jueves, 21 de mayo de 2020

El Cristo de las Batallas (protector de pandemias)

INDICE DE LAS RELEXIONES

(En torno a mi ciudad natal de Salamanca)


1.    Salamanca Cuna de Santos I: Santa Teresa de Jesús

2.     Salamanca Cuna de Santos II: La Bakita de Salamanca

3.     Salamanca Cuna de Santos III: Fray Luis de León

4.    Cosmovisión de las Catedrales

5.    Enigmas de la Universidad

6.    En torno al Humanismo de Vitoria

7.    El Cristo de las Batallas y la Virgen de la Vega 

      Salamanca Cuna de Santos IV: San Juan de Sahagún 

      Las Edades de Salamanca




EL CRISTO DE LAS BATALLAS
Y LA VIRGEN DE LA VEGA

(Catedral vieja de Salamanca)





Introducción:

Estamos en plena pandemia del Coronavirus. Hoy, 21 de Mayo del 2020, he celebrado la Fiesta de la Ascensión en la Catedral Vieja de Salamanca. Con enorme emoción pude celebrar la eucaristía después de tanto tiempo de confinamiento sin misas presenciales precisamente en el lugar donde recibí la primera comunión hace 60 años. Celebrar la Ascensión a los cuarenta días después de la Resurrección tiene sabor doloroso de cuarentena. Pero los 40 evocan algo más significativo. Fueron 40 días los que duró el diluvio universal, fueron 40 días los que Dios dio de plazo para la conversión de Nínive, fueron 40 años de peregrinación en el desierto, antes de la entrada en la tierra prometida. Fueron 40 días de ayuno y oración de Jesús en el desierto, pero a los 40 días después de la Resurrección los discípulos vieron subir al cielo a Cristo el Señor y se llenaron de alegría. También hoy con gran alegría celebraba mis cuarenta años de vida misionera.

Presidía el altar mayor el Santo Cristo de las batallas y Nuestra señora la Virgen de la Vega. El papa Francisco sacó en el Vaticano el Cristo y la Virgen que libró el pueblo romano de la peste. Hoy nosotros salmantinos acudimos a este Santo Cristo de las batallas y a la Virgen de Vega no solo para interceder por los salmantinos sino por el mundo entero. Junto al altar mayor que preside la Virgen está el mausoleo del obispo don Francisco Barbado Viejo ferviente promotor de la devoción a la Virgen de la Vega. Fue precisamente este obispo quien me dio la primera comunión.




EL SANTISIMO CRISTO DE LAS BATALLAS

El Santísimo Cristo de las Batallas de la ciudad de Salamanca es una imagen románica del S XII de Gil González que gozó de una gran devoción durante los siglos XVII y XVIII en dicha ciudad y en parte de las comarcas cercanas. La imagen fue traída de Valencia de la mano de don Jerónimo de Perigord, capellán de don Rodrigo Díaz de Vivar y posteriormente, primer obispo salmantino después de la restitución de la diócesis.


                                                  

Origen del Santísimo Cristo de las Batallas

El origen del Cristo de las Batallas de Salamanca se encuentra en el periodo de la Reconquista durante los siglo XI-XII. Esta imagen románica presidiría las ceremonias litúrgicas durante las campañas militares dirigidas por el Cid Campeador en el levante español. Cuando la ciudad de Valencia fue conquistada por las tropas del noble castellano, este nombró como obispo de la diócesis a don Jerónimo de Perigord. Cuando muere el Cid, a los pocos años Valencia es reconquistada por las tropas musulmanas. Don Jerónimo se traslada a Salamanca, de cuya ciudad es nombrado obispo por don Raimundo de Borgoña y por doña Urraca, llevando consigo los testamentos del Cid y de doña Jimena y la imagen del Cristo de las Batallas. Don Jerónimo muere años antes de que finalicen las obras de la Catedral Vieja de Salamanca, cuando esta es concluida, es enterrado en una de las capillas laterales donde es colocado en el ático del retablo que lo preside la imagen del Cristo de las Batallas.

