que elevan el alma hacia el Autor de toda belleza.
Los iconos y la luz tabórica
La
admiración que suscita en nuestros días la belleza de los iconos su belleza tan
pura y tan purificadora nos lleva a preguntarnos ¿de dónde puede nutrirse este
tipo de belleza sino de la contemplación del rostro de Cristo?.[14]
Los pintores
de los iconos sabían que la luz que debían fijar en la tabla, no era una luz
cualquiera, sino la luz tabórica, que brilló en el Tabor como anticipo de la
resurrección. ¿Que es lo que distingue esta belleza de cualquier otra? Esta
belleza procede del interior, tiene en el cuerpo su medio de expresión, pero no
su fuente última.[15]
El Espíritu Santo es el que irradia la luz para que podamos contemplar el resplandor
y la belleza de Cristo.
La belleza
luminosa de Cristo posee la plenitud de la gracia y es fuente perenne de vida
nueva. Como dijo el papa Benedicto XVI: El
santo es aquel que está fascinado por la belleza de Dios y por su perfecta
verdad y es progresivamente transformado por ello. Por esta belleza y esta
verdad está dispuesto a renunciar a todo, hasta sí mismo.[16]
Es
contemplando el rostro de Cristo como el Espíritu hace brillar su luz en
nuestros corazones. El Espíritu es el verdadero
iconografo interior que nos transforma en su imagen. Nosotros contemplamos
el Icono de Cristo (la Luz increada)
de forma que podamos irradiar la Luz que contemplamos. Se trata pues de
contemplar y dejar que su Luz penetre en nosotros. Se trata de pasar de lo
sensible a lo invisible de forma misteriosa dejándonos transformar por el
Espíritu.
Mas que
mirar se trata de contemplar, de trata de ser mirados, dejarnos mirar, dejar imprimir “su
imagen” su pensar, sentir...que me reciba de tí y me consagre a ti para
que toda mi vida, mis pensamientos, sentimientos, intenciones, acciones se
orienten a hacer su voluntad, vivir y extender su Reino
La belleza suscitada por la fe
La belleza
invisible se hizo visible. La encarnación del Hijo de Dios es el fundamento de
la imagen cristiana imagen de Dios
invisible (Col 1, 15). A Dios nadie
lo ha visto, Cristo que descansa en el seno del Padre nos lo ha dado a conocer
(cf Jn 1,16). Es lógico que los artistas a lo largo de la historia nos
hayan dejado en las obras de arte reflejos y destellos de esta belleza., obras
de una belleza y de una profundidad sublime. Para el creyente la belleza
trasciende la estética y lo bello encuentra su arquetipo en Dios.
La
contemplación de Cristo en su misterio de Encarnación es la fuente viva a la
que el artista cristiano acude para coger su inspiración en orden a penetrar en
el misterio de Dios. La obra de arte es
como un puente, un símbolo, una realidad que evoca, que envía más allá de sí
misma y nos proyecta hacia Dios mismo. Acaso uno no se extasía contemplando la
Capilla Sixtina o las catedrales. Las obras de arte son remansos, oasis,
puertos de paz donde resuenan las melodías inalterables de lo eterno, melodías
inalterables que a través de los siglos continúan en su función de alabanza.
La vida del hombre es la visión de Dios
Como dice
San Irineo: La vida del hombre es la
visión de Dios.[17]
El hombre busca contemplar a Dios. La belleza de la creación invita a
contemplar la belleza de su fuente. La belleza de las obras nos llevan a su
autor. Como dice San Irineo: la gloria de Dios es el hombre plenamente vivo. El hombre precisa ser tocado, iluminado por esta belleza inmortal para reproducir y resplandecer con esta belleza.
Cristo, el absolutamente bello
En el mundo
existe un solo ser absolutamente bello, Cristo”[18],
el modelo y la fuente de la belleza redimida. Cristo es la Hermosura encarnada
ofrecida por Dios a los hombres. Cristo, el
más hermoso de los hijos de los hombres. Ella invita a los buscadores
insaciables del amor, de la verdad y la belleza, a elevarse de la belleza
sensible a la belleza eterna y descubrir al autor de la belleza. Tarde te amé, belleza siempre antigua y
siempre nueva. Tarde te amé. Tú estabas dentro de mí, pero yo andaba fuera de
mí mismo, y allá afuera e andaba buscando…me retenían lejos de ti cosas que no
existirían, si no existieran en Ti. Pero Tú me llamaste y más tarde me
gritaste, hasta romper finalmente mi sordera. Con tu fulgor espléndido pusiste
en fuga mi ceguera.[19]
El que es la Hermosura verdadera suscita en nosotros el deseo de disfrutar en
el reposo de la contemplación porque Él sólo puede colmar nuestros corazones.
Contemplar el rostro de Cristo
La iglesia
vive de la contemplación del rostro de Cristo. La Iglesia se comprende en
camino hacia la belleza de Cristo. Cristo es nuestro verdadero icono, nuestra
verdadera imagen. Cristo se propone como modelo de una vida verdaderamente
hermosa.
Cristo se
despojó de ella por amor. Cristo en la Cruz, icono del Siervo Sufriente, parece
haber perdido toda belleza corporal y sin embargo nos revela la sublimidad de
una belleza sin igual. El creyente ve en lo deforme del Siervo Sufriente,
despojado de toda belleza exterior, la manifestación del amor infinito de Dios que
llega hasta revestirse de la fealdad del pecado para elevarnos más allá de los
sentidos hacia la belleza divina que supera toda otra belleza y no se altera
nunca jamás.
El icono del
crucificado con el rostro desfigurado contiene, para el que lo quiere
contemplar, la misteriosa belleza de Dios. S la Hermosura que encuentra su
cumplimiento en el dolor, en el don de sí mismo. Es la belleza del amor que es
más fuerte que el mal y que la muerte.
Cristo es la
imagen, el icono viviente. El es la imagen viva
dinámica que da vida. cristo es la imagen del dios invisible toda la vida está
en el, todo lo creó dios en él y
está sostenido en él (Col 1,15).
A Dios nadie lo ha visto, su Hijo nos
lo ha dado a conocer. hemos sido creados a imagen de cristo. somos “imago dei” , llamados a reproducir en nosotros
la imagen viva de Cristo.
¡Cuán
hermoso eres, amado mío!¡Eres un encanto! (Segundo Poema del Cantar de los
Cantares) El contemplar el amor busca la identificación. El Amado vive y se
reconoce en la amada y la amada en el Amado.
