lunes, 16 de febrero de 2015

IV. ETAPA: EL ATARDECER

   
IV. ETATA: EL ATARDECER

(El despliegue de la misión)


                                                         

IVIntroducción. 


etapa de la vida: 
El despliegue de la misión.
La crisis y la noche de la vocación.4ª 
El labriego comienza la siega
Cuentan de un aguador en la India que cargaba agua portando dos grandes vasijas que colgaban de los extremos de un palo. Una de las vasijas tenía varias grietas y perdía agua. La pobre vasija habló al aguador diciéndole: estoy avergonzada y quiero disculparme pues debido a mis grietas solo puedes entregar la mitad de mi carga en cada recorrido. El aguador apesadumbrado le dijo compasivamente. No te avergüences, quiero que notes las bellas flores que han crecido a lo largo del camino. La vasija agrietada no se dio cuenta de la cantidad de flores que habían florecido en el camino. Y después le dijo: siempre he sabido de tus grietas y quise sacar el mejor fruto con ellas. Gracias a tus grietas regaste las semillas esparcidas por el camino y florecieron. Con las flores pude llevarlas y ofrecerlas cada día al altar de mi Maestro. 
No lo olvides. Cada uno tenemos nuestras propias grietas. Todos somos vasijas agrietadas, pero Dios es capaz de aprovechar de nuestras grietas para obtener los mejores frutos. A pesar de nuestras heridas Dios encuentra la forma de realizar su obra. Hay que perseverar con confianza.
“Dios escribe recto a través de renglones torcidos” Estas palabras me las dirigió Mons. Javier Errazuriz, arzobispo y cardenal chileno, en mi primer compartir con Él en mitad de la crisis comunitaria que íbamos a vivir. No sabía entonces el alcance del significado de aquellas palabras. El dijo: Dios a veces guía el mundo por causas segundas y libres, aún por encima de las actuaciones humanas y hasta las debilidades humanas.
¿Qué decir de todo el proceso que íbamos a vivir? El pasar por experiencias tan dolorosas me causaron en primer lugar mucho desconcierto y perplejidad. Como cuando cae un rayo en una densa tormenta no queda como paralizado, sin casi capacidad de reacción. Poco a poco me fui dando cuenta que si Dios hubiera podido evitar esos momentos lo hubiera hecho. Si los había permitido era para sacar de nosotros una vida nueva, una forma de vivir la vocación y misión nueva para nosotros y para muchos en su Iglesia.
Resultaban verdaderos momentos de cruz, de Getsemaní de Calvario. No podíamos huir de la cruz. Jesús no la rehuyó. Aunque significaran momentos muy dolorosos nos abriría  a todos el camino de la salvación.
Todos aspiramos de una vez a liberarnos abandonado los sinuosos enredos del mundo para seguir el camino del Señor y consagrarnos a El para hacer vida el Evangelio. Esta fe nuestra oportunidad, nuestra segunda llamada. El Dueño absoluto de nuestras vidas no es sino solamente Uno y a Él es al que debemos antes de todo obediencia y fidelidad.


Memorias de un peregrino 1
Un rayo de luz en medio de la oscuridad
Quisiera con un testimonio expresar lo que me llevó a querer hacer memoria de toda esta etapa que yo denominaría de “noche oscura”. Sin duda fue la etapa más dura y dolorosa que pudimos vivir.  El testimonio es el de Clare Ly sobrevienta de los “campos Khmer rojos” y que podía ser titulado como: La vuelta del infierno. El siguiente testimonio de Care Ly es un testimonio de esperanza para toda la humanidad. En 1970 la guerra se extiende desde Vietnam hasta Laos y Camboya. En medio del horror de los bombardeos indiscriminados surge un horror mucho más fuerte. Entre los propios camboyanos líderes comunistas con la ideología de Mao se lanzan a querer proponer un nuevo país. El sueño de una utopía, el “angar party”, que terminará convirtiéndose en una máquina exterminadora. En 1975 vacían las ciudades, mataban los intelectuales que se oponían al nuevo régimen bajo una ideología que acababa con todos los que se oponían. Desde 1975 a 1979 se produce un genocidio de más de dos millones, un cuarto de la población de Camboya. Los fanáticos del “angar party” forzaban a practicar la tortura de hermanos contra hermanos. En medio de una crueldad que rayaba las aberraciones más grandes surgen personas que sobreviven al infierno venciendo el mal con el bien. Ante la lógica aplastante del mal no se dejaron vencer bajo la máquina de la muerte. 
Algunos que sobrevivieron a los “campos Khmer rojos”, auténticos centros de la muerte empezaron a hacer memoria de lo que había quedado oculto durante años en el sistema de tortura al que les sometieron. Muchos de los que sobrevivieron fueron los mismos verdugos. A ellos les era mucho más difícil la vida. Pesaba sobre ellos un mal del que no podían liberarse. Se dicen que fuero tocado por el “mal karma”. Fueron con crueldad adoctrinados para la tortura hasta perder la conciencia de lo que hacían. Pero el propio mal y lo que hicieron no lo podían negar. Se volvía una y otra vez contra ellos mismos como una ola que no podían aplacar. Solo volviendo a la verdad y reconociendo su culpa pudieron encontrar la paz. En el “Khmer Rouge Killing machine”, código del campo 521, hoy se conserva el “Tuol Sleng genocide museum”. Allí se descubrieron sorprendentes testimonios de sobrevientes. Este es uno de ellos. Hice memoria fuera de toda venganza movida por el deber de justicia de hacer memoria con tantos hermanos que sucumbieron en el exterminio y para comprometerme con los sobrevivientes para abrir una vía de reconciliación entre víctimas y torturadores.
La deuda de hacer memoria no era solo por el hecho de hacer justicia sino también por el compromiso de que no vuelvan a repetirse los hechos y proteger las futuras generaciones. Clare Ly nace en la región de Battmbanas al noroeste de Camboya cerca de Tailandia. Cuando los rojos entraron en su ciudad tenía un hijo y estaba embarazada, quiso huir y se lo impidieron. Durante cuatro años del 1975 al 1979 trabajó en los campos de arroz permaneciendo muda para no sr delatada. Mientras estaba en los campos dio a luz a su hija, una preciosa niña. Trató de proteger a sus dos hijos y evitar que se la llevaran los soldados. Fue maltratada y torturada pero resistió a todos los maltratos por sus hijos. Al final pudo escapar. Estuvo en un campo de refugiados en Tailandia hasta llegar a Francia con sus hijos en 1980. En el 2005 al cabo de 25 años escribe el libro para hacer memoria después de atreverse a volver. Volvió porque su hija quería conocer su pasado. Ella no se atrevía a volver. Llegando a Pompeng no podía dormir y tenía que tener prendida la luz. Poco a poco empieza a hacer memoria de los hechos para poder narrarlos. Una larga historia no fácil de narrar y esclarecer. 
En la historia arroja toda clase de detalles. En 1969 empiezan los bombardeos en las posiciones de Viet Cong de Camboya. Entre 1975 y 1978 Phnom Penh es tomado por los Khmer Rouge. En 1980 el lugar de prisión y exterminio 521 se convierte en museo del genocidio: Tuol Sleng. En 1991 se llevaron a cabo procesos de paz declarados en Paris para promover pacífica convivencia. En 1993 se boicotean las elecciones por partidarios del antiguo régimen Khmer Rouge. En 1996 algunos brotes del Khmer Rouge  tratan de oponerse al nuevo régimen. Se levanta y concede una amnistía real para asegurar una pacífica convivencia. En 1998 muere el líder Pol Poten en la frontera de Thai y se entregan los últimos Khmer Rouge. En el 2001 se empiezan a esclarece os hechos y se abre un juicio a los responsables del Khmer Rouge.



 Memorias de un peregrino 2
La asistencia y la ayuda de la Iglesia. Un visitador el P. Orcasitas
Si ya en el primer Congreso de 1997 en Siete guas para dilucidar toda la situación con María Antonia y Pilar Fiol se pidió la presencia de Monseñor Javier Errazuriz, arzobispo primado de Santiago de Chile, para mediar el conflicto, ahora el conflicto era más grande y con la nueva aprobación pontificia fue la propia Iglesia la que determinó la presencia de un visitador, el padre agustino Orcasitas que había sido provincial de la Orden de los Agustinos Recoletos y que fue nombrado asistente por la Congregación.
Ya con Mons. Errazuriz, aunque pudimos expresarnos con él, no nos sentimos del todo escuchados a profundidad. Era difícil llegar a percatarse de la gravedad de la situación. El dio todo el crédito y apoyo incondicional al Fundador, el que era para él un gran amigo. La estrategia de Fun una vez que se fue Mons. Errazuriz fue sentirse plenipotenciario en el respaldo de la Iglesia y con fuerza que daba la nueva aprobación como Nueva forma de vida consagrada fue tajante. Aquí es así y el que piense que no es así no es aquí. No había pues manera de cuestionar algo. Fue la primera separación y la primera herida que nunca sanó.
Ahora en este segundo Congreso General la situación era más grave por el número más grande de misioneras implicadas y porque la postura del Responsable General Paco como mía como Viceresponsable de rama no era la de la primera vez, de total apoyo y sumisión al Fundador, sino la de un cuestionamiento profundo. En esta ocasión tampoco era fácil con Orcasitas sentirnos escuchados, prácticamente le era todo nuevo, así que nos abrimos a acoger e iniciar todo un proceso serio y profundo de discernimiento y clarificación del carisma. Lo que en un principio el Fundador había impulsado al interno de la comunidad como un proceso de renovación y de profundización en el carisma dando cauce a una nueva orientación en la formación, profundización en el temario lanzamientos, predicación que tocar a la vida, ejercicios no todo en silencio sino abiertos a discernir para discernir juntos, toda la formación teológica atravesada por el temario con tres ciclos que integrasen espiritualidad y misión, el reciclaje o formación permanente para la renovación de la vida y la misión, etc.
Todo de repente se cuestionó y se paró. Pareciera que tantas plenarias hechas con el Fundador habían quedado todas en saco roto y pusiera no sólo freno sino diera marcha atrás a todo el proceso de renovación que empezaba a dar frutos de un nuevo aire fresco y un nuevo impulso a la vocación y a la misión. Se pusieron en cuestión una serie de puntos de espiritualidad, sobre la manera de concebir la oración, la escucha a Dios, el trato a solas, el tengo sed, el Cristo Crucificado, el amor a Dios y a los hermanos. Lo que eran elementos a conciliar se veían como opuestos, contrapuestos e irreconciliables con el carisma de la comunidad.
La verdad es que la situación era bien compleja incluso en los diálogos con Orcasitas no se llegaba a detectar  lo que era producto de una cuestión de enfermedad del Fundador  de lo que era una cuestión de reconocimiento o no del carisma. Había una tremenda dificultad para abordar el problema por no propiciarse un sereno espíritu de escucha sino de confrontación. En medio de tal situación vimos la necesidad de abrirnos a otros interlocutores. Fue de un gran alivio encontrar un hombre experimentado de Iglesia que nos dio toda su escucha y ayuda para poder vivir con otro espíritu ese tiempo de discernimiento, fue el Padre Jesús Castellano consultor de varias Congregaciones y Dicasterios. El tiempo confirmaría que lo que Dios nos estaba pidiendo era dar curso a esa nueva orientación con todas las consecuencia. Dios nos permitió entrar en todo ese calvario para salir a la luz y sacar adelante una vida nueva, una forma nueva de vivir la vocación y la misión. Si el Fundador no la reconocía como suya Dios mismo se encargaría de abrirnos en su Iglesia las puertas a esa forma nueva.




Memorias de un peregrino 3
El segundo Congreso General
El segundo Congreso General que tuvo lugar en Siete Aguas se desarrolló en todo un clima enrarecido donde más que discernir nada se partía de posturas ya tomadas. Más que poder sopesar y evaluar la marcha de la comunidad se tenía el propósito ya tomado de abortar todo aire de renovación como contrario al espíritu y carisma del Fundador.
Todo este ambiente de confrontación fue ya previamente preparado con predicaciones con alusiones a personas y donde se evidenciaba una espantosa falta de caridad y una imposibilidad para dialogar las cosas. Se tomaban juicios aleatorios, se transgiversaba la realidad con críticas por detrás y condenas despiadadas. Yo le dirigí una carta al Fundador en privado en donde le exponía que percibía que Dios nos llamaba a todos a convertirnos. Se estaba faltando al primer carisma de todos que era el de la caridad. Se estaba sembrando un espíritu de discordia y de división que no sabíamos el alcance que podría tener. Uno fácilmente intuía que para los más débiles y frágiles en la fe podía tener consecuencias irreparables. Nada peor que el fariseísmo de adueñarse y creerse poseedor de un carisma y de la verdad actuando con hipocresía sin dejarse cuestionar.
No se podía acallar al Espíritu que habla en todos y a través de todos. Nadie podía creerse dueño absoluto del Espíritu. El hacer bandos, juicios y condenas atreviéndose a la ligera a marginar, excluir y decidir quien estaba dentro o fuera por vivir tal o cual orientación era además de fortuito tremendamente peligroso. Tales rencores son más indicadores del antireino que del Reino que estamos llamados a vivir. Era importantísimo descubrir lo que Dios nos estaba queriendo decir a través de los hechos y circunstancias que vivíamos abandonando nuestros prejuicios y nuestras voces a veces tan distintas a la voz de Dios. ¿Cómo captar que esos momentos podrían ser de gracia y no de desgracia, de verdadera construcción y no destrucción de la obra d Dios? La llamada era de ponernos todos bajo la mirada y la presencia de Dios para que fuera El mismo el que dictara sentencia. Era preciso darle todo el crédito y la soberanía a Dios y no levantarse nadie ocupando el puesto de soberano garante de la suprema verdad. El culto a los hombres aunque sean santos no debe de prevalecer al de Dios para no convertir la latría en una idolatría. Por desgracia hace mucho daño cuando levantamos ídolos que son de carne y hueso y no pueden salvar.
Era para todos necesario confesar esta soberanía y primacía de Dios sobre todos y ponernos todos humildemente en conversión y a dejarnos convertir por Dios. Recuerdo que al comienzo del Congreso en la misa e inicio celebrada por Mons. Errazuriz se leyó el evangelio del envío misionero de Jesús: Id en busca de las ovejas perdidas. Id y anunciad que el Reino de Dios está cerca. Curad a los enfermos, resucitad a los muertos, sanad a los leprosos, expulsad a lo demonios y todo esto hacedlo gratuitamente. Me invitó a compartir la homilía, fue algo totalmente inesperado e improvisado pero aún recuerdo se momento. Precisamente percibí esta llamada de Dios: Si no volvemos a hacernos como los niños no podremos entrar en el Reino de Dios. 
El evangelio de por sí habla con toda su fuerza. ¿Quién puede atreverse a creer que por uno mismo puede dar la vista a los ciegos, sanar a los leprosos, expulsar a los demonios o resucitar a los muertos? Tal obra es totalmente imposible a los hombres sino es sostenida y avalada por el poder de Dios. A todos nos pide que nos pongamos con las manos vacías y abiertas para acoger el don de Dios, su gracia, su amor, su misericordia. Es puro don. El donde la fraternidad y el reino es un puro don que ha de ser acogido y recibido. El Señor lo da a los pobres, a los sencillos, a los humildes de corazón. Nosotros somos esos pobres ciegos, leprosos, cubiertos por la lepra del pecado que necesitamos ser curados antes de intentar curar o salvar a nadie. Esa era la llamada que Dios os hacía a todos. Dejarnos curar, convertir, transformar por Dios, cambiar nuestro corazón, hacernos como niños para pode convertirnos en artesanos del reino promoviendo la reconciliación y la paz.