El Cid Campeador era tan devoto del Cristo de las batallas que lo llevaba al pecho. Don Jerónimo, el monje guerrero como le llamaban, había venido a España a luchar contra el Islam, había sido capellán de Don rodrigo Diaz de Vivar. Como compañero de armas, lo acompaño en los campos de batalla portando la imagen del Cristo de las Batallas. Apenas conquistada Valencia en 1094 es propuesto como obispo para la nueva sede. Don Jerónimo acompaña a Rodrigo hasta su muerte.  Jimena al ver morir a su esposo le ayuda en su batalla definitiva. Ante la desolación de doña Jimena después de la muerte de Don Rodrigo la acompaña al monasterio de San pedro de Cardeña donde celebraron las exequias solemnes y lo sepultaron.

Don Jerónimo es nombrado obispo de Salamanca en 1102. Cuando viene a Salamanca trajo con el la imagen del Cristo de las Batallas y no se separó de él jamás. Muere en 1120 y fue sepultado en la Catedral por su propia petición pidió ser enterrado junto la imagen del Cristo de las Batallas. Las gestas con el Cid serán recordadas en las glosas célebres del Cantar del Mío Cid al que muchos autores le atribuyen su composición. Así se recuerda en unas de sus glosas:

En estas nuevas todos se alegraron

De parte de Oriente vino un coronado

El obispo don Jerome su nombre es llamado

De pie y de caballo era arreciado


 


Peregrinación del Cristo de las Batallas

Don Jerónimo trajo el Santo Cristo de las Batallas y dos documentos del S XI bautizados como Documentos Cidiacos que se guardan en el Archivo Catedralicio. Don Jerónimo muere en 1120 años antes de que finalicen las obras de la Catedral Vieja de Salamanca, cuando esta es concluida, es enterrado en una de las capillas laterales bajo un pequeño arco de la nave de la epístola, donde es colocado. En el ático del retablo que lo preside la imagen del Cristo de las Batallas.

Durante los siglos siguientes se produjeron distintos traslados de los restos de don Jerónimo siempre acompañado de su Cristo. Pasados casi quinientos años de su muerte avanzado ya el S. XVIII en 1734 se decidió instalar definitivamente su sepulcro en la capilla central del trasaltar de la Catedral Nueva. Encargaron a J. Churriguera un retablo para colocar la urna en el nuevo sepulcro. Así el obispo guerrero descansó definitivamente en 1774 en la capilla central de la girola presidida por el Santo Cristo de las Batallas.



Devoción al Cristo de las Batallas

Durante gran parte de la etapa medieval de la ciudad, la imagen del Cristo pasó desapercibida para los fieles. Aun así, se consideraba un símbolo muy importante para diócesis ya que su origen esta íntimamente vinculado a personajes tan relevantes como don Rodrigo Díaz de Vivar y don Jerónimo de Perigord. Es a comienzo del siglo XVII cuando se inició una fuerte devoción hacia la imagen románica. En origen, el culto sería solo practicado por un reducido grupo de fieles, pero fue a partir del año 1615 cuando se produjo un verdadero auge devocional a raíz de una serie de relatos de carácter milagro asociados al Cristo. Es tal el fervor que vivió la ciudad que el obispo salmantino, don Luis Fernández de Córdoba, ordenó crear una comisión de teólogos para que investigasen estos sucesos y poder concederles veracidad eclesiástica. En el mismo momento, ordenó al archivero de la Catedral de Salamanca, Gil González Dávila, que escribiese una historia del origen del Cristo y que incluyese los milagros verificados por la comisión.



Historia del origen de la imagen del Santísimo Cristo y de sus exvotos

Gil González Dávila, racionero y archivero de la Catedral de Salamanca, nombrado posteriormente cronista real y de las Indias, escribió en 1615 un pequeño libro donde recogía los orígenes del Cristo de las Batallas y los dieciocho milagros que fueron reconocidos como tales por la comisión diocesana. El archivero se remonta al periodo de la Reconquista y vincula la imagen sacra con el Cid. Es también en esta obra donde se publica por primera vez uno de los documentos cidianos que se conservan en Salamanca, el testamento de doña Jimena. Para finalizar, se describen los milagros del Cristo de los que fueron protagonista varios vecinos de Salamanca y de poblaciones de alrededor, lo que se ha venido a denominar sus exvotos.

