A HOLY LAND, A HOLY PEOPLE
“Grandes son las obras del Señor y dignas de estudio para los que le aman” (Sal110, 9)
INTRODUCION: SAN CARLOS (Binalatongan)
La comunidad misionera de Servidores del Evangelio de la Misericordia lleva en Pangasinán siete años. Durante estos años hemos ido conociendo esta tierra y este pueblo donde el Señor nos colocó. Poco a poco hemos ido inculturizándonos y amando esta tierra y este pueblo. Desde hace tiempo nos preguntábamos dónde el Señor quería disponer una cuna donde las personas que vamos conociendo y van sintiendo la llamada a tomar parte en la misión pudieran formarse, dónde levantar un centro de formación de los futuros misioneros.
Finalmente en la ciudad de
San Carlos, en la fiesta de Epifanía, una familia conocida filipina hizo
donación de unos terrenos en la ciudad de San Carlos, en el Barangay de San
Pedro, para que construyéramos el centro o la casa de formación. Este lugar no
solo será de formación de misioneros de Filipinas sino que también acudirán de
las otras comunidades de Asia, las de Japón y Corea del Sur.
La ciudad de San
Carlos (Lungsod ng San Carlos - Ciudad ya San Carlos), antaño conocida como San Carlos de Binalatongán, es un municipio filipino de tercera categoría, situado en la isla de Luzón. Forma parte de la provincia de Pangasinán
San Carlos
situado en la margen derecha del río Agno, cerca de su desembocadura en el golfo de Lingayén. Ocupa el centro de la provincia limitando con el
sur del Área Metropolitana de Dagupán. Linda al norte con los municipios de Lingayén, de Binmaley y de Calasiao; al sur con los de Urbiztondo y Basista; al este con el de Malasiqui; y al oeste con los Bugallón y Aguilar. La ciudad de San Carlos fue antes
conocida como Binalatongán. Este nombre
se deriva de la abundancia de mongo (frijol mungo) a lo largo de las
riberas de los ríos. En esta zona se hablaba el Caboloán, el dialecto
original del idioma pangasinense.
Binalatongán fue la capital
de Luyag na Caboloan, un antiguo reino que abarcaba las actuales
provincias de Tarlac, Zambales, Nueva Ecija, La Unión, Pangasinán, y Benguet.
Este reino estaba gobernado por su rey Ari Kasikis. Desde
el momento de su fundación por el fraile agustino Francisco de
la Rama en 1587,
hasta mediados del siglo XIX fue el
núcleo más poblado de la provincia abarcando un tercio de su población.
Protagonista de los levantamientos famosos de Andrés Malong en 1660 y
de Juan de la Cruz Palaris en 1762. En
castigo por estos levantamientos los españoles cambiaron su nombre por el
de San Carlos, en honor al rey Carlos III de España.
En 1965, San
Carlos alcanza la categoría de ciudad. La Iglesia parroquial católica bajo la
advocación de Santo Domingo de Guzmán, hoy se encuentra bajo la jurisdicción de la Arquidiócesis
de Lingayen-Dagupán. Esta iglesia parroquial ha sido elevada al rango
de Basílica Menor este sábado pasado, 14 de Enero de 2023.
He querido aprovechar este
acontecimiento para hacer historia de este sagrado lugar bendecido por la
presencia de los primeros misioneros dominicos y la sangre de algunos que
fueron mártires en Japón y Vietnam.
DECLARACION DE LA NUEVA BASILICA EN SAN CARLOS
La parroquia de Santo Domingo en la ciudad de San Carlos fue declarada formalmente basílica menor durante la misa presidida por el arzobispo Charles Brown, nuncio apostólico en Filipinas, el 14 de enero de 2023. La rica historia católica de San Carlos, originalmente conocido como Binalatongan, se remonta a 1587 con la llegada de misioneros dominicos que evangelizaron Pangasinán.
El Papa eleva una iglesia a una basílica menor por su "belleza arquitectónica, importancia histórica, renombre litúrgico, la presencia de una reliquia especial u obra de arte, o por cualquier combinación de esas cualidades". La de San Carlos fue declarada Basílica por su legado histórico, ser una de las primeras misiones dominicas y tras ser declarada casa madre para la evangelización de Pangasinán en ella vivieron dominicos que serían declarados santos mártires y beatos.
La parroquia de Santo Domingo en la ciudad de San Carlos fue declarada formalmente basílica menor durante la misa presidida por el arzobispo Charles Brown, nuncio apostólico en Filipinas, el 14 de enero de 2023.
EL ACONTECIMIENTO DE LA DESIGNACION DE
BASILICA MENOR
La Basílica Menor de Santo Domingo de
Guzmán es una basílica menor católica ubicada en
la ciudad de San Carlos, Pangasinán, Filipinas. La iglesia, hecha
de ladrillos, solía ser la
iglesia católica más grande de Filipinas durante finales del s. XVIII. La
iglesia se terminó en 1773, bajo la administración del Padre Cristóbal Ausina. Sin embargo,
fue destruida por tres terremotos en 1789, 1796 y 1799.
La iglesia parroquial de Santo Domingo está ubicada en el centro de la ciudad de San
Carlos, en el norte de Luzón, en la Arquidiócesis de Lingayen-Dagupan y ha sido
designada basílica menor por el Papa Francisco. El título oficial de la iglesia
como Basílica Menor de Santo Domingo se celebró en una solemne celebración
litúrgica que ha sido precedida con una larga preparación intensificada en la
última semana.
Las basílicas son asignadas por el Papa a ciertas iglesias católicas debido a su antigüedad y significado histórico como centros de culto. De las aproximadamente 1.800 basílicas menores en el mundo, Filipinas alberga 21 y dos de ellas están en la arquidiócesis de Lingayen-Dagupan, La de Nuestra Señora de Manaoag y esta.