En este amor conyugal de esposos
se da la Unión total del uno al
otro y aceptación total del otro. Se trata de un amor compasivo con la
aceptación plena de la persona y la integración de las diferencias. Este amor pide constancia y perseverancia
para entrar en una comunión mucho más plena y profunda. (Cantar de los
Cantares 5,2-6; SS 6,2-3)
Dios quiso salvar al mundo por la necedad del
Crucificado
Puesto que
la sabiduría del mundo no fue capaz de reconocer a Dios, Dios quiso salvar el
mundo por la locura del Crucificado y la necedad de la Cruz (1 Co 1,21). He
aquí la fuente y la base de la belleza capaz de unir los diferentes estratos,
lo humano y lo divino, lo histórico y lo escatológico. No se trata de una idea,
de un programa, de un modelo, sino de una persona.
Mirando
contemplando la persona de Cristo somos atraídos, envueltos, unidos.
A Dios nadie
le ha visto. El Hijo único Cristo nos lo ha
dado a conocer.(Jn 1, 16) Cristo es la revelación del Padre. El que me ha visto a mí ha visto al Padre,
el que me ve ve al que me ha enviado (Jn 14, 9). Cristo es la belleza de
los contrarios, que une las realidades diferentes.
Contemplamos
el rostro de Cristo que es verdadero hombre y verdadero Dios. He aquí la
verdadera belleza. Dentro de una realidad se descubre otra. Su belleza nos
seduce, nos envuelve, nos enamora, nos hace unirnos a aquel que dentro de la
realidad se despliega como una realidad más profunda porque une las diversas
realidades.
La Suprema
belleza es Cristo Pascual. La Suprema belleza adoptó una forma pascual, la sabiduría eterna adoptó la
necedad de la Cruz para mostrar la belleza que salva el mundo. Cristo suprema
belleza adoptó la forma kenótica de
Siervo Sufriente para atraernos a todos hacia Él. El Hijo del hombre ha de ser levantado para atraer a todos hacia Él
(Jn 3, 14).
Hechos a imagen de Dios para reflejar e
irradiar la belleza y el rostro de Cristo
Llevamos el
rostro descubierto, vamos incorporando su imagen cada vez más perfectamente
bajo el influjo del Espíritu Santo (2 Co 3,18) de manera que somos cartas vivas
de Cristo no escrita con tinta o en frías tablas de piedra sino en las páginas
palpitantes del corazón (2 Co 3,3). Estamos llamados a irradiar la belleza de
Cristo por medio de una vida santa seducidos por aquella belleza que ilumina
transforma la vida de los hombres y sus acciones cotidianas. Donde irradia la
caridad, allí se manifiesta la belleza que salva.
Pavel
Florenskij, chantre ruso de la belleza, mártir del S. XX comenta: Las acciones del creyente no son en realidad
acciones buenas en el sentido filantrópico moralista, son: tá Kalá érga , que
quiere decir acciones hermosas, revelaciones luminosas y armoniosas de un
rostro luminoso, hermoso que se dejado seducir por la belleza de Cristo.[20]
Es así como se entiende la luz interior del hombre extenderse al exterior.
Aunque
muchas veces trabajamos muchísimo empeñándonos en cambiar el mundo sirviéndonos
de todos los medios a nuestro alcance, puede pasar que en nuestras obras no
emerja la belleza. Podemos ser buenas personas y hacer obras buenas pero
nuestras vidas no atraer no reflejar la belleza de Cristo. Para que viendo vuestras obran glorifiquen al Padre (Mt 5, 16). A
las buenas personas se les aplaude pero no arrastran, seducen, se va detrás de
ellas.
Tu imagen sobre mí me cambiará
No se trata
de saber más sino de contemplar para que el misterio contemplado de Cristo se vuelva a nosotros, entre por los sentidos en nosotros hasta
hacerse vida en nosotros. Se trata de una vía más pasiva, mimética, dejar que
la imagen de Cristo que contemplamos se
imprima.
La
contemplación del rostro de Cristo ha de llevarnos a una vida transfigurada a que la vida se convierta en una epifanía, manifestación del amor de
Cristo. La persona se abre a una nueva forma de ser, de vida en relación, de
vida en comunión.
Desde la
experiencia viva de fe se adentra uno en esta vida en comunión. La persona se
expresa y realiza su comunión en su naturaleza humana a través de una vida
transfigurada con amor y haciéndose a la manera eucarítica de forma pascual.
No tenemos
que hacer nada extraordinario… en lo ordinario de la vida. vivir con él dejando que él nos guie saliendo a su encuentro en
los hermanos amandole y sirviendole en nuestros hermanos sobre todo en
los más pequeños y necesitados. crecer
en tu amor y tu amistad. Al final solo se nos examinará del amor. no te olvides de
amar y serás feliz. Conviene a este
sentido ver el APENDICE
La vida consagrada
llamada a reflejar la belleza de Cristo
Vosotros sois la
luz y sal de la tierra pero si la sal pierde su sabor, ¿Cómo seguirá salando? (Mt 5,13) Nos
podemos preguntar si la VC atrae, seduce, fascina o ha perdido su sabor, su
esplendor, su fascinación y porqué. En el mundo de hoy podría decirse a grandes
rasgos que la VC no es bella, porque no atrae. La belleza de Cristo atrae
envuelve y enamora, que le pasa a los Cristianos. Era la pregunta que se hacía
Ghandi. Más que desvelar el resplandor del Evangelio de Cristo lo hemos velado
con nuestras obras. En muchos ambientes no solo no atrae sino repele da miedo.
Hemos de preguntarnos ¿Qué ha pasado, porqué no atraemos, son nuestras vidas
bellas? Alguna cosa hemos perdido en el camino. Algo hemos hecho nuestro que no
corresponde a la esencia de la VC y quizás hemos olvidado lo esencial de la VC.[21]
El valor
simbólico, sacramental, testimonial
Hemos de recuperar la dimensión simbólica y sacramental de nuestra vida.
El sacramento expresa la realidad de lo que contiene. El símbolo expresa una
unidad orgánica de mundos, universos diversos, distintos, diferentes. El
sentido de la vida espiritual es llegar a ser bello, es decir, ser un símbolo
que dentro de la historia abre una ventana al eschaton, a la admiración y plenitud de todo en Cristo.