                                     

El vestigio de un milagro

En la bóveda de la nave central hay un hueco, de donde se cayó una piedra, que ahora, sujeta por un garfio de hierro está colgada de una columna a la derecha de la nave central. Esta piedra es vestigio de uno de los milagros atribuidos al Santo Cristo de las Batallas. A continuación, pasamos a describir el hecho como cuentan las crónicas.

A principios del S. XVII, probablemente el año de 1614, un grupo de obreros estaba trabajando en el adecentamiento de la capilla del Santo Cristo de las Batallas. Esta capilla estaba muy cercana a este lugar y luego desapareció cuando la Santa imagen del Crucificado se trasladó a la capilla central de la girola en la Catedral Nueva en el S. XVIII. El Santo Cristo pasó a ocupar el retablo que se le adjudicó allí y que fue hermosamente diseñado por Alberto Churriguera.

Alonso de Paz, es un joven que ha tenido que dejar sus tierras orensanas para ganar un jornal, trabaja como albañil en la Catedral, desde su llegada, siente gran devoción por el Cristo de las Batallas, las jornadas para el joven no tienen descanso, ha de ahorrar y regresar a su terruño, lejos de su mente estaba, que su nombre iba a pasar a la historia. Acaeció que mientras que trabajaban una piedra se desprendió de la bóveda: “la piedra cayó en el cogote de la cabeza del gallego Alonso de Paz y de allí le bajó al hombro y de allí le dio en los lomos de manera que lo dejó en el suelo sin habla. Allí estuvo tumbado sin sentido por espacio de diez horas y los que allí le hallaron lo tuvieron por muerto y no sintió que le alzaron del suelo ni le llevaron a una posada”. Cuando volvió en sí dijo: “O Cristo bendito de mi alma no miréis vos lo malo que soy más mirad vuestra santa piedad, como Señor de misericordia y acordaos de mi”.

El obrero quedó sorprendido al comprobar con la mano que solamente tenía una herida en el cogote, de modo que al día siguiente no volvió al trabajo, por ser festivo, pero, pasada la fiesta volvió al tajo sano y bueno, como antes. No debe extrañarnos el impacto que tuvo en todo el pueblo que consideró tal hecho como milagro atribuido al Santo Cristo. Por esta razón el obispo don Luis Fernando de Córdoba, inició una primera investigación con cinco canónigos. No satisfecho de los resultados, amplió la comisión con los abades, priores y provinciales de los conventos de San Vicente, San Benito y San Francisco, para examinar otros varios casos tenidos por milagrosos.


 


La declaración del milagro

Estas averiguaciones del obispo salmantino nos dan la certeza histórica de que tal hecho ocurrió tal como lo hemos narrado. Con la comisión establecida salieron a la luz otros hechos. Se estableció dieciocho hechos como milagrosos. El 29 de marzo de 1615 se publicaron en un edicto catedralicio. Tal fue el impacto ocasionado en toda la ciudad que ese mismo año se hizo el traslado de Santo Cristo de las Batallas en sus andas de plata a la nueva capilla que se le adjudicó en la catedral Nueva. Allí el obispo celebró una santa misa pontificial. El obispo mandó imprimir un folleto con la relación de estos hechos y se pusieron luminarias en la torre de la catedral.

El cabildo por aprobación del obispo acordó en pleno que tales hechos quedasen impresos en los muros de la catedral. Se designó que el pintor José Sánchez se hiciera cargo de tal obra y pintase en el muro de la nave lateral izquierda dieciocho cuadros con los dieciocho hechos milagrosos pagando un importe de cuarenta y nueve mil veintiocho maravedís. El cuadro de la caída de la piedra se encuentra el primeo de la fila inferior, aunque el arco del sepulcro del canónigo doctoral Diego de Vera, lo ha dejado incompleto.

