miércoles, 27 de mayo de 2020

Oraciones de Pascua, Mayo 2020

ORACIONES DE PASCUA
MAYO 2020

Introducción

Iniciamos el mes de Mayo, el mes de María, el mes de las flores y de la primavera. Aunque continuamos en plena pandemia no podemos quedarnos paralizados ante las situaciones adversas. La pandemia nos ha sorprendido y golpeado duro pero no nos ha derribado. Juntos en oración resistiremos. Es tiempo de Pascua, tiempo de renacer. Hemos de aprender a esperar convencidos que todo pasará y lo mejor está por venir. Dios ha vencido a los enemigos del mundo y al peor de todos el mal y la muerte. Estamos orientados y encaminados a la vida. La Vida está en Cristo y nuestra vida está ya oculta con Cristo en Dios. Las crisis por las que podamos pasar son oportunidades para seguir creciendo, para salir fortalecidos. Las pérdidas son también oportunidad para valorar lo que tenemos y que muchas veces por obvio lo olvidamos y descuidamos.


VIERNES III DE PASCUA, 

1º DE MAYO. SAN JOSE OBRERO



LA SABIDURIA DE LOS POBRES

Lectura: ¿De dónde le ha llegado tanta sabiduría…? ¿No es este el hijo del carpintero? ¿No es María su Madre? (Mt13, 54- 55)

Hoy empezamos el mes de Mayo dedicado especialmente a María y la Iglesia celebra además la solemnidad de San José patrono de los trabajadores. ¿Cómo será esta vuelta a la nueva normalidad? Se tardará mucho en recuperar esta recesión. El tejido empresarial está calado de muchas pequeñas empresas que no tienen margen para soportar toda esta situación. Muchas micro empresas desaparecerán, muchos perderán sus puestos de trabajo. Le pedimos al Dios de la creación que nos confió colaborar y participar en su obra creadora por intercesión de San José cuide de una manera especial a todos los trabajadores y le confiamos todo este tiempo que nos viene de reconstrucción del orden nuevo.

Es Pascua, es tiempo de volver a nacer, volver a Galilea, volver a Nazaret. Si no os hacéis pequeños como los niños no entrareis en El Reino. El Reino es de los pobres, de los pequeños, de los sencillos. Hoy quisiera recordar la alocución de Pablo VI en la Iglesia de la Anunciación de Nazaret en su peregrinación de 1964:

Cuánto quisiera ser admitido en la pobre y sencilla escuela casa de Nazaret, ser admitido por Ella, la Señora, la Dueña de la casa, juntamente con su fuerte y manso Esposo San José, en la intimidad de Cristo, de su humano y divino Hijo Jesús. La escuela del evangelio. Nazaret es la escuela de iniciación para comprender la vida de Jesús. Aquí se aprende a observar, a escuchar, a meditar, a penetrar en el sentido, tan profundo y misterioso, de aquella simplísima, humildísima, bellísima manifestación del Hijo de Dios.

Casi insensiblemente, acaso, aquí también se aprende a imitar. Aquí se aprende el método con que podremos comprender quién es Jesucristo. Aquí se comprende la necesidad de observar el cuadro de su permanencia entre nosotros. ¡Oh, y cómo querríamos ser otra vez niños y volver a esta humilde, sublime escuela de Nazaret! ¡Cómo querríamos repetir, junto a María, nuestra introducción en la verdadera ciencia de la vida y en la sabiduría superior de la divina verdad!. No nos iremos sin recoger rápidamente, casi furtivamente, algunos fragmentos de la lección de Nazaret.

Lección de silencio. Renazca en nosotros la valorización del silencio, de esta estupenda e indispensable condición del espíritu; en nosotros, aturdidos por tantos ruidos, tantos estrépitos, tantas voces de nuestra ruidosa e hipersensibilizada vida moderna. Silencio de Nazaret, enséñanos el recogimiento, la interioridad, la aptitud de prestar oídos a las buenas inspiraciones y palabras de los verdaderos maestros; enséñanos la necesidad y el valor de la preparación, del estudio, de la meditación, de la vida personal e interior, de la oración que Dios sólo ve secretamente.

Lección de vida doméstica. Enseñe Nazaret lo que es la familia, su comunión de amor, su sencilla y austera belleza, su carácter sagrado e inviolable; enseñe lo dulce e insustituible que es su pedagogía; enseñe lo fundamental e insuperable de su sociología.

Lección de trabajo. ¡Oh Nazaret, oh casa del "Hijo del Carpintero", cómo querríamos comprender y celebrar aquí la ley severa, y redentora de la fatiga humana; recomponer aquí la conciencia de la dignidad del trabajo; recordar aquí cómo el trabajo no puede ser fin en sí mismo y cómo, cuanto más libre y alto sea, tanto lo serán, además del valor económico, los valores que tiene como fin; saludar aquí a los trabajadores de todo el mundo y señalarles su gran colega, su hermano divino, el Profeta de toda justicia para ellos, Jesucristo Nuestro Señor!

El aire fresco de las Bienaventuranzas. He aquí que Nuestro pensamiento ha salido así de Nazaret y vaga por estos montes de Galilea que han ofrecido la escuela de la naturaleza a la voz del Maestro y Señor. Falta el tiempo y faltan las fuerzas suficientes para reafirmar en este momento su divino e inconmensurable mensaje. Pero no podemos privarnos, de mirar al cercano monte de las Bienaventuranzas, síntesis y vértice de la predicación evangélica, y de procurar oír el eco que de aquel discurso, como si hubiese quedado grabado en esta misteriosa atmósfera, llega hasta nosotros. Ahora escuchamos su eco que repercute en nuestros espíritus de hombres de nuestro tiempo. Aquí nos parece volver a oír hoy su voz. Entonces era más fuerte, más dulce y más tremenda. Diríase que nos dice:

Bienaventurados los pobres de espíritu, si sabemos librarnos de la confianza en los bienes económicos y poner nuestros deseos primeros en los bienes espirituales y religiosos, y si respetamos y amamos a los pobres como hermanos e imágenes vivientes de Cristo.
Bienaventurados los mansos, si educados en la mansedumbre de los fuertes, sabemos renunciar al triste poder del odio y de la venganza y conocemos la sabiduría de preferir al temor de las armas la generosidad del perdón, la alianza de la libertad y del trabajo, la conquista de la verdad y de la paz.
Bienaventurados los misericordiosos, si no hacemos del egoísmo el criterio directivo de la vida y del placer su finalidad, sino que sabemos descubrir en la sobriedad una energía, en el dolor una fuente de redención, en el sacrificio el vértice de la grandeza.
Bienaventurados los pacíficos, si preferimos ser antes oprimidos que opresores y si tenemos siempre hambre de una justicia cada vez mayor.Bienaventurados nosotros si, por el Reino de Dios, en el tiempo y más allá del tiempo, sabemos perdonar y luchar, obrar y servir, sufrir y amar. No quedaremos engañados para siempre.

III SABADO DE PASCUA



SEÑOR, CREO EN TI, ESPERO EN TI; TE AMO

Lectura: Señor, ¿a quién iremos? Solo Tu tienes palabras de vida eterna y nosotros creemos y sabemos que Tú eres el Santo de Dios. (Jn 6.69)

El cierre del discurso del Pan de Vida con una solemne confesión de Pedro. Señor, ¿a quién iremos? Solo Tu tienes palabras de vida eterna y nosotros creemos y sabemos que Tú eres el Santo de Dios. También durante estos días de ayuno eucarístico donde muchos no han podido recibir sacramentalmente la eucaristía se invitaba a todos a rezar una oración como preparación de la comunión espiritual que acababa diciendo: Creo en Ti, espero en Ti te amo. Dicho final nos recuerda cuando los tres pastorcitos eran preparados por el ángel para recibir la comunión: te pido por los que no creen, no esperan note aman.

