IV. ETATA: EL ATARDECER
(El despliegue de la misión)
IVIntroducción.
El despliegue de la misión.
El
labriego comienza la siega
Cuentan
de un aguador en la India que cargaba agua portando dos grandes vasijas que
colgaban de los extremos de un palo. Una de las vasijas tenía varias grietas y
perdía agua. La pobre vasija habló al aguador diciéndole: estoy avergonzada y
quiero disculparme pues debido a mis grietas solo puedes entregar la mitad de
mi carga en cada recorrido. El aguador apesadumbrado le dijo compasivamente. No
te avergüences, quiero que notes las bellas flores que han crecido a lo largo
del camino. La vasija agrietada no se dio cuenta de la cantidad de flores que
habían florecido en el camino. Y después le dijo: siempre he sabido de tus
grietas y quise sacar el mejor fruto con ellas. Gracias a tus grietas regaste
las semillas esparcidas por el camino y florecieron. Con las flores pude
llevarlas y ofrecerlas cada día al altar de mi Maestro.
No lo olvides. Cada uno
tenemos nuestras propias grietas. Todos somos vasijas agrietadas, pero Dios es
capaz de aprovechar de nuestras grietas para obtener los mejores frutos. A pesar de nuestras heridas Dios
encuentra la forma de realizar su obra. Hay que perseverar con confianza.
“Dios escribe recto a través de renglones
torcidos” Estas palabras
me las dirigió Mons. Javier Errazuriz, arzobispo y cardenal chileno, en mi
primer compartir con Él en mitad de la crisis comunitaria que íbamos a vivir.
No sabía entonces el alcance del significado de aquellas palabras. El dijo:
Dios a veces guía el mundo por causas segundas y libres, aún por encima de las
actuaciones humanas y hasta las debilidades humanas.
¿Qué
decir de todo el proceso que íbamos a vivir? El pasar por experiencias tan
dolorosas me causaron en primer lugar mucho desconcierto y perplejidad. Como
cuando cae un rayo en una densa tormenta no queda como paralizado, sin casi
capacidad de reacción. Poco a poco me fui dando cuenta que si Dios hubiera
podido evitar esos momentos lo hubiera hecho. Si los había permitido era para
sacar de nosotros una vida nueva, una forma de vivir la vocación y misión nueva
para nosotros y para muchos en su Iglesia.
Resultaban
verdaderos momentos de cruz, de Getsemaní de Calvario. No podíamos huir de la
cruz. Jesús no la rehuyó. Aunque significaran momentos muy dolorosos nos
abriría a todos el camino de la
salvación.
Todos
aspiramos de una vez a liberarnos abandonado los sinuosos enredos del mundo
para seguir el camino del Señor y consagrarnos a El para hacer vida el
Evangelio. Esta fe nuestra oportunidad, nuestra segunda llamada. El Dueño
absoluto de nuestras vidas no es sino solamente Uno y a Él es al que debemos
antes de todo obediencia y fidelidad.
Memorias de un peregrino 1
Un rayo de luz en medio de la oscuridad
Quisiera
con un testimonio expresar lo que me llevó a querer hacer memoria de toda esta
etapa que yo denominaría de “noche oscura”. Sin duda fue la etapa más dura y
dolorosa que pudimos vivir. El
testimonio es el de Clare Ly sobrevienta de los “campos Khmer rojos” y que
podía ser titulado como: La vuelta del infierno. El siguiente testimonio de
Care Ly es un testimonio de esperanza para toda la humanidad. En 1970 la guerra
se extiende desde Vietnam hasta Laos y Camboya. En medio del horror de los
bombardeos indiscriminados surge un horror mucho más fuerte. Entre los propios
camboyanos líderes comunistas con la ideología de Mao se lanzan a querer
proponer un nuevo país. El sueño de una utopía, el “angar party”, que terminará
convirtiéndose en una máquina exterminadora. En 1975 vacían las ciudades,
mataban los intelectuales que se oponían al nuevo régimen bajo una ideología
que acababa con todos los que se oponían. Desde 1975 a 1979 se produce un
genocidio de más de dos millones, un cuarto de la población de Camboya. Los
fanáticos del “angar party” forzaban a practicar la tortura de hermanos contra
hermanos. En medio de una crueldad que rayaba las aberraciones más grandes
surgen personas que sobreviven al infierno venciendo el mal con el bien. Ante
la lógica aplastante del mal no se dejaron vencer bajo la máquina de la muerte.
Algunos que sobrevivieron a los “campos Khmer rojos”, auténticos centros de la
muerte empezaron a hacer memoria de lo que había quedado oculto durante años en
el sistema de tortura al que les sometieron. Muchos de los que sobrevivieron
fueron los mismos verdugos. A ellos les era mucho más difícil la vida. Pesaba
sobre ellos un mal del que no podían liberarse. Se dicen que fuero tocado por
el “mal karma”. Fueron con crueldad adoctrinados para la tortura hasta perder
la conciencia de lo que hacían. Pero el propio mal y lo que hicieron no lo
podían negar. Se volvía una y otra vez contra ellos mismos como una ola que no
podían aplacar. Solo volviendo a la verdad y reconociendo su culpa pudieron
encontrar la paz. En el “Khmer Rouge Killing machine”, código del campo 521,
hoy se conserva el “Tuol Sleng genocide museum”. Allí se descubrieron
sorprendentes testimonios de sobrevientes. Este es uno de ellos. Hice memoria
fuera de toda venganza movida por el deber de justicia de hacer memoria con
tantos hermanos que sucumbieron en el exterminio y para comprometerme con los
sobrevivientes para abrir una vía de reconciliación entre víctimas y
torturadores.
La
deuda de hacer memoria no era solo por el hecho de hacer justicia sino también
por el compromiso de que no vuelvan a repetirse los hechos y proteger las
futuras generaciones. Clare Ly nace en la región de Battmbanas al noroeste de
Camboya cerca de Tailandia. Cuando los rojos entraron en su ciudad tenía un
hijo y estaba embarazada, quiso huir y se lo impidieron. Durante cuatro años
del 1975 al 1979 trabajó en los campos de arroz permaneciendo muda para no sr
delatada. Mientras estaba en los campos dio a luz a su hija, una preciosa niña.
Trató de proteger a sus dos hijos y evitar que se la llevaran los soldados. Fue
maltratada y torturada pero resistió a todos los maltratos por sus hijos. Al
final pudo escapar. Estuvo en un campo de refugiados en Tailandia hasta llegar
a Francia con sus hijos en 1980. En el 2005 al cabo de 25 años escribe el libro
para hacer memoria después de atreverse a volver. Volvió porque su hija quería
conocer su pasado. Ella no se atrevía a volver. Llegando a Pompeng no podía
dormir y tenía que tener prendida la luz. Poco a poco empieza a hacer memoria
de los hechos para poder narrarlos. Una larga historia no fácil de narrar y
esclarecer.
En la historia arroja toda clase de detalles. En 1969 empiezan los
bombardeos en las posiciones de Viet Cong de Camboya. Entre 1975 y 1978 Phnom
Penh es tomado por los Khmer Rouge. En 1980 el lugar de prisión y exterminio
521 se convierte en museo del genocidio: Tuol Sleng. En 1991 se llevaron a cabo
procesos de paz declarados en Paris para promover pacífica convivencia. En 1993
se boicotean las elecciones por partidarios del antiguo régimen Khmer Rouge. En
1996 algunos brotes del Khmer Rouge
tratan de oponerse al nuevo régimen. Se levanta y concede una amnistía
real para asegurar una pacífica convivencia. En 1998 muere el líder Pol Poten
en la frontera de Thai y se entregan los últimos Khmer Rouge. En el 2001 se
empiezan a esclarece os hechos y se abre un juicio a los responsables del Khmer
Rouge.
La asistencia y la ayuda de la Iglesia. Un
visitador el P. Orcasitas
Si
ya en el primer Congreso de 1997 en Siete guas para dilucidar toda la situación
con María Antonia y Pilar Fiol se pidió la presencia de Monseñor Javier
Errazuriz, arzobispo primado de Santiago de Chile, para mediar el conflicto,
ahora el conflicto era más grande y con la nueva aprobación pontificia fue la
propia Iglesia la que determinó la presencia de un visitador, el padre agustino
Orcasitas que había sido provincial de la Orden de los Agustinos Recoletos y
que fue nombrado asistente por la Congregación.
Ya
con Mons. Errazuriz, aunque pudimos expresarnos con él, no nos sentimos del
todo escuchados a profundidad. Era difícil llegar a percatarse de la gravedad
de la situación. El dio todo el crédito y apoyo incondicional al Fundador, el
que era para él un gran amigo. La estrategia de Fun una vez que se fue Mons.
Errazuriz fue sentirse plenipotenciario en el respaldo de la Iglesia y con
fuerza que daba la nueva aprobación como Nueva forma de vida consagrada fue
tajante. Aquí es así y el que piense que no es así no es aquí. No había pues
manera de cuestionar algo. Fue la primera separación y la primera herida que
nunca sanó.
Ahora
en este segundo Congreso General la situación era más grave por el número más
grande de misioneras implicadas y porque la postura del Responsable General
Paco como mía como Viceresponsable de rama no era la de la primera vez, de
total apoyo y sumisión al Fundador, sino la de un cuestionamiento profundo. En
esta ocasión tampoco era fácil con Orcasitas sentirnos escuchados,
prácticamente le era todo nuevo, así que nos abrimos a acoger e iniciar todo un
proceso serio y profundo de discernimiento y clarificación del carisma. Lo que
en un principio el Fundador había impulsado al interno de la comunidad como un
proceso de renovación y de profundización en el carisma dando cauce a una nueva
orientación en la formación, profundización en el temario lanzamientos,
predicación que tocar a la vida, ejercicios no todo en silencio sino abiertos a
discernir para discernir juntos, toda la formación teológica atravesada por el
temario con tres ciclos que integrasen espiritualidad y misión, el reciclaje o
formación permanente para la renovación de la vida y la misión, etc.
Todo
de repente se cuestionó y se paró. Pareciera que tantas plenarias hechas con el
Fundador habían quedado todas en saco roto y pusiera no sólo freno sino diera
marcha atrás a todo el proceso de renovación que empezaba a dar frutos de un
nuevo aire fresco y un nuevo impulso a la vocación y a la misión. Se pusieron
en cuestión una serie de puntos de espiritualidad, sobre la manera de concebir
la oración, la escucha a Dios, el trato a solas, el tengo sed, el Cristo
Crucificado, el amor a Dios y a los hermanos. Lo que eran elementos a conciliar
se veían como opuestos, contrapuestos e irreconciliables con el carisma de la
comunidad.
La
verdad es que la situación era bien compleja incluso en los diálogos con
Orcasitas no se llegaba a detectar lo
que era producto de una cuestión de enfermedad del Fundador de lo que era una cuestión de reconocimiento
o no del carisma. Había una tremenda dificultad para abordar el problema por no
propiciarse un sereno espíritu de escucha sino de confrontación. En medio de
tal situación vimos la necesidad de abrirnos a otros interlocutores. Fue de un
gran alivio encontrar un hombre experimentado de Iglesia que nos dio toda su
escucha y ayuda para poder vivir con otro espíritu ese tiempo de
discernimiento, fue el Padre Jesús Castellano consultor de varias
Congregaciones y Dicasterios. El tiempo confirmaría que lo que Dios nos estaba
pidiendo era dar curso a esa nueva orientación con todas las consecuencia. Dios
nos permitió entrar en todo ese calvario para salir a la luz y sacar adelante
una vida nueva, una forma nueva de vivir la vocación y la misión. Si el
Fundador no la reconocía como suya Dios mismo se encargaría de abrirnos en su
Iglesia las puertas a esa forma nueva.
Memorias de un peregrino 3
El segundo Congreso General
El
segundo Congreso General que tuvo lugar en Siete Aguas se desarrolló en todo un
clima enrarecido donde más que discernir nada se partía de posturas ya tomadas.
Más que poder sopesar y evaluar la marcha de la comunidad se tenía el propósito
ya tomado de abortar todo aire de renovación como contrario al espíritu y
carisma del Fundador.
Todo
este ambiente de confrontación fue ya previamente preparado con predicaciones
con alusiones a personas y donde se evidenciaba una espantosa falta de caridad
y una imposibilidad para dialogar las cosas. Se tomaban juicios aleatorios, se
transgiversaba la realidad con críticas por detrás y condenas despiadadas. Yo
le dirigí una carta al Fundador en privado en donde le exponía que percibía que
Dios nos llamaba a todos a convertirnos. Se estaba faltando al primer carisma
de todos que era el de la caridad. Se estaba sembrando un espíritu de discordia
y de división que no sabíamos el alcance que podría tener. Uno fácilmente
intuía que para los más débiles y frágiles en la fe podía tener consecuencias
irreparables. Nada peor que el fariseísmo de adueñarse y creerse poseedor de un
carisma y de la verdad actuando con hipocresía sin dejarse cuestionar.
No
se podía acallar al Espíritu que habla en todos y a través de todos. Nadie
podía creerse dueño absoluto del Espíritu. El hacer bandos, juicios y condenas
atreviéndose a la ligera a marginar, excluir y decidir quien estaba dentro o
fuera por vivir tal o cual orientación era además de fortuito tremendamente
peligroso. Tales rencores son más indicadores del antireino que del Reino que
estamos llamados a vivir. Era importantísimo descubrir lo que Dios nos estaba
queriendo decir a través de los hechos y circunstancias que vivíamos
abandonando nuestros prejuicios y nuestras voces a veces tan distintas a la voz
de Dios. ¿Cómo captar que esos momentos podrían ser de gracia y no de
desgracia, de verdadera construcción y no destrucción de la obra d Dios? La
llamada era de ponernos todos bajo la mirada y la presencia de Dios para que
fuera El mismo el que dictara sentencia. Era preciso darle todo el crédito y la
soberanía a Dios y no levantarse nadie ocupando el puesto de soberano garante
de la suprema verdad. El culto a los hombres aunque sean santos no debe de
prevalecer al de Dios para no convertir la latría en una idolatría. Por
desgracia hace mucho daño cuando levantamos ídolos que son de carne y hueso y
no pueden salvar.
Era
para todos necesario confesar esta soberanía y primacía de Dios sobre todos y
ponernos todos humildemente en conversión y a dejarnos convertir por Dios.
Recuerdo que al comienzo del Congreso en la misa e inicio celebrada por Mons.
Errazuriz se leyó el evangelio del envío misionero de Jesús: Id en busca de las
ovejas perdidas. Id y anunciad que el Reino de Dios está cerca. Curad a los
enfermos, resucitad a los muertos, sanad a los leprosos, expulsad a lo demonios
y todo esto hacedlo gratuitamente. Me invitó a compartir la homilía, fue algo
totalmente inesperado e improvisado pero aún recuerdo se momento. Precisamente
percibí esta llamada de Dios: Si no volvemos a hacernos como los niños no
podremos entrar en el Reino de Dios.
El evangelio de por sí habla con toda su
fuerza. ¿Quién puede atreverse a creer que por uno mismo puede dar la vista a
los ciegos, sanar a los leprosos, expulsar a los demonios o resucitar a los
muertos? Tal obra es totalmente imposible a los hombres sino es sostenida y
avalada por el poder de Dios. A todos nos pide que nos pongamos con las manos
vacías y abiertas para acoger el don de Dios, su gracia, su amor, su
misericordia. Es puro don. El donde la fraternidad y el reino es un puro don
que ha de ser acogido y recibido. El Señor lo da a los pobres, a los sencillos,
a los humildes de corazón. Nosotros somos esos pobres ciegos, leprosos,
cubiertos por la lepra del pecado que necesitamos ser curados antes de intentar
curar o salvar a nadie. Esa era la llamada que Dios os hacía a todos. Dejarnos
curar, convertir, transformar por Dios, cambiar nuestro corazón, hacernos como
niños para pode convertirnos en artesanos del reino promoviendo la
reconciliación y la paz.
Memorias de un peregrino 4
Mi informe para el Congreso
Preparándome
para el Congreso preparé un informe. El informe me dio pie para evaluar todo el
proceso. En el informe exponía. He pasado por todo tipo de experiencias muy
dolorosas preguntándome sobre el porqué de ellas. Muchas de dejaron perplejo y
sin capacidad de reacción. Reo que este es el momento de tomar parte en la
exposición y el discernimiento de los hechos vividos. La última situación
vivida en el primer Congreso fue también muy dolorosa y lo que menos quisiera
es que volviera a repetirse algo semejante.
Por
fidelidad a nuestro compromiso y con el intento de velar por la consagración de
cada hermano veo necesario hacer luz sobre el proceso vivido. Como
viceresponsable y persona implicada en la formación sobre todo al frente de la
dinámica que llevábamos en Loeches con el tercer ciclo y en Filipinas con el
primer y segundo ciclo he tenido oportunidad de compartir la escuela de
formación y los procesos de acompañamiento de misioneros y misioneras. El
“comunitarismo” tachado como “algo pegajoso y sustitutivo de Dios por el
hermano” no ha sido sino el intento de buscar una ayuda fraterna que desde un
enamoramiento sincero con Cristo fuera capaz de salvaguardar, asegurar y ayudar
al mayor despliegue de la vocación y vivencia de la misión en cada hermano-a.
Vi que tal dinámica no tenía otro cometido que el afianzar la consagración y la
misión. Como contraste era algo a potenciar entre los misioneros que
adolecíamos de una preocupación más seria por cada hermano. ¿No sería éste el
motivo de que algunos no se hubieran sentido acompañados y acabaran por no
perseverar en la vocación?