Una basílica menor es una designación especial conferida a las iglesias
del Vaticano basada, entre otros, en la belleza arquitectónica, el significado
histórico o cultural y las celebraciones litúrgicas. Las basílicas menores se
encuentran en todo el mundo, mientras que las basílicas mayores se encuentran
en Roma. (La basílica de San Juan de Letrán, la basílica de Santa maría la
Mayor, la basílica de San Pablo extramuros)
Una basílica tiene una importancia justo debajo de la iglesia principal
de la arquidiócesis, que es la Catedral de San Juan Evangelista, la iglesia del
arzobispo en la ciudad de Dagupan. Varios privilegios y obligaciones, como las
indulgencias plenarias, están vinculados a las visitas a una basílica menor por
parte de los fieles.
Breve historia de San
Carlos de Binalatongan
La rica historia católica de San Carlos, originalmente conocido como Binalatongan, se remonta a 1587 con la llegada de misioneros dominicos que evangelizaron Pangasinán. La parroquia de Santo Domingo es la primera iglesia dominicana en Pangasinán, terminada en 1773. La Conferencia de Obispos Católicos de Filipinas dijo que la primera iglesia dominicana en Pangasinán fue una simple capilla de bambú y nipa construida en 1587 en Binalatongan, ahora la ciudad de San Carlos.
El sitio original fue trasladado a lugares más altos tres veces en los siglos XVII y XVIII debido a las inundaciones estacionales .Después de la Revuelta de Palaris en 1765, una nueva iglesia en su sitio actual fue construida y terminada en 1773.
En el siglo XVII, la mayoría de las iglesias fueron construidas de ladrillos y los ladrillos más grandes producidos entonces eran de San Carlos. Después de la Revuelta de Palaris en 1765, una nueva iglesia en su sitio actual fue construida y terminada en 1773. La iglesia tiene ahora 250 años.
El
primer sitio de la Iglesia Parroquial de Santo Domingo de Guzmán fue construido
en el lado occidental del río
Agno (cerca de Zambales) donde originalmente
se encontraba la ciudad de Binalatongan (renombrada como San Carlos en 1764).
La iglesia fue destruida por un
incendio en
septiembre de 1587. La iglesia fue reconstruida en la parte oriental del río,
también conocida como la ciudad de Baloydaan. Por segunda vez, la iglesia fue
dañada por un incendio el 4 de agosto de 1718. La ciudad de Baloydaan, o ciudad
de Binalatongan, fue transferida a su sitio actual en Pangasinán y fue renombrada
como San Carlos en 1764.
Características
arquitectónicas
La iglesia se asemeja a un estilo
arquitectónico barroco. Los niveles tercero
y cuarto forman un gran frontón con la cornisa
rastrillada que consiste en enormes volutas. El nivel más alto
fue pintado con la imagen de Santo
Domingo. El
segmento medio da contraste dentro de los niveles a través de los diseños a lo
largo de sus planos de pared.
El estado actual
El 8 de agosto de 1989, Doña Conseelo S.
Pérez y el gobernador Rafael M. Colet, junto con el arzobispo Federico G. Limón y
el alcalde Douglas D. Soriano, desvelaron el marcador de la Iglesia Parroquial
Santo Domingo de Guzmán.
La construcción de la nueva iglesia se
terminó en un lapso de tres años (desde 1770 hasta 1773) bajo la administración
del Padre Cristóbal Ausina. Sin embargo, una serie de terremotos de 1796, 1798 y 1799, dañaron gravemente
la iglesia. Desde 1802 hasta 1804, la iglesia fue reconstruida midiendo 89
yardas (267 pies) de largo y 22 yardas (66 pies). Se bajó la altura de sus
muros y se reforzaron sus cimientos con contrafuertes. Sin embargo, la
iglesia, junto con su convento, fue incendiada en
1822. La cuarta reconstrucción de la iglesia se hizo finalmente antes de
1864. El padre Álvarez Carrozal inició la rehabilitación de la iglesia
desde 1878 hasta 1890. El campanario también fue erigido
durante su tiempo.
Un gran legado
Santo Domingo Ybáñez de Erquicia, quien recibió la corona del martirio
en Nagasaki de Japón, y San Francisco Gil de Federich, quien recibió la corona del martirio en una región norteña en Vietnam, fueron misioneros dominicos que
ministraron en la Parroquia de Santo Domingo.
Santo Domingo Ybáñez de Erquicia, recibió el martirio en la
prefectura japonesa de Nagasaki, y San Francisco Gil de Federich, murió por la
fe en el Golfo de Tonkín de Vietnam. San Francisco Gil de Féderich estuvo como
misionero en San Carlos y fue mártir en Tonking y beatificado en 1906. El beato
Juan de Santo Domingo a quien se tiene como el fundador de Magaldan fue también
mártir en Japón en 1619 y beatificado en 1867. Los venerables padres Domingo Y.
Erquicia y Miguel Orazara mártires en el Japón en 1636. El venerable padre
Raimundo del Valle, santo sabio, escritor profundo y célebre misionero en China
quien estuvo en Lingayen y fue vicario de San Carlos. El padre Bernabé Cezón
misionero en San Carlos y le dijeron ahí obispo de Tonkín. Y así muchos más
religiosos, santos y sabios, quienes desempeñaron toda clase de oficios dentro
de la orden y trabajaron como verdaderos apóstoles por la conversión y
civilización en Pangasinán. La parroquia de
San Carlos ha ofrecido 34 hijos a la Iglesia para convertirse en sacerdotes en
la historia reciente.
La celebración
En una misa solemne presidida por el vicario del papa Francisco en
Filipinas el sábado 14 de enero, la parroquia fue declarada formalmente
basílica menor, y la iglesia ahora se conocerá como la "Basílica Menor de
Santo Domingo".