El tiempo de pandemia ha puesto en evidencia el orgullo y la prepotencia del hombre moderno. Nos hemos creído con el derecho de decidir sobre nuestro destino. Comenzamos ingenuamente diciendo que el cuerpo es mío con todo la ideología de género, legalizamos el aborto y la eutanasia y concluimos convencidos que somos los dueños de la tierra y podemos hacer con ella lo que queramos con todos los desastres ecológicos que sin duda son causa también de las epidemias que vivimos.

Esta celebración de la Pascua es una invitación a nacer de nuevo. Tiempo de volver a Galilea, al origen. Tiempo de abandonar nuestra prepotencia y autosuficiencia y de reconocer que no somos los dueños de la vida y de la creación. Tiempo de reconocer la soberanía de Dios y de responder con la confianza y la fidelidad a su Alianza. Sí, Dios que nos creó nos redimió y nos quiso para sí. Te reconozco como Señor, creo en Ti, Señor. Reconocerle como Señor es reconocer su soberanía y someternos a su plan y destino amoroso. De El procede todo y a El se encamina todo. Dios es el Señor de todo y de todos. El tiene que ser conocido, reconocido y glorificado por todos. A El todo el honor, la gloria y el poder.

Este reconocimiento debe de llevarnos a amarle y responder a su plan de amor. Dios mismo en su Hijo resucitado nos envía a proclamar su infinita bondad y la grandeza de su amor a colaborar en la obra de la creación, redención y santificación. El Señor Resucitó y quiere extender su resurrección, su savación a todos. El Señor quiere que renazcamos con El a una vida nueva, a un orden nuevo. Toda la creación se destina a una nueva creación a una nueva Jerusalén a un orden nuevo a un mundo nuevo donde reine el amor la paz y la justicia. Señor espero y confío en Ti. Por eso nuestra esperanza es cierta porque sabemos que quien empezó la obra la llevara a término en Cristo Jesús, Señor y Dios nuestro.

IV DOMINGO DE PASCUA
(Domingo del Buen Pastor)



EN TI ENCONTRAMOS LA SALIDA

Lectura: Yo soy el Buen Pastor y ustedes mis ovejas a quien yo guío ( Jn 10, 1-10)

En medio de la tormenta que vivimos ocasionada por la pandemia buscamos como comunidad global la salida. La pandemia nos pilló desprevenidos, entramos de improviso y no sabemos cómo saldremos. La humanidad entera se encuentra en una encrucijada donde muchos no parecen ver la salida. Esta pandemia nos sitúa en un tiempo crítico para buscar juntos la salida.

Hoy el gobierno en su plan de desescalada abre las puertas para que salgamos. ¿A dónde salir? ¿Cómo saldremos? Si la pandemia nos ha puesto de frente con nuestra vulnerabilidad y prepotencia la pandemia también nos invita a ver nuestra potencialidad. Saldremos adelante si nos unimos. La solidaridad, la fraternidad es el fondo inscrito por Dios en nuestra naturaleza que nos hace descubrir lo verdaderamente humano y divino que hay en el hombre. Tenemos sed de unidad, de comunión, de eternidad.

Esta pandemia global nos despierta la conciencia de que somos una aldea global una familia bajo la guía de un solo Pastor. Las palabras de este Domingo resuenan con toda la fuerza: Yo soy el Buen Pastor, el que da la vida por las ovejas.

Mis ovejas escuchan mi voz y me siguen. Ellas conocen mi voz mi acento. ¿A dónde iremos? Solo tu tienes palabras de verdad y de vida eterna. Tu nos muestras el camino y nos conduces a las fuentes donde encontrar alimento, tu nos das a conocer el antídoto frente a toda pandemia, la caridad, la solidaridad, la justicia.

Tenemos sed de unidad, no es tiempo de enfrentamientos estériles. En este tramo de la historia que pasamos tenemos derecho a sentirnos unidos acompañados. Dios es el Buen Pastor, el gran compañero que parte y comparte su pan para que nosotros también compartamos, para que juntos encontremos el camino, la salida.

¿De dónde vengo, ¿A dónde voy?

Cuál peregrino errante me preguntan ¿De dónde vengo?...
voy por caminos polvorientos
tras las huellas de unos pies ensangrentados
caminando a veces sobre la roca dura.

Con los despojos de un alma hecha jirones
entre los espinos y las zarzas agudas
busco el camino que camino que me conduce a mi cuna
y yo mismo me pregunto ¿A dónde vas peregrino?

Cuando el más sombrío y triste de los páramos cruzo,
valle de eternas nieves y de eternas brumas,
en las noches desiertas de invierno
me sentí sólo, confundido, perdido,
tengo miedo de quedarme solo,
entre la niebla oscura, con mi dolor a solas,
¿Por piedad hay alguien en medio de la noche?

Cuando menos esperaba me sorprendió
la presencia de otro peregrino que se puso a mi lado
a compartir su pan y compartir su vino:
Tu mi buen compañero, mi buen camarada,
Tu mi Señor, mi Buen Pastor muéstrame el camino.


IV LUNES DE PASCUA

Fiesta de San Felipe y Santiago



YO SOY EL CAMINO LA VERDAD Y LA VIDA

Lectura: Yo soy el camino, la verdad y la vida . (Jn 14, 6, 14)

Felipe y Santiago ambos pescadores de Betsaida respondieron juntos al llamado del Señor. Abandonaron las redes y siguieron al Maestro. Caminaron juntos hasta la muerte del Señor y tras su resurrección se convitieron en testigos vivos de su evangelio. Ambos murieron mártires. Según las crónicas Felipe murió crucificado y apedreado en Hierápolis y a Santiago lo despeñaron de laparte más alta del templo de Jerusalén.

Cuando el camino parecía más duro y ensombrecido por los anuncios de la Pasión y muerte, Jesús les alienta con plabras de consuelo. No teman, no se turben vuestros corazones. Jesús les anucia que va apreparales un lugar y como de costumbre no entienden lo que significaba. Ante su desconcierto tras responder que no sabían a dónde iba ni sabían el camino de ir a dónde el iba, Jesús les responde: “Yo soy el camino la verdad y la vida”. Los que convivieron con El durante un corto periodo de tiempo deben de dar el paso de descubrirlo de otra manera. Tras su muerte aprender a vivir con Jesús resucitado presente en la historia y guiando la historia hacia un final feliz.

También la pandemia nos ha situado en una ecrucijada dónde nos preguntamos a dónde iremos a parar. Que alería oir de nuevo al maestro decirnos, no temais, no se turben vuestros corazones. El destino de nuestra vida no es incierto. Caminamos hacia El y todavía más consolador, caminamos con Él.”Yo estaré con vosotros siempre”. El nos guiará al puerto seguro.

Hoy recuerdo aquel poema de Antonio Machado que luego cantara Serrat y Alberto Cortez. En la España de la gran crisis del 98, la España de la decadencia donde el sueño de un mundo prometedor se había hecho añicos compone este poema. Si lo leemos desde una clave de lo que vive hoy la humanidad lejos de car en la melancolía esconde un ansia del que el Invisible se nos haga visible para que no cese el canto, para que ese sueño roto se vuelva realidad. La familia humana siente frío y ansia de calor de hogar.

