LA BASILICA DEL SANTO SEPULCRO
La Iglesia del Santo Sepulcro, en latín, Ecclesia Sancti Sepulchri, también conocida como Basílica del Santo Sepulcro es uno de los centros más sagrados del Cristianismo y ha sido un importante centro de peregrinación desde el siglo IV. Hoy día se encuentra bajo la custodia de diversas confesiones cristianas entre ellas, católicos, armenios ortodoxos y ortodoxos.[1]
Al templo del Santo Sepulcro también se le conoce como Basílica de la Resurrección (en griego: Ναός της Αναστάσεως, Naós tis Anastáseos; en georgiano: Agdgomis Tadzari; en armenio: Surp Harutyun) o de la Anástasis (en griego, 'Resurrección'). Hoy día alberga la sede del Patriarca Ortodoxo de Jerusalén y es la catedral del Patriarcado Latino de Jerusalén.
Hoy en día el lugar del Santo Sepulcro responde a toda una secuencia de restauraciones y añadidos constituyendo una de las más grandes construcciones de la Antigua Ciudad de Jerusalén (Tierra Santa). Rodeado por mercados, negocios de recuerdos y minaretes, invita a los peregrinos a meditar acerca del Misterio de la Redención que se desarrolló en este lugar. El tiempo y la historia han dejado sus cicatrices, no obstante ha conseguido preservar su significado incomparable. Sin tomar en cuenta a que confesión cristiana se pertenece sentiremos que este lugar ha sido testigo de la fe y de "La Gloria de Dios en Jesucristo". Todos los peregrinos de la Ciudad Santa de Jerusalén hacen todo lo posible para visitar el lugar más sagrado de la cristiandad.
La basílica alberga diversas Capillas. Destacan la capilla del Santo Sepulcro (Anástasis) y la de la Crucifixión (Martyrium). El significado religioso dado al Santo Sepulcro dentro del Cristianismo es importantísimo, pues dentro de este recinto se encuentra tanto el Calvario, donde según se afirma Jesucristo murió, así como su sepulcro, lugar en el que, según afirman los Evangelios, resucitó al tercer día de su muerte. Por esta razón el sepulcro es el centro principal de la basílica. La capilla que lo contiene, en medio de la llamada «Rotonda» (o aedilia) al frente del coro de los griegos, es conocida como la ἀνάστασις (anástasis, que en griego significa 'resurrección'). Entre las otras capillas que alberga destacan la capilla de Santa Elena, el coro de los griegos y la capilla del Santísimo de los franciscanos, custodios de Tierra Santa, la capilla de Longinos y otras más.
En el año 326 después que Constantino se convirtiera en soberano de todo el imperio, su madre santa Elena emprendió una ardua misión[2]. Partió para palestina desde Bizancio en el Bósforo, que empezaba ya a transformarse en la nueva capital, Constantinopla. Su deseo era ir allí en penitencia a pedir por la conversión de su hijo Constantino. Con el beneplácito de su hijo mandó construir iglesias en los lugares santos.
Tras la expulsión de los judíos a raíz de la rebelión de Bar Kojbá (132-135), la primera comunidad cristiana había también desaparecido. Los nuevos habitantes procedentes de todos los rincones del imperio desconocían la particular historia de aquella tierra. Pocos se habían interesado por los lugares donde Cristo había estado y obrado.
Con ayuda de algunos expertos en caligrafía de su séquito, santa Elena pudo dar con el lugar de su nacimiento, de su ejecución y de su tumba. El lugar de su crucifixión se encontraba debajo de un santuario romano: el Gólgota, el lugar de la Calavera. Santa Elena mandó construir allí una basílica: La basílica del Santo Sepulcro.
Destruido en varias ocasiones, tan solo quedan restos de esa primitiva edificación. Esta primitiva edificación estuvo sujeta a numerosas modificaciones y ampliaciones posteriores.[3] La basílica de hoy no es más que el extremo occidental truncado del colosal monumento de Constantino. A lo largo de los siglos hubo numerosas disputas reclamando el lugar. Cristianos, musulmanes, turcos lucharon por apoderarse de mismo. Varias confesiones se reparten ahora el espacio y el uso de la enorme Iglesia.
La basílica del Santo Sepulcro se la denominó la basílica de la Resurrección. En ella se recogió la capilla del Martirio, Calvario y la capilla de la Anastasis, la aedícula de la Resurrección. La Basílica se construyó donde había estado emplazado el templo de Venus erigido por Adriano. El emperador Adriano había elegido este lugar como lugar de culto pagano a fin de eliminar toda asociación del paraje con el odiado Jesús. La basílica del Santo Sepulcro constituyó el centro de peregrinación más importante de la cristiandad.[4] La basílica del Santo Sepulcro ejerció una gran influencia en las formas arquitectónicas del Oriente cristiano.
2. La descripción topográfica del lugar
El lugar, llamado
también Gólgota (en arameo, Golgotha,
'calavera'), es el punto exacto donde, según los Evangelios, se produjo la Crucifixión, sepultura y Resurrección de Cristo. El nombre Gólgota, la Calavera, viene probablemente de la
semejanza que las formas de las rocas tenían, como se puede comprobar hoy en
día en los paisajes desérticos del Mar Muerto.
Los romanos cambiaron el nombre de Jerusalén por el de Aelia Capitolina con el fin de hacer de la ciudad un enclave exclusivamente greco-romano, prohibieron el ingreso de los pueblos semitas y construyeron lugares de culto pagano en donde estaba el Templo de Jerusalén y el Santo Sepulcro.[5]
El Gólgota se halla dentro de la Ciudad Vieja de Jerusalén, la cual a su vez se ubica en la línea de confluencia entre la Jerusalén oriental (árabe) y occidental (judía). El lugar hace referencia a la sepultura de Jesús en una época comprendida entre el año 30 y 33. Entre los sitios religiosos de Tierra Santa, el Santo Sepulcro es uno de los mejor datados históricamente.
Según los evangelios, antes de la muerte de Jesús el sitio era una tumba ya habilitada como tal, pero no utilizada todavía, propiedad de un rico judío seguidor de Cristo llamado José de Arimatea. Se trataría de un hueco horadado en la roca, que podía taparse con una gran piedra destinada al efecto para que rodara o se deslizara hasta la abertura del nicho.
Una de las
versiones sobre el primer anuncio de la Resurrección de Cristo, según los Evangelios, es el momento en que las mujeres que iban a ungir su cadáver con especias
aromáticas, María Magdalena, María de Cleofás, madre de Santiago el Menor y Judas Tadeo, y Salomé, madre de Santiago y Juan, se encontraron con la piedra desplazada y el
nicho expuesto y vacío.
Ambos sitios, el Gólgota y la Tumba, están a pocos metros de distancia y entre ellos se encuentra la Piedra de la Deposición, lugar en donde dice la tradición que el cuerpo de Jesús fue preparado después de ser bajado de la cruz para ser enterrado (Mat 27, 59) . El lugar fue evidentemente una cantera por la enorme riqueza lítica y la red de cavernas que se pueden observar, un sitio ideal para la construcción de tumbas, una actividad muy normal en la época, especialmente entre personas de cierta posición social.
Siempre teniendo como única fuente los Evangelios, la tumba estaría situada en un jardín próximo a la roca o montaña, o montículo; los evangelios dicen lugar donde se produjo la Crucifixión, llamado originalmente Gólgota y luego Calvario (lat. calvaria, «calavera»), o en griego kranion («cráneo»). Ese lugar estaba muy próximo a la muralla herodiana de la ciudad de Jerusalén, e incluso comunicado con ella por una calle, pero extramuros, ya que las normas judías prohibían los enterramientos intramuros, salvo para el caso de los reyes.
La destrucción de Jerusalén por los romanos, con el general Tito, durante el gobierno de su padre, el emperador Vespasiano, trajo la ruina para el Templo de Jerusalén y para otros lugares tradicionales de la antigua ciudad puesta entonces bajo el mando de los paganos. Si bien los primeros cristianos huyeron hacia Pella antes de la destrucción, siguiendo una interpretación profética de Jesús (Lucas 21, 20–22), los mismos dejaron por escrito en los Evangelios la descripción del lugar de la Crucifixión y de la sepultura: Mateo 27, 33; 57–61; Marcos 15, 22; 42–47; Lucas 23, 33; 50–55; Juan 19, 17; 38–42.
2.1 la descripción del lugar según los evangelios
Los últimos capítulos de los Cuatro Evangelios tienen limitada información acerca del lugar de la crucifixión, entierro y Resurrección del Señor. Pero éstas son las primeras fuentes a las que debemos en primer lugar echarles un vistazo para obtener una idea clara acerca del lugar.
Los Evangelios llaman a este lugar Gólgota (en Arameo "Golgotha"; en Griego "Kránion" (calavera), a partir de lo cual llegamos a Calvario, de la raíz latina "calva", la piel que recubre el cráneo sin cabello. Nuestro término común Monte no se usa. Monte empezó a ser usado solamente en el siglo IV aC, cuando sacaron la roca que lo rodeaba, dejando la roca de la crucifixión aislada, pequeña y redonda colina de unos 6 m de altura. Simplemente se lo menciona como un lugar llamado Gólgota para indicar el sitio en que se levantó la cruz y la vecina propiedad rural de José de Arimatea:
Seguimos la secuencia de los relatos evangélicos:
"Llegaron a un lugar llamado Gólgota (que significa la Calavera)" (Mt
27,33)
"Trajeron a Jesús a un lugar llamado Gólgota (que significa el lugar de la
Calavera)" (Mc 15,22)
"Cuando llegaron al lugar llamado la Calavera, allí lo crucificaron, junto
con los criminales uno a su derecha y el otro a su izquierda" (Lc 23,33) "Llevando
su propia cruz, fue hasta el lugar de la Calavera (que en arameo se llama
Gólgota)" (Jn 19,17).
Los Evangelios también afirman que en el sitio había un jardín:
"En el lugar en que Jesús fue crucificado, había un jardín" (Jn
19,41). Este jardín del Gólgota se encontraba fuera de la ciudad pero
suficientemente cerca como para permitir que los que por allí pasaban pudieran
leer el cartel (titulus) preparado por Pilato y atado a la cruz: "Muchos
judíos leyeron este cartel, ya que el lugar en que Jesús fue crucificado
quedaba cerca de la ciudad y estaba en Arameo, Latín y Griego" (Jn 19,20).
Los Evangelios afirman también que cerca de la "Calavera" en donde
Jesús fue crucificado había una tumba nueva empotrada en la roca: "En
el lugar donde Jesús fue crucificado había un jardín y en el jardín una tumba
nueva, en la que nadie había sido depositado" (Jn 19,41)"José tomó el
cuerpo, lo envolvió en una limpia tela de lino y lo puso en su propia tumba nueva
que él había cavado en la roca" (Mt 27,59). "Entonces él lo bajó (de
la cruz), lo envolvió en una tela de lino y lo puso en una tumba que había sido
cavada en la roca, que aún nadie había sido depositado allí"(Lc 23,53)ontinúan dando datos.
"Arrastró una piedra grande hasta ponerla delante de la entrada a la tumba y se retiró" (Mt 27,60). "Cuando terminó el Sabbat, María Magdalena, María la madre de Santiago y Salomé compraron aromas para ir a embalsamar a Jesús. Y muy temprano, el primer día de la semana, al salir el sol, fueron al sepulcro. Y se decían unas a otras: "¿Quién nos correrá la piedra de la entrada del sepulcro? Al mirar vieron que la piedra estaba corrida y eso que era muy grande" (Mc 16, 1.4).
"El primer día de la semana, de madrugada, las mujeres fueron al sepulcro
llevando los aromas que habían preparado. Encontraron corrida la piedra del
sepulcro. Y entrando no encontraron el cuerpo del Señor Jesús" (Lc 24,2).
Los Evangelios también dan una descripción del interior de la tumba. A partir
de esa descripción algunos estudiosos deducen que la tumba podría haber
sido del tipo arcosolio y no del tipo de tumbas kokhim (con forma de
horno). Esto se deduce del relato dado por Arculfo. Esto es lo que el Evangelio
dice con respecto a este espacio:
"María se quedó de pie y llorando fuera de la tumba. Mientras lloraba, se
inclinó para mirar dentro de la tumba y vio a dos ángeles vestidos de blanco,
sentados en el lugar en el cual el cuerpo de Jesús había estado, uno en la
cabecera y el otro a los pies" (Jn 20,11-12). "Entrando en el
sepulcro, vieron un joven, sentado a su derecha, vestido con una vestidura
blanca, y tuvieron miedo". (Mc 16,5).
La última información que deducimos de los Evangelios es que la tumba en
la que el Señor fue depositado pertenecía a José de Arimatea. "José tomó
el cuerpo, lo envolvió en una tela limpia de lino y lo puso en su propia tumba
nueva" (Mt 57,59-60).
Aquí concluye la información acerca del lugar de la crucifixión y del entierro
del Señor tal y como la encontramos en los Evangelios. Mirando el monumento
actual resulta difícil imaginar el aspecto de este lugar casi 2000 años antes.
Cristianos piadosos de todas las épocas han edificado encima de este lugar
varios monumentos y construcciones que han ayudado a transformar por completo
el área vacía fuera de las murallas de la ciudad de Jerusalén en el siglo
primero.
Resulta incomprensible su transformación sin tener mentalmente en cuenta la
transformación de la arquitectura de la totalidad de Jerusalén. También debemos
tener presente que a partir del siglo IV, este sitio se ha convertido en el
punto central de la historia de Palestina. Fue el lugar de muchas y largas
guerras entre el poderío de Cristianos y Musulmanes. Para lograr comprender a
fondo la topografía de este lugar nos hace falta la ayuda de los detallados
estudios arqueológicos[6].
Hoy en día no nos resulta posible contemplar la ubicación del Calvario y de la Tumba excavada en la roca; podemos, sin embargo, formarnos una visión casi exacta de la topografía del lugar.
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3. La situación de la cantera, lugar de ejecución y enterramiento (S. IVaC- 135 dC)
Durante 1961 se llevó
a cabo un gran trabajo de restauración. Se abrieron diversas catas
arqueológicas en varios puntos de la Iglesia del Santo Sepulcro. Gracias a
ellas podemos asegurar que el área alrededor del Jardín de Gólgota sirvió como
cantera entre los siglos VIII y I aC.
Esta cantera de piedra de malaquita se confirmó mediante las numerosas señales de tajos en la roca excavada a través de toda el área. Se extendía desde el actual Camino Cristiano, (Haret en-Nasara hasta Khan ez-Zeit), por encima de un área, que posteriormente se encontraría entre los dos caminos más importantes construidos por el Emperador Adriano para su Aelia Capitolina. Las señales de las herramientas también son visibles en el área de la Capilla del Encuentro de la Santa Cruz Esta gran cantera del este y del oeste, que proporcionó piedras para la construcción de la antigua ciudad, fue abandonada durante el siglo I aC. Lo que había sido área de excavación de la cantera se transformó en un jardín, convirtiéndose en un área bien protegida de la parte exterior de las murallas de Jerusalén. Varias tumbas fueron excavadas en las altas murallas que rodeaban el Jardín del Gólgota. Entre éstas se encuentra la tumba "kokhim", popularmente conocida como la tumba de José de Arimatea.
3.1 La tumba Kokhim de José de Arimatea
La evidencia arqueológica demuestra que la tumba de Jesús había sido excavada en un punto aislado de la cantera. En ese sitio el propietario (José de Arimatea en la época de la Crucifixión) había empezado la preparación de una tumba familiar. Esta nueva tumba mirando hacia el este tenía una puerta baja (había que arrodillarse para atravesar el pasaje). Se cerraba mediante una gran piedra. Al entrar por la baja abertura uno se encontraba en un vestíbulo que conducía a la cámara funeraria. Solamente un único banco fúnebre había sido cortado en la pared norte de la capilla fúnebre (a la derecha cuando se entra en la tumba).
Es probable que José de Arimatea hubiera intentado terminar su tumba familiar excavando otros dos bancos fúnebres en las paredes oeste y sur de las murallas, pero los acontecimientos de la Semana Santa cambiaron completamente sus planes. Es en esta capilla y en este banco fúnebre que el cuerpo muerto de Nuestro Señor fue depositado. Es desde esta tumba y detrás de la gran piedra que su victoria contra la muerte fue proclamada mediante su Resurrección. Hoy en día la tumba está completamente cubierta por placas de mármol.
3.2 El jardín del Gólgota Este Jardín del Gólgota permaneció fuera de la ciudad de Jerusalén hasta la construcción de la muralla del tercer perímetro, que fue completada por Agripa I (41-44 dC), incluyendo el Jardín del Gólgota dentro de las murallas de la ciudad. Esos años y los que siguieron fueron años turbulentos debidos en su mayor parte a la arrogancia e incompetencia de los Procuradores Romanos que fueron nombrados para gobernar el territorio. El pueblo judío ansiaba liberarse del yugo romano. Durante esta época la Iglesia Madre de Jerusalén tenía su sede en Sión, visitaba el Jardín del Gólgota y allí celebraba el "Recuerdo" de los grandes eventos de la Crucifixión, Muerte y Resurrección del Señor.
Debido a los
barullos internos en la ciudad, justo antes de la primera Revuelta Judía (66
dC), los miembros de la Iglesia Madre huyeron de la ciudad y se instalaron en
el pueblo de Pella de la Decápolis, situado al otro lado del Valle del
Jordán. La Primera Revuelta Judía terminó en un baño de sangre y la
destrucción del magnífico Templo de Jerusalén a manos del ejército romano.
Como consecuencia de lo acaecido, los judeo-cristianos volvieron a la ciudad
para unirse a los cristianos-gentiles de la Iglesia Madre que se había
quedado estacionada en Sión.
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4. Un templo dedicado a los dioses romanos 135-335
El Emperador Adriano sofocó la revuelta en el 135 y decidió demoler toda la ciudad de Jerusalén con el objeto de borrar todos los lugares que podrían incitar a otra revuelta a los judíos. El emperador prohibió la presencia judía en la nueva ciudad. Una comunidad gentil-cristiana siguió viviendo en Jerusalén y aseguraron la continuidad en la identificación de los lugares sagrados (el primer obispo de esta comunidad fue Marcos).
De esta manera Adriano preparó una ciudad completamente nueva, estructurada de acuerdo a planes helenísticos y con el nuevo nombre de "Aelia Capitolina" ("Aelia" en honor suyo y "Capitolina" porque contendría un Capitol para los dioses romanos). En este nuevo plan arquitectónico el Jardín del Gólgota resultó ser el centro de la nueva ciudad. Algunos autores insisten en decir que el área de este Jardín se convirtió en el Capitol de la nueva ciudad con altares para los tres más importantes dioses romanos, Júpiter en el centro flanqueado por Juno y Minerva.
Otros, citando evidencias que aparecen en los escritos de Eusebio de Cesarea, insisten en que el templo fue dedicado a Afrodita. Ambas escuelas de pensamiento concuerdan en que un templo pagano se erigió en ese lugar. Fuentes literarias cristianas narran como el Jardín del Gólgota fue rellenado para estar a la altura del área para la construcción del nuevo templo romano.[7]
Así lo describe Eusebio de Cesarea: "En esta cueva sagrada, sucedió entonces que algunas personas impías y ateas, habían pensado retirarla por completo de la vista de los hombres. Suponían dentro de su locura que así podrían ser capaces de obscurecer la verdad de manera efectiva. Con ese fin trajeron una cantidad de desechos desde lejos y con mucho esfuerzo recubrieron totalmente el lugar; luego, habiendo llevado esto a una altura moderada, lo pavimentaron con piedras, escondiendo la cueva sagrada bajo el masivo montón. Después, como si su intento se hubiera llevado exitosamente a cabo, prepararon sobre esta base, un verdadero y truculento sepulcro de almas, mediante la construcción de un tenebroso altar de ídolos sin vida para el espíritu impuro al cual llaman Venus y ofreciendo allí detestables oblaciones en esos profanos y malditos altares. Porque ellos suponían que su objeto no podía ser de otra forma totalmente alcanzado, más que enterrando así la cueva sagrada bajo esas nocivas contaminaciones."[8]
Vale la pena notar que la profanación del lugar hecha por el Emperador Adriano tomaba como objetivo de adoración un lugar existente de la comunidad judeo-cristiana de Jerusalén, tanto en la tumba como en el Calvario. Esta temprana veneración yace en las raíces de los escritos apócrifos de Jerusalén.[9]
4.1 La descripción del Templo pagano de Aelia
El templo pagano de Adriano fue construido en el axis este-oeste y fue rodeado por un Temenos (una muralla protectora con la fachada en el Cardus Maximus a través del cual se entraba al recinto sagrado).
Así lo describe San Jerónimo: "A partir de los tiempos de Adriano hasta el
imperio de Constantino, durante casi 180 años, la estatua fue venerada en el
lugar de la Resurrección y en la roca de la cruz una estatua de mármol de Venus
fue ubicada allí por los gentiles. En las intenciones de los que llevaron a
cabo las persecuciones, creían poder remover nuestra fe en la resurrección y en
la cruz, si profanaban los santos lugares con ídolos".[10]
De estas descripciones, confirmadas además a través de la investigación arqueológica realizada en esta área, sabemos que el templo pagano de Aelia transformó el lugar judeo-cristiano en uno pagano al ubicar el culto de Júpiter sobre la tumba de Nuestro Señor y el de Venus sobre el Calvario. Esta situación continuó alrededor de 180 años como lo determina el mismo Jerónimo.
En el 325, durante el primer concilio de Nicea, el obispo de Jerusalén, Macarios, invitó al Emperador Constantino a destruir los templos paganos construidos encima de los lugares sagrados cristianos de la Ciudad Santa. El Emperador, para entonces Pontifex Maximus de todo el imperio romano, decretó la demolición de los templos paganos construidos sobre el Santo Lugar cristiano.
Así es como Eusebio describe este hecho: “Le pareció necesario, dada su posición, devolver la magnificencia al lugar bendito de la Resurrección de Nuestro Señor para que fuera un objeto de atracción y veneración de todos. Por lo tanto, inmediatamente dio órdenes para que en ese espacio se erigiera una casa de oración: cosa que se hizo, no sólo bajo un simple y natural impulso de su propia mente, sino que fue empujado espiritualmente por el mismo Salvador… Acudiendo a la ayuda divina, dio órdenes para que el lugar fuera completamente purificado, pensando que las partes que hubieran recibido del enemigo el mayor grado de contaminación deberían recibir símbolos especiales, de acuerdo a sus medios, por medio de la grandeza de los favores divinos.
Apenas sus órdenes fueron dictadas, esos factores de deshonestidad fueron destituidos de su orgullosa eminencia, y los lugares erróneamente elegidos, con las estatuas y los malos espíritus a los que representaban, fueron tumbados y destruidos… Pero el celo del emperador no se detuvo allí; sino que dio más órdenes para que los materiales que se destruían, tanto fueran de piedra como de madera, debían ser quitados y completamente destruidos, arrojados lo más lejos posible; y esta orden también fue ejecutada expeditivamente. El emperador, sin embargo, no se sentía satisfecho habiendo llegado a tal punto: una vez más, inflamado de santo ardor, indicó que la tierra misma debía ser cavada hasta una considerable profundidad, y que el suelo que había sido contaminado debido a las malolientes impurezas de la adoración demoníaca, tenía que trasladarse a otro lugar distante".[11]
Además de limpiar
el área de los templos paganos, el trabajo incluía también una excavación de la
tierra echada que Adriano había puesto en el Jardín de Gólgota para nivelar el
lugar. Nuevamente dejamos que Eusebio describa el acontecimiento: "Apenas
la superficie original del piso, que estaba debajo de la tierra, apareció,
inmediata y contrariamente a todas las expectativas, el venerable y respetado
monumento a la resurrección de Nuestro Señor fue descubierto. Entonces
realmente esta santísima cueva presentó una fiel similitud con su regreso a la
vida, en que después de haber yacido enterrado en la obscuridad, de nuevo
emergió hacia la luz, y permitió a todos los que fueron a ver, una clara y
visible prueba de las maravillas de las cuales ese lugar fue testimonio de la
resurrección del Salvador, más clara de lo que ninguna voz podía dar".[12]
Con gran alegría la Iglesia de Jerusalén asistió a la liberación de los templos paganos. El proyecto de una nueva construcción fue planeado por los arquitectos de Constantino. Este iba a ser un monumento valedor de la veneración que iba a recibir: " el emperador envió emisarios que mostraban un verdadero espíritu piadoso y al mismo tiempo otorgó amplias sumas de dinero y ordenó que una casa de oración, merecedora de la adoración de Dios, debía erigirse cerca de la tumba del Salvador mostrando toda su riqueza y real grandeza. Durante bastante tiempo había tenido presente este plan, lo había previsto como si estuviese bajo la ayuda de una inteligencia superior, todo aquello que más adelante iba a suceder. Por lo tanto dio sus órdenes a los gobernadores de las provincias del Este, instándolos a ayudar con una abundante y generosa donación con lo que asegurasen que el trabajo se concretara en una escala de noble y amplia magnificencia”[13]
Pero esto también significó un cambio completo en la topografía del lugar. Para
ubicar este monumento los arquitectos habían aislado a la tumba del rocoso
peñasco del Ghareb en los flancos norte y oeste. De este modo, la tumba que
fuera excavada en la fachada oeste de las murallas de la cantera, terminaba
sosteniéndose libremente en el centro de un amplio espacio vacío. Una
construcción con la forma del mausoleo real romano iba a ser erigido para
convertirse en la Anástasis (Resurrección). El peñasco del Gólgota
también fue recortado en los flancos norte y oeste para dar lugar a la nueva
construcción que dejaría el Calvario fuera del nuevo edificio.
6.1 La descripción de la nueva Basílica con el Martyrium y la Anástasis
La nueva construcción comprendía cinco estructuras que
cubrían la totalidad del área que anteriormente fuera ocupada por el templo
pagano de Adriano. Una subida mediante escalones llevaba desde el Cardus hasta
el atrio oeste. Este era el espacio del atrio del Templo que fue embellecido
aún más por Constantino. La fachada del Martyrium, con tres puertas (aun
visible en el Hospicio ruso) dominaba el atrio oeste.
El Martyrium era una basílica de
cinco naves que terminaba en un ábside y en un elevado presbiterio, el domingo
y las liturgias festivas eran celebradas de manera especial. Doce columnas de
plata rodeaban al altar mayor en el presbiterio.
Un gran claustro con su jardín fue realizado detrás
del ábside de la basílica y sirvió para unir el Martyrium con la Anástasis.
Este claustro de tres pórticos y al aire libre estaba protegido por la roca
desnuda del Calvario que fue dejada a cielo descubierto en el ángulo sudoeste
(adornado con piedras preciosas y superpuesta, además de una cruz protegida
mediante un "ciborium" dorado). Se debe a esta roca desnuda
del Calvario que la Basílica se llamó Martyrium tal como la peregrina
Egeria narra: "Se llama Martyrium porque está el Gólgota detrás de
la Cruz, donde el Señor sufrió".
Cuando estas construcciones se llevaron a cabo los
arquitectos hicieron todo lo posible para esconder completamente el área bajo
el Calvario donde el culto a Venus se llevaba a cabo. Sólo recientemente se ha
logrado ubicar esta área escondida.
Al oeste del jardín del claustro se encontraba una iglesia circular, la
Anástasis (Resurrección) con la Tumba del Redentor en el centro. Gracias a
las fuentes literarias de la época y a las recientes investigaciones
arqueológicas llevadas a cabo, podemos reconstruir la estructura construida
sobre la tumba del Redentor: la fachada tiene ocho puertas sobre las cuales se
abrían hacia arriba ocho ventanas alargadas. La rotonda estaba sostenida por
doce columnas macizas alternadas por tres grupos de pilares que a su vez
sostenían un balcón encima del cual surgía una cúpula con un "oculus"
(ojo). Alrededor de la parte más baja había grandes ventanas decoradas que
filtraban la luz que llenaba este espacio. La luz entraba por la fachada, por
las ventanas y por el "oculus" porque aquí la Luz de la
Resurrección ganaba a los poderes de la obscuridad
Constantino quería que la tumba interior permaneciera completamente desnuda
porque ninguna decoración humana podía embellecer este sitio que fue testigo de
la luz de la Resurrección. El exterior estaba bellamente decorado.
La residencia del obispo fue construida hacia el norte
de la basílica. El grandioso monumento de Constantino, cuya construcción
presidió el Obispo Macario, fue inaugurado en el 336 y el plano, su posición y
su arreglo son aún visibles en la actualidad.
La alabanza de la belleza de este monumento nos la da
Eusebio en su obra "La vida de Constantino": "Para
empezar adornó la misma cueva sagrada como la parte principal de toda la obra y
el respetado monumento sobre el cual el ángel radiante de luz había declarado
ante todo esa regeneración que fue manifestada en primer lugar en la persona
del Salvador. Este monumento, por lo tanto, el primero de todos, como la parte más importante
de todo, el emperador con su cuidadosa magnificencia lo embelleció con columnas
especiales, lo enriqueció profusamente con las más espléndidas decoraciones de
todo tipo.
El siguiente objeto de su atención fue un espacio de tierra de gran extensión y
abierto al aire puro del cielo. Lo adornó pavimentándolo con piedras finamente
pulidas y lo rodeó con tres costados de pórticos muy largos. Porque en el lugar
opuesto a la cueva, o sea el lado este, la iglesia misma fue erigida; un
trabajo noble que alcanzó una gran altura y que fue de gran extensión tanto en
largo como en ancho. El interior de esta estructura tenía un piso de losas de
mármol de diversos colores; mientras que la superficie exterior de las paredes,
brillaban por las piedras pulidas que encajaban exactamente unas con otras,
exhibiendo un grado de esplendor de ningún modo inferior al del mármol. En lo
que respecta al techo, en la parte exterior estaba cubierto con plomo como
protección de las lluvias invernales.
Pero la parte interior del techo, que había sido terminado con
trozos esculpidos que se extendían en series de compartimentos relacionados
entre sí, como un vasto mar, sobre la totalidad de la Iglesia; y, habiendo sido
completamente cubierto con oro puro, hacía que el edificio entero brillase como
si fueran rayos de luz. Además de esto había dos pórticos a cada lado, con
filas de pilares, altos y bajos, que correspondían en el largo con la iglesia
misma; y también estos tenían sus techos adornados con oro. De estos pórticos,
a los que estaban en el exterior de la Iglesia, los sostenían columnas de gran
tamaño, mientras que los que estaban dentro se apoyaban en pilas de piedras
hermosamente adornadas en la superficie.
Tres puertas, ubicadas
exactamente hacia el este, estaban dispuestas para recibir a las multitudes que
entraban a la iglesia. Frente a estas puertas estaba la parte que coronaba
todo, era el hemisferio que llegaba hasta la cima de la Iglesia. Este estaba
hecho en forma de círculo por doce columnas (de acuerdo al número de los
apóstoles de nuestro Salvador). Los capiteles estaban embellecidos con boles de
plata de gran tamaño, los cuales habían sido presentados como una espléndida
ofrenda a Dios por el emperador mismo. En el siguiente lugar rodeó al atrio que
ocupaba el espacio que conducía hacia las entradas frente a la Iglesia. Esto
abarcaba primero el patio, luego los pórticos de cada lado y finalmente las
puertas del atrio. Después de éstas, en el medio del mercado al aire libre,
estaban las puertas de la entrada general, que eran de una gran exquisitez.
Permitían a los paseantes desde fuera tener una visión del interior que no
podía menos que inspirar asombro.
El emperador erigió este Templo como un monumento conspicuo de la
Resurrección del Salvador y lo embelleció por todas partes en una escala de
imperial magnificencia. Continuó enriqueciéndolo con innumerables ofrendas de
una belleza inexpresable y de varios materiales, - oro, plata, piedras
preciosas… y el habilidoso y elaborado arreglo, que de acuerdo a su magnitud,
cantidad y variedad, no nos permite en este momento el describirlo todo
detalladamente."[14]
7. El periodo de
esplendor (335-614)
La madre Iglesia de Jerusalén ha mirado este lugar con gran respeto y amor. Fue aquí donde se reunió para celebrar el Misterio de la Salvación. Fue aquí donde se reunió para manifestar el gran amor de Dios a la humanidad. Testigos de este amor y respeto hacia este lugar abundan en los diarios y escritos de los peregrinos que la visitaron durante esa época. Cirilo, obispo de Jerusalén, en una de sus homilías delante de la tumba, afirma que la antecámara de la tumba había sido quitada con el objeto de hacer sitio a las nuevas estructuras de los arquitectos bizantinos. También afirma que la gran piedra que cerró la tumba seguía estando preservada cerca de la misma. El peregrino anónimo de Piacenza describe en el 570 las gemas impresionantes, los objetos de oro y de plata unidos a la piedra de la tumba. También afirma que la totalidad de la parte externa de la tumba estaba "cubierta de plata" y que un altar se encontraba enfrente de la tumba.
En la ciudad de Madaba (Jordania) un mosaiquista cristiano del siglo VI reprodujo la ciudad de Jerusalén en un mapa tal y como era en su época. Situó la Ciudad Santa en el centro del mosaico, también incluía los territorios que iban desde el Líbano hasta Egipto. La ciudad de Jerusalén domina este mosaico conocido como el Mapa de Madaba, descubierto en 1896 y puede verse como el edificio de Constantino del Santo Sepulcro es el punto central de la ciudad amurallada.
8. El periodo (614-1009) Las primeras destrucciones y reconstrucciones
El magnífico monumento fue destruido por el fuego en 614, durante la invasión persa bajo Chosroes II. Doscientos años más tarde, el Abad Modesto inició nuevos edificios y terminó, en 626, con la ayuda del Patriarca de Alejandría,que había enviado dinero y mil obreros a Jerusalén. Estos edificios fueron destruidos por los mahomenos en 1010.
Toda la espléndida belleza y riqueza de la era posterior a Constantino se desvaneció en el 614, cuando el 20 de mayo la ciudad de Jerusalén fue conquistada por las hordas dirigidas por el general Romizanes conocido como Scharbaraz (cerdo real).
Según narra el patriarca Eutichio en los Anales: "Cosroe envió a su general Scharbaraz… destruyó las iglesias de Constantino, la del Calvario y la del Sepulcro, quemó la iglesia del Calvario y del Sepulcro y destruyó la mayor parte de la ciudad". Esto fue un tremendo golpe, casi todas las iglesias cristianas fueron arrasadas, todas las reliquias robadas y 33.877 personas muertas y enterradas en una cueva en Mamilla (según el relato dado por Tomás que cavó algunos de los sepulcros). El daño hecho durante el período persa fue prontamente reparado gracias a la generosa ayuda de parte de los cristianos de Tiberías, Damasco, Tiro y Alejandría. Durante esta restauración el peñasco del Calvario fue cubierto mediante una iglesia
Esta invasión persa sacudió la totalidad del imperio y para el año 622 el emperador Heraclio ya había recobrado todo el territorio y forzado a los persas a devolver los trofeos de guerra entre los cuales estaba la reliquia de la Santa Cruz, que fue devuelta a la Iglesia del Santo Sepulcro el 20 de marzo del 630. La llegada de los conquistadores árabes en el 638 no alteró la Santidad de este lugar de culto.
Así es como el
Patriarca de Alejandría, Eutichio (siglo X) describe los acontecimientos de la
conquista árabe: "Omar ibn al-Khattab y sus generales dejaron Siria, yendo
hacia Jerusalén asediaron la ciudad. Sofronio, el Patriarca de Jerusalén, fue a
ver a Omar ibn al-Khattab quien le otorgó su protección para los habitantes y
la ciudad mediante una carta entregada al Patriarca en persona. Omar ibn al
-Khatab otorgó la salvaguardia de los lugares cristianos dando la orden de no
destruirlos ni de usarlos como viviendas".
En este relato de Eutichio se dice que Omar ibn al-Khattab hizo una visita a la
Iglesia de la Resurrección y se sentó en su patio, a la hora de la oración dejó
la Iglesia y rezó afuera temiendo que generaciones futuras pudieran usar su
oración dentro de la iglesia como un pretexto para convertirla en una mezquita.
Eutichio más adelante agrega que Omar ibn al-Khattab redactó también un decreto
que se lo dio al Patriarca, en el que prohibía a los musulmanes que se reunieran
en este sitio para sus oraciones.
Al principio del siglo IX un violento terremoto dañó la cúpula de la Anástasis.
Los daños fueron reparados en el 810 por el Patriarca Tomás. La iglesia fue
incendiada en el 841 y en el 935 los cristianos consiguieron superar los
persistentes intentos de los musulmanes para construir una mezquita adyacente a
la Iglesia. La Iglesia volvió a ser incendiada por los Musulmanes en el 938 y
el fuego rodeó a la basílica, al jardín del claustro y también a la Anástasis.
Una vez más, la iglesia fue incendiada en el 966 como venganza por la guerra
perdida en Siria por el ejército Musulmán. Pero todos estos infortunios sólo
afectaron a las estructuras de madera que pudieron ser reparadas mediante un
gran sacrificio de la ya empobrecida comunidad cristiana.
9. La gran destrucción del templo del Santo Sepulcro y la secuela (1009-1099)
En el 1009 el Fatimita
Califa de Egipto al-Hakim explícitamente ordenó la destrucción de la Iglesia
del Santo Sepulcro. El historiador árabe Yahia ibn Said describe así los
acontecimientos: "el hecho santo comenzó un martes, el quinto día antes
del fin del mes de Safar del año 400 de la Egira (1009 de nuestro calendario).
Solamente las partes de difícil acceso no fueron dañadas". Empezaron por
demoler la tumba misma, la cúpula y las partes altas del edificio hasta que los
restos que se juntaron a sus pies bloquearon su destrucción.
Durante once años se les prohibió a los cristianos visitar los destrozos en
este lugar, tampoco se les permitió rezar en las ruinas. Solamente años más
tarde los cristianos pudieron reconstruir su santuario en ese mismo sitio. Esto
fue posible gracias a un tratado de paz entre el emperador Bizantino
Argirópulos y el sucesor de al-Hakim en el que la reconstrucción del Santo
Sepulcro estuvo estipulada. Los trabajos comenzaron bajo el emperador
Constantino Monomaco.
9.1 La reconstrucción
Cuando los arquitectos imperiales estudiaron
situación del Santo Sepulcro en Jerusalén llegaron a la conclusión de que era
imposible restaurar la totalidad de la estructura Constantiniana. Así que
optaron por conservar solamente la Anástasis con un ancho ábside hacia
el este y varias pequeñas capillas en el área del jardín, del claustro y el
Martyrium. Estos trabajos se hicieron ente el 1042 y 1048. En esta
reconstrucción el atrio Este, el Martyrium, el jardín y el claustro se
esfumaron. Con la restauración de la Anástasis y de la cátedra del
obispo, la belleza de la iluminación directa del sol se perdió para siempre.
A pesar de los cambios
el nuevo sistema hizo también algunas obras espléndidas. Las paredes y la
cúpula se cubrieron de mosaicos. El abad ruso Daniel visitó Jerusalén en el
1106-1107 y dejó esta descripción: "La Iglesia de la Resurrección es de
forma circular y tiene doce columnas monolíticas y seis pilares. El piso está
construido con hermosos bloques de mármol.
Tiene seis entradas y
tribunas con 12 columnas. Vistosos mosaicos de los sagrados profetas bajo el
cielo raso y sobre la tribuna. Sobre el altar hay un mosaico con la imagen de
Cristo. En el altar principal se ve el mosaico de la Exaltación de Adán. La
Anunciación ocupa los dos pilares al lado del altar. La cúpula de la Iglesia no
está cerrada por un arco de piedra sino que está hecha por dos vigas de madera
en forma de cinturón. De esta manera la Iglesia tiene una apertura arriba del
todo. El Santo Sepulcro se encuentra bajo esta cúpula abierta.
El peregrino Daniel vio
mosaicos en la Capilla de la Crucifixión en el Gólgota. Visitó la capilla de la
"Prisión de Cristo" la del "Encuentro de la Cruz"
y “la capilla dedicada a la aparición de Jesús ante su madre” hacia el
norte de la Anástasis.
10. La
transformación del periodo cruzado (1099-1188)
Los cruzados conquistaron Jerusalén el 15 de julio del 1099. Su intención era la de devolver su esplendor al Santo Sepulcro. Al principio solamente retocaron la construcción sobre la tumba de Jesús. En el 1119 la aedicula entera fue completamente reconstruida por el escultor boloñés Renghiera Renghieri. Fue durante esta reconstrucción que el vestíbulo de la tumba fue añadido (previamente había sido sacado durante la construcción de Constantino).
Los cruzados concibieron la idea de reunir los santuarios encontrados en el lugar, bajo un nuevo monumento en forma de cruz. El Santo Sepulcro fue reparado y una aedicula puesta sobre él: la Rotonda se conservó en su mayor parte, completada con un gran arco triunfal que daba hacia la nueva iglesia erigida en el lugar del antiguo jardín y usado como coro (lugar donde se ubica para cantar dentro de la iglesia) el cual estaba entre pilares y columnas, provisto de una tribuna y rodeado por un pasillo.
Pero las naves no podían tener la misma proporción y contener en la parte norte, el pórtico del jardín conocido como los "Arcos de la Virgen", y en la parte sur, la Capilla del Gólgota. Hacia el este, el nuevo edificio tuvo que ser limitado mediante pequeños oratorios, en recuerdo de ciertos acontecimientos de la Pasión, que se abrían hacia un pasillo. También desde el pasillo descendía una escalera hacia la Capilla de Sta. Elena y la Cripta del Encuentro de la Santa Cruz. Una fachada románica se abrió a un patio sur en el cual en su rincón noroeste se construyó un campanario de cinco pisos (48m). En la esquina nordeste un acceso separado y monumental al Calvario fue construido.
Se realizaron obras para completar los mosaicos ya existentes y también por añadir otros nuevos en las paredes. Obviamente toda esta nueva decoración de los cruzados llevaba inscripciones en latín. La nueva basílica fue consagrada por el obispo Fulcherios el 15 de julio del 1149, 50º aniversario de la Conquista de Jerusalén como se podía leer en una inscripción latina grabada sobre el bronce de la puerta principal: "Este santo lugar ha sido santificado con la sangre de Cristo, por lo tanto nuestra consagración no añade nada a su santidad. Sin embargo, el edificio que cubre este lugar santo ha sido consagrado el 15 de julio por el Patriarca Fulcherios y por otros dignatarios, en el año IV de su patriarcado y en el 50º aniversario de la captura de la ciudad, la cual en ese momento brillaba como oro puro. Era el año 1149 del Nacimiento de Cristo."
11. Periodo de
decadencia. El templo fue cerrado al culto
Jerusalén cayó ante el ejército de Saladino en el 1188. La iglesia del Santo Sepulcro fue cerrada y nadie podía oficiar en ella. De hecho el peregino Titilar en el 1217 observó que la Iglesia del Santo Sepulcro y el lugar de la Pasión estaban siempre cerrados, sin servicio religioso y sin honores y que las puertas se abrían solamente para los peregrinos que pagaban bien. Los cristianos obtuvieron permiso para usarla solamente durante el cese del fuego de 1192 y 1229. En el 1244 muchos cristianos murieron durante las invasiones y el edificio del Santo Sepulcro se dañó.
El mundo cristiano protestó fuertemente contra la masacre y el Sultán Ajub se disculpó en 1246 ante el Papa Inocencio IV diciendo que todo había sido hecho sin su conocimiento. También le informó al Papa que le había dado las llaves de la basílica a dos familias musulmanas quienes tenían que abrir las puertas de la basílica para los peregrinos que llegaban al lugar. Estos guardianes de las llaves del Santo Sepulcro abrían la iglesia sólo en ciertos días y después de recibir una compensación adecuada.[15]
Los peregrinos que vienen de todas partes del mundo, después de pagar elevados impuestos, acostumbraban ser recibidos dentro de la iglesia, y se les ofrecía un lugar y un altar donde podían celebrar su liturgia. Esta fue la época en la que varias colonias que llegaron de Mesopotamia, Egipto, Armenia, Etiopía, Siria, Grecia y Georgia se establecieron alrededor del Santo Sepulcro. La reina Tamara de Georgia hizo un arreglo con el sultán de Egipto, que permitía a la colectividad de Georgia estar exenta de impuestos y vivir dentro de la Iglesia del Santo Sepulcro. Solían recibir regalos y alimentos a través de agujeros hechos en la puerta de la Basílica.
Este es un período muy obscuro en la historia del Santo lugar de culto.
Oficiales públicos sin escrúpulos jugaban con la vida de los cristianos para
permitirles entrar en este santo edificio.[16]
El santuario decaía poco a poco. Los mosaicos de las paredes se iban
deteriorando y junto con ellos la totalidad de la estructura comenzó a venirse
abajo.
12. Los cristianos logran recuperar el culto en el Santo Sepulcro
Las fuerzas militares del oeste, después de fracasar en varios intentos por la conquista de los Santos Lugares (manu militari) trataron de lograr acuerdos que asegurasen la asistencia de los peregrinos.[17]
Con la aprobación del Papa Clemente VI esta responsabilidad fue otorgada a los Franciscanos que se establecieron en el Monte Sión en el 1335. La bula papal "Gratias Agimus" del Papa Clemente VI escrita para el superior de la Orden de Frailes Menores estableció que los "frailes de vuestra Orden puedan vivir permanentemente en la Iglesia del Santo Sepulcro y allí celebrar solemnemente las Misas y otros oficios divinos". De hecho los Franciscanos recibieron la Capilla de la Aparición de Cristo que desde entonces nunca han abandonado.
El Franciscano Niccolo da Poggibonsi visitó Tierra Santa entre 1346-1350 y pasó cuatro meses ayudando en el Santo Sepulcro. En su relato "Un viaje más allá de los mares" descubre la situación dentro del Santo Sepulcro: "Deseoso me siento de relatarles acerca de los altares que se encuentran allí dentro y que en su totalidad son 20: porque cada confesión de cristianos tiene su propio altar. En el Domingo de Ramos y en la Santa Pascua todos van allí, cada confesión con su propio sacerdote, y cada sacerdote celebra su Misa en el altar mayor…" También afirma que la Capilla del Santo Sepulcro fue la propiedad de un Sarraceno que "abría la puerta, hacía entrar a la gente y los dejaba dentro por el tiempo que duraban tres Padrenuestros, después los llevaba fuera, y cerraba la puerta con llave". También aseguró que el Calvario estaba en manos de los Armenios.
Algunos años después las cosas cambiaron y los monjes dieron la impresión de poseer mucho espacio dentro de la basílica. En realidad el Ruso Archimandrita Gretenius que vino en peregrinación durante los primeros años del siglo XV dice que dentro de la Basílica viven permanentemente un sacerdote Griego, uno de Georgia, un fraile menor, un Armenio, un Jacobita y un Abisinio. Declara que en la aedicula de la tumba había una pintura de un Cristo Resucitado junto a un San Francisco arrodillado. También dice que los frailes de la cuerda (como en un principio se les conoció a los Franciscanos) poseían el Calvario junto con los Armenios. Todo esto se debió probablemente a los firmans otorgados por el Sultán Barquq (1382-1399) a favor de los frailes del Santo Sepulcro.
Más adelante el sultán Barsabai (1419-1467) ordenó a las autoridades de Jerusalén que a los frailes "no se les debía impedir entrar en los sitios a los que estaban acostumbrados a ir y allí celebrar sus funciones y solemnidades tal como su religión se lo requería, efectuar su adoración tanto ellos como los que los acompañan en el altar situado en el Calvario, dentro del Santo Sepulcro, siguiendo su costumbre, mantenida desde hacía muchos años antes y de acuerdo a las nobles normas que ellos poseen".
Este fue un período de relativa calma cuando todas las confesiones cristianas presentes en el Santo Sepulcro tuvieron éxito al encontrar la manera de vivir juntos y hasta celebrar juntos la Semana Santa, incluyendo la peregrinación del Domingo de Ramos desde Bethfage.
13. El Sepulcro
bajo la dominación turca (1517-1917)
Durante este período el centro del poder Islámico fue transferido de la dinastía Mameluca de Egipto a los Otomanos Turcos. La armada turca causó grandes destrozos por todo el Mediterráneo. Conquistó la isla de Rodas y ocupó el Medio Oriente. Hubo batallas contra los poderes de la Europa cristiana. Fueron rechazados en 1565; Durante tres meses sitiaron Malta que en esa época había pasado a ser gobernada por los Caballeros de S. Juan. En ese momento Constantinopla se convirtió en la sede del nuevo poder turco.
Presentamos los siguientes eventos no solamente para la cronología histórica
basada en documentos y hechos, sino especialmente para ayudarnos a comprender
cuanto se ha logrado hoy en día mediante el diálogo mutuo y el respeto entre
las fraternidades cristianas que viven en el Santo Sepulcro. No se trata de una
bofetada en la cara sino de una palmada en la espalda.
"Restaurar la unidad concierne y envuelve a la totalidad de la Iglesia, ya
se trate de los fieles como del clero. Y se extiende a todos, de acuerdo al
talento de cada uno, ya sea ejercitándose en la vida diaria o a través de
estudios teológicos e históricos. El sentirse concernido revela hasta cierto
punto el hecho de la unión a través de la hermandad que existe entre todos los
cristianos, y lleva hacia una unión grande y hacia una unidad perfecta, de
acuerdo a lo que Dios mediante su bondad desea”.[18]
Bajo el nuevo dominio Turco la comunidad griega, convertida en súbditos del Imperio Otomano, trató de obtener la posesión de la Iglesia del Santo Sepulcro. Al entrar a Constantinopla en 1453 Mohammed II proclamó al Patriarca griego de Constantinopla como cabeza religiosa civil de todos los Cristianos de Oriente que residían en su Imperio.
El Patriarca Theophanis, con la ayuda de Gregorio, subalterno del obispo, obtuvo en 1633 un firman fechado con anterioridad en los tiempos de Omar (638) que le confería a él la posesión de la Gruta de la Natividad, del Monte Calvario y la Piedra de Unción en el Santo Sepulcro. Gregorio confesó la falsedad, los Poderes de Occidente y el Papa Urbano VII consiguieron que el plagio fuera borrado en 1636.
Fue una época en la que el dinero y el oro llegaron a su valor máximo. Las intrigas convirtieron a la Iglesia del Santo Sepulcro en un trofeo muy valorado que el sultán podía vender al mejor postor. Efectivamente entre el 1630 y 1637, bajo Murad IV (1623-1640), varias partes del Santo Sepulcro cambiaron de mano seis veces. Los Franciscanos no hubieran podido mantener esta costosa batalla si no hubiera sido por Francia que se convirtió en el protector oficial de los Santos Lugares y sus custodios. Durante la prisión de los Franciscanos (1537-1540), los Coptos obtuvieron el permiso del gobierno turco de erigir un altar detrás de la Aedicula del Santo Sepulcro.
13.1 El terremoto de 1545
El terremoto del 1545 sacudió el campanario y una parte cayó sobre el baptisterio debajo de él. En 1555 el P. Boniface de Ragusa, Custos (Custodio) de Tierra Santa, obtuvo el permiso de restaurar partes de la basílica y renovar por completo la Aedicula. Esta era una restauración de gran nivel y el fraile dejó una detallada descripción del trabajo llevado a cabo. Era la primera vez a desde 1009, cuando la tumba fuera destruida bajo los martillos de los soldados de al-Hakim, que la roca desnuda de la tumba fue de nuevo vista por ojos humanos. De hecho él escribe que el 27 de agosto de 1555 a las 4 pm la roca-lecho sobre la cual yació el cuerpo de Nuestro Señor fue descubierta.
" Los trabajos comenzaron extrayendo la estructura existente, apareció delante de nuestra mirada la tumba del Señor claramente cavada en la roca: en ella eran visibles imágenes de dos ángeles uno de los cuales llevaba una inscripción que decía ¡Ha resucitado! No está aquí" mientras que el otro, señalando a la tumba, proclamaba "Ved el lugar donde lo pusieron". Las imágenes de estos ángeles, cuando estuvieron en contacto con el aire, se desvanecieron por completo. Cuando tuvimos en las manos una de las placas de alabastro que cubrían el sepulcro, ubicado allí por Santa Elena con el objeto de celebrar el santo sacrificio de la Misa, apareció ante nosotros ese inefable lugar en el que yació durante tres días el Hijo del Hombre; "ut plane coelos apertos videre tunc nobis, et illis, qui nobiscum aderant omnibus videremur".
En el lugar, que había sido empapado con la sangre preciosa y con la mezcla de ungüento, con el cual lo habían cubierto para enterrarlo, se desparramó por todas partes una luz brillante como si fueran los luminosos rayos del sol. Estaba descubierto ante nosotros, venerado con gemidos de devoción, con alegría espiritual y con lágrimas junto a quienes estaban presentes (realmente había bastantes Cristianos, ambos de Occidente y de Oriente) los cuales llenos de devoción celestial, algunos derramaban lágrimas, otros se encontraban profundamente excitados, todos estaban asombrados y eran presa de una especie de éxtasis. En el centro del Santo Lugar encontramos un pedazo de madera, que lo habían ubicado allí y lo habían puesto en una tela de mucho valor: al tenerlo en nuestras manos con gran devoción lo besamos y al contacto con el aire la tela se deshizo inmediatamente dejando sólo unos hilos dorados. En ese pedazo de madera preciosa habían algunas inscripciones, pero tan consumidas por el tiempo que no era posible armar una frase completa usando esas palabras, aún cuando en una membrana pudimos leer en latín y con letras mayúsculas Elena Magni".
En 1644 los
Georgianos, incapaces de hacer frente a los gastos dentro de los intrincados
arreglos con las autoridades turcas, dejaron definitivamente la Basílica del
Santo Sepulcro, seguidos, unos pocos años después, por los Abisinios. Los
Franciscanos adquirieron la mayor parte de la propiedad abandonada por otras
congregaciones.
El asunto sobre la posesión del lugar se volvió aún más agudo cuando el
Patriarca Dosithens (1669-1707) hizo un arreglo con otro firman en
1676, otorgándole la exclusiva posesión del Santo Sepulcro a los Ortodoxos.
Debido a la presión de los Poderes Europeos, Turquía formó un tribunal especial
para examinar los documentos presentados por las dos partes. El resultado fue
un firman en 1690, mediante el cual los Franciscanos debían
ser reintegrados ya que lo habían sido antes de 1630. La sentencia fue
solemnemente publicada en Jerusalén el 25 de junio de 1690, en presencia de las
autoridades y de las partes en conflicto. El 29 de junio, el Custodio
Franciscano, con una solemne Misa, tomó nuevamente posesión del Santo Sepulcro
y de los demás lugares dentro de la Basílica.
Hacia el final del siglo XVII la cúpula de forma cónica de la Anástasis construida por Constantino Monómaco comenzó a derrumbarse. En 1691 los frailes pidieron los permisos necesarios a Turquía para poder reparar los daños. El permiso se les dio en 1719 y sabiendo que ese tipo de trabajos podía fácilmente ser suspendido por las autoridades Otomanas, hicieron lo posible para llevar a cabo una rápida intervención empleando a 500 hombres los cuales eran controlados por 300 soldados. Entre los trabajos que se hicieron están la cúpula, la escalera a la Capilla del Encuentro de la Cruz y la Piedra de la Unción. Simultáneamente los Armenios reestructuraron la escalera de la Capilla de Sta. Elena y los griegos empujaron hacia abajo los dos pisos más altos del campanario. La Aedicula del Santo Sepulcro fue restaurada en 1728.
En el Domingo de Ramos de 1767 los Griegos entraron a la Basílica del Santo Sepulcro y crearon un caos, acusando a los Frailes de toda clase de intrigas. La parte Otomana, sin investigar, entregó un firman a los Griegos dándoles la posesión conjunta con los Latinos de partes de la Basílica del Santo Sepulcro. A pesar de las reclamaciones del Papa Clemente XIII a todos los Poderes Occidentales, el firman se hizo y la posesión de los Santos Lugares ha tenido cambios leves desde entonces.
13.2 El fuego de 1808
El siglo XIX se abrió con el gran incendio de 1808 en la Basílica del Santo Sepulcro, que causó un daño enorme al lugar. La basílica fue parcialmente destruida por el fuego, cuando la rotonda cayó sobre el Sepulcro. Una nueva rotonda, aedícula, diseñada por el arquitecto griego, Commenes, y construida a expensas de griegos y armenios, fue dedicada en 1810.
Debido a las
guerras Napoleónicas en Europa los Frailes no encontraron suficiente dinero para
conseguir los permisos necesarios de Turquía para realizar la restauración.
Rusia, patrona de la comunidad Ortodoxa, obtuvo el permiso para que la
comunidad Ortodoxa realizara la restauración.
En 1860 el embajador francés General Aupick en nombre de los países católicos, pidió que se les devolvieran a los Franciscanos los derechos otorgados antes de 1767. El gobierno Otomano estaba dispuesto a aceptarlo pero el Zar Ruso Nicolás intervino y le ordenó al Sultán que no hiciera ningún cambio en la situación bajo amenaza de romper las relaciones diplomáticas. Turquía se vio forzada en 1862 a sacar un firman disponiendo que el Statu Quo, el de 1767, se mantuviera.
14. Un nuevo
inicio
Quizás nunca a lo largo de su historia la iglesia del Santo Sepulcro había caído en tal grado de humillación como ocurrió en el siglo XIX. El remedio fue peor que la enfermedad. Cuando el 13 de septiembre de 1810 Komninos de Mitilena presentó su restauración, en la que no quedaba nada o al menos nada visible de la Basílica construida en el siglo XII por los arquitectos de los Cruzados. Grandes pilares habían reemplazado a las columnas, las ventanas se habían cerrado, simples paredes tapaban los hermosos arcos de ojivales de la nave central, el lugar de culto de la tumba se veía completamente reconstruido en un estilo dudoso. Las tumbas de Godofredo de Bouillon y de Balduino I se sacaron para dar lugar a dos empinadas escaleras que subían al Calvario. El mármol de la Piedra de la Unción (que llevaba el Escudo de Armas Franciscano) fue reemplazado por uno común. Uno entraba a un lugar sin belleza, sin luz ni aire, con el tiempo se convirtió en un espacio obscuro.
La situación empeoró con los fuertes terremotos de 1867. Sacudieron de tal manera la cúpula central que hubo que echarla abajo y reemplazarla por una estructura metálica. Otro terremoto sacudió a Palestina en 1927 y el edificio entero estuvo a punto del colapso. En 1934 las autoridades británicas, que administraban Palestina desde el fin de la 1ª guerra mundial decidieron reforzar la totalidad del edificio (por dentro y por fuera) mediante sostenes de hierro y estructuras de madera, como sugirió el arquitecto Harvey. Esto desfiguró por completo el monumento.
En 1949 el Delegado
Apostólico de Jerusalén, Monseñor Testa, escribió un volumen sumamente
documentado que se preparó en colaboración con la Custodia de Tierra Santa
sobre la necesidad de restaurar este monumento: " Este es un proyecto que
estamos ofreciendo a los hombres de buena voluntad. Si existen otros que sean
capaces de preparar uno mejor, que se hagan presentes. Nosotros los Cristianos
del mundo debemos compadecernos de estas antiguas piedras que probablemente se
caerán y de esas paredes demasiado inseguras y la falta de sostén de este
edificio que se ha vuelto miserable a través de los siglos..."
Por fin, después de protestas y peticiones públicas las cosas empezaron a
moverse en la dirección adecuada. En 1954 las tres comunidades mayores, la
Custodia Franciscana de Tierra Santa, el Patriarcado Griego Ortodoxo y el
Patriarcado Armenio Ortodoxo llegaron a un acuerdo para encontrar una solución
permanente para el problema. Después de muchos encuentros preliminares, el 16
de mayo, decidieron que antes de empezar con los trabajos necesitarían un informe
detallado hecho por expertos sobre el estado exacto de las estructuras del
monumento. Los tres arquitectos designados hicieron y presentaron un informe en
común el 11 de julio del mismo año y se lo entregaron a las tres comunidades y
al gobierno de Jordania.
En 1955 la Custodia de Tierrra Santa, intentó acelerar las fechas y hacer participar a los países cristianos del mundo invitando a Jerusalén a una comisión experta constituida por siete arquitectos que vinieran de Francia, España, Bélgica, Estados Unidos, Gran Bretaña y Holanda. Cada arquitecto preparó su informe separadamente y el 24 de agosto entre todos prepararon un informe común en el que confirmaban la necesidad de restaurar la fachada, la nave y la cúpula. No solamente eso, sino que se pusieron de acuerdo sobre algunas de las más importantes líneas de acción tal como el arquitecto veneciano dice: "con el objeto de devolverle al santuario por excelencia de la Cristiandad la seguridad y la dignidad que todo creyente invoca con fe y un corazón conmovido, necesitamos usar todos los sistemas de la tecnología moderna".
Una oficina técnica
controlada por tres arquitectos de las tres comunidades fue instalada y el
trabajo de restauración comenzó el 3 de julio de 1961. El 4 de enero de 1964 el
Papa Pablo VI visitó el lugar y habló acerca del proyecto de restauración con
el Patriarca Griego ortodoxo Benedictos: "es muy simbólico que aún
teniendo en cuenta el peso de la historia y las numerosas dificultades, los
Cristianos desgraciadamente separados entre si, trabajen juntos para restaurar
este templo que ellos mismos habían construido sintiéndose unidos y al que sus
diferencias dejaron que cayera en la decadencia".
Así fue como la Iglesia del Santo Sepulcro volvió a convertirse en una señal de
esperanza, en una resurrección que finalmente pueda unir a todos los Cristianos
del mundo alrededor de la Tumba de Cristo.
15. Los últimos trabajos en el Santo Sepulcro
El 2 de enero de 1997 la Iglesia del Santo Sepulcro "respiró" vida nuevamente. Los rayos de la luz del sol volvieron a bajar para iluminar el área. Fue a las 10.00 am cuando las cortinas fueron descorridas ante el asombro de los fieles y de las personalidades que tomaron parte en la sencilla pero significativa ceremonia. Este es el último logro dentro de la recuperación del monumento en este Santo lugar de la cristiandad. Las señales de esperanza previstas por los años sesenta están dando sus frutos. Todos los visitantes del Santo Sepulcro de los últimos años no han visto la cúpula tal y como estuvo, obscurecida completamente, debido a unos andamios que esperaban el acuerdo entre los tres ritos mayores que ofician en el Santo Sepulcro. Por descontado expresamos nuestro deseo a todos los Cristianos de que este lugar, testigo de semejante "Misterio de Amor", sea realmente no sólo cuidado sino también elevado en su dignidad. Es cierto que hasta las expresiones artísticas del Este y del Oeste, si se plasman bien, pueden brindar una atmósfera armoniosa.
Por debajo de la "Luz" que pasa a través de la linterna de la cúpula no podemos sino mirar con renovada esperanza el desgaste de "La Tumba" rodeada por vigas de metal para protegerla y evitar su derrumbe bajo el peso del tiempo. Queda la esperanza de ver al menos "La Tumba" liberada de la acumulación del peso del tiempo. Que esto no sea sólo un sueño sino la visión de un futuro que las generaciones existentes puedan compartir en su inherente belleza. Con esta inauguración de la decoración de la Cúpula una nueva "Luz" penetra en el lugar desde el que la "Luz del mundo" vino en un Domingo de Resurrección.
Fue el 19 de agosto de 1994, cuando el P. Giuseppe Nazzarro ofm. Custodio de Tierra Santa, Diodoros I Patriarca Griego Ortodoxo de Jerusalén y Torkom Manoogian Patriarca Apostólico Armenio de Jerusalén firmaron un histórico acuerdo en el hall del Patriarcado Griego para restaurar la cúpula. El diseño definitivo consta de 12 rayos de oro que representan a los 12 Apóstoles. Cada rayo de luz, termina en tres haces que representan a la Trinidad. La luz natural pasa a través del tambor central que junto a la luz artificial disimulada, aumenta el fondo de madreperla que brilla a medida que se asciende y se vuelve fluorescente con las estrellas. El fondo representa la descripción bíblica de la nube luminosa de la Presencia Divina.
¡Que la "Luz del Señor" brille en todo el mundo, así como hoy un rayo de luz llegó desde la cúpula para iluminar los obscuros rincones alrededor del lugar de la Resurrección! Que éste sea otro eslabón para la construcción del diálogo ecuménico que por fin renueve todas las estructuras que sostienen este Santo Santuario.
15.1 Un gran evento que unió las tres comunidades cristianas
Recogemos el documento elaborado: Dirección de su Beatitud Diodoros I, Patriarca Griego Ortodoxo en la ceremonia de inauguración de la restauración de la Cúpula de la Iglesia del Santo Sepulcro: A sus Beatitudes, a su Paternidad, a sus Excelencias, sus Eminencias, Estimados Sr. George Doty y Sra., Honorables Huépedes: "Bendito sea el nombre del Señor".
Durante estos días, estamos meditando en el Misterio de la Encarnación de la Palabra de Dios y nos alegramos por la obra de Salvación de Nuestra humanidad. Además no dejamos de agradecerle a nuestro Redentor, Nuestro Señor Jesucristo, Quien mediante la Cruz y la Tumba descendió a los Infierno y resucitó de entre los muertos al tercer día, resucitando así junto a El al hombre caído.
Con profunda gratitud y humildad ante las muchas y variadas bendiciones que a diario disfrutamos gracias a El, ahora nosotros rodeamos su Tumba Santísima y dadora de Vida, para proclamar públicamente nuestra felicidad y alegría por la Encarnación de la Palabra, que a través de su Amor y Caridad nos ha hecho merecedores de experimentar extraordinarios sucesos en nuestro servicio religioso a nuestra Iglesia de Tierra Santa. Entre sus dones figura el haber llevado a cabo la decoración de la Gran Cúpula de la Iglesia del Santo sepulcro que completa los trabajos de restauración en esa parte, comenzados hace algunas décadas.
Hoy hemos llegado a
un punto muy significativo como señal del progreso de todos los trabajos de las
tres Comunidades cristianas (el Patriarcado Griego Ortodoxo, la Custodia de
Tierra Santa y el Patriarcado Armenio) que realizaron en este Monumento Cristiano
universalmente aceptado. La Iglesia del Santo sepulcro guarda viva su identidad
litúrgica como un lugar de devoción, mientras sigue manteniendo su excepcional
contribución a la herencia cultural del mundo.
Hoy 2 de enero de 1997 es un gran momento histórico. Las largas centurias de
existencia de la Iglesia del Santo Sepulcro dan a estos Santos Lugares de
nuestra fe cristiana las señales visibles de la Salvación a la Humanidad.
Aunque esta Iglesia haya experimentado varias invasiones y destrucciones nunca
cesó de mantener abiertas sus puertas a toda la gente: para aquellos que creen
en Jesucristo y su Enseñanza y para quienes no creen. A todos, Ella les
demuestra la Pasión y la Crucifixión y la Resurrección de Nuestro Cristo, el
Redentor.
La ceremonia de hoy, única en su especie, es el fruto espléndido que requirió la cooperación entre nuestras ya mencionadas tres Comunidades religiosas para la restauración y decoración de la gran cúpula. Más allá de esto se trata de una expresión de nuestra hermanada coexistencia, que nos enseña a perdonar, a reconciliarnos, amarnos, y unirnos. Aquel en quien creemos y a Quien proclamamos Señor aquí "extendió Sus brazos y unió lo que antes se hallaba dividido" llamándonos a todos nosotros para que fuéramos "uno solo" (Jn 17,21). Es una proclamación de la presencia a lo largo de los siglos de cristiandad en esta Tierra Santa, que dentro de tres años celebrará el Santo Jubileo del Nacimiento Carnal de Cristo, Nuestro Señor.
Por lo tanto, rogamos para que este evento pueda convertirse en el inicio de nuestro acercamiento espiritual. Que en una profunda toma de conciencia de la responsabilidad de nuestra misión, podamos ingresar en el Tercer Milenio llevados por la Verdad que es Cristo. Teniendo en común la Fe en el Evangelio y en la ejemplar Diakonía del Amor hacia toda la gente.
Compartiendo estos
momentos durante esta memorable ocasión, agradecemos cordialmente a todos Uds.
que están aquí presentes. Expresamos los sentimientos desde el fondo del
corazón de nuestros amados hermanos: Su Paternidad el Custos Giuseppe Nazzaro y
Su Beatitud el Patriarca Armenio Torkom Manoogian. Agradecer a nuestros
consultantes y a todos los que contribuyeron en la realización de este
proyecto. En especial felicitamos al Sr. George Doty y a su Señora por su
espléndida y generosa contribución y por su piadosa participación en este
proyecto mediante el cual la decoración de la Cúpula pudo realizarse. Sin duda,
la historia preservará sus nombres entre los de los grandes benefactores de esta
Iglesia del Santo Sepulcro.
La cúpula de su rotonda fue reconstruida en 1868,
Francia, Rusia y Turquía sufragando los gastos. En medio de
esta rotonda se encuentra la Tumba de Cristo, encerrada por el monumento aedilia construido
en 1810 para sustituir al destruido entonces.
Este monumento aedilia, un edificio griego inartista, con la brecha palestina, piedra roja y amarilla algo similar al mármol, tiene 26 pies de largo por 18 pies de ancho. Está adornado con pequeñas columnas y pilastras, y coronado en el extremo oeste por una pequeña cúpula, el resto de la parte superior es una terraza plana. Contra el extremo oeste, que es pentagonal en forma, hay una pequeña capilla utilizada por los coptos. En cada una de las paredes laterales en el extremo este hay una abertura ovalada utilizada el Sábado Santo por los griegos para la distribución del "Fuego Santo". La parte superior de la fachada está adornada con tres cuadros, el del centro perteneciente a los latinos, el de la derecha a los griegos, y el de la izquierda a los armenios.
En grandes solemnidades, estas comunidades adornan todo el frente con lámparas de oro y plata, y flores. La única entrada está en el extremo este, donde hay una puerta baja conduciendo a una pequeña cámara llamada la Capilla del Ángel. En medio del pavimento de mármol hay un pequeño pedestal, que se dice que marca el lugar donde el ángel se sentó después de rodar la piedra lejos de la puerta de la tumba de Cristo. Inmediatamente debajo del pavimento hay roca sólida, que Pierotti pudo ver y tocar mientras se hacían reparaciones.[19]
A través de las escaleras, de las cuales hay una a cada lado de la entrada, también fue capaz de ver que losas de brecha ocultan paredes de mampostería. Frente a la entrada hay una puerta más pequeña, a través de la cual, al agacharse bajo, se puede entrar en una cámara cuadrangular, de unos 6 pies de ancho, 7 pies de largo y 7 pies y medio de alto, brillantemente iluminado por cuarenta y tres lámparas de oro y plata que se mantienen ardiendo por los latinos, griegos, armenios y coptos. Este es el estado actual del Santo Sepulcro.
15.2 El desvelamiento de la autenticidad de la
losa de mármol
La aedícula del Santo Sepulcro consta de dos partes Una primera ante cámara llamada de los ángeles y la otra donde está el enterramiento sepulcral con la losa encima. Los sepulcros judíos en tiempos de Jesús tenían dos cámaras. En la primera se depositaba el cadáver hasta que al tercer día sin respirar, cuando podía considerárselo muerto se le introducía en el lugar definitivo. Aún se conserva la entrada en círculo. La piedra rodante se corría y sellaba después del enterramiento. Ni la cámara ni el banco sepulcral han sufrido reducción alguna. La extensión de la cámara es de casi 4 metros cuadrados. El hueco para la piedra redonda y entrada para las personas se amplió en el año 1113. Durante siglos la piedra rodante permaneció desplazada en el interior de la antecámara hasta sr fragmentada en varios trozos. En el lado norte, a unos dos pies del suelo, y extendiendo toda la longitud, hay una losa de mármol que cubre el sofá sepulcral. Suelo, paredes y techo también han sido cubiertos con losas de mármol con el fin de adornar la zona interior y para proteger la roca de los peregrinos que se romperían y la llevarían lejos.
Pierotti declara que cuando hizo sus estudios del Sepulcro logró ver la roca nativa en dos lugares. Breydenbach nos cuenta que en el siglo XV todavía estaba[20]. Y Arculph, que lo vio en el siglo VII, lo describe como rojo y veteado de blanco, todavía llevando las marcas de las herramientas.
Sobre el sofá sepulcral había habido un arco como se ve en muchas de las antiguas tumbas hebreas sobre Jerusalén. Las paredes que posan el arco aún permanecen. La puerta se corresponde estrechamente con la de la Tumba de los Reyes, donde una gran piedra elíptica junto a la entrada sugiere la forma en que el Santo Sepulcro fue cerrado por una piedra rodada delante de ella.
Por
supuesto ha habido toda clase de controversias. Durante el siglo XVIII la
autenticidad de la tumba fue
seriamente cuestionada. La tradición a su favor fue rechazada
formalmente por Korte en su "Reise nach dem gelobten Lande"[21].
En el siglo XIX tuvo muchos seguidores, algunos de los cuales se contentaron
simplemente negando que es el Santo Sepulcro, porque se encuentra dentro de las
murallas de la ciudad, mientras que otros fueron más allá y propusieron sitios
fuera de las murallas.
Nadie, sin embargo, ha señalado ninguna otra tumba que tenga una pizca de tradición a su favor. La tumba más popularmente aceptada entre los propuestos es una cerca del Calvario de Gordon[22]. Pero esto se ha encontrado como uno de una serie de tumbas que se extienden por cierta distancia, y no se paró, por lo tanto, en un jardín como lo hizo la Tumba de Cristo.
Cuando se
hizo la última restauración de la aedícula se abrio la losa de mármol que cubre
el sofá sepulcral y se pudo comprobar su autenticidad al poderlo datar del
tiempo cuando Constantino mandó construir la Basílica donde estuvo el sepulcro
de Jesús. En la lastra de mármol que cubre el banco sepulcral se muestra una
muesca que la divide en dos. Los estudios de expertos aseguran que el sepulcro
corresponde a un hipogeo judío unipersonal excavado por canteros expertos del
s. I.
16. La capilla
de las Apariciones. (Encomendada a los Padres Franciscanos)
Fue después de la gran destrucción del templo en 1009 durante el califato de al Hakin cuando tras un largo periodo de decadencia se iniciaron las obras de reconstrucción del templo en 1042 bajo el emperador Constantino Monomaco.
Tan solo el lugar de la Anátasis y el Martyrium se mantuvo intacto pero se procedió a la reubicación de otros lugares. Fue entonces cuando se dispuso “la capilla dedicada a la aparición de Jesús ante su Madre”. En los evangelio no se narra tal aparición pero esta corresponde a la tradicción viva de los cristianos. La custodia de la capilla fue adjudicad a los padres franciscanos en 1335.
Para los Franciscanos de Tierra Santa ésta capilla es un lugar de culto al que han dedicado toda su energía y su vida. Hoy en día en el Santo Sepulcro los Franciscanos celebran diariamente la liturgia católica romana y asisten a los miles de peregrinos que invaden el lugar. Entre las celebraciones litúrgicas diarias en el más Santo y cristiano lugar los Franciscanos llevan a diario una procesión durante la cual se visitan y se inciensan todos los altares y capillas mientras se reza y se cantan himnos.
También celebran la
Eucaristía y la Liturgia de las Horas. Su vida está regulada por el "Status
Quo" lo cual a veces dificulta introducir innovaciones incluso en el
ejercicio del culto[23].
Vale la pena señalar sin embargo que todas las celebraciones litúrgicas de los franciscanos
siguen el rito católico romano de acuerdo a las normas prescriptas por la
Iglesia Católica posterior al Concilio Vaticano II.
La vida de los Franciscanos que viven dentro del Santo Sepulcro está
planificada de tal modo que a diversas horas del día y de la noche ofrecen su
alabanza y oración en estos santos lugares. Los Griegos celebran su Eucaristía
diaria dentro de la Tumba de nuestro Señor de la 1.00 am hasta las 2.30 am, a
partir de esta hora los Armenios toman su lugar. Por su parte los Franciscanos
continúan a las 4.00 am y terminan sus servicios con una solemne Eucaristía
comunitaria a las 7.00 am. Para sus plegarias diarias los Franciscanos usan la
Capilla del Santísimo Sacramento en donde se reúnen para las diversas oraciones
de la Liturgia de las Horas, incluyendo maitines a las 11.45 pm.
17. “El rito de apertura y clausura” de la puerta de la Basílica
Primero analizaremos una serie de elementos que se refieren a la puerta de entrada. La Jerusalén del tiempo de Poncio Pilato se defendía por el norte con la segunda muralla que se dirigía hacia la colina Gaeb para doblar hacia el este por delante del Calvario. La primera arrancaba de la Fortaleza Antonia que Herodes había levantado, la de las torres Hípico, Fasael, y Marianma. El espacio comprendido entre la llamada segunda muralla y el muro de Herodes Agripa I, doce años posterior al año de la crucifixión de Jesús estaba ocupado por huertos dentro de los cuales se excavaban sepulturas. Uno de los huertos pertenecía a José de Arimatea y tenía el peñasco del Calvario por delante de la puerta de Efraín. El acercamiento a esta tumba está sobre tierra, cuyo traslado dejaría la entrada muy alta, mientras que la puerta del Santo Sepulcro era muy baja. Se ha sugerido anteriormente, que cuando Constantino construyó su basílica, y durante mucho tiempo después, puede haber habido rastros evidentes de una antigua muralla de la ciudad que había excluido el Santo Sepulcro de la ciudad cuando Cristo fue enterrado.
Desde Josefo, sabemos de tres muros que en diferentes momentos encierran Jerusalén en el norte. El tercero de ellos es el muro actual, que fue construido unos diez años después de la muerte de Cristo, y está mucho más allá del tradicional Santo Sepulcro. Josefo describe la segunda pared como que se extiende desde la puerta Gennath, que estaba en la primera pared, hasta la torre Antonia. Un muro que corría en una línea directa entre estos dos puntos habría incluido el Sepulcro. Pero podría haber seguido una línea irregular y por lo tanto han dejado el Sepulcro fuera.
Pasamos ahora a detenernos en lo que se refiere al rito de la entrada a la Basílica. Señalamos que las llaves de la puerta y la custodia de la entrada al sepulcro, después de muchas disputas fue dada a la comunidad musulmana, los llamado guardianes del sepulcro.
Muchos peregrinos que visitan los Santos Lugares e incluso los lugares de culto del Santo Sepulcro no asumen ni se dan cuenta que aún en la actualidad el rígido código del Status Quo describe exactamente los tiempos y la modalidad con los que la puerta principal de la Basílica se abre y se cierra. Como ya hemos mencionado, las llaves de la basílica están guardadas por dos familias musulmanas, de Judea y de Nuseibeh. De hecho la puerta permanece cerrada en la parte exterior.
La "apertura" de la Basílica es por sí misma una ceremonia. Esto podría darnos una idea de las dificultades que el status quo impone a las congregaciones que viven dentro del recinto del Santo Sepulcro. Antes del 1831, la apertura y el cierre de la puerta la realizaban estas familias solamente después del pago de un impuesto que fue abolido por Ibrahim Pasha en ese mismo año.
Existen tres formas de "apertura" de las puertas de la Basílica: la
apertura simple, la apertura solemne y la apertura solemne simultánea. Una apertura simple consiste en abrir una de las hojas de la puerta mediante el
"sexton" de la comunidad que pretende abrir la puerta.
La apertura solemne consiste en abrir ambas hojas de la puerta principal: la de
la derecha la abre el portero musulmán y la de la izquierda el
"sexton". La simultánea y
solemne apertura se lleva a cabo cuando las tres comunidades, en el mismo día,
tienen una entrada solemne (todos los sábados de Cuaresma) y para esta
ceremonia los tres "sextones" están presentes.
Para comprender este "ritual", que parece extraño a los ojos
profanos, se puede mirar la secuencia de seis figuras que hemos preparado más
abajo. Podemos sintetizar el evento de esta forma: desde dentro de la Basílica
el "sexton" entrega una escalera al portero musulmán a través
de un hueco en la puerta de la Basílica. El portero entonces abre la cerradura
baja y a continuación la cerradura alta. Entonces el portero abre la hoja
derecha de la puerta.
La Basílica del Santo Sepulcro se abre diariamente a las 4.00 am y a las 12.30
pm, cuando no hay Fiestas especiales o acontecimientos. Se cierra a las 11.30
am y un cuarto de hora después de la puesta del sol. Si por alguna razón una de
las tres comunidades no quiere cerrar la puerta al medio día, le tiene que
pagar al portero el equivalente de un almuerzo.
17.2 El rito de clausura
Las comunidades se han puesto de acuerdo para que al atardecer la Iglesia se cierre entre las 5.45 pm en diciembre y a las 8.00 pm en julio.
Cada atardecer a la hora del cierre los tres "sextones" están
presentes y acuerdan entre ellos quien tendrá el turno para abrir a la mañana
siguiente. El que tiene el derecho de abrir la puerta al día siguiente toma la
escalera y la ubica en el centro de la puerta. Se debe tener presente que las
ceremonias del "cierre" tienen lugar con los mismos rituales, pero
con una secuencia invertida.
Queda claro que las tres comunidades tienen privilegios especiales y derechos
tanto para la apertura como para el cierre de la puerta de la Basílica. La
comunidad Latina (Franciscanos) tiene las siguientes:
Todos los sábados de Cuaresma, la noche de Pascua, la fiesta de la Santa Cruz,
las fiesta de Corpus Domini los Franciscanos pueden abrir las puertas a las
10.30 pm. Esto se hace para permitir a la comunidad Franciscana de San Salvador
y a los fieles poder entrar en la Basílica y reunirse con la comunidad
Franciscana residente para la Solemne celebración de la Liturgia de las Horas.
Entonces la puerta permanece abierta durante toda la noche.
El Jueves Santo los Franciscanos tienen un privilegio particular. A la 1.30 pm
los dos porteros musulmanes del Santo Sepulcro van al Convento de San Salvador,
sede del Custodio de Tierra Santa, entregan la llave de la Basílica al Vicario
Custodial. Este, junto con el fraile responsable de Tierra Santa y acompañado
por los porteros musulmanes, se dirigen a la Iglesia del Santo Sepulcro y le
entrega la llave al Franciscano "Sexton" para que el mismo
abra la puerta y acontinuación realice la entrada solemne el Patriarca Latino.
En ese día solamente los Franciscanos celebran dentro de la Basílica. La puerta
se abre y se cierra tres veces durante esa tarde (sólo diez minutos) para
permitir la entrada y la salida de los fieles para las celebraciones
litúrgicas. A las 7.00 pm las puertas vuelven a abrirse nuevamente para
permitir a la fraternidad Franciscana de San Salvador el ingreso y tomar parte
de la Adoración Eucarística.
Cada vez que una "apertura" extra es requerida hay que pagar
un impuesto: 8 piastras por una simple apertura, 16 por una solemne y por una
apertura solemne simultánea de cada fraternidad la suma establecida, dos velas
largas y otros regalos.
18. Egeria
peregrina[24]
Egeria, también llamada Eteria, Ætheria o Etheria, fue una viajera y escritora hispanorromana del siglo IV. La virgen peregrina española Egeria nos deja en su Itinerarium una de los primeras narraciones de su Peregrinación a Tierra Santa entre el 381-384[25]. Otro de los peregrinos de excepción será el llamado peregrino de Burdeos un peregrino francés en el 333[26]. Ambos son las fuentes más relevantes de las peregrinaciones en el S. IV.
Valerio abad del Bierzo escribe a
los monjes de esta región una carta donde describe las motivaciones y periplo
de su itinerario[27].
Inflamada por una divina gracia emprendió con intrépido corazón un largísimo
viaje pasando por diversas provincias y lugares hasta llegar a los santos
lugares del nacimiento, pasión y resurrección del Señor, para hacer allí oración
y encontrar motivo de edificación.
18.1 El
viaje
La peregrina Egeria llega a Constantinopla centro del Oriente cristiano visita Alejandría y viaja a Nitria y la Tebaida en el alto y bajo Egipto. Atravesó el sur de Galia (hoy Francia) y el norte de Italia; cruzó en barco el mar Adriático. Se sabe que llegó a Constantinopla en el año 381. De ahí partió a Jerusalén y visitó Jericó, Nazaret y Cafarnaúm. Partió de Jerusalén hacia Egipto en 382, visitó Alejandría, Tebas, el mar Rojo y el Sinaí. Visitó luego Antioquia, Edesa, Mesopotamia, el río Éufrates y Siria desde donde regresó vía Constantinopla. No hay constancia de la fecha, el lugar y las circunstancias de su muerte.
El viaje de ida parece que fue
por mar probablemente de Cesárea marítima a Alejandría y después de visitar los
lugares monásticos a lo largo del Nilo el viaje de vuelta sería desde Tebas a
Pelusio visitando varios lugares del Éxodo que luego volverá a visitar más
despacio a su regreso del Sinaí. Bien protegida con el auxilio de Dios y las
bendiciones de los santos se dirige hasta Egipto buscando todos los santos
lugares por los cuales anduvo peregrinando antiguamente el pueblo de Israel
para desde allí adentrarse en la Tierra del Señor. Visita el Monte Sinaí y el
monte Nebo, el monte de Elías, los montes Hermón, Tabor, Eremus (monte de las
Bienaventuranzas). Egeria llega hasta Edesa donde hacía poco había muerto San
Efrén. Allí visita la iglesia y el sepulcro de Santo Tomás[28].
Gracias a la pax romana, una ciudadana del Imperio podía viajar desde Gallaecia hasta Mesopotamia
casi sin obstáculos. Esto sucedía entre los años 29 a. C. y 180 d.C.
La narración
describe con detalle el modo de viajar a través del cursus publicus romano,
la red de vías utilizadas por las legiones en sus desplazamientos (una red de 80.000 km)
y las dificultades a superar al transitar por paisajes inhóspitos. Solía
emplear como hospedaje las mansio, o casas de postas, o en otras
ocasiones acogiéndose a la hospitalidad de los monasterios implantados en
oriente desde hace años, pero todavía casi desconocidos en occidente. Varias
menciones a lo largo del manuscrito sugieren la posibilidad de que contara con
algún tipo de salvoconducto oficial que le permitió recurrir a protección
militar en territorios especialmente peligrosos.[29]
18.2 Su biografía
Aunque sus datos biográficos son pocos, se supone que era originaria de la provincia romana de la Gallaecia en la diócesis de Hispania,[30] e incluso algún autor ha propuesto la posibilidad de que pudiera pertenecer a la comarca de El Bierzo, en la Gallaecia interior.[31] En algún trabajo especializado ha sido considerada la posibilidad de su parentesco con Aelia Flacila, primera mujer de Teodosio el Grande.[32] A. Lambert ha avanzado una hipótesis según la cual se trataría de la hermana de Gala, de quien habla San Jerónimo de Estridón como pareja de Prisciliano.[33] Algunos datos sobre los que no parece haber discusión son su ascendencia noble, su posición económica acomodada y su notable cultura.
En sus escritos se revela como una mujer de profunda religiosidad pero también (en boca de la propia Egeria) de ilimitada curiosidad. Se sabe que la peregrina virgen Egeria visitó los Santos lugares (Egipto, Palestina, Siria, Mesopotamia, Asia Menor y Constantinopla), en un largo viaje, entre 381 y 384, recogiendo sus impresiones en su libro Itinerarium ad Loca Sancta, libro que tuvo cierta difusión por narrar de forma minuciosa y, sobre todo, animada el viaje.
18.3 Su obra, El itinerarium
El manuscrito está redactado en latín vulgar, tal como era hablado en la época, lo cual ha sido de gran utilidad para estudiar la transición del latín clásico al tardío. Hasta el año 1884, la única referencia a esta mujer[34] aparecía en una carta a los monjes de El Bierzo escrita por San Valerio.[35] En ese año Gian Francesco Gamurrini encontró en la Biblioteca de la Cofradía de Santa María de Laicos (Biblioteca Della Confraternità dei Laici) en Arezzo, Etruria, un códice en pergamino de 37 folios, en letra beneventana del siglo XI, dividido en dos partes.
La primera contenía un conocido tratado de San Hilario de Poitiers sobre los Misterios y los Himnos. La segunda parte estaba incompleta, sin algunos folios del principio y del final, y por lo tanto sin autoría declarada. Esta parte del códice, que relataba un viaje por Tierra Santa, había sido redactada en el monasterio de Montecassino, y trasladada a Arezzo por Ambrosio Restellini, abad de Montecassino desde el año 1599 al 1602.
Los distintos códices que se conservan de la carta de San Valerio recogen su nombre de diferentes formas: Aetheria, Echeria, Etheria, Heteria, Eiheriai o Egeria. Ferotin se decantó por la opción de Eteria, o Etheria, al igual que autores como Heraeus, Mesiter o García y Villada. En cambio Lambert,[36] Pétré, W. Lindsay o J. F. Montfort propusieron la grafía Egeria, por figurar así en el Liber Glossarum, anónimo del año 750, en los catálogos de la Biblioteca de San Marcial de Limoges (Itinerarium Egerie abbatisse), y en algunas variantes de la carta de San Valerio. Esta última forma (Egeria) se puede considerar la forma más extendida en todas sus referencias, constando esa grafía incluso en una colección de sellos españoles dedicados a este persona[37]
El Itinerarium se divide en dos partes: la primera narra el viaje y comienza cuando Egeria está a punto de subir al monte Sinaí, tras haber visitado Jerusalén, Belén, Galilea y Hebrón. Desde ahí se dirige al monte Horeb, y regresa después a Jerusalén atravesando el país de Gesén. Viaja después a Samaria y al Monte Nebo. En este punto se detuvo para escribir: "Y como el camino por donde teníamos que ir era aquel valle de en medio que se extiende a lo largo [...] donde se acomodaron los hijos de Israel mientras Moisés subía al Monte de Dios y bajaba, aquellos santos nos iban mostrando siempre cada uno de los lugares por todo el valle, como cuando vinimos".[38] Cuando se cumplen tres años de su partida vuelve de nuevo a Jerusalén y decide regresar a Gallaecia.
Durante su retorno visita Tarso, se detiene en Edesa, visita Siria y Mesopotamia, y de nuevo a Tarso. Desde ahí pone rumbo a Bitinia y Constantinopla. El diario del viaje termina en ese punto, aunque antes de concluir todavía expresa su deseo de visitar Éfeso. La segunda parte del diario describe la liturgia tal y como se lleva cabo en Tierra Santa, en oficios de diario, domingo y durante las fiestas de Pascua y Semana Santa.
19. La liturgia
en tiempos de Egeria
Nos tenemos que remontar a finales del siglo IV para encontrarnos con la peregrina gallega Egeria y toparnos con su precioso diario de notas, su Itinerario de viaje a los Santos Lugares, y leer la de interesante descripción que nos brinda de la liturgia de los días santos tal como se celebraban en Jerusalén.
A pesar de las importantes dificultades y de los numerosos tanteos que se han venido haciendo por parte de los investigadores, desde que en 1834 fue hallado en Arezzo el manuscrito, a fin de identificar al autor o autora del Itinerario, hoy parece definitivamente aceptado que se trata de una monja española, llamada Egeria, natural de Galicia. Se trata de una mujer culta, versada en las Sagradas Escrituras y de un rango social importante. El viaje fue realizado a finales del siglo IV.
El escrito, redactado en latín vulgar, es de difícil lectura. En él encontramos descripciones interesantes que denotan una peculiar curiosidad y una gran capacidad de percepción por parte de la autora. La descripción que a nosotros nos interesa en este caso es la que hace referencia a las celebraciones de la semana santa o «semana mayor», como ella la llama. Doy tanta importancia a este documento porque es la primera vez en que la fiesta pascual aparece desmembrada y fraccionada en varias celebraciones. Dicho con palabras llanas: tenemos aquí el primer testimonio de la semana santa, tal como se fue fraguando posteriormente. Con este dato descubrimos una nueva perspectiva, un nuevo modo de celebrar las solemnidades pascuales. En el texto utilizamos la reciente edición española, en la que encontramos la versión castellana junto al texto latino original.
19.1 La
celebración de la Pascua
El domingo de Ramos aparece caracterizado por una impresionante procesión. Toda la comunidad, reunida en torno al obispo en el Monte Olivete, se desplaza procesionalmente hasta la ciudad de Jerusalén cantando el «Bendito el que viene en el nombre del Señor». Son especialmente los niños los que aclaman y cantan, llevando palmas y ramos de olivos en las manos, «incluso los que no pueden ir a pie, por ser tiernos, y los llevan sus padres al cuello». A mi entender, son muy significativas las palabras de Egeria cuando dice: «Así es llevado el obispo en la misma forma que entonces fue llevado el Señor». Esta constatación demuestra la tendencia dramatizante de la liturgia de Jerusalén.
Al mismo tiempo no se debería dejar pasar el interés de ciertas indicaciones en las que se precisa que las lecturas, o las oraciones, o los cantos son «apropiados al día y al lugar». Porque la liturgia de esta ciudad está agarrada al terreno, pendiente de los lugares y de las horas. Esa liturgia tiende a reproducir los hechos históricos, tal como tuvieron lugar. Hay que decir que la topografía de Jerusalén ha condicionado y propiciado el nacimiento de la semana santa. Habría que señalar bien, por otra parte, la ubicación de algunos lugares. El monte Olivete y el Imbomon al este de la ciudad, en la cima del monte de los Olivos, hay una iglesia llamada Imbomon, que significa «iglesia de la cumbre»; ese sería el lugar desde el cual Jesús ascendió a los cielos. Otro lugar indicado en el texto es la Anástasis: se trata de una iglesia redonda, coronada con una majestuosa cúpula, construida sobre el lugar en el que estuvo el sepulcro del Señor. Por eso es llamada Anástasis, es decir «resurrección».
19.2
Las diferentes horas señaladas
Luego está el tema de las horas. En el texto la referencia a los diferentes tiempos u horas aparece varias veces: «Hora nona», las tres de la tarde; «hora undécima», las cinco de la tarde. Finalmente hay que tomar buena nota de la alusión al lucernario; se refiere a la oración del atardecer, la que se celebra en el momento de alumbrar las lámparas y que, con el tiempo, acabará convirtiéndose en la oración de vísperas.
Ésta es la descripción de la peregrina gallega: «A la hora séptima sube todo el pueblo al monte Olivete o Eleona a la Iglesia; se sienta el obispo, se dicen himnos y antífonas y lecciones apropiadas al día y al lugar. Y cuando empieza a ser la hora nona se sube cantando himnos al “Imbomon”, que es el lugar del cual subió el Señor a los cielos, y allí