Este
cuidado atento por la consagración del hermano vimos también extremarlo en la
Junta restringida saliendo al paso de ciertas cuestiones delicadas que debíamos
contrastar con el Fundador. Ante la imposibilidad de propiciar un diálogo
sereno expuse a través de dos cartas todo cuanto veía cuando Jaime, el
Fundador, expresó que se lo diéramos por escrito. Poco a poco la falta de
diálogo se fue incrementando y haciéndose cada vez más difícil lo fue constatamos
en las Juntas sucesivas. Fue esta la razón de empezarnos a plantear la
necesidad de un Congreso para tratar la situación a fondo. El nombramiento por
parte del Fundador de Mari Cruz como Delegada no ayudó a aclarar la situación
sino a empeorarla.
Esto sobre todo lo vivimos en Asia donde después del paso de
Mari Cruz por las comunidades de Taiwán y Filipinas según me expresaron
distintas misioneras se hizo evidente la confusión y desorientación. Cuestionó
la orientación de los responsables hablando de desobediencia al Fundador. Se
tomaron orientaciones y cambios sin ninguna consulta ni a Rosa Responsable de
Rama ni a mí como Delegado en Asia. Ante la situación de confusión y la
ambigüedad de las actuaciones del propio gobierno propusimos una Junta-retiro
de tres días en Siete Aguas para poder hablar de la situación. Nos preocupaba
sobre todo crear en las personas problemas de conciencia de a quién tenían que
obedecer cuando se ponía en duda la orientación de los responsables. Esto lo
abordamos hablando con toda sinceridad ante el Fundador. Le pedimos por favor
que aclarase la forma de ver cuál es el sentido de la obediencia, si esta pasa
por los responsables de Rama el no puso poner en duda en ningún momento a los
responsables con los que estaba totalmente en plena sintonía. Le insistimos que
si hay alguna desobediencia nos aclarase en qué y que si había desviación de
carisma que expresara en qué punto. Creía que de esta junta podía salir algo
esclarecedor pero no fue así, vimos con mayor urgencia la necesidad del
Congreso para salir de toda ambigüedad.
Decidimos orar y pedir a todos
prepararnos para el Congreso. El Congreso pudo ser la oportunidad para clarear
la situación. Me sorprendió el que tan claramente pudiera expresar con tanta
claridad en estos términos: Creo en la conversión de las personas y pido a Dios
la mía y la de todos. No quiero regirme por lo que siento pues en estos
momentos sufro muchísimo por todos. Si Dios ha permitido que viviéramos estos
momentos espero y confió que saque vida nueva y formas nuevas de vivir para
toda la fraternidad. Hoy soy consciente de que lo que pedía a Dios se hizo
luego más tarde realidad.
Memorias de un peregrino 5
La dimisión de los Responsables Generales
El
Congreso no dio para tratar el problema que de fondo vivíamos. Como era
costumbre se creía que cambiando las personas de puestos se solucionarían los
problemas. Todos sabíamos que sin un cambio profundo de los corazones y de
nuestras actitudes nada cambiaría. La situación estaba pidiendo este cambio profundo
de forma de actuar si de verdad queríamos vivir una nueva forma de vida
consagrada, no solo de nombre sino de hecho.
El
Congreso pronto derivó a una nueva elección con un cambio de responsables. Los
dos responsables generales dimitieron de su cargo y se procedió a una nueva
elección de responsables. Paco y yo fuimos reelegidos mientras que en las
misioneras se dio un cambio de responsables. Se puso a Isabel Fornari de
Delegada de la Fraternidad bajo el nombramiento de Jaime y María José fue
elegida como nueva responsable de Rama.
En
el Congreso se suplicó que de momento no se cambiara la orientación de la
Formación Teológica hasta que acabara el curso. Se propuso hacer un Simposio de
Teología para poder estudiar, evaluar y discernir si se continuaba o no con la
nueva orientación dad a la Teología.
De
momento se continuaba la Formación pero con nuevos responsables. Pero toda la
orientación de la Formación cambio dando marcha atrás y poniendo freno a todo
brote de renovación. Fue todo un tiempo de mucho sufrimiento y mucha
contradicción porque a lo que se había visto blanco ahora se lo veía negro.
Diríamos
que el Congreso terminó girando todo en torno a la destitución de la
Responsable general sin poder dialogar las cuestiones a fondo. Dividiendo la
comunidad entre dos bloques fantasmas de los que estaban a favor o no de
acuerdo con Jaime, todos salimos perdiendo y las cuestiones quedaron sin
resolver.
No
era fácil entrar a profundidad en todo lo que vivíamos suponía todo un clima de
sinceridad y de tratar las cosas y las personas como no estábamos acostumbrados
a tratar. Sobre las personas se cernía todo un tipo de enjuiciamiento minando
la conciencia y el fuero interno de las personas. Era la oportunidad de iniciar
un cambio en la forma de tratarnos en verdad y de dejar a un lado de
desacreditar por detrás y no saber afrontar los problemas internos con
serenidad llamando a las cosas por su nombre con serenidad y amor fraterno como
responde a verdaderos hermanos en la fe. Creyendo que se solucionaban los
problemas cambiando simplemente los cargos lo que se hacía era seguir
agudizando las tensiones hasta hacer la situación totalmente insostenible. Se
hacía evidente que no podíamos continuar así.
Memorias de un
peregrino 6
Evolución post Congreso
Quise
preparar otro informe de evaluación del periodo del post Congreso. En este
informe exponía un balance del último Congreso. Las primeras juntas con el
nuevo gobierno no hicieron las cosas más fáciles. Se hizo caso omiso a las
sugerencias de Mons. Errazuriz de hacer puentes con el gobierno anterior, lo
que suponía el trabajo lento de saber discernir el trigo de la cizaña. Se optó
por cortar de raíz todo germen de brote anterior.
En
las juntas de gobierno tratamos de abordar y esclarecer el fondo del problema.
¿Qué le pasa a Jaime, es enfermedad miedo a que se haga sombra al fundador
miedo a que haya personas que tengan más crédito o valoración que él? Si no se
reconoce en la orientación que toman personas no sería más justo adoptar otro
camino. Yo por mi parte presente a toda la junta un informe titulado Reflexión
sobre el post Congreso, Conversión a
Cristo y al Evangelio.
En
el informe expresaba las objeciones que veía en el discutido tema de la
espiritualidad asociada a nuestro carisma específico que sin dudad marca la
forma de entender nuestra formación discipulado y misión. A todos nos preocupa
la formación de los nuevos apóstoles del mañana y todos queríamos una vivencia
de la vocación más integrada.
Hemos
de saber tener una visión más integradora de aspectos que no deben de darse
confrontados. Hemos de evitar polarizaciones y saber integrar matices
distinguiendo distintos planos y acentos. Hemos de tener una mirada amplia que
no vea todo mal sino saber descubrir el bien dejándonos enriquecer y convertir
sin querer cortar la cizaña apresuradamente cortando también el trigo.
Cierto
dualismo siempre confrontado con una visión muy negativa de la condición humana
que lleva a polarizaciones de los aspectos con posturas enfrentadas sin
verdadero discernimiento de las cosas no es justo ni saludable. Nuestra
condición humana si bien quedó herida por el pecado está también penetrad del
Espíritu que viniendo en ayuda de nuestra flaqueza nos empuja y nos hace
distinguir lo bueno, lo agradable y acepto a Dios.
La
situación dialéctica de elementos que se contraponen en nuestra espiritualidad
piden la superación del conflicto restableciendo la armonía y la unidad desde
el misterio de la cruz de Cristo. El ha derribado los muros que nos separaba en
la cruz par restablecer la paz. Sólo el amor de Cristo es capaz de unificar las
posturas que pareen irreconciliables. Solo el amor de Cristo crea la unidad y
la comunión en medio de las diferencias aceptando al otro en su alteridad y
complementariedad. Necesitamos de una verdadera conversión a este amor.
Memorias de un peregrino 7
Los primeros bandazos del nuevo gobierno
En
la primera junta general de gobierno propusimos el hacer al menos una semana de
ejercicios todos los miembros de la junta. Era necesario una unificación profunda
sobre todos estos aspectos tan fundamentales si queríamos orientar toda la
Fraternidad. Era bueno orar juntos para ponernos todos de acuerdo en la
orientación que queríamos ofrecer a toda la Fraternidad. En estos ejercicios se
verían las personas que darían luego las tandas de ejercicios en los distintos
sectores.
Sin
ninguna previa consulta estos ejercicios no se hacen y son Jaime e Isabel
quienes se proponen ellos mismos para hacerlo. Aunque se había decidido en el
Congreso no hacer ningún cambio en la orientación teológica mientras no se
hiciera el Simposio de Teología se toma la decisión de enviar a todos los que
estaban en el tercer ciclo a estudiar al Distrito Federal de Méjico.
En
este clima enrarecido se realizaron los ejercicios de Filipinas. En Filipinas
se daba por gracia e Dios un ambiente de comunión muy fuerte entre misioneros y
misioneras. En contra de las resoluciones del Congreso se empezaron a tomar
todo tipo de decisiones y orientaciones sin previa evaluación ni discernimiento
sobre las personas y el conjunto de la Fraternidad. Las determinaciones se
tomaban previamente por Jaime e Isabel sin consultar para nada con los
superiores de la rama de misioneros.
Durante
los ejercicios no cesaron reuniones las reuniones de Isabel con las misioneras
intentando imponer el criterio de Jaime sin un mínimo de escucha diálogo y
discernimiento. Todo se daba como hecho con decisiones nada contrastadas.
Algunas misioneras se acercaban a los misioneros a decirles que podrían pensar
en irse a tal lugar para continuar sus estudios con tal orientación. Ellos
luego volvían a nosotros llenos de confusión porque no sabían lo que pasaba.
Dada
la situación de perplejidad y confusión yo me acerqué a Jaime a decirle que no
estaba dispuesto a seguir de responsable si no cambiábamos en nuestra forma de
proceder. El me expresó que estaba muy contento con todo lo que habíamos
trabajado en las comunidades de Asia y de Filipinas y que valoraba mucho
nuestro trabajo. Yo le exprese que todo podría venirse abajo sino lo cuidábamos
y que por amor a los misioneros y misioneras pedía que las cosas las pudiéramos
dialogar abiertamente. Las cosas estábamos acostumbrados a hablarlas y
tratarlas abiertamente en comunidad.
Sin
estar nada situadas las personas que venían de afuera fueron descalificando a
las personas sembrando el descrédito ante el responsable de rama, la formación
la teología etc. Pronto se empezó a sentir el mismo aire que se respiraba en
España. Un clima pesado, de desmotivación y desconfianza, caras tristes en lugar
de un clima de fe viva y de contacto vivo con Cristo.
Memorias de un peregrino 8
Preparación del Simposio
Confieso
que poco a poco uno iba perdiendo la fe la motivación y la esperanza. Ante el
Simposio de Teología uno tenía pocas esperanzas de que se fueran a solucionar o
aclarar las cosas. Todo parecía sentenciado a priori. De cualquier forma hubo
el sincero intento de prepararlo lo mejor posible por fidelidad a Dios y para
que n quedase en saco roto la labor tan grande que se había hecho en cuanto a
los pasos tan bonitos que habías visto en la integración de la espiritualidad,
la oración, la teología, la vida y la misión.
Yo
me retiré unas semanas en oración y reflexión para poder ordenar todo lo
trabajado en todos los últimos años donde reorientamos la formación teológica a
través de los tres ciclos. Intentamos entre los profesores que trabajamos desde las distintas áreas preparar
un dosier que sirviera de documento de trabajo para el Simposio.
En
este dosier lo que se intentaba era demostrar que el único interés que nos
movió a hacer todo el cambio de formación no fue otro que el responder a lo que
el mismo Fundador insistentemente nos pidió para una mejor integración de los
estudios con la oración y la predicación. Queríamos además seguir las mismas
orientaciones de nuestra Iglesia y sus directrices en cuanto a la formación y
renovación teológica.
Nuestro
interés no había sido sino el seguir las directrices de formación y renovación
teológica que propone la Iglesia a partir del Concilio. Habíamos trabajado
mucho sobre ello, y tratado de seguir fielmente lo que a tal respecto la
Iglesia aconseja en las mismas orientaciones del Concilio y sucesivos documentos para tratar
de hacerlas nuestras. Profundizamos
la “OptatamTotius” y sus orientaciones: “Revísense
los métodos didácticos y renuévense los estudios teológicos de forma que los
estudios concurran armoniosamente a abrirnos cada vez más al misterio con
Cristo a la luz de la fe, del desarrollo de las verdades de la revelación, en
contacto con su Palabra” (OT 16).
Nuestra
formación ha de incidir en la vida con todas las implicaciones de cada verdad
de fe que creemos, buscando en todo la integración para que la formación no se
quede puramente teórica, sino que incida en la vida, para la vida y la misión a
la que Cristo nos llama. Creíamos que se podía verdaderamente crecer y avanzar
en una teología de comunión que nos integre todos los aspectos de la vida en
función de nuestra vocación y misión. La Iglesia insiste que sea desde el
contacto vivo con la persona de Cristo como buscar esta integración con la
interacción y escucha recíproca entre profesores y alumnos en una verdadera
escuela de vida para no dejarnos arrastrar tanto por el intelectualismo como
por el activismo que acaban por mermar nuestra vocación. Adolecíamos de
invertir muchos años en la formación teológica sacando pocos frutos. Más que
acumulación de contenidos queríamos orientar la formación a que fuera una
verdadera conformación en Cristo adecuando nuestra vida a su Palabra y nuestra
palabra a su vida y a su Evangelio.
Con
mucho esfuerzo hicimos todo el giro de
nuestra teología, siguiendo las indicaciones del propio Fundador, poniendo ésta
en el proceso de integración de las verdades de fe vertebradas a través de los
cuatro ejercicios y en constante profundización a través de las distintas
áreas, biblia, dogma, moral, etc. para saberlas transmitir hechas vida de
nuestra vida. Todos los implicados en la formación en las distintas áreas y
ciclos hicimos documentos de trabajo para justificar tanto en el método como en
la sistematización de todas las áreas. Tras consultas con gente muy preparada a
las que también pensamos invitar para presidir algunas sesiones preparatorias,
propusimos un programa como “lineamenta” del Simposio. Nos parecía muy válido y orientativo los temas
del último congreso sobre la formación teológica de los seminarios y
universidades presidido por Mons. Romero Pose. Fue éste una de las personas que
propusimos invitar. Como era de preveer todo quedó en el tintero.
Memorias de un peregrino 9
Simposio de Teología
Paco
y yo habíamos pedido cinco juntas generales con el Fundador, Isabel y las
responsables de las misioneras para evaluar objetivamente la formación y la
teología y no trasladar al Simposio otros problemas. Pero al no estar aclarados
estos era como pedir algo imposible. Yo mismo le había dicho al Fundador a su
paso por Filipinas que no utilizara el Simposio para ventilar otras cuestiones
para no repetir lo del Congreso. Incluso le advertí casi como ultimátum que no
estaba dispuesto a continuar así.
El
Simposio se inició como sucedió en los Congresos anteriores sin saber a dónde
se iba o peor aún con la presunción de que la postura antes de ser tratada o
discernida ya estaba decidida. Hicimos todos los intentos por crear diálogo pero
era como darse con un muro, una y otra vez constatábamos que había otra
intención de fondo. En el Congreso se había tomado la resolución de frenar por completo la formación y la
orientación. Todo esto estaba ya alterado y a priori parecía ya todo decidido.
Se
pasó a exponer lo trabajado en los distintos centros de de formación, Loeches,
Filipinas, etc. Yo le cedí el lugar para que expusiera una misionera implicadas
en la formación lo vivido en Filipinas. Fue muy triste para mí verle totalmente
mentalizad e influenciada por El Fundador y la Presidente como sus responsables
elegidos en el último Congreso para desmerecer e incluso ponerse en contra de
la formación que habíamos hecho.
Su
exposición a mi parecer fue totalmente desvirtuada y manipulada. La gota que
rebasó el vaso fue la exposición de Paco, responsable de la rama de los
misioneros al frente de la formación en Loeches con la antigua responsable de
las misioneras.
Todo
un grupo de misioneras que no habían participado del proceso y estaban al margen
de la formación teológica empezaron a defender a ultranza que tal formación no
estaba en la línea con el carisma. Sin ninguna objetividad, ni piedad, ni
caridad, empezaron a bombardear con críticas totalmente infundadas sin dejarle
ni tan siquiera que él respondiera.
Fue significativo que una de las misioneras que se
había quedado dormida despertó como en éxtasis que por una imagen que le vino
se le hizo claro el paralelismo de su forma de hacer teología con la
manipulación genética. Me pareció tan sucio y atentar de una manera tan
antievangélica a la caridad y a la verdad que decidí abandonar el Simposio.
Memorias de un peregrino 10
Mi salida del Simposio
Yo
había advertido al Fundador en privado en Filipinas y luego en la junta general
que si convertíamos el Simposio en otra pelea entre hermanos abandonaría. Ante
lo que a mi entender no sólo era faltar
la verdad sino a la caridad con difamaciones, provocaciones,
descalificaciones y juicios totalmente infundados sobre nuestro Superior de
Rama y todos lo que apoyábamos esa nueva orientación.
Me
era muy violento la manipulación y mentalización de las personas para prestarse
al juego diabólico de demonizar y descalificar lo que había sido antes tan
apoyado y valorado no sólo por el Fundador sino por personas implicadas en la
formación que de repente cambiaban radicalmente de actitud como era el caso de
la responsable de Filipinas.