Yo voy soñando caminos de la tarde,
¿A dónde el camino irá?
Yo voy cantando viajero
A lo largo del sendero
La tarde cayendo está.
En el corazón tenía
La espina de una pasión,
Logré arrancármela un día,
Ya no siento el corazón.
La tarde más se oscurece
Y el camino se serpea
Y debilmente blanquea
Se enturbia y desaparece.
Mi cantar vuelve a plañir
Aguda espina clavada,
Quién te volviera a sentir
En el corazón clavada.

(Antonio Machado)


MARTES IV DE PASCUA



DESESCALADA INTERIOR

Lectura: Mis ovejas me escuchan y reconocen mi voz, yo las conozco, y ellas me siguen (Jn 10, 27)

Estamos en la fase inicial de desescalada. La invitación en este tiempo es iniciar también una desescalada interior. Una de las claves para iniciar esta desescalada interior es la escucha a profundidad de todo lo que esta pasando. Ahondar, interiorizar hasta poder escuchar en medio de todo la Voz de Dios, de nuestro Buen Pastor. La humanidad atraviesa por una honda crisis que pide fuertes reajustes.

¿Cuáles son las voces que escuchamos? Estamos ante un bombardeo incesante de información que nos cansa y abruma. Hay demasiada tensión discrepancia voces de un lado y de otro. Cómo abrir caminos de escucha, diálogo, entendimiento para ser capaces de escucharnos los unos a los otros y de escuchar a Dios. La cuarentena ha supuesto un parón pero ahora iniciando la desescalada parecería como que pronto quisiéramos huir y escapar de la situación sin planteamientos serios que nos llevan a recapacitar y cambiar de vida. Hemos de crecer en interioridad, dejar que se serenen los ruidos exteriores y que el espacio interior se amplie para escuchar a Dios y a los hermanos y salir de este tiempo de crisis renovados y fortalecidos. Las más profundas crisis y tensiones han hecho a la sociedad y la humanidad renacer con nueva creatividad. Pero se necesita dar con las fuentes interiores que son los brotes de renovación.

Ayer hablaba de Machado y hoy de Unamuno. Pasando por un momento de gran crisis decía. Vivimos en un tiempo de grandes antinomias y desajustes. Unos tozudos llaman constancia a la petrificación, los otros plañen la penuria. Nos gobierna ya la voluntariedad del arranque ya el abandono fatalista. Vivimos en un marasmo espiritual que se dilata por toda nuestra sociedad actual. Atonía y uniformidad mate de una losa de plomo de ingente ramplonería, un espectáculo deprimente del estado mental y moral de nuestra sociedad. Una pobre conciencia colectiva homogénea y rasa, una atmósfera de trivialidad, bochorno y ramplonería. En nuestra sociedad no hay corrientes vivas de vida espiritual, intelectual, moral. Vivimos como en un pantano de agua estancada bajo una atmósfera soporífera. Un páramo espiritual de una aridez que espanta. Uno de sus poemas titulado “dolor común” refleja el grito de esta sociedad enferma:

Cállate, corazón, son tus pesares
de los que no deben decirse, deja
se pudran en tu seno; si te aqueja
un dolor de ti solo no acíbares
a los demás la paz de sus hogares
con importuno grito. Esa tu queja,
siendo egoísta como es, refleja
tu vanidad no más. Nunca separes
tu dolor del común dolor humano,
busca el íntimo aquel en que radica
la hermandad que te liga con tu hermano,
el que agranda la mente y no la achica;
solitario y carnal es siempre vano;
sólo el dolor común nos santifica
.

(Miguel de Unamuno)


MIERCOLES IV DE PASCUA



TIEMPO DE SALIR DE LAS TINIEBLAS Y CAMINAR EN LA LUZ

Lectura: Yo, la Luz, he venido al mundo para que todo el que cree en mí no siga en tinieblas (Jn 12,46)

El Papa Francisco en su oración del 27 de marzo orando por el fin de la pandemia decía que necesitamos detenernos ante las llamadas de Dios, “hemos desatendido sus llamadas”. Demasiadas guerras injusticias violaciones de los derechos humanos. La tierra nos está gritando y la voz de los que más han sufrido y más van a sufrir la transición y recuperación de este tiempo también. La humanidad grita porque está enferma no solo de coronavirus.

Codiciosos de ganancias nos hemos dejado absorber por lo material y trastornar por la prisa, lo inmediato, las ganancias de unos pocos y el empobrecimiento de muchos. Aunque se hayan despertado llamadas de solidaridad parecen no ser suficientes ante el duro descalabre que vivimos. Hay demasiada confusión, demasiada oscuridad. Pareciera como si faltaran profetas relevantes que alzaran la voz de los más pobres y de los que más sufren.

La luz alumbra en la oscuridad. El Señor que es la luz nos invita a vivir en la verdad. Los cambios empiezan por cambio de actitudes. Es preciso identificar las mociones y los sentimientos enfrentados que vivimos para saber interpretarlos y convertirlos en creatividad y potencialidad. Son muchas las tensiones y antinomias que sufrimos. Las polaridades nos enfrentan pero también nos hacen crecer. Frente al caos, el desorden y la dispersión la reflexión y la interiorización. Frente la corrupción e intoxicación, la cautela y purificación. Frente la inmediatez y la aceleración, la prudencia y estabilidad. Frente al inmovilismo la búsqueda. Frente al derroche la austeridad. Frente lo individual lo global y universal. Frente al miedo la serenidad. Frente a la mentira la verdad. Las verdades a medias no pasarán a lo largo de los años, solo lo que es santo, justo y verdadero perdura para siempre.
Cuánto necesitamos escuchar la voz del Pastor que puede guiarnos como pueblo unido a puerto seguro. No es tiempo ni de lamentos ni de rivalidades es tiempo de remar todos juntos. Solo escuchando al que nos creó y redimió y obedeciendo sus reclamos podremos restablecer el rumbo de nuestra vida, nuestra historia, nuestra humanidad.
Acompaño la oración de hoy con un breve soneto de Casaldáliga titulado “Nuestra hora

Es tarde
pero es nuestra hora.
Es tarde
pero es todo el tiempo
que tenemos a mano
para hacer futuro.
Es tarde
pero somos nosotros
esta hora tardía.
Es tarde
pero es madrugada
si insistimos un poco.

JUEVES IV DE PASCUA


EL PROGRAMA PARA ESTE TIEMPO NUEVO
Lectura: “Os He dado ejemplo: debéis portaros como yo he hecho con vosotros. Os aseguro que el siervo no puede ser mayor que su amo; ni el enviado, superior a quien lo envió. Dichosos seréis si lo poneis en práctica”. (Jn 13, 15-16)

El Papa Francisco en su oración pidiendo por toda la humanidad en este tiempo de pandemia decía. “La crisis que estamos viviendo por esta pandemia desenmascara nuestra vulnerabilidad y deja al descubierto esas falsas y superfluas seguridades con las que habíamos construido nuestras agendas, nuestros proyectos, rutinas y prioridades. Nos muestra cómo habíamos dejado dormido y abandonado lo que alimenta, sostiene y da fuerza a nuestra vida y a nuestra comunidad. La pandemia ha puesto al descubierto todos los intentos de encajonar y olvidar lo que nutrió el alma de nuestros pueblos; todas esas tentativas de anestesiar con aparentes rutinas “salvadoras”, incapaces de apelar a nuestras raíces y evocar la memoria de nuestros ancianos, privándonos así de la inmunidad necesaria para hacerle frente a la adversidad. Con esta pandemia, se cayó el maquillaje de esos estereotipos con los que disfrazábamos nuestros egos siempre pretenciosos de querer aparentar; y dejó al descubierto, una vez más, esa pertenencia común de la que no podemos ni queremos evadirnos; esa pertenencia de hermanos.