Como dice Soljenitsyne, genio y mártir ruso: El testimonio es una
realidad de belleza porque es simbólica. A través de los gestos, obras,
palabras emerge el Otro, Cristo. El testimonio ha de ser visto como eje y motor
de la vida cristiana y de la Iglesia. El testimonio posibilita vivir nuestra
humanidad como teofanía, revelación
de la vida de Cristo, lugar en el que Dios se revela.
Dios quiere amar a nuestros contemporáneos a través de nuestra humanidad,
revelar el esplendor del Evangelio a través de cartas vivas. Las personas deben
encontrar en nuestras obras, gestos y palabras a Cristo. Estamos llamados a irradiar la belleza de
Cristo de una forma pascual, conformados con la Cruz de Cristo. La vida vivida
como ofrenda de sí, como suprema teofanía. La belleza reside en el amor. La
Verdad revelada es el amor encarnado: Cristo, la suprema belleza. Una vida
bella es una vida en comunión con El y los hermanos. La verdadera belleza se
expresa a través de la comunión en una vida al modo de Cristo de forma pascual.
La
contemplación de la Santa Faz
Jesucristo no es la encarnación de cualquier rostro, es la Encarnación
del rostro de Dios Padre en su ser más profundo y misterioso, su rostro de
Misericordia. Cristo en el cúlmen de su vida, en la cima de la montaña del
amor, nos revela este rostro de Misericordia en su Pasión y muerte en la Cruz. La
Santa Faz refleja el rostro del hombre varón de dolores y a la vez este rostro
infinitamente dulce y humilde del Hijo de Dios. Situémonos bajo su mirada
atrapados por esta luz tabórica, la claridad que derraman los ojos mansos y
bajos de la Santa Faz. Como si nos sumergiéramos en el fuego incesante de su
amor que todo lo abrasa y todo lo transforma.
Santa Teresa de Lisieux en su especial devoción de la Santa Faz expresa
en su diario: cuando comenzaba el rezo
del Viacrucis, de repente me sentí presa de un amor tan violento hacia Dios,
que no puedo explicar, sino diciendo que parecía que me hubieran hundido toda
entera en el fuego. ¿Oh, que fuego y qué dulzura al mismo tiempo! Sentí que me
abrasaba de amor.[22]
Contempla
adora y confía [23]
No te inquietes por las dificultades de la vida,
por sus altibajos, por sus decepciones,
por su porvenir más o menos sombrío.
Quiere lo que Dios quiere.
Ofrécele en medio de inquietudes y dificultades
el sacrificio de tu alma sencilla que, pese a todo,
acepta los designios de su providencia.
Poco importa que te consideres un frustrado
si Dios te considera plenamente realizado;
a su gusto. Piérdete confiado ciegamente en ese Dios
que te quiere para sí. Y que llegará hasta ti, aunque jamás le veas.
Piensa que estás en sus manos,
tanto más fuertemente cogido,
cuanto más decaído y triste te encuentres.
Vive feliz. Te lo suplico.
Vive en paz. Que nada te altere.
Que nada sea capaz de quitarte tu paz.
Ni la fatiga psíquica. Ni tus fallos morales.
Haz que brote, y conserva siempre sobre tu rostro
una dulce sonrisa, reflejo de la que el Señor
continuamente te dirige.
Y en el fondo de tu alma coloca, antes que nada,
como fuente de energía y criterio de verdad,
todo aquello que te llene de la paz de Dios.
Recuerda: cuanto te reprima e inquiete es falso.
Te lo aseguro en nombre de las leyes de la vida
y de las promesas de Dios.
Por eso, cuando te sientas apesadumbrado,
triste, adora y confía...
una dulce sonrisa, reflejo de la que el Señor
continuamente te dirige.
Y en el fondo de tu alma coloca, antes que nada,
como fuente de energía y criterio de verdad,
todo aquello que te llene de la paz de Dios.
Recuerda: cuanto te reprima e inquiete es falso.
Te lo aseguro en nombre de las leyes de la vida
y de las promesas de Dios.
Por eso, cuando te sientas apesadumbrado,
triste, adora y confía...
AKATHISTOS
Salve, por ti resplandece la dicha;
Salve, por ti se eclipsa la pena.
Salve, levantas a Adán, el caído;
Salve, rescatas el llanto de Eva.
Salve, oh cima encumbrada a la mente del hombre;
Salve, abismo insondable a los ojos del ángel.
Salve, tú eres de veras el trono del Rey;
Salve, tú llevas en ti al que todo sostiene.
Salve, lucero que el Sol nos anuncia;
Salve, regazo del Dios que se encarna.
Salve, por ti la creación se renueva;
Salve, por ti el Creador nace niño.
Salve, ¡Virgen y Esposa!
Salve, ¡Virgen y Esposa!
Salve, por ti se eclipsa la pena.
Salve, levantas a Adán, el caído;
Salve, rescatas el llanto de Eva.
Salve, oh cima encumbrada a la mente del hombre;
Salve, abismo insondable a los ojos del ángel.
Salve, tú eres de veras el trono del Rey;
Salve, tú llevas en ti al que todo sostiene.
Salve, lucero que el Sol nos anuncia;
Salve, regazo del Dios que se encarna.
Salve, por ti la creación se renueva;
Salve, por ti el Creador nace niño.
Salve, ¡Virgen y Esposa!
Salve, ¡Virgen y Esposa!
APENDICE I
La vida cristiana ha recorrido toda una serie
de etapas en la historia de la Iglesia. Sobre cada etapa de la vida cristiana
hay una epíclesis en su obra y en su
realización. Lo que sucede sobre el altar en la eucaristía se debe contemplar
en la comunión y la unidad de los que la celebran. Al principio se vivía esta
unidad. ¿Que es lo que pasa hoy?
El cristianismo no es una ideología o
religión de prácticas virtuosa nace de una experiencia viva de fe de encuentro
con el Resucitado. El comienzo del cristianismo corresponde a una cosmovisión
nueva, no es forma de una idea sino que se da de forma orgánica, de
participación de comunión. La vida nueva nace del Espíritu que es comunión y
produce una inteligencia nueva, una cultura nueva.
Al PRINCIPIO
UNA COSMOVISION DIFERENTE
Los cristianos de los primeros siglos
entraron en el mundo cultural no adoptando los modelos clásicos de belleza sino
teniendo una visión nueva y original de la belleza. La belleza es la unidad
orgánica de los diferentes. Bello es lo que es multiestrato, la unidad en los diferentes
estratos de la realidad.