No
había forma de aportar ni avanzar en algo estaba sentenciado a morir desde el
primer momento. Tan solo contesté al informe que preparó la Comisión teológica
como si todo hubiera salido la mar de bien y no hubiese pasado nada. Respondí
que había recibido el reporte del Simposio y que disentía del espíritu de aquel
encuentro, que más de un encuentro de hermanos había sido una pelea absurda con
la sola intención de tirar por tierra todo lo realizado. Expuse que ante esta
falta a la verdad y a la caridad quise hacer evidente mi disentir con mi
retirada del mismo. Mi percepción era que la comunión y la fraternidad estaba
totalmente erosionada y que veía una comunidad totalmente dividida.
Como
fue mi temor del principio se proyectaban a la formación teológica cuestiones
que nada tenían que ver con ella y se terminaba como ocurrió en los Congresos
desacreditando el fuero interno de las personas con el único intento de juegos
de poder reflejando resentimientos y revanchas para ventilar otras cuestiones.
Para
mí era tremendamente doloroso ver a los hermanos enfrentados. No merecía la
pena tratar de defender ninguna orientación ni cuestión teológica cuando esto
nos priva no solo de la comunión sino del amor entre nosotros. Sentí una
profunda llamada a pararme y plantearme a dónde vamos, a orar y pedir una
conversión y revisión profunda para todos. Así lo expresé a la comisión y a la
junta. A los tres días Paco presentaba su dimisión y yo como vice responsable
de la rama convoqué una Asamblea general de la rama de los misioneros.
Memorias de un peregrino 11
La Asamblea de Misioneros
Aunque
este tramo me resultaba extremadamente difícil de vivir por fidelidad a Dios y
a la conciencia vi que el último reducto para esclarecer algo de lo vivido y
que nos afectaba a todos al menos en lo que a mí me concernía ante la rama de
los misioneros era convocar una Asamblea
extraordinaria de nuestra rama donde convocar a todos los misioneros de
votos perpetuos. Tras la dimisión del responsable de Rama era necesaria una
nueva elección. Quise propiciar este último marco para al menos entre los
misioneros pudiéramos hacer luz ante la situación que estábamos pasando. Me
propuse como había hecho anteriormente ante los Congresos y Simposio elaborar
un informe de lo vivido antes del último Congreso después del Congreso y
durante el Simposio de Teología. Después de la dimisión de nuestro Responsable
como vice responsable de la Rama y miembro del Consejo de rama y de la junta
general de la Fraternidad por fidelidad a Dios y a la Fraternidad habiendo
seguido muy de cerca todo lo vivido en el último periodo del Gobierno sentía el
deber de informar y dar cuenta a todos los misioneros de votos perpetuos de la
Fraternidad. Mi propósito era sobre todo tratar de esclarecer la situación y
ayudarnos con la fuerza del Espíritu a arrojar luz sobre la misma y poder
discernir lo que más convenía en esos momentos para bien de todos.
Al comenzar
la Asamblea dimití de mi cargo y propuse las nuevas elecciones pero antes
propiciar un clima de sincero diálogo entre nosotros. Algo se pudo hacer creo
que algunos nos sentíamos libres de hacerlo incluso frente al Fundador pero no
cabe duda que su presencia condicionaba mucho. Dentro de los misioneros aunque
con menos presión que con las misioneras también se percibían los bandos y las
divisiones. Antes de nada quise pedirle al Señor y a todos que la Asamblea
fuera un momento de gracia de renovación e impulso para toda la rama de
misioneros y toda la Fraternidad. Al menos por mi parte trate de ser lo más
libre y objetivo para no dejarme arrastrar por los primeros impulsos. Quise
dejar claro que nunca tanto Paco como yo fue formar ningún grupo a parte, que
el único intento era ayudar a vivir de la mejor manera nuestra vocación y
misión.
Manifesté
que veía mi historia como una historia de misericordia de Dios llevada con mi
pobre intento de fidelidad con la ayuda de todos. Para mí lo absoluto era vivir
el Reino y desde ahí intentar propagarlo. Desde un clima de división me
resultaba muy difícil vivirlo y propagarlo. Me dolía inmensamente ver dividida
la Fraternidad, hermanos contra hermanos enfrentados. Mi propósito no era hacer
la guerra ni sembrar la división sino favorecer a vivir la comunión y el Reino.
Expuse que si bien siempre trate de ser totalmente fiel y obediente a las
directrices del Fundador ahora por la misma fidelidad a Dios disentía
profundamente en la manera de actuar que estaba viendo. Me cuestionaba
profundamente la orientación el modo de funcionar y la estructura de gobierno.
Sentía que delante de Dios lo estaba dispuesto a secundar y apoyar ninguna
determinación que afectara a toda la Fraternidad sin haber dialogado a fondo.
Durante
mucho tiempo hice de almohadilla para que el carro ruede diciendo amén a la voz
del Fundador pero que en estos momentos no podía apoyar lo que uno tiene serias
dudas que sea de Dios. No podía admitir el recurso a las expresiones de
desobediencia al Fundador o desvío de carisma por detrás mientras por delante
se decía que había un pleno acuerdo y entendimiento. Si por parte del Fundador
no se reconocía en lo que intentábamos vivir y el comprendía que era un desvío
de carisma. Habría que seriamente afrontarlo. Ahora me sentía sin miedos a
defender la verdad aunque me costara. Para mi Cristo era la razón de mi vida y mi vocación y sentía
que a Él quería escuchar, atender y responder. Quise proponer a la Asamblea invitar
a Rosa a que también pudiéramos escucharla pero no se vio la propuesta. Algo se
pudo de cualquier forma esclarecer pues apenas se dio margen. Al menos quise
propiciar un clima de diálogo y de diálogo en verdad. La verdad no se
contrapone con la caridad. Quise sentar precedente que cuando si se faltaba a
la caridad o a la verdad con palabras hirientes o calumnias yo dejaría la
reunión y que me retiraría a orar por todos. Es más adelanté que si después de
la Asamblea todo seguía igual pediría un tiempo largo de oración y
discernimiento, un año sabático. Así fue como después ocurrió.
.
Memorias de un peregrino 12
Mi petición a la Asamblea
Después
de orarlo mucho quise comunicar a la Asamblea extraordinaria de los misioneros
mi deseo de pedir como así lo había
manifestado en mi retirada del Simposio
un tiempo largo de oración y discernimiento un año sabático. No creía que en mi situación debía tomar
parte en el proceso electoral. No estaba dispuesto a tomar parte en el gobierno
mientras no cambiase la estructura de gobierno y el modo de funcionar de la
Fraternidad.
Así
que abandoné la Asamblea pidiendo tomar este tiempo de oración y
discernimiento. No quería tomar ninguna opción apresurada ni menos forzar a
nadie a tomarla sino que obrásemos cada uno con plena libertad de conciencia.
No ponía en duda ni mi vocación ni mi sacerdocio pero sí la forma de vivirlo.
Ante las vastas mieses de la misión de la Iglesia no podemos pasar la vida en
continuas tensiones luchas desgastantes y paralizantes internas. Quiero
invertir el don recibido en la iglesia a favor de los miembros más necesitados
desde un corazón libre de valoraciones humanas. Creo en la fuerza de Cristo y
de su Evangelio para sanar y transformar nuestros corazones.
Como
final de la Asamblea se realizaron las nuevas elecciones y Felipe fue nombrado
nuevo responsable. Él aceptó mi propuesta y me envió a Filipinas para hacer
esta experiencia sin tener ahora que involucrarme en todo el proceso de la
formación. Gracias a Dios los misioneros en Filipinas habíamos decidido cambiar
la formación a la Universidad teológica que llevaban los jesuitas en Mindanao y
que luego pasaron llevar los responsables del Seminario de Cagayan de Oro. Era
la mejor manera de salvaguardar y al menos no se echara por tierra todo lo
trabajado.
Yo
por mi parte comencé a pensar que este periodo lo podía vivir en peregrinación
a la India para terminar el proceso con los ejercicios de mes que tendríamos en
el verano. Me fui a Salamanca con mi madre a recuperarme un poco. Era el 15 de
Agosto día de la Asunción y le pedí a la virgencita que nos amparase. Mientras
tanto en Septiembre fue la última anda de ejercicios en Siete Aguas donde
hermanas que les llegaba el momento de hacer los votos perpetuos fueron
frenadas y cuestionadas por el desvío de carisma. Después de nombrarse un
comité de discernimiento definitivamente la Fraternidad envió a todo un grupo
de veinte misioneras con Rosa a Argentina para ultimar el discernimiento y ver
que se hacía con todo lo que vivíamos.
Me
sentía tan abatido que hasta se me paralizó un brazo y tuve que hacer
ejercicios de rehabilitación en Salamanca para recuperar el movimiento. Antes
de irme a Filipinas me fui con mi madre a poner bajo el amparo de la Virgen de
Fátima mi futuro y el de la Fraternidad.
Memorias de un peregrino 13
Se abre todo el proceso de discernimiento
Finalizada
la última tanda de ejercicios en Siete Aguas al empezar el nuevo curso se dio
un giro total a la formación. Se paró toda la formación teológica y se inició
todo un periodo exhaustivo de discernimiento para ver si el espíritu que se
vivía de renovación se reconocía o no como parte del carisma de la Fraternidad.
Durante el mes de Noviembre se inició en Madrid en una parroquia del centro
este proceso de discernimiento teniendo como mediador al P. Orcasitas. En este proceso
el Fundador estaban el Fundador, la presidenta Isabel y los nuevos responsables
así como todo un grupo de misioneras “disidentes” y los que más directamente
estuvieron implicados en la formación. Por eso me invitaron a tomar parte.
Si
ni en el Congreso, ni el Simposio, ni la Asamblea pudieron darse un clima de
escucha serena se hizo el intento de hacerlo con el P. Orcasitas. Más tenía un
aire de Inquisición que de discernimiento real. Por supuesto que en cualquier
evaluación de la marcha de la comunidad hay logos y errores y en todo proceso
hay cosas que valorar, criticar incluso cambiar, puede haber fallos y
desviaciones a corregir y se puede hacer una sana evolución y crítica
constructiva pero veías que ese no era el propósito ni el objetivo. Se quería
trasladar errores de doctrina a lo que eran otros problemas de fondo.
Las
posturas estaban previamente tomadas antes de oir o escuchar nada y eran tantos
los prejuicios y los mecanismos de descrédito y crítica destructiva que
cualquier intento de querer salvar algo de lo vivido resultaba totalmente
inútil. Parecía fuera de toda lógica hasta irreal lo que estabas viendo. Te
parecía mentira que se pudieran transgiversar las cosas de tal manera e intuías
no solo el daño espiritual sino psicológico que podía ocasionar en las
personas. Yo solo tuve fuerzas y capacidad para participar en las primeras
sesiones, luego me retiré pues me veía totalmente agotado. Expuse que
respetaran mi opción de retirarme a orar y tener esos discernimiento en oración
durante aquel año sabático que había pedido.
Me
fui a hacer la rehabilitación médica a Salamanca. Solía ir a la capilla del Santísimo en la
Catedral de Salamanca donde hay una hermosa piedad de Carmona. A la entrada hay
un cartel con una frase tomada del libro de las Lamentaciones: “Los que pasáis
por aquí decidme si visteis dolor tan grande”. Sentía la necesidad de orar y
deponer todas estas situaciones y las nuestras en el regazo de la Virgen. Me era un fuerte contraste que en
aquellos ambientes de gente enferma, las terapias de sanación estaban
acompañadas de un fuerte respeto, estima y valoración de cada persona y que en
eses entorno cálido de sintonía afectiva era el sustrato donde las personas
iban saliendo a flote.
Era
totalmente a la inversa lo que acontecía en el marco comunitario que vivíamos.
Una permanente duda sospecha crítica destructiva falta de valoración y respeto
hacia el otro cada vez te hundía más en el polvo hasta hacerte polvo. Ese
maltrato psicológico o era solo anticristiano sino me parecía antihumano. Me
sentía totalmente paralizado físicamente y espiritualmente perdiendo todas las
fuerzas.
Memorias de un peregrino 14
Una situación cada vez más insostenible
La
comisión de discernimiento determina que un grupo de veinte misioneras con Rosa
vayan a Argentina como experiencia piloto para dilucidar si había continuidad o
ruptura, para ver si lo que allí se desplegara era algo nuevo fuera del carisma
o se lo reconocía dentro del carisma.
Mientras
las primeras hermanas del grupo en cuestión salían para Argentina yo salía para
Filipinas ligero de equipaje pero con una buena mochila de sufrimiento encima.
Todo el trance que vivíamos era super dolorosísimo y l mismo sufrimiento era
como una vía de entrada para percatarnos de tantas situaciones dolorosas en
nuestro mundo que se vivían por falta de diálogo, de profunda escucha, de
entendimiento. Veía todo un reto de aprender a conjugar las diferencias en
lugar de confrontar, oponer dividir. Sentía el mundo necesitado de una profunda misericordia para darse la
aceptación mutua, el perdón y la reconciliación que restaurase las heridas tan
profundas de comunión.
Nuestro
mundo y nuestra época estaba profundamente marcada por la dialéctica de la
oposición y falta de diálogo. Resultaba doloroso ver tantos fracasos
matrimoniales con separaciones y divorcios. La renovación del Concilio abrió
sus puertas al ecumenismo y diálogo interreligioso, pero la propia Iglesia
arrastra desde siglos dificultades grandes para vivir la comunión. Quizás toda
esta situación fue una vía de entrada sin duda para abrirnos a todas estas
realidades y poder hacer en nuestra carne y a través de nuestra propia historia
un camino de reconciliación que diera a luz una sensibilidad nueva para
promover la escucha, el diálogo y la comunión.
Durante
este tiempo se imposibilitaba bastante el diálogo, se trataban de silenciar las
cuestiones de fondo, pero cuando una comunidad se encierra en sí misma no solo
se enferma sino que se paraliza se atrofia y se muere. Se empezaba a detectar
estos signos de muerte, signos de una situación cada vez más insostenible. En
el corazón de la Iglesia debe de haber siempre este espíritu de conciliación y
reconciliación para superar toda división. La misma palabra sínodo significa
caminar ponerse en camino y fue lo que empezó a cobrar fuerza en mí de retomar
este espíritu de peregrinación. Hacer toda una peregrinación que me ayudara a
hacer este camino por dentro, recorrer los sinuosos caminos de reconciliación
para desarticular y desenredar los mecanismos que atrofian el corazón.
Sólo
atreviéndome a hacer este camino interior de verdadera conversión y
reconciliación profunda se podía dar a luz corazones nuevos capaces de empezar
algo nuevo. Era preciso hacer este camino para promover la paz y la unidad, un
espíritu de comunión que naciera de un corazón reconciliado. El trabajo por
superar las barreras y divisiones de nuestro mundo comenzaba en el corazón. En
medio de nuestro mundo lacerado por divisiones, confrontaciones y rivalidades
sentía una fuerte llamada de Dios para promover el diálogo y la reconciliación
siendo hombres de comunión promoviendo la unidad y la paz.
Desde
los escombros, desde las cenizas de una Fraternidad hecha añicos sentía que
Dios nos estaba pidiendo recomenzar para levantar una nueva fraternidad. Todo
este camino sinuoso que estábamos recorriendo no era un túnel sin salida, no
iba a ser estéril nos esperaba el Señor para darnos una nueva vida, un nuevo
conocimiento, una nueva captación de su llamada para promover la reconciliación
y la paz. Como un ciego con escamas que no puede ver poco a poco el Señor fue
abriendo nuestros ojos doloridos y sumidos en el llanto para reconocerle
presente al que había quedado como ausente en el camino.
Memorias de un peregrino 15
Se agrava la situación. Proceso de
degradación y enfermedad
Partimos
para Filipinas y el grupo en discernimiento para Argentina, pero el grupo en
discernimiento era mucho más grande del que uno se imaginaba. Eran muchas las
personas que se tachaban de deformadas y que había que reformar. Quienes vivían
más metidas en el entramado comunitario de España sufrían más las consecuencias
de esta persecución, intimidación hasta acoso psicológico que iba agravándose
hasta en muchas de ellas aparecer síntomas depresivos o de enfermedad. La
presión que se hacía era muy fuerte porque uno no podía renunciar a que lo que
había visto como de Dios quererlo ver como del diablo.
Estaba
en juego el reconocimiento de la voz de Dios en la propia conciencia. Según
decía el Concilio: “La persona reconoce en su conciencia los dictámenes de la
ley divina y uno debe respetar la conciencia y el fuero interno de las personas
como lo más sagrado. A nadie se le puede obligar a obrar contra su conciencia”. (Dignitatis Humanae 3). La verdad y el bien se imponen por sí
mismas, no hay que forzarlas, salen por sí mismas a la luz. No hay nada que
quede en la oscuridad. Todo lo que escuchamos y reconocimos como voz de Dios
había que defenderlo, exponerlo a la luz y no acallarlo.
Cuanto
más se trataba de acallar la verdad y de poner freno a algo que se había vivido
como fidelidad a Dios más uno se hacía consciente que era verdadero. Por
caminos verdaderamente tortuosos nos llevaba el Señor y quería abrirnos una
puerta en medio del dolor y el sufrimiento. Una senda y vía de conocimiento, la
del Siervo sufriente. Nadie es justo y nadie puede justificarse así mismo.
Mejor humillarse ante el Señor porque el termina levantando del polvo a los
humildes. El dejó que pisáramos el polvo para que descubriésemos nuestro propio
polvo y verdad. Todos somos pecadores, no hay ninguno que pueda proclamarse
justo, libre de pecado. Por muy nobles y puros que sean los ideales solemos
también idealizar las personas, pero todos en la vida tenemos errores y fallos.
Lo que más nos cuesta e ser humillados pero el Siervo sufriente pasó por la
humillación y la muerte para traernos la salvación.