Nos hemos creído fuertes y capaces de todo pensando en mantenernos siempre sanos en un mundo enfermo. Es tiempo de abandonar nuestro afán de suficiencia, omnipotencia, para adoptar una forma nueva de vivir desde la servicialidad, la solidaridad, la comunión construyendo la fraternidad universal con todos los hombres. Esto es lo que necesita nuestra familia humana más que nunca. Dejar a un lado el materialismo y consumismo desaforado y construir un mundo más solidario y fraterno, más pobre de cosas pero más rico en humanidad. El poderío de creernos los señores y dueños absolutos del mundo ha dejado al margen tantas vidas que han quedado desplazadas, marginadas, maltratadas, expoliadas de su dignidad bajo la sociedad del consumo y del descarte.

Jesús es el primero en darnos ejemplo. El Señor despojado de todo manto de poder y lavando los pies. Jesús nos ha dejado la hoja de ruta el programa de un orden nuevo, un mandamiento nuevo no escrito en tablas sino en su propia vida. Jesús mismo se pone como fundamento y garante de esa comunión sellando su Alianza con su sangre. Haced como yo he hecho. Ante el orgullo, la prepotencia, los egoísmos, las envidias que nos separan de Dios y los hermanos. Ante un hombre arrogante que excluye a Dios del mundo y de la historia creyéndose el Señor y el dueño absoluto de la vida con el derecho de usar y abusar a su antojo de la creación Jesús toma la condición del Servidor. Hoy recojo una interpretación de fragmento de un poema de Neruda:
Vengo desde tus brazos. No sé hacia dónde voy.
Amo el amor que se parte y se reparte
en besos,  y pan de hogar.
Amor que puede ser eterno
y que renuncia a ser fugaz.
Amor que quiere liberarse
para volver a amar.
Amor divinizado que se acerca
Amor divinizado que nunca se va.

VIERNES IV DE PASCUA



TIEMPO DE DISCERNIMIENTO: 
SI ESCUCHAIS LA VOZ DE DIOS NO ENDUREZCAIS EL CORAZON
Lectura: “No estéis inquietos y angustiados. Confiad en Dios y confiad también en mí… Vosotros sabéis ahora el camino. Yo soy el camino la verdad y la vida” (Jn 14, 1-6)
Durante toda esta semana leyendo el evangelio de Juan Jesús se nos presenta con distintas denominaciones: Yo soy el Buen Pastor, Yo soy la puerta, Yo soy el Camino, Yo soy la verdad, Yo soy la Resurrección y la Vida. Durante todo este tiempo nos preguntamos cómo salir de esta crisis, cuál la puerta de salida, cuál la hoja de ruta. Si se cierran los caminos y las puertas nos quedamos en la estacada. Si tomamos caminos equivocados nos perdemos. Por eso este es un tiempo de discernimiento. Tomás la pregunta ¿Cómo vamos a saber el camino?
Tiempo de discernimiento de prestar atención a las voces que llegan a nuestro corazón y pedir la gracia de reconocer y seguir la voz del Buen Pastor. ¿Cómo podemos distinguir la inspiración de Dios de la sugestión del maligno? En el Angelus del pasado Domingo el Papa daba algunas claves para saber diferenciar la voz bondadosa de Dios, el Buen Pastor de la voz de los falsos dioses y pastores. Estas dos voces hablan idiomas diferentes y tienen formas opuestas de tocar a nuestros corazones.
La voz del Buen Pastor nos hace salir de los recintos del egoísmo y nos conduce a los campos de la verdadera libertad. El enemigo siempre preferirá la oscuridad, la falsedad, los chismes y las habladurías, pero el Señor ama la verdad y la transparencia sincera. El enemigo prefiere la oscuridad y la falsedad y nos induce al mal. La voz de Dios amablemente habla a la conciencia”, para que vivamos en verdad. El enemigo nos halaga y nos hace creer que somos poderosos para luego dejarnos vacíos y a oscuras. El tentador nos seduce con ilusiones transitorias y fugaces y se impone por la fuerza. La voz de Dios no se impone, vence con la fuerza de la verdad. La voz de Dios siempre nos anima, nos consuela: siempre alimenta la esperanza. Ojalá hoy podamos escuchar la voz de Dios, las llamadas de Dios y seguir sus caminos.
Esa vida que no es mía y me rodea,
el misterio de la muerte, lo que llamamos la muerte
y el misterio de la vida siempre abierta,
lo que llamamos la vida
en el árbol, en las nubes y en el agua,
y en el viento y en el mundo que es quien es sin ser humano,
y en la inmensa transparencia que no se dice, se muestra
en eso que busqué tanto y ahora encuentro regresando:
La infancia, quizá, la infancia, nuestro final seguro,
nuestro cuento, nuestro canto, nuestra mágica conciencia:
El total de lo sin fin y de la vida abierta, eterna.
 (Gabriel Celaya)

SABADO IV DE PASCUA


TIEMPO DE CAMBIO, DE ELECCION, DE SABER ORIENTAR LA VIDA
Lectura: Debeis creerme…Lo que os he enseñado no ha sido por mi propia cuenta. El Padre que vive en mí es el que está realizando su obra salvadora… Confiad en mi. (Jn 14, 7-14)
Continua la lectura del Evangelio de Juan. Jesús en el tiempo de la prueba exhorta a sus discípulos a la confianza. No podemos caer en la amargura y tristezas del pasado ni en los miedos frente al futuro. Es tiempo de afrontar el presente con confianza creyendo en Jesús y adhiriéndonos a su programa de vida. Es tiempo de restablecer el rumbo de nuestra vida con infinita confianza en el Buen Pastor que nos guía. Es nuestro tiempo, aún estamos a tiempo.
Vivimos en un deterioro moral que ha trastocado la jerarquía de valores y bienes. Fácilmente cambiamos lo superfluo por lo verdadero. Frente al olvido de Dios y la falsa seguridad en uno mismo, hemos saber recuperar los principios fundamentales y eternos, el bien, la verdad, el amor. Frente a la cultura del individualismo, del relativismo, de la autonomía radical de la libertad y violación de los derechos inalienables del hombre, hemos de promover, la cultura del respeto, la honestidad, la justicia, la paz. Hemos de recuperar el sentido trascendente de la vida encaminada a un destino universal y eterno.
Como decía también el Papa este tiempo Jesús nos orienta precisamente sobre el modo de afrontar la vida. La voz de Dios es una voz que nos abre horizontes nuevos mientras que la voz del mal nos lleva a un callejón sin salida: La voz del enemigo desvía del presente y quiere que nos concentremos en los temores del futuro o en las tristezas del pasado. La voz del mal hace aflorar la amargura, los recuerdos de los males sufridos, de los que nos hicieron mal. En cambio, la voz de Dios habla al presente: Ahora puedes hacer el bien, ahora puedes ejercer la creatividad del amor, ahora puedes renunciar a los arrepentimientos y remordimientos que tienen prisionero tu corazón.
Las dos voces suscitan en nosotros preguntas diversas. Aquella que viene de Dios será: ¿Qué cosa me hace bien? En cambio, el tentador insistirá sobre otra pregunta: ¿Qué cosa me gustaría hacer? La voz malvada siempre gira en torno al yo, a sus impulsos, a sus necesidades, al “todo y enseguida” mientras que la voz de Dios, nos invita a “ir más allá” de nuestro yo para encontrar el verdadero bien, la paz. No hay verdadera libertad sin regirse por la verdad y orientarse hacia el verdadero bien. No lo olvidemos el mal no dona jamás paz, causa ímpetu primero y deja amargura después. La maldad nos engaña y nos mueve a la desconfianza en cambio la bondad nos invita a ser claros y confiar en Dios y en los demás.
Es nuestra hora, nuestro tiempo, el tiempo de responder al Amor:

Un reloj de arena con el tiempo parado,
no pienso darle la vuelta,
lo tengo con la hora puesta que te trajo a mi lado,
con la hora abierta que entre en tu costado.

El con la hora muerta, yo resucitado ...
Arena apelmazada, cristal sin brillo,
no pienso darle la vuelta, lo tengo escondido,
no pienso darle la vuelta para seguir contigo.


V DOMINGO DE PASCUA


UNA IGLESIA EN CAMINO: 
SOMOS UNA GRAN FAMILIA Y JUNTOS NOS LA BANCAMOS

Lectura: Yo soy el camino la verdad y la vida. Nadie va al Padre si no es por mi (Jn 14, 1-12)

Si el domingo pasado del Buen Pastor Jesús nos ofrecía la imagen de la puerta, hoy resalta la imagen del camino: Nadie va al Padre sino por mi (Jn 14,4). Escuchábamos también en el salmo: El Señor cuida de aquellos que en su bondad confían; los salva de la muerte y en épocas de hambre les da vida (Sal 32, 19). Y en la segunda lectura: Nosotros somos el pueblo de su propiedad llamado a proclamar las obras maravillosas de Aquel que nos llamó de las tinieblas a la luz (1 Pe 2,9).

Hemos celebrado la Fiesta de Ntra Sra de Luján y mi oración se eleva hoy hasta Argentina y se une a todo ese pueblo con el que junto peregrinamos tantas veces hasta el Santuario de Luján. Cuánto recuerdo el momento en que Eduardo Farrel y Sergio Gómez Tey me invitaron a tomar parte en el grupo llamado “Pueblo de Dios”. Si, somos una iglesia peregrina en camino, somos el pueblo santo y elegido de Dios llamado a proclamar sus obras maravillosas. En mis doce años en Argentina sintiéndome parte de ese pueblo de Dios aprendí una lección maravillosa: somos una gran familia llamados a caminar juntos y juntos nos la bancamos.

Cuando yo llegué en “pleno cacerolazo” la situación no era nada fácil. Ahora con esta pandemia me imagino que otro tanto. Pero justo los tiempos difíciles son la oportunidad para unirnos más. Me llegaban noticias de como incluso en las villas miseria este sentimiento de familia emergía con toda su fuerza. ¿Cómo el pueblo santo en los tiempos difíciles proclama la bondad y magnanimidad de nuestro Dios?: Cambiando la tragedia en tiempo de gracia donde se pone de manifiesto la solidaridad natural de la gente, sobre todo de los más pobres. El tiempo donde surgen las ollas populares, los comedores de emergencia, donde las capillas se convierten en casa de resguardo para los sin pan y sin techo, donde el más pobre comparte con su vecino aquello que tiene. Alfredo me compartía de como en la casa de Moreno convive con personas que tratan de velar por la seguridad del barrio. Cuando el mal es grande emerge también lo mejor de lo que somos. Somos una familia, el pueblo santo de los pobres de Dios.

Ahora como entonces, la Iglesia se levanta y pone en camino. Recuerdo aquella exhortación: Argentina levántate y camina. Y con Argentina, Perú, Colombia, Brasil, toda América, Africa, Europa y Asia. Y me preguntareis ¿Quíen es el que nos levanta, el que nos abre el camino a la Casa del Padre?. No es otro que el Señor Resucitado, el que nos ha dejado a su Madre para que no caminemos solos. Termino con un poema del P. Canoli del Santuario de San Ramón Nonato:

Mirar a María es volver a creer
en lo revolucionario de la ternura y del cariño.
En ella vemos que la humildad y la ternura
No son virtudes de los débiles, sino de los fuertes,
Que no necesitan maltratar a otros para sentirse importantes.
Te dicen Covadonga, Lourdes, Luján, Sumampa´
Tu geografía es agua, bosque, montaña o Pampa.

Posdata: Nuestro Papa Francisco revela también que quiere caminar peregrino hasta Luján:

No estaré solo sino junto al Pueblo santo fiel de Dios
que camina junto al Santuario de la Madre de Dios.
La miraré una vez más y me dejaré mirar por Ella.
Le cambiaremos el manto y le diremos nuestras penas y llantos.
Le pediré que nos cuide y me volveré a casa
con la seguridad de una gracia regalada.

LUNES V DE PASCUA



UN MANDAMIENTO NUEVO, GERMEN DE UN MUNDO NUEVO

Lectura: El que acepta mis mandamientos y los cumple ese es el que me ama… (Jn 14, 21-26)

En los últimos momentos de la vida de Jesús, en su discurso de despedida, se le ve resumiendo todo su mensaje y enseñanzas. “Si me amáis debéis guardar mi mandamiento nuevo amaros unos a otros como yo os he amado”. No se trata de una imitación por fuera. No podemos amar como Jesús sin Jesús. En adelante el Espíritu os dará inteligencia para comprender y fuerza para amar. Yo mismo amaré en ustedes.

Como hemos ido viendo en la narración de los Hechos de los primeros cristianos, muchos paganos conversos cuando acogían el mensaje cristiano asumían con total disposición las exigencias propias del “nuevo camino”. El apóstol Juan insiste: “quien dice creer en él debe vivir, amar como él”. Quizás uno de os dramas de nuestro mundo cristiano es la disociación entre la fe y la vida. El Evangelio es vida nueva. Quien acoge el mensaje de Jesús está llamado a conformar la vida con Jesús. La primera comunidad cristiana eran testigos de este modo nuevo de vivir compartiendo todo en común.

Esta pandemia contradictoriamente es oportunidad de acercarnos más a Dios y los hermanos. Nos habíamos alejado de Dios y los hermanos. Los efectos de la pandemia nos ponen a nivel mundial en una situación de emergencia y crisis n solo sanitaria, sino económica, cultural, social y mundial. Es la ocasión de promover la forma nueva de amar y de vivir de Jesús. La nueva cultura de la solidaridad, comunión y el perdón. No hay tiempo para las discordias que nos dividen es el tiempo de entablar nuevos lazos, nuevas alianzas, nuevos pactos en una nueva economía más solidaria con los más pobres y necesitados.