Esta historia pasó de boca en boca y se convirtió en leyenda hasta el punto que a los visitantes de la catedral se les llegó a decir que la piedra quedó suspendida en el aire para no herir a los obreros.



                                                   

El culto al Cristo de las Batallas

El fervor hacia el Cristo se mantuvo con gran vigencia hasta finales del siglo XVIII aproximadamente. Durante el siglo XVII, a raíz de sus milagros, el Cristo fue objeto de multitud de donaciones, limosnas y exvotos. Estas dádivas eran ofrecidas tanto por parte del pueblo llano como de nobles y altos cargos eclesiásticos. Cuando se finalizó la construcción de la Catedral Nueva de Salamanca, la capilla central de la cabecera se reservó para el Cristo, que fue trasladado desde la Catedral Vieja, donde estaba ubicado anteriormente. Es también en esas fechas cuando se levantó el magnífico retablo churrigueresco que preside la capilla, fue financiado por el propio obispo. Durante el siglo XIX, la devoción comienza a diluirse en favor de otras advocaciones de la ciudad, la Virgen de la Vega y San Juan de Sahagún, hasta el punto que se puede decir que desaparece. A mediados del siglo XX se fundó la Cofradía de los Excombatientes, que tomó como una de sus imágenes titulares la del Cristo de las Batallas. La imagen participaba en la Semana Santa salmantina portada en brazos por un cofrade en la noche del Miércoles Santo. Una vez que la cofradía se disolvió en 1972, el culto al Cristo volvió a quedar relegado.



El Cristo de la Batallas en la actualidad

En el año 2012, el cabildo catedralicio presentó de nuevo la imagen del Cristo tras un largo proceso de restauración que le devolvió su aspecto románico original al retirar todos los retintes acumulados durante siglos. En el año 2017 se confeccionó una réplica de la imagen para que pudiera ser contemplada de forma permanente en la capilla de oración de la Catedral Nueva de Salamanca. En el 2018, el Instituto de las Identidades de la Diputación de Salamanca reeditó la obra de Gil González Dávila bajo el título, "Historia del origen del Cristo de las Batallas”.



Historias y leyendas del Cristo de las Batallas

Dime luz misteriosa que ante mi vagas, y mi interés despiertas, y gritos de amor arrancas, - Catedral Nueva, regreso al seno materno, escucho la voz del ángel invitando a dar gloria al Señor y alabanza; silencio, respeto; las piedras, ecos del pasado, resplandor de la memoria en vigilia constante. Capillas dedicadas a “Santos” “Vírgenes” diferentes advocaciones. Por fin mi búsqueda encuentra respuesta, la Cruz del Cristo de las Batallas. Viejas cicatrices, emociones; en solemne calma, siento extraños amores que hablan de campos de batalla, de montes, llanuras, auroras hechiceras, todo es difuso desde la niebla.

El Cristo de las Batallas, estilo románico, color oscuro, con cuatro clavos ensueñas la vida, dos en los pies y dos en las manos, datada en la primera mitad del siglo XII; según la tradición llevada por el obispo Jerónimo, primer obispo de Salamanca tras la repoblación, el retablo de la capilla, es obra de Alberto Churriguera, primera mitad del siglo XVIII, y donada por el obispo Sancho Granado en 1734.



La primera capilla del Cristo de las Batallas

Un sepulcro con los restos del obispo Jerónimo, y una imagen de la Virgen del Carmen, obra de Antonio Paz, constituyen el decorado murmurador espeso y umbrío, de la capilla del Cristo de las Batallas. Extasiada, ante la reja, escucho la voz del fantasma seductor:
D. Rodrigo Díaz de Vivar, guerrero, mito, e historia, se ciernen sobre el Cid, Señor de los árabes, fiel a su rey, y fiel a los moros, generoso e intrigante, hacedor de pactos para engrandecer Castilla. El Cristo de Las Batallas es mudo testigo de tanta querella lastimosa.