El
mal solo es vencido aplacado y destruido por el Justo que no se dejó vencer por
el mal y puso límite al mal con la ofrenda de su propia vida en el misterio
increíble de bondad. El aceptó voluntariamente la pasión y la cruz como el
único camino de salvación. En la misma aflicción nos abrió camino, una senda
oculta al orgullo humano. Cargando con nuestro sufrimiento se hizo solidario de
todos los que sufrimos el mal. Lo vimos en nuestras vidas cargando y soportando
el mal despreciado y rechazado de los hombres. Se abrió para nosotros una
fuente de luz y una vía de conocimiento a través del sufrimiento. El nos abría
el camino que restablecería la paz.
Es curioso como en aquel tiempo hubo
la visita a Loeches del Cardenal Van Thuan y su testimonio en medio de la oscuridad
arrojó un rayo de luz. El estaba ya enfermo y fue como su testamento antes de
morir como si quisiera dejarnos su más precioso testimonio de amor en medio de
aquella situación que vivíamos. En medio de los más grandes horrores, el amor
venció al mal. Cuando el testimonio de Van Thuan nos llegó a Filipinas
significo una enorme luz.
Memorias de un peregrino 16
La vuelta a Filipinas y la peregrinación a
la India
Era consciente de que este tiempo de
discernimiento era muy importante y quise disponerme con la mayor docilidad y
apertura al espíritu para tratar de discernir la voluntad de Dios. Como sentía
que no era fácil sobreponerse a todos los impactos recibidos percibí que era
bueno tomar un poco distancia. Tito otro sacerdote misionero tenía interés de
conocer toda la realidad de Asia en amplio y visitar la India así que
planteamos la peregrinación a la India como un espacio privilegiado para
abrirnos ala acción de Dios. La peregrinación la pensamos siguiendo los pasos
de Francisco Javier, Gandhi y la Madre Teresa.
No me podía imaginar como Dios se iba a
manifestar y salir a nuestro encuentro en esta peregrinación. Desde las
realidades más duras, desde los más pobres e indigentes de la tierra Dios nos
llamó de nuevo. Dios me hacía como nunca sentir su mirada de predilección por
los pobres y los más marginados de esta tierra. Sentía como nuca la llamada a
llevar a todos el consuelo y la misericordia de Dios.
Mi sufrimiento y dolor no podía ser
comparado con el sufrimiento y el dolor de tantos hombres de esta tierra. Ellos
me enseñaban a amar desde las situaciones más adversas a esperar cuando la
parecía no haber esperanza a no poner límites y barrera al amor a vivir el
sufrimiento y la marginación no como resignación ni exclusión sino como la
mejor oportunidad de identificarnos con el Crucificado en tantos crucificados
de hoy. Dios estaba allí esperándonos y llamándonos en todos ellos. No hubiera
sentido esa empatía y compenetración sino hubiéramos vivido lo que habíamos
vivido. Dios nos estaba hermanándonos haciéndonos capaces de hermanarnos con
tantos excluidos y marginados. Ellos nos acercaron a Cristo y el evangelio a
conocerlo y vivirlo de una manera nueva.
La situación de dolor y sufrimiento por la
que estábamos pasando no era para quedarnos encerrados en nosotros mismos sino
para abrirnos a tantas situaciones de dolor y marginación en el mundo y ser
para ellos testigos del amor y de la esperanza. Nuestra impotencia, nuestras
pocas fuerzas, nuestro sentirnos pobres e indignos pecadores no era impedimento
sino la oportunidad para descubrir que la salvación no viene de nosotros sino
de Dios y que él ha querido contar con pobres pecadores mendigos de su
misericordia para poderla prodigar a los más pobres y pecadores desde la
gratuidad de su amor.
Memorias de un peregrino 17
Etapa cumbre del discernimiento. Los
ejercicios de Filipinas
Estábamos en el mes de Mayo, el mes de
María, el mes de las flores, en sus manos queríamos poner los ejercicios. Los
necesitábamos como el agua de Mayo, como un torrente de agua de gracia que
hiciera fructificar el tiempo de marasmo y de
sequía espiritual que experimentábamos. Esos ejercicios debían de ser un
tiempo de primacía de Dios de primacía del Espíritu. Nos experimentábamos
sedientos como tierra seca, sedienta, sin agua. Necesitábamos ese tiempo de
oración, de silencio, de restablecer en lo profundo el diálogo con Dios y con
los hermanos, de salir de todo el desconcierto y la desarmonía acumulada. Tiempo de dejar
trabajar a Dios en nuestros corazones, tiempo de dejarnos cambiar y sanar el
corazón de todo el sinsabor y el amargor acumulado. Tiempo de conversión, de
perdón y de reconciliación, tiempo de fragua de un corazón nuevo desde la
experiencia de su misericordia. Tiempo pues de renovación y de transformación
interior desde la confianza de que nada hay imposible para Él
En estos momentos que vivimos de tanta
confusión, necesitábamos este retiro como el aire para respirar, la luz que
disipase tanta tiniebla y oscuridad que se cernía sobre nosotros. Necesitábamos
abrirnos a Dios y abrirnos a una búsqueda común. Necesitábamos claridad para
ver las cosas con más serenidad delante de Dios. Cuando las aguas están tan
revueltas las cosas no se ven con claridad. Necesitábamos dar tiempo para que
las cosas se serenasen y Dios nos pudiera proyectar más luz sobre qué hacer.
Era el tiempo propicio, el tiempo de escucha y de búsqueda común de la voluntad
de Dios, un tiempo de primacía con Dios, tiempo de renovación y transformación
interior, pero a la vez un tiempo de examen y discernimiento comunitario. Yo
más que nunca como en mis primeros ejercicios de mes que hice entrando en la
comunidad necesitaba profundamente una reorientación de mi vida. Sentía que
comenzaba el retiro con una llamada a la conversión, a volver al núcleo del evangelio,
al corazón de Jesús, al Reino y sus bienaventuranzas.
Al comienzo del retiro ocurrió un hecho
relevante para mí. Estábamos preparando la capilla y no teníamos al Santísimo
así que me fui a pedir a la comunidad de hermanos que nos acogía si tenían la
reserva disponible para nosotros. Cuando llegué a la sala de estar vi la
comunidad de hermanos allí reunida en unos sillones viendo la televisión. Eran
tres uno más joven que se hacía cargo de otro dos hermanos más mayores. Se
apreciaba que no estaban bien con alguna enfermedad o discapacidad psicológica
o mental. Tuve que vencer el primer prejuicio que me vino al verlos sentados en
aquellos sofás. En la conciencia de radicalidad que habíamos sido formados era
visto como signo de relajación. Lo sorprendente fue el trato tan fraterno entre
ellos. Como se cuidaban acogiéndose en la enfermedad. Más sorprendente fue su
actitud de escucha, de total disponibilidad y serenidad. Ante mi petición o
ruego los tres se levantaron de sus sillones, dejaron de ver la televisión y me
llevaron a su capilla para ofrecerme lo mejor que tenían, a Jesús en su
sagrario. Este hecho que parece insignificante tuvo para mí ya desde el
principio una enorme significación. ¿Cuál era mi mirada, mi percepción, mi
juicio sobre la realidad?
Memorias de un peregrino 18
Un
hecho significativo al comienzo
Era consciente de que este mes era
tremendamente importante por todo lo que estábamos viviendo. Al comienzo del
retiro ocurrió un hecho relevante para mí. Estábamos preparando la capilla y no
teníamos al Santísimo así que me fui a pedir a la comunidad de hermanos que nos
acogía si tenían la reserva disponible para nosotros. Cuando llegué a la sala
de estar vi la comunidad de hermanos allí reunida en unos sillones viendo la
televisión.
Eran tres uno más joven que se hacía cargo
de otro dos hermanos más mayores. Se apreciaba que no estaban bien con alguna
enfermedad o discapacidad psicológica o mental. Tuve que vencer el primer
prejuicio que me vino al verlos sentados en aquellos sofás. En la conciencia de
radicalidad que habíamos sido formados era visto como signo de relajación. Lo
sorprendente fue el trato tan fraterno entre ellos. Como se cuidaban
acogiéndose en la enfermedad.
Más sorprendente fue su actitud de escucha,
de total disponibilidad y serenidad. Ante mi petición o ruego los tres se
levantaron de sus sillones, dejaron de ver la televisión y me llevaron a su
capilla para ofrecerme lo mejor que tenían, a Jesús en su sagrario. Este hecho
que parece insignificante tuvo para mí ya desde el principio una enorme significación.
¿Cuál era mi mirada, mi percepción, mi juicio sobre la realidad? Aquellos res
hermanos tan limitados y carentes en sus capacidades físicas, psíquicas y
mentales me hicieron descubrir que no estaban mermados en su facultad
principal, tenían entre ellos bien vivos el amor que les llevaba a cuidarse
tolerase y aceptarse precisamente en su debilidad.
Su
pobreza y debilidad no les privaba de mostrar su bondad y su generosidad pues
lejos de encerrarse en ellos mismos compartían todo lo que tenían, lo mejor que
tenían con entera libertad y generosidad. Al trasluz me di cuenta de cuantas
concepciones y prejuicios arrastraba y debía de cambiar para volver a
convertirme a la verdadera radicalidad evangélica, la del amor. Me remontaba al
inicio cundo empezamos a ver en Jaime algunos síntomas de debilidad y de
enfermedad y lo difícil que fue empezar a aceptarlo. Incluso recordé que en un
principio no me parecía descabellado retirarnos un grupo con él a Mallorca para
ayudarle a superarlo. Creo que tanto habría ayudado a saber vivir las cosas de
otra manera.
Pero era muy difícil plantearlo cuando cualquier debilidad no se
encaraba ni se aceptaba sino que se excluía. Parecía más radical y evangélico dejar que los enfermos
les cuidaran otros y que nosotros nos dedicásemos al anuncio del evangelio, ¿de
qué evangelio? ¿qué era más radical? Fuimos formados para las grandezas aunque fueran
apostólicas, para las grandes eficacias y resultados. Pero habíamos perdido la
sensibilidad de lo pequeño y oculto a la apariencia de los hombres pero tan
valorado y precioso para Dios. No hay carisma principal, norma evangélica,
radicalidad evangélica que no sea esta primacía del amor.
Sentía que comenzaba el retiro con una
llamada a la conversión, a volver al núcleo del evangelio, al corazón de Jesús,
al Reino y sus bienaventuranzas.
Memorias de un peregrino 19
La primera semana de los ejercicios de
Filipinas
El retiro se planteo en cuatro semanas. En
la primera tratábamos de ponernos delante de Dios como en un momento de desconcierto
los mismos apóstoles hicieron: ¿A dónde iremos? Solo Él podía tener la
respuesta a todo lo que estábamos viviendo.
Los ejercicios los daba Felipe como
responsable de los misioneros bien es verdad que mi situación era bien
particular. Le había pedido un año sabático y de discernimiento para poder
tener claridad sobre mi futuro y estos ejercicios eran para mí el momento
cumbre de este discernimiento. Por eso paro a detenerme en cada una de las
semanas que fueron vividas muy
intensamente. Si bien era urgente hacer un discernimiento de todo lo
vivido, ni la forma, ni el tiempo que se
nos puso a la comisión de discernimiento, lo veía lo más acertado para hacer
luz. Yo se necesitaba un ambiente mucho más apropiado y reposado de oración
como el que podíamos gozar en el retiro. Sólo a la luz de la oración podía
tocar con toda seriedad lo que estamos tratando por toda la repercusión que
ello tiene para toda la Fraternidad.
Por
eso no eran unos ejercicios centrados solo en mi situación. Era consciente de
todo lo que se ponía en juego y veía la necesidad de hacer la luz sobre toda la
situación que estábamos viviendo para ayudarnos a vivirla y salir de ella.
Dándome cuenta de lo trascendente de aquellos
momentos quise ir compartiendo los ejercicios con P. Orcasitas y el
P.Castellano, Felipe, con Paco, Rosa, y algunas misioneras del grupo de discernimiento con el sincero
intento de ayudarnos a dar luz para discernir lo que podía ser más conveniente
para todos en estos momentos. Sentía como si la luz y la voz de Dios se hubiera
sofocado y sentía la necesidad de vivir a la luz de mis superiores, a la luz de
mis hermanos de la comunidad. Respeté no obstante el no compartir toda esta
situación con los más jóvenes para no crear en ellos más confusión y desconcierto.
Era consciente que estaba en un
momento crucial de tener que reafirmar o retomar la orientación de vida.
Suponía acallar tantas voces internas para buscar la voluntad de Dios. ¿a
dónde ir, a quién acudir? Sólo en Dios que nos llamó y no os dejo nunca desamparados
podíamos encontrar respuesta. No podíamos vivir en un clima generalizado de
desconfianzas y sospechas. Era necesario ponerse bajo la mirada del agrado y
valoración de Dios antes que de nada o nadie.
Se traba del humilde y paciente intento de fijar toda mi mirada y
atención en Cristo para poder escucharle y seguir sus pasos, aunque en ese
momento no viera cuáles fueran esos pasos a seguir. Quería vivir y morir
mirando a Cristo y teniendo a Cristo en mi mente en mis labios y en mi corazón.
No quería morir con contiendas de a qué grupo seguir sino le seguíamos a Él. No
quería ser líder de grupos haciendo mis discípulos o mis seguidores. Quería
vivir simplemente humildemente el evangelio como el único programa de mi vida
ayudando lo más que pueda a mis hermanos a seguirle, llevando su palabra a
todos sin excepción. Quería seguir sus pasos, los mismos pasos que Él nos
abrió. El me tenía que decir que pasos seguir ¿A dónde iremos Señor?
Se nos había hecho mucha violencia en lo más nuclear
de nuestra vocación y surgían muchas preguntas. ¿A quién debo mi adhesión, con
quien me he comprometido y a qué me he comprometido? Mi opción de vida y el
único vínculo y vínculo que quería mantener era el de mi pertenencia a Él. No
podía tolerar que nadie quisiera comprar mi incondicional adhesión, nadie que
se interpusiera por encima de Él. No quería vinculación y pertenencia a nada ni
nadie que me pueda separar de Él. Sabía que seguirle a Él suponía tomar la
cruz, pero no sabía claramente lo que suponía. Quería estar libre de todo
interés personal, libre de mi mismo y de los demás. Quería un seguimiento no
puesto en seguridades ni valoraciones humanas, sino vivido en la plena
confianza en Él. Sentía como una nueva llamada del Señor a seguirle despojado
de todo, como el que se confía del todo en las manos del Padre.
Memorias de un peregrino 20
La segunda semana de los ejercicios de
Filipinas
Entrabamos
en la segunda semana preguntándonos ¿Qué
debemos entonces hacer? Él nos invitaba a acudir a Él y reconocerle como la
fuente de la salvación para sacar de Él nuevas fuerzas y energías para
proseguir el camino. Solo una experiencia renovada de su amor nos llevaría a
extraer todo lo bueno, incluso de esos malos momentos que estábamos pasando.
Empezaba
a vislumbrar que esos momentos vividos eran privilegiados si no nos dejábamos
arrastrar por nuestros sentimientos y los lográbamos vivir con Él. Lo que no
lograríamos nosotros hacer por nuestras propias fuerzas humanas, Él lo quería
lograr por medio de su acción graciosa. Era su obra desarmarnos, despojarnos,
empobrecernos para quedarnos solos con Él y experimentar la grandeza de su amor
crucificado. ¿Qué perder si lo perdiésemos todo y nos quedásemos con Él? Aún
desde la calamidad, la prueba o el infortunio, sentía que nos llamaba a que
descubriéramos la fuerza poderosa de su amor hasta llegar a darle gracias por
todo. Pedía que en los duros momentos que atravesábamos nadie quedase privado
de su presencia y de su amor, nadie cayera preso del desánimo y acabara
abandonando y dejándolo todo a un lado. Si era el momento de forjar una
comunidad pobre, pequeña y sin poderes, donde lo único que nos pueda sea esa
mirada tuya de amor y misericordia, estaba dispuesto a todo lo que viniera.
Pero
todo estaba tan revuelto que precisaba que las aguas como después de una gran
tormenta se apaciguaran. Sentía aún demasiada agitación y mi corazón necesitaba
reposar en Él. Sentía que en mi corazón
bullían tantas preguntas ¿Que está tratando Dios de decirnos a través de todos
estos acontecimientos que vivimos? Dejemos a Dios ser Dios y tengamos la osadía
de escuchar su voz, su grito. No podíamos vivir la vocación en un ambiente
represivo, llenos de miedos, donde se dice que es mejor ser humilde y callar
antes de levantarse a pronunciar la verdad. La verdad no puede ocultarse y
acallarse, ha de salir a la luz para que se vea claro qué es de Dios y qué no
es de Dios. No podía más negar que estábamos pasando por una grave crisis y que
esta situación no se sostenía más. La voz de Dios gracias al propio Espíritu de
Dios que está vivo no está encadenada y resuena más fuerte que los truenos.