Hoy traigo un fragmento de una canción de José Larralde titulada “Herencia pa´un hijo gaucho” síntesis de buen vivir que a forma de testamente le deja un padre a su hijo:

Abra grande la brazada cuando es pa' dar bienestar,
no esperen a que pidan mas cuando es amor lo que imploran,
respire con las auroras y cante con la amistad.
Déle abrigo al que precisa que su padre precisó,
no olvide que si nació y una mujer fue su madre,
sabe bien que por su sangre usted recibió calor.
Siempre es poco lo que dé si de cariño se trata,
si de su pecho desata el ñudo de la bondad,
amará la libertad y ya habrá honrao a su tata.
El rispeto debe ser, desde el mas chico al más grande
rispete cuando usted mande y rispete cuando es mandao.
Rispetar y ser cayao son las armas del que sabe.
Sepa morderse la lengua cuando no tenga razón,
el hombre que es moscardón nunca gana una partida,
la palabra bien medida tiene el doble de valor.
Pero tampoco se agrande porque sepa un poco más,
al pingo que dende atrás arranca sin banderola
no hay lazo, ni pial, ni bola, que lo alcance a sujetar.
Si quiere ser hombre libre cante por la libertad,
la lucha por la verdad se ha hecho para los varones,
ladearse de los maulones alcanza para empezar.
Pero cuidado con que el odio empiece a roer la mente
hay muchos hombres decentes que se mantienen enteros
el odio es mal consejero, enfermedad de inconscientes
Perdone...perdone el palabrerío es mi forma de expresión
pero teniendo razón yo las mando derechito,
y aunque no canto bonito, canto con inspiración.

MARTES V DE PASCUA



LA FUERZA DE LA PALABRA DE VIDA

Lectura: Yo amo al Padre y cumplo exactamente lo que el Padre me ha mandado (Jn 14, 27-31)

A lo largo del evangelio de Juan se nos deja ver la íntima relación entre el Padre y el Hijo. El Hijo no hace nada por su cuenta sino lo que ve hacer al Padre. Yo no hablo por mi cuenta sino lo que me dice el Padre. El Padre que me envió me encargó lo que debo decir y cómo decirlo. El que escucha mi Palabra y cree en el que me ha enviado vive de vida eterna. Los muertos oirán la voz de Dios y los que la escuchen tendrán vida.

Cada ser vivo está vivo porque contiene la Palabra secreta de la Vida. Jesús nos ha prometido creed en mí, creed en mis palabras como fuente de vida. Siempre podrás encontrarme en mi Palabra porque es manantial inagotable y eterno y fuente de vida. Ojalá nos vayamos familiarizando más y más con Aquel que la pronuncia. Si la acogemos y le damos entrada no volverá vacía.
Jesús declara dichosos a aquellos que la escuchan la practican y la enseñan: quien escuche mis palabras, las practique y las enseñe será grande en el Reino de los cielos. La Palabra pide silencio, un espacio virginal que le de escucha, un espacio interior para anidarse. La palabra pide oídos atentos para interiorizar sus pensamientos, un corazón creyente que capte sus ondas y ensueños, unos labios enamorados para proclamarla a los cuatro vientos.

El domingo se celebraba el año jubilar de San Juan de Ávila, sacerdote canonizado hace 50 años por Pablo VI y que fue proclamado doctor de la Iglesia. Sus restos descansan en una urna junto al sagrario en Montilla, Córdoba y su alma continúa cantando cantos de amor. En la urna esta grabada la inscripción: “Maestro de santos”. Danos Señor Pastores según tu corazón. Pidamos por su intercesión por los seminarios y lugares de formación para que aprendamos a ser oyentes y ruiseñores de la Palabra.  Propongo una poesía: “Cantos Nuevos” de Federico García Lorca.

La fuente cristalina pide labios
y suspiros al viento.
Yo tengo sed de aromas y de risas
sin lunas y sin lirios,
y sin amores muertos.
Un cantar de mañana que se estremezca
a los remansos quietos

MIERCOLES 13 DE MAYO: 
NTRA SRA DE FATIMA



PONERNOS BAJO SU AMPARO. BAJO TU PROTECCIÓN NOS ACOGEMOS

Lectura: Apareció en el cielo una señal grandiosa, una Mujer vestida de sol con la luna bajo sus pies y en su cabeza una corona de doce estrellas. (Ap 12, 1)

El 13 de Mayo tres pastorcitos, Lucía, Francisco y Jacinta, cuando pastoreaban en Cova de Iría, en la diócesis de Leiría, Portugal tuvieron la primera de seis apariciones que acontecerían del 13 de Mayo al 13 de octubre de 1917. Así nos lo narra Lucía: “Cuando pastoreábamos nos vimos sorprendidos y deslumbrados por una explosión de luz. Pensamos que fue un relámpago que anunciaba una tormenta pero una explosión luminosa nos detuvo. Sobre una encina en el centro de una gran aureola que también nos envolvió vimos a una Señora muy bella, más brillante que el sol”. Más tarde en la última aparición la bella Señora les dirá su nombre: “Soy la Señora del Rosario”. La Señora pidió encarecidamente a los pastorcitos que rezaran el rosario.

Me sorprende en este relato de la primera aparición, la fuerza de la luz: Quedaron deslumbrados por una explosión de luz… Una explosión luminosa les detuvo… Una gran aureola los envolvió y vieron a una Señora muy bella, más brillante que el sol. 

También nosotros en medio de esta tormenta de la pandemia estamos llamados a ponernos bajo el amparo, el resplandor de luz de Nuestra Señora, a quedar envueltos en su resplandor y fascinados por su belleza. María como nos presenta también la figura de la Mujer en el último libro de la Apocalipsis aparece como la Mujer radiante, la Nueva Eva, la Nueva Jerusalén, rodeada de la gloria de Dios.
Hoy estamos invitados rezando el rosario a ponernos bajo su mirada, dejarnos mirar por ella. 

Contemplar el rostro de María y de Jesús a través de María. Tan sólo se necesita la sencillez de los tres pastorcitos. Que podamos redescubrir la belleza de ponernos bajo su mirada, bajo su regazo, bajo su manto, bajo su amparo y protección. Como lo hiciera también el indiecito Juan Diego recordar sus palabras: ¿Qué te aflige, no temas, acaso no estoy yo aquí que soy tu Madre? ¿No se turbe tu corazón, no temas ni la pandemia ni la enfermedad, no estas bajo mi sombra, no soy yo tu salud? ¿No estás por ventura en mi regazo? Qué más menester, que no te apene ni te inquiete cosa alguna…

Recojo una oración que el Papa Francisco ha hecho para acompañarnos durante esta pandemia y en especial en este mes de Mayo: “Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios”.