Corría el año 1101, el fraile benedictino D. Jerónimo vivía lejos de Castilla, en la comarca francesa de Perigueaux, siente inquietud por conocer a éste personaje, que encaja dentro de lo novelesco, y la heroicidad. Viaja a Valencia, y queda sorprendido por la personalidad de D. Rodrigo Díaz, se gana su confianza, es su confesor y asesor, único amigo, comparten todo, hasta que fallece D. Rodrigo en brazos del fraile Jerónimo.

Es llamado el fraile Jerónimo, por el Cabildo de Salamanca, ha de ocupar las diócesis de Salamanca y Zamora, 10 años está llevando las duras las riendas de estas Diócesis, inesperadamente le llega la muerte; como hombre precavido deja testamento: “mis restos descansaran junto al Cristo de las Batallas”

No se cumple su voluntad, su sepulcro es colocado frente al estandarte que lo acompañó en numerosas batallas. Desde Valencia los cristianos traen la reliquia, El Cristo, La Catedral Nueva se está construyendo, y la Catedral Vieja en plena restauración.

El obispo que regía la Diócesis sobre los años 1614 - 1615, nombra una Comisión para que justifique el milagro de la piedra, el veredicto es afirmativo, las pinturas que recuerdan esta historia, pueden verse en la Catedral Vieja, son 18 los paños que nos recuerdan los milagros del Cristo de Las Batallas.

Pero no olvidemos al propietario del Cristo de Las Batallas, en 1605 según nos atestiguan los Registros, se abre el sepulcro, encontrando los huesos y una cinta en oro con la inscripción: Ieronimus, obispo y siervo fiel de Cristo, se deja dicha tumba en depósito en la Catedral Vieja, hasta el año 1745, en que se traslada a la Catedral Nueva, colocando sus restos, en un bello panteón barroco, en la Capilla del Cristo de Las Batallas, pero este obispo guerrero, es como si tampoco quisiera descansar en este nuevo lugar, corre el año 1755, y un terrible terremoto asola Lisboa, sus efectos llegan a Salamanca, la gente aterrorizada se refugia en la Catedral, es fácil imaginar la incertidumbre de aquella población, negro día, campanas que sonaban sin que nadie las tocara, la tumba del obispo ¡se resquebraja!, la gente enloquecía, A pesar de los desastres visibles, no hubo muertos, como acción de gracias el Cabildo promulga un Edicto-

Todos los años el mismo día del trágico suceso, una persona subirá hasta la campana del reloj haciéndola tañir, para trepar luego hasta el pináculo de la cúpula, comprobando la inclinación. De esta labor se encargaría la familia de “Los Mariquelos”, gente que vivía en la torre fortaleza de los Ieronimus. La historia llega hasta nuestros días.

PD: El Cristo se da a besar a los Reyes, cuando visitan Salamanca.


Imagen del Cristo de las Batallas en el Retablo de la Capilla del Cristo de las Batallas. Esta imagen románica original se conserva en la parte inferior del retablo. La imagen que preside el altar mayor de la Catedral Vieja es una imagen restaurada en el año 2012.



Exvotos pictóricos del Cristo de las Batallas conservados en la Catedral Vieja de Salamanca.


Narración de los milagros:

1.       Domingo García natural de Salamanca estando enfermo y desahuciado de los médicos encomendándose al Santo Cristo de repente se vio con notable mejoría y los médicos certificaron su mejora milagrosa.



2.       Jacome Tremente natural de pinar de Francia habiendo estado tullido de pies y brazos muchos meses encomendándose al santo Cristo sanó milagrosamente



3.       Una niña de cinco años de edad natural de Palos de Negrilla cayó en un pozo. Su madre la encomendó al Santo Cristo y sacándola milagrosamente sin lesión alguna, padres e hija vinieron a dar gracias a Dios por su misericordia.



4.       Domingo Perez del arzobispado de Burgos después de haber estado tullido muchos meses viniendo en romería al Santo Cristo sano milagrosamente.