Memorias de un peregrino 4
Mi informe para el Congreso
Preparándome para el Congreso preparé un informe. El informe me dio pie para evaluar todo el proceso. En el informe exponía. He pasado por todo tipo de experiencias muy dolorosas preguntándome sobre el porqué de ellas. Muchas de dejaron perplejo y sin capacidad de reacción. Reo que este es el momento de tomar parte en la exposición y el discernimiento de los hechos vividos. La última situación vivida en el primer Congreso fue también muy dolorosa y lo que menos quisiera es que volviera a repetirse algo semejante.
Por fidelidad a nuestro compromiso y con el intento de velar por la consagración de cada hermano veo necesario hacer luz sobre el proceso vivido. Como viceresponsable y persona implicada en la formación sobre todo al frente de la dinámica que llevábamos en Loeches con el tercer ciclo y en Filipinas con el primer y segundo ciclo he tenido oportunidad de compartir la escuela de formación y los procesos de acompañamiento de misioneros y misioneras. El “comunitarismo” tachado como “algo pegajoso y sustitutivo de Dios por el hermano” no ha sido sino el intento de buscar una ayuda fraterna que desde un enamoramiento sincero con Cristo fuera capaz de salvaguardar, asegurar y ayudar al mayor despliegue de la vocación y vivencia de la misión en cada hermano-a. Vi que tal dinámica no tenía otro cometido que el afianzar la consagración y la misión. Como contraste era algo a potenciar entre los misioneros que adolecíamos de una preocupación más seria por cada hermano. ¿No sería éste el motivo de que algunos no se hubieran sentido acompañados y acabaran por no perseverar en la vocación?
Este cuidado atento por la consagración del hermano vimos también extremarlo en la Junta restringida saliendo al paso de ciertas cuestiones delicadas que debíamos contrastar con el Fundador. Ante la imposibilidad de propiciar un diálogo sereno expuse a través de dos cartas todo cuanto veía cuando Jaime, el Fundador, expresó que se lo diéramos por escrito. Poco a poco la falta de diálogo se fue incrementando y haciéndose cada vez más difícil lo fue constatamos en las Juntas sucesivas. Fue esta la razón de empezarnos a plantear la necesidad de un Congreso para tratar la situación a fondo. El nombramiento por parte del Fundador de Mari Cruz como Delegada no ayudó a aclarar la situación sino a empeorarla.
Esto sobre todo lo vivimos en Asia donde después del paso de Mari Cruz por las comunidades de Taiwán y Filipinas según me expresaron distintas misioneras se hizo evidente la confusión y desorientación. Cuestionó la orientación de los responsables hablando de desobediencia al Fundador. Se tomaron orientaciones y cambios sin ninguna consulta ni a Rosa Responsable de Rama ni a mí como Delegado en Asia. Ante la situación de confusión y la ambigüedad de las actuaciones del propio gobierno propusimos una Junta-retiro de tres días en Siete Aguas para poder hablar de la situación. Nos preocupaba sobre todo crear en las personas problemas de conciencia de a quién tenían que obedecer cuando se ponía en duda la orientación de los responsables. Esto lo abordamos hablando con toda sinceridad ante el Fundador. Le pedimos por favor que aclarase la forma de ver cuál es el sentido de la obediencia, si esta pasa por los responsables de Rama el no puso poner en duda en ningún momento a los responsables con los que estaba totalmente en plena sintonía. Le insistimos que si hay alguna desobediencia nos aclarase en qué y que si había desviación de carisma que expresara en qué punto. Creía que de esta junta podía salir algo esclarecedor pero no fue así, vimos con mayor urgencia la necesidad del Congreso para salir de toda ambigüedad. 
Decidimos orar y pedir a todos prepararnos para el Congreso. El Congreso pudo ser la oportunidad para clarear la situación. Me sorprendió el que tan claramente pudiera expresar con tanta claridad en estos términos: Creo en la conversión de las personas y pido a Dios la mía y la de todos. No quiero regirme por lo que siento pues en estos momentos sufro muchísimo por todos. Si Dios ha permitido que viviéramos estos momentos espero y confió que saque vida nueva y formas nuevas de vivir para toda la fraternidad. Hoy soy consciente de que lo que pedía a Dios se hizo luego más tarde realidad.




Memorias de un peregrino 5
La dimisión de los Responsables Generales
El Congreso no dio para tratar el problema que de fondo vivíamos. Como era costumbre se creía que cambiando las personas de puestos se solucionarían los problemas. Todos sabíamos que sin un cambio profundo de los corazones y de nuestras actitudes nada cambiaría. La situación estaba pidiendo este cambio profundo de forma de actuar si de verdad queríamos vivir una nueva forma de vida consagrada, no solo de nombre sino de hecho.
El Congreso pronto derivó a una nueva elección con un cambio de responsables. Los dos responsables generales dimitieron de su cargo y se procedió a una nueva elección de responsables. Paco y yo fuimos reelegidos mientras que en las misioneras se dio un cambio de responsables. Se puso a Isabel Fornari de Delegada de la Fraternidad bajo el nombramiento de Jaime y María José fue elegida como nueva responsable de Rama.
En el Congreso se suplicó que de momento no se cambiara la orientación de la Formación Teológica hasta que acabara el curso. Se propuso hacer un Simposio de Teología para poder estudiar, evaluar y discernir si se continuaba o no con la nueva orientación dad a la Teología.
De momento se continuaba la Formación pero con nuevos responsables. Pero toda la orientación de la Formación cambio dando marcha atrás y poniendo freno a todo brote de renovación. Fue todo un tiempo de mucho sufrimiento y mucha contradicción porque a lo que se había visto blanco ahora se lo veía negro.
Diríamos que el Congreso terminó girando todo en torno a la destitución de la Responsable general sin poder dialogar las cuestiones a fondo. Dividiendo la comunidad entre dos bloques fantasmas de los que estaban a favor o no de acuerdo con Jaime, todos salimos perdiendo y las cuestiones quedaron sin resolver.
No era fácil entrar a profundidad en todo lo que vivíamos suponía todo un clima de sinceridad y de tratar las cosas y las personas como no estábamos acostumbrados a tratar. Sobre las personas se cernía todo un tipo de enjuiciamiento minando la conciencia y el fuero interno de las personas. Era la oportunidad de iniciar un cambio en la forma de tratarnos en verdad y de dejar a un lado de desacreditar por detrás y no saber afrontar los problemas internos con serenidad llamando a las cosas por su nombre con serenidad y amor fraterno como responde a verdaderos hermanos en la fe. Creyendo que se solucionaban los problemas cambiando simplemente los cargos lo que se hacía era seguir agudizando las tensiones hasta hacer la situación totalmente insostenible. Se hacía evidente que no podíamos continuar así.



 Memorias de un peregrino 6
Evolución post Congreso
Quise preparar otro informe de evaluación del periodo del post Congreso. En este informe exponía un balance del último Congreso. Las primeras juntas con el nuevo gobierno no hicieron las cosas más fáciles. Se hizo caso omiso a las sugerencias de Mons. Errazuriz de hacer puentes con el gobierno anterior, lo que suponía el trabajo lento de saber discernir el trigo de la cizaña. Se optó por cortar de raíz todo germen de brote anterior.
En las juntas de gobierno tratamos de abordar y esclarecer el fondo del problema. ¿Qué le pasa a Jaime, es enfermedad miedo a que se haga sombra al fundador miedo a que haya personas que tengan más crédito o valoración que él? Si no se reconoce en la orientación que toman personas no sería más justo adoptar otro camino. Yo por mi parte presente a toda la junta un informe titulado Reflexión sobre el post Congreso, Conversión a Cristo y al Evangelio.
En el informe expresaba las objeciones que veía en el discutido tema de la espiritualidad asociada a nuestro carisma específico que sin dudad marca la forma de entender nuestra formación discipulado y misión. A todos nos preocupa la formación de los nuevos apóstoles del mañana y todos queríamos una vivencia de la vocación más integrada.
Hemos de saber tener una visión más integradora de aspectos que no deben de darse confrontados. Hemos de evitar polarizaciones y saber integrar matices distinguiendo distintos planos y acentos. Hemos de tener una mirada amplia que no vea todo mal sino saber descubrir el bien dejándonos enriquecer y convertir sin querer cortar la cizaña apresuradamente cortando también el trigo.
Cierto dualismo siempre confrontado con una visión muy negativa de la condición humana que lleva a polarizaciones de los aspectos con posturas enfrentadas sin verdadero discernimiento de las cosas no es justo ni saludable. Nuestra condición humana si bien quedó herida por el pecado está también penetrad del Espíritu que viniendo en ayuda de nuestra flaqueza nos empuja y nos hace distinguir lo bueno, lo agradable y acepto a Dios.
La situación dialéctica de elementos que se contraponen en nuestra espiritualidad piden la superación del conflicto restableciendo la armonía y la unidad desde el misterio de la cruz de Cristo. El ha derribado los muros que nos separaba en la cruz par restablecer la paz. Sólo el amor de Cristo es capaz de unificar las posturas que pareen irreconciliables. Solo el amor de Cristo crea la unidad y la comunión en medio de las diferencias aceptando al otro en su alteridad y complementariedad. Necesitamos de una verdadera conversión a este amor.


Memorias de un peregrino 7
Los primeros bandazos del nuevo gobierno
En la primera junta general de gobierno propusimos el hacer al menos una semana de ejercicios todos los miembros de la junta. Era necesario una unificación profunda sobre todos estos aspectos tan fundamentales si queríamos orientar toda la Fraternidad. Era bueno orar juntos para ponernos todos de acuerdo en la orientación que queríamos ofrecer a toda la Fraternidad. En estos ejercicios se verían las personas que darían luego las tandas de ejercicios en los distintos sectores.
Sin ninguna previa consulta estos ejercicios no se hacen y son Jaime e Isabel quienes se proponen ellos mismos para hacerlo. Aunque se había decidido en el Congreso no hacer ningún cambio en la orientación teológica mientras no se hiciera el Simposio de Teología se toma la decisión de enviar a todos los que estaban en el tercer ciclo a estudiar al Distrito Federal de Méjico.
En este clima enrarecido se realizaron los ejercicios de Filipinas. En Filipinas se daba por gracia e Dios un ambiente de comunión muy fuerte entre misioneros y misioneras. En contra de las resoluciones del Congreso se empezaron a tomar todo tipo de decisiones y orientaciones sin previa evaluación ni discernimiento sobre las personas y el conjunto de la Fraternidad. Las determinaciones se tomaban previamente por Jaime e Isabel sin consultar para nada con los superiores de la rama de misioneros.
Durante los ejercicios no cesaron reuniones las reuniones de Isabel con las misioneras intentando imponer el criterio de Jaime sin un mínimo de escucha diálogo y discernimiento. Todo se daba como hecho con decisiones nada contrastadas. Algunas misioneras se acercaban a los misioneros a decirles que podrían pensar en irse a tal lugar para continuar sus estudios con tal orientación. Ellos luego volvían a nosotros llenos de confusión porque no sabían lo que pasaba.
Dada la situación de perplejidad y confusión yo me acerqué a Jaime a decirle que no estaba dispuesto a seguir de responsable si no cambiábamos en nuestra forma de proceder. El me expresó que estaba muy contento con todo lo que habíamos trabajado en las comunidades de Asia y de Filipinas y que valoraba mucho nuestro trabajo. Yo le exprese que todo podría venirse abajo sino lo cuidábamos y que por amor a los misioneros y misioneras pedía que las cosas las pudiéramos dialogar abiertamente. Las cosas estábamos acostumbrados a hablarlas y tratarlas abiertamente en comunidad.
Sin estar nada situadas las personas que venían de afuera fueron descalificando a las personas sembrando el descrédito ante el responsable de rama, la formación la teología etc. Pronto se empezó a sentir el mismo aire que se respiraba en España. Un clima pesado, de desmotivación y desconfianza, caras tristes en lugar de un clima de fe viva y de contacto vivo con Cristo.


 Memorias de un peregrino 8
Preparación del Simposio
Confieso que poco a poco uno iba perdiendo la fe la motivación y la esperanza. Ante el Simposio de Teología uno tenía pocas esperanzas de que se fueran a solucionar o aclarar las cosas. Todo parecía sentenciado a priori. De cualquier forma hubo el sincero intento de prepararlo lo mejor posible por fidelidad a Dios y para que n quedase en saco roto la labor tan grande que se había hecho en cuanto a los pasos tan bonitos que habías visto en la integración de la espiritualidad, la oración, la teología, la vida y la misión.
Yo me retiré unas semanas en oración y reflexión para poder ordenar todo lo trabajado en todos los últimos años donde reorientamos la formación teológica a través de los tres ciclos. Intentamos entre los profesores que  trabajamos desde las distintas áreas preparar un dosier que sirviera de documento de trabajo para el Simposio.
En este dosier lo que se intentaba era demostrar que el único interés que nos movió a hacer todo el cambio de formación no fue otro que el responder a lo que el mismo Fundador insistentemente nos pidió para una mejor integración de los estudios con la oración y la predicación. Queríamos además seguir las mismas orientaciones de nuestra Iglesia y sus directrices en cuanto a la formación y renovación teológica.
Nuestro interés no había sido sino el seguir las directrices de formación y renovación teológica que propone la Iglesia a partir del Concilio. Habíamos trabajado mucho sobre ello, y tratado de seguir fielmente lo que a tal respecto la Iglesia aconseja en las mismas orientaciones del  Concilio y sucesivos documentos para tratar de hacerlas nuestras. Profundizamos la “OptatamTotius” y sus orientaciones: “Revísense los métodos didácticos y renuévense los estudios teológicos de forma que los estudios concurran armoniosamente a abrirnos cada vez más al misterio con Cristo a la luz de la fe, del desarrollo de las verdades de la revelación, en contacto con su Palabra” (OT 16).
Nuestra formación ha de incidir en la vida con todas las implicaciones de cada verdad de fe que creemos, buscando en todo la integración para que la formación no se quede puramente teórica, sino que incida en la vida, para la vida y la misión a la que Cristo nos llama. Creíamos que se podía verdaderamente crecer y avanzar en una teología de comunión que nos integre todos los aspectos de la vida en función de nuestra vocación y misión. La Iglesia insiste que sea desde el contacto vivo con la persona de Cristo como buscar esta integración con la interacción y escucha recíproca entre profesores y alumnos en una verdadera escuela de vida para no dejarnos arrastrar tanto por el intelectualismo como por el activismo que acaban por mermar nuestra vocación. Adolecíamos de invertir muchos años en la formación teológica sacando pocos frutos. Más que acumulación de contenidos queríamos orientar la formación a que fuera una verdadera conformación en Cristo adecuando nuestra vida a su Palabra y nuestra palabra a su vida y a su Evangelio.
Con mucho esfuerzo  hicimos todo el giro de nuestra teología, siguiendo las indicaciones del propio Fundador, poniendo ésta en el proceso de integración de las verdades de fe vertebradas a través de los cuatro ejercicios y en constante profundización a través de las distintas áreas, biblia, dogma, moral, etc. para saberlas transmitir hechas vida de nuestra vida. Todos los implicados en la formación en las distintas áreas y ciclos hicimos documentos de trabajo para justificar tanto en el método como en la sistematización de todas las áreas. Tras consultas con gente muy preparada a las que también pensamos invitar para presidir algunas sesiones preparatorias, propusimos un programa como “lineamenta” del Simposio. Nos parecía muy válido y orientativo los temas del último congreso sobre la formación teológica de los seminarios y universidades presidido por Mons. Romero Pose. Fue éste una de las personas que propusimos invitar. Como era de preveer todo quedó en el tintero.




Memorias de un peregrino 9
Simposio de Teología
Paco y yo habíamos pedido cinco juntas generales con el Fundador, Isabel y las responsables de las misioneras para evaluar objetivamente la formación y la teología y no trasladar al Simposio otros problemas. Pero al no estar aclarados estos era como pedir algo imposible. Yo mismo le había dicho al Fundador a su paso por Filipinas que no utilizara el Simposio para ventilar otras cuestiones para no repetir lo del Congreso. Incluso le advertí casi como ultimátum que no estaba dispuesto a continuar así.
El Simposio se inició como sucedió en los Congresos anteriores sin saber a dónde se iba o peor aún con la presunción de que la postura antes de ser tratada o discernida ya estaba decidida. Hicimos todos los intentos por crear diálogo pero era como darse con un muro, una y otra vez constatábamos que había otra intención de fondo. En el Congreso se había tomado la resolución de frenar por completo la formación y la orientación. Todo esto estaba ya alterado y a priori parecía ya todo decidido.
Se pasó a exponer lo trabajado en los distintos centros de de formación, Loeches, Filipinas, etc. Yo le cedí el lugar para que expusiera una misionera implicadas en la formación lo vivido en Filipinas. Fue muy triste para mí verle totalmente mentalizad e influenciada por El Fundador y la Presidente como sus responsables elegidos en el último Congreso para desmerecer e incluso ponerse en contra de la formación que habíamos hecho.
Su exposición a mi parecer fue totalmente desvirtuada y manipulada. La gota que rebasó el vaso fue la exposición de Paco, responsable de la rama de los misioneros al frente de la formación en Loeches con la antigua responsable de las misioneras.
Todo un grupo de misioneras que no habían participado del proceso y estaban al margen de la formación teológica empezaron a defender a ultranza que tal formación no estaba en la línea con el carisma. Sin ninguna objetividad, ni piedad, ni caridad, empezaron a bombardear con críticas totalmente infundadas sin dejarle ni tan siquiera que él respondiera.
Fue significativo que una de las misioneras que se había quedado dormida despertó como en éxtasis que por una imagen que le vino se le hizo claro el paralelismo de su forma de hacer teología con la manipulación genética. Me pareció tan sucio y atentar de una manera tan antievangélica a la caridad y a la verdad que decidí abandonar el Simposio.




Memorias de un peregrino 10
Mi salida del Simposio
Yo había advertido al Fundador en privado en Filipinas y luego en la junta general que si convertíamos el Simposio en otra pelea entre hermanos abandonaría. Ante lo que a mi entender no sólo era faltar  la verdad sino a la caridad con difamaciones, provocaciones, descalificaciones y juicios totalmente infundados sobre nuestro Superior de Rama y todos lo que apoyábamos esa nueva orientación.
Me era muy violento la manipulación y mentalización de las personas para prestarse al juego diabólico de demonizar y descalificar lo que había sido antes tan apoyado y valorado no sólo por el Fundador sino por personas implicadas en la formación que de repente cambiaban radicalmente de actitud como era el caso de la responsable de Filipinas.
No había forma de aportar ni avanzar en algo estaba sentenciado a morir desde el primer momento. Tan solo contesté al informe que preparó la Comisión teológica como si todo hubiera salido la mar de bien y no hubiese pasado nada. Respondí que había recibido el reporte del Simposio y que disentía del espíritu de aquel encuentro, que más de un encuentro de hermanos había sido una pelea absurda con la sola intención de tirar por tierra todo lo realizado. Expuse que ante esta falta a la verdad y a la caridad quise hacer evidente mi disentir con mi retirada del mismo. Mi percepción era que la comunión y la fraternidad estaba totalmente erosionada y que veía una comunidad totalmente dividida.
Como fue mi temor del principio se proyectaban a la formación teológica cuestiones que nada tenían que ver con ella y se terminaba como ocurrió en los Congresos desacreditando el fuero interno de las personas con el único intento de juegos de poder reflejando resentimientos y revanchas para ventilar otras cuestiones.
Para mí era tremendamente doloroso ver a los hermanos enfrentados. No merecía la pena tratar de defender ninguna orientación ni cuestión teológica cuando esto nos priva no solo de la comunión sino del amor entre nosotros. Sentí una profunda llamada a pararme y plantearme a dónde vamos, a orar y pedir una conversión y revisión profunda para todos. Así lo expresé a la comisión y a la junta. A los tres días Paco presentaba su dimisión y yo como vice responsable de la rama convoqué una Asamblea general de la rama de los misioneros.