En la dramática situación actual, llena de sufrimientos y angustias que oprimen al mundo entero, acudimos a ti, Madre de Dios y Madre nuestra, y buscamos refugio bajo tu protección.
Oh Virgen María, vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos en esta pandemia de coronavirus, y consuela a los que se encuentran confundidos y lloran por la pérdida de sus seres queridos, a veces sepultados de un modo que hiere el alma. Sostiene a aquellos que están angustiados porque, para evitar el contagio, no pueden estar cerca de las personas enfermas. Infunde confianza a quienes viven en el temor de un futuro incierto y de las consecuencias en la economía y en el trabajo.
Madre de Dios y Madre nuestra, implora al Padre de misericordia que esta dura prueba termine y que volvamos a encontrar un horizonte de esperanza y de paz. Como en Caná, intercede ante tu Divino Hijo, pidiéndole que consuele a las familias de los enfermos y de las víctimas, y que abra sus corazones a la esperanza.
Protege a los médicos, a los enfermeros, al personal sanitario, a los voluntarios que en este periodo de emergencia combaten en primera línea y arriesgan sus vidas para salvar otras vidas. Acompaña su heroico esfuerzo y concédeles fuerza, bondad y salud.
Permanece junto a quienes asisten, noche y día, a los enfermos, y a los sacerdotes que, con solicitud pastoral y compromiso evangélico, tratan de ayudar y sostener a todos.
Virgen Santa, ilumina las mentes de los hombres y mujeres de ciencia, para que encuentren las soluciones adecuadas y se venza este virus.
Asiste a los líderes de las naciones, para que actúen con sabiduría, diligencia y generosidad, socorriendo a los que carecen de lo necesario para vivir, planificando soluciones sociales y económicas de largo alcance y con un espíritu de solidaridad.
Santa María, toca las conciencias para que las grandes sumas de dinero utilizadas en la incrementación y en el perfeccionamiento de armamentos sean destinadas a promover estudios adecuados para la prevención de futuras catástrofes similares.
Madre amantísima, acrecienta en el mundo el sentido de pertenencia a una única y gran familia, tomando conciencia del vínculo que nos une a todos, para que, con un espíritu fraterno y solidario, salgamos en ayuda de las numerosas formas de pobreza y situaciones de miseria. Anima la firmeza en la fe, la perseverancia en el servicio y la constancia en la oración.
Oh María, Consuelo de los afligidos, abraza a todos tus hijos atribulados, haz que Dios nos libere con su mano poderosa de esta terrible epidemia y que la vida pueda reanudar su curso normal con serenidad.
Nos encomendamos a Ti, que brillas en nuestro camino como signo de salvación y de esperanza. ¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen María! Amén.

JUEVES IV DE PASCUA



EXTENDER LAZOS DE COMUNION

Lectura: Permanezcan unidos en mi amor. Esto es lo que les mando que se amen los unos a los otros. (Jn 15, 9-17)

Hoy 14 de mayo se celebra una jornada mundial de oración a la que se invita a todos los hombres de cualquier religión o tradición a unirse espiritualmente en un día de oración, ayuno y obras de misericordia a fin de superar juntos esta crisis mundial originada por la pandemia.

Ayer se echaba en falta en Fátima ver la procesión de las luces. En medio de la pandemia no se permitía aún las procesiones. Pero en medio de la noche y tormenta, el amor, la caridad, la misericordia no duerme. De la oscuridad que vive la humanidad solo se sale a base de amor. No permanezcamos dormidos, velemos. Permanecemos dormidos en la noche cuando no nos amamos. Estar despiertos es romper la coraza que anquilosa el corazón y cambiar el corazón de piedra por uno de carne.

El individualismo, el egoísmo nos encierra en nosotros mismos y si estamos dormidos no somos capaces de ver más allá de nuestro ombligo. Pasará la viva por ti sin que la vivas. La vida se vive cuando amamos. Para amar necesitamos estar unidos a la fuente. Nosotros no podemos poseer o retener el Amor. Es el Amor quien nos tiene y nos empuja a amar. Necesitamos liberarnos de ideologías y prejuicios y dar alas al amor. El amor como el virus no tiene fronteras ni sabe de razas, ni credos, ni condición social. No podemos poner límites al amor. El amor es sinfónico. Somos llamados a amar a todos sin excepción o exclusión para no privarnos de la sinfonía del amor.
El amor es lo más precioso y lo más devaluado. Nos hemos olvidado de vivir de amar. En el mercado del mundo no se cotiza el amor porque el amor ni se compra ni se vende no tiene precio. Recuerdo aquella canción de Mocedades:

En la playa vacía
nada vendía el vendedor
y aún nadie compraba
no se apagaba nunca su voz…

Voy a poner un mercado
entre tantos mercaderes
para vender esperanza
y comprar amaneceres.

VIERNES IV DE PASCUA: MEMORIA DE SAN ISIDRO LABRADOR



PALANTE, PALANTE, CAMINA, NO TE DETENGAS JAMAS

Lectura: No os canséis de obrar el bien que a su tiempo nos vendrá la cosecha (Ga 6,9)

Hoy celebramos la memoria de San Isidro Labrador y me ayudaba rezar con el comentario de San Agustín en el Oficio de Lecturas de hoy correspondiente a esta fiesta de San Isidro. Haciendo honor al santo dice sembrad aunque de momento como el labrador no veáis lo que habéis de recoger. ¿Acaso el labrador cuando siembra contempla ya la cosecha? Se nos invita pues a sembrar pues cosecharemos lo que sembremos y se nos exhorta a mirar a tantos trabajadores que tienen que ganarse el pan con el sudor de la frente (no con el sudor del de enfrente). Fijaos en los que tienen hambre, en los que están desnudos, en los necesitados de todo, en los que están presos…

Llevamos casi dos meses de confinamiento y el gobierno pide un mes más. Hay mucho desgaste psicológico y mental y mucha incertidumbre en como recuperar el trabajo y la normalidad. Todo esto para muchos representa algo insoportable. Todo este tiempo de confinamiento y desescalada pide de nosotros mucha paciencia. Nos pide quizás más de lo que estábamos acostumbrados. Aparece el cansancio, el nerviosismo, crece la incertidumbre y es fácil, la tensión, la incomprensión, la intolerancia. 

La pandemia altera no sólo los ritmos de vida sino los estados de ánimos. La pandemia no puede paralizarnos ni movilizar el odio sino el trabar juntos, en remar juntos para salir adelante.
Se me venía en la oración una canción que escuché viajando hacia la sierra de Córdoba cuando pasábamos también momentos de zozobra colectiva. Es la invitación hoy de acordarnos de tantos que se han quedado sin trabajo o tienen que re empezar de nuevo en condiciones muy precarias y no te detenernos… basta de los que siembran el odio, basta de los que empujan para atrás, hay tanta gente buena en el mundo que bastaría un segundo para borrar todo el mal. Sí, hay esperanza porque hay mucha gente de bien en el mundo que cada día se levanta para remar juntos y hacer el bien. Os dejo con la canción de Alberto Plaza: Palante, Palante, Camina:

Cuando resulta todo difícil
cuando la esperanza se va
cuando se vuelve noche tu vida
se nubla todo y parece
que el sol no quiere alumbrar

Dale una vuelta, mira distinto
piensa que todo puede cambiar
toda la fuerza que te hace falta
la tienes dentro del alma
y allí la vas a encontrar
Palante, palante camina
no te detengas jamás

Palante, palante con fuerza
todo se puede lograr
levanta bien la cabeza
y mira alegre al futuro
porque algo bueno vendrá

Palante, palante camina
no te detengas por ná
Palante, palante con fuerza
que así se hará realidad
el sueño que andas buscando
esa promesa de vida
amor y felicidad

Basta de los que siembran el odio
basta de los que empujan patrás
hay tanta gente buena en el mundo
que bastaría un segundo
para borrar todo el mal

Por eso la esperanza no muere
por eso no se acaba la fe
porque cuando el amor es profundo
es permanente y fecundo
y no hay quien pueda con él.

SABADO V DE PASCUA



EL SEÑOR ES NUESTRO DIOS Y NOSOTROS SU PUEBLO

Lectura: Reconozcamos que el Señor es Dios, que él fue el que nos hizo y somos suyos, que somos su pueblo y su rebaño. (Sal 99, 3)

En el comentario de San Cirilo en el Oficio de Lecturas de hoy nos recuerda con palabras de San Pablo: El que es de Cristo es una criatura nueva. Lo antiguo ha pasado, lo nuevo ha comenzado. Cristo ha derribado las barreras del odio que nos separaban para que vivamos en él como un solo pueblo. No hemos de dejarnos llevar por la frustración o la amargura. La pandemia no puede paralizarnos ni movilizar el odio sino el trabar juntos, en remar juntos para salir adelante. Somos invitados a vivir en el amor.