5.       Felipe Palomero natural de Babilafuente habiendo estado un año tullido de pies y brazos encomendándose al Santo Cristo después de haber tenido novenas en su capilla recuperó la salud que deseaba



6.       Isabel de Pobles natural de Salamanca pero residente en Madrid estaba tullida y se encomendó al Santo Cristo y rezó en su capilla queriendo echarse en la cama se había de recuperar



7.       Luisa natural de Salamanca después de atascada de parto y con peligro de muerte se encomendó al Santo Cristo y a punto parió dos criaturas sin dolor ni accidente.



8.       Un joven de dieciocho años hijo de Juan Lucas natural de Salamanca teniéndole en brazos una muchacha cayeron al fondo de un pozo. Oyeron el golpe e invocaron al Santo Cristo y los sacaron libres después de haber estado en el pozo un gran rato.



9.       Un niño de cinco años hijo de un molinero cayó en lo más hondo del río Tormes. Viole caer de lejos un pescador que le encomendó al Santo Cristo. Acudiendo con otros pescadores a librarle le hallaron el rostro sobre el agua sin hundirse.




10.   Jerónimo Jacinto hijo de Francisco de la Peña y de Doña Casilba de Monroy naturales de Salamanca estando desahuciado de los médicos que le tuvieron por muerto su madre le encomendó al Santo Cristo y ofreció traerle a la Capilla y rezarle. Al punto revivió y estuvo sano.



11.   Una niña llamada María de tres años de edad hija de Jerónimo Rodriguez natural de Salamanca estando enferma su madre la trajo al Santo Cristo la untó con el aceite de la lámpara sanó y recobró la salud.




12.   Antonio Sánchez natural de Miranda del Castañar de siete semanas estando en la cuna se cayó y se dio contra una pared. Los padres se encomendaron al Santo Cristo y le encontraron milagrosamente sano.

                                      

                     
 LA VIRGEN DE LA VEGA

La Virgen de la Vega, es la patrona de la ciudad de Salamanca desde hace siglos. Cuenta la leyenda que la Virgen ayudó a los salmantinos y los defendió del asalto de las tropas que querían invadirla en 1706 durante la Guerra de Sucesión Española.

La talla de esta virgen, de estilo románico, era la titular del monasterio salmantino de Santa María de la Vega, situado en la vega del río Tormes, perteneciente a los canónigos regulares dependientes de los de San Isidoro de León. Ante la ruina de esta iglesia, fue trasladada a otra y más tarde al convento de San Esteban, donde permaneció de 1842 a 1904 que es cuando se instaló definitivamente en el altar mayor de la Catedral Vieja.

Como toda ciudad, Salamanca también tiene su patrona. La Virgen de la Vega comparte este título con San Juan de Sahagún, que es el patrón de la ciudad. Estamos acostumbrados a disfrutar de diferentes festividades pero, ¿realmente sabemos de dónde vienen estas celebraciones?

 

Muchas veces no nos paramos a pensar cuál es la historia detrás de la festividad de una ciudad, por qué ese santo o esa virgen es más importante para unos que para otros, pues bien, hoy toca descubrir por qué la Virgen de la Vega es tan importante para la capital charra, ¿nos acompañas?

 




Historia de la Virgen de la Vega también asociada desde el comienzo a la Catedral

 

La Catedral vieja tras cuatro siglos de dominación árabe S. VIII- S, XII consolida la reconquista de Salamanca durante el reinado de Alfonso VI en 1102. Su yerno Raimundo de Borgoña restaura la antigua sede episcopal. Como ya dijimos fue nombrado primer obispo de la sede don Jerónimo. La construcción de la catedral vieja transcurre entre los S. XII y XIII y se dedica  Santa María. Hay una intervención real de apoyo a las obras del nuevo templo. Mientras se labran las mollares piedras de arenisca dorada de Villamayor a pie de obra por canteros anónimos, la benevolencia real los libra de impuestos, los excusa de todo tributo. Se llaman los excusados de Santa María.

 

Miguel Dominguez Señor de Zaratán,alquería cercana a Ledesma,al marchar a Jerusalén en peregrinación hizo testamento en 1194 en el que entre otras mandas otorgó trescientos maravedís para hacer una imagen y poderla colocar en el altar de Santa María. Este es pues uno de los primeros impulsores de la imagen junto con don Velasco iñigo. Su origen de ejecución se remonta a finales del S. XII. Fue labrada por orfebres maestros en el esmaltado. No se sabe con seguridad su autor o autores. Lo que sí se sabe es que en 1163 eran célebres los orfebres don Paian y su hijo Guillermo.