La liturgia fue presidida por el arzobispo Charles Brown, nuncio
apostólico en Filipinas, con el arzobispo Sócrates Villegas de
Lingayen-Dagupan, su obispo auxiliar Fidelis Layog y el padre Gerard Francisco
Timoner, maestro de la Orden de Predicadores, como concelebrantes.
Al comienzo del servicio, el obispo Fidelis Layog leyó el decreto de la
Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos del
Vaticano que designa a la iglesia de 250 años como basílica menor.
El cardenal José Advincula de Manila bendijo entonces la insignia
especial de una basílica menor: el "ombrellino" o un gran paraguas
resaltado con rayas alternas de seda roja y amarilla, y el
"tintinnabulum" o una campana montada en un poste.
En su homilía, el P. Timoner dijo que la nueva basílica bajo el patrocinio de Santo Domingo es la quinta en el mundo: tres están en Italia y una en Argentina que fueron declaradas basílicas poco antes o después del 7º centenario de la muerte de Santo Domingo. Este es el primero, y quizás, el único después de la celebración del 8º Jubileo", dijo el P. Timoner.
El cardenal Advincula dijo que la basílica también muestra la "cercanía del Papa Francisco con todos nosotros. Ha dado reconocimiento oficial a la profundidad e intensidad de nuestra devoción a Santo Domingo, y nos insta a invitar a más personas a acercarse al Señor para experimentar su gran amor".
LA
OBRA DE EVANGELIZACIÓN EN FILIPINAS DE LOS PADRES DOMINICOS (1587-1898)
Para este trabajo se ha utilizado como
fuente el documento del P. José Ma González OP, miembro de Instituto Histórico
de la Orden y de la Philippine historical Associatio, publicado en Manila, 1946.
La Obra tanto material como espiritual
que se llevó a cabo en Pangasinán como en las demás provincias del archipiélago
se debe casi integra a los frailes dominicos. Esta obra de evangelización es
algo gigantesco y grandioso digno de admiración. Se hace necesario la
divulgación de estos hechos principalmente para contrarrestar la obra
vindicatoria que se ha hecho contra España y los primeros evangelizadores. Ha
sido totalmente injusto el desarrollo de toda esa leyenda negra que se ha
extendido especialmente durante los últimos años que asocia la evangelización y
la colonización con los mismos métodos y propósitos.
Como no recordar y hacer justa mención
de aquellos 300 misioneros españoles mártires que dieron su vida por la
conversión de los filipinos aquellos 10.000 misioneros que dejaron las playas
españolas para venir a evangelizar a filipinas y elevar filipinas a la altura
del pueblo más culto de Oriente. No hay nación alguna fuera de España que como
nación haya extendido y practicado una vocación misionera tan grande. La
evangelización de Filipinas es la más milagrosa entre todas, un portento en la
historia de las misiones. Basta recordar que las islas filipinas fueron
recorridas y convertidas en menos de 50 años. España batió en Filipinas el
récord de evangelización de todos los pueblos.
La
obra evangelizadora de los padres misioneros en Pangasinán
Pangasinán significa "lugar de sal" y
fue uno de los gloriosos campos de apostolado de los religiosos dominicos en
Filipinas. El primer español que puso sus pies en esta tierra fue el Maestre de
campo don Martín de Goiti a mediados de 1571. Había partido desde Pampanga y
llegado al golfo de Lingayen, sometiendo a su paso muchos pueblos a la
soberanía española. En 1672 el capitán Juan Salcedo conquistó las provincias de
Zambales, Pangasinán e Ilocos. Naturalmente en tan corto espacio de tiempo la
conquista no pudo ser completa.
Es célebre Lingayen por haberse
fundado en medio de una gran controversia. Es conocido como Limahon un corsario
chino que tuvo la osadía de querer apoderarse de Filipinas y formar de ella un
reino constituyéndose el mismo rey. Con este objeto llegó por noviembre de 1574
al frente de Mariveles con una poderosa escuadra de 62 navíos de guerra con
3000 hombres y gran número de mujeres con los que pensaba fundar la capital de
su imaginario reino. Atacó a Manila dos veces y fue rechazado en ambas por los
españoles con pérdida de mucha gente.
En vista de su completo fracaso de querer tomar Manila salió el corsario rumbo al norte haciéndose fuerte en una isla cerca
de Ligayen. De Manila salió en su persecución el capitán Salcedo acompañado de
otros dos capitanes Pedro de Chaves y Gabriel de Rivera con 250 españoles y
2.500 filipinos quienes atacaron por sorpresa la armada del corsario y la
destruyeron tomando además uno de los fuertes que aquel construyera. Limahon
estuvo sitiado por espacio de cuatro meses pero el astuto pirata construyó
sigilosamente durante este tiempo algunos barcos y se escapó en ellos con unos
pocos soldados, saliendo por el río Baoang (ramal del Agno), que en aquel
tiempo llevaba su cauce por Sourguian al mar. No le quedó a Limahon ganas de
volver a probar nuevas aventuras con los españoles. Este hecho fue
probablemente el que dió motivo a los españoles para fundar en aquel tiempo un
presidio en Lingayen para defender a Luzón de cualquier ataque desde el
exterior.
Comienzos de la labor misionera
Antes que los misioneros Dominicos
habían trabajado en Pangasinán además de los Agustinos algunos clérigos
seculares y los padres Franciscanos entre éstos Juan Bautista Pizarro y
Sebastián de Baeza. Fue muy poco el fruto que los celosos padres Agustinos
pudieron conseguir. Los demás consiguieron menos todavía siendo insuperables
las dificultades que encontraron. Los Agustinos abandonaron aquellas tierras
ingratas para ir a desplegar sus esfuerzos y celo apostólico a otras tierras
más agradecidas.