El que no ama está muerto porque ha perdido la cualidad más viva y vivificante, la disponibilidad de entregar incluso la propia vida. Sólo merece el nombre de vida la que no se encierra en el círculo mezquino de nuestros intereses particulares. Del amor el ser humano extrae la riqueza moral y la alegría espiritual que necesita para sentirse vivo en el día a día. De la propia entrega en libertad, del don generoso de sí surge un mundo nuevo más humano y más fraterno.

Cuanto necesitamos reavivar esa conciencia de pueblo y de pertenencia. Vivimos como islas alejados expoliados de nuestra propia patria. En medio de los días tristes y desolados por los que tantos transitan en este tiempo de pandemia oír la voz que nos dice no temas, eres mío, sois mi pueblo el pueblo por mí rescatado el pueblo de mi propiedad. Serenar el tiempo la dispersión creciente y galopante en que vivimos. Tiempo de volver a casa, a nuestra casa interior y a nuestra casa común, la de todos.

Dios nos invita en este tiempo a renacer de nuevo sin vivirnos en medio de rivalidades permanentemente enfrentados o a la defensiva. Dios está vivo y está aquí no se ha alejado de este mundo sigue acurrucado en cada rincón esperando le demos cobijo. Dios está en nosotros y en cada ahombre que tenemos al lado. Dios quiere que le reconozcamos y que nos reconozcamos, que no nos vivamos extraños, hacernos tocar el centro sagrado de nosotros mismos.

Para mi corazón basta tu pecho,
para mi libertad bastan tus alas.
Desde mi boca llegará hasta el cielo
Lo que estaba dormido sobre tu alma.
En ti la ilusión de cada día.
llegas como rocío a las caracolas,
socavas el horizonte con tu presencia.
Eternamente en fuga como la ola.
he dicho que cantabas en el viento
juegas con la luz del universo
sutil llegas en la flor y en el agua
y te detienes sereno en mi orilla.
Alguien canta y llega hasta mí tu canto
poder celebrar tu alborada cada mañana,
cantar tu Aleluya al compás de tu cielo
como un replicar de campanas al viento.

DOMINGO VI DE PASCUA



NO DEJEIS QUE NADA NI NADIE OS ROBE LA ESPERANZA

Lectura: Veneren en sus corazones a Cristo, el Señor dispuestos siempre a dar razón de nuestra esperanza. (1 Pe 3, 15)

El tiempo de Pascua se inauguró con el canto del Aleluya Pascual. No debe cesar nuestro canto en medio de la dificultad. El tiempo presente lo vivimos en medio de pruebas y tribulaciones, pero caminamos con la esperanza de que un día el Señor cumplirá su promesa. El tiempo presente de pandemia que vivimos en medio de dificultades lo vivimos con la certeza que no es en vano, no es tiempo perdido, es el presagio de un tiempo nuevo de un Reino nuevo donde Jesús cumplirá su promesa. No bajemos los brazos, no dejemos que nada ni nadie nos robe la esperanza. La vida no consiste en tener, en almacenar seguridades, prestigios, privilegios, significa poner la vida en lo eterno e imperecedero que nadie nos podrá robar.

Este tiempo que nos toca vivir no es fácil. Jesús nos ha prometido el Espíritu, el defensor que vendrá en nuestro auxilio. Que bueno escuchar estas palabras consoladoras de Jesús: No les dejaré solos y desamparados, les dejo mi Espíritu que habita en ustedes y estará con ustedes Nosotros no sabemos lo que está por venir. Se nos pide una fidelidad creativa vivida en el amor. Mejor es padecer haciendo el bien que padecer haciendo el mal. Por eso es cosa buena perseverar en ese deseo hasta que llegue lo prometido.

Jesús nos quiere vivos. Porque Yo permanezco vivo, ustedes también vivirán. Sí, El vive y su Espíritu todo lo que toca lo transforma y hace nuevo. El que es de Cristo es una criatura nueva. Lo antiguo ha pasado, lo nuevo ha comenzado. Sabemos que sembramos en esperanza pero caminamos con la certeza de que su Reino ha comenzado. Tengamos nuestra esperanza puesta en el que cumplirá su promesa y lo llevará a plenitud. Siempre la esperanza. El que resiste vence, como reza el estribillo de una hermosa canción:

Por eso es que hoy tenemos esperanza,
por eso es que hoy luchamos con porfía,
por eso es que hoy miramos con confianza
el porvenir de esta tierra mía.

LUNES VI DE PASCUA



LEVANTAOS, VAMOS

Lectura: Les he hablado de estas cosas para que, cuando llegue la hora de su cumplimiento, recuerden que ya se lo había predicho. (Jn 16,4)

Hoy el Papa Francisco celebra 100 años del nacimiento de Juan Pablo II y ha celebrado una misa junto a su tumba. Recordamos la invitación que nos hizo para el comienzo del tercer milenio: caminemos juntos por los caminos del nuevo milenio con la mirada fija en Cristo: ¡Levantaos!¡Vamos! el será quien nos acompañe en el camino hasta la meta que solo el conoce.

El evangelio nos sitúa en las últimas palabras de Jesús en su discurso de despedida antes de encaminarse a su Pasión y muerte. Jesús no esconde la dificultad incluso la turbación de esos momentos pero en medio de la prueba dirige a los discípulos palabras de ánimo. Cuando llegó su hora dijo a los suyos: ¡Levantaos! ¡Vamos! No era El solo quien debía ir hacia el cumplimiento de la voluntad del Padre sino también ellos.

Estas palabras resuenan hoy en boca del Señor y de su vicario. En medio de este tiempo de dificultad y de prueba no debemos dejarnos vencer por el miedo del abatimiento. Son las palabras del inicio del papado de Juan Pablo II: No temais, las que dirige hoy a nosotros. Son las palabras que llevan consigo una certeza. Cristo esta vivo en la Iglesia en nuestro mundo y El ya ha vencido al mal y la muerte. Son palabras que nos llenan de consuelo de paz y de alegría. El Señor no esconde la dificultad sabe de ellas pero nos ofrece la ayuda necesaria para sobrellevarlas. Les prometo mi Espíritu que dará testimonio de mi y ustedes también darán testimonio. Recojo un fragmento de una poesía de San Juan Pablo II que compone en Gdansk en 1987 dedicada a San Estanislao mártir de la Iglesia de Polonia y hablando de la Iglesia, como símbolo elocuente de fidelidad, testimonio y martirio.

Quiero describir mi Iglesia como
el sacramento de una nueva existencia.
Es la patria, en ella comienza la casa del Padre
y de ella nace.
Mi Iglesia nace conmigo,
pero no muere conmigo,
porque yo tampoco muero con ella.
La iglesia es el fondo de mi vida, y es su cumbre;
es la raíz por la que me ahondo,
a la vez, en el pasado y en el futuro;
Es el sacramento de mi existencia
desplegada en Dios que es mi Padre.
Quiero describir mi Iglesia,
en la cual siglo tras siglo,
han ido juntas la palabra y la sangre,
unidas por el soplo del Espíritu.

























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