 

La imagen de la Virgen de la Vega que preside el retablo de Nicolás Florentino en el altar mayor es una de las más singulares estatuas marianas del románico europeo y de fecha muy cercana al comienzo de la catedral. Su datación se cifra a fines del S. XIII o principios del S. XIII. Responde a la tipología bizantina de la Theotokos, Madre de Dios. La Virgen aparece sedente y sosteniendo sobre el regazo al Divino Niño, al tiempo que lo muestra a los fieles.

 

La imagen es de impresionante hieratismo y en su rostro destacan sus grandes ojos de acabache. En la imagen se aúnan escultura y orfebrería ya que su alma de madera va revestida toda ella de chapa de cobre dorado con adornos de cabujones. El trono se decora con esmaltes de Limoges. Las figures del pie representan los apóstoles y ángeles. Tanto la cabeza de la Virgen como la del Niño son de bronce.

 

La Virgen tiene un velo y una capa echada sobre la falda, con sandalias puntiagudas. En la mano derecha sostiene una rama de flores y con la izquierda sostiene al Niño. El rostro es de bronce dorado fundido y los ojos de azabache.

 




Pereginación de la imagen

 

En el año 1166 el caballero don Velasco Iñigo  y su esposa doña Dominga legan en testamento la Iglesia que le pertenecía y todas sus heredades al abad del monasterio de San Isidoro de León. Un grupo de canónigos regulares de la Orden de San Agustín encargados del culto a Nuestra Señora son los encargados de llevar tal veneración a la vega del río Tormes.


Así es como la imagen de la Virgen de la Vega se instaura en el monasterio de Canónigos regulares de San Agustín a orillas del río Tormes en el S. XII. Los agustinos de San Isidoro impulsaron la veneración a la Virgen de la Vega que fue promovida por la cofradía de los hortelanos. Así durante siglos fueron muy frecuentes las romerías y procesiones.

 

Su devoción creció y fue tan grande que no dudaron en nombrarla Patrona de la ciudad. Cuando la peste diezmaba a la población, la lluvia se resistía a caer de los cielos o cuando la ciudad se veía amenazada de una revuelta o motín los pobladores salmantinos acudían a Nuestra Señora de la Virgen de la Vega para pedir favor o dar gracias. La veneración de la imagen era tal que hasta los reyes bajaban a la Vega a venerarla.

 

Desde el año 1610 la Virgen de la Vega es patrona de la ciudad, aunque se consagró en 1653. Se cuenta que los salmantinos pedían a la virgen su ayuda en determinadas ocasiones como, por ejemplo, en tiempos de sequía para que las cosechas fueran buenas, pero en 1706, tuvieron que pedir por algo más. La Virgen de la Vega salía en rogativas cuando había sequias. En el S. XVIII la patrona abandonó su ermita en más de veinte ocasiones

 

Debido a sucesivas riadas del Tormes y otros factores el monasterio amenazó ruina. Se cuenta que durante la Guerra de Sucesión Española la ciudad estaba sitiada por el ejército partidario de Carlos VI justo en las festividades de su patrona. Los salmantinos, que defendían la ciudad de saqueos y ataques, se encomendaron a la Virgen de la Vega para poder derrotar a las huestes del ejército anglo-portugués, y esta les ayudó proporcionándoles la victoria frente a sus atacantes. Después de la desamortización la imagen estuvo en el domicilio particular de don Francisco Lucas último canónigo y colegial de la Vega. De aquí pasó a la Iglesia de San Polo y en 1838 se trasladó al Convento de San Esteban.