Memorias de un peregrino 11
La Asamblea de Misioneros
Aunque este tramo me resultaba extremadamente difícil de vivir por fidelidad a Dios y a la conciencia vi que el último reducto para esclarecer algo de lo vivido y que nos afectaba a todos al menos en lo que a mí me concernía ante la rama de los misioneros era convocar una Asamblea  extraordinaria de nuestra rama donde convocar a todos los misioneros de votos perpetuos. Tras la dimisión del responsable de Rama era necesaria una nueva elección. Quise propiciar este último marco para al menos entre los misioneros pudiéramos hacer luz ante la situación que estábamos pasando. Me propuse como había hecho anteriormente ante los Congresos y Simposio elaborar un informe de lo vivido antes del último Congreso después del Congreso y durante el Simposio de Teología. Después de la dimisión de nuestro Responsable como vice responsable de la Rama y miembro del Consejo de rama y de la junta general de la Fraternidad por fidelidad a Dios y a la Fraternidad habiendo seguido muy de cerca todo lo vivido en el último periodo del Gobierno sentía el deber de informar y dar cuenta a todos los misioneros de votos perpetuos de la Fraternidad. Mi propósito era sobre todo tratar de esclarecer la situación y ayudarnos con la fuerza del Espíritu a arrojar luz sobre la misma y poder discernir lo que más convenía en esos momentos para bien de todos. 
Al comenzar la Asamblea dimití de mi cargo y propuse las nuevas elecciones pero antes propiciar un clima de sincero diálogo entre nosotros. Algo se pudo hacer creo que algunos nos sentíamos libres de hacerlo incluso frente al Fundador pero no cabe duda que su presencia condicionaba mucho. Dentro de los misioneros aunque con menos presión que con las misioneras también se percibían los bandos y las divisiones. Antes de nada quise pedirle al Señor y a todos que la Asamblea fuera un momento de gracia de renovación e impulso para toda la rama de misioneros y toda la Fraternidad. Al menos por mi parte trate de ser lo más libre y objetivo para no dejarme arrastrar por los primeros impulsos. Quise dejar claro que nunca tanto Paco como yo fue formar ningún grupo a parte, que el único intento era ayudar a vivir de la mejor manera nuestra vocación y misión.
Manifesté que veía mi historia como una historia de misericordia de Dios llevada con mi pobre intento de fidelidad con la ayuda de todos. Para mí lo absoluto era vivir el Reino y desde ahí intentar propagarlo. Desde un clima de división me resultaba muy difícil vivirlo y propagarlo. Me dolía inmensamente ver dividida la Fraternidad, hermanos contra hermanos enfrentados. Mi propósito no era hacer la guerra ni sembrar la división sino favorecer a vivir la comunión y el Reino. Expuse que si bien siempre trate de ser totalmente fiel y obediente a las directrices del Fundador ahora por la misma fidelidad a Dios disentía profundamente en la manera de actuar que estaba viendo. Me cuestionaba profundamente la orientación el modo de funcionar y la estructura de gobierno. Sentía que delante de Dios lo estaba dispuesto a secundar y apoyar ninguna determinación que afectara a toda la Fraternidad sin haber dialogado a fondo. 
Durante mucho tiempo hice de almohadilla para que el carro ruede diciendo amén a la voz del Fundador pero que en estos momentos no podía apoyar lo que uno tiene serias dudas que sea de Dios. No podía admitir el recurso a las expresiones de desobediencia al Fundador o desvío de carisma por detrás mientras por delante se decía que había un pleno acuerdo y entendimiento. Si por parte del Fundador no se reconocía en lo que intentábamos vivir y el comprendía que era un desvío de carisma. Habría que seriamente afrontarlo. Ahora me sentía sin miedos a defender la verdad aunque me costara. Para mi Cristo era  la razón de mi vida y mi vocación y sentía que a Él quería escuchar, atender y responder. Quise proponer a la Asamblea invitar a Rosa a que también pudiéramos escucharla pero no se vio la propuesta. Algo se pudo de cualquier forma esclarecer pues apenas se dio margen. Al menos quise propiciar un clima de diálogo y de diálogo en verdad. La verdad no se contrapone con la caridad. Quise sentar precedente que cuando si se faltaba a la caridad o a la verdad con palabras hirientes o calumnias yo dejaría la reunión y que me retiraría a orar por todos. Es más adelanté que si después de la Asamblea todo seguía igual pediría un tiempo largo de oración y discernimiento, un año sabático. Así fue como después ocurrió.
.



Memorias de un peregrino 12
Mi petición a la Asamblea
Después de orarlo mucho quise comunicar a la Asamblea extraordinaria de los misioneros mi deseo de pedir como así lo había manifestado  en mi retirada del Simposio un tiempo largo de oración y discernimiento un año sabático. No creía que en mi situación debía tomar parte en el proceso electoral. No estaba dispuesto a tomar parte en el gobierno mientras no cambiase la estructura de gobierno y el modo de funcionar de la Fraternidad.
Así que abandoné la Asamblea pidiendo tomar este tiempo de oración y discernimiento. No quería tomar ninguna opción apresurada ni menos forzar a nadie a tomarla sino que obrásemos cada uno con plena libertad de conciencia. No ponía en duda ni mi vocación ni mi sacerdocio pero sí la forma de vivirlo. Ante las vastas mieses de la misión de la Iglesia no podemos pasar la vida en continuas tensiones luchas desgastantes y paralizantes internas. Quiero invertir el don recibido en la iglesia a favor de los miembros más necesitados desde un corazón libre de valoraciones humanas. Creo en la fuerza de Cristo y de su Evangelio para sanar y transformar nuestros corazones.
Como final de la Asamblea se realizaron las nuevas elecciones y Felipe fue nombrado nuevo responsable. Él aceptó mi propuesta y me envió a Filipinas para hacer esta experiencia sin tener ahora que involucrarme en todo el proceso de la formación. Gracias a Dios los misioneros en Filipinas habíamos decidido cambiar la formación a la Universidad teológica que llevaban los jesuitas en Mindanao y que luego pasaron llevar los responsables del Seminario de Cagayan de Oro. Era la mejor manera de salvaguardar y al menos no se echara por tierra todo lo trabajado.
Yo por mi parte comencé a pensar que este periodo lo podía vivir en peregrinación a la India para terminar el proceso con los ejercicios de mes que tendríamos en el verano. Me fui a Salamanca con mi madre a recuperarme un poco. Era el 15 de Agosto día de la Asunción y le pedí a la virgencita que nos amparase. Mientras tanto en Septiembre fue la última anda de ejercicios en Siete Aguas donde hermanas que les llegaba el momento de hacer los votos perpetuos fueron frenadas y cuestionadas por el desvío de carisma. Después de nombrarse un comité de discernimiento definitivamente la Fraternidad envió a todo un grupo de veinte misioneras con Rosa a Argentina para ultimar el discernimiento y ver que se hacía con todo lo que vivíamos.
Me sentía tan abatido que hasta se me paralizó un brazo y tuve que hacer ejercicios de rehabilitación en Salamanca para recuperar el movimiento. Antes de irme a Filipinas me fui con mi madre a poner bajo el amparo de la Virgen de Fátima mi futuro y el de la Fraternidad.




Memorias de un peregrino 13
Se abre todo el proceso de discernimiento
Finalizada la última tanda de ejercicios en Siete Aguas al empezar el nuevo curso se dio un giro total a la formación. Se paró toda la formación teológica y se inició todo un periodo exhaustivo de discernimiento para ver si el espíritu que se vivía de renovación se reconocía o no como parte del carisma de la Fraternidad. Durante el mes de Noviembre se inició en Madrid en una parroquia del centro este proceso de discernimiento teniendo como mediador al P. Orcasitas. En este proceso el Fundador estaban el Fundador, la presidenta Isabel y los nuevos responsables así como todo un grupo de misioneras “disidentes” y los que más directamente estuvieron implicados en la formación. Por eso me invitaron a tomar parte.
Si ni en el Congreso, ni el Simposio, ni la Asamblea pudieron darse un clima de escucha serena se hizo el intento de hacerlo con el P. Orcasitas. Más tenía un aire de Inquisición que de discernimiento real. Por supuesto que en cualquier evaluación de la marcha de la comunidad hay logos y errores y en todo proceso hay cosas que valorar, criticar incluso cambiar, puede haber fallos y desviaciones a corregir y se puede hacer una sana evolución y crítica constructiva pero veías que ese no era el propósito ni el objetivo. Se quería trasladar errores de doctrina a lo que eran otros problemas de fondo.
Las posturas estaban previamente tomadas antes de oir o escuchar nada y eran tantos los prejuicios y los mecanismos de descrédito y crítica destructiva que cualquier intento de querer salvar algo de lo vivido resultaba totalmente inútil. Parecía fuera de toda lógica hasta irreal lo que estabas viendo. Te parecía mentira que se pudieran transgiversar las cosas de tal manera e intuías no solo el daño espiritual sino psicológico que podía ocasionar en las personas. Yo solo tuve fuerzas y capacidad para participar en las primeras sesiones, luego me retiré pues me veía totalmente agotado. Expuse que respetaran mi opción de retirarme a orar y tener esos discernimiento en oración durante aquel año sabático que había pedido.
Me fui a hacer la rehabilitación médica a Salamanca. Solía ir a la capilla del Santísimo en la Catedral de Salamanca donde hay una hermosa piedad de Carmona. A la entrada hay un cartel con una frase tomada del libro de las Lamentaciones: “Los que pasáis por aquí decidme si visteis dolor tan grande”. Sentía la necesidad de orar y deponer todas estas situaciones y las nuestras en el regazo de la Virgen.  Me era un fuerte contraste que en aquellos ambientes de gente enferma, las terapias de sanación estaban acompañadas de un fuerte respeto, estima y valoración de cada persona y que en eses entorno cálido de sintonía afectiva era el sustrato donde las personas iban saliendo a flote.
Era totalmente a la inversa lo que acontecía en el marco comunitario que vivíamos. Una permanente duda sospecha crítica destructiva falta de valoración y respeto hacia el otro cada vez te hundía más en el polvo hasta hacerte polvo. Ese maltrato psicológico o era solo anticristiano sino me parecía antihumano. Me sentía totalmente paralizado físicamente y espiritualmente perdiendo todas las fuerzas.
 Todo este periodo fue de gran sufrimiento no solo para mí sino por ver la cantidad de personas a mi alrededor que estaban sufriendo y padeciendo un verdadero Calvario. Vi las hermanas que,  después del mes del proceso, estaban también agotadas algunas casi enfermas. Rosa con un grupito antes de ser enviadas a Argentina se fueron a orar a Briviesca. Quedamos en que oraríamos y nos mantendríamos en contacto.




Memorias de un peregrino 14
Una situación cada vez más insostenible
La comisión de discernimiento determina que un grupo de veinte misioneras con Rosa vayan a Argentina como experiencia piloto para dilucidar si había continuidad o ruptura, para ver si lo que allí se desplegara era algo nuevo fuera del carisma o se lo reconocía dentro del carisma.
Mientras las primeras hermanas del grupo en cuestión salían para Argentina yo salía para Filipinas ligero de equipaje pero con una buena mochila de sufrimiento encima. Todo el trance que vivíamos era super dolorosísimo y l mismo sufrimiento era como una vía de entrada para percatarnos de tantas situaciones dolorosas en nuestro mundo que se vivían por falta de diálogo, de profunda escucha, de entendimiento. Veía todo un reto de aprender a conjugar las diferencias en lugar de confrontar, oponer dividir. Sentía el mundo necesitado de una profunda misericordia para darse la aceptación mutua, el perdón y la reconciliación que restaurase las heridas tan profundas de comunión.
Nuestro mundo y nuestra época estaba profundamente marcada por la dialéctica de la oposición y falta de diálogo. Resultaba doloroso ver tantos fracasos matrimoniales con separaciones y divorcios. La renovación del Concilio abrió sus puertas al ecumenismo y diálogo interreligioso, pero la propia Iglesia arrastra desde siglos dificultades grandes para vivir la comunión. Quizás toda esta situación fue una vía de entrada sin duda para abrirnos a todas estas realidades y poder hacer en nuestra carne y a través de nuestra propia historia un camino de reconciliación que diera a luz una sensibilidad nueva para promover la escucha, el diálogo y la comunión.
Durante este tiempo se imposibilitaba bastante el diálogo, se trataban de silenciar las cuestiones de fondo, pero cuando una comunidad se encierra en sí misma no solo se enferma sino que se paraliza se atrofia y se muere. Se empezaba a detectar estos signos de muerte, signos de una situación cada vez más insostenible. En el corazón de la Iglesia debe de haber siempre este espíritu de conciliación y reconciliación para superar toda división. La misma palabra sínodo significa caminar ponerse en camino y fue lo que empezó a cobrar fuerza en mí de retomar este espíritu de peregrinación. Hacer toda una peregrinación que me ayudara a hacer este camino por dentro, recorrer los sinuosos caminos de reconciliación para desarticular y desenredar los mecanismos que atrofian el corazón.
Sólo atreviéndome a hacer este camino interior de verdadera conversión y reconciliación profunda se podía dar a luz corazones nuevos capaces de empezar algo nuevo. Era preciso hacer este camino para promover la paz y la unidad, un espíritu de comunión que naciera de un corazón reconciliado. El trabajo por superar las barreras y divisiones de nuestro mundo comenzaba en el corazón. En medio de nuestro mundo lacerado por divisiones, confrontaciones y rivalidades sentía una fuerte llamada de Dios para promover el diálogo y la reconciliación siendo hombres de comunión promoviendo la unidad y la paz.

Desde los escombros, desde las cenizas de una Fraternidad hecha añicos sentía que Dios nos estaba pidiendo recomenzar para levantar una nueva fraternidad. Todo este camino sinuoso que estábamos recorriendo no era un túnel sin salida, no iba a ser estéril nos esperaba el Señor para darnos una nueva vida, un nuevo conocimiento, una nueva captación de su llamada para promover la reconciliación y la paz. Como un ciego con escamas que no puede ver poco a poco el Señor fue abriendo nuestros ojos doloridos y sumidos en el llanto para reconocerle presente al que había quedado como ausente en el camino.

 

Memorias de un peregrino 15
Se agrava la situación. Proceso de degradación y enfermedad
Partimos para Filipinas y el grupo en discernimiento para Argentina, pero el grupo en discernimiento era mucho más grande del que uno se imaginaba. Eran muchas las personas que se tachaban de deformadas y que había que reformar. Quienes vivían más metidas en el entramado comunitario de España sufrían más las consecuencias de esta persecución, intimidación hasta acoso psicológico que iba agravándose hasta en muchas de ellas aparecer síntomas depresivos o de enfermedad. La presión que se hacía era muy fuerte porque uno no podía renunciar a que lo que había visto como de Dios quererlo ver como del diablo.
Estaba en juego el reconocimiento de la voz de Dios en la propia conciencia. Según decía el Concilio: “La persona reconoce en su conciencia los dictámenes de la ley divina y uno debe respetar la conciencia y el fuero interno de las personas como lo más sagrado. A nadie se le puede obligar a obrar contra su conciencia”. (Dignitatis Humanae 3). La verdad y el bien se imponen por sí mismas, no hay que forzarlas, salen por sí mismas a la luz. No hay nada que quede en la oscuridad. Todo lo que escuchamos y reconocimos como voz de Dios había que defenderlo, exponerlo a la luz y no acallarlo.
Cuanto más se trataba de acallar la verdad y de poner freno a algo que se había vivido como fidelidad a Dios más uno se hacía consciente que era verdadero. Por caminos verdaderamente tortuosos nos llevaba el Señor y quería abrirnos una puerta en medio del dolor y el sufrimiento. Una senda y vía de conocimiento, la del Siervo sufriente. Nadie es justo y nadie puede justificarse así mismo. Mejor humillarse ante el Señor porque el termina levantando del polvo a los humildes. El dejó que pisáramos el polvo para que descubriésemos nuestro propio polvo y verdad. Todos somos pecadores, no hay ninguno que pueda proclamarse justo, libre de pecado. Por muy nobles y puros que sean los ideales solemos también idealizar las personas, pero todos en la vida tenemos errores y fallos. Lo que más nos cuesta e ser humillados pero el Siervo sufriente pasó por la humillación y la muerte para traernos la salvación.
El mal solo es vencido aplacado y destruido por el Justo que no se dejó vencer por el mal y puso límite al mal con la ofrenda de su propia vida en el misterio increíble de bondad. El aceptó voluntariamente la pasión y la cruz como el único camino de salvación. En la misma aflicción nos abrió camino, una senda oculta al orgullo humano. Cargando con nuestro sufrimiento se hizo solidario de todos los que sufrimos el mal. Lo vimos en nuestras vidas cargando y soportando el mal despreciado y rechazado de los hombres. Se abrió para nosotros una fuente de luz y una vía de conocimiento a través del sufrimiento. El nos abría el camino que restablecería la paz.
Es curioso como en aquel tiempo hubo la visita a Loeches del Cardenal Van Thuan y su testimonio en medio de la oscuridad arrojó un rayo de luz. El estaba ya enfermo y fue como su testamento antes de morir como si quisiera dejarnos su más precioso testimonio de amor en medio de aquella situación que vivíamos. En medio de los más grandes horrores, el amor venció al mal. Cuando el testimonio de Van Thuan nos llegó a Filipinas significo una enorme luz.