Por último llegaron los misioneros Dominicos
a Binalatongan, (hoy San Carlos), por septiembre de 1587 y dieron comienzo la
titánica tarea de la conversión de los pangasinenses a quienes convirtieron
después de sobrehumanos esfuerzos. Aquí continuaron hasta la revolución de 1898
La primera expedición la componían los padres Bernardo Navarro, como superior, Gregorio Ochoa, Juan de Castro, Pedro Soto, Marcos de San Antonio y Juan de la Cruz. Todos ellos eran religiosos dotados de ciencia y virtudes extraordinarias, cualidades bien necesarias para una empresa tan ardua. Se hospedaron en un principio en una pequeña casa que les proporcionó el español Jiménez del Pino, encomendero de aquella tierra y enseguida levantaron una pobre iglesia de bambú y dieron principio a la predicación del Evangelio.
La posición de los nativos fue en principio no muy
acogedora debido a varios factores. Apenas los frailes misioneros levantaron la
enseña de la misión enfrente de la Iglesia se alborotó un gran número de
habitantes del país queriéndoles arrojar de la provincia. Los peores enemigos
de los misioneros eran los adivinos respetados por todos. Ellos hablaban por
medio de los ídolos llamados anitos. A los adivinos le llamaban managanito.
Estos adivinos aseguraban a las gentes haber recibido de sus dioses órdenes de
asesinar a los misioneros.
También dieron no poca guerra las sacerdotisas de los ídolos. Tenían unos templos miserables dedicados a un ídolo llamado Ana Gaoley, el cual daba sus respuestas por medio de unas mujeres llamadas Managuito, que eran las que hacían oficio de sacerdotisas. Inspiradas aquellas gentes por estos adivinos y hechiceros trataron de asesinar ocultamente a los misioneros y lo hubieran hecho a no ser por el temor de los soldados españoles. Por eso no se atrevieron a matarles, pero les dieron en toda la guerra que pudieron. Se negaron a venderles cosa alguna, ni leña ni comida, ni siquiera agua, para ver si aburridos se marchaban.
Tres años llevaban ya los celosos misioneros sufriendo toda clase de
penalidades sin que vieran un rayo de esperanza para poder agrandar aquellos
corazones. El señor obispo y otras personas les aconsejaron que abandonaran
tierra tan ingrata más ellos redoblaron sus corazones oraciones y penitencias
para impetrar de Dios la misericordia para aquellas almas. A esto colaboró sin
duda la Virgen María, al consagrar toda la provincia la Virgen del Rosario. Quisieron
levantar un altar en su nombre en la pequeña iglesia de Binalatongan (San
Carlos).
La conversión de los pangasinenses
A vista de los ejemplos de paciencia y
santidad de aquellos santos misioneros y a las gracias que del cielo recibieron,
comenzaron a ablandarse los corazones de estos. Depuesta su fiereza, se
convirtieron en mansos corderos. Así lo describe el padre Juan Benavides, "habían sido
los más crueles fieros inhumanos de todas las islas. Sorprende de ver cómo se les
han quitado vicios tan pegajosos como es el de beber, que era en ello es muy
ordinario. Ahora están tan fuera de eso, que ni aún a probar el vino llegan
algunos. Gustan mucho de la devoción del Rosario y así este, después de haber
acudido a sus trabajos nunca se les cae de las manos rezando y contemplando los
santos misterios. Los mismos frailes, que son ministros suyos, se admiran de
esta gran mudanza". A partir de su conversión, los pangasinenses fueron pacíficos
y amigos de los españoles excepto en el tiempo de la invasión inglesa que más
bien que contra España se rebelaron contra algunos malos españoles seglares
pues a los misioneros nada les hicieron.
Nos es imposible seguir paso a paso el
periodo de la conversión de los habitantes de esta provincia pues se
necesitarían para ello muchas páginas, pero no queremos omitir el trabajo
gigantesco que supuso la cristianización y civilización de todo este extenso
territorio.
En un principio los misioneros
dedicaron todas sus actividades a la conversión civilización y reducción de los
nativos del lugar. Después fueron fundando pueblos con sus iglesias, escuelas,
conventos, tribunales, casas, calles y plazas, muchas de ellas de admirable
trazado. Fueron abriendo sementeras, enseñando a los nativos a trabajarlas,
construyendo presas de regadío caminos y calzadas llegando a ser esta provincia
una de las más ricas del archipiélago y de mayor densidad de población. En 1886
tenía 30.7287 habitantes, habiéndose celebrado en ese mismo año 3.331 matrimonios.
Desde muy antiguo venían trabajando
aquellos misioneros por unir por medio de caminos las provincias de Pangasinán
y nueva Vizcaya a través de enormes montañas pobladas por fieros igorrotes para
poder llevar de este modo la luz del Evangelio a los más remotos lugares. Fue
una obra colosal todo el estudio topográfico para levantar planos de aquellos
agrestes parajes
Excelencia de los misioneros
Los misioneros que evangelizaron en Pangasinán
fueron de los más aventajados en ciencia y en virtud de entre todos los
dominicos venidos a F. Estos fueros escogidos entre los mejores de los
conventos de España (una gran representación procedían del Convento del San
Esteban de Salamanaca donde muchos ejercían labor de docencia en la
Universidad).
Concretándonos a los misioneros que
evangelizaron en la misión de Lingayén nos hemos tomado el trabajo de estudiar
la biografía de todos y cada uno. Llama grandemente la atención el gran número
y las altas dignidades con que fueron investidos muchos de ellos, lo cual nos
indica su gran valía. Hubo dos que fueron honrados con la dignidad Episcopal el
padre Manuel del Río y Rafael Masoliver, si bien murieron antes de ser
consagrados obispos. El célebre padre Miguel Aparicio no aceptó la dignidad de
obispo en China que se le ofreció. Hubo además 9 que fueron provinciales, 12
priores de Santo Domingo de Manila, 8 Cancelarios y rectores de la Universidad
de Santo Tomás, 10 presidentes de San Juan de Letrán, 20 profesores de Santo
Tomás, 7 maestros de novicios, 9 procuradores generales, 15 comisarios y 5
calificadores y dos notarios del Santo Oficio. También fue misionero de
Lingayen el fundador del célebre beaterio de Santa Catalina de Manila y de la
tercera orden de Santo Domingo en Manila el padre Juan de Santo Domingo.
