miércoles, 16 de septiembre de 2020

El Arte y la Iglesia de Oriente

 

El Arte y la Iglesia de Oriente


 

Introducción

El emperador Constantino el Grande decidió fundar una nueva capital en la región oriental del imperio Romano Constantinopla, Bizancio, la Nueva Roma[1]. Los ciudadanos de esta ciudad se les dominaba bizantinos. El arte bizantino corresponde al arte de Constantinopla y de las regiones bajo su dominio político en el periodo del 330 al 1453 (ocupación turca de Constantinopla) y se asocia a una cultura cristiana que llegó a ser una comunidad ortodoxa. El arte bizantino es una expresión artística que se configuró a partir del siglo IV, fuertemente enraizada en el mundo helenístico y oriental, como continuación del arte paleocristiano.

Desde sus primeros momentos, Bizancio se consideró como el continuador político del Imperio Romano. Mucha parte del arte que subsiste es religioso, algunos han venido a considerarlo como el arte de la Iglesia Ortodoxa. Sería algo restrictivo pues puede apreciarse que la variedad del arte producido es inmensa. La nueva ciudad de Constantinopla estuvo abierta a las influencias procedentes de las principales corrientes artísticas. Lo difícil es definir estas influencias y desentrañar su origen. La creación del arte bizantino no puede explicarse como la amalgama de Oriente y Occidente, ya que ninguno de estos dos extremos constituye una entidad distinta.

 El reinado de Justiniano fue un punto máximo de esplendor en el que se llevó una ingente actividad artística a través de todo el Imperio. El centro de Constantinopla se extendió a Ravena y otras metrópolis del Imperio. El emperador Justiniano que reinó entre el 527 y el 565 estimaba que sus grandes logros eran los de ser un constructor. Fue mecenas de un gran número de iglesias. Sus más célebres obras fueron Santa Sofía en Constantinopla, San Vital en Rávena y el monasterio de Santa Catalina en el monte Sinaí. A él se debe la culminación de Santa Sofía, la Haggia Sophia y la de San Apolinar en Rávena. El arte justiniano se convirtió en base desde la cual se desarrolló el arte medieval del Imperio oriental y occidental. Su arte fue el vehículo mediante el cual muchos artistas aprendieron a conocer las tradiciones.

Lo cierto es que el arte bizantino tanto en la arquitectura como sobre todo en la pintura tiene un rico patrimonio espiritual y teológico. Fue sin duda un nuevo arte cristiano menos racional y clásico y más simbólico y figurativo correspondiente a la mentalidad oriental. La reacción iconoclasta supuso un duro golpe por el rechazo del arte religioso figurativo que se había desarrollado en el mundo judío y musulmán. La producción artística continuó durante la Iconoclasia, pero hubo una reducción del número de artistas en proporción a sus obras de arte. La Iconoclasia fue declarada herejía en el Concilio II de Nicea[2]. El arte bizantino dependió para su existencia de una aristocrática sociedad. Los patrocinadores y mecenas disminuyeron ante la caída del Imperio romano, la persecución ejercida a los monjes de Atos y Anatolia redujo enormemente la producción artística.

El arte bizantino en comparación con el arte clásico desafió todo intento de ser interpretado en términos de genialidad individual, de renacimiento o de escuelas regionales diferenciadas. Siempre ha existido una preocupación constante de la crítica de arte clásica ante el arte bizantino. Los mismos artistas bizantinos se vieron condicionados a utilizar los mismos conceptos y el mismo vocabulario cuando se referían a su arte por ser malentendidos y malinterpretados.[3] La aproximación a este arte ha sido casi siempre desde la mentalidad y el molde occidental. Se precisa de otro acercamiento y de otras claves de interpretación. Como arte eminentemente religioso estuvo destinado a expresar el credo y el dogma cristiano bajo otras claves superando atravesar su apariencia estilística. Para ello hemos de entrar en su espiritualidad, teología y liturgia. El trabajo trata de valorar el arte en la iglesia Oriental y a establecer puentes para su comprensión y valoración.

  


1. Historia

En 395 Teodosio dividió entre sus hijos Arcadio y Honorio el Imperio romano; dejando a Arcadio el Imperio de oriente. Este hecho va a dar origen al que será el Imperio bizantino, que tiene ya como capital a Constantinopla, ciudad fundada por el emperador Constantino. Debido a su privilegiada situación y a la caída del Imperio romano de occidente en poder de los bárbaros, pronto será la capital cultural por excelencia en el mundo occidental. Así nace el arte bizantino como confluencia de los estilos griegos, helenísticos, romanos y orientales.

Desde comienzos del siglo VII se va creando un lenguaje formal artístico propio y diferenciado del que se mantiene en el Imperio de Occidente. Más tarde, en la época de Justiniano I (527-565) se inicia la primera etapa específicamente bizantina: es la Primera Edad de Oro que comprende los siglos VI y VII, es la etapa de formación del arte bizantino en sus aspectos formales.

Después del período de la lucha de los iconoclastas, aunque pobre en monumentos, comienza, en torno al año 850, el arte bizantino medio o Segunda Edad de Oro que perdura hasta el año 1204, cuando Constantinopla es conquistada por los cruzados; la Tercera Edad de Oro que se centra en el siglo XIV y que finaliza con la toma de Constantinopla en el año 1453. El arte bizantino se dividió en cuatro grandes etapas:

Primera Edad de Oro Bizantina: 527 - 726, año en el que aparece la querella iconoclasta. La época dorada de este arte coincide con la época de Justiniano. La querella iconoclasta se prolongó entre los años 726 - 843 y enfrentó a los iconoclastas contra los iconódulos y fue tan violenta que produjo una crisis artística acentuadísima, especialmente en el arte figurativo.

Segunda Edad de Oro Bizantina: 913 - 1204, momento en que los cruzados destruyen Constantinopla. En esta época esencialmente se consolidan los aspectos formales y espirituales del arte bizantino; es la verdadera etapa creadora y definidora de la estética bizantina.

Tercera Edad de Oro Bizantina: 1261 - 1453, después del dominio europeo, con la dinastía de los Paleólogos, se da paso a esta etapa hasta que los turcos toman Constantinopla.

Cuarta Etapa Bizantina: Después de 1453, el arte bizantino florece en los países eslavos, Rusia y sureste de Europa, transmitiéndose hasta nuestros días a través del Monte Athos.

 


 

2. Arte bizantino

En la Primera Edad de Oro, época de Justiniano Isiglo VI, se realizan las más grandiosas obras arquitectónicas que ponen de manifiesto los caracteres técnicos y materiales, así como el sentido constructivo que caracteriza el arte bizantino de este período. 

 


2.1 La arquitectura

La arquitectura del mundo romano y paleocristiano oriental mantuvo varios elementos tales como materiales de ladrillo y piedra para revestimientos exteriores e interiores de mosaico, arquerías de medio punto, columna clásica como soporte, etc. Pero también aportaron nuevos rasgos entre los que se destaca la nueva concepción dinámica de los elementos y un novedoso sentido espacial y, sobre todo, su aportación más importante, el empleo sistemático de la cubierta abovedada, especialmente la cúpula sobre pechinas, es decir, triángulos esféricos en los ángulos que facilitan el paso de la planta cuadrada a la circular de la cúpula. Estas bóvedas semiesféricas se construían mediante hiladas concéntricas de ladrillo, a modo de coronas de radio decreciente reforzadas exteriormente con mortero, y eran concebidas como una imagen simbólica del cosmos divino.[4]

Otra aportación de gran transcendencia fue la decoración de capiteles, de los que hubo varios tipos; así, el de tipo teodosiano es una herencia romana empleado durante el siglo IV como evolución del corintio y tallado a trépano, semejando a avisperos; otra variedad fue el capitel cúbico de caras planas decorado con relieves a dos planos. En uno y otro caso era obligado la colocación sobre ellos de un cimacio o pieza tronco piramidal decorada con diversos motivos y símbolos cristianos.

En la tipología de los templos, según la planta, abundan los de planta centralizada, sin duda concordante con la importancia que se concede a la cúpula, pero no son inferiores en número las iglesias de planta basilical y las cruciformes con los tramos iguales (planta de cruz griega). En casi todos los casos es frecuente que los templos, además del cuerpo de nave principal, posea un atrio o nártex, de origen paleocristiano, y el presbiterio precedido de iconostasio, llamada así porque sobre este cerramiento calado se colocaban los iconos pintados.

La primera obra cristiana, del primer tercio del siglo VI, es la Iglesia de San Sergio y San Baco, en Constantinopla (527-536), edificio de planta central cuadrada con octógono en el centro cubierto medio maricoiante cúpula gallonada sobre ocho pilares y nave en su entorno. A este mismo momento de la primera mitad del siglo V, corresponde la iglesia rectangular con dos cúpulas de la Santa Paz o de Santa Irene, también en Constantinopla. Pero la obra cumbre de la arquitectura bizantina es la Iglesia de Santa Sofía, (Haggia Sophia)[5], iglesia de la divina sabiduría, dedicada a la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, siguiendo las órdenes directas del emperador Justiniano I.

También fue importante la desaparecida iglesia de los Santos Apóstoles de Constantinopla, proyectada como mausoleo imperial e inspirada en la iglesia de San Juan de Éfeso, ofrecía un modelo de planta de cruz griega con cinco cúpulas ampliamente imitada en todo el mundo bizantino, por ejemplo en la famosa iglesia bizantina de San Marcos de Venecia, obra del siglo XI.

No fue Constantinopla el único foco importante en esta primera Edad de Oro de Bizancio, es menester recordar el núcleo de Rávena (capital del Imperio bizantino en Occidente desde el siglo VI hasta el siglo VIII), el exarcado occidental situado en el nordeste de la península italiana, en las riberas del mar Adriático, junto a Venecia. Las iglesias bizantinas de Rávena presentan dos modelos: uno de clara inspiración constantinopolitana relacionada con la iglesia de los Santos Sergio y Baco, la de iglesia de San Vital en Rávena (538-547), en la que, igualmente que su modelo, es de planta octogonal con nave circundante entre los elevados pilares y con una prolongación semicircular en la cabecera, delante del ábside del presbiterio; en los pies tiene un amplio atrio con torres laterales.

En esta iglesia de San Vital están ya prefigurados los rasgos más característicos de la estilística en la arquitectura medieval de Occidente, sobre todo en los que se refiere al sentido vertical de la construcción en detrimento de la horizontalidad precedente. Las otras iglesias bizantinas de Rávena tienen influencia paleocristiana por su estructura basilical con cubierta plana. Son la iglesia de San Apolinar in Classe y la iglesia de San Apolinar Nuovo, ambas de la primera mitad del siglo V y con destacados mosaicos. 

En la Segunda Edad de Oro predominan las iglesias de planta de cruz griega con cubierta de cúpulas realzadas sobre tambor y con una prominente cornisa ondulada en la base exterior. Este tipo nuevo de iglesia se plasma en la desaparecida iglesia de Nea de Constantinopla (881), construida por Basilio I. A este mismo esquema compositivo corresponde la catedral de Atenas, la iglesia del monasterio de Daphni, que usa trompas en lugar de pechinas, y los conjuntos monásticos del Monte Athos en Grecia.

En Italia descuella la anteriormente citada basílica de San Marcos de Venecia, del año 1063planta de cruz griega inscrita en un rectángulo y cubierta con cinco cúpulas sobre tambor, una sobre el crucero y cuatro en los brazos de la cruz, asemejándose en su estructura a la desaparecida iglesia de los Santos Apóstoles de Constantinopla. En esta Segunda Edad de Oro el arte bizantino se extendió a Armenia, en Kiev se construye la iglesia de Santa Sofía en el año 1017, siguiendo fielmente los influjos de la arquitectura de Constantinopla se estructuró en forma basilical de cinco naves terminadas en ábsides, en Nóvgorod se levantan las iglesias de San Jorge y de Santa Sofía, ambas de planta central.

Durante la Tercera Edad de Oro, entre los siglos XIII y XV el arte bizantino se sigue extendiendo por Europa y Rusia, predominando las plantas de iglesias cubiertas mediante cúpulas abulbadas sobre tambores circulares o poligonales. A esta etapa corresponden en Grecia la iglesia de los Santos Apóstoles de Salónica, del siglo XIV, la iglesia de Mistra, en el Peloponeso, y algunos monasterios del Monte Athos. Asimismo se multiplican los templos bizantinos por los valles del Danubio, por Rumania y Bulgaria, llegando hasta las tierras rusas de Moscú donde sobresale la iglesia de la Asunción del Kremlin, en la Plaza Roja, realizada en tiempos de Iván el Terrible (1555-1560), cuyas cinco cúpulas, la más alta y esbelta en el crucero y otras cuatro situadas en los ángulos que forman los brazos de la cruz, resaltan por su coloración, por los elevados tambores y por su característicos perfiles bulbosos. 

 

 

2.2 Escultura bizantina

Constantino atrajo a la ciudad de Constantinopla toda una clase de talleres artesanos itinerantes que acompañaron a los emperadores tetrárticos. La escultura de fines del siglo IV de Constantinopla se ha definido como perteneciente a un “Renacimiento Teodosiano”. La plástica escultórica bizantina supuso la culminación del arte paleocristiano, manteniendo sus técnicas y su estética de progresivo alejamiento de las cualidades clásicas: la mayor rigidez, la repetición de modelos estereotipado, la preferencia del bajorrelieve a las obras de bulto redondo.

Tras la sistemática destrucción del período iconoclasta hay una vuelta al culto de las imágenes, pero para no caer en la idolatría y por influjo de las nuevas corrientes islámicas desaparece la figura humana en la imaginería de los relieves (marfil) que proporcionan pequeñas piezas, son los caracteres más destacados de la estatuaria bizantina, de la estatuaria exenta.

Las obras más destacadas son las labores ornamentales de los capiteles con motivos vegetales y animales afrontados como son los de San Vital de Rávena o los sarcófagos de la misma ciudad en los que se representan los temas del Buen Pastor. Pero las obras capitales de la escultura bizantina son las pequeñas obras, dípticos y cajas, talladas en marfil, destacándose el díptico BarberiniMuseo del Louvre, del siglo V, o la célebre Cátedra del obispo Maximiano, en Rávena, tallada hacia el año 533 sobre placas de marfil con minucioso trabajo.

 


 

2.3 Otras artes figurativas

La pintura y los mosaicos bizantinos, más que su escultura, han tenido una singular importancia en la historia de las formas de representación plástica, por cuanto que han servido de puente a los modelos cristianos orientales hacia Europa, así como a la transmisión de las formas clásicas cuando en Occidente había desaparecido por la acción de los pueblos bárbaros, y por último, el arte bizantino ha sido la fuente principal en la fijación de la iconografía occidental.

 


 

2.4 La pintura y mosaicos bizantinos

El gusto por la riqueza y la suntuosidad ornamental del arte bizantino, eminentemente áulico, exigía el revestimiento de los muros de sus templos con mosaicos, no sólo para ocultar la pobreza de los materiales usados, sino también como un medio para expresar la religiosidad y el carácter semidivino del poder imperial (cesaropapismo).

De la Primera Edad de Oro el conjunto más importante es el de Rávena, que enlaza con los mosaicos paleocristianos del siglo V: en las iglesias de San Apolinar Nuevo y San Apolinar in Clase se cubre sus muros superiores con mosaicos que representan, en la primera un cortejo procesional, encabezado por los Reyes Magos, hacia la Theotokos o Madre de Dios, en la segunda, en el ábside, se muestra una visión celeste en la que San Apolinar, en Rávena, conduce un rebaño.

La obra maestra de del arte musivario, es sin duda alguna, el conjunto de mosaicos de San Vital de Rávena, compuestos hacia el año 547, y en los que se representan varios temas bíblicos y en los laterales del ábside los grupos de Justiniano I y de su esposa Teodora con sus respectivos séquitos.

Segunda Edad de Oro. Terminada la lucha iconoclasta, a mediados del siglo IX es cuando verdaderamente se configura la estética bizantina y su iconografía. Surgirá una nueva Edad de Oro, la segunda, que supondrá el apogeo de las artes figurativas, irradiando su influjo al arte islámico, por entonces en formación, y al naciente arte románico europeo. Las figuras acusan una cierta rigidez y monotonía, pero muy expresivas en su simbolismo, con evidente desprecio del natural y las leyes espaciales; son alargadas y con un aspecto de cierta deshumanización.

Los nuevos tipos iconográficos se adaptan simbólicamente, según un programa prefijado (Hermeneia), a las diferentes partes del templo: el Pantocrátor (Cristo en Majestad bendiciendo) en la cúpula, el Tetramorfos (cuatro evangelistas) en las pechinas, la Virgen en el ábside (Theotokos), los santos y temas evangélicos en los muros de las naves.

Los modelos más repetidos son las figuras de Cristo con barba partida y edad madura (modelo siríaco) y de la Virgen que se presenta bajo diversas advocaciones (Kyriotissa o trono del Señor en la que sostiene sobre sus piernas al Niño, como si fuera un trono; Hodighitria, de pie con el Niño sobre el brazo izquierdo mientras que con el derecho señala a Jesús como el camino de salvación[6]; la Theotokos, o Madre de Dios, ofrece al Niño una fruta o una flor; la Blachernitissa o Platytera con una aureola en el vientre en el que parece el Niño indicando la maternidad de la Virgen). Otros temas muy repetidos son la Déesis o grupo formado por Cristo con la Virgen y San Juan Bautista, como intercesores, y los dedicados a los doce fiestas litúrgicas del año entre las que se destaca la Anastasis o Bajada de Cristo al Limbo, el Tránsito de la Virgen, la Visión de Mambré, es decir, la aparición de los tres ángeles a Abraham, simbolizando la Trinidad.

Durante la Tercera Edad de Oro el mosaico continuó en uso hasta el siglo XIII, en esta época se enriquece la iconografía de los "ciclos marianos", de los santos y evangélicos, a la vez, que por influjos italianos, se aprecia una mayor libertad compositiva y una evidente manierismo en las estilizaciones. Destruidos los mosaicos de Constantinopla quedan como únicas referencias los de San Marcos de Venecia, con abundante empleo del dorado.[7] 

 


2.5 La historia de los iconos

La pintura sustituye al mosaico en esta Tercera Era, contando con el precedente de los interesantes conjuntos de iglesias rupestres de Capadocia, en Asia Menor. Son importantes los talleres rusos de Novgorod y Moscú, donde trabaja Teófanes el griego, fresquista y pintor sobre tabla en el siglo XIV, y en la centuria siguiente se destaca como obra maestra la Virgen de Vladímir (Moscú) y el monje Andrés Rubliov especialmente a través de su icono de la Trinidad, este icono del siglo XV es considerado como el más importante icono bizantino de la escuela rusa, representa a la Trinidad a través de la escena bíblica llamada visión de Mambré, es decir tres ángeles que se aparecen al patriarca Abraham. Se caracteriza por el aire melancólico, de intensa espiritualidad, en la que el ángel del centro, con túnica roja, se cree que representa a Cristo con un árbol al fondo; el de la izquierda representa a Dios Padre y el de la derecha al Espíritu Santo. La perspectiva es típica del tipo bizantino, es decir, inversa, abriéndose las líneas conforme se alejan de los ojos del espectador. Algo más tardía son las escuelas veneciana y cretense donde sobresalió Andrea Riccio de Candia, a quien se atribuye la creación del famosísimo icono de la Virgen del Perpetuo Socorro.

La pintura de iconos ha seguido manteniéndose durante toda la Edad Moderna, tomando como referencia estética los caracteres de la pintura bizantina clásica, que se impone a las influencias italianas. Las colecciones de iconos más completas se encuentran en la galería Tretiakov de Moscú, en el museo Puskin de Leningrado, en la catedral de Sofía (Bulgaria).[8]

Paralelamente se desarrolla la realización de miniaturas para los códices purpúreos, llamados así por el uso de fondos de púrpura. De la primera época es el Génesis de Viena, del siglo V, los evangeliarios de Rábula y de Rossano, ambos del siglo siguiente. En las etapas siguientes descollaron los salterios, con abundantes representaciones en toda la página o en los márgenes llenas de sentido narrativo. Se destacan el Menologio de Basilio II (Biblioteca Vaticana) y el tratado de Cinegética de Oppiano (París). En las artes suntuarias sobresalieron gracias al ambiente cortesano bizantino.

Las labores textiles se inspiraron en los modelos sasánidas (motivos encerrados en círculos); en la orfebrería sobresale el uso de los esmaltes sobre metales preciosos, siguiendo la técnica del tabicado o alveolado de origen germánico, en el que los colores se separan por filamentos de oro. La obra maestra de la orfebrería es la Pala de OroSan Marcos de Venecia o el icono esmaltado de San Miguel del mismo templo.

Sobresalen también los llamados Cristo Pantocrátor, que son figuras de Jesús rodeado de un aura de luz blanca (que simboliza la pureza), y se encuentra con las piernas cruzadas. En una de las manos tiene el dedo índice levantado y en la otra mano las Sagradas Escrituras. Se sitúa en el interior de una almendra (es decir, de un dibujo ovoidal) y está rodeado de los cuatro evangelistas u ocepas, uno en cada esquina. Esta imagen denota temor, mando e incluso miedo.[9]

 


 

2.6 Las tres épocas del icono

Durante siete siglos los cristianos vivieron pacíficamente la existencia y el culto a las imágenes sagradas que fueron adornando sus lugares de culto, desde las primitivas catacumbas, hasta las iglesias y basílicas que se iban abriendo por el imperio. Fue a finales del siglo VII cuando se vio la necesidad de salir al paso de ciertas tendencias iconoclastas que, en abierta oposición a la tradición, se oponían a esta veneración.

A efectos de estudiar el desarrollo de la iconografía, los autores suelen coincidir en la conveniencia de marcar épocas o etapas en el mismo, para facilitar la comprensión de una época que se extiende durante los siglos IV al XIV. Aunque no es unánime el contenido o el periodo histórico de las mismas, el criterio más seguido es dividir ese largo periodo de casi diez siglos en tres grandes etapas:

Primera Edad de Oro (siglos IV-IX)

Como continuación del arte Romano, los cristianos inician sin soluciones de continuidad una forma nueva de expresión artística que imita las conocidas formas romanas. Es en el siglo IV, con Justiniano, cuando se ven aparecer grandes templos y basílicas capaces de albergar la numerosísima afluencia de las gentes del imperio, convertidas al cristianismo, ahora la profesión del emperador. Las bases para este primer periodo de oro se establecen en el siglo V con las aportaciones del arte Cristiano Oriental.

Destaca el siglo VI, en el que el Emperador Justiniano encarga las construcciones de San Apolinar y San Vital de Rávena, obra maestra ésta (547) que recoge temas de las sagradas escrituras e imágenes del emperador y su esposa, con sus respectivos séquitos.

Época Iconoclasta (siglos VIII-XI):

En el siglo VIII, a partir de 730, se inicia un fuerte movimiento iconoclasta, caracterizado por su radicalismo religioso, que conlleva la destrucción de imágenes y persecución de los defensores de éstas. Se convocó un concilio en Hiereia (próxima a Constantinopla) en 754, donde se condenó el uso de los iconos.

Este primer período iconoclasta de más de 30 años finalizó en 787, con la victoria de los iconódulos o defensores de las imágenes, y con la publicación de los cánones aprobados por el VII Concilio Ecuménico o II de Nicea.

Sin embargo, no sería una victoria duradera. Un segundo movimiento iconoclasta entre los años 813 y 842 convulsionó a la Iglesia ortodoxa, que precisó de un nuevo Concilio, convocado en 834 por la emperatriz Teodora en Constantinopla, para aceptar definitivamente las resoluciones del II Concilio de Nicea.

La segunda Edad de Oro (siglos XI-XV)

La paz que proporciona el Concilio, permite a Bizancio desarrollar la imagen y estética bizantinas hasta un verdadero apogeo de las bellas artes que irradiará a los países vecinos, especialmente a Rusia y al oriente musulmán.

En esta etapa, las figuras pueden parecer monótonas y rígidas, pero la imposición del canon iconográfico las hará comprensibles a todos y permitirá una rápida expansión por todo el Oriente y, muy singularmente, en Rusia donde las escuelas de Kiev y Nóvgorod llevarán el arte del icono a las más altas cimas de la estética bizantina. En ambas ciudades, los arquitectos bizantinos levantarán dos joyas arquitectónicas con sendas iglesias dedicadas a Santa Sofía, en el año 1017, de planta basilical, siguiendo el canon de la arquitectura de Constantinopla. 

 

 

2.7 Los Iconos y el año litúrgico bizantino

El lazo inseparable entre iconografía y celebración litúrgica destaca también cuando se lo considera en relación con los santos; por eso conviene conocer un poco el año litúrgico bizantino, que es el resultado de la combinación de cuatro ciclos. Pascua tiene en Oriente una importancia y solemnidad muy superiores a las habituales en Occidente, y es el centro en el cual comienza el ciclo de las fiestas de fecha móvil. El ciclo anual de las fiestas de fecha fija es predominante para los santos, comienza el 1 de septiembre.

Es sabido también que todos los iconos, para poder recibir la bendición de la Iglesia cuando están ultimados, han de llevar siempre grabado también el nombre de la persona o del hecho representado.

Ya en vida el santo es “icono” de Cristo; persona transfigurada por la luz del Espíritu. Fijar su imagen, para que permanezca ante nuestros ojos incluso después de su muerte terrena, es una invitación a seguirle en nuestra progresiva edificación.

El año litúrgico en Oriente desarrolla “El Dodecaorton”, la celebración de las grandes solemnidades del misterio de Cristo. Cada festividad tiene asociado su propia “imagen”, “icono”. La liturgia del ciclo del año litúrgico tiene como objetivo la contemplación de los Misterios de la vida de Jesús a través de los iconos.

Las Iglesias de Oriente y de Occidente tienen durante el curso del año litúrgico muchas fiestas significativas dedicadas a la celebración de los grandes misterios de la vida de Jesús. Estas fiestas tienen su armónica colocación n el tiempo litúrgico cuyos tiempos centrales son El Adviento como preparación de la Navidad, la Cuaresma como preparación de la Pascua y la prolongación de la Pascua en el tiempo ordinario.

En el año litúrgico de la Iglesia Oriental se suelen enmarcar en doce festividades principales denominadas el Dodecaorton. Estas fiestas se pueden catalogar según diversos criterios y tienen una significación litúrgica muy variada. La introducción de otras en el año litúrgico se justifica también por motivos históricos y por una experiencia espiritual y devocional del pueblo creyente. 

 


El Dodecaorton. Las Fiestas Principales

El Año litúrgico recoge las Fiestas principales durante todo el año. En la liturgia oriental el Dodecaorton recoge las doce más relevantes. Se dividen en festivos de fecha fija y de fecha variable (calculados en relación a Semana Santa). Una segunda división es entre las fiestas dedicadas a María y las dedicadas a Cristo.

Cada festividad está representada por una imagen “icono codificada según la interpretación de las Sagradas Escrituras. El día de la celebración, “el icono” correspondiente se coloca sobre un atril en el centro de la iglesia. [10]

El término griego Dodekaorton (Δωδεκαόρθον) designa las doce fiestas más importantes del año litúrgico cristiano ortodoxo [11] . Estas fiestas son:

1.     La Anunciación

2.     La Natividad

3.     La Epifanía

4.     La Presentación

5.     La Transfiguración

6.     La Entrada a Jerusalén

7.     La Resurrección de Lázaro

8.     La Crucifixión

9.     La Resurrección

10. La Ascensión

11. La Dormición de María

12. El Pentecostés 

María tiene una enorme relevancia en la Iglesia Oriental como la puerta de la Salvación que nos da entrada a todos los misterios de Cristo. La Fiesta de la Natividad de María que se celebra el 8 de Septiembre, tiene su origen en la dedicación de la Iglesia de la Natividad de María en Jerusalén en el S.V. Es una fiesta de gran importancia en todo el Oriente y coincide con el comienzo del año litúrgico bizantino.

María en la liturgia oriental es la Puerta de entrada a todo el Misterio de Cristo. Aquel, por el cual el mundo fue creado, se hace hombre en el seno de la Virgen María. María es venerada ya desde el S.I por los primeros cristianos, como se muestra en algunas catacumbas, véase como ejemplo la de Sta. Priscila. Esta fiesta se remonta al S. IV.

En la liturgia se pone siempre desde el inicio para estar siempre presente en la obra de la redención y la santificación hasta el final. La Virgen María es, desde un primer momento, elegida y predestinada por Dios para albergar al autor de la Salvación.

A través de la Puerta que es María Dios en Cristo Jesús va a entrar de pleno en la Historia. Ella preside las Puertas Santas del Iconostasio a la derecha de Jesús. “Ábrenos las puertas de la Misericordia, Oh bendita Madre, para que no sucumbamos los que acudimos a Vos”. 

 


1 La Anunciación

Desde el S. IV la liturgia, tanto en Oriente como Occidente, dan una importancia muy significativa a esta fiesta de la Anunciación. La liturgia ambrosiana asignaba ya al VI domingo de Adviento la Maternidad de María. La liturgia romana asignará el IV domingo de Adviento esta Fiesta. A partir del S. VI en Asia Menor se fija la fecha del 25 de Marzo, nueve meses antes de la Navidad, como conmemoración de la Encarnación.

La Anunciación nos abre a todo el misterio de la Encarnación del Hijo de Dios viniendo a este mundo. La Anunciación suele ocupar la parte ornamental de las Puertas Reales como entrada a la liturgia. Esta primitiva fiesta mariana se remonta también al S. III-IV. Los Santos Padres la recogen con antiguos himnos como el célebre himno del Akáthistos. Es el misterio de Dios que se abaja para abrazar toda nuestra humanidad en su pequeñez y hacerla suya.

Dios verdadero se hace hombre verdadero tomando una carne en el seno de María hasta hacerse pasible y mortal. Si no se hubiera hecho hombre verdadero no habría podido ser ejemplo y camino para todo hombre. Somos invitados a acoger en la fe, asombro y estupor de María este misterio. 

 


2. La Natividad

El origen de la Fiesta de la Navidad se remonta a la Iglesia de Oriente en el S. IV donde ya se celebraba la fiesta de la manifestación, epiphaneia, fiesta de la Venida del Señor, de su Nacimiento y perfecta Encarnación. Epifanio lo recuerda citando a Efrén en el S IV. A finales de este siglo en Antioquía se celebraba la fiesta con el nombre de ta hagia phota, las santas luces. La peregrina Egeria en su Itinerarium nos habla de esta fiesta en Belén. Para los cristianos, la Fiesta de la luz que tenía un origen pagano en el solsticio de invierno, se convertirá en la revelación de Cristo.

Esta fiesta es como un empezar a prepararse para la celebración del misterio Pascual cúlmen y vértice de la Encarnación. María como acostada bajo el lecho virginal aparece como una Reina con tres estrellas en la Cabeza y hombros que indican su triple virginidad, antes, durante y después del parto. El Niño Dios está sobre un sepulcro vendado como en vendas mortuorias, señalando al misterio pascual. María vuelve su mirada en señal del coste del sacrificio que supondrá nuestra Redención. 

 


3. La Epifanía

La Epifanía de Jesús es una fiesta que se remonta a los primeros siglos del cristianismo.

Junto a esta Fiesta de la adoración de los Magos o manifestación a los gentiles se celebra El Bautismo. El Bautismo es punto de entrada a la Vida Pública y a la Manifestación de Cristo públicamente como Mesías ante los hombres. Esta Santa Teofanía se asocia a la Fiesta de la Epifanía.

Es sin duda una Teofanía del Misterio de Dios uno y trino en paralelo con la Transfiguración. En Oriente recibe el nombre de Taphotá, fiesta de las luces. Es la gran fiesta en el solsticio de invierno. El cielo abierto en plena comunicación con la tierra se presenta como un semicírculo desde el que desciende un rayo de luz: el Espíritu. Cielo, tierra y agua evocan al génesis y al principio de la creación. Jesús sumergido en las aguas de la regeneración palingénesis nos abre a las aguas e regeneración del bautismo que por medio de la acción del Espíritu santifican al hombre.

 


4 La Presentación. La Dedicación

La Fiesta de la Presentación también conocida como la Dedicación se celebra a los 40 días después de la Fiesta de la Epifanía de Navidad. Tiene su origen en la antigua fiesta jerosolimitana que narra Egeria en el S. IV.  Es la Fiesta del encuentro de Cristo con su pueblo de Israel y se llama también de la Candelaria por el lucernario inicial en el que se ritualiza la expresión del cántico de Simeón que llama a Cristo Luz d las gentes.

Es una fiesta que se asocia al Señor a la Virgen como fiesta de la Purificación y a la vida consagrada en la Iglesia. Como Jesús es presentado al Templo afirmando su total dedicación y consagración al Dios Altísimo en Él nos consagramos todos los fieles y algunos de una manera especial con total dedicación en su Iglesia. 

 


5. La Transfiguración

La Fiesta de la Transfiguración es una fiesta típicamente oriental que tiene como origen la dedicación de la Basílica del Monte Tabor. El monasterio de Santa Catalina en el Sinaí conserva el mosaico más antiguo de la Transfiguración. Ya se conoce como fiesta en Siria a en el S. VII.

En Oriente como en Occidente se celebra el 6 de Agosto, cuarenta días antes de la fiesta de la Exaltación, pues se supone que este episodio ocurrió cuarenta días antes de la crucifixión. En Oriente es llamada fiesta de la Metamórfosis, modelo de nuestra deificación.

La Cuaresma nos abre el largo camino de preparación para la celebración de la Pascua. La Fiesta de la Transfiguración en el segundo domingo de la Cuaresma anticipa la glorificación en este camino penitencial y de purificación y nos prepara para que al contemplar al Cristo desfigurado en la Cruz no olvidemos al que se apareció transfigurado en el Tabor como profecía de su Resurrección.

Cristo aparece en una especie de mandorla, luz tabórica, refleja la nube luminosa que lo cubre. Sus vestidos blancos expresan que es la fuente de la luz. El círculo de la luz la gloria de su divinidad. Cristo es nuestra luz y el sol que brilla de lo alto. Jesús es el Señor de vivos y muertos. Moisés simboliza a los muertos que no contemplaron a Dios. Elías a los vivos que contemplan a Dios. Los tres discípulos en postura de temor sagrado quedan sobrecogidos por la fuerza de la Visión. Son los testigos de su gloria como también serán testigos lejanos de su agonía. 

 


6. La entrada de Jesús en Jerusalén

Se trata de celebrar la gran entrad de Jesús en Jerusalén. Jesús entra entronizado en un borrico como “Rey Pacífico”. Como se hace en la liturgia antes de la Anáfora tiene lugar, el gran introito, la gran entrada, con el traslado de las ofrendas desde el altar de la Proskomedia pasando por las Puertas Santas al Altar Central donde se conmemora la Cena del Señor.

Simboliza el solemne ingreso e Cristo a Jerusalén para inmolarse en el altar de la Cruz. Los fieles lo acompañan cantando el Hosana, el Himno de los Querubines

 


7.La Resurrección de Lázaro

Muestra el anticipo de la Resurrección de Cristo. Se nos invita a nacer de nuevo. La Cruz es un remedio para nuestras heridas y purificación de todas nuestras impurezas. La invitación de Jesús es liberarnos de nuestras ataduras: Desatadlo y déjenlo caminar.

Para la celebración de la Pascua se intensifica el carácter penitencial vivido en la Cuaresma. El pecado nos impide caminar para seguir a Cristo, para vivir la comunión.

El objetivo y el horizonte de la vida cristiana es la comunión y la misión. Cristo viene a cancelar la deuda, infundiendo valor para convertirse en testigos valientes. cristo viene a restaurar la comunión.

 


8. La Crucifixion

El misterio de la Muerte quedó impreso en el corazón de los discípulos. Los discípulos en el Calvario, allí en el Monte Santo, vieron el resplandor y esplendor de su muerte que vislumbraba la Resurrección. Es el Viernes Santo cuando tiene lugar la Adoración de la Cruz.

La escena, según descrita por Juan, sitúa a María y el discípulo al lado de la cruz. En la base de la cruz hay un espacio oscuro y una calavera que simbólicamente representa el cráneo de Adán hasta el que llega la sangre redentora del Nuevo Adán. Al fondo las murallas de la ciudad Santa.

 Cristo se ha dormido en la Cruz orando y perdonando como un remanso de paz. Su Cuerpo abierto en sus manos, pies y costado son fuente de vida. La Madre al pie de la cruz en plena comunión con su Hijo simboliza la Nueva Eva, madre de la nueva humanidad. 

 


9. La Resurrección

Dentro del Triduo Santo el día solemne es el Domingo de Pascua de Resurrección, que empieza con la gran Vigilia por la noche y que se alargaba hasta la aurora. Era la gran Vigilia de la Luz del Sol que las tinieblas de la muerte no opacaron.

La gran Theo-fanía de la Resurrección que se asociaba al Bautismo y Transfiguración. Cristo Resucitado abre las puertas del abismo y nos saca los muertos de los sepulcros.

Los primeros son los primeros padres: Adán y Eva. con ellos a toda la humanidad.

 


10. La Ascensión

A los cuarenta días del domingo de Pascua se celebra la Fiesta de la Ascensión, que según la tradición, acontece en la cima del Monte de los Olivos. Desde el monte lo ven elevarse a los cielos. Hay una unidad entre la tierra y el cielo.

En la parte superior, Cristo preside como figura central. En la parte inferior, María entre los apóstoles con los ángeles, como mensajeros intermedios entre Dios y los hombres, que fueron testigos de su bajada katabasis en la encarnación y lo son ahora de su subida analepsis.

María estrecha las manos a la Iglesia orante en adoración y a la militante en misión. El Señor triunfante traza su bendición y se muestra Señor en su triunfo cósmico sobre todo cuanto existe. 

 


11. La Dormición

En los siglos IV y V en la época bizantina se construyó una Iglesia  en el Monte Sión llamada la Iglesia Madre de Dios. En este lugar  se veneraba la dormición de María, el hogar de María donde falleció a los pies de los apóstoles.

La Iglesia Oriental acostumbraba hacer una procesión desde el lugar de su Tumba al pie de los Olivos donde fue depositada hasta su partida como Madre de Dios. Esta se convirtió en una de las metas de la peregrinación más importante de Tierra santa. 

 


12. El Pentecostés

A los cincuenta días después de la Fiesta de Pascua se celebraba la Fiesta de Pentecostés.

El Espíritu de Jesús Resucitado da vitalidad y fecundidad a la primera comunidad cristiana abriendo las puertas para dar testimonio de su fe con valentía. La efusión del Espíritu que transforma el cuerpo de Jesús en espíritu vivificante es el que vivifica todo el cuerpo eclesial.

San Cirilo de Jerusalén, en sus catequesis a la comunidad de creyentes, invitaba a los bautizados a perseverar en oración y a ofrecerse con Cristo para anunciar el poder de Aquel que los llamó de las tinieblas del error para vivir bajo su luz admirable. 

 


 

3 La espiritualidad de los Iconos

         3.1 el Icono en la tradición de la iglesia

Contra la corriente iconoclasta, que también había hecho apelación a la Escritura y a la Tradición de los Padres, especialmente al pseudo sínodo de Hyeria del 754, el segundo Concilio de Nicea sanciona la legitimidad de la veneración de las imágenes, confirmando “la enseñanza divinamente inspirada de los santos Padres y de la Tradición de la Iglesia católica.[12] 

  


3.2 El icono, generado de la fe común

En la Tradición apostólica escrita en el Nuevo Testamento no se habla de iconografía cristiana, sino que se usa el término “icono”, introduciendo una absolutamente nueva concepción de la imagen. Como se sabe, el sentido de la afirmación de Col 1,15 “Él es la imagen del Dios invisible” es perturbador tanto para la mentalidad hebrea como para la grecorromana.[13]

Los autores se inclinan por el origen apostólico o cuanto menos de los Padres llamados apostólicos del siglo II o están de acuerdo con este siglo; incluso en el reivindicar la novedad cristiana que se afirma como tal en un contexto reconocido como antiguo, judío o grecorromano, es decir antecedente y no necesariamente y totalmente antagonista. No comparto, sin embargo, cuando seguidamente supone la codificación del canon artístico cristiano en el periodo comprendido entre los siglos XI y XIV.

La iconografía cristiana nace de modo anónima y se desarrolla poco a poco. No es posible reconducir el origen a la actividad de cada uno de los autores o artistas; ella se afirma más bien como práctica difundida en toda la  cúmene eclesial y es plenamente justificada, no obstante alguna contrariedad, por la sorprendente fe en la Encarnación. “Dios se ha hecho hombre”, “el Invisible se ha hecho ver”.

Por lo tanto, debemos reconocer en primer lugar la autoridad y la maternidad de la Iglesia,  incluso respecto a la iconografía[14]. La fe, en efecto, no es mera adhesión intelectual, más bien nace de un encuentro y una relación de amistad con aquellos que, a su vez han encontrado y han seguido los epopti (videntes), y testigos oculares del Logos divino hecho hombre, muerto y resucitado. Tal trama de relaciones, animada por el Espíritu e íntimamente conectada con la Cabeza que es Jesús, constituye el contexto significativo, inspirador y cultor de las imágenes. La Iglesia y su conciencia de pertenecerle es el sujeto primario de cada reflexión teológica hablada, escrita o pintada.

En el periodo preconstantiniano, como demuestran las catacumbas y conforme a los usos de la sociedad romana, las imágenes fueron utilizadas sin dificultad. El arte paleocristiano no destronó al arte antiguo, por el contrario, pareció constituir para él un desarrollo; la misma espiritualidad del cristianismo se ha empalmado en la espiritualidad y en las expectativas del tardo paganismo.

Durante este primer periodo, en efecto, no han sido descuidados algunos temas de la tradición funeraria pagana ( como el pastor, el banquete, el orante), relativas a la paz, a la felicidad, a la salvación, sin embargo adquieren nuevos significados, porque eliminando todo carácter mágico o didascálico, hacen constantemente memoria de los misterios celebrados por la comunidad cristiana; no poseen ni siquiera una intención catequética ni propagandista, no tienen un programa educativo, no pretenden ser una “Biblia para iletrados”. Ellas aluden a la salvación celebrada y experimentada en la liturgia. 

 

 

3.3. El Icono respaldado por los Santos Padres

El edicto de Milán del 313 impone una inevitable censura, porque las decoraciones cristianas, antes relegadas en lugares “privados”, ahora encontraban espacio en los lugares públicos, y aunque manteniendo apariencias antiguas y tradicionales, estos nuevos factores inducían a una nueva comprensión.[15]  

Vino, sin embargo, también, contextualmente profundizada, la comprensión mistagógica y la función teofánica del icono, distinguiéndola bien de la función narrativa[16]. Durante este período, llamado de los Padres de la Iglesia, en el cual se desarrolla y encuentra consciente justificación la iconografía cristiana, se definieron paralelamente la doctrina, la estructura jerárquica, la práctica litúrgica y el mismo canon escriturístico[17].

Ciertamente reconocemos, dentro de la Iglesia, la autoridad y la paternidad de algunos hombres particulares, aquellos que afirman una continuidad y permiten verificar su fidelidad con los orígenes[18]

Hay ciertamente una comunidad a la cual nosotros mismos estamos llamados, que significa responsabilidad personal y vocación a generar y gratitud y respeto hacia quienes nos han generado. Hay una paternidad que continúa y está todavía hoy bien presente en la Iglesia.

Hacia el siglo IV fueron indicados como Padres de la Iglesia, en sentido estricto.

Los límites del tiempo vinieron seguidamente ampliados comprendiendo los autores eclesiásticos del período que inicia inmediatamente después de los Apóstoles y que se concluye en el 787, con el Niceno II. “Los Padres del Niceno II entendían a la “Tradición eclesiástica” como tradición de los seis precedentes concilios ecuménicos y de los Padres ortodoxos, cuya enseñanza era comúnmente acogida en la Iglesia. El Concilio ha definido así, como dogma de la fe la verdad esencial, según la cual el mensaje cristiano es tradición “parádosis” [19]

 


3. 4. La iconografía Transmitida en la liturgia

Los vestigios de la iconografía pagana, realzadas en las primeras representaciones, han sido poco a poco resignificadas, quitando ambigüedades al uso del mismo lenguaje simbólico en el interior de la celebración litúrgica.

En la celebración litúrgica el icono no tiene una función representativa en sentido propio, porque no debe “hacer presente” en manera ilusoria a Aquél que está realmente presente; ella ofrece más bien una representación que es alusiva del mysterionSu función es prevalentemente mistagógica, es decir, alude al misterio celebrado, concurre a la manifestación teofánica y narra el evento histórico salvífico. Gracias a los santos Padres la alusión al misterio ha sido explicita y después especificada, sea como teofánica o como narrativa.[20]

En los grandes edificios cultuales construidos sobre todo a partir del siglo IV, los primeros temas privilegiados fueron los de carácter triunfal: Cristo en trono, sobre un globo o una alegoría cósmica; Cristo victorioso con una cruz astil; en pie en la Traditio legis; la Cruz guarnecida con piedras preciosas. Incluso los temas relativos a la Pasión de Jesús y al martirio de los Apóstoles, son representados no como derrotas, sino como escenas de victoria con el trofeo de la Cruz invicta 

A partir del siglo VI la teofanía absidal es realizada con certeza documental por la representación de la Ascensión al cielo que reclama también su Parusía. Cristo transportado por los ángeles en una esfera luminosa-tenebrosa, se alza sobre la Virgen flanqueada por los dos ángeles de la narración de los Hechos de los Apóstoles y de los doce discípulos con Pedro y Pablo; posiblemente reflejo de la decoración monumental del Martyrion del Monte de los Olivos, como aparece en las ampollas de Tierra Santa.

La misma escena, con fidelidad de formas y de contenidos, no sólo llega a ser ejemplar para el programa iconográfico de la Iglesia, donde el rostro de Jesús se eleva verdaderamente a lo más alto de los “cielos”, sino que además se repite en las miniaturas, en los relieves ebúrneos, de marfil, y en las tablas portátiles. El Cristo ascendido a los cielos se convierte en el Pantocrator, la Tierra de los vivientes, el Señor Misericordioso.

Incluso los iconos portátiles o domésticos son verdaderamente considerados como eulogie, alabanzas,  y memorias litúrgicas. Memoria del Cristo del cual hemos anunciado la muerte, proclamado la resurrección, en la espera de su nueva venida.

 

 

4. La liturgia oriental. 

La Divina Liturgia es fuente y cumbre de la vida Cristiana. La leitourgia significa el oficio o el ministerio público en favor del pueblo. Es el culto divino que La Iglesia encabezad por Cristo Sumo sacerdote dirige a Dios Padre en el Espíritu.

La liturgia oficio santo y divino santifica y robustece a todos al celebrar el misterio de Cristo, fuente y cumbre de la vida espiritual. La Liturgia es la Fiesta de las Fiestas, es la oración por excelencia, es el corazón que pulsa la Iglesia, es profesión de fe, es anuncio de la Palabra, es petición de perdón, ofrenda, alabanza y acción de gracias. 

La liturgia en Oriente tiene su fuente en los grandes centros de espiritualidad oriental y sus padres fueron Santiago el Mayor, San Basilio el Grande y San Juan Crisóstomo. 

La Divina Liturgia participa de los tres focos de espiritualidad oriental: 

El Patriarcado de Jerusalén es el centro y punto de confluencia de:

El Patriarcado de Alejandría

El Patriarcado de Antioquia y

El Patriarcado de Constantinopla

Los diferentes ritos en las iglesias orientales

En Oriente tanto las Iglesias orientales ortodoxas de rito bizantino como la Iglesia católica melkita beben de esa espiritualidad oriental.

Los ritos en la Iglesia católica oriental

Dentro de la belleza de la liturgia sobresalen en ella distintos ritos como colores de la luz del arcoiris. Los ritos están marcados por la cultura local, el idioma, la espiritualidad local o regional, los centros culturales y espirituales cristianos.

Todos los ritos conservan una misma estructura fundamental aunque difieren en aspectos secundarios. La liturgia oriental es mucho más solemne, simbólica y mistagógica. En la Iglesia se reconocen muchos ritos. Unos existen en la Iglesia Católica: latino-romano, ucraniano-bizantino, melkita, armenio, copto, griego, rumano, etc. Otros ritos pertenecen al grupo ortodoxo: ruso-ucraniano, griego, melkita, armenio, nestoriano, etc. Es el deseo de que la Iglesia Católica conservar las tradiciones de los distintos ritos.

En Tierra Santa actualmente se conservan los siguientes ritos:

- Latino (31 Parroquias)

 - Melkita (40 Parroquias)

 - Maronita (14 Parroquias)

 - Armenio (2 Parroquias)

 - Caldeo (1Parroquia)

 - Sirio (2 Parroquias) 

 


5. La Divina Liturgia 

La Divina Liturgia  es la santa misa por el rito bizantino. Se usa en las Iglesias orientales de tradición bizantina, comúnmente conocidas como ortodoxas estén o no en comunión con Roma. Algunos ortodoxos usan el nombre de «Santa ofrenda». Algunas veces, también en el rito latino, se utiliza esta terminología.

Hay cuatro tipos de Divina Liturgia comúnmente en el rito bizantino:

La Divina Liturgia de San Juan Crisóstomo, celebrada en la mayor parte de los días del año.

La Divina Liturgia de San Basilio Magno, celebrada en los cinco domingos de Cuaresma (el Gran Ayuno) y en la fiesta de San Basilio (1 de enero), en la vigilia de la Navidad y de la Epifanía, el Jueves Santo y el Sábado Santo. Algunos celebran por tradición la Divina Liturgia de San Basilio también en la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz (14 de septiembre). Por lo tanto, esta liturgia se celebra diez u once días al año.

La Liturgia de los Dones Presantificados se celebra los miércoles y viernes de Cuaresma y los primeros tres días de la Semana Santa. Consiste esencialmente en el rezo de las vísperas a los cuales se añade la liturgia eucarística, a excepción de la consagración que aparece en precedencia. Tradicionalmente es atribuida al papa Gregorio Magno. En el rito latino se conserva en forma análoga en la liturgia del Viernes Santo.

Divina Liturgia de Santiago, que tradicionalmente es atribuida al primer obispo de Jerusalén, Santiago el Justo. Viene celebrada una vez al año con ocasión de la fiesta del santo, tradicionalmente sólo en Jerusalén, pero hoy en día también se celebra en otros lugares. 

 


6. Elementos de la liturgia

6.1 El iconostasio, La Suma teológica de Oriente.

Es la pared que separa el Altar o Santuario de la Nave destinada a la asamblea de los fieles.

Soporta los iconos que están dispuestos en tres filas:

El nivel inferior recoge prefiguraciones del Antigüo Testamento.

El nivel medio recoge las imágenes del Cristo la Virgen y los seres celestiales.

El nivel superior recoge las fiestas del Dodecaorton del año litúrgico.

En otro plano más superior de las bóvedas se sitúa la Iglesia Celeste y la glorificación de la Trinidad. Los iconos constituyen una verdadera catequesis litúrgica y tienden a elevar la mente y el corazón a Dios. 

 


6.2 Las Puertas Santas o Puertas Reales

Las Puertas Santas o Reales de dos hojas en el Centro y dos puertas laterales constituyen el acceso al Santuario. Detrás de las centrales hay un velo Katapetasma que recuerda el velo del Templo Antiguo.

La puerta por donde sale y entra el diácono para inciensar y anunciar el Evangelio se llama Diakonikon. La gran entrada se llama Kenibikon da acceso al altar. Es muy importante la Oración ante las puertas santas: La Deeisis, La Theotokos.

 


 

6.3 La Theotokos

 

La Theotokos, María, la Madre de Dios, es la puerta de entrada a los misterios divinos

Junto al Altar de la Proskomedia se encuentra un Tabernáculo destinado a guardar la reserva de los santos sacramentos para la comunión fuera de la misa en caso de urgencia y para la distribución a los enfermos. Esta reserva se renueva una vez al año, el Jueves Santo.

A un costado del Tabernáculo suele arde día y noche una lámpara de aceite que simboliza nuestra fe custodiando a Jesucristo.

 


 

 

6.4 La planta

Los templos greco bizantinos generalmente tienen planta de cruz griega, círculo octogonal o en forma de estrella. La cruz y el círculo son característicos en señal de eternidad sin principio ni fin. La estrella simboliza la luz de Cristo. 

 


6.5 Las cúpulas

Destacan las cúpulas a veces una sola o a veces varias. Una sola es la imagen de la única cabeza de la Iglesia, Cristo. Tres es el número más usado significan las tres personas de la Santísima Trinidad. Cinco representan a Cristo y los cuatro evangelistas. Siete los siete sacramentos o dones del Espíritu. Nueve los nueve coros angélicos. Trece a Cristo con los doce apóstoles. 

 


7. Desarrollo de la liturgia

Partes Principales:

I Prótesis o ProsKomedia

  Oraciones ante las Puertas

  Vestición

  Preparación Ofrenda

  Incensación

II Catecúmenos o Palabra

  Oraciones preparatorias y Letanías

  Entrada con el Evangelio

  Trsagio, Agios o Theos

   Evangelio

III Anáfora o Canon

  Oracion fieles

-  Procesión de ofrendas

-  Ofertorio y Beso de Paz

  Santo

  Conmemoración Cena

  Epíclesis

  Elevación 

IV Comunión fraterna

-   Padre Nuestro

-   Fracción del Pan

-   Comunión

-   Bendición. 

 


1ª Parte: La Proskomedia, La Entrada, Preparación de las ofrendas,“La Vida Oculta”

La oración inicial:

Antes de comenzar la celebración tiene lugar ante las puertas santas: La Deisis, La Theotokos 

La Vestición:

El celebrante usa el stijar (alba) como primera vestidura por debajo de las demás. Representa la túnica de Jesús y siendo de color blanco simboliza la pureza.

El epitrajel (estola) es una larga banda adornada con cruces que recuerda la tolla que usó Cristo para lavar los pies. Dos sobremangas que simbolizan el atuendo de los servidores y representan las cuerdas con las que ataron a Cristo. El cinturón para ceñirse el stijat y el epitrajel que simboliza la fuerza de Dios.

El Felón (casulla) es un manto ancho que va por encima de todos de forma redonda en la nuca. En los hombros tiene una cruz lo que significa que el sacerdote de tratar de imitar a Cristo que llevó su Cruz sobre sus hombros. Es símbolo del manto con el que los soldados cubrieron a nuestro Señor para burlarse de él. 

La preparación de la ofrenda (Proskomedia) 

La Proskomedia o rito de preparación de la ofrenda representa la primera parte de la vida de Jesús. El inicio de su Encarnación, Nacimiento en Belén y vida oculta en Nazaret hasta su vida pública. Esta parte se realiza detrás del iconostasio en el Santuario con las puertas cerradas y las cortinas corridas por quedar oculta a los ojos de todos y se realiza en el altarcito ubicado a la izquierda del Altar. Allí en este altarcito se encuentran la prosfora, pan para la consagración, la patena, el cáliz, el vino, el agua, la lanza, la cucharita y el asterisco con la estrella que marca el lugar del Nacimiento del Señor.Todos estos elementos representan un momento importante de la vida de Cristo y que son preludio de los grandes hechos que vivió el Señor. 

La incensación de la Iglesia

Incensar tiene todo un sentido de purificación espiritual y preparación. El fuego del Espíritu  quema lo terreno que cae a la tierra y lo divino se eleva hasta Dios. Incensar simboliza elevar la súplica a Dios tributándole un culto de alabanza y adoración. Responde a una antigua tradición de oriente de quemar perfumes y especies aromáticas. Casi siempre lo hace el diácono. Se usa el incienso en la preparación de la Ofenda, al comenzar la celebración, durante el canto del himno Querúbico, antes de la gran Entrada, durante el canto mariano y después de la bendición. El diácono además de incensar el altar o las ofendas se inciensa todo el Santuario y la Iglesia, las sagradas imágenes, los ministros y todos los fieles presentes.

Preparando el Sagrado altar y la Sagrada ofrenda 

El celebrante se transporta con el pensamiento al tiempo en que se cumplió el nacimiento de Jesús, juntando así el pasado con el presente y ve en el altarcito lateral la gruta misteriosa donde el cielo descendió en este tiempo a la tierra. El cielo era la gruta y la gruta el cielo.

Durante el rezo de la Proskomedia toma una prósfora y prepara con la lanza una parte que representa el Santo Cordero, luego una parte meno de forma triangular que representa a María y a la derecha pedacitos que representan los profetas, apóstoles, mártires etc. Debajo unos pedacitos representan los vivos y los difuntos recordando sus nombres. Cuando termina coloca el asterisco y velo sobre la patena. 

 


2ª Parte: Liturgia de la Palabra, también llamada de los Catecúmenos,“La Vida Pública”

Letanías y cánticos iniciales 

La liturgia de los catecúmenos recuerda la vida pública entre los hombres que instruyó con la palabra de verdad tiene como centro la proclamación del Evangelio y e esencialmente catequética. Se llama de los catecúmenos porque inicialmente eran admitidos los que se preparaban sin haber recibido todavía el Bautismo.

Comienza con la letanía de la paz invocando la asistencia divina. 

Procesión de entrada con el evangelio 

Mientras los fieles cantan las Bienaventuranzas tiene lugar la procesión de entrada con el Santo Evangelio. Los ministros van desde el lado derecho del Altar por detrás del mismo y salen del Santuario por la puerta izquierda en procesión hacia las Puertas Santas.

La procesión evoca la presencia de Jesús que viene para predicar la conversión y ofrecer la sanación y salvación. El Evangelio que personifica a Cristo, representa la Palabra viva de Dios que se lleva con lucernarios simbolizando la Luz de Cristo. 

Trisagio Agios Theos Gloria Aleluya

Antes de proclamar el Evangelio se entona el Gloria, el trisagio y el aleluya que quiere decir el Señor viene. El señor va a descender al pueblo bajo la lectura de su Palabra.

El Evangelio es depositado en el ambón o sobre el Altar. Mientras los coros resuenan los cánticos himnos o troparios de alabanza a Dios. Estos predisponen a que la Palabra sea acogida para lanzarse en su seguimiento hacia a vida eterna.

 

 

 

3ª Parte: La Anáfora,La liturgia Eucarística,“La Pasión Muerte y Resurrección”

El Gran Introito. La procesión de las ofrendas

Antes de la Anáfora tiene lugar, el gran introito, la gran entrada, con el traslado de las ofrendas desde el altar de la Proskomedia pasando por las Puertas Santas al Altar Central donde se conmemora la Cena del Señor. Simboliza el solemne ingreso e Cristo a Jerusalén para inmolarse en el altar de la Cruz. Los fieles lo acompañan cantando el Himno de los Querubines.

Las Puertas quedarán abiertas durante la celebración eucarística. 

El beso de la Paz 

El beso de la paz en el rito bizantino se hace entre la letanía de la ofrenda y

antes del credo. Antiguamente como testimonio de amor fraterno se daba a todos los fieles, ahora solamente lo hace el clero en el Santuario. Antiguamente todos los participantes se intercambiaban el beso unos con otros diciéndose: Cristo está en medio de nosotros, está y estará. 

El Ofertorio

El ofertorio se inicia inciensando el altar y las ofrendas. El sacerdote depone el cáliz y la patena y los coloca en la Mesa sobre el Antimensión. Se reza la letanía de la ofrenda con la oración y se sigue con el beso de la paz y la profesión del Credo. Antes del credo el diácono hace una exclamación delante de la Puerta Santa como reminiscencia de tiempos antiguos cuando se cerraban las puertas de la Iglesia para impedir que los perturbadores no dejaran celebrar la Eucaristía. 

La Anáfora: Conmemoración del Sacrificio del Señor

Terminado el Credo comienza la parte central de la Liturgia, el rezo de la Anáfora o del Cánon de la Misa. La Anáfora posee un doble significado.

En primer lugar significa la elevación del Pan y Vino Consagrados.

En segundo lugar es el movimiento general de toda la oración eucarística.

Los fieles ofrecen a Dios sus ofrendas para que Dios envíe su Espíritu divino sobre ellos y sobre los dones sagrados.

La gran oración de intercesión

La segunda parte de la Anáfora después de la Oración de Consagración conlleva una gran oración de intercesión. Esta oración consiste en una intercesión para obtener los beneficios espirituales, la invocación a los santos, el himno a la Madre de Dios, la conmemoración de los difuntos y vivos y por último la doxología a la Trinidad. El final nos conduce a la imagen, icono, de la Iglesia como comunión con la Santísima Trinidad. 

 


El antimensión

Representa el velo del sudario de Cristo. Este velo de seda contiene la representación de la sepultura de Cristo y los instrumentos de la Pasión.  no simboliza aquellos en los que fue envuelto Jesús Niño, sino el sudario y los velos mortuorios, donde fue envuelto su cadáver.

El eleitón es un pedazo de género para la protección del Antimensión. 

La elevación de la ofrenda.

Tras el descenso de Cristo al pecador asociándose e inmolándose por el pecado del mundo. El sepulcro va a ser fuente de la Resurrección. La elevación de la ofrenda es Cristo, su resurrección. La elevación de Cristo al Padre y con Él, una elevación del pueblo hacia Dios. 

La doxología final acaba con una elevación de la patena y el cáliz con el Cuerpo y la Sangre del Señor simbolizando la glorificación de Cristo y con Él de todo el cosmos. 

 


4ª Parte: La Comunión fraterna, El Padre Nuestro

El Padre Nuestro 

La oración primordial de Jesús, el Padre Nuestro, es parte primordial de la liturgia divina.

Para los catecúmenos que recibían el Bautismo era el paso final de incorporación a la comunión con Cristo y la comunión eclesial.

A partir de la oración de Padre Nuestro se pasa a la fracción del pan y la preparación para la comunión. Se recuerda los gestos de Jesús al romper el pan y distribuirlo a los hermanos y expresa la comunión y el signo de unidad de la Iglesia peregrinante en Cristo.

Manifiesta la unidad d la Iglesia peregrinante y triunfante en Cristo Eucaristía. 

Fracción. Comunión y Bendición. 

La fracción del pan da paso a la comunión. La acción de partir el pan significa la renovación de la muerte de Cristo en la Cruz. El trozo de pan que pone el celebrante en el cáliz supone esta muerte cruenta del Señor. Es la unión del Cuerpo de Cristo y de su preciosísima Sangre.

A la vez esta comunión con su muerte nos asocia a su Resurrección en la comunión que crea el Espíritu. La unidad de la Iglesia se expresa en el simbolismo que acompaña a la comunión de los celebrantes y de todos los fieles. Todos comulgan del único pan consagrado, El Cordero.

 Oración de la adoración

La Virgen Santísima en el culto litúrgico oriental es inseparable de su Hijo divino, por ser la Madre de Cristo Dios Theotokos es colaboradora en su obra redentora. Después de su Asunción a los cielos ella aparece al lado de su Hijo. Ella tiene un protagonismo muy grande en toda la celebración litúrgica. Por su activa participación en la Redención la Virgen tiene un lugar único al lado derecho de Cristo. Desde el comienzo de la divina liturgia hasta su término se invoca constantemente la intercesión de la Santísima Madre de Dios y siempre Virgen María.

Fracción del Pan Sagrado y Comunión

La Fracción del Pan Sagrado se lleva a cabo separando en cuatro partes el Santo Cordero. Se simboliza así que se parte sin dividirse para dar la comunión. Los cuatro rozos se colocan sobre la patena en forma de cruz recordando la entrega de Cristo en el Calvario. Se toma el trozo que está en la parte superior y se hace el signo de cruz sobre el cáliz, diciendo plenitud del Espíritu Santo. Se vierte en el cáliz en forma de cruz un poco de agua hirviendo, zeón, diciendo: Fervor y fe, lleno del Espíritu Santo.

Comunión plena con Cristo, los Santos y los hermanos 

El Cordero de Dios fragmentado en cuatro partes se subdivide de la siguiente manera:

La primera, la parte superior, como ya dijimos se vierte en el cáliz.

La segunda la recibe comulgando el Obispo y los celebrantes.

Las otras dos partes del Codero serán subdivididas para la comunión de los fieles.

Con ello se quiere expresar que todos comen de un solo pan, Cristo Eucaristía, fragmentado pero indiviso. El Obispo es el único administrador de la celebración eucarística y el garante de la comunión eclesial. 

Distribución del pan bendito, Antidoron 

Una costumbre extendida en las celebraciones orientales es que los fieles se acerquen al sacerdote para besar la Cruz y recibir el pan bendecido, Antidoron, que recuerda el ágape de la primera comunidad cristiana. 

En la época de los Padres de la Iglesia el Antidoron sustituía a la Sagrada comunión. Los fieles solían llevárselo a casa para comulgar a dárselo a los enfermos. La reserva del Pan consagrado para los enfermos.

Junto al Altar de la Proskomedia se encuentra un Tabernáculo destinado a guardar la reserva de los santos sacramentos para la comunión fuera de la misa en caso de urgencia y para la distribución a los enfermos. Esta reserva se renueva una vez al año, el Jueves Santo. A un costado del Tabernáculo suele arde día y noche una lámpara de aceite que simboliza nuestra fe custodiando a Jesucristo. 

Beso del icono del Santo 

La celebración termina con el beso del icono del Santo correspondiente al día de fiesta que se celebra.

  


 La Doxologia

¡Gloria a Ti que nos mostraste la luz! ¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz y buena voluntad para los hombres!

¡Te alabamos, Te bendecimos, Te adoramos, Te glorificamos, Te damos gracias por Tu inmensa gloria!

Señor Dios y Rey Celestial, Padre Omnipotente; Señor, Hijo Unigénito, Jesucristo y Espíritu Santo.

Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre, que cargas los pecados del mundo: ten piedad de nosotros, Tú que quitas los pecados del mundo.

Recibe nuestra súplica, Tú que estás sentado a la diestra del Padre, y ten piedad de nosotros.

Porque sólo Tú eres Santo, sólo Tú eres Señor, Jesucristo, en la gloria de Dios Padre. Amén.

Todos los días Te bendigo y alabo Tu nombre para siempre, y por los siglos de los siglos.

Concédenos, oh Señor, conservarnos este día sin pecado.

Bendito eres, oh Señor, Dios de nuestros Padres; alabado y glorificado sea Tu Nombre para siempre. Amén.

Que sea Tu misericordia sobre nosotros, Señor, conforme a nuestra esperanza en Ti.

Bendito eres, oh Señor, enséñame Tus mandamientos. (3 veces)

Señor, Tú has sido nuestro refugio de generación en generación. Yo te digo: Señor, ten piedad de mí; sana mi alma, porque he pecado contra Ti.

Señor, a Ti acudo: enséñame a cumplir tu voluntad, porque Tú eres mi Dios. Porque de Ti mana la vida, y en tu luz veremos la luz.

Extiende Tu piedad sobre los que Te conocen.

¡Santo Dios, Santo Poderoso, Santo Inmortal: ten piedad de nosotros! (3 veces)

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.

Ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.

Santo Inmortal, ten piedad de nosotros.

Agios o Theos, Agios Ischiros, Agios Athanatos, eleison imas.

 

El Akáthistos[21]

Un Arcangel excelso fue enviado del cielo

A decir “Dios te salve” a María.

Contemplándote, oh Dios, hecho hombre

Por virtud de su angélico anuncio,

Extasiado quedó ante la Virgen, y así le cantaba:

 

Salve, por ti resplandece la dicha;

Salve, por ti se eclipsa la pena

Salve, levantas a Adán el caído;

Salve, rescatas el llanto de Eva.

Salve, oh cima encumbrada a la mente del hombre;

Salve, abismo insondable a los ojos del ángel.

Salve, tú eres de veras el trono del Rey;

Salve, tú llevas en ti al que todo sostiene.

Salve, lucero que el sol nos anuncia;

Salve, regazo del Dios que se encarna.

Salve, por ti la creación se renueva;

Salve, por ti el Creador nace niño.

Salve, ¡Virgen y esposa!

 


 ANEXO:

El fecundo intercambio, el diálogo intercultural y la reconciliación entre Oriente y Occidente

Como decíamos al comienzo del trabajo he tratado de valorar el arte en la iglesia de Oriente para establecer puentes para su comprensión y facilitar el diálogo intercultural y religioso. Es una pena que nos hallamos quedado enfrascados en las diferencias dogmático teológicas por una inadecuación de lenguaje con la herida de una gran escisión. Los mismos artistas bizantinos se vieron condicionados a utilizar nuevos conceptos y vocabulario cuando se referían a su arte por ser malentendidos y malinterpretados. Necesitamos un cambio de actitud y de sensibilidad. La aproximación a este arte ha sido casi siempre desde la mentalidad y el molde occidental. Se precisa de otro acercamiento y de otras claves de interpretación. Hoy más que nunca estamos llamados a establecer puentes de intercambio entre Oriente y Occidente. El arte como vía de comunicación y de transmisión de la fe puede contribuir a este intercambio. Cuando terminaba este trabajo el papa Francisco anunciaba la publicación de una nueva encíclica (FT, Fratelli tutti). Quería recoger algunas anotaciones de esta nueva encíclica donde el papa habla de este camino de fecundo intercambio cultural entre la Iglesia de Oriente y Occidente.

Conversión y cambio de actitud. Se necesita un diálogo paciente y confiado, para que las personas, las familias y las comunidades puedan transmitir los valores de su propia cultura y acoger lo que hay de bueno en la experiencia de los demás» (FT 134)

Nos necesitamos y complementamos. La relación entre Occidente y Oriente es una necesidad mutua indiscutible, que no puede ser sustituida ni descuidada, de modo que ambos puedan enriquecerse mutuamente a través del intercambio y el diálogo de las culturas. El Occidente podría encontrar en la civilización del Oriente los remedios para algunas de sus enfermedades espirituales y religiosas causadas por la dominación del materialismo. Y el Oriente podría encontrar en la civilización del Occidente muchos elementos que pueden ayudarlo a salvarse de la debilidad, la división, el conflicto y el declive científico, técnico y cultural. Es importante prestar atención a las diferencias religiosas, culturales e históricas que son un componente esencial en la formación de la personalidad, la cultura y la civilización oriental. (FT 136)

Hemos de vencer la tentación. La tentación que se expresa en el antiguo relato de la torre de Babel: la construcción de una torre que llegara hasta el cielo no expresaba la unidad entre distintos pueblos capaces de comunicarse desde su diversidad. (FT 144)

La complementariedad en la diversidad. Hemos de sanar nuestra sensibilidad cuando se hace incapaz de admiración frente a la multitud de posibilidades y de belleza que ofrece el mundo entero, y carente de una solidaridad auténtica y generosa. Así, cuando nuestra actitud no es auténticamente receptiva y no se deja completar por el otro se limita en sus posibilidades de desarrollo, se vuelve estática y se enferma. Porque en realidad toda cultura sana es abierta y acogedora por naturaleza, de tal modo que «una cultura sin valores universales no es una verdadera cultura»( FT 146)

El fecundo intercambio. Reconozcamos que una persona, mientras menos amplitud tenga en su mente y en su corazón, menos podrá interpretar la realidad cercana donde está inmersa. Sin la relación y el contraste con quien es diferente, es difícil percibirse clara y completamente a sí mismo y a la propia tierra, ya que las demás culturas no son enemigos de los que hay que preservarse, sino que son reflejos distintos de la riqueza inagotable de la vida humana. (FT 147)

El diálogo interreligioso. Las distintas religiones, a partir de la valoración de cada persona humana como criatura llamada a ser hijo o hija de Dios, ofrecen un aporte valioso para la construcción de la fraternidad y para la defensa de la justicia en la sociedad. El diálogo entre personas de distintas religiones no se hace meramente por diplomacia, amabilidad o tolerancia. Como enseñaron los Obispos de India, «el objetivo del diálogo es establecer amistad, paz, armonía y compartir valores y experiencias morales y espirituales en un espíritu de verdad y amor» (FT 271)

Un fundamento último. Los creyentes pensamos que, sin una apertura al Padre de todos, no habrá razones sólidas y estables para el llamado a la fraternidad. Estamos convencidos de que «sólo con esta conciencia de hijos que no son huérfanos podemos vivir en paz entre nosotros». Porque «la razón, por sí sola, es capaz de aceptar la igualdad entre los hombres y de establecer una convivencia cívica entre ellos, pero no consigue fundar la hermandad» (FT 272)

Valoración respeto y reconocimiento. La Iglesia valora la acción de Dios en las demás religiones, y «no rechaza nada de lo que en estas religiones hay de santo y verdadero. Considera con sincero respeto los modos de obrar y de vivir, los preceptos y doctrinas que no pocas veces reflejan un destello de aquella Verdad que ilumina a todos los hombres (FT 279)

Al mismo tiempo, pedimos a Dios que afiance la unidad dentro de la Iglesia entre los propios cristianos, unidad que se enriquece con diferencias que se reconcilian por la acción del Espíritu Santo. Porque «fuimos bautizados en un mismo Espíritu para formar un solo cuerpo» (1 Co 12,13) donde cada uno hace su aporte distintivo. Como decía san Agustín: «El oído ve a través del ojo, y el ojo escucha a través del oído». También urge seguir dando testimonio de un camino de encuentro entre las distintas confesiones cristianas (FT 280)

Hemos de evitar todo fanatismo incluso religioso. El culto a Dios sincero y humilde «no lleva a la discriminación, al odio y la violencia, sino al respeto de la sacralidad de la vida, al respeto de la dignidad y la libertad de los demás, y al compromiso amoroso por todos. Las convicciones religiosas sobre el sentido sagrado de la vida humana nos permiten «reconocer los valores fundamentales de nuestra humanidad común, los valores en virtud de los que podemos y debemos colaborar, construir y dialogar, perdonar y crecer, permitiendo que el conjunto de las voces forme un noble y armónico canto, en vez del griterío fanático del odio» (FT 283)

Caminar juntos. En este camino de construcción de una la fraternidad universal, nos sentimos motivados especialmente por hombres y mujeres de distintas confesiones como san Francisco de Asís, Martin Luther King, Desmond Tutu, el Mahatma Mohandas Gandhi, Charles de Foucauld  y muchos más. Somos llamados a recorrer un camino de transformación hasta sentirnos hermano de todos.  (FT 286-287)

Que Dios inspire ese sueño en cada uno de nosotros. Amén.



BIBLIOGRAFIA:

ANTONIO APARISI LAPORTA , Introducción al pensamiento cristiano
DEMUS O., Byzantine Mosaic Decoration, London 1948 
CASA OTERO, Estética y culto iconográfico 2003
GAETANO PASSARELLI, Iconos. Festividades bizantinas 1999
JESÚS CASTELLANO, Oración ante los iconos 2017
LEONID USPENSKY, Teología del icono 2013
MANGO C., The Art of the Byzantine Empire 312-1453, Englewood Cliffs, 1972
MARCO I. RUPNIK, de la plaza de oro
MARCO I. RUPNIK Y SPIDLIK, Fe según los iconos
MARCO I. RUPNIK Y SPIDLIK, Teología de la evangelización desde la belleza
MARKO I. RUPNIK, Decir el hombre. Icono del creador
MARIA DONADEO, Icono, El. Imagen de lo invisible
MARIA DONADEO, Iconos de Cristo y de los santos
OLGA A. POLYAKOVA, Iconos. Obras maestras del arte ruso S XVI-XIX
PAUL EVDOKIMOV, L'art de l'icône
PAUL EVDOKIMOV, Conocimiento de Dios en la tradición oriental, El
PAVEL FLORENSKY, El iconostasio. Sígueme 2016
RICE D. TALBOT, The Art of Byzantium, London 1959
TANIA VELMANS, Icono, El. De la caida de Bizancio al Siglo XX
TANIA VELMANS, Mundo bizantino IX-XV, I Akal “2000
TATARKIEWICZ, Historia de la estética I Akal 2000
WLADIMIR y SAB ZALOZIECHY, Arte Bizantino, Moretón, Bilbao, 1967

 

 



[1] Había la creencia de que la ciudad estaba consagrada a la Virgen y de que era una ciudad santa y una nueva Jerusalén.

[2] La Ortodoxia fue finalmente restaurada en el año 843. Solo después de esta fecha se reinició la redecoración de las iglesias abiertas al culto público pero lentamente por consideraciones políticas y la falta de entusiasmo de algunos teólogos.

[3] Así ocurrió por ejemplo con el patriarca Focio durante el dominio de la Iconoclasia, él como defensor dela Ortodoxia hablaba de ekphrasis como convención teórica para describir las obras de arte.

[4] Generalmente la imagen simbólica de las tres bóvedas representa El Dios trino. Tres es el número más usado significan las tres personas de la Santísima Trinidad. Cinco representan a Cristo y los cuatro evangelistas. Así cuando es de gran majestuosidad se amplia a cinco, como ocurre en la iglesia de San Marcos de Venecia o Haggia Sophia.

[5] Construida por los arquitectos Antemio de Tralles e Isidoro de Mileto, entre los años 532 y 537.

[6] Este es el modelo desarrollado en el gótico.

[7] Estos ejercerán un marcada influencia en las obras góticas de CimabueDuccio y otros pintores italianos.

[8] Hay algunos museos en España con muestras de iconos importantes:  en el museo de iconos "La Casa Grande" de Torrejón de Ardoz (Madrid). En la catedral de Cuenca se encuentra el díptico de los déspotas de Epiro correspondiente a la escuela yugoslava.

[9] Podemos destacar el Pantocrátor del Museo de Santa Sofía de Constantinopla.

[10] Ioannis Spiteris, El significado teológico y estético del icono.

[11] Glosario iconográfico archivado el 1 de mayo de 2010.

[12] Carta Ap. Duodecimum Saeculum n. 5

[13] L Uspenskij, en su ensayo anota las divergencias de los estudiosos sobre el origen de la iconografía cristiana.

[14] Como expresión de la integra y entera comunidad de los creyentes.

[15] Nótese los retratos de las autoridades imperiales y el recuerdo de su función pública. P. Orlando.

[16] Según lo refrendan San Atanasio, Clemente Alejandrino, San Basilio.

[17] Se llaman propiamente Padres de la Iglesia los autores eclesiásticos antiguos, de un período bien limitado de tiempo, aquellos que son los portadores de la Tradición con la inicial mayúscula.

[18] Los Apóstoles, que fueron los discípulos de Jesús, su primera comunidad.

[19] DS 5

[20] Como bien ilustró A. Grabar.

[21] Canto litúrgico oriental mariano. Canta a través de símbolos y metáforas el encanto de María que canta la belleza y sabiduría de Dios. Traducción métrica del texto griego por Jesús Castellano Cervera OCD.

 

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