Memorias de un peregrino 16
La vuelta a Filipinas y la peregrinación a la India
Era consciente de que este tiempo de discernimiento era muy importante y quise disponerme con la mayor docilidad y apertura al espíritu para tratar de discernir la voluntad de Dios. Como sentía que no era fácil sobreponerse a todos los impactos recibidos percibí que era bueno tomar un poco distancia. Tito otro sacerdote misionero tenía interés de conocer toda la realidad de Asia en amplio y visitar la India así que planteamos la peregrinación a la India como un espacio privilegiado para abrirnos ala acción de Dios. La peregrinación la pensamos siguiendo los pasos de Francisco Javier, Gandhi y la Madre Teresa.
No me podía imaginar como Dios se iba a manifestar y salir a nuestro encuentro en esta peregrinación. Desde las realidades más duras, desde los más pobres e indigentes de la tierra Dios nos llamó de nuevo. Dios me hacía como nunca sentir su mirada de predilección por los pobres y los más marginados de esta tierra. Sentía como nuca la llamada a llevar a todos el consuelo y la misericordia de Dios.
Mi sufrimiento y dolor no podía ser comparado con el sufrimiento y el dolor de tantos hombres de esta tierra. Ellos me enseñaban a amar desde las situaciones más adversas a esperar cuando la parecía no haber esperanza a no poner límites y barrera al amor a vivir el sufrimiento y la marginación no como resignación ni exclusión sino como la mejor oportunidad de identificarnos con el Crucificado en tantos crucificados de hoy. Dios estaba allí esperándonos y llamándonos en todos ellos. No hubiera sentido esa empatía y compenetración sino hubiéramos vivido lo que habíamos vivido. Dios nos estaba hermanándonos haciéndonos capaces de hermanarnos con tantos excluidos y marginados. Ellos nos acercaron a Cristo y el evangelio a conocerlo y vivirlo de una manera nueva.
La situación de dolor y sufrimiento por la que estábamos pasando no era para quedarnos encerrados en nosotros mismos sino para abrirnos a tantas situaciones de dolor y marginación en el mundo y ser para ellos testigos del amor y de la esperanza. Nuestra impotencia, nuestras pocas fuerzas, nuestro sentirnos pobres e indignos pecadores no era impedimento sino la oportunidad para descubrir que la salvación no viene de nosotros sino de Dios y que él ha querido contar con pobres pecadores mendigos de su misericordia para poderla prodigar a los más pobres y pecadores desde la gratuidad de su amor.



 Memorias de un peregrino 17
Etapa cumbre del discernimiento. Los ejercicios de Filipinas
Estábamos en el mes de Mayo, el mes de María, el mes de las flores, en sus manos queríamos poner los ejercicios. Los necesitábamos como el agua de Mayo, como un torrente de agua de gracia que hiciera fructificar el tiempo de marasmo y de  sequía espiritual que experimentábamos. Esos ejercicios debían de ser un tiempo de primacía de Dios de primacía del Espíritu. Nos experimentábamos sedientos como tierra seca, sedienta, sin agua. Necesitábamos ese tiempo de oración, de silencio, de restablecer en lo profundo el diálogo con Dios y con los hermanos, de salir de todo el desconcierto y la  desarmonía acumulada. Tiempo de dejar trabajar a Dios en nuestros corazones, tiempo de dejarnos cambiar y sanar el corazón de todo el sinsabor y el amargor acumulado. Tiempo de conversión, de perdón y de reconciliación, tiempo de fragua de un corazón nuevo desde la experiencia de su misericordia. Tiempo pues de renovación y de transformación interior desde la confianza de que nada hay imposible para Él
En estos momentos que vivimos de tanta confusión, necesitábamos este retiro como el aire para respirar, la luz que disipase tanta tiniebla y oscuridad que se cernía sobre nosotros. Necesitábamos abrirnos a Dios y abrirnos a una búsqueda común. Necesitábamos claridad para ver las cosas con más serenidad delante de Dios. Cuando las aguas están tan revueltas las cosas no se ven con claridad. Necesitábamos dar tiempo para que las cosas se serenasen y Dios nos pudiera proyectar más luz sobre qué hacer. Era el tiempo propicio, el tiempo de escucha y de búsqueda común de la voluntad de Dios, un tiempo de primacía con Dios, tiempo de renovación y transformación interior, pero a la vez un tiempo de examen y discernimiento comunitario. Yo más que nunca como en mis primeros ejercicios de mes que hice entrando en la comunidad necesitaba profundamente una reorientación de mi vida. Sentía que comenzaba el retiro con una llamada a la conversión, a volver al núcleo del evangelio, al corazón de Jesús, al Reino y sus bienaventuranzas.
Al comienzo del retiro ocurrió un hecho relevante para mí. Estábamos preparando la capilla y no teníamos al Santísimo así que me fui a pedir a la comunidad de hermanos que nos acogía si tenían la reserva disponible para nosotros. Cuando llegué a la sala de estar vi la comunidad de hermanos allí reunida en unos sillones viendo la televisión. Eran tres uno más joven que se hacía cargo de otro dos hermanos más mayores. Se apreciaba que no estaban bien con alguna enfermedad o discapacidad psicológica o mental. Tuve que vencer el primer prejuicio que me vino al verlos sentados en aquellos sofás. En la conciencia de radicalidad que habíamos sido formados era visto como signo de relajación. Lo sorprendente fue el trato tan fraterno entre ellos. Como se cuidaban acogiéndose en la enfermedad. Más sorprendente fue su actitud de escucha, de total disponibilidad y serenidad. Ante mi petición o ruego los tres se levantaron de sus sillones, dejaron de ver la televisión y me llevaron a su capilla para ofrecerme lo mejor que tenían, a Jesús en su sagrario. Este hecho que parece insignificante tuvo para mí ya desde el principio una enorme significación. ¿Cuál era mi mirada, mi percepción, mi juicio sobre la realidad?
 Aquellos tres hermanos tan limitados y carentes en sus capacidades físicas, psíquicas y mentales me hicieron descubrir que no estaban mermados en su facultad principal, tenían entre ellos bien vivos el amor que les llevaba a cuidarse tolerase y aceptarse precisamente en su debilidad. Su pobreza y debilidad no les privaba de mostrar su bondad y su generosidad pues lejos de encerrarse en ellos mismos compartían todo lo que tenían, lo mejor que tenían con entera libertad y generosidad. Al trasluz me di cuenta de cuantas concepciones y prejuicios arrastraba y debía de cambiar para volver a convertirme a la verdadera radicalidad evangélica, la del amor. Fuimos formados para las grandezas aunque fueran apostólicas, para las grandes eficacias y resultados. Pero habíamos perdido la sensibilidad de lo pequeño y oculto a la apariencia de los hombres pero tan valorado y precioso para Dios. No hay carisma principal, norma evangélica, radicalidad evangélica que no sea esta primacía del amor.




Memorias de un peregrino 18
Un hecho significativo al comienzo
Era consciente de que este mes era tremendamente importante por todo lo que estábamos viviendo. Al comienzo del retiro ocurrió un hecho relevante para mí. Estábamos preparando la capilla y no teníamos al Santísimo así que me fui a pedir a la comunidad de hermanos que nos acogía si tenían la reserva disponible para nosotros. Cuando llegué a la sala de estar vi la comunidad de hermanos allí reunida en unos sillones viendo la televisión.
Eran tres uno más joven que se hacía cargo de otro dos hermanos más mayores. Se apreciaba que no estaban bien con alguna enfermedad o discapacidad psicológica o mental. Tuve que vencer el primer prejuicio que me vino al verlos sentados en aquellos sofás. En la conciencia de radicalidad que habíamos sido formados era visto como signo de relajación. Lo sorprendente fue el trato tan fraterno entre ellos. Como se cuidaban acogiéndose en la enfermedad.
Más sorprendente fue su actitud de escucha, de total disponibilidad y serenidad. Ante mi petición o ruego los tres se levantaron de sus sillones, dejaron de ver la televisión y me llevaron a su capilla para ofrecerme lo mejor que tenían, a Jesús en su sagrario. Este hecho que parece insignificante tuvo para mí ya desde el principio una enorme significación. ¿Cuál era mi mirada, mi percepción, mi juicio sobre la realidad? Aquellos res hermanos tan limitados y carentes en sus capacidades físicas, psíquicas y mentales me hicieron descubrir que no estaban mermados en su facultad principal, tenían entre ellos bien vivos el amor que les llevaba a cuidarse tolerase y aceptarse precisamente en su debilidad.
Su pobreza y debilidad no les privaba de mostrar su bondad y su generosidad pues lejos de encerrarse en ellos mismos compartían todo lo que tenían, lo mejor que tenían con entera libertad y generosidad. Al trasluz me di cuenta de cuantas concepciones y prejuicios arrastraba y debía de cambiar para volver a convertirme a la verdadera radicalidad evangélica, la del amor. Me remontaba al inicio cundo empezamos a ver en Jaime algunos síntomas de debilidad y de enfermedad y lo difícil que fue empezar a aceptarlo. Incluso recordé que en un principio no me parecía descabellado retirarnos un grupo con él a Mallorca para ayudarle a superarlo. Creo que tanto habría ayudado a saber vivir las cosas de otra manera. 

Pero era muy difícil plantearlo cuando cualquier debilidad no se encaraba ni se aceptaba sino que se excluía. Parecía más  radical y evangélico dejar que los enfermos les cuidaran otros y que nosotros nos dedicásemos al anuncio del evangelio, ¿de qué evangelio? ¿qué era más radical? Fuimos formados para las grandezas aunque fueran apostólicas, para las grandes eficacias y resultados. Pero habíamos perdido la sensibilidad de lo pequeño y oculto a la apariencia de los hombres pero tan valorado y precioso para Dios. No hay carisma principal, norma evangélica, radicalidad evangélica que no sea esta primacía del amor.

Sentía que comenzaba el retiro con una llamada a la conversión, a volver al núcleo del evangelio, al corazón de Jesús, al Reino y sus bienaventuranzas.




Memorias de un peregrino 19
La primera semana de los ejercicios de Filipinas
El retiro se planteo en cuatro semanas. En la primera tratábamos de ponernos delante de Dios como en un momento de desconcierto los mismos apóstoles hicieron: ¿A dónde iremos? Solo Él podía tener la respuesta a todo lo que estábamos viviendo.
Los ejercicios los daba Felipe como responsable de los misioneros bien es verdad que mi situación era bien particular. Le había pedido un año sabático y de discernimiento para poder tener claridad sobre mi futuro y estos ejercicios eran para mí el momento cumbre de este discernimiento. Por eso paro a detenerme en cada una de las semanas  que fueron vividas muy intensamente. Si bien era urgente hacer un discernimiento de todo lo vivido, ni la forma, ni  el tiempo que se nos puso a la comisión de discernimiento, lo veía lo más acertado para hacer luz. Yo se necesitaba un ambiente mucho más apropiado y reposado de oración como el que podíamos gozar en el retiro. Sólo a la luz de la oración podía tocar con toda seriedad lo que estamos tratando por toda la repercusión que ello tiene para toda la Fraternidad.
Por eso no eran unos ejercicios centrados solo en mi situación. Era consciente de todo lo que se ponía en juego y veía la necesidad de hacer la luz sobre toda la situación que estábamos viviendo para ayudarnos a vivirla y salir de ella. Dándome cuenta de lo trascendente de aquellos  momentos quise ir compartiendo los ejercicios con P. Orcasitas y el P.Castellano, Felipe, con Paco, Rosa, y algunas misioneras del grupo de discernimiento con el sincero intento de ayudarnos a dar luz para discernir lo que podía ser más conveniente para todos en estos momentos. Sentía como si la luz y la voz de Dios se hubiera sofocado y sentía la necesidad de vivir a la luz de mis superiores, a la luz de mis hermanos de la comunidad. Respeté no obstante el no compartir toda esta situación con los más jóvenes para no crear en ellos más confusión y desconcierto. 
Era consciente que estaba en un momento crucial de tener que reafirmar o retomar la orientación de vida. Suponía acallar tantas voces internas para buscar la voluntad de Dios. ¿a dónde ir, a quién acudir? Sólo en Dios que nos llamó y no os dejo nunca desamparados podíamos encontrar respuesta. No podíamos vivir en un clima generalizado de desconfianzas y sospechas. Era necesario ponerse bajo la mirada del agrado y valoración de Dios antes que de nada o nadie.
Se traba del humilde y paciente intento de fijar toda mi mirada y atención en Cristo para poder escucharle y seguir sus pasos, aunque en ese momento no viera cuáles fueran esos pasos a seguir. Quería vivir y morir mirando a Cristo y teniendo a Cristo en mi mente en mis labios y en mi corazón. No quería morir con contiendas de a qué grupo seguir sino le seguíamos a Él. No quería ser líder de grupos haciendo mis discípulos o mis seguidores. Quería vivir simplemente humildemente el evangelio como el único programa de mi vida ayudando lo más que pueda a mis hermanos a seguirle, llevando su palabra a todos sin excepción. Quería seguir sus pasos, los mismos pasos que Él nos abrió. El me tenía que decir que pasos seguir ¿A dónde iremos Señor?

Se nos  había hecho mucha violencia en lo más nuclear de nuestra vocación y surgían muchas preguntas. ¿A quién debo mi adhesión, con quien me he comprometido y a qué me he comprometido? Mi opción de vida y el único vínculo y vínculo que quería mantener era el de mi pertenencia a Él. No podía tolerar que nadie quisiera comprar mi incondicional adhesión, nadie que se interpusiera por encima de Él. No quería vinculación y pertenencia a nada ni nadie que me pueda separar de Él. Sabía que seguirle a Él suponía tomar la cruz, pero no sabía claramente lo que suponía. Quería estar libre de todo interés personal, libre de mi mismo y de los demás. Quería un seguimiento no puesto en seguridades ni valoraciones humanas, sino vivido en la plena confianza en Él. Sentía como una nueva llamada del Señor a seguirle despojado de todo, como el que se confía del todo en las manos del Padre.




Memorias de un peregrino 20
La segunda semana de los ejercicios de Filipinas
Entrabamos en la segunda semana preguntándonos ¿Qué debemos entonces hacer? Él nos invitaba a acudir a Él y reconocerle como la fuente de la salvación para sacar de Él nuevas fuerzas y energías para proseguir el camino. Solo una experiencia renovada de su amor nos llevaría a extraer todo lo bueno, incluso de esos malos momentos que estábamos pasando.
Empezaba a vislumbrar que esos momentos vividos eran privilegiados si no nos dejábamos arrastrar por nuestros sentimientos y los lográbamos vivir con Él. Lo que no lograríamos nosotros hacer por nuestras propias fuerzas humanas, Él lo quería lograr por medio de su acción graciosa. Era su obra desarmarnos, despojarnos, empobrecernos para quedarnos solos con Él y experimentar la grandeza de su amor crucificado. ¿Qué perder si lo perdiésemos todo y nos quedásemos con Él? Aún desde la calamidad, la prueba o el infortunio, sentía que nos llamaba a que descubriéramos la fuerza poderosa de su amor hasta llegar a darle gracias por todo. Pedía que en los duros momentos que atravesábamos nadie quedase privado de su presencia y de su amor, nadie cayera preso del desánimo y acabara abandonando y dejándolo todo a un lado. Si era el momento de forjar una comunidad pobre, pequeña y sin poderes, donde lo único que nos pueda sea esa mirada tuya de amor y misericordia, estaba dispuesto a todo lo que viniera.
Pero todo estaba tan revuelto que precisaba que las aguas como después de una gran tormenta se apaciguaran. Sentía aún demasiada agitación y mi corazón necesitaba reposar en Él.  Sentía que en mi corazón bullían tantas preguntas ¿Que está tratando Dios de decirnos a través de todos estos acontecimientos que vivimos? Dejemos a Dios ser Dios y tengamos la osadía de escuchar su voz, su grito. No podíamos vivir la vocación en un ambiente represivo, llenos de miedos, donde se dice que es mejor ser humilde y callar antes de levantarse a pronunciar la verdad. La verdad no puede ocultarse y acallarse, ha de salir a la luz para que se vea claro qué es de Dios y qué no es de Dios. No podía más negar que estábamos pasando por una grave crisis y que esta situación no se sostenía más. La voz de Dios gracias al propio Espíritu de Dios que está vivo no está encadenada y resuena más fuerte que los truenos.
No podíamos acallar la voz de Dios. Había que encarar de frente la situación para poder salir de ella. Debíamos defender la verdad y de seguir la voz del Espíritu en la propia conciencia. El hombre está llamado a buscar la verdad y defenderla con todas las consecuencias. El hombre percibe en su conciencia lo que tiene obligación de seguir fielmente. Debemos de ser movidos por el Espíritu de Amor y de verdad de Cristo. El amor se goza de la verdad. No es amor el hecho de acallar las llamadas del Espíritu para no crear problemas. Durante mucho tiempo creí que era más conveniente callar pero me di cuenta que los problemas se acrecentaban sino ponemos remedio. El verdadero amor está dispuesto a ir hasta el final por defender a Cristo y la vida de Cristo en los hermanos cueste lo que cueste aunque todo se caiga. Debíamos defender la verdad y de seguir la voz del Espíritu en la propia conciencia. Si en lo más profundo de nuestra conciencia advertimos una llamada superior que no nos dictamos a nosotros mismos y que viene del Espíritu a esta llamada hemos de responder. Debíamos dejarnos guiar por el Espíritu del amor y de la verdad de Cristo. El verdadero amor está dispuesto a ir hasta el final por defender a Cristo y la vida de Cristo en los hermanos cueste lo que cueste aunque todo se caiga. Necesitábamos de una cura profunda y de toda una reorientación del corazón.
Recordé cantidad de misioneros que después de tantos años de oír lo mismo ven que su oración va perdiendo fuerza y profundidad. Cuántos misioneros se desencantan y confunden llegando a pensar que no tienen vocación. El Espíritu de Dios lo crea todo nuevo, verdaderamente nada hay imposible para Dios. Solo la experiencia de tu misericordia nos podía renovar por dentro de tal manera que nos hiciera renacer a un amor nuevo entre nosotros que sea germen de tu Reino.




Memorias de un peregrino 21
La gran tentación de la idolatrización
La gran tentación del pueblo de Dios fue la idolatría. Un ídolo es la sustitución del creador por la criatura. También nosotros no podíamos poner al Fundador en el lugar de Dios.
El Fundador como todos era un ser humano y por tanto era el momento de dejarnos cuestionar si todo lo que Él decía y marcaba era verdaderamente de Dios. El ambiente de descrédito, de falsedades y de infamias era de tal calibre que resultaba muy difícil tener la serenidad para decir la verdad sin la pasión de dejarte llevar por ningún sentimiento de ira ni rencor. Ha habido tantas heridas abiertas que nos resultaba muy difícil ni el diálogo ni el contraste desde tu Espíritu de Amor. El pecado del pueblo de Dios fue la idolatría. También nosotros nos manteníamos como un pueblo humilde y sin poderes cuidando de nuestra fidelidad. Pero todo empezó a cambiar buscando la aprobación.
Todos somos tentados y pasamos por la prueba, los miedos, las dudas, la humillación, pero todo esto nos debería hacer más libres de todo y arraigarnos en Cristo. Me cuestionaba si en todo ese proceso que habíamos vivido no tenía como raíz esta idolatría. Esto produjo sectarismos, bandos divisiones profundas con todo aquel que cuestionase su voz. Creo que hemos fomentado un marcado espíritu de liderazgo, superioridad, competitividad y rivalidad. Estamos de llenos metidos en el espíritu del mundo buscando protagonismo y el apantallar, viviendo más de la mirada de los hombres que desde la mirada de Cristo.
Necesitábamos de una cura profunda y reorientación del corazón. Recordé cantidad de misioneros que después de tantos años de oír lo mismo ven que su oración va perdiendo fuerza y profundidad. Recordé la última Asamblea extraordinaria y al compartir aquí con algunos de los misioneros más mayores. Empezaron con ese clima sencillo fresco y espontáneo con Cristo y a lo largo del camino se enrareció y entenebreció el clima con tantos espejismos. Estábamos necesitando un aire fresco y despejado que transpirase a Cristo y salir del ambiente lúgubre y sofocado de restricciones miedos y sospechas que paralizan y esterilizan la vocación. Cuántos misioneros se desencantan y confunden llegando a pensar que no tienen vocación.
El Espíritu de Dios lo crea todo nuevo, verdaderamente nada hay imposible para Dios. Era preciso pues descubrir en medio de toda esa confusión la obra que Dios quería hacer resurgir de los escombros. Algo se había desencajado en nuestros corazones que hizo perder el brillo a nuestros ojos. No podemos vivir con un Dios “a solas” Dios nos invitaba a reconocerlo y vivirlo entre “con nosotros”. Nos debíamos de abrir con libertad a sus designios y si era su querer a que surgiese algo nuevo para la Iglesia. Después de las lágrimas volverán a cantar. El canto del amor de Dios entre nosotros, el canto al amor fraterno fe una Familia que hace presente el amor de Dios en sus vidas, que trae la bendición de Dios y es oferta de salvación real para los hombres de hoy. Solo la experiencia de tu misericordia nos podía renovar por dentro de tal manera que nos hiciera renacer a un amor nuevo entre nosotros que sea germen de tu Reino.


Memorias de un peregrino 22
La tercera semana de los ejercicios de Filipinas
Entrabamos en la tercera semana preguntándonos ¿Dónde estamos? A medida que dejábamos entrar la luz poco a poco se iba esclareciendo más dónde estábamos parados. Necesitábamos abrir la mirada, estábamos en manos de Dios y Dios no defrauda Dios es fiel  sus promesas. Necesitábamos mirar el futuro desde la mirada de Dios desde la esperanza cierta en las promesas de Dios. No podíamos quedarnos en una visión pesimista del presente sin ver cómo salir de esta situación de crisis del momento presente. Precisábamos esperar y vencer toda tentación de desesperanza. El Señor tiene poder para realizar sus designios si estamos abiertos aunque sea de una forma desconcertante.
¿Dónde estamos? Estamos de lleno viviendo una gran crisis que es crisis de la fraternidad. ¿Cómo anunciar el Reino desde el antireino? Es preciso saber a dónde llevamos a las personas y nos preguntamos seriamente si la comunidad en estos momentos es propuesta real para un crecimiento y maduración en la fe y para capacitarlos para responder de una manera ancha y despejada en la misión de la Iglesia. Nos preguntamos si la Fraternidad en estos momentos es un signo de la comunión de amor de la Trinidad o más bien un antis signo viendo tantas rivalidades y divisiones. Sentía que la Fraternidad estaba necesitada de una profunda conversión y tomaba cada vez más conciencia de su situación y que debía hacerse un replanteamiento bien serio desde los fundamentos y cimientos para ver donde se asienta la vocación y la misión para no seguir ocasionando más ruinas de personas. 
Vivíamos un gran problema de crisis de identidad y de orientación, se ha perdido una clara orientación de la vida como conformación a Cristo y al evangelio. Se mezclaban demasiado los valores del mundo, privilegiando una consagración y dedicación mas funcionalista y al servicio de los sectores más privilegiados. Caíamos poco a poco en un elitismo, proselitismo, utilitarismo, eficacísimo, con una búsqueda de control, dominio, poder y gloria humana. Perdíamos poco apoco los valores evangélicos de la humildad y predilección por los más pobres, débiles y desprotegidos. El débil, el pobre, el inexperto son apartados de la comunidad, solo el fuerte y competitivo puede sobrevivir.
No se trata de insistir de volver al Fundador o al carisma inicial sino a Cristo fuente y sostén de todo y a su evangelio como la norma de nuestra vida. De todo lo vivido Dios puede operar una gran purificación, que no volvamos a poner nuestra confianza en nadie por encima de Cristo. Es Cristo nuestro salvador en quien confiamos y a quien seguimos, no las palabras de nadie sino las de Él, no el liderazgo de nadie sino la sumisión a Él. Las situaciones que vivimos ponen a prueba la fe que vivimos y son todo un reto para todos. ¿Es nuestra fe y nuestro testimonio válido para provocar esta fe en quienes nos rodean, tiene nuestra consagración el brillo y el encanto capaz de despertar el deseo de la consagración de los hermanos?
Había interrogantes muy vitales que necesitábamos dar respuesta ¿Cómo entendemos y vivimos en la práctica el amor fraterno? Necesitamos de una profunda conversión porque las preguntas que se nos hacen y nos hacemos son demasiado vitales Hemos hecho una verdadera separación entre el amor de Dios y al hermano. Como decimos que amamos a Dios si rechazamos y despreciamos a los hermanos al mínimo que observamos alguna diferencia. La fraternidad solo es posible desde una comunión construida en el amor, la verdad, en el respeto y el diálogo y la libertad evangélica. En un ambiente de falta de llegar a fondo de las cosas, de falta de verdad y fomento de la imposición y la represión es difícil la búsqueda sincera de la verdad.
Otra cuestión de fondo era todo el tema del acompañamiento, el discernimiento y la corresponsabilidad. Muchas situaciones que estábamos viviendo en la Fraternidad derivaban de un no saber amarnos en verdad. La situación se agravaba cuando esto no lo llegábamos a vivir desde las esferas más altas empezando por el Fundador. Se agravaba cuando este se rodea de personas que tan sólo tenían el propósito de defenderle acérrimamente. Tal defensa fanática  no era evangélica ni cristiana y ocasionaba un grave deterioro de la Fraternidad.





Memorias de un peregrino 23
La gran crisis de la fraternidad
A medida que uno entraba en los ejercicios percibía uno de los núcleos más fuerte de la crisis que estábamos viviendo. La crisis de la fraternidad. El gran cuestionamiento del amor fraterno. ¿Cómo entendemos y vivimos en la práctica el amor fraterno? Hemos hecho una verdadera separación entre el amor de Dios y al hermano. Como decimos que amamos a Dios si rechazamos y despreciamos a los hermanos al mínimo que observamos alguna diferencia. Necesitamos de una profunda conversión porque las preguntas que se nos hacen y nos hacemos son demasiado vitales; ¿Cómo es nuestro amor y nuestro trato fraterno?, Estructuras externas de comunión servirían para bien poco sino curamos el mal de raíz y nacemos de nuevo a una nueva Fraternidad. Otra cuestión de fondo era el tema del acompañamiento y la corrección fraterna. Muchas de las situaciones que estábamos viviendo en la Fraternidad derivaban de un no saber amarnos en verdad. La situación se agravaba cuando esto no lo llegábamos a vivir desde las esferas más altas empezando por el Fundador. Se agravaba cuando este se rodea de personas que tan sólo tenga el propósito de defenderle acérrimamente. Tal defensa fanática  no era evangélica ni cristiana y ocasionó un grave deterioro de la Fraternidad.
Otra cuestión importante era el tema del discernimiento. Hemos de empezar por aprender a acoger, a escuchar, a dialogar. Hemos de aprender a aceptar las diferencias y no por ello perder la unidad. Hemos de aprender a saber aceptar y reconocer también como un don lo que es distinto de mí. Hemos de aprender a integrar los distintos acentos  matices sin tenerlo todo que homologar a mí. Hemos de aprender as aceptar y reconocer los fallos propios y ajenos y a saber decir las cosas por delante, sin tener que hacer las cosas por detrás. Hemos de aprender a perdonar y saber amar a los hermanos desde cualquier situación en que se encuentren. Vivimos una gran crisis de la fraternidad de la eclesialidad. La fraternidad solo es posible desde una comunión en el respeto y el diálogo y la libertad evangélica. La institucionalidad de la comunidad pide estructuras de participación y diálogo. En un ambiente de falta de llegar a fondo de las cosa, de falta de verdad y fomento de la imposición y la represión es difícil la búsqueda sincera de la verdad. No se da un clima de diálogo y de respeto a las personas. Toda persona tiene el derecho de ser amada estimada y valorad en Cristo, sentirse escuchada acogida y comprendida. Se precisa un respeto de las libertades y de las conciencias de las personas. 
Otra cuestión importante que teníamos que cuestionar era la forma de gobierno. Se necesita el ejercicio de una verdadera forma nueva de vivir el gobierno y el mismo carisma en la comunidad. La función del gobierno es ayudar a todos a seguir a Cristo no la voz del fundador como el único garante del carisma.  El carisma no puede ser privatización de nadie. La comunión no puede darse vía de una institución que fomente el miedo el control y la imposición. Nadie se puede sentir en libertad bajo un régimen dictatorial. No es posible mantener el Espíritu de comunión e una estructura que la ahoga permanentemente. Debemos de propiciar la integración contra toda fragmentación y desintegración. El anhelo de unidad no supone uniformidad intentando expulsar todo lo que difiere de los criterios decretados como uniformes, es una uniformidad que no genera la comunión en la diversidad. Hablamos de unidad en la pluralidad pero no nos formamos ni nos educamos en ella ni la hacemos viable. La autoridad y la obediencia no se imponen sino que deben dar testimonio de la verdad,  la obediencia evangélica no se consigue imponiéndola a la fuerza. Donde no hay libertad no está el Espíritu de Cristo. La verdadera comunión eclesial no puede establecerse desde  luego sobre estos cimientos.



Memorias de un peregrino 24
La cuarta semana de los ejercicios de Filipinas
La pregunta que nos hacíamos en esta cuarta semana era ¿a dónde vamos? o mejor aún a dónde Dios nos está llevando y llamando. Según fueron avanzando las semanas cada vez se consolidaba más la certeza y la necesidad de empezar un camino nuevo. Durante esta semana se intentó profundizar en cómo vivimos los consejos evangélicos. Se trataba de volver a renacer a los valores evangélicos y de las bienaventuranzas. ¿Cuál es el sentido de la pobreza, la castidad y la obediencia? Los consejos evangélicos son para la vivencia y el testimonio del Reino, no se quedan en algo que pertenece a la esfera de lo individual y privado sino que tiene que tener incidencia en lo comunitario, social y eclesial. No podemos hacer separación en nuestro a solas con Dios y el amor a los hermanos, vivir tanta separación entre lo espiritual y lo material, porque es a través de toda nuestra vida que tenemos que hacer visible el amor y el Reino, es a través de lo humano nuestro camino a lo divino.
Quizás Dios permitía lo vivido para llevarnos a una nueva vivencia de la consagración, para darnos a descubrir el verdadero valor y  belleza de nuestra vida consagrada. Dios quiere que vivamos la consagración desde la absoluta confianza. Volver a construir la comunidad desde la confianza en Dios y en los hermanos. Nuestras relaciones habían dañado la base de la confianza. Precisamos resanar desde la base estas relaciones desde una apertura y trasparencia total con Dios y los hermanos desechando todo lo que pudiera socabar esta confianza. Dios nos llamaba a vivir con sencillez, humildad y pobreza de corazón. Un corazón pobre y humilde no es nunca despreciado sino lo más valorado por el Señor. Dios nos llamaba a aprender a vivir y caminar desde nuestras pobrezas eligiendo más lo pequeño e insignificante a los ojos del mundo para descubrir la fuerza de Dios. Vivir sin tantos protagonismos más desde lo sencillo, lo pequeño y lo escondido más que en el relumbrar y apantallar, poniendo cada cual sus talentos sin afán de comparaciones ni protagonismos.
Poco a poco se hacía más claro que Dios no llamaba a una vivencia nueva de la vocación. Sentíamos la necesidad de una vuelta radical a la pobreza evangélica. Era preciso no sólo atender y evangelizar a los pobres sino hacernos y vivirnos pobres con ellos y como ellos. La caridad de Cristo para con todos los hombres debe ser la motivación fundamental de nuestra pobreza. Volver a empezar desde una comunidad de pobres que caminan desde su pobreza. Precisamos volver a retomar con frescura la vocación y misión desde el testimonio de vidas que manifiesten de verdad que Dios es su única riqueza. La vocación y misión vividas desde nuestra pobreza y no a pesar de nuestra pobreza cambia radicalmente.
Hay algo que necesitamos renacer también en cuanto a la vivencia de la castidad que en lugar de plenitud de amor en el servicio a Dios y a los hermanos no nos haga replegar el corazón y vivir con el corazón reprimido, como si estos fueran un impedimento a la hora de la consagración. Nos hacemos desconfiados cuando todo lo llenamos de sospechas, intrigas y evidentes faltas de amor. Sentíamos la llamada a una vivencia de la afectividad más integrada en el verdadero amor no con el miedo de la restricción y la prohibición sino como el despliegue de una vida amando a todos con el mismo amor de Cristo. Cristo quiere el máximo despliegue mirando su amor, que vivamos bajo su mirada y su única regla y mandamiento nuevo de su amor.
Dios nos llama a una nueva forma de vivir la obediencia evangélica. No podemos utilizar ni instrumentalizar la obediencia como mecanismo de poder para defender intereses propios. Vivir la obediencia desde la  escucha libre y personal en la libertad de seguir a Cristo y hacer lo que él nos diga. Pero esto no se contrapone sino que requiere una escucha y discernimiento comunitario para hacer buscar juntos la voluntad de Dios. Necesitabamos y queríamos crecer en la corresponsabilidad y la confianza.




Memorias de un peregrino 25
En cuanto a la vivencia de los consejos
Según fueron avanzando las semanas cada vez se consolidaba más la certeza y la necesidad de empezar un camino nuevo. Poco a poco se hacía más claro que Dios no llamaba a una vivencia nueva de la vocación.
En cuanto a la vivencia de la pobreza  sentíamos la necesidad de una vuelta radical a la pobreza evangélica, un querer de verdad ser pobres y no sólo parecerlo. Es preciso no sólo atender y evangelizar a los pobres sino hacernos y vivirnos pobres con ellos y como ellos. Necesitábamos recuperar nuestro compromiso de amor al Cristo total, con una pobreza real y efectiva como solidaridad a tantos hombres. La caridad de Cristo para con todos los hombres debe ser la motivación fundamental de nuestra pobreza. Volver a empezar desde una comunidad de pobres que caminan desde su pobreza.
Hay algo que necesitamos renacer también en cuanto a la vivencia de la castidad que en lugar de plenitud de amor en el servicio a Dios y a los hermanos no nos haga replegar el corazón y vivir con el corazón reprimido y falto de amor a los hermanos, como si estos fueran un impedimento a la hora de la consagración. Nos hacemos raros, perdemos la naturalidad, la acogida, la afabilidad, nos hacemos fríos, ariscos, indiferentes, desconfiados, empezando con los más cercanos y mucho más cuando todo lo llenamos de sospechas, intrigas y evidentes faltas de amor. Una vivencia de la afectividad a vivir integrada en el verdadero amor no con el miedo de la restricción y la prohibición sino como el despliegue de una vida amando a todos con el mismo amor de Cristo. Cristo quiere el máximo despliegue mirando su amor, que vivamos bajo su mirada y su única regla y mandamiento nuevo de su amor.
Dios nos llama a una nueva forma de vivir la obediencia evangélica. No podemos utilizar ni instrumentalizar la obediencia como mecanismo de poder para defender intereses propios. Vivir la obediencia desde la  escucha libre y personal en la libertad de seguir a Cristo y hacer lo que él nos diga. Pero esto no se contrapone sino que requiere una escucha y discernimiento comunitario para hacer buscar juntos la voluntad de Dios. Queremos crecer en la corresponsabilidad y la confianza.
La obediencia debe vivirse en suma pobreza y limpieza de corazón libre de todo interés propio en total dependencia filial con Dios y en una vivencia de un verdadero amor y ayuda mutua entre hermanos. Sentimos la llamada a dar de nuevo la orientación de toda nuestra vida como la búsqueda de la comunión. La orientación de nuestros consejos y nuestra evangelización es para la comunión y el reino. Todo esto nos hacía realmente descubrir que se trataba una nueva forma de vivir la vocación la misión y la fraternidad porque la manera en que lo estábamos viviendo cada vez  más se hacía una dicotomía querer anunciar lo que no vivíamos.  




Memorias de un peregrino 26
Conclusión de los ejercicios de Filipinas
Ante esto, ¿qué podemos hacer?, ¿qué es lo debemos hacer? No sabíamos bien lo que  hacer, no podía ser otra cosa que lo que Dios quería, la propagación de su Reino. Pero este Reino empezaba por nuestras vidas, por unas vidas transformadas y renovadas por la fuerza de su Espíritu. Por eso no se trataba sólo de dejar atrás el pasado como si no hubiese pasado nada sino de empezar a caminar hacia el futuro no en proyectos ideales sino desde la realidad de nuestras vidas vistas a la luz de Dios.
De la profunda situación de crisis por la quiebra profunda de la orientación fundamental y de las bases y fundamentos de la vocación poco a poco empezaba a verse el lado positivo. Mientras nosotros nos vivíamos hundidos en el polvo, en los informes que se mandaron a toda la Fraternidad se respiraba todo lo contrario unos aires de grandeza impresionante como tratando de ocultar toda la realidad. No se hacía ni un mínimo de reconocimiento de la realidad en que se encontraba la Fraternidad ni los serios planteamientos para poder abordarlos.
Pero Dios escribe recto a través de renglones torcidos. Poco a poco me daba cuenta que Dios no dejaba de trabajar a través de todo. Se me hacía cada vez más claro que si Dios había permitido todo lo vivido era porque quería trabajar nuestras vidas para hacer surgir algo nuevo. Es Dios quien iba cambiando nuestra mirada y nuestro corazón. No había que pelear más, lo que no se reconocía al interno de la comunidad si Dios lo reconocía como suyo el se encargaría de sacarlo a la luz. Lo que teníamos que hacer era ponernos cada vez más bajo esta mirada de amor y de confianza en nuestro Dios. Lo que tenga que surgir no va a surgir desde el rebote o desde la revancha sino desde secundar el amor y el Espíritu del Amor.
Recordaba las palabras de Jesús en el lavatorio de la última cena antes de la Pasión ¿Comprendéis lo que hago con vosotros? Ahora no lo comprendéis pero lo comprenderéis mas tarde. Después de ponderar todo o vivido en esa pasión y calvario que habíamos vivido Dios mismo lo permitió para darnos una visión y sensibilidad nueva, una vía de conocimiento amoroso que pasaba por el dolor y la noche y purificación de la cruz. Dios mismo nos llamaba a anuncio del evangelio desde la humildad y la pobreza. Dios mismo nos acercaba a través de la humillación a la identificación y compasión con los más pobres, los más humildes y sufrientes de esta tierra. Dios nos llamaba a prodigar misericordia a los corazones más heridos, el suave ungüento del amor y la misericordia. Dios mismo nos hacía cambiar la percepción  y la mirada para poder valorar lo pobre, una mirada de predilección por los pobres y afligidos. He oído el clamor del pobre y afligido del que no tiene protección.
Esta mirada de compasión y misericordia no es una mirada que da pena sino que valora profundamente el corazón pobre, de predilección. Los pobres nos evangelizan porque de ellos es el Reino de los cielos. Los pobres no solo son los destinatarios sino los sujetos de la nueva evangelización. Sólo puede haber una respuesta a las heridas tan profundas de la humanidad y esta no es otra que el misterio de piedad de reconciliación, de infinita bondad y misericordia de nuestro Dios. En la cruz del Señor esta la fuente de la misericordia. Dios nos llamaba a unirnos a la cadena de testigos de fe amor y esperanza entre los más sufrientes de la tierra. En medio de las situaciones más adversas se puede seguir amando y esperando, vencer los impactos negativos, resentimientos, juicios negativos, prejuicios que nos cierran en nosotros mismos y crean tantas barreras. No hay otro camino, el camino de reconciliación y pacificación pasa por la cruz. Dios nos llamaba a abrir caminos nuevos de reconciliación y comunión en un mundo tan herido y tan dividido. Es el camino del Siervo sufriente en la aceptación de la cruz, el sufrimiento y la muerte el que nos abre las puertas en la salvación. Dios nos llamaba a ser testigos de esperanza desde el polvo y desde las situaciones más dolorosas de nuestro mundo.




Memorias de un peregrino 27
Vuelta a la India. Curso de formación permanente en Calcuta
El curso de un mes que realicé en Calcuta pedido por Sister Frederick con las hermanas de la Madre Teresa e Calcuta fue una confirmación más de la certidumbre que Dios ponía en mi corazón. Durante ese mes pude compartir con un grupo de hermas que estaban haciendo un año de formación permanente ni más ni menos que lo que fue para nosotros este impulso misionero y de renovación. Ellas lo recibieron con tanto impulso y agrado que fueron para mi la constatación de la aprobación de Dios. Constaté de nuevo esta predilección de Dios por lo más pobre, excluido y marginado de la tierra.
El poder compartir con ellas fue un contagio de fe y de esperanza que hizo revivir en mí una nueva forma nueva de vivir la vocación y misión, desde la gratuidad, del reconocimiento de un Dios que mendiga nuestro amor identificándose con los más pobres y miserables de este mundo. El hambre y la necesidad más fuerte del corazón del hombre no es solo material sino profundamente de amor. Hambre de sentirnos amados valorados y respetados con la irada de predilección de Dios. Dios nos llama a hermanarnos con los hombres desde cualquier situación cultura o religión simplemente por ser hijos de Dios. Cuando se pierde esta mirada de fe y amor todo pierde sentido y se llegan a las mayores aberraciones si dejamos que la espiral de odio y violencia entre y mine nuestro corazón.
Vivimos en un mundo de fuertes dictaduras, el materialismo, el individualismo, el utilitarismo sofocan el corazón y nos hacen egoístas, indiferentes, encerándonos en nuestros propios intereses.
El abrir de nuevo los ojos a la realidad de tantos hermanos de Asia y el mundo entero me daba certidumbre cada vez más de la orientación de nuestras vidas promoviendo la comunión y la reconciliación desde la misericordia. Entender cuanto bien podemos hacer si fomentamos el respeto promoviendo la reconciliación y la paz tendiendo puentes, fomentando lo que contribuye a una convivencia pacífica y fraterna con todos. hermanos tan diferentes y sufrientes nos recibían como agua de mayo y ellos despertaban en nosotros el frescor nuevo de una llamada nueva.
Era como ampliar el horizonte de la fraternidad y la misión sin poner límites a su amor. El deseo más profundo del corazón del hombre responde al deseo más profundo de Dios restablecer la paz y la unidad. El nos muestra el camino, la misericordia, la reconciliación el perdón para vencer los odios y las barreras que nos separan. Ahora percibía con más claridad que Dios nos venia trabajando y preparando nuestros corazones para esto. 


Memorias de un peregrino 28
Paso por Argentina para compartir lo vivido en la India y Filipinas
Con esta certeza y llama prendida en lo más profundo del corazón salí de Filipinas y después del mes en Calcuta antes de regresar a España pasé  por Argentina para compartir con Rosa y las hermanas en discernimiento. Lo había compartido con Felipe antes de salir de Filipinas y estaba dispuesto a dar razón personalmente al P. Orcasitas y el P. Jesús Castellano de todo lo vivido en el año de discernimiento. A este compartir fraterno en Argentina también vino Paco desde España.
Con ellas había compartido lo orado en los últimos ejercicios y quería compartir más a fondo todo lo vivido durante el año y que ellas también me compartieran lo que iban viviendo y orando. Fueron unos días hermosos de oración y compartir a fondo para intentar hacer luz de todo el proceso de discernimiento. Dios no nos había abandonado ni un momento y sabía por donde nos conducía y a nosotros nos lo iba haciendo cada vez más claro. El tenía fuerza para levantarnos de nuestra postración y hacer nuevas todas las cosas.
Fue el momento de dar crédito a su voz, a su llamada. Nuestras vidas misioneras a pesar de como nos encontrábamos le seguían siendo de un valor incalculable. Recordé la experiencia de las uvas machacadas que Dios me dio a entender que servían para el vino de la ofrenda eucarística. No podíamos dar cabida al desaliento ni dejar perder ni una sola de nuestras vocaciones. Lejos de caer en e desencanto y desvalorización de las miradas y juicios humanos sentíamos su mirada y que su voz tan acallada volvía a recobrar toda su fuerza.
Como Lázaro oyendo de nuevo su llamada “sal fuera”, después de cuatro días de oscuridad en el sepulcro sentíamos la fuerza y el impulso de Dios a romper todas las vendas, mover todas las losas para que resplandeciera la luz, con la fuerza y el impulso de un nuevo amanecer para nuestras vidas.
Sin otra intención que hacer la voluntad de Dios experimentando la fuerza de su voz y su resurrección estábamos dispuestos aponernos en sus manos y en manos de la Iglesia para ver nuestro futuro. Quisimos poder compartir todo nuestro camino no sólo con el P. Orcasitas sino con el P. Jesús Castellano.




Memorias de un peregrino 29
Compartiendo la situación con el P. Jesús Castellano
Un grupo de nosotros fuimos a visitar al P. Jesús Castellano a Roma. Como era costumbre en él nos recibió en su despacho del Teresianum para prestarnos toda la escucha y atención. Él nos había acompañado en todo el último proceso y siempre encontramos un corazón fraterno y la sabiduría de un padre que nos aconsejaba y nos animaba siempre a ser fieles a Jesús hasta el final. Él nos impulsó siempre a tomar su cruz y seguir sus caminos siguiendo su voluntad costase la que costase. El nos había aconsejado seguir el proceso de discernimiento hasta el final.
El P. Jesús Castellano pudo escucharnos personalmente. Compartimos largamente con él toda nuestra situación en amplio, todo lo vivido en Filipinas, en Argentina, todo lo que vivían el grupo de hermana que habían quedado en España y repartidas en comunidades. Tras compartir con él toda nuestra situación se nos hizo más clara la luz y la voz de Dios. Debíamos poner fin al tiempo de discernimiento e iniciar un nuevo tiempo. Si la nueva orientación no era reconocida como parte del carisma del Fundador, era el momento, había llegado el momento de dejar la fraternidad Verbum Dei y de abrirnos a un nuevo camino en su Iglesia. El nos orientó a dar definitivamente el paso y de informar a la Congregación.Al tener el Verbum Dei aprobación Pontificia como nueva forma de vida consagrada dependíamos en último término de Roma, de la Congregación de Vida Consagrada. Debíamos de presentar un informe para exponer toda nuestra situación y que esta Congregación dictaminara lo que hacer.
El encuentro con el P. Jesús Castellano fue como la verificación y la luz verde para dar fin al discernimiento y ponernos definitivamente en manos de la Iglesia. No era nada fácil dar el paso, no era evasión a la cruz era abrazar la cruz con plena confianza de que el mismo Dios que nos había conducido hasta entonces nos llevaría y nos conduciría ahora a través de su Iglesia. Nos sentíamos como Abraham, u pueblo peregrino en la fe en busca de la tierra prometida. Pero él nos infundió la el valor, la paz y la alegría de saber que estábamos haciendo no nuestro capricho sino la voluntad de Dios. Los frutos y signos de su presencia eran la paz y la serenidad y la confianza en medio de tanta perplejidad e incertidumbre.
Nos causaba perplejidad porque era una situación a la que ninguno de nosotros hubiésemos querido humanamente llegar. Si llegábamos a esta encrucijada era tras una sincera búsqueda de la voluntad de Dios. Los que teníamos votos perpetuos suponía pedir la exclaustración y lo que no tenían los votos perpetuos quedaban también totalmente en las manos de Dios y de la Virgen. De camino de Roma hacia España pasamos por el Santuario de Lourdes para depositarnos bajo el amparo de la Madre. Tras conversaciones con el P. Orcasitas pedimos poder retirarnos en oración para redactar el informe  la Congregación e invitar a unos ejercicios a los que no decidieran abrirse a la nueva orientación. 




Memorias de un peregrino  30
Informe a la Congregación
Nos retiramos un grupo en las “Furadas” una finca de los padres de Bernardo en Portugal. Allí estuvimos en oración y compartiendo para redactar el informe a la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida apostólica. Los días de oración en “Furadas” fue como un revivir la experiencia de Belén. Estábamos asistiendo a un nuevo nacimiento a un verdadero parto de una nueva comunidad. Aunque había tenido tanto tiempo de gestación se fue fraguando el nuevo espíritu en el que sentíamos que Dios nos llamaba a vivir la vocación y misión. En un ambiente de auténtico pesebre y de Belén, en esos días y noche al intemperie se daba la espera del nacimiento de la nueva comunidad. Orábamos contemplando a Jesús eucaristía “entre pajas” y yo rememoraba las primeras meditaciones al inicio de mi vocación. Era como u verdadero volver al inicio, a los orígenes, volver a rastrear los primeros pasos donde sentíamos de nuevo vibrar el corazón con la frescura del evangelio y de la primera llamada. Era para nosotros abrirnos a una segunda llamada en un clima de extrema pobreza, desde la debilidad y la impotencia para hacer de manifiesto la obra de Dios.
En este informe se hacía la solicitud a la Santa Sede a través de esta Congregación de que se no posibilitara un nuevo cauce institucional para poder vivir en continuidad a la orientación vivida en el último proceso nuestra vida consagrada abriendo nuevos caminos de anuncio y propagación del Reino en la Iglesia. Allí tratamos de explicar todo el estado de nuestra situación y porqué habíamos llegado a donde habíamos llegado. Lo que empezó siendo un intento de renovación e impulso misionero dentro de la Fraternidad Verbum Dei impulsado por el propio Fundador terminó por convertirse en un verdadero conflicto y causa de disensión. Lo que hubiésemos creído bueno para toda la Fraternidad se convirtió en un proceso de discernimiento que acabó en una vía sin salida. Exponíamos todo lo vivido desde 1995 hasta entonces. La situación a la que habíamos llegado pedía una vía de solución.
Deseábamos no alargar el conflicto sino desear que todo el proceso vivido con todo lo que significó de sufrimiento fuera de purificación y maduración para todos. La solicitud la firmábamos misioneros-as de votos perpetuos que estábamos desarrollando nuestra actividad misionera en varios países del mundo. En la génesis había una Familia Misionera donde estábamos representados, misioneras-os y matrimonios.
De camino a Roma para presentar la solicitud a la Congregación volvimos a pasar por el Santuario de Lourdes para volverle a confiar toda nuestra situación. Cuando estábamos en la gruta de las apariciones rezando nos encontramos a uno de los obispos auxiliares de Münster al que pedimos sus oraciones y su bendición. No nos imaginábamos que Dios iba a responder tan pronto a escuchar nuestro ruego por intercesión de la nuestra Madre y que precisamente en esta diócesis encontrásemos en Mons. Lettman el obispo benévolo que nos abriese las puertas y el corazón con una nueva aprobación.




Memorias de un peregrino  31
Petición de ejercicios fuera de la Fraternidad “Verbum Dei”
El P. Orcasitas nos dio a entender que la contestación de la Congregación no se haría esperar. Mientras esperábamos la contestación de la Congregación nos  retiramos en oración. La petición de unos ejercicios fuera de la Fraternidad “Verbum Dei” a aquellos que así lo desearan fue aceptad y nos fuimos en unas casas de retiros en “El Espino” y “Poza de la Sal” cerca de un monasterio de carmelitas descalzas de las tierras de Burgos. Por caminos siempre tortuosos entre la sequedad del desierto y de la sal en medio de espinos nos llevaba el Señor por sus sendas, la gran paradoja de ver surgir el Reino de caminos de cruz y bienaventuranzas los caminos por donde transitó el Señor y siguen transitando los humildes y pobres de corazón. 
Seguir creyendo que Dios proveerá, que él es un padre bueno y providente que no desatiende el clamor de los “anawim”. Peregrinando en el desierto, lejos de las olas que se rompen contra el orgullo y el empecinamiento de los hombres confiábamos que Dios nos condujera hacia la tierra de promisión. Él nos prometía que el Reino no tiene nada que ver con la lucha o la venganza sobre nuestros enemigos sino con los que esperaban de su bondad la intervención de su Dios. No temer que la gracia actúa poderosamente en la debilidad
Mientras estábamos en los retiros nos llegó la noticia de que Mons. Lettmann enterado, de toda nuestra situación, él venía siendo informado mucho tiempo antes por medio de su vicario el P. Hegge, nos hizo llegar que él estaba dispuesto a aprobarnos como asociación privada de fieles en su diócesis. El P. Hegge era también miembro del Movimiento de focolares al que también pertenecía el P. Jesús Castellano y que conocía personalmente. Dios se encarga de hacer confluir los caminos como los pastores que convergieron en Belén y los magos guiados por a estrella
En oración nos dispusimos a elaborar unos pequeños estatutos para la petición de una nueva comunidad, como asociación privada de fieles con aprobación diocesana. Estaba todo “tan en pañales” que ni siquiera teníamos un nombre para la nueva asociación. Así que pusimos a votación la elección del nombre con que fuéramos reconocidos en la Iglesia. Nunca nos imaginábamos un nombre tan largo con tantos apellidos o sobrenombres pero fue la manera de recoge el espíritu con el que nos sentíamos que Dios nos llamaba a vivir en su Iglesia.
Queríamos vivir como pobres servidores en las manos de Dios. Siguiendo a Jesús “el Servidor” y a la Madre “la servidora” del Señor queríamos vivir como servidores al servicio del anuncio del evangelio. Este fue el segundo sobrenombre: servidores del evangelio. Cómo núcleo del evangelio  rasgo más fuerte del mismo Dios descubríamos la misericordia. Por último el calificativo final respondía a especificar la misericordia de Dios a propósito de que en nuestro mundo muchas veces no se interpreta bien el término de la misericordia. Dado que estábamos en distintas partes del mundo algunos nos podían que se especificara el calificativo de Dios. Así surgió el nombre con el que nos sentimos todos identificaos: Servidores del Evangelio de la Misericordia de Dios.
 La petición de la aprobación la presentábamos junto con los estatutos el día de la Santísima Virgen del Milagro y víspera de la exaltación de la cruz, el 13 de Septiembre del 2002.



Memorias de un peregrino  32
El momento de la exclaustración y la opción por salir de la comunidad
La vinculación a la nueva Comunidad requería para los que teníamos los votos perpetuos una carta para pedir la exclaustración y dispensa de los anteriores votos. Fue para mí un momento para contar las razones de hacerlo escribí a Felipe junto la carta de exclaustración una carta dónde explicaba mis razones que pedía si vía conveniente que se hiciera público a toda la Fraternidad. Esta carta no se hizo nunca pública pero en estas memorias vi bueno recogerla.
 La carta se titulaba “Cuando un adiós se perfila” y fue escrita en el 2002, entre el 8 y el 25 de Septiembre.“Si llegara el momento, y quizás el momento es ahora, en el que tenga que tomar la decisión de dejar la Fraternidad “Verbum Dei”, quisiera expresar toda mi gratitud a Dios y a todos vosotros y quisiera recordaros como mi primera familia en la fe, en la que crecí e intenté aprender de todos, lo mejor que pude, a vivir y anunciar el Evangelio, llevándolo como la mejor Buena Noticia a todos mis hermanos y hermanas.
Quiero pedir perdón a Dios y a todos vosotros por todo lo que no supe vivir y por todas las veces que no reflejé Su Amor y Su Evangelio, y quiero olvidar y perdonar de todo corazón todas las ofensas que pude haber recibido o cualquier ofensa que haya podido dañar a cualquier hermano o hermana en la comunidad.
Ante todo, quiero dar gracias a Jaime, a quien siempre estaré agradecido y recordaré como mi padre espiritual, por todo lo que pude aprender cerca de él durante estos 22 años, intentando trabajar lo más fielmente posible muy cerca de él. Quiero agradeceros a cada uno de vosotros por las múltiples gracias que he recibido de Dios a través de vosotros.
Jaime nos inculcó desde el principio que deberíamos ser fieles hasta el final a la voz de Dios, y que no deberíamos buscar agradar a ningún ser humano por encima de Dios, hasta el punto de estar dispuestos a apelar a las máximas autoridades con el fin de defender Su voluntad. Sé lo doloroso que ha sido para todos nosotros llegar al punto que hemos alcanzado, pero me encuentro con una paz infinita en lo que estoy haciendo ahora, como mi más sincera búsqueda de la voluntad de Dios y la mayor prueba de amor y fidelidad a todos, respetando que muchos otros puedan no tener la misma visión.
Nuestro compromiso mutuo era ayudarnos mutuamente en el seguimiento radical de Cristo y a hacer Su voluntad en todo, y creo que nunca puede considerarse una desgracia, sino una verdadera gracia el hecho que estemos buscando seguirLe con radicalidad y con toda fidelidad. Lo que produce un gran sufrimiento en mí es el hecho que algunos hermanos y hermanas, que empezaron a seguir a Jesús con gran entusiasmo, se hayan desanimado y abandonado su vocación.
Quisiera que todos nosotros, al final de nuestra vida, podamos haber sido fieles al Señor hasta el final, entregando nuestras vidas en Su Iglesia, de la mejor forma posible para vivir y anunciar Su Evangelio, para que éste pueda llegar como una buena noticia creíble para mucha gente. Quisiera que quede claro que ésta ha sido la razón y la motivación desde el principio, del largo proceso que he vivido
La opción en este momento no la tomo apresuradamente, sino que es una opción muy meditada, intentando siempre hacer el mejor discernimiento. En mis aportaciones al Congreso General, al Simposio Teológico, y durante la Asamblea general extraordinaria, que convoqué para que todos los misioneros pudieran participar en él, - ya que la situación era extremadamente crítica- expresé claramente mi actitud.
La dimisión de Paco y la mía justo antes de la Asamblea era un signo claro de que era simplemente imposible continuar de la misma manera, y durante la Asamblea misma todos nos dimos cuenta de que la situación era muy crítica. Dado que quería evitar cualquier decisión que fuera condicionada por la gran tensión de aquellos momentos, y considerando el efecto que mi opción pudiera tener en otros, pedí un año sabático, para poder discernir en la oración la voluntad de Dios, estando libre de toda responsabilidad en la Fraternidad y renunciando abiertamente a ser elegible como responsable de nuestra rama.
Este tiempo de oración tuvo su clímax durante el retiro de mes que tuvimos en Filipinas. Hice esos Ejercicios siendo muy consciente que eran mucho más importantes que mis primeros Ejercicios antes de entrar en la Fraternidad. Compartí mi oración durante los Ejercicios con el P. Orcasitas, - el asistente nombrado por la Congregación-, con Felipe y con otras personas, incluido el P. Castellano, consultor en la Congregación para la vida religiosa, y consultar de otras Congregaciones, que nos habían recomendado como alguien que podría ayudarnos mucho en nuestro discernimiento; con él compartimos todo nuestro proceso justo después de nuestra dimisión, ya que éramos muy conscientes de que necesitábamos ayuda de alguien fuera de la Fraternidad.…” (Cont.).




Memorias de un peregrino  33
  La razón de salir de la comunidad (Cont.)
  Continuación de la carta que titulaba “Cuando un adiós se perfila”
…Después de los Ejercicios, intentando ver claramente la voluntad de Dios y llevar el discernimiento de su voluntad hasta el final, antes de volver para incorporarme a la vida de la Fraternidad y antes de asumir cualquier tipo de responsabilidad, en un diálogo con Felipe, decidí regresar a España. Intentaré describir lo más brevemente posible los últimos acontecimientos.
Apenas llegué a España, tuve algunos encuentros con Paco y con quienes estaban implicados en el proceso de formación, y decidimos ir a Argentina dos semanas, para orar allí con todo el grupo del discernimiento. Mientras estábamos en Argentina, Paco fue convocado por la Junta General; de hecho Felipe le llamó ya que el P. Orcasitas así se lo sugirió. En aquella reunión Paco declaró que él “suspendía” su ser miembro de la Fraternidad y afirmó muy claramente que, dado que la fórmula de una Delegación no había sido aceptada, entendíamos que la situación no debería prolongarse más, ya que estaba produciendo un gran daño en mucha gente.
En ese contexto tomamos la decisión de volver de Argentina con algunos miembros del grupo del discernimiento. Después de algunos encuentros con los  Responsables de las dos Ramas y con el P. Asistente, habiéndolo consultado previamente con el P. Castellano, decidimos empezar el procedimiento para apelar a la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada, con el fin de que aquellos de nosotros que libremente ante Dios entendiéramos que no podíamos continuar en la Fraternidad, viéramos cómo dibujar una nueva forma institucional con una nueva orientación.
Este es el motivo por el que pedimos un tiempo de retiro para aquellos que libremente pudieran estar contemplando esa opción, mientras se preparaba la petición a Roma y se perfilaban y especificaban las bases de esta nueva orientación. La propuesta (del retiro) fue aceptada y se convocó un tiempo de retiro a primeros de agosto. Aquellos que deseaban participar en el retiro tuvieron que escribir una carta a su Responsable, ya que así se les concedía un período de discernimiento hasta finales de septiembre.
Mientras tanto, durante el mes de julio, fui a la India y estuve yací tres semanas, ya que tenía un compromiso de dar un curso a las Misioneras de Madre Teresa de Calcuta; seguí la misma orientación de los “cursillos” que habíamos tenido en Filipinas, y la experiencia fue muy positiva, y me invitaron a repetirlo otra vez con el grupo de responsable al año siguiente.
Cuando regresé a España, después de una semana de oración, empezamos a preparar el borrador de nuestra propuesta a Roma, con la bases de una breve síntesis de nuestra espiritualidad y misión. Después empezamos en un  Santuario cerca de Burgos dos semanas de retiro, que reunieron a más de 90 personas. Después de esto decidimos presentar nuestra petición a la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada en Roma el 5 de septiembre.
En nuestra petición expresamos el deseo de acabar con la situación que hemos estado viviendo durante este último tiempo; no queremos más sufrimiento ni que se siga dañando a la gente. Sólo queremos defender nuestra vocación con la orientación que vemos delante de Dios que da ánimo y proyección a nuestras vidas, para que podamos ofrecerla en la Iglesia en otra forma institucional. Dejamos muy claro que no queremos dividir el Verbum Dei, y que no queremos hacer otro; simplemente queremos dejar la Fraternidad sin reclamar o pedir ningún reparto de bienes; simplemente queremos empezar algo nuevo allí donde la Iglesia nos pueda dar su aprobación.
Hasta el momento nos hemos encontrado con algunos Obispos en España y en el extranjero; todo ellos han expresado su deseo de recibirnos con la nueva orientación y la nueva forma institucional que la Congregación pueda darnos.
Ya desde el principio no he querido influir en ningún misionero, para que él apoyara o tomara parte en una opción, que- creo- cada uno debe tomar con profundo respeto a los demás, discerniéndolo en la oración y delante de Dios. Pero ahora que he tomado mi opción, considero que es una cuestión de justicia y una deuda de amor fraterno con toda la Fraternidad, informaros de todos los pasos que he dado, dejando a la Iglesia y a cada uno elegir delante de Dios lo que considere más conveniente.
Con mi más sincero deseo de que todos nosotros Le respondamos con la mayor fidelidad, y que así podamos colaborar en la misión universal de la Iglesia de la mejor manera posible, que pueda asegurar una perseverancia y una vida feliz y alegre en nuestra vocación, y un anuncio del Evangelio con la mayor simplicidad, pobreza y pureza de corazón, siempre unidos en la Trinidad y María,vuestro hermano Darío


Memorias de un peregrino  34
Viene el milagro de la aprobación de Mons. Reinhard Lettmann
Mientras estábamos “en la espera” ocurrió “el milagro”. Cuando estábamos bien en el pozo, en Pozo de la Sal, al final de nuestros retiros llegó la milagrosa intervención del Señor. Contra todo pronóstico y antes incluso de que la Congregación respondiera surgió la aprobación de la nueva comunidad misioneras de Servidores del Evangelio de la Misericordia. Nacía “el niño” un poco prematuro el 9 de Octubre del 2002 acogiendo a las hermanas que habían quedado totalmente al intemperie, que no tenían votos perpetuos.
Al poco tiempo cuando estábamos en Briviesca en unos pisos de la familia de Rosa, llegó la respuesta de la Congregación. Esta respondía que todos los miembros de votos perpetuos que desearan dejar la comunidad y adherirse a la nueva Asociación podían hacerlo.
Recuerdo que un grupito nos fuimos  unos días a Ávila para orar en la Iglesia de la Encarnación donde se inició la renovación del Carmelo. Junto a las cuatro columnas, fuimos a una capilla de la Virgen que se había aparecido a unos náufragos en medio de la tempestad cuando sentían hundirse. Durante ese tiempo ordinario y a la vez tan extraordinario nos dejábamos guiar por el Espíritu poniéndonos bajo el amparo de la Virgen y de los santos.
Tratando de leer cómo habían ocurrido los hechos me ayudaba ver la secuencia a la luz del ciclo litúrgico que celebrábamos. Transcurría el mes de octubre que es también en Argentina, en las otras latitudes, el mes de la Madre. Empezaba el mes con la fiesta de Santa Teresita del Niño Jesús que narra en su diario la especial intervención de la Virgen. El dos celebrábamos los Ángeles Custodios. El cuatro San Francisco de Asís que inicia su comunidad en torno a la Porciúncula en el valle de Santa María  de los Ángeles. El siete celebrábamos Nuestra Señora del Rosario. En esa primera semana de Octubre se hace la Peregrinación multitudinaria al Santuario de Luján. El doce se celebra Nuestra Señora del Pilar hermanándonos con toda Latinoamérica y el quince Santa Tersa de Jesús.
Vimos la especial intervención de todos nuestros amigos del cielo y sobre todo la intervención especialísima de la Virgen María. Fuimos de nuevo a Lourdes para agradecer a la Virgen su intervención y nos confiábamos a su especial protección y la de todos los santos la Comunidad naciente. Sentíamos más que nunca su apoyo incondicional. Nos preguntábamos cómo y de que forma continuar y vimos que era bueno volver a la Argentina donde se envió al grupo en discernimiento para que allí alejados de la tensión que se había vivido con la Fraternidad Dios nos siguiera guiando. Providencialmente los padres de Bernardo nos pagaron los pasajes.



Memorias de un peregrino  35
El encuentro de familias en Salamanca
Queríamos nacer con un espíritu de familia y vimos de Dios incluir a nuestras propias familias como prueba de amor y agradecimiento. Sentíamos la necesidad de esclarecer y compartirles toda nuestra nueva situación. Vimos bueno tener un encuentro con ellas en Salamanca en un antiguo colegio que los padres Paúles tienen en la ribera del Tormes.
Era un modo también de saldar con ellos la deuda de amor y empezar con ellos a vivir una relación nueva a partir de entonces. Cuando entramos en la comunidad “Verbum Dei” vivimos como un corte radical para formar otra familia. Ahora sentimos como de Dios incluirlos en la nueva andadura.
La familia que ahora sentíamos que Dios nos llamaba a vivir era incluyendo a nuestras propias familias. Os vimos sorprendidos por su recepción y captación de las cosas y su apoyo incondicional. Aquellos días fueron una inmensa gracia de Dios para reconciliarnos con nuestras propias familias y expresarles que n queríamos tener otra deuda que la del mutuo amor. Frente a la comunidad “Verbum Dei” no queríamos que ni ellos ni nosotros guardásemos ningún rencor.
No queríamos vivir ningún reclamo y solo guardar el agradecimiento de todo lo vivido. Lo que surgía como comunidad nueva no era un mal menor como para paliar una situación insostenible sino como Dios era capaz de convertir lo que parecía un mal en algo bueno querido y amado por Dios.
Ellos eran conscientes de todo lo sufrido. Compartimos como permanecimos en todo el proceso de discernimiento con entera disponibilidad y libertad buscando la voluntad de Dios. Les dimos la grata noticia de la nueva aprobación del obispo de Münster Mons. Lettmann y todas las conversaciones que tuvimos con él y el P. Jesús Castellano. Que nos impulsaron como designio de Dios a comenzar esta nueva comunidad que ahora iniciábamos dentro de la Iglesia.
Sentíamos como signo de los tiempos en este comienzo del nuevo milenio que Dios nos estaba llamando a abrir nuevos caminos de comunión en una Iglesia cada vez más llamada a ser escuela de comunión.




Memorias de un peregrino  36
Hacia la tierra prometida
Salíamos de España bajo la tutela de Mons. Lettmann y guiados por una estrella. El P. Jesús Castellano seguía como la estrella guiando nuestros pasos. Era como un nuevo amanecer, salir de las borrascosas tormenta que habíamos vivido y lanzarnos mar adentro hacia la tierra prometida. Las hermanas que habían estado en Argentina nos recibían y abrían paso. Argentina fue para nosotros la tierra de promisión.
Dios que nos había acompañado nos ayudaría a ir reconstruyendo la nueva comunidad que se levantaba entre los escombros. Cuando fimos a agradecer a Mons. Lettmann su aprobación recuerdo que en su despacho había un cuadro de la antigua catedral de Münster en ruinas después de los bombardeos de la segunda guerra mundial.
Entre las ruinas se entreveía una Cruz. Era como una imagen que expresaba de dónde nacíamos, del misterio de la Cruz. Dios se encargaría de la reconstrucción de la fraternidad desde la sanación de nuestro propio corazón.
Tratábamos de cuidar y velar por los sentimientos del corazón en un clima de reconciliación poniéndonos junto al corazón traspasado de Jesús en la Cruz. Me resonaba la experiencia vivida en África cuando visité un centro de discapacitados y tuve la grata experiencia de ver surgir el Reino  desde la mayor debilidad.
El que podía ver prestaba sus ojos al ciego para caminar juntos, el que le faltaba una pierna caminaba junto a otro que cojeaba de la otra y apoyándose mutuamente todos caminaban hasta los que estaban inválidos o en sillas de ruedas alzaban sus manos y cantaban mientras los otros danzaban, era el canto de amor de los pobres redimidos que anunciaban con sus propias vidas la fuerza del amor y la resurrección.

Memorias de un peregrino  37

Conversión a Cristo y al Evangelio

En un dossier titulado “Conversión a Cristo y al Evangelio” traté de dar luz sobre el conflicto vivido en la comunidad. Recuerdo las palabras en pleno conflicto que Mons. Errazuriz nos hacía al respecto: “Dios también gobierna el mundo por causa segundas y libres, aún por encima de las actuaciones humanas y hasta de las debilidades humanas”. Es preciso volver al evangelio, el evangelio de la gratuidad  del don, del infinito misterio de piedad y de la misericordia de Dios. El plan y designio de Dios pasa por la Cruz. Somos invitados a asociarnos a la muerte de Cristo para beneficiarnos de su Resurrección, morir como el grano de trigo para dar mucho fruto. Solo pasando por la muerte alcanzamos la nueva vida 
Dios a veces “escribe recto con reglones torcidos”. No podemos vivir bajo la coacción, la exigencia y el temor. Hemos de saber tener paciencia y no pedir ver frutos esperando a que a su tiempo lo veamos florecer. Hemos de evitar las polarizaciones y confrontaciones que nos separan y dividen. Hemos de tener ojos no sólo para detectar el mal sino amplios para saber también descubrir el bien dejándonos enriquecer, sin cortar la cizaña apresuradamente cortando también el trigo. Nuestra última vivencia ha estado marcada de grandes polarizaciones que parecen irreconciliables en lo que se refiere a nuestra condición humana y nuestra llamada divina. A través del misterio de la encarnación Cristo ha venido a reconciliar el componente humano y la soberanía de Dios, la intervención del hombre y la acción de Dios. Todas las polarizaciones no hacen sino cerrarnos en posturas enfrentadas que impiden un verdadero discernimiento de las cosas. Nuestra condición humana gime y pide ser liberada de toda servidumbre para vivir en la libertad de los hijos de Dios. 
El Espíritu viene en ayuda de nuestra flaqueza porque nosotros no sabemos discernir lo que nos conviene. En la cruz se disciernen los corazones. Es en ese misterio donde se nos descubre el camino de reconciliación y de integración donde se establece el verdadero consorcio y desposorio de lo divino y lo humano. El hombre no se entiende ni se comprende así mismo hasta que no entra y hace suyo el misterio de la encarnación. Solo haciendo nuestra la profundización en el misterio pascual se reconcilia los elementos que se presentan como enfrentados y esclarece en gran medida el misterio de nuestra vocación y misión. La situación de contraposición y de conflicto que hemos vivido en la comunidad pide la superación del conflicto y la oposición restableciendo la armonía y la unidad en la inserción e integración desde el misterio dela cruz. La cruz es la cima de la revelación de la misericordia divina, la salvación del hombre no bajo las formas de dominio o de poder sino en la gratuidad, la donación, el servicio, la autodonación, la sumisión y el abandono confiado incluso en la máxima impotencia y aparente derrota. 
Sólo el amor de Cristo es capaz de unificar las cosas distintas. Amor de Espíritu Santo que surge de la cruz y crea unidad y comunión en medio de las diferencias aceptando al otro en su alteridad y complementariedad, no desde las lógicas de poder y dominio sino en la gratuidad del don y del servicio. Sólo el amor misericordioso de Dios es capaz de renovar al hombre y a la humanidad y de hacerlo participe de unas relaciones nuevas. No a través del dominio o del poder sino con la fuerza del amo humilde, paciente  y misericordioso de Dios. Sólo el hombre que se abre al misterio de piedad para recibir tal amor se hace capaz de vivir el Reino y propagarlo. Necesitamos una verdadera conversión a este amor. La humilde conversión a Cristo y su evangelio.




Memorias de un peregrino  38
Los Servidores del Evangelio nacidos de la fuente de la Misericordia
¿Quiénes son y de dónde vienen? Venimos de la Pascua. Allí hemos nacido del costado abierto de Cristo, fuente de la Misericordia. Ante un mundo dividido por las discordias y enfrentamientos Cristo nos llama a ponernos al servicio de la reconciliación revelando e introduciendo a los hombres en su misterio de piedad y misericordia. Nacidos de la cruz y de su misterio pascual en la Iglesia sentimos la llamada a ser sacramentos de su piedad y u ternura para con todos sus hijos. Como pobres servidores queremos vivir la evangelización como el humilde servicio de acercar a todos el evangelio de la misericordia introduciendo a los hombres en este misterio de infinita bondad.
La cruz de Cristo estará siempre presente en nuestra vida, donde se hace presente el misterio de Cristo, el misterio de su encarnación y el misterio pascual. La cruz es, la forma paradójica de vencer el mal con la sobreabundancia del bien. En comunión con Cristo en su Iglesia os sentimos llamados impulsados por el Espíritu a vivir con Cristo crucificado esta identificación y comunión de amor. Nuestro primer punto de referencia como servidores es una vida en profunda comunión con Cristo y con su Iglesia al servicio de esta comunión para toda la humanidad. La evangelización es el gran servicio que la Iglesia presta a los hombres de hoy, ofrecida no sólo con palabras, sino también con hechos, siendo  testigos de la Buena Nueva de que el Reino de Dios ha llegado a los hombres en Jesucristo. Somos enviados a propagar y a servir la vida a los hermanos acercándonos a Cristo, configurándonos a él en su propio misterio Pascual de muerte y resurrección. Cristo es “el primer servidor del evangelio” que “evangeliza dando testimonio veraz de lo que ha visto junto al Padre y hace las obras que ve hacer al Padre. Por su servidor vive este servicio con este valor testimonial, martirial, “en comunión con Cristo”. Esa es la gran debilidad del apóstol y a la vez, la gran fuerza del testimonio del cristiano.

El Espíritu Santo que ha sido derramado en nuestros corazones es capaz de introducirnos en el amor mismo de Cristo, en su testimonio, en su obra reveladora del Padre, en su evangelización, en su cruz. El testimonio es el “elemento primero de la evangelización y condición esencial en vista a la eficacia real de la predicación”. Es el “signo” que atestigua la presencia del Señor. Por eso es tan importante despojarse de toda actitud que no sea evangélica y que desfigure el rostro de Cristo. Como “servidores del Evangelio” queremos vivir en esta participación profunda en el misterio de Cristo.  Es adentrándonos en ese misterio pascual donde el hombre encuentra su sitio y su destino. No se trata de predicar una ideología o construir una sociedad de orden humano. Se trata de introducirse en el misterio de la vida Pascual, de la vida de Dios. Nos urge introducirnos en el misterio de la cruz de Cristo y desde ahí no sólo caminar, sino hacer posible que los otros caminen introduciéndose hacia el misterio de la Trinidad que el de de la plena comunión de amor  según su designio.

La conformación a Cristo, y éste crucificado, es nuestra forma de vida, la forma de vida del servidor donde queremos caminar cada día en el amor y la libertad de los hijos de Dios. Todos nosotros estamos llamados a encontrar en la cruz el sentido pleno del amor, en el don de sí. Estamos convencidos que la vida encuentra su plenitud cuando se da, cuando se entrega libre y generosamente como Cristo y con Cristo al servicio del Reino.
No hemos pues de desalentarnos ni avergonzarnos de las cruces que suframos por el Evangelio. Hemos de tener y de dar confianza afianzándonos en quien nos llamó. Confiar en quien nos llamó para ésta vocación y misión. No fuimos nosotros los que le elegimos ni elegimos la vocación. Fue Él quien nos eligió. El que nos elige también nos capacita para llevarla acabo. Hemos de confiar en la fuerza de su poder, de su Espíritu derramado en nuestros corazones. No hemos de desistir en medio de las dificultades antes al contrario hemos de arraigarnos fuertes en Él para poder desempeñar con fruto duradero en tal misión.



Memorias de un peregrino  39
En la cruz es donde se disciernen los corazones
La cruz es la máxima declaración de amor del Esposo, Cristo, por su esposa, La Iglesia. El Esposo revela a la esposa la belleza de su amor, y la esposa, ante del don-entrega de su Esposo, queda fecundada, iluminada, por el resplandor de su luz, que la hace irradiar de su amor y de su vida participando plenamente de su misterio. Esta luz llega a todos sus hijos igualmente llamados a seguirle desde el encuentro singular con Cristo en la cruz, desde la relación íntima y esponsal que mana del Verbo, por nosotros entregado en la cruz. Resplandor ante el cual cualquier otra luz languidece. Jesús manifiesta la infinita belleza del amor divino, única capaz de satisfacer y colmar totalmente el corazón humano.
La plena manifestación de esta realidad mistérica de comunión de Dios con los hombres, del amor divino y del amor humano se vislumbra en el misterio del cuerpo místico y en la misión universal de la Iglesia. Jesús, en su misterio de la encarnación y muerte, abraza toda la humanidad en sus brazos abiertos sobre la cruz para insertarnos a todos en él. Esta asimilación de la amada al Amado es tan fuerte que pasamos a habitar y a formar una sola realidad con él.
Esta realidad mistérica sigue viva y operante hoy en la Iglesia y en el mundo. Cristo nos injerta la vida, y por el misterio de la cruz nos introduce en su cuerpo. En su mismo cuerpo nos urge a que a su vez nos apliquemos a sus miembros débiles, enfermos, muertos, para transmitirles la vida.
De ahí viene el vínculo tan estrecho entre seguimiento y misión. Aplicarnos a Cristo significa aplicarnos íntegramente al Cristo crucificado de hoy, introduciéndonos en su mismo dinamismo de entrega-amor para comunicar su vida a todos, de forma que todos lleguemos a la unidad y comunión plena en él.
Es precisamente la cruz el lugar privilegiado de encuentro y comunión más profunda de Dios con el hombre. Dios se ha unido a todo hombre para siempre en la cruz, y el hombre ha pasado a ser el cuerpo, el templo, el lugar de la manifestación de la gloria de Dios, lugar de encuentro, convivencia, comunión, comunicación y manifestación de la misma vida-amor de Dios. Conocer a Dios es conocer al Hijo, y conocerle es acogerle y adentrarse en su misterio de comunión. Cristo en la cruz manifiesta al hombre su grandeza y su gloria, la sublimidad de su vocación divina. Todo hombre está llamado al diálogo y a la comunión con Dios hasta hacer de su vida don sincero y total de sí mismo, abandonándose por entero a Dios.




Memorias de un peregrino 40
Anunciar a Cristo desde la humildad y la pobreza
Toda la vida cristiana, el camino del seguimiento y de la misión, está marcada con la cruz. Seguimos a Cristo en sintonía con sus amores y vivencias, que le llevaron al “anonadamiento” de una muerte redentora asumida por la obediencia al Padre. La misión recorre este mismo camino y tiene su punto de llegada a los pies de la cruz.
La misión se vive siempre en el contraste de nuestra indigencia y pide una absoluta confianza en nuestro Señor. Nos pide andar desarraigados y desprovistos de toda otra seguridad que no sea él. Jesús nos manda como ovejas en medio de lobos y nos dice que seamos pacientes y sencillos como palomas.
Es por eso que no hemos de temer el hecho de tener que desarrollar la misión en medio de dificultades y toda clase de situaciones. No hemos de quedar paralizados por grandes que sean los peligros, y las dificultades. No han de sorprendernos el ataque feroz del enemigo. Jesús nos invita a comportarse como palomas, con paciencia y sencillez, porque ésas serán las mejores armas para derribar a nuestros enemigos.
Así no habremos de actuar desde la violencia, la prepotencia o la arrogancia humana, sino desde la confianza infinita en aquél que tiene poder sobre todas las cosas, que hace que todo lo podamos en aquel que me conforta.        
Esta seguridad en el Señor de estar dispuestos a pederlo todo manifiesta precisamente la fuerza y la fecundidad del sufrimiento y de la cruz, que hace al cristiano vivir en una constante actitud martirial de arriesgarlo todo por amor. La propia debilidad, como la de Cristo en Getsemaní, convertida en instrumento dócil de la voluntad salvífica del Padre, confiere la serenidad de corazón. El miedo incontrolable y la huída nacen del odio, de la agresividad o del desprecio.
No hemos de temer cuando vengan las dificultades, cuando tengamos que sufrir y pasar contradicción por causa del evangelio, porque todo eso será ocasión para manifestar mejor la fuerza y el poder del amor, y para que la excelencia de tal poder sea evidente que es de Dios y no parezca nuestra.



Conclusión:


El milagro de ponerse frente a la misericordia de Dios.                                                                                                  
Todo este tiempo lo resumiría como el milagro de ponerse frente a la misericordia de Dios, un tiempo de gracia, de reconciliación con Dios y entre nosotros, de aprender a amarnos de nuevo de redescubrir la alegría del evangelio, de ser Iglesia, familia de Dios, de comenzar unas relaciones nuevas de hermanos, de disfrutar de una verdadera comunión fraterna. Sentimos la llamada de promover el diálogo y la comunión para hacer creíble el evangelio y de promover y no poner límites a la comunión. 
Sentimos la llamada a la conversión,  a colocarnos bajo la mirada de Dios, a volver al designio de Dios. La llamada de conversión nos llevó a la necesidad de autenticidad, de buscar el amor y la verdad. La misma llamada a la conversión nos llevó a querer salir de estructuras caducas, inertes, frías, inhumanas, para buscar una iglesia más humana fraterna, más casera, de calor de hogar, más pródiga en gestos de caridad, de compasión de solidaridad, de amistad. La llamada a la conversión nos puso en una dinámica de reconciliación. Una comunidad reconciliada es una comunidad más fraterna menos piramidal y autoritaria. Una comunidad fraterna supone que nadie puede elevarse como ser absoluto, que nadie debe absolutizarse así mismo. Todos somos necesitados de Dios y de los otros, como hermanos corresponsables. 
Dios nos llama a entrar en su escuela de humildad, de comunión cada vez más fuerte y misionera. El don precioso de la comunión nos pide una aceptación profunda de nosotros y de los otros donde las diferencias no nos separen y dividan. Sentimos la llamada a un nuevo estilo de relaciones más fraternas y humanas promoviendo no solo la comunidad cristiana sino trasformando la sociedad como fermento en la masa. Queremos abandonar toda discriminación, búsqueda de protagonismos e intereses personales para buscar y promover el bien común. Queremos desterrar toda forma de violencia de competitividad, vivir libres de prejuicios y comparaciones. Queremos vencer la dinámica de vernos superiores o inferiores sino vivirnos como hermanos servidores que caminan juntos desde nuestros límites y pobrezas y nuestras riquezas todas compartidas. Queremos una familia de puertas abiertas con caminos de inclusión y no de exclusión, dispuesta a incluir a todos y hacer camino con todos. Sentimos la llamada de acabar con tensiones y divisiones que empobrecen la fuerza del anuncio del evangelio y no poner limites a la comunión 

La experiencia de comunión en la iglesia nos abre a la comunión con las personas de otras confesiones cristianas y otros credos. Promover el ecumenismo y el diálogo interreligioso. No podemos vivir en la misericordia del Padre sin descubrir lo que nos une más allá de lo que nos divide. Es tiempo de una nueva escucha y un nuevo encuentro entre todos los que creemos en un Dios creador, Padre de todos. El Padre misericordioso nos impulsa incluso al diálogo con los no creyentes porque también ellos son hijos de Dios. El Padre misericordioso debe ponernos en especial cercanía y atención a los más pobres como hijos predilectos.


No hay comentarios:

Publicar un comentario