Para los cristianos de los primeros siglos la
base de la belleza era el mismo Cristo, su proclamación que nos transmite el
Evangelio El pueblo sumido en tinieblas
vio una Luz resplandeciente, a los que vivían en las sombras de muerte una luz
los alumbró. (Mt 4,16)
Esta unidad que une diversas realidades en un
organismo, una idea, no es la fuerza de una energía, ni una ley, ni un sistema.
Esa unidad es una persona viva con su amor. Una unidad que se contempla en el
rostro de una persona: Cristo.
Los cristianos contemplando la belleza de
Cristo expresan esa unidad orgánica en la comunión, comunión de mundos
distintos, de tiempos y modos diferentes de lo humano y lo divino, de lo
histórico y lo escatológico. Todo en la realidad de la persona de Cristo.
Los padres de la Iglesia son la tela sobre la
cual la Iglesia pinta su autorretrato. Justo así nace el arte de los cristianos
en una unidad orgánica con la liturgia y la vida nueva, unidad entre lo humano
y lo divino, unidad de la humanidad injertada en el Cuerpo de Cristo.
San Basilio Magno y los padres del desierto
profundizan en el significado de la vida cristiana como comunión, como cuerpo
eucarístico. La iniciación cristiana suponía un verdadero nacimiento, un
despertar a la vida tras la muerte en las aguas bautismales[25].
En el bautismo muere el individuo y nace la persona, muere el hombre viejo y
nace el nuevo, muere una vida unida a la sangre de los progenitores y nace una
vida nueva unida a la sangre de Cristo. En el bautismo muere el yo con su ansia
de autoafirmarse y resucita el hermano entre los hermanos, miembro del Cuerpo
de Cristo. Muere el yo como una expresión de la naturaleza humana herida por el
pecado y resucita la persona que con el amor recibido de Dios ama a través de
su naturaleza humana, transfigurando así lo humano en lo divino.
El individuo pasa de ser un ser aislado a un
yo construido a través de las relaciones intra trinitarias. Recibimos una vida
que es amor y nos lleva a amar. La experiencia de fe comporta la vida. Tu eres
comunión luego existes para la comunión. Uno se descubre entretejido en un
organismo que es el Cuerpo de Cristo. El Cuerpo de Cristo, la Iglesia es un
organismo de múltiples moradas donde se vive una nueva existencia en Cristo. Como yo estoy en el Padre, vosotros en mí y
Yo en vosotros (Cf. Jn 17).
Los neófitos que tras el bautismo entraban a
formar parte de la iglesia pasaban a entenderse y vivirse en este misterio de
comunión, comunión con el Cuerpo eucarístico.
Como resumen diríamos que la primera
cosmovisión era orgánica, respondía a un cultura simbólica con el primado de la
vida. El lenguaje del arte correspondía con el culto, la liturgia y la vida. La
belleza respondía a una unidad orgánica tejiendo juntas todas las dimensiones
de la vida en un organismo divino-humano.
LUEGO SE DIO
UN CAMBIO DE COSMOVISION EN UNA ENCRUCIJADA PELIGROSA
En El S. IV con la conversión del Imperio
Romano a través de su emperador Constantino. La entrada del cristianismo en el
imperio romano supuso una encrucijada peligrosa que tendría graves
consecuencias. Al principio parecía un acontecimiento que daría la posibilidad
de lograr una expansión universal del cristianismo, y en verdad así fue pero
con un grave costo.
Fue demasiada gente la que entro a tomar
parte de la Iglesia y no era posible transmitir la experiencia de la vida
nueva, de la vida en comunión como cuerpo eucarístico. El cristianismo paso a
convertirse en una religión y esto traería graves consecuencias.
Eran tantas las personas que de repente
pasaron a tomar parte de la Iglesia que se perdió esta iniciación cristiana,
esta iniciación mistagógica. La iglesia se institucionaliza y el cristianismo
se convierte en religión[26].
¿Cómo ocurre esto?. Se busca un pensamiento una ideología correspondiente al
mundo clásico que fuera conciso, preciso, claro resumir la vida cristiana. Se
busca una doctrina universal para tener un ideal. La doctrina se convertía en
normativa y se pasó a un enfoque jurídico, ético, moral. El cristianismo se
institucionaliza como una religión. Se pasó de la experiencia vital a la
doctrina y de la fe a la religión. Fue el comienzo de la descristianización y
de la secularización.
DURANTE EL
SEGUNDO MILENIO
Durante los dos primeros milenios la Iglesia
se enfrascó en numerosas disputas filosóficas y teológicas. Se debatían las
luchas clásicas entre Platón y Aristóteles.[27]
Como acceder a través de las ideas al mundo o a través del mundo a las ideas. Se
entran en verdaderas disputas teológicas un tanto estériles.[28]
El misterio de la Iglesia como comunión
eucarística se convierte en una disputa teológica. La Eucaristia se convierte
en un objeto de culto separado de la experiencia viva de fe, separado de la
vida. El misterio de nuestra fe se pasa a explicarlo a través de categorías
humanas.
OTRO CAMBIO
DE COSMOVISION
El renacimiento supone la vuelta al mundo
clásico la exaltación del hombre en un humanismo que exalta la razón. Es la
puerta de entrada a la modernidad, de nuevo el triunfo de la razón y de la
creatividad humana. El renacimiento produjo un cambio de cosmovisión
respondiendo a una época crítica, primado de la idea, el individuo, la
inteligencia, la doctrina.
La cosmovisión es crítica. A través de las
ideas al mundo. Pienso luego existo (Descartes). La vida cristiana se amolda a
criterios ideales y pragmáticos de prácticas vacías. La religión cae en un
perfeccionismo cuyo objetivo es salvarse así mismo.[29]
La exaltación del individuo lleva a un
ocultamiento, eclipse de la persona y de la comunión como elemento esencial y
constitutivo. Desaparece la vida de comunión y aparece el individuo que se
corrige y se perfecciona según el ideal propuesto y enseñado.[30]
Debería ser al revés, la vida nueva del Resucitado debería producir una nueva
cultura y cosmovisión, una nueva cultura, una inteligencia nueva. Sin embargo
se produjo lo contrario. Los cristianos tomaron como criterio el ideal
universal y el individuo es revestido de perfección.