De los que trabajaron en otras partes
de Pangasinán merecen citarse el padre Bernardo Navarro de Santa Catalina, que
fue primer superior de los primeros religiosos que llegaron a Pangasinán. El
padre Benavides que llevó a cabo la Fundación del Colegio de Santo Tomás hoy
Universidad y fue dos veces provincial y vicario de Manila. El padre Francisco Albán
vicario en Pangasinán, profesor, rector regente y Cancelario de la Universidad
de Santo Tomás, prior de Santo Domingo de Manila provincial y obispo de nueva
Segovia que murió en Lingayen. El beato Francisco Gil de Féderich que estuvo en
San Carlos y fue mártir en Tonking y beatificado en 1906. El beato Juan de
Santo Domingo a quien se tiene como el fundador de Magaldan mártin en Japón en
1619 y beatificado en 1867. Los venerables padres Domingo Y. Erquicia y Miguel Orazara
mártires en el Japón en 1636. El venerable padre Raimundo del Valle, santo
sabio, escritor profundo y célebre misionero en China quien estuvo en Lingayen
y fue vicario de San Carlos y Calasiao. El padre Diego de Soria, el primer
prelado del convento de Santo Domingo de Manila y dos veces prior predicador
general uno de los fundadores de la misión en Cagayán. El padre Bernabé Cezón
misionero en San Carlos y le dijeron ahí obispo de Tonkín. Y así muchos más
religiosos, santos y sabios, quienes desempeñaron toda clase de oficios dentro
de la orden y trabajaron como verdaderos apóstoles por la conversión y
civilización en Pangasinán
Los misioneros y la arquitectura.
Entre los servicios admirables que los
padres dominicos prestaron en Filipinas, uno de los que más llaman la atención,
son las obras colosales que llevaron a cabo sin recursos, sin arquitectos y
hasta sin herramientas, ni medios conducentes al efecto. Levantaron iglesias,
casas, conventos, tribunales escuelas y hasta la mayor parte de las casas de
gobierno y cárceles.
Cuando llegaron los misioneros a Pangasinán,
los nativos de esta provincia, al igual que los de todas las demás, no conocían
otra edificación que la madera y la caña. Los misioneros les enseñaron a
fabricar ladrillos, a hacer cal, construir hornos y todos los demás
conocimientos necesarios para levantar los edificios. Así dispusieron de
talleres para que aprendieran el modo de soldar hierro, el modo de teñir la
madera, el modo de hacer ladrillos, etcétera. Las iglesias y conventos
levantados por los misioneros, en tan desfavorables circunstancias y con tan
escasos medios, dieron prueba de su destreza. Los dominicos de Pangasinán
levantaron numerosas iglesias algunas de ellas magníficas. Sirvan de ejemplo de
Ligayen con su esbelta torre de 45 varas de altura y la de Binmaley de
admirables proporciones. las de Dagupan y Managoag. La de San Carlos que era la
mayor de filipinas y sufrió mucho por los terremotos e incendios por lo que
redujeron las paredes quedando aún en un excelente edificio.
Hubo pueblos en los que se edificaron
5 y 6 iglesias consecutivas por haber sido las anteriores destruidas por una
causa o por otra o para hacer otras mejores. También levantaron los misioneros
hermosos conventos sobresaliendo los de Lingayén, Binmaley, Dagupan, Manaoag,
San Fabián, San Carlos y sobre todo el hermosísimo de Tayug. A los misioneros
se deben también los edificios públicos como escuelas y tribunales. Para
levantar estos edificios y muchos otros naturalmente necesitaron de muy buenos
arquitectos y esa función la realizaron los padres Manzano, Itegui, Cienfuegos,
Cantador, Suárez, Pérez Torres y otros.
Los misioneros y la educación
los misioneros han tenido a su cargo
desde el principio una inmensa labor en la instrucción pública en Filipinas al
principio como doctrineros y después como párrocos inspectores locales de
instrucción primaria etcétera y sin calculable los que los padres dominicos
trabajaron en todos los tiempos por difundir la instrucción primaria el padre
Marín afirma que en 1900 apenas se encontraban un 4% de individuos en Filipinas
que no supiese supiera leer y escribir
En todos los pueblos había escuelas
para ambos sexos que antes pagaban los padres y que últimamente pagaba el
gobierno. Además había también en los barrios escuelas para ambos sexos que
siempre pagaron los misioneros "indaux". Levantaron los padres dominicos eran
Colegio de San Alberto Magno para niños abierto en 1891 y el Lingayén otro para
niñas en 1890 los hombres más prominentes de Pangasinán han salido del Colegio
de San Alberto actualmente sustituye este Colegio de niños otro de niñas
regentado por religiosas dominicas
Los misioneros y las obras de la
caridad
Los misioneros fueron siempre el paño
de lágrimas para todos estos curaban las llagas corporales y espirituales
quieran los intermediarios en medio de las disputas los que volvían la paz
perdida a los hogares y a los pueblos los que socorrían con sus largas limosnas
a los necesitados hasta bien entrado el siglo pasado el misionero era el único
médico y aún después cuando hubo médicos oficiales era preferido el misionero a
los médicos por tener más confianza en él y también porque aquel daban las
medicinas de balde en todos los conventos había manuales y obras y recursos de medicina en
los cuales los religiosos procuraban estudiar y adquirir conocimientos útiles
para curar a sus feligreses de sus enfermedades y cómo éstos no podían atender
a todos los enfermos imprimían pequeños Manuales de Medicina casera para uso de
las familias y de los medios en los cuales pudieran ver estos y aquellos los
medicamentos convenientes para las diversas enfermedades. Aunque existen varios
manuales de Medicina 1 de los más conocidos y capturar al decidido fue el del
padre Fernando de Santa María dominico de la provincia de Pangasinán
En virtud de los estudios que los
padres han hecho en el ramo de la medicina algunos de ellos han salido médicos
sobresalientes entre ellos el padre Ramón Fernández párroco del pueblo de San
Fabián el aludido padre Fernando de Santamaría ha dejado también memoria de ser notable médico.