No podíamos acallar la voz de Dios. Había que encarar de
frente la situación para poder salir de ella. Debíamos defender la verdad y de
seguir la voz del Espíritu en la propia conciencia. El hombre está llamado a
buscar la verdad y defenderla con todas las consecuencias. El hombre percibe en
su conciencia lo que tiene obligación de seguir fielmente. Debemos de ser
movidos por el Espíritu de Amor y de verdad de Cristo. El amor se goza de la
verdad. No es amor el hecho de acallar las llamadas del Espíritu para no crear
problemas. Durante mucho tiempo creí que era más conveniente callar pero me di
cuenta que los problemas se acrecentaban sino ponemos remedio. El verdadero
amor está dispuesto a ir hasta el final por defender a Cristo y la vida de
Cristo en los hermanos cueste lo que cueste aunque todo se caiga. Debíamos
defender la verdad y de seguir la voz del Espíritu en la propia conciencia. Si
en lo más profundo de nuestra conciencia advertimos una llamada superior que no
nos dictamos a nosotros mismos y que viene del Espíritu a esta llamada hemos de
responder. Debíamos dejarnos guiar por el Espíritu del amor y de la verdad de
Cristo. El verdadero amor está dispuesto a ir hasta el final por defender a
Cristo y la vida de Cristo en los hermanos cueste lo que cueste aunque todo se
caiga. Necesitábamos de una cura
profunda y de toda una reorientación del corazón.
Recordé cantidad de misioneros que después de tantos años de
oír lo mismo ven que su oración va perdiendo fuerza y profundidad. Cuántos
misioneros se desencantan y confunden llegando a pensar que no tienen vocación.
El Espíritu de Dios lo crea todo nuevo, verdaderamente nada hay imposible para
Dios. Solo la experiencia de tu misericordia nos podía renovar por dentro de
tal manera que nos hiciera renacer a un amor nuevo entre nosotros que sea
germen de tu Reino.
Memorias de un peregrino 21
La gran tentación de la idolatrización
La gran tentación
del pueblo de Dios fue la idolatría. Un ídolo es la sustitución del creador por
la criatura. También nosotros no podíamos poner al Fundador en el lugar de
Dios.
El Fundador como
todos era un ser humano y por tanto era el momento de dejarnos cuestionar si
todo lo que Él decía y marcaba era verdaderamente de Dios. El ambiente de
descrédito, de falsedades y de infamias era de tal calibre que resultaba muy
difícil tener la serenidad para decir la verdad sin la pasión de dejarte llevar
por ningún sentimiento de ira ni rencor. Ha habido tantas heridas abiertas que
nos resultaba muy difícil ni el diálogo ni el contraste desde tu Espíritu de
Amor. El pecado del pueblo de
Dios fue la idolatría. También nosotros nos manteníamos como un pueblo humilde
y sin poderes cuidando de nuestra fidelidad. Pero todo empezó a cambiar
buscando la aprobación.
Todos
somos tentados y pasamos por la prueba, los miedos, las dudas, la humillación,
pero todo esto nos debería hacer más libres de todo y arraigarnos en Cristo. Me cuestionaba si en todo ese proceso que
habíamos vivido no tenía como raíz esta idolatría. Esto produjo sectarismos,
bandos divisiones profundas con todo aquel que cuestionase su voz. Creo
que hemos fomentado un marcado espíritu de liderazgo, superioridad,
competitividad y rivalidad. Estamos de llenos metidos en el espíritu del mundo
buscando protagonismo y el apantallar, viviendo más de la mirada de los hombres
que desde la mirada de Cristo.
Necesitábamos de una cura profunda y
reorientación del corazón. Recordé cantidad de misioneros que después de
tantos años de oír lo mismo ven que su oración va perdiendo fuerza y
profundidad. Recordé la última Asamblea extraordinaria y al compartir aquí con
algunos de los misioneros más mayores. Empezaron con ese clima sencillo fresco
y espontáneo con Cristo y a lo largo del camino se enrareció y entenebreció el
clima con tantos espejismos. Estábamos necesitando un aire fresco y despejado
que transpirase a Cristo y salir del ambiente lúgubre y sofocado de
restricciones miedos y sospechas que paralizan y esterilizan la vocación.
Cuántos misioneros se desencantan y confunden llegando a pensar que no tienen
vocación.
El Espíritu de Dios lo crea todo nuevo, verdaderamente nada
hay imposible para Dios. Era preciso pues descubrir en medio de toda esa
confusión la obra que Dios quería hacer resurgir de los escombros. Algo se había desencajado en nuestros
corazones que hizo perder el brillo a nuestros ojos. No podemos vivir con un
Dios “a solas” Dios nos invitaba a reconocerlo y vivirlo entre “con nosotros”.
Nos debíamos de abrir con libertad a sus designios y si era su querer a que
surgiese algo nuevo para la Iglesia. Después de las lágrimas volverán a cantar.
El canto del amor de Dios entre nosotros, el canto al amor fraterno fe una
Familia que hace presente el amor de Dios en sus vidas, que trae la bendición
de Dios y es oferta de salvación real para los hombres de hoy. Solo la
experiencia de tu misericordia nos podía renovar por dentro de tal manera que
nos hiciera renacer a un amor nuevo entre nosotros que sea germen de tu Reino.
Memorias de un peregrino 22
La tercera semana de los ejercicios de
Filipinas
Entrabamos
en la tercera semana preguntándonos ¿Dónde
estamos? A medida que dejábamos entrar la luz poco a poco se iba
esclareciendo más dónde estábamos parados. Necesitábamos abrir la mirada,
estábamos en manos de Dios y Dios no defrauda Dios es fiel sus promesas. Necesitábamos mirar el futuro
desde la mirada de Dios desde la esperanza cierta en las promesas de Dios. No
podíamos quedarnos en una visión pesimista del presente sin ver cómo salir de
esta situación de crisis del momento presente. Precisábamos esperar y vencer
toda tentación de desesperanza. El Señor tiene poder para realizar sus
designios si estamos abiertos aunque sea de una forma desconcertante.
¿Dónde estamos? Estamos de lleno
viviendo una gran crisis que es crisis de la fraternidad. ¿Cómo anunciar el
Reino desde el antireino? Es preciso saber a dónde llevamos a las personas y
nos preguntamos seriamente si la comunidad en estos momentos es propuesta real
para un crecimiento y maduración en la fe y para capacitarlos para responder de
una manera ancha y despejada en la misión de la Iglesia. Nos preguntamos si la
Fraternidad en estos momentos es un signo de la comunión de amor de la Trinidad
o más bien un antis signo viendo tantas rivalidades y divisiones. Sentía que la
Fraternidad estaba necesitada de una profunda conversión y tomaba cada vez más
conciencia de su situación y que debía hacerse un replanteamiento bien serio
desde los fundamentos y cimientos para ver donde se asienta la vocación y la
misión para no seguir ocasionando más ruinas de personas.
Vivíamos un gran
problema de crisis de identidad y de orientación, se ha perdido una clara
orientación de la vida como conformación a Cristo y al evangelio. Se mezclaban
demasiado los valores del mundo, privilegiando una consagración y dedicación
mas funcionalista y al servicio de los sectores más privilegiados. Caíamos poco
a poco en un elitismo, proselitismo, utilitarismo, eficacísimo, con una
búsqueda de control, dominio, poder y gloria humana. Perdíamos poco apoco los
valores evangélicos de la humildad y predilección por los más pobres, débiles y
desprotegidos. El débil, el pobre, el inexperto son apartados de la comunidad,
solo el fuerte y competitivo puede sobrevivir.
No
se trata de insistir de volver al Fundador o al carisma inicial sino a Cristo
fuente y sostén de todo y a su evangelio como la norma de nuestra vida. De todo
lo vivido Dios puede operar una gran purificación, que no volvamos a poner
nuestra confianza en nadie por encima de Cristo. Es Cristo nuestro salvador en
quien confiamos y a quien seguimos, no las palabras de nadie sino las de Él, no
el liderazgo de nadie sino la sumisión a Él. Las situaciones que vivimos ponen
a prueba la fe que vivimos y son todo un reto para todos. ¿Es nuestra fe y
nuestro testimonio válido para provocar esta fe en quienes nos rodean, tiene
nuestra consagración el brillo y el encanto capaz de despertar el deseo de la
consagración de los hermanos?
Había interrogantes muy vitales que necesitábamos dar
respuesta ¿Cómo entendemos y vivimos en la práctica el amor fraterno?
Necesitamos de una profunda conversión porque las preguntas que se nos hacen y
nos hacemos son demasiado vitales Hemos hecho una verdadera separación entre el
amor de Dios y al hermano. Como decimos que amamos a Dios si rechazamos y
despreciamos a los hermanos al mínimo que observamos alguna diferencia. La
fraternidad solo es posible desde una comunión construida en el amor, la
verdad, en el respeto y el diálogo y la libertad evangélica. En un ambiente de
falta de llegar a fondo de las cosas, de falta de verdad y fomento de la
imposición y la represión es difícil la búsqueda sincera de la verdad.
Otra cuestión de fondo era todo el tema del
acompañamiento, el discernimiento y la corresponsabilidad. Muchas situaciones
que estábamos viviendo en la Fraternidad derivaban de un no saber amarnos en
verdad. La situación se agravaba cuando esto no lo llegábamos a vivir desde las
esferas más altas empezando por el Fundador. Se agravaba cuando este se rodea
de personas que tan sólo tenían el propósito de defenderle acérrimamente. Tal
defensa fanática no era evangélica ni
cristiana y ocasionaba un grave deterioro de la Fraternidad.
Memorias de un peregrino 23
La gran crisis de la
fraternidad
A medida que uno entraba en los ejercicios percibía uno de
los núcleos más fuerte de la crisis que estábamos viviendo. La crisis de la
fraternidad. El gran cuestionamiento del amor fraterno. ¿Cómo entendemos y
vivimos en la práctica el amor fraterno? Hemos hecho una verdadera separación
entre el amor de Dios y al hermano. Como decimos que amamos a Dios si
rechazamos y despreciamos a los hermanos al mínimo que observamos alguna
diferencia. Necesitamos de una profunda conversión porque las preguntas que se
nos hacen y nos hacemos son demasiado vitales; ¿Cómo es nuestro amor y nuestro
trato fraterno?, Estructuras externas de comunión servirían para bien poco sino
curamos el mal de raíz y nacemos de nuevo a una nueva Fraternidad. Otra
cuestión de fondo era el tema del acompañamiento y la corrección fraterna.
Muchas de las situaciones que estábamos viviendo en la Fraternidad derivaban de
un no saber amarnos en verdad. La situación se agravaba cuando esto no lo
llegábamos a vivir desde las esferas más altas empezando por el Fundador. Se
agravaba cuando este se rodea de personas que tan sólo tenga el propósito de
defenderle acérrimamente. Tal defensa fanática
no era evangélica ni cristiana y ocasionó un grave deterioro de la
Fraternidad.
Otra
cuestión importante era el tema del discernimiento. Hemos de empezar por
aprender a acoger, a escuchar, a dialogar. Hemos de aprender a aceptar las
diferencias y no por ello perder la unidad. Hemos de aprender a saber aceptar y
reconocer también como un don lo que es distinto de mí. Hemos de aprender a
integrar los distintos acentos matices
sin tenerlo todo que homologar a mí. Hemos de aprender as aceptar y reconocer
los fallos propios y ajenos y a saber decir las cosas por delante, sin tener
que hacer las cosas por detrás. Hemos de aprender a perdonar y saber amar a los
hermanos desde cualquier situación en que se encuentren. Vivimos una gran crisis
de la fraternidad de la eclesialidad. La fraternidad solo es posible desde una
comunión en el respeto y el diálogo y la libertad evangélica. La
institucionalidad de la comunidad pide estructuras de participación y diálogo.
En un ambiente de falta de llegar a fondo de las cosa, de falta de verdad y
fomento de la imposición y la represión es difícil la búsqueda sincera de la
verdad. No se da un clima de diálogo y de respeto a las personas. Toda persona
tiene el derecho de ser amada estimada y valorad en Cristo, sentirse escuchada
acogida y comprendida. Se precisa un respeto de las libertades y de las
conciencias de las personas.
Otra cuestión importante que teníamos que
cuestionar era la forma de gobierno. Se
necesita el ejercicio de una verdadera forma nueva de vivir el gobierno y el
mismo carisma en la comunidad. La función del gobierno es ayudar a todos a
seguir a Cristo no la voz del fundador como el único garante del carisma. El carisma no puede ser privatización de
nadie. La comunión no puede darse vía de una institución que fomente el miedo
el control y la imposición. Nadie se puede sentir en libertad bajo un régimen
dictatorial. No es posible mantener el Espíritu de comunión e una estructura
que la ahoga permanentemente. Debemos de propiciar la integración contra
toda fragmentación y desintegración. El anhelo de unidad no supone uniformidad
intentando expulsar todo lo que difiere de los criterios decretados como
uniformes, es una uniformidad que no genera la comunión en la diversidad.
Hablamos de unidad en la pluralidad pero no nos formamos ni nos educamos en
ella ni la hacemos viable. La autoridad y la obediencia no se imponen sino que
deben dar testimonio de la verdad, la
obediencia evangélica no se consigue imponiéndola a la fuerza. Donde no hay
libertad no está el Espíritu de Cristo. La verdadera comunión eclesial no puede
establecerse desde luego sobre estos
cimientos.
Memorias de un peregrino 24
La cuarta semana de los ejercicios de
Filipinas
La
pregunta que nos hacíamos en esta cuarta semana era ¿a dónde vamos? o mejor aún a dónde Dios nos está llevando y
llamando. Según fueron avanzando las semanas cada vez se consolidaba más la
certeza y la necesidad de empezar un camino nuevo. Durante esta semana se
intentó profundizar en cómo vivimos los consejos evangélicos. Se trataba de
volver a renacer a los valores evangélicos y de las bienaventuranzas. ¿Cuál es
el sentido de la pobreza, la castidad y la obediencia? Los consejos evangélicos son para la vivencia y el testimonio del
Reino, no se quedan en algo que pertenece a la esfera de lo individual y
privado sino que tiene que tener incidencia en lo comunitario, social y
eclesial. No podemos hacer separación en nuestro a solas con Dios y el amor a los
hermanos, vivir tanta separación entre lo espiritual y lo material, porque es a
través de toda nuestra vida que tenemos que hacer visible el amor y el Reino,
es a través de lo humano nuestro camino a lo divino.
Quizás
Dios permitía lo vivido para llevarnos a una nueva vivencia de la consagración,
para darnos a descubrir el verdadero valor y
belleza de nuestra vida consagrada. Dios quiere que vivamos la
consagración desde la absoluta confianza. Volver a construir la comunidad desde la confianza en Dios y en los
hermanos. Nuestras relaciones habían dañado la base de la confianza.
Precisamos resanar desde la base estas relaciones desde una apertura y
trasparencia total con Dios y los hermanos desechando todo lo que pudiera
socabar esta confianza. Dios nos llamaba a vivir con sencillez, humildad y
pobreza de corazón. Un corazón pobre y humilde no es nunca despreciado sino lo
más valorado por el Señor. Dios nos llamaba a aprender a vivir y caminar desde
nuestras pobrezas eligiendo más lo pequeño e insignificante a los ojos del
mundo para descubrir la fuerza de Dios. Vivir sin tantos protagonismos más
desde lo sencillo, lo pequeño y lo escondido más que en el relumbrar y
apantallar, poniendo cada cual sus talentos sin afán de comparaciones ni
protagonismos.
Poco
a poco se hacía más claro que Dios no llamaba a una vivencia nueva de la
vocación. Sentíamos la necesidad de una
vuelta radical a la pobreza evangélica. Era preciso no sólo atender y
evangelizar a los pobres sino hacernos y vivirnos pobres con ellos y como ellos.
La caridad de Cristo para con todos los hombres debe ser la motivación
fundamental de nuestra pobreza. Volver a empezar desde una comunidad de pobres
que caminan desde su pobreza. Precisamos
volver a retomar con frescura la vocación y misión desde el testimonio de vidas
que manifiesten de verdad que Dios es su única riqueza. La vocación y misión
vividas desde nuestra pobreza y no a pesar de nuestra pobreza cambia
radicalmente.
Hay
algo que necesitamos renacer también en cuanto a la vivencia de la castidad que
en lugar de plenitud de amor en el servicio a Dios y a los hermanos no nos haga
replegar el corazón y vivir con el corazón reprimido, como si estos fueran un
impedimento a la hora de la consagración. Nos hacemos desconfiados cuando todo
lo llenamos de sospechas, intrigas y evidentes faltas de amor. Sentíamos la
llamada a una vivencia de la
afectividad más integrada en el verdadero amor no con el miedo de la
restricción y la prohibición sino como el despliegue de una vida amando a todos
con el mismo amor de Cristo. Cristo quiere el máximo despliegue mirando su
amor, que vivamos bajo su mirada y su única regla y mandamiento nuevo de su
amor.
Dios
nos llama a una nueva forma de vivir la obediencia evangélica. No podemos
utilizar ni instrumentalizar la obediencia como mecanismo de poder para
defender intereses propios. Vivir la obediencia desde la escucha libre y personal en la libertad de
seguir a Cristo y hacer lo que él nos diga. Pero esto no se contrapone sino que
requiere una escucha y discernimiento comunitario para hacer buscar juntos la
voluntad de Dios. Necesitabamos y queríamos crecer en la corresponsabilidad y
la confianza.
Memorias de un peregrino 25
En cuanto a la vivencia de los consejos
Según
fueron avanzando las semanas cada vez se consolidaba más la certeza y la
necesidad de empezar un camino nuevo. Poco a poco se hacía más claro que Dios
no llamaba a una vivencia nueva de la vocación.
En
cuanto a la vivencia de la pobreza
sentíamos la necesidad de una
vuelta radical a la pobreza evangélica, un querer de verdad ser pobres y
no sólo parecerlo. Es preciso no sólo atender y evangelizar a los pobres sino
hacernos y vivirnos pobres con ellos y como ellos. Necesitábamos recuperar nuestro compromiso de amor al Cristo total,
con una pobreza real y efectiva como solidaridad a tantos hombres. La caridad
de Cristo para con todos los hombres debe ser la motivación fundamental de
nuestra pobreza. Volver a empezar desde una comunidad de pobres que caminan
desde su pobreza.