Como resumen el modelo de cosmovisión
heredado del pasado esta trasnochado. la edad crítica de la razón nos ha
llevado a una cultura muerta de la muerte no del primado de la vida. El individuo
se puso de nuevo en el pedestal, en el epicentro de la modernidad. La
cosmovisión de la edad crítica de la razón con el primado de la idea, de la razón,
de la estructura intelectual pide ser cambiado.
EL RETO DEL
TERCER MILENIO DE HOY
Hoy asistimos
de nuevo a la realidad trágica que ocurrió en otro tiempo en la Iglesia,
la descristianización, la secularización. A lo largo de los siglos se ha producido
una verdadera sustitución del cristianismo como una experiencia viva de fe a
convertirse en una religión. En el pedestal de nuestra Iglesia hemos levantado
el pedestal de un dios pagano.[31]
Hemos convertido el cristianismo en una religión y hemos tratado de explicarlo
con el pensamiento humano.
La Vida del cristiano, la vida consagrada, la
vida sacerdotal necesita un verdadero cambio de paradigma. El Vaticano II
supuso un acontecimiento de verdadera renovación. Los modelos cristianos y de
vida consagrada y de formación sacerdotal eran caducos y trasnochados.[32]
Como resumen nuestra era precisa de una
cosmovisión orgánica, el primado de la vida nueva de la comunión. Es el Espíritu
que nos abre a la comunión como participación de la vida divina. El individuo
no tiene acceso a la vida divina sino en participación, en relación. Se trata
del paso del individuo a la comunión.
CONCLUSION
El día al
día le pasa el mensaje; la noche a la noche se lo susurra (Sal 18)
Las épocas culturales se suceden las unas a
las otras tras una cosmovisión orgánica se pasa a una cosmovisión crítica y
después de la crítica debe de dar paso a la orgánica. La cosmovisión orgánica
envía su mensaje a lo orgánico. Lo orgánico se inspira en o orgánico. No pueden odres nuevos contenerse en odres
viejos. Cuando se pasa a una nueva cultura no se acepta la anterior y se
afirma otra nueva, no valen los moldes antiguos.
Hoy se habla de la necesidad de una verdadera
Primavera, de un Nuevo Pentecostés de una vuelta a los orígenes.[33]
Necesitamos abrirnos al Espíritu de Cristo Resucitado, el que hace todo nuevo,
al que hace nuevas todas las cosas. Se precisa un nuevo Pentecostés para pasar
a vivir la vida nueva como resucitados en Cristo y guiados por su Espíritu de
Amor.[34]
Los cristianos estamos llamados a ser
epifanía de una vida nueva a través de un testimonio de comunión. Se ha perdido
algo esencial la comunión y se ha adoptado un modelo pagano que nos ha dejado
la secularización. Se necesita volver a la vida en el Espíritu a la cultura
nueva civilización nueva del amor con el primado de la vida y del amor.
Hemos perdido el arte y la belleza de la vida
cristiana que es creatividad en el Espíritu, siendo creaturas nuevas. El Espíritu
es el agente de comunión. La vida nueva de comunión la recibimos del Padre y
del Hijo en el Espíritu. La comunión que recibimos de Dios y no es obra ni
elaboración nuestra debe extenderse a todas las dimensiones de la vida de la
humanidad y del cosmos como un fuego vital a través del Espíritu que nos ha
sido dado. Es la hora del Espíritu. Es nuestro tiempo. Para la VC es una
llamada a dejarnos renovar por el Espíritu de Cristo para vivir una vida nueva
que atraiga que fascine que seduzca con el amor de Dios a los hombres del mundo
de hoy.
APENDICE II
El rostro de Cristo en la Sabana
Santa
Nuestra fe se basa
en la experiencia de Cristo muerto y resucitado. La Sábana Santa no es un
objeto de fe sino un vestigio del pasado que nos abre al misterio de la fe que
profesamos. Los relatos evangélicos nos hablan que los apóstoles encontraron en
la sepultura de Jesús una sábana en la que fue envuelto el Cuerpo de Jesús y un
sudario. La Sábana Santa de Turín es una sábana de lino, de 4,36m de largo y
1,10m de ancho en donde aparece una doble figura frontal y dorsal. El Hombre de
la Síndome, que fue envuelto en la Sabana Santa con miles de años de antigüedad
parece no ser otro que Jesús de Nazaret. Estudios han querido comprobarlo pero
sigue en pie la cuestión. Por otra parte, la tradición atestigua según
testimonios recogidos que la Síndome de Turín es la mortaja de Jesús.
Los relatos
evangélicos
Después de bajarlo
de la cruz, lo envolvieron en una Sábana y lo pusieron en el sepulcro. (Lc 23,
33)
Pedro y Juan se
dirigieron al sepulcro. Juan llegó el primero e inclinándose para mirar, ve los
lienzos en el suelo. Luego entró Pedro y vio los lienzos por el suelo y el
sudario con el que habían envuelto a Jesús doblado en otra parte. (Jn 20, 3-7)
La Sábana Santa deja
al descubierto algo insólito
Sobre la Sabana
Santa se ven enseguida, además de las dos líneas oscuras y de los triángulos
blancos, signos de quemaduras, las huellas de una imagen, frontal y dorsal, de
un hombre muerto por crucifixión. Sin embargo, la imagen no es una pintura y ha sido dejada por
el cadáver de un hombre fustigado y crucificado. Estudios realizados a partir
de fotografías procesadas por ordenador han revelado que ella posee propiedades tridimensionales, que no
pertenecen ni a las pinturas ni a las normales fotografías, sino que se deben a
una irradiación de origen inexplicable que impresionó la imagen. La imagen no es fruto simplemente de las manchas de
contacto de un cuerpo ensangrentado. Dichas
manchas darían lugar a la visión de un
cuerpo deformado. El hombre impreso en la sábana es fruto una
irradiación singular como la de un
cuerpo emergiendo y saliendo de la sábana. Las imágenes tridimensionales,
muestran lo inaudito de todo un cuerpo que tomando relieve no pierde ningún
detalle fruto de un fenómeno extraordinario.
Historia de la trayectoria histórica de la Sabana
Santa
No se sabe con plena
seguridad cuál ha sido la trayectoria histórica de la Síndome. Se ha tratado de
reconstruir conforme a algunos datos cuál pudiera haber sido tal trayectoria.
La Sábana Santa pudiera haber viajado de Jerusalén a Edesa, Constantinopla,
Lirey, Chambéry, Vercelli y Turín.