Los misioneros y las vías de
comunicación
Los padres dominicos han sido los
directores y artífices de cuanto existe en Filipinas. Carreteras, caminos
vecinales, trazado de pueblos, canales de riego, pontones, presas. Hasta últimos
del siglo pasado puede afirmarse que el 95%, y acaso nos quedamos cortos, de los
caminos calzadas y otras vías de comunicación entre los diversos pueblos de Pangasinán fueron trazados y construidos por los misioneros fue sin duda una
obra gigantesca.
Los misioneros y la agricultura
Los misioneros también llevaron un a
cabo numerosas obras de regadío. Los padres fueron los maestros y protectores
de la agricultura. Importaron de otros países el café cacao trigo algodón maíz
y patata y muchos árboles frutales y enseñaron a los nativos su cultivo. Dividieron
las tierras equitativamente llegando a ser los campos de Pangasinán unos de los
más ricos de estas islas.
Merecen especial atención los trabajos
realizados por el padre Aparicio quién plantó la calle 50.000 cocos y los cuido.
El padre y Iztegui plantó también muchos en los arenales de la playa de dicha
capital. El padre Probanza fomento en San Manuel el cultivo de la caña, mango,
maíz, añil, café, coco y la bonga. El padre Ezpeleta en Camiling instruyó con
especial cuidado los niños de las escuelas en las labores agrícolas
facilitándoles los artefactos necesarios para dicho cultivo y a las niñas les
proporcionó telares para que aprendieran a hacer los tejidos.
Los misioneros y la fundación de
pueblos
Los misioneros tuvieron un gran papel
en la fundación de los pueblos que partieron de las distintas misiones. Casi
todos los pueblos de Pangasinán fueron fundados por los misioneros y algunos
como el de San Carlos lo fundaron en cuatro y 5 sitios diferentes desde luego
las calles y las plazas fueron construidas por ellos. Pasamos ahora a
detenernos en alguno de ellos de especial importancia e interés para nosotros.
Lingayen, la primera misión.
Archidiócesis actual de Lingayen- Dagupan
tiene su origen en la misión de Lingayén.
Lingayen ha sido un pueblo privilegiado
de Pangasinán, fue y sigue siendo la capital de la provincia. Fue el primero
que recibió los beneficios de la civilización occidental y el primero también
en recibir la gracia de la verdadera religión. Fue escogido como sede Episcopal
en 1828. En esta ciudad se estableció la cabecera de la provincia y fue siempre
la residencia del alcalde mayor o gobernador. En un principio fue la sede de la
catedral que posteriormente fue trasladad a Dagupan.
Los celosos misioneros Agustinos
fueron los primeros en predicar el Evangelio en este pueblo ya en 1575. Acompañaron
a la expedición del capitán Salcedo contra Limahon. Es tradición que los padres
agustinos Rada y Holgado levantaron una capilla en la desembocadura del río Agno
cerca del actual pueblo de San Isidro. No habiendo podido conseguir fruto
alguno se trasladaron a las inmediaciones de Lingayén en donde fijaron su
residencia las autoridades y tropas españolas. Desde esta fecha data la cristianización
en Pangasinán. La corporación agustiniana aceptó esta misión en 1587 el radio
de acción misionera de los padres agustinos se redujo al mismo Lingayén y a la Visita
de Bagnatoan, hoy Dagupan, y a otra Visita cerca de la actual Manaoag, en donde
construyeron una capilla bajo la advocación de Santa Mónica.
Los misioneros Dominicos que habían
llegado en 1587 a Binalatongan, hoy San Carlos. Fueron más afortunados en la
conversión de los pangasinenses. Si exceptuamos los tres primeros años que
fueron de terrible prueba para aquellos misioneros, solo cuando asistió el Señor
con su divina ayuda dejaron los nativos su posición de rechazo y admitieron las
enseñanzas del Evangelio. Habían ya los hijos de Santo Domingo propagado la fe
con grandes frutos espiritual en Binalatongan, Calasiao y Magaldán y en otros pueblos y progresando no poco en
Manoag. Los padres Agustinos le cedieron Lingayen con la Visita de Binalatongan
con fecha del 29 de junio de 1613. Manaoag ya la habían resignado en manos del Señor
Obispo de Nueva Segovia. El padre Diego de Soria la entregó a los dominicos en
1605 ya el 28 de septiembre de 1598. Habían pedido a los cristianos de Lingayén
al padre dominico Benavides, el principal fundador de la Universidad de Santo
Tomás y primer obispo de nueva Segovia, que entregase la administración de
Lingayen a los misioneros dominicos. La casa de Lingayén fue admitida por los
dominicos en el capítulo provincial de 1614.
En Lingayen existía una gran iglesia
desde muy antiguo según se registra en 1691 en 1710. Allí se recoge que la
iglesia era grandísima y con adornos de ternos y plata. En 1710 se construyó y
se reedificó otra nueva de ladrillo. Esta iglesia era de una nave y su crucero
con un cimborrio que se renovó en 1804, todo muy proporcionado con abundancia
de alhajas y ornamentos. La torre parece obra más antigua que la iglesia, tiene
cuatro campanas. En esta iglesia está enterrado el dominico padre Francisco
Albán, obispo que fue de Nueva Segovia y que murió en 1837. El padre Miguel
Aparicio renovó el cimborrio de la iglesia desde los fundamentos derribando las
antiguas paredes. Las magnífica iglesia actual con su espalda torre de 45 varas
de altura y el hermoso convento se inauguraron en 1840 las obras fueron
realizadas por los padres Andrés caballero y Fernando de Santa María. El padre
Francisco Treserra, que llegó a Lingayen en 1864 adornó el cimborrio de la
Iglesia con la cornisa y realizó otras mejoras. Rehízo el convento, abrió el
aljibe, renovó la cocina y comenzó el cementerio cuya terminación con su
capilla se debe al padre Julián López. La Iglesia tiene en el interior 87 m de
largo incluidos los 8 m de la sacristía por 30 de ancho.