Hay
algo que necesitamos renacer también en cuanto a la vivencia de la castidad que
en lugar de plenitud de amor en el servicio a Dios y a los hermanos no nos haga
replegar el corazón y vivir con el corazón reprimido y falto de amor a los
hermanos, como si estos fueran un impedimento a la hora de la consagración. Nos
hacemos raros, perdemos la naturalidad, la acogida, la afabilidad, nos hacemos
fríos, ariscos, indiferentes, desconfiados, empezando con los más cercanos y
mucho más cuando todo lo llenamos de sospechas, intrigas y evidentes faltas de
amor. Una vivencia de la
afectividad a vivir integrada en el verdadero amor no con el miedo de la
restricción y la prohibición sino como el despliegue de una vida amando a todos
con el mismo amor de Cristo. Cristo quiere el máximo despliegue mirando su
amor, que vivamos bajo su mirada y su única regla y mandamiento nuevo de su
amor.
Dios
nos llama a una nueva forma de vivir la obediencia evangélica. No podemos
utilizar ni instrumentalizar la obediencia como mecanismo de poder para
defender intereses propios. Vivir la obediencia desde la escucha libre y personal en la libertad de
seguir a Cristo y hacer lo que él nos diga. Pero esto no se contrapone sino que
requiere una escucha y discernimiento comunitario para hacer buscar juntos la
voluntad de Dios. Queremos crecer en la corresponsabilidad y la confianza.
La obediencia
debe vivirse en suma pobreza y limpieza de corazón libre de todo interés propio
en total dependencia filial con Dios y en una vivencia de un verdadero amor y
ayuda mutua entre hermanos. Sentimos la llamada a dar de nuevo la orientación de toda nuestra vida
como la búsqueda de la comunión. La orientación de nuestros consejos y nuestra
evangelización es para la comunión y el reino. Todo esto nos hacía
realmente descubrir que se trataba una nueva forma de vivir la vocación la
misión y la fraternidad porque la manera en que lo estábamos viviendo cada
vez más se hacía una dicotomía querer
anunciar lo que no vivíamos.
Memorias de un peregrino 26
Conclusión de los ejercicios de Filipinas
Ante
esto, ¿qué podemos hacer?, ¿qué es lo debemos hacer? No sabíamos
bien lo que hacer, no podía ser otra
cosa que lo que Dios quería, la propagación de su Reino. Pero este Reino
empezaba por nuestras vidas, por unas vidas transformadas y renovadas por la
fuerza de su Espíritu. Por eso no se trataba sólo de dejar atrás el pasado como
si no hubiese pasado nada sino de empezar a caminar hacia el futuro no en
proyectos ideales sino desde la realidad de nuestras vidas vistas a la luz de
Dios.
De
la profunda situación de crisis por la quiebra profunda de la orientación
fundamental y de las bases y fundamentos de la vocación poco a poco empezaba a
verse el lado positivo. Mientras nosotros nos vivíamos hundidos en el polvo, en
los informes que se mandaron a toda la Fraternidad se respiraba todo lo
contrario unos aires de grandeza impresionante como tratando de ocultar toda la
realidad. No se hacía ni un mínimo de reconocimiento de la realidad en que se
encontraba la Fraternidad ni los serios planteamientos para poder abordarlos.
Pero
Dios escribe recto a través de renglones torcidos. Poco a poco me daba cuenta
que Dios no dejaba de trabajar a través de todo. Se me hacía cada vez más claro
que si Dios había permitido todo lo vivido era porque quería trabajar nuestras
vidas para hacer surgir algo nuevo. Es Dios quien iba cambiando nuestra mirada
y nuestro corazón. No había que pelear más, lo que no se reconocía al interno
de la comunidad si Dios lo reconocía como suyo el se encargaría de sacarlo a la
luz. Lo que teníamos que hacer era ponernos cada vez más bajo esta mirada de
amor y de confianza en nuestro Dios. Lo que tenga que surgir no va a surgir
desde el rebote o desde la revancha sino desde secundar el amor y el Espíritu
del Amor.
Recordaba
las palabras de Jesús en el lavatorio de la última cena antes de la Pasión
¿Comprendéis lo que hago con vosotros? Ahora no lo comprendéis pero lo
comprenderéis mas tarde. Después de ponderar todo o vivido en esa pasión y
calvario que habíamos vivido Dios mismo lo permitió para darnos una visión y
sensibilidad nueva, una vía de conocimiento amoroso que pasaba por el dolor y
la noche y purificación de la cruz. Dios mismo nos llamaba a anuncio del
evangelio desde la humildad y la pobreza. Dios mismo nos acercaba a través de
la humillación a la identificación y compasión con los más pobres, los más
humildes y sufrientes de esta tierra. Dios nos llamaba a prodigar misericordia
a los corazones más heridos, el suave ungüento del amor y la misericordia. Dios
mismo nos hacía cambiar la percepción y
la mirada para poder valorar lo pobre, una mirada de predilección por los
pobres y afligidos. He oído el clamor del pobre y afligido del que no tiene
protección.
Esta
mirada de compasión y misericordia no es una mirada que da pena sino que valora
profundamente el corazón pobre, de predilección. Los pobres nos evangelizan
porque de ellos es el Reino de los cielos. Los pobres no solo son los
destinatarios sino los sujetos de la nueva evangelización. Sólo puede haber una
respuesta a las heridas tan profundas de la humanidad y esta no es otra que el
misterio de piedad de reconciliación, de infinita bondad y misericordia de
nuestro Dios. En la cruz del Señor esta la fuente de la misericordia. Dios nos
llamaba a unirnos a la cadena de testigos de fe amor y esperanza entre los más
sufrientes de la tierra. En medio de las situaciones más adversas se puede
seguir amando y esperando, vencer los impactos negativos, resentimientos,
juicios negativos, prejuicios que nos cierran en nosotros mismos y crean tantas
barreras. No hay otro camino, el camino de reconciliación y pacificación pasa
por la cruz. Dios nos llamaba a abrir caminos nuevos de reconciliación y
comunión en un mundo tan herido y tan dividido. Es el camino del Siervo
sufriente en la aceptación de la cruz, el sufrimiento y la muerte el que nos
abre las puertas en la salvación. Dios nos llamaba a ser testigos de esperanza
desde el polvo y desde las situaciones más dolorosas de nuestro mundo.
Memorias de un peregrino 27
Vuelta a la India. Curso de formación
permanente en Calcuta
El
curso de un mes que realicé en Calcuta pedido por Sister Frederick con las
hermanas de la Madre Teresa e Calcuta fue una confirmación más de la
certidumbre que Dios ponía en mi corazón. Durante ese mes pude compartir con un
grupo de hermas que estaban haciendo un año de formación permanente ni más ni
menos que lo que fue para nosotros este impulso misionero y de renovación.
Ellas lo recibieron con tanto impulso y agrado que fueron para mi la
constatación de la aprobación de Dios. Constaté de nuevo esta predilección de
Dios por lo más pobre, excluido y marginado de la tierra.
El
poder compartir con ellas fue un contagio de fe y de esperanza que hizo revivir
en mí una nueva forma nueva de vivir la vocación y misión, desde la gratuidad,
del reconocimiento de un Dios que mendiga nuestro amor identificándose con los
más pobres y miserables de este mundo. El hambre y la necesidad más fuerte del
corazón del hombre no es solo material sino profundamente de amor. Hambre de
sentirnos amados valorados y respetados con la irada de predilección de Dios.
Dios nos llama a hermanarnos con los hombres desde cualquier situación cultura
o religión simplemente por ser hijos de Dios. Cuando se pierde esta mirada de
fe y amor todo pierde sentido y se llegan a las mayores aberraciones si dejamos
que la espiral de odio y violencia entre y mine nuestro corazón.
Vivimos
en un mundo de fuertes dictaduras, el materialismo, el individualismo, el
utilitarismo sofocan el corazón y nos hacen egoístas, indiferentes,
encerándonos en nuestros propios intereses.
El
abrir de nuevo los ojos a la realidad de tantos hermanos de Asia y el mundo
entero me daba certidumbre cada vez más de la orientación de nuestras vidas
promoviendo la comunión y la reconciliación desde la misericordia. Entender
cuanto bien podemos hacer si fomentamos el respeto promoviendo la
reconciliación y la paz tendiendo puentes, fomentando lo que contribuye a una
convivencia pacífica y fraterna con todos. hermanos tan diferentes y sufrientes
nos recibían como agua de mayo y ellos despertaban en nosotros el frescor nuevo
de una llamada nueva.
Era
como ampliar el horizonte de la fraternidad y la misión sin poner límites a su
amor. El deseo más profundo del corazón del hombre responde al deseo más
profundo de Dios restablecer la paz y la unidad. El nos muestra el camino, la
misericordia, la reconciliación el perdón para vencer los odios y las barreras
que nos separan. Ahora percibía con más claridad que Dios nos venia trabajando
y preparando nuestros corazones para esto.
Memorias de un peregrino 28
Paso por Argentina para compartir lo vivido
en la India y Filipinas
Con
esta certeza y llama prendida en lo más profundo del corazón salí de Filipinas
y después del mes en Calcuta antes de regresar a España pasé por Argentina para compartir con Rosa y las
hermanas en discernimiento. Lo
había compartido con Felipe antes de salir de Filipinas y estaba dispuesto a
dar razón personalmente al P. Orcasitas y el P. Jesús Castellano de todo lo vivido
en el año de discernimiento. A este compartir fraterno en Argentina también
vino Paco desde España.
Con
ellas había compartido lo orado en los últimos ejercicios y quería compartir
más a fondo todo lo vivido durante el año y que ellas también me compartieran
lo que iban viviendo y orando. Fueron unos días hermosos de oración y compartir
a fondo para intentar hacer luz de todo el proceso de discernimiento. Dios no
nos había abandonado ni un momento y sabía por donde nos conducía y a nosotros
nos lo iba haciendo cada vez más claro. El tenía fuerza para levantarnos de
nuestra postración y hacer nuevas todas las cosas.
Fue
el momento de dar crédito a su voz, a su llamada. Nuestras vidas misioneras a
pesar de como nos encontrábamos le seguían siendo de un valor incalculable.
Recordé la experiencia de las uvas machacadas que Dios me dio a entender que
servían para el vino de la ofrenda eucarística. No podíamos dar cabida al
desaliento ni dejar perder ni una sola de nuestras vocaciones. Lejos de caer en
e desencanto y desvalorización de las miradas y juicios humanos sentíamos su
mirada y que su voz tan acallada volvía a recobrar toda su fuerza.
Como
Lázaro oyendo de nuevo su llamada “sal fuera”, después de cuatro días de
oscuridad en el sepulcro sentíamos la fuerza y el impulso de Dios a romper
todas las vendas, mover todas las losas para que resplandeciera la luz, con la
fuerza y el impulso de un nuevo amanecer para nuestras vidas.
Sin
otra intención que hacer la voluntad de Dios experimentando la fuerza de su voz
y su resurrección estábamos dispuestos aponernos en sus manos y en manos de la
Iglesia para ver nuestro futuro. Quisimos poder compartir todo nuestro camino
no sólo con el P. Orcasitas sino con el P. Jesús Castellano.
Memorias de un peregrino 29
Compartiendo la situación con el P. Jesús
Castellano
Un
grupo de nosotros fuimos a visitar al P. Jesús Castellano a Roma. Como era
costumbre en él nos recibió en su despacho del Teresianum para prestarnos toda
la escucha y atención. Él nos había acompañado en todo el último proceso y
siempre encontramos un corazón fraterno y la sabiduría de un padre que nos
aconsejaba y nos animaba siempre a ser fieles a Jesús hasta el final. Él nos
impulsó siempre a tomar su cruz y seguir sus caminos siguiendo su voluntad costase
la que costase. El nos había aconsejado seguir el proceso de discernimiento
hasta el final.
El
P. Jesús Castellano pudo escucharnos personalmente. Compartimos largamente con
él toda nuestra situación en amplio, todo lo vivido en Filipinas, en Argentina,
todo lo que vivían el grupo de hermana que habían quedado en España y
repartidas en comunidades. Tras compartir con él toda nuestra situación se nos
hizo más clara la luz y la voz de Dios. Debíamos poner fin al tiempo de
discernimiento e iniciar un nuevo tiempo. Si la nueva orientación no era
reconocida como parte del carisma del Fundador, era el momento, había llegado
el momento de dejar la fraternidad Verbum Dei y de abrirnos a un nuevo camino
en su Iglesia. El nos orientó a dar definitivamente el paso y de informar a la
Congregación.Al tener el
Verbum Dei aprobación Pontificia como nueva forma de vida consagrada
dependíamos en último término de Roma, de la Congregación de Vida Consagrada.
Debíamos de presentar un informe para exponer toda nuestra situación y que esta
Congregación dictaminara lo que hacer.
El
encuentro con el P. Jesús Castellano fue como la verificación y la luz verde
para dar fin al discernimiento y ponernos definitivamente en manos de la
Iglesia. No era nada fácil dar el paso, no era evasión a la cruz era abrazar la
cruz con plena confianza de que el mismo Dios que nos había conducido hasta
entonces nos llevaría y nos conduciría ahora a través de su Iglesia. Nos
sentíamos como Abraham, u pueblo peregrino en la fe en busca de la tierra prometida.
Pero él nos infundió la el valor, la paz y la alegría de saber que estábamos
haciendo no nuestro capricho sino la voluntad de Dios. Los frutos y signos de
su presencia eran la paz y la serenidad y la confianza en medio de tanta
perplejidad e incertidumbre.
Nos
causaba perplejidad porque era una situación a la que ninguno de nosotros
hubiésemos querido humanamente llegar. Si llegábamos a esta encrucijada era
tras una sincera búsqueda de la voluntad de Dios. Los que teníamos votos
perpetuos suponía pedir la exclaustración y lo que no tenían los votos
perpetuos quedaban también totalmente en las manos de Dios y de la Virgen. De
camino de Roma hacia España pasamos por el Santuario de Lourdes para
depositarnos bajo el amparo de la Madre. Tras conversaciones con el P.
Orcasitas pedimos poder retirarnos en oración para redactar el informe la Congregación e invitar a unos ejercicios a
los que no decidieran abrirse a la nueva orientación.
Memorias de un peregrino 30
Informe a la Congregación
Nos retiramos
un grupo en las “Furadas” una finca de los padres de Bernardo en Portugal. Allí
estuvimos en oración y compartiendo para redactar el informe a la Congregación
para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida apostólica. Los
días de oración en “Furadas” fue como un revivir la experiencia de Belén.
Estábamos asistiendo a un nuevo nacimiento a un verdadero parto de una nueva
comunidad. Aunque había tenido tanto tiempo de gestación se fue fraguando el
nuevo espíritu en el que sentíamos que Dios nos llamaba a vivir la vocación y
misión. En un ambiente de auténtico pesebre y de Belén, en esos días y noche al
intemperie se daba la espera del nacimiento de la nueva comunidad. Orábamos
contemplando a Jesús eucaristía “entre pajas” y yo rememoraba las primeras
meditaciones al inicio de mi vocación. Era como u verdadero volver al inicio, a
los orígenes, volver a rastrear los primeros pasos donde sentíamos de nuevo
vibrar el corazón con la frescura del evangelio y de la primera llamada. Era
para nosotros abrirnos a una segunda llamada en un clima de extrema pobreza,
desde la debilidad y la impotencia para hacer de manifiesto la obra de Dios.
En
este informe se hacía la solicitud a la Santa Sede a través de esta
Congregación de que se no posibilitara un nuevo cauce institucional para poder
vivir en continuidad a la orientación vivida en el último proceso nuestra vida
consagrada abriendo nuevos caminos de anuncio y propagación del Reino en la
Iglesia. Allí tratamos de explicar todo el estado de nuestra situación y porqué
habíamos llegado a donde habíamos llegado. Lo que empezó siendo un intento de
renovación e impulso misionero dentro de la Fraternidad Verbum Dei impulsado
por el propio Fundador terminó por convertirse en un verdadero conflicto y causa
de disensión. Lo que hubiésemos creído bueno para toda la Fraternidad se
convirtió en un proceso de discernimiento que acabó en una vía sin salida.
Exponíamos todo lo vivido desde 1995 hasta entonces. La situación a la que
habíamos llegado pedía una vía de solución.
Deseábamos
no alargar el conflicto sino desear que todo el proceso vivido con todo lo que
significó de sufrimiento fuera de purificación y maduración para todos. La
solicitud la firmábamos misioneros-as de votos perpetuos que estábamos desarrollando
nuestra actividad misionera en varios países del mundo. En la génesis había una
Familia Misionera donde estábamos representados, misioneras-os y matrimonios.
De
camino a Roma para presentar la solicitud a la Congregación volvimos a pasar
por el Santuario de Lourdes para volverle a confiar toda nuestra situación.
Cuando estábamos en la gruta de las apariciones rezando nos encontramos a uno
de los obispos auxiliares de Münster al que pedimos sus oraciones y su
bendición. No nos imaginábamos que Dios iba a responder tan pronto a escuchar
nuestro ruego por intercesión de la nuestra Madre y que precisamente en esta
diócesis encontrásemos en Mons. Lettman el obispo benévolo que nos abriese las
puertas y el corazón con una nueva aprobación.