Las primeras
dataciones de la sábana santa aparecen en el año 310 cuando el Papa San Eusebio
prescribe que no se celebre misa sobre el tejido de tela que envolvió el cuerpo
de Cristo. Un misal mozárabe anterior al S. IV habla de las huellas en la
Síndome
Un manuscrito
siríaco del S V habla de la imagen de Edesa dentro de la Doctrina de Addai (Tadeo) y que fue el apóstol Judas Tadeo quien
trasladó de Jerusalén a Edesa el lienzo con la imagen de Jesús impresa milagrosamente.
La tradición habla de que el rey Abgar V recibe en Edesa el lienzo con el
rostro de Cristo y es curado de su lepra. La imagen es colocada a la entrada de
la ciudad de Edesa y salva la ciudad del asedio de los persas en 544
La tradición según la
Narratio de imagine Edessana del emperador Constantino VII cuenta que el lienzo
fue trasladado de Edesa a Constantinopla. Quizás para protegerlo de la lucha
iconoclasta. Un documento de un monasterio del monte Athos del S. X hablan de
la presencia de la Síndome en Constantinopla, la imagen era del Cuerpo de
Cristo y tenía sangre. Un sermón del Referendario Gregorio en la catedral de
Santa Sofía deja constancia de la llegada de la imagen a Constantinopla. Una
miniatura del S.XII del códice Skylitzes
deja ver la veneración de la Síndome en la catedral de Santa Sofía
En 1095 el Papa
Urbano II convoca las cruzadas. Los cruzados tras el saqueo de Constantinopla
en 1204 la trasladan a Jerusalén. En la Historia e la cuarta Cruzada se recoge
que la Síndome se veneraba en Jerusalén. Es posible que el lienzo fuera
trasladado de Jerusalén por los cruzados a otro lugar de Europa. La Síndome
aparece en Francia, Lirey 1353. Godofredo I de Charny legó la Síndome a la
iglesia colegiata de Lirey. Muy probablemente Godofredo la recibió de los
caballeros cruzados de la orden de los Templarios.
De Lirey pasa a
Saint Hipollyte en 1418 y de allí a Chambéry 1453. En este año Margarita de
Charny nieta de Godofredo I la entregó a los duques de Saboya a cambio de
protección. Los Saboya guardaron la Síndome en el Palacio de Chambéry. En 1532
un incendio destruyó la capilla del Palacio Ducal de Chambéry y estuvo a punto
de perderse.
El lienzo se
descubre en Turín en 1578. El duque Manuel Filiberto se la llevó a la nueva
capital del Ducado. Se sabe que el santo arzobispo San Carlos Borromeo la
veneró en Turín cuando cesó la peste en Milán. En 1694 la Sabana Santa es
depositada en la Capilla de la Santa Síndome de la Catedral. En 1997 un fuego
de nuevo casi la destruye, pero se logra rescatar intacta.
En 1983 el último
rey de Italia Humberto II a su muerte dejó en testamento la Sabana Santa al
Papa Juan Pablo II. Desde entonces pasó a ser propiedad de la Santa Sede. En los últimos
cuatro siglos la Sábana Santa ha sido expuesta varias veces; la ostensión más
reciente es de 1978, para los 400 años del traslado a Turín.
Las ostensiones o
presentaciones al púbico de la Sabana Santa
La Sabana Santa fue
expuesta al público como hemos dicho en varias ocasiones durante eventos
significativos como en el asedio de la ciudad de Edesa, en Jerusalén o
Constantinopla. Fue venerada en el sepulcro de Jerusalén y en el templo de
Santa Sofía. Durante su estancia en Lirey empiezan las ostensiones y su fama se
extendió notablemente en Oriente. Durante su estancia en Turín durante el S. XX
se han producido seis ostensiones. En 1931 cuando se tomaron las magníficas
fotografías que dieron la vuelta al mundo. En 1933 con motivo del Año Santo de
la Redención, en 1973 la primera ostensión televisiva de la historia, en 1978
recordada por la inmensa popularidad que alcanzó y las de 1998 y en el Jubileo
del 2000 y el declarado Año Santo promovido por Juan Pablo II. La primera
ostensión del S. XXI ha sido en el 2010.
Estudios sobre la
Sabana Santa
La Sábana Santa en
su trayectoria histórica sufre diversos desperfectos. En el incendio de 1532 el
lienzo fue dañado en los pliegues y las clarisas de Chambéry lo restauraron en
1534. Ni las quemaduras, ni los remiendos, ni los cercos de agua que proceden
seguramente de otro incidente anterior afectaron prácticamente a la imagen de
la Sabana. La doble impronta ha sido inalterada a pesar de los daños sufridos.
En 1898 se toma la
primera fotografía y sorprende el negativo. La Sábana Santa empezó a
"sorprender" hace un siglo cuando, por primera vez, fue fotografiada
por Secondo Pia, en 1898: El negativo de la fotografía mostró en detalle y con
una evidencia mucho mayor que el "positivo", todos los
"signos" que la Sábana Santa guardaba.
En 1931 vuelve a ser
fotografiada por Giusepe Enrie más exhaustivamente. A partir de las fotografías
se llevó a cabo un estudio palinológico para descubrir la datación y formación
de la imagen del lienzo
A finales de los
años setenta un grupo de científicos de la NASA constituyeron un equipo de
investigación STURP, Proyecto de Investigación sobre la Síndome de Turín. Su
descubrimiento más nombrado fue que la impronta del Hombre de la Síndome
contenía a una información tridimensional. Al colocar la fotografía del rostro
bajo la cámara VP-8 comprobaron que la impronta del cuerpo adquiría un relieve
perfectamente coherente con el de un rostro humano de tres dimensiones. De ahí
pudo deducirse que la imagen de la Síndome no es una imagen hecha por contacto
sino fruto de una irradiación especial.
En 1998 se somete a
la prueba del Carbono 14. En 2002 se restauró de nuevo para preservarla en su
estado original y eliminar los parches añadidos por las clarisas. En 2005 se
publica que la prueba del C 14 se hizo sobre un remiendo y no se pude tomar por
cierta su datación. Los estudios siguen abiertos y no han llegado a nada
conclusivo.
El problema de la
datación y conformación de la imagen. Donde y cuando se formó la imagen
Sobre el Lienzo se
hallaron pólenes de flores que han ofrecido fuertes indicios de una presencia
de la Sábana Santa no sólo en Europa, sino también en el cercano al Medio
Oriente. Los análisis de las huellas de sangre han indicado la presencia de
sangre humana, del tipo AB. Las manchas en la sábana muestran una irradiación
singular producida por un fenómeno extraordinario. En 1988 fue efectuada, sobre
un fragmento de la Sábana Santa, la "prueba de datación" con el método
del Carbono 14. Los resultados no concuerdan del todo para aventurar a decir
que es de la época en que vivió Jesús.
Las quemaduras sobre
el lienzo
El lienzo presenta
dos líneas oscuras paralelas longitudinales cruzadas y con 29 remiendos. Estos
son la huella del incendio del 4 de diciembre de 1532 en Sainte Chapelle de
Chambéry (Francia) donde era conservada en una urna de plata. El lado de la
urna, en contacto con el Santo Lienzo, provocó las dos líneas carbonizadas y
una gota de plata fundida perforó las varias capas de la tela. Los remiendos
fueron puestos en 1534 por las hermanas Clarisas de Chambéry para tratar de
preservar la Sábana Santa.
Las huellas en la
Sábana
La imagen de la
figura humana debe de ser leída como si fuera reflejada en un espejo: lo que se
ve a la derecha se encuentra en realidad a su izquierda y viceversa. La huella
del cuerpo humano es una imagen negativa, las impresiones y las huellas de
sangre son en positivo. La imagen impresa en la Síndome refleja la ejecución de
un hombre idéntica a la descrita en los evangelios. Son identificables las
contusiones producidas por los azotes. Dentro de estas contusiones se pueden
apreciar también diminutos arañazos desgarradores dejados por el flagrum romano.
Las heridas del
rostro y de la frente
Aunque el aspecto
general del rostro es de serenidad y de paz, el rostro también refleja diversas
contusiones. Por las marcas del rostro se puede llegar a descubrir la presencia
de sudor, lágrimas, sangre y saliva. Todo hace descubrir que el hombre de la Sábana
fue sometido a un verdadero ensañamiento, lo que demuestra que fue brutalmente
deformado. Destacan un enorme hinchazón en la mejilla derecha que podía haber
sido fruto de un bastonazo y la rotura del cartílago nasal quizás producto de
ese golpe o de una caída. Las huellas de sangre en la cabeza hacen pensar en
las marcas que habría dejado una corona de espinas. La corona de espinas,
presumiblemente, no sería un simple aro sino una especie de casco de ramos
espinosos que cubriría toda la cabeza.
Los regueros de
sangre en el rostro
A la derecha, para
quien mira, se ven dos arroyuelos de sangre, de golpes sobre la cabeza. La
interpretación aceptada por todos es que ellos salgan de una herida de punta
que lesionó el tramo frontal de la arteria temporal superficial. Hacia la mitad
de la frente vemos un breve chorreo de sangre venoso en forma de un tres
invertido debido a la contracción, bajo el dolor muy fuerte, del músculo
frontal. Se puede incluso diferenciar los regueros de sangre venosa y de sangre
arterial. La épsilon de la frente sería
de sangre venosa mientras que el reguero doble sobre la ceja derecha sería de
sangre arterial.
Los regueros de
sangre en los brazos
Según las marcas de
lo regueros de sangre en los brazos demuestran que el crucificado movió el
cuerpo hacia arriba para poder respirar y expulsar el aire de los pulmones
tratando de evitar la asfixia. Según los estudios realizados el Hombre de la
Síndome no llevaba subpedaneum por lo
que le era más difícil encontrar una posición de descanso muscular.
Muñeca izquierda
El Hombre de la
Síndome tiene una mano sobre otra por lo que solo se aprecia la herida de la
mano izquierda. Sobre la muñeca izquierda se observa una herida de punta no ya
en la palma, sino en correspondencia del espacio de Destot. El clavo penetrado en este espacio lesionó el nervio
mediano, que es sensorio y motor, causando la contracción de los músculos con
consiguiente flexión del pulgar en el hueco de la mano. En efecto el primer
dedo no resulta sobre la tela de la Sábana Santa. El reguero del otro brazo
indica que fue colocado otro clavo semejante en la mano derecha.
Herida en el pecho
Aparece un amplio
chorreo de sangre en correspondencia de una abertura cutánea con las
características de heridas de punta de corte. Esta herida se podría relacionar
con el golpe de lanza del soldado romano. Se trata de una herida que ha cortado
la pared torácica justificando la abundancia de la sangre salida. La hipótesis
más verisímil es que después de la crucifixión se haya verificado un hemotórax, es decir el derramamiento de
sangre en el canal pléurico derecho.
Las heridas del
dorso
En la impronta de la
Síndome se pueden distinguir multitud de heridas dobles y paralelas que cubren
el cuerpo por entero. Las marcas del dorso corresponden a las que dejarían el flagrum taxilatum, instrumento usado por
los romanos para la flagelación. Sus cintas de cuero terminaban en bolitas
metálicas irregulares, taxili, que
desgarraban la piel al golpear. Al acabar el castigo el cuerpo debería estar,
prácticamente, en carne viva. Los azotes fueron dos soldados. Los regueros
muestran que el cuerpo debía estar encorvado hacia adelante. Las marcas de la
espalda muestran que han sido reabiertas posteriormente por lo que parece que
el hombre de la Sábana Santa ha cargado un peso que podría ser el del patibulum, el travesaño de la cruz.
La nuca y la parte
superior de la espalda
En la nuca hay
huellas hemorrágicas que repiten la misma fisionomía de aquellas frontales,
aunque sean más abundantes. Las espinas, hincadas profundamente, han probablemente
lesionado unos ramos de la arteria occipital y venas más profundas del plexo
vertebral posterior. Las espinas que formaban el casco puesto en la cabeza del
Hombre de la Sábana Santa probablemente eran las que los botánicos conocen bajo
el nombre de Zizyphus spina Christi.
Las huellas de
sangre en la espalda trasversal posterior
En la Síndome se
detecta un chorreo de sangre trasversal causada por un segundo trasvase de
sangre salido de una herida y un corte en el pecho. Esta sangre se ha concentrado
antes bajo el codo derecho. De aquí, dividiéndose en dos regueros, ha
atravesado toda la región lumbar hacia el codo izquierdo, donde se ha
concentrado en una amplia mancha. El recorrido de esta sangre cadavérica
muestra los movimientos de lateralidad dados a los despojos durante la
preparación para el entierro.
Heridas en las
rodillas
En la Síndome se
aprecia una herida abierta y no curada en la zona de la rodilla izquierda. Lo
corrobora el hecho de que se hayan encontrado en ese lugar, como en las plantas
de los pies, granos microscópicos de tierra. Según los análisis esta tierra de
composición rica en aragonito coincide con la tierra de Jerusalén.
El pie derecho
El pie derecho ha
dejado una huella completa, mientras del izquierdo se ve el talón y el hueco
plantar.
La huella desaparece
detrás del derecho. Sobre la cruz los dos pies eran entonces cruzados. El
izquierdo era colocado delante y su planta apoyaba sobre el dorso del pie
derecho que apoyaba directamente sobre el palo de la cruz.
Conclusión
La imagen del hombre
de la Síndome no fue creación natural o artificial abre al misterio de Cristo y
se ajusta a los relatos del evangelio, como dijo Juan Pablo II, espejo del Evangelio. No existen
síntomas de la corrupción del cadáver. La imagen ha sido transferida en la
Sabana de forma desconocida. La Síndome ha envuelto un hombre que murió
exactamente como Jesús. Su cadáver salió de su mortaja de forma insólita, dejando
una huella irrepetible e incomprensible para la ciencia moderna. La impronta
sigue siendo un misterio y como dijo Juan Pablo II un reto para la inteligencia y la ciencia.
BIBLIOGRAFIA
Carlo
Martini, Rainiero Cantalamesa, La Cruz como raíz de la perfecta alegría, Verbo Divino, Navarra,
2002
Carlo
Martini, Que
belleza salvará el mundo, Carta pastoral 1999-2000
Contemplate, CICLSAL, 2015
P.
Evdokimov, La
teología de la belleza, Paoline, Milán, 1971
Juan
Pablo II, Carta
a los artistas, Roma 2002
La Vía
Pulchritudinis, Pontificio Consejo para la Cultura,
2006
[1] Ver el APENDICE II
[2] La Vía Pulchritudinis, PCC,
Roma, 2006
[3] H.Urs Von Balthasar, La Gloria y
la Cruz.
[4] Juan Pablo II en su Carta a los
artistas cita a D. M.Turoldo, Belleza,
Nuevo Diccionario de Mariología, Ed Paolinas, 1985
[5] Juan Pablo II, Carta a los artistas, n. 2-13
[6] E. Bianchi Perché e come evangelizare di fronte all´indeffentismo, in Vita e
pensiero 2, 2005
[7] P. Evdokimov, la teología de la
belleza, Paoline, Milán, 1971, p.32
[8] H. Urs von Balthasar, Gloriay la
Cruz
[9] Como dice H. Urs Von Balthasar en nuestra cultura contemporánea, la
seducción erótica hipertrofia los instintos, provoca una polución de lo
imaginario e inhibe las facultades espirituales.
[10] Pablo VI, Discurso a los
artistas en la Capilla Sixtina, 7 de mayo de 1964
[11]Alexander I. Soljenitsyne, Discurso
para el Premio Nobel, Euvres, Paris, 1981
[12] D. M.Turoldo, Belleza, Nuevo
Diccionario de Mariología, Ed Paolinas, 1985
[13] Cardenal Christoph Schönborn, El
Icono del Verbo Encarnado. Publicado en la Carta apóstólica Duodecimum
Saeculum del papa Juan Pablo II
[14] Cardenal Christoph Schönborn, El
icono del Verbo Encarnado. Cf. Paul Evdokimov, El arte del icono, Teología de la Belleza.
[15] Carlo Martini, Rainiero Cantalamesa, La Cruz como raíz de la perfecta alegría,
Verbo Divino,2002, p. 41
[16] Benedicto XVI, Clausura de la XI
asamblea general ordinaria del Sínodo de los Obispos, 2005
[17] San Irineo, Adversus haereses, IV, 20, 7
[18] F. Dostoievski, L´Idiota, p. XII
[19] San Agustín, Confesiones,
libro X,cap.XXVII
[20] P. Florenski, los umbrales
reales. Ensayo sobre el icono, 1999
[21] P. Ivan Rupnik, El arte como
belleza de la fe y la VC como confesión gozosa de la misma, Ponencia en
Madrid, 2019
[22] Santa Teresita de Lisieux, Cuaderno
amarillo, 7-7-2.
[24]El análisis esta hecho a partir de la ponencia del P. Ivan Rupnik:, El arte como belleza de la fe y la VC como confesión gozosa de la
misma, Ponencia en Madrid, 2019
[25] San Basilio el Grande contribuye a la Teología del Espíritu., primado
de la vida, el símbolo, lo orgánico
[26] Según el P. Ivan Rupnik el critianismo no nació como una religión. Es
la gran tragedia y la trampa mortal en la que cae el cristianismo, el Imperio
asume el cristianismo y exige de el una institucionalización, convertirse en
una religión.
[27] El P. Ivan Rupnik hace referencia al cuadro de Rafael de las estancias
del Vaticano donde aparecen las figuras claves del pensamiento del mundo
clásico: Platón y Aristóteles. Platon con su dedo hacia arriba el mundo de las
ideas y Aristóteles con su dedo hacia abajo mirando a la tierra.
[28] El P. Ivan Rupnik hace referencia al cuadro de las estancias del
Vaticano de la disputa acerca de la eucaristía donde aparecen por un lado los
teólogos adheridos a Santo Tomás y los adheridos a San Agustín
[29] La vida cristiana no tiene que ver con un
ascetismo o ideal de perfección, con la realización de un ideal perfecto sino
desde una vida eucarística y transfigurada en Cristo de una forma eucarística y
pascual.
[30] La realidad se concentra en la elaboración intelectual, y se cree que
la vida debe seguir a la idea, al ideal. Se cree que primero debe ser la
doctrina y que a la doctrina sigue la práctica. Este principio es falso primero
debe ser la experiencia de fe y vida y de ahí la praxis cristiana. Las leyes y
las ideas seguirán a la vida.
[31] El P. Ivan Rupnik hace referencia al cuadro
de las estancias del Vaticano donde aparece la conversión de Constantino y se
levanta un pedestal.
[32] Fue el impulso dado por los teólogos dela Nouvelle Theologie, R Congard, De Lubac, a los que siguieron otros
R.Guardini etc
[33]Cf. P. Jesús Castellano Cervera, P. Rainiero
Cantalamesa.
[34] La Iglesia resiente el gran vacío de la Teología del Espíritu. Hemos
olvidado que es el Espíritu el dador de la vida nueva.
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