Manaoag, la segunda misión.
Manaoag fue en un principio una visita
de Lingayén. En 1600 levantaron los padres agustinos una capilla en el lugar de
actual del cementerio con la vocación de Santa Mónica. Poco más tarde la
resignaron en manos del señor obispo el padre dominico Diego de Soria quien la
ofreció a los misioneros dominicos en 1605 haciéndose cargo de ella el padre
Juan deja San Jacinto vicario a la sazón de Magadán. Los dominicos lo aceptaron
definitivamente en 1608 en 1610 y se erigió como vicaría independiente, siendo
su primer vicario el padre Tomás Gutiérrez.
El padre Juan de San Jacinto formó en
breve tiempo un buen pueblo con los muchos que bautizó y redujo el lugar ha
poblado. Los igorrotes y negritos que vivían en las montañas vecinas unidos a
los infieles de los alrededores comenzaron a perseguir y matar a los cristianos
en vista de lo cual el padre Juan de San Jacinto trasladó el pueblo al lugar
que ocupa la actual Manaoag poniéndolo bajo la protección de nuestra Señora del
Rosario. Con esta advocación edificó una iglesia en un montículo al lado del
pueblo. No pasó mucho tiempo y ya todos los habitantes de los alrededores se
hicieron cristianos.
Entre los años 1696 1700, quiso el
padre Diego Ballesteros vicario del pueblo, trasladar el santuario al antiguo
sitio del cementerio y al efecto edificó allí una buena iglesia. Estando casi
terminadas las obras, el día que pensaban trasladar a ese lugar, la imagen de
la Virgen desapareció como por encanto. La recién edificada iglesia sin quedar
el menor rastro de ella. Todos interpretaron este extraño suceso como la
protesta de la Virgen a salir de la actual Managua
En 1701 se dio principio a la
construcción de una magnífica iglesia de ladrillo a expensas del caballero
español y terciario dominico don Gaspar Gamboa y su consorte doña Ágata Yangta.
El padre Marín afirma haber comenzado las obras en 1698. La iglesia tenía 3
puertas en el frontis y una torre.
Los dos generosos donantes
construyeron también un humilladero capilla cerca del lugar de las de la
antigua Santa Mónica, con objeto de depositar en ella la imagen de la Virgen,
cuando en las grandes procesiones se cruzaba el Arroyo Baloquín. Por los años
de 1769 se retocó el altar de la Virgen. En 1776 se construyó una pared que
separó la sacristía y el camarín de la Virgen del resto de la Iglesia. En 1777
se retocó de nuevo el altar de la Virgen y se colocaron columnas y medallones
que representaban los misterios del Rosario. Se volvió más tarde a retocar el
altar hermoseando con un arco de plata que rodeaba la hornacina del trono de la
Virgen. Habiendo sido destruida la iglesia por los temblores de 1832 - 1833 se
hicieron en ellas varias reformas. En 1840 se compró una hermosa campana. En
1871 se sustituyó el tejado de tejas por otro de hierro galvanizado. Con los
terremotos de 1880 se cuarteó la torre y hubo que destruirla. En 1882 se
procedió a agrandar la iglesia por el padre Hilario del Campo alargando el
crucero para lo cual hubo que hacer unos cimientos de 10 m de profundidad. Tocando
ya a su fin las obras el 16 de marzo de 1892 hubo un terremoto que cuarteo las
paredes de la Iglesia por lo que hubo de acabar de derruirla.
El padre del Campo construyó un
camarín en donde se colocó la imagen de la Virgen este mismo padre construyó en
1883 la capilla del bautisterio y se puso en manos para la construcción de otra
iglesia a principios de 1896 ya estaban levantadas las paredes. Viéndose
obligados los dominicos a salir por la revolución se hizo cargo de Manaoag, el
benemérito padre Mariano es el sacerdote filipino que levantó otro
camarín provisional.
Durante el tumulto de la Revolución filipina por
la independencia de España, los revolucionarios prendieron fuego a la iglesia,
sus tesoros, adornos y registros el 10 de mayo de 1898. La imagen escapó por
poco de la destrucción. Fue encontrada abandonada en la parte trasera de la
iglesia. Fue trasladada a la ciudad de Dagupan, donde se mantuvo de
junio a octubre de 1898.
Más tarde pudieron volver los
dominicos a Manaoag en 1901. Fueron estos los padres Cipriano Pampliega Mariano
Revilla y José Bartolo. No pudieron ir a vivir al convento hasta el 16 de enero
de 1902 fecha en que las tropas americanas salieron de él en donde habían
estado desde diciembre de 1899.
Inmediatamente comenzaron a aquellos
padres los trabajos para terminar la iglesia prescindieron del crucero por
falta de medios y terminaron las obras por abril de 1906 en 1909 se hizo el
tallado del altar mayor y el camarín de la Virgen y poco más tarde las verjas
altares imágenes. La iglesia quedó terminada por los años 1911 - 1912. En 1913
se hizo la carroza de la Virgen. En 1931 se levantó el grandioso crucero
conforme los primitivos planos del padre del campo la enorme iglesia tiene
forma de Cruz en el centro de la cual está el altar mayor con la imagen de la
Virgen. Tiene el templo, incluida la sacristía, 89 m de longitud y 3 13,65 de
ancho el crucero tiene 53 metros de largo por 15 de ancho.