Memorias de un peregrino 31
Petición de ejercicios fuera de la
Fraternidad “Verbum Dei”
El
P. Orcasitas nos dio a entender que la contestación de la Congregación no se
haría esperar. Mientras esperábamos la contestación de la Congregación nos retiramos en oración. La petición de unos
ejercicios fuera de la Fraternidad “Verbum Dei” a aquellos que así lo desearan
fue aceptad y nos fuimos en unas casas de retiros en “El Espino” y “Poza de la
Sal” cerca de un monasterio de carmelitas descalzas de las tierras de Burgos. Por
caminos siempre tortuosos entre la sequedad del desierto y de la sal en medio
de espinos nos llevaba el Señor por sus sendas, la gran paradoja de ver surgir
el Reino de caminos de cruz y bienaventuranzas los caminos por donde transitó
el Señor y siguen transitando los humildes y pobres de corazón.
Seguir creyendo
que Dios proveerá, que él es un padre bueno y providente que no desatiende el
clamor de los “anawim”. Peregrinando en el desierto, lejos de las olas que se
rompen contra el orgullo y el empecinamiento de los hombres confiábamos que
Dios nos condujera hacia la tierra de promisión. Él nos prometía que el Reino
no tiene nada que ver con la lucha o la venganza sobre nuestros enemigos sino
con los que esperaban de su bondad la intervención de su Dios. No temer que la
gracia actúa poderosamente en la debilidad
Mientras
estábamos en los retiros nos llegó la noticia de que Mons. Lettmann enterado,
de toda nuestra situación, él venía siendo informado mucho tiempo antes por
medio de su vicario el P. Hegge, nos hizo llegar que él estaba dispuesto a
aprobarnos como asociación privada de fieles en su diócesis. El P. Hegge era también miembro del Movimiento
de focolares al que también pertenecía el P. Jesús Castellano y que conocía
personalmente. Dios se encarga de hacer confluir los caminos como los pastores
que convergieron en Belén y los magos guiados por a estrella
En
oración nos dispusimos a elaborar unos pequeños estatutos para la petición de
una nueva comunidad, como asociación privada de fieles con aprobación
diocesana. Estaba todo “tan en pañales” que ni siquiera teníamos un nombre para
la nueva asociación. Así que pusimos a votación la elección del nombre con que
fuéramos reconocidos en la Iglesia. Nunca nos imaginábamos un nombre tan largo
con tantos apellidos o sobrenombres pero fue la manera de recoge el espíritu
con el que nos sentíamos que Dios nos llamaba a vivir en su Iglesia.
Queríamos
vivir como pobres servidores en las manos de Dios. Siguiendo a Jesús “el
Servidor” y a la Madre “la servidora” del Señor queríamos vivir como servidores
al servicio del anuncio del evangelio. Este fue el segundo sobrenombre:
servidores del evangelio. Cómo núcleo del evangelio rasgo más fuerte del mismo Dios descubríamos
la misericordia. Por último el calificativo final respondía a especificar la
misericordia de Dios a propósito de que en nuestro mundo muchas veces no se
interpreta bien el término de la misericordia. Dado que estábamos en distintas
partes del mundo algunos nos podían que se especificara el calificativo de
Dios. Así surgió el nombre con el que nos sentimos todos identificaos:
Servidores del Evangelio de la Misericordia de Dios.
Memorias de un peregrino 32
El momento de la exclaustración y la opción
por salir de la comunidad
La
vinculación a la nueva Comunidad requería para los que teníamos los votos
perpetuos una carta para pedir la exclaustración y dispensa de los anteriores
votos. Fue para mí un momento para contar las razones de hacerlo escribí a
Felipe junto la carta de exclaustración una carta dónde explicaba mis razones
que pedía si vía conveniente que se hiciera público a toda la Fraternidad. Esta
carta no se hizo nunca pública pero en estas memorias vi bueno recogerla.
La carta se titulaba “Cuando un adiós se
perfila” y fue escrita en el 2002, entre el 8 y el 25 de Septiembre.“Si
llegara el momento, y quizás el momento es ahora, en el que tenga que tomar la
decisión de dejar la Fraternidad “Verbum Dei”, quisiera expresar toda mi
gratitud a Dios y a todos vosotros y quisiera recordaros como mi primera familia
en la fe, en la que crecí e intenté aprender de todos, lo mejor que pude, a
vivir y anunciar el Evangelio, llevándolo como la mejor Buena Noticia a todos
mis hermanos y hermanas.
Quiero
pedir perdón a Dios y a todos vosotros por todo lo que no supe vivir y por
todas las veces que no reflejé Su Amor y Su Evangelio, y quiero olvidar y
perdonar de todo corazón todas las ofensas que pude haber recibido o cualquier
ofensa que haya podido dañar a cualquier hermano o hermana en la comunidad.
Ante
todo, quiero dar gracias a Jaime, a quien siempre estaré agradecido y recordaré
como mi padre espiritual, por todo lo que pude aprender cerca de él durante
estos 22 años, intentando trabajar lo más fielmente posible muy cerca de él.
Quiero agradeceros a cada uno de vosotros por las múltiples gracias que he
recibido de Dios a través de vosotros.
Jaime
nos inculcó desde el principio que deberíamos ser fieles hasta el final a la
voz de Dios, y que no deberíamos buscar agradar a ningún ser humano por encima
de Dios, hasta el punto de estar dispuestos a apelar a las máximas autoridades
con el fin de defender Su voluntad. Sé lo doloroso que ha sido para todos
nosotros llegar al punto que hemos alcanzado, pero me encuentro con una paz
infinita en lo que estoy haciendo ahora, como mi más sincera búsqueda de la
voluntad de Dios y la mayor prueba de amor y fidelidad a todos, respetando que
muchos otros puedan no tener la misma visión.
Nuestro
compromiso mutuo era ayudarnos mutuamente en el seguimiento radical de Cristo y
a hacer Su voluntad en todo, y creo que nunca puede considerarse una desgracia,
sino una verdadera gracia el hecho que estemos buscando seguirLe con
radicalidad y con toda fidelidad. Lo que produce un gran sufrimiento en mí es
el hecho que algunos hermanos y hermanas, que empezaron a seguir a Jesús con
gran entusiasmo, se hayan desanimado y abandonado su vocación.
Quisiera
que todos nosotros, al final de nuestra vida, podamos haber sido fieles al
Señor hasta el final, entregando nuestras vidas en Su Iglesia, de la mejor
forma posible para vivir y anunciar Su Evangelio, para que éste pueda llegar
como una buena noticia creíble para mucha gente. Quisiera que quede claro que
ésta ha sido la razón y la motivación desde el principio, del largo proceso que
he vivido
La
opción en este momento no la tomo apresuradamente, sino que es una opción muy
meditada, intentando siempre hacer el mejor discernimiento. En mis aportaciones
al Congreso General, al Simposio Teológico, y durante la Asamblea general
extraordinaria, que convoqué para que todos los misioneros pudieran participar
en él, - ya que la situación era extremadamente crítica- expresé claramente mi
actitud.
La
dimisión de Paco y la mía justo antes de la Asamblea era un signo claro de que era
simplemente imposible continuar de la misma manera, y durante la Asamblea misma todos nos
dimos cuenta de que la situación era muy crítica. Dado que quería evitar
cualquier decisión que fuera condicionada por la gran tensión de aquellos
momentos, y considerando el efecto que mi opción pudiera tener en otros, pedí
un año sabático, para poder discernir en la oración la voluntad de Dios,
estando libre de toda responsabilidad en la Fraternidad y
renunciando abiertamente a ser elegible como responsable de nuestra rama.
Este
tiempo de oración tuvo su clímax durante el retiro de mes que tuvimos en
Filipinas. Hice esos Ejercicios siendo muy consciente que eran mucho más
importantes que mis primeros Ejercicios antes de entrar en la Fraternidad.
Compartí mi oración durante los Ejercicios con el P.
Orcasitas, - el asistente nombrado por la Congregación-, con
Felipe y con otras personas, incluido el P. Castellano, consultor en la Congregación para la
vida religiosa, y consultar de otras Congregaciones, que nos habían recomendado
como alguien que podría ayudarnos mucho en nuestro discernimiento; con él
compartimos todo nuestro proceso justo después de nuestra dimisión, ya que
éramos muy conscientes de que necesitábamos ayuda de alguien fuera de la
Fraternidad.…” (Cont.).
Memorias de un peregrino 33
La razón de salir de la comunidad (Cont.)
Continuación de la carta
que titulaba “Cuando un adiós se perfila”
…Después
de los Ejercicios, intentando ver claramente la voluntad de Dios y llevar el
discernimiento de su voluntad hasta el final, antes de volver para incorporarme
a la vida de la
Fraternidad y antes de asumir cualquier tipo de
responsabilidad, en un diálogo con Felipe, decidí regresar a España. Intentaré
describir lo más brevemente posible los últimos acontecimientos.
Apenas
llegué a España, tuve algunos encuentros con Paco y con quienes estaban
implicados en el proceso de formación, y decidimos ir a Argentina dos semanas,
para orar allí con todo el grupo del discernimiento. Mientras estábamos en
Argentina, Paco fue convocado por la Junta
General ; de hecho Felipe le llamó ya que el P. Orcasitas así
se lo sugirió. En aquella reunión Paco declaró que él “suspendía” su ser
miembro de la Fraternidad
y afirmó muy claramente que, dado que la fórmula de una Delegación no había
sido aceptada, entendíamos que la situación no debería prolongarse más, ya que
estaba produciendo un gran daño en mucha gente.
En
ese contexto tomamos la decisión de volver de Argentina con algunos miembros
del grupo del discernimiento. Después de algunos encuentros con los Responsables de las dos Ramas y con el P.
Asistente, habiéndolo consultado previamente con el P. Castellano, decidimos
empezar el procedimiento para apelar a la Congregación para los
Institutos de Vida Consagrada, con el fin de que aquellos de nosotros que
libremente ante Dios entendiéramos que no podíamos continuar en la Fraternidad , viéramos
cómo dibujar una nueva forma institucional con una nueva orientación.
Este
es el motivo por el que pedimos un tiempo de retiro para aquellos que
libremente pudieran estar contemplando esa opción, mientras se preparaba la
petición a Roma y se perfilaban y especificaban las bases de esta nueva
orientación. La propuesta (del retiro) fue aceptada y se convocó un tiempo de
retiro a primeros de agosto. Aquellos que deseaban participar en el retiro
tuvieron que escribir una carta a su Responsable, ya que así se les concedía un
período de discernimiento hasta finales de septiembre.
Mientras
tanto, durante el mes de julio, fui a la India y estuve yací tres semanas, ya que tenía un
compromiso de dar un curso a las Misioneras de Madre Teresa de Calcuta; seguí
la misma orientación de los “cursillos” que habíamos tenido en Filipinas, y la
experiencia fue muy positiva, y me invitaron a repetirlo otra vez con el grupo
de responsable al año siguiente.
Cuando
regresé a España, después de una semana de oración, empezamos a preparar el
borrador de nuestra propuesta a Roma, con la bases de una breve síntesis de
nuestra espiritualidad y misión. Después empezamos en un Santuario cerca de Burgos dos semanas de
retiro, que reunieron a más de 90 personas. Después de esto decidimos presentar
nuestra petición a la
Congregación para los Institutos de Vida Consagrada en Roma
el 5 de septiembre.
En
nuestra petición expresamos el deseo de acabar con la situación que hemos
estado viviendo durante este último tiempo; no queremos más sufrimiento ni que
se siga dañando a la gente. Sólo queremos defender nuestra vocación con la
orientación que vemos delante de Dios que da ánimo y proyección a nuestras vidas,
para que podamos ofrecerla en la
Iglesia en otra forma institucional. Dejamos muy claro que no
queremos dividir el Verbum Dei, y que no queremos hacer otro; simplemente
queremos dejar la
Fraternidad sin reclamar o pedir ningún reparto de bienes;
simplemente queremos empezar algo nuevo allí donde la Iglesia nos pueda dar su
aprobación.
Hasta
el momento nos hemos encontrado con algunos Obispos en España y en el
extranjero; todo ellos han expresado su deseo de recibirnos con la nueva
orientación y la nueva forma institucional que la Congregación pueda
darnos.
Ya
desde el principio no he querido influir en ningún misionero, para que él
apoyara o tomara parte en una opción, que- creo- cada uno debe tomar con
profundo respeto a los demás, discerniéndolo en la oración y delante de Dios.
Pero ahora que he tomado mi opción, considero que es una cuestión de justicia y
una deuda de amor fraterno con toda la Fraternidad , informaros de todos los pasos que he
dado, dejando a la Iglesia
y a cada uno elegir delante de Dios lo que considere más conveniente.
Con
mi más sincero deseo de que todos nosotros Le respondamos con la mayor
fidelidad, y que así podamos colaborar en la misión universal de la Iglesia de la mejor manera
posible, que pueda asegurar una perseverancia y una vida feliz y alegre en
nuestra vocación, y un anuncio del Evangelio con la mayor simplicidad, pobreza
y pureza de corazón, siempre unidos en la Trinidad y María,vuestro hermano Darío
Memorias de un peregrino 34
Viene el milagro de la aprobación de Mons. Reinhard
Lettmann
Mientras
estábamos “en la espera” ocurrió “el milagro”. Cuando estábamos bien en el
pozo, en Pozo de la Sal, al final de nuestros retiros llegó la milagrosa
intervención del Señor. Contra todo pronóstico y antes incluso de que la
Congregación respondiera surgió la aprobación de la nueva comunidad misioneras
de Servidores del Evangelio de la Misericordia. Nacía “el niño” un poco
prematuro el 9 de Octubre del 2002 acogiendo a las hermanas que habían quedado
totalmente al intemperie, que no tenían votos perpetuos.
Al
poco tiempo cuando estábamos en Briviesca en unos pisos de la familia de Rosa,
llegó la respuesta de la Congregación. Esta respondía que todos los miembros de
votos perpetuos que desearan dejar la comunidad y adherirse a la nueva
Asociación podían hacerlo.
Recuerdo
que un grupito nos fuimos unos días a
Ávila para orar en la Iglesia de la Encarnación donde se inició la renovación
del Carmelo. Junto a las cuatro columnas, fuimos a una capilla de la Virgen que
se había aparecido a unos náufragos en medio de la tempestad cuando sentían
hundirse. Durante ese tiempo ordinario y a la vez tan extraordinario nos
dejábamos guiar por el Espíritu poniéndonos bajo el amparo de la Virgen y de
los santos.
Tratando
de leer cómo habían ocurrido los hechos me ayudaba ver la secuencia a la luz
del ciclo litúrgico que celebrábamos. Transcurría el mes de octubre que es
también en Argentina, en las otras latitudes, el mes de la Madre. Empezaba el
mes con la fiesta de Santa Teresita del Niño Jesús que narra en su diario la
especial intervención de la Virgen. El dos celebrábamos los Ángeles Custodios.
El cuatro San Francisco de Asís que inicia su comunidad en torno a la
Porciúncula en el valle de Santa María
de los Ángeles. El siete celebrábamos Nuestra Señora del Rosario. En esa
primera semana de Octubre se hace la Peregrinación multitudinaria al Santuario
de Luján. El doce se celebra Nuestra Señora del Pilar hermanándonos con toda
Latinoamérica y el quince Santa Tersa de Jesús.
Vimos
la especial intervención de todos nuestros amigos del cielo y sobre todo la
intervención especialísima de la Virgen María. Fuimos de nuevo a Lourdes para
agradecer a la Virgen su intervención y nos confiábamos a su especial
protección y la de todos los santos la Comunidad naciente. Sentíamos más que
nunca su apoyo incondicional. Nos preguntábamos cómo y de que forma continuar y
vimos que era bueno volver a la Argentina donde se envió al grupo en
discernimiento para que allí alejados de la tensión que se había vivido con la
Fraternidad Dios nos siguiera guiando. Providencialmente los padres de Bernardo
nos pagaron los pasajes.
Memorias de un peregrino 35
El encuentro de familias en Salamanca
Queríamos
nacer con un espíritu de familia y vimos de Dios incluir a nuestras propias
familias como prueba de amor y agradecimiento. Sentíamos la necesidad de
esclarecer y compartirles toda nuestra nueva situación. Vimos bueno tener un
encuentro con ellas en Salamanca en un antiguo colegio que los padres Paúles
tienen en la ribera del Tormes.
Era
un modo también de saldar con ellos la deuda de amor y empezar con ellos a
vivir una relación nueva a partir de entonces. Cuando entramos en la comunidad
“Verbum Dei” vivimos como un corte radical para formar otra familia. Ahora
sentimos como de Dios incluirlos en la nueva andadura.
La
familia que ahora sentíamos que Dios nos llamaba a vivir era incluyendo a
nuestras propias familias. Os vimos sorprendidos por su recepción y captación
de las cosas y su apoyo incondicional. Aquellos días fueron una inmensa gracia
de Dios para reconciliarnos con nuestras propias familias y expresarles que n
queríamos tener otra deuda que la del mutuo amor. Frente a la comunidad “Verbum Dei” no queríamos
que ni ellos ni nosotros guardásemos ningún rencor.
No queríamos vivir ningún reclamo y
solo guardar el agradecimiento de todo lo vivido. Lo que surgía como comunidad
nueva no era un mal menor como para paliar una situación insostenible sino como
Dios era capaz de convertir lo que parecía un mal en algo bueno querido y amado
por Dios.
Ellos
eran conscientes de todo lo sufrido. Compartimos como permanecimos en todo el
proceso de discernimiento con entera disponibilidad y libertad buscando la
voluntad de Dios. Les dimos la grata noticia de la nueva aprobación del obispo
de Münster Mons. Lettmann y todas las conversaciones que tuvimos con él y el P.
Jesús Castellano. Que nos impulsaron como designio de Dios a comenzar esta
nueva comunidad que ahora iniciábamos dentro de la Iglesia.