 

Anastasio Rodríguez y Navajo Martínez reavivan de nuevo el culto a la Virgen y en 1882 se traslada a la Catedral. Fue el obispo dominico Francisco Barbado Viejo quien en 1949 la asentó en el trono que preside el altar mayor de la Catedral Vieja. Al morir el obispo lo entierran en la Catedral Vieja. El monumento funerario del obispo es obra de Jose Luis Nuñez Solé. En el centro del frontal del sarcófago rematado por esta leyenda: Virgen Santa, dígnate permitir que te alabe eternamente. La estatua yacente del obispo mira hacia la Virgen. Este obispo fue precisamente el que me dio la primera comunión.

 

 



Escultura de la Virgen de la Vega

 

Como hemos comentado anteriormente, la talla de la Virgen de la Vega ahora descansa en la Catedral Vieja, con su lugar de honor en el altar mayor, no obstante, este no ha sido su único hogar durante el paso de los siglos. Se tienen datos de que su primer hogar fue el monasterio de Santa María de la Vega, a orillas del río Tormes y del que, desgraciadamente, no se han conservado muchos restos salvo 4 columnas y sus arcos tras que fuera destruido por las tropas de Napoleón en el siglo XIX.

 

De ahí pasó a encontrar refugio en la Iglesia de San Polo pero esta, a causa del paso del tiempo y la falta de restauración, desapareció y la talla se trasladó al convento de San Estaban, donde descansaría durante años, hasta que, ya en siglo XX, fuera trasladada a su lugar actual en la Catedral Vieja.

La pequeña talla, de 72 centímetros, representa a la Virgen con el niño en su regazo. Está hecha en madera y cubierta de llamativo cobre dorado y pedrería en colores. Es de estilo románico y se ha llegado a datar su origen en el siglo XII.

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Descripción

Por su técnica se ha datado de finales del siglo XII; la escultura mide 72 centímetros de altura. Se compone de dos figuras, la Virgen con el Niño sentado sobre su rodilla izquierda. Está realizada en madera y recubierta de piezas de cobre dorado y ornamentos formados por cabujones de pedrería de colores. El rostro de la Virgen y la cabeza del Niño junto con las manos de ambos son de bronce fundido y sin dorar. Los ojos en la cara ovalada de la Madre son de azabache y el rostro del Niño con unas facciones infantiles, recordando ya al estilo gótico, presenta los ojos de vidrio azul.

Las vestiduras son de chapa modelada a martillo sobre la madera tallada y sujeta a ella por medio de clavillos también de cobre. Los adornos de cabujones llevan piedras azules, verdes y rojas. La cabeza de la Virgen está cubierta con un velo y sobre éste una corona real moderna sustituye a la anterior.

El trono no tiene respaldo, está esmaltado y sus partes frontales están adornadas con querubines dentro de aureolas. En todo alrededor del trono, dentro de unos arcos se encuentran unas figuras en relieve, esmaltadas sobre un fondo dorado, representando a los apóstoles. Los colores empleados son el azul turquesa, azul cobalto, rojo, verde, amarillo, negro y blanco alternados.

 



Festividades de la Virgen de la Vega

 

Su festividad tiene lugar el 8 de septiembre y durante unos días la ciudad celebra actos en su honor, el más popular tiene lugar el día 7 con la procesión de la Virgen por diferentes rincones de la ciudad. Esta finaliza con la tradicional ofrenda floral en la Plaza Anaya, a los pies de la Catedral, en la cual la imagen de la Virgen descansa y protege a los charros.

 

En este hermoso día se puede disfrutar de un ambiente festivo y tradicional, con hombres y mujeres vistiendo los preciosos trajes típicos, así como la más hermosa filigrana charra. Es un lujo poder disfrutar y seguir promocionando esta cultura tan propia de la zona, así como se hace o debería hacer en otras ciudades de España, debido a la riqueza cultural que esto nos proporciona a todos.


Son muchas las devociones y tradiciones que tiene la Virgen. Una canción popular dice así: 


Abre Madre tus brazos al pueblo que a Ti llega 
en dulce servidumbre de esclavitud de amor. 
Salamanca te aclama: Oh Virgen de la Vega. 
Sus vidas te ofrece, sus almas te entrega. 
Es tu gloria su gloria y es tuyo su honor.                


  

     

      
       

                    

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