El 12 de agosto de 1926 se aceptó que
la propiedad del santuario pasará a ser de la orden de los dominicos en virtud
de las facultades que había recibido de las Santa Congregación del Concilio del
17 de octubre de 1925. El 12 de agosto del mismo año concedió el papá la gracia
de que la sagrada imagen fuera coronada solemnemente. La coronación tuvo lugar
el 21 de abril de 1926 con la asistencia de los excelentísimos Delegado Apostólico,
arzobispo de Manila, señores obispos de Lipa, Naga, Calballog y vicarios
apostólicos de Foochow y Amoy y Haiphone y Abad mitrado benedictino de Manila
con gran número de sacerdotes.
Una gran multitud asistió a la coronación
canónica de la imagen el 21 de abril de 1926 por el
entonces delegado apostólico en Filipinas Guglielmo Piani, según lo autorizado por el Papa Pío XI. Esto significó que la Iglesia
Católica reconoció y proclamó oficialmente que la Virgen María aclamada como
Nuestra Señora del Rosario de Manaoag había concedido favores y bendiciones o
intercesiones formidables para sus devotos a través de los siglos.
La iglesia fue reconstruida después de sobrevivir a
los bombardeos japoneses durante la Segunda Guerra Mundial. La Basílica Menor de Nuestra
Señora del Rosario de Manaoag, quedó así definitivamente ubicada en la cima de
una colina en la ciudad. Ha estado canónicamente afiliada a la Basílica Papal
de Santa María la Mayor en Roma desde junio de 2011. La parroquia que abarca
Manaoag y las ciudades circundantes es administrada por la Orden de
Predicadores bajo la Arquidiócesis Católica Romana de Lingayen-Dagupan. Fue
declarada oficialmente Basílica Menor en
2015.
San Carlos, la tercera misión
Este pueblo, con el nombre primitivo
de Binalatongan, fue el primero evangelizado por los dominicos en Pangasinán.
En septiembre de 1587 llegaron los padres Bernardo Navarro de Santa Catalina,
nombrado superior, Gregorio Ochoa, Juan de Castro, Pedro Soto, Marcos de San
Antonio y Juan de la Cruz, dotados todos de excelentes cualidades de virtud y
ciencia. Se alojaron en un principio en una casita que les ofreció el encomendero
español Jiménez del Pino. Enseguida levantaron una humilde iglesia con la
advocación de Santo Domingo de Guzmán. Desde este punto, cuál faro luminoso,
partieron los rayos de la evangelización a todo Pangasinán logrando hacer los
cristianos en pocos años a los pobladores de la zona. Los dominicos recibieron
este ministerio como casa de la orden en el Capítulo provincial de 1588.
Binalatongan significa "lugar de mongos".
Tuvo tres sitios diferentes con el mismo nombre. En sus principios estuvo al lado
del poniente del río Agno, cercano a los montes de Zambales. Después se mudó a
esta banda del oriente, de cuyo sitio todavía se conserva el nombre de Baleyadan,
que en lengua de los naturales quiere decir pueblo antiguo. Estando en este
sitio se quemó la casa e iglesia en 1718. Por este motivo se trasladó al sitio
que hoy ocupa llamado Lucban, por el año 1791 y se formó iglesia y casa de
tabla que quemaron y robaron los alzados en el año 1763. Después, en el año de 1970
se comenzó la iglesia del ladrillo alta y ancha con ninguna de filipinas. Sufrió
mucho con motivo de los temblores de 1796 1789 y 1799 en 1802 se rebajó la
portada y paredes reforzándose estas. Tenía de largo solo hasta el presbiterio
89 varas españolas, de latitud tenía 22 varas, por 18 de elevación, con dos
órdenes de ventanas. Este edificio padeció varias cremas, una de ellas en 1822.
El padre Álvarez Carrozan que fue vicario desde 1878 a 1890 renovó el pavimento y la pintó echó los cimientos de la torre levantándola sobre el nivel del suelo 9 m y la aprovechó de campanas entre otras de la grande de Santo Domingo de Manila que es magnífica. El patio de la Iglesia estaba cercado de una verja de hierro. El solar de la Iglesia y convento tenía un perímetro de unas 3 hectáreas. La iglesia actual tiene en el interior 89 m de largo incluidos los 9 de la sacristía y 20 m de ancho.
Conclusión
“Vosotros cual piedras vivas entrad en
la construcción de este edificio espiritual, como pueblo sacerdotal aceptos a
Dios por mediación de Jesucristo… Vosotros sois un pueblo elegido, sacerdocio
real, nación santa, pueblo adquirido para anunciar las alabanzas de Aquel que
nos ha llamado de las tinieblas a su admirable luz”. (1 Pe 5; 9)
Iniciábamos este artículo con la expresión
de alabanza y agradecimiento al Señor por todo lo que va obrando en nosotros,
en la Iglesia en el mundo. “Los designios de Dios son inescrutables y sus obras
dignas de estudio para los que le aman” (Sal 110,9). Nos sentimos privilegiados
de estar como misioneros en esta tierra santa caminando con este pueblo santo.
Queremos ofrecer nuestras vida como piedras vivas en la construcción de este
edificio espiritual que tiene como fundamento a Cristo los apóstoles y mártires
de generaciones pasadas. Nosotros continuamos la labor misionera que otros
empezaron y le pedimos a Dios por nuevas vocaciones misioneras para este
precioso país, este continente asiático y para el mundo entero. “Orad al dueño
de la mies que envie obreros” (Lc 10,2)
“Teniendo en torno nuestro tan gran
nube de testigos, sacudámonos todo lastre y corramos con fortaleza la carrera
que se nos propone, fijos los ojos en Jesús el que inicia y consuma nuestra fe
para que no desfallezcamos faltos de ánimo” (Hb 12, 2-3)
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