Sentíamos
como signo de los tiempos en este comienzo del nuevo milenio que Dios nos
estaba llamando a abrir nuevos caminos de comunión en una Iglesia cada vez más
llamada a ser escuela de comunión.
Memorias de un peregrino 36
Hacia la tierra prometida
Salíamos
de España bajo la tutela de Mons. Lettmann y guiados por una estrella. El P.
Jesús Castellano seguía como la estrella guiando nuestros pasos. Era como un
nuevo amanecer, salir de las borrascosas tormenta que habíamos vivido y
lanzarnos mar adentro hacia la tierra prometida. Las hermanas que habían estado
en Argentina nos recibían y abrían paso. Argentina fue para nosotros la tierra
de promisión.
Dios
que nos había acompañado nos ayudaría a ir reconstruyendo la nueva comunidad
que se levantaba entre los escombros. Cuando fimos a agradecer a Mons. Lettmann
su aprobación recuerdo que en su despacho había un cuadro de la antigua
catedral de Münster en ruinas después de los bombardeos de la segunda guerra
mundial.
Entre
las ruinas se entreveía una Cruz. Era como una imagen que expresaba de dónde
nacíamos, del misterio de la Cruz. Dios se encargaría de la reconstrucción de
la fraternidad desde la sanación de nuestro propio corazón.
Tratábamos
de cuidar y velar por los sentimientos del corazón en un clima de
reconciliación poniéndonos junto al corazón traspasado de Jesús en la Cruz. Me
resonaba la experiencia vivida en África cuando visité un centro de
discapacitados y tuve la grata experiencia de ver surgir el Reino desde la mayor debilidad.
El
que podía ver prestaba sus ojos al ciego para caminar juntos, el que le faltaba
una pierna caminaba junto a otro que cojeaba de la otra y apoyándose mutuamente
todos caminaban hasta los que estaban inválidos o en sillas de ruedas alzaban
sus manos y cantaban mientras los otros danzaban, era el canto de amor de los
pobres redimidos que anunciaban con sus propias vidas la fuerza del amor y la
resurrección.
Conversión a Cristo y al
Evangelio
En un
dossier titulado “Conversión a Cristo y al Evangelio” traté de dar luz sobre el conflicto vivido
en la comunidad. Recuerdo las palabras en pleno conflicto que Mons. Errazuriz
nos hacía al respecto: “Dios también gobierna el mundo por causa segundas
y libres, aún por encima de las
actuaciones humanas y hasta de las debilidades humanas”. Es preciso
volver al evangelio, el evangelio de la gratuidad del don, del infinito misterio de piedad y de
la misericordia de Dios. El plan y designio de Dios pasa por la Cruz. Somos invitados a
asociarnos a la muerte de Cristo para beneficiarnos de su Resurrección, morir
como el grano de trigo para dar mucho fruto. Solo pasando por la muerte
alcanzamos la nueva vida
Dios
a veces “escribe recto con reglones torcidos”. No podemos vivir bajo
la coacción, la exigencia y el temor. Hemos de saber tener paciencia y no pedir
ver frutos esperando a que a su tiempo lo veamos florecer. Hemos de evitar las
polarizaciones y confrontaciones que nos separan y dividen. Hemos de tener ojos
no sólo para detectar el mal sino amplios para saber también descubrir el bien
dejándonos enriquecer, sin cortar la cizaña apresuradamente cortando también el
trigo. Nuestra última vivencia ha
estado marcada de grandes polarizaciones que parecen irreconciliables en lo que
se refiere a nuestra condición humana y nuestra llamada divina. A través del
misterio de la encarnación Cristo ha venido a reconciliar el componente humano
y la soberanía de Dios, la intervención del hombre y la acción de Dios. Todas las polarizaciones no hacen sino cerrarnos
en posturas enfrentadas que impiden un verdadero discernimiento de las cosas.
Nuestra condición humana gime y pide
ser liberada de toda servidumbre para vivir en la libertad de los hijos de
Dios.
El Espíritu viene en ayuda de nuestra flaqueza porque nosotros no
sabemos discernir lo que nos conviene. En la cruz se disciernen los corazones.
Es en ese misterio donde se nos descubre el camino de reconciliación y de
integración donde se establece el verdadero consorcio y desposorio de lo divino
y lo humano. El hombre no se entiende ni se comprende así mismo hasta que no
entra y hace suyo el misterio de la encarnación. Solo haciendo nuestra la
profundización en el misterio pascual se reconcilia los elementos que se
presentan como enfrentados y esclarece en gran medida el misterio de nuestra
vocación y misión. La situación de contraposición y de conflicto que hemos
vivido en la comunidad pide la superación del conflicto y la oposición
restableciendo la armonía y la unidad en la inserción e integración desde el
misterio dela cruz. La cruz es la cima de la revelación de la misericordia
divina, la salvación del hombre no bajo las formas de dominio o de poder sino
en la gratuidad, la donación, el servicio, la autodonación, la sumisión y el
abandono confiado incluso en la máxima impotencia y aparente derrota.
Sólo el
amor de Cristo es capaz de unificar las cosas distintas. Amor de Espíritu Santo
que surge de la cruz y crea unidad y comunión en medio de las diferencias
aceptando al otro en su alteridad y complementariedad, no desde las lógicas de
poder y dominio sino en la gratuidad del don y del servicio. Sólo el amor
misericordioso de Dios es capaz de renovar al hombre y a la humanidad y de
hacerlo participe de unas relaciones nuevas. No a través del dominio o del
poder sino con la fuerza del amo humilde, paciente y misericordioso de Dios. Sólo el hombre que
se abre al misterio de piedad para recibir tal amor se hace capaz de vivir el
Reino y propagarlo. Necesitamos una verdadera conversión a este amor. La
humilde conversión a Cristo y su evangelio.
Memorias de un peregrino 38
Los Servidores del
Evangelio nacidos de la fuente de la Misericordia
¿Quiénes son y de dónde vienen? Venimos de la Pascua. Allí
hemos nacido del costado abierto de Cristo, fuente de la Misericordia. Ante un
mundo dividido por las discordias y enfrentamientos Cristo nos llama a ponernos
al servicio de la reconciliación revelando e introduciendo a los hombres en su
misterio de piedad y misericordia. Nacidos de la cruz y de su misterio pascual
en la Iglesia sentimos la llamada a ser sacramentos de su piedad y u ternura
para con todos sus hijos. Como pobres servidores queremos vivir la
evangelización como el humilde servicio de acercar a todos el evangelio de la
misericordia introduciendo a los hombres en este misterio de infinita bondad.
La cruz de Cristo estará
siempre presente en nuestra vida, donde se hace presente el misterio de Cristo,
el misterio de su encarnación y el misterio pascual. La cruz es, la forma
paradójica de vencer el mal con la sobreabundancia del bien. En comunión con
Cristo en su Iglesia os sentimos llamados impulsados por el Espíritu a vivir
con Cristo crucificado esta identificación y comunión de amor. Nuestro primer
punto de referencia como servidores es una vida en profunda comunión con Cristo
y con su Iglesia al servicio de esta comunión para toda la humanidad. La evangelización es el
gran servicio que la Iglesia presta a los hombres de hoy, ofrecida no sólo con
palabras, sino también con hechos, siendo
testigos de la Buena Nueva de que el Reino de Dios ha llegado a los
hombres en Jesucristo. Somos enviados a propagar y a servir la vida a los hermanos
acercándonos a Cristo, configurándonos a él en su propio misterio Pascual de
muerte y resurrección. Cristo es “el
primer servidor del evangelio” que “evangeliza dando testimonio veraz de lo que
ha visto junto al Padre y hace las obras que ve hacer al Padre. Por su servidor
vive este servicio con este valor testimonial, martirial, “en comunión con
Cristo”. Esa es la gran debilidad del apóstol y a la vez, la gran fuerza del
testimonio del cristiano.
El Espíritu Santo que ha sido
derramado en nuestros corazones es capaz de introducirnos en el amor mismo de
Cristo, en su testimonio, en su obra reveladora del Padre, en su
evangelización, en su cruz. El testimonio es el “elemento primero de la
evangelización y condición esencial en vista a la eficacia real de la
predicación”. Es el “signo” que atestigua la presencia del Señor. Por eso es
tan importante despojarse de toda actitud que no sea evangélica y que desfigure
el rostro de Cristo. Como “servidores del Evangelio” queremos vivir en esta
participación profunda en el misterio de Cristo. Es adentrándonos en ese misterio pascual
donde el hombre encuentra su sitio y su destino. No se trata de predicar una
ideología o construir una sociedad de orden humano. Se trata de introducirse en
el misterio de la vida Pascual, de la vida de Dios. Nos urge introducirnos en
el misterio de la cruz de Cristo y desde ahí no sólo caminar, sino hacer
posible que los otros caminen introduciéndose hacia el misterio de la Trinidad
que el de de la plena comunión de amor
según su designio.
La conformación a Cristo, y éste crucificado, es nuestra
forma de vida, la forma de vida del servidor donde queremos caminar cada día en
el amor y la libertad de los hijos de Dios. Todos nosotros estamos llamados a
encontrar en la cruz el sentido pleno del amor, en el don de sí. Estamos
convencidos que la vida encuentra su plenitud cuando se da, cuando se entrega
libre y generosamente como Cristo y con Cristo al servicio del Reino.
No
hemos pues de desalentarnos ni avergonzarnos de las cruces que suframos por el
Evangelio. Hemos de tener y de dar confianza afianzándonos en quien nos llamó.
Confiar en quien nos llamó para ésta vocación y misión. No fuimos nosotros los
que le elegimos ni elegimos la vocación. Fue Él quien nos eligió. El que nos
elige también nos capacita para llevarla acabo. Hemos de confiar en la fuerza
de su poder, de su Espíritu derramado en nuestros corazones. No hemos de
desistir en medio de las dificultades antes al contrario hemos de arraigarnos
fuertes en Él para poder desempeñar con fruto duradero en tal misión.
Memorias de un peregrino 39
En la cruz es donde
se disciernen los corazones
La cruz es la máxima declaración de amor del Esposo, Cristo,
por su esposa, La Iglesia. El Esposo revela a la esposa la belleza de su amor, y
la esposa, ante del don-entrega de su Esposo, queda fecundada, iluminada, por
el resplandor de su luz, que la hace irradiar de su amor y de su vida
participando plenamente de su misterio. Esta luz llega a todos sus hijos
igualmente llamados a seguirle desde el encuentro singular con Cristo en la
cruz, desde la relación íntima y esponsal que mana del Verbo, por nosotros
entregado en la cruz. Resplandor ante el cual cualquier otra luz languidece.
Jesús manifiesta la infinita belleza del amor divino, única capaz de satisfacer
y colmar totalmente el corazón humano.
La plena manifestación de esta realidad mistérica de
comunión de Dios con los hombres, del amor divino y del amor humano se
vislumbra en el misterio del cuerpo místico y en la misión universal de la
Iglesia. Jesús, en su misterio de la encarnación y muerte, abraza toda la
humanidad en sus brazos abiertos sobre la cruz para insertarnos a todos en él.
Esta asimilación de la amada al Amado es tan fuerte que pasamos a habitar y a
formar una sola realidad con él.
Esta realidad mistérica sigue viva y operante hoy en la
Iglesia y en el mundo. Cristo nos injerta la vida, y por el misterio de la cruz
nos introduce en su cuerpo. En su mismo cuerpo nos urge a que a su vez nos
apliquemos a sus miembros débiles, enfermos, muertos, para transmitirles la
vida.
De ahí viene el vínculo tan estrecho entre seguimiento y
misión. Aplicarnos a Cristo significa aplicarnos íntegramente al Cristo
crucificado de hoy, introduciéndonos en su mismo dinamismo de entrega-amor para
comunicar su vida a todos, de forma que todos lleguemos a la unidad y comunión
plena en él.
Es precisamente la cruz el lugar privilegiado de encuentro y
comunión más profunda de Dios con el hombre. Dios se ha unido a todo hombre
para siempre en la cruz, y el hombre ha pasado a ser el cuerpo, el templo, el
lugar de la manifestación de la gloria de Dios, lugar de encuentro,
convivencia, comunión, comunicación y manifestación de la misma vida-amor de
Dios. Conocer a Dios es conocer al Hijo, y conocerle es acogerle y adentrarse
en su misterio de comunión. Cristo en la cruz manifiesta al hombre su grandeza
y su gloria, la sublimidad de su vocación divina. Todo hombre está llamado al
diálogo y a la comunión con Dios hasta hacer de su vida don sincero y total de
sí mismo, abandonándose por entero a Dios.
Memorias de un peregrino 40
Anunciar a Cristo
desde la humildad y la pobreza
Toda
la vida cristiana, el camino del seguimiento y de la misión, está marcada con
la cruz. Seguimos a Cristo en sintonía con sus amores y vivencias, que le
llevaron al “anonadamiento” de una muerte redentora asumida por la obediencia
al Padre. La misión recorre este mismo camino y tiene su punto de llegada a los
pies de la cruz.
La
misión se vive siempre en el contraste de nuestra indigencia y pide una
absoluta confianza en nuestro Señor. Nos pide andar desarraigados y
desprovistos de toda otra seguridad que no sea él. Jesús nos manda como ovejas
en medio de lobos y nos dice que seamos pacientes y sencillos como palomas.
Es
por eso que no hemos de temer el hecho de tener que desarrollar la misión en
medio de dificultades y toda clase de situaciones. No hemos de quedar
paralizados por grandes que sean los peligros, y las dificultades. No han de
sorprendernos el ataque feroz del enemigo. Jesús nos invita a comportarse como
palomas, con paciencia y sencillez, porque ésas serán las mejores armas para
derribar a nuestros enemigos.
Así
no habremos de actuar desde la violencia, la prepotencia o la arrogancia
humana, sino desde la confianza infinita en aquél que tiene poder sobre todas
las cosas, que hace que todo lo podamos en aquel que me conforta.
Esta
seguridad en el Señor de estar dispuestos a pederlo todo manifiesta
precisamente la fuerza y la fecundidad del sufrimiento y de la cruz, que hace
al cristiano vivir en una constante actitud martirial de arriesgarlo todo por
amor. La propia debilidad, como la de Cristo en Getsemaní, convertida en
instrumento dócil de la voluntad salvífica del Padre, confiere la serenidad de
corazón. El miedo incontrolable y la huída nacen del odio, de la agresividad o
del desprecio.
No
hemos de temer cuando vengan las dificultades, cuando tengamos que sufrir y
pasar contradicción por causa del evangelio, porque todo eso será ocasión para
manifestar mejor la fuerza y el poder del amor, y para que la excelencia de tal
poder sea evidente que es de Dios y no parezca nuestra.
Conclusión:
El milagro de
ponerse frente a la misericordia de Dios.
Todo este tiempo lo resumiría como el milagro de ponerse frente a la
misericordia de Dios, un tiempo de gracia, de reconciliación con Dios y entre
nosotros, de aprender a amarnos de nuevo de redescubrir la alegría del
evangelio, de ser Iglesia, familia de Dios, de comenzar unas relaciones nuevas
de hermanos, de disfrutar de una verdadera comunión fraterna. Sentimos la
llamada de promover el diálogo y la comunión para hacer creíble el evangelio y
de promover y no poner límites a la comunión.
Sentimos la llamada a la conversión,
a colocarnos bajo la mirada de Dios, a volver al designio de Dios. La
llamada de conversión nos llevó a la necesidad de autenticidad, de buscar el
amor y la verdad. La misma llamada a la conversión nos llevó a querer salir de
estructuras caducas, inertes, frías, inhumanas, para buscar una iglesia más
humana fraterna, más casera, de calor de hogar, más pródiga en gestos de
caridad, de compasión de solidaridad, de amistad. La llamada a la conversión
nos puso en una dinámica de reconciliación. Una comunidad reconciliada es una comunidad
más fraterna menos piramidal y autoritaria. Una comunidad fraterna supone que nadie
puede elevarse como ser absoluto, que nadie debe absolutizarse así mismo. Todos
somos necesitados de Dios y de los otros, como hermanos corresponsables.
Dios nos llama a entrar en su escuela de humildad, de comunión cada vez
más fuerte y misionera. El don precioso de la comunión nos pide una aceptación
profunda de nosotros y de los otros donde las diferencias no nos separen y
dividan. Sentimos la llamada a un nuevo estilo de relaciones más fraternas y
humanas promoviendo no solo la comunidad cristiana sino trasformando la sociedad
como fermento en la masa. Queremos abandonar toda discriminación, búsqueda de
protagonismos e intereses personales para buscar y promover el bien común. Queremos
desterrar toda forma de violencia de competitividad, vivir libres de prejuicios
y comparaciones. Queremos vencer la dinámica de vernos superiores o inferiores
sino vivirnos como hermanos servidores que caminan juntos desde nuestros
límites y pobrezas y nuestras riquezas todas compartidas. Queremos una familia
de puertas abiertas con caminos de inclusión y no de exclusión, dispuesta a
incluir a todos y hacer camino con todos. Sentimos la llamada de acabar con tensiones
y divisiones que empobrecen la fuerza del anuncio del evangelio y no poner
limites a la comunión
La experiencia de comunión en la iglesia nos abre a la comunión con las
personas de otras confesiones cristianas y otros credos. Promover el ecumenismo
y el diálogo interreligioso. No podemos vivir en la misericordia del Padre sin
descubrir lo que nos une más allá de lo que nos divide. Es tiempo de una nueva
escucha y un nuevo encuentro entre todos los que creemos en un Dios creador,
Padre de todos. El Padre misericordioso nos impulsa incluso al diálogo con los
no creyentes porque también ellos son hijos de Dios. El Padre misericordioso
debe ponernos en especial cercanía y atención a los más pobres como hijos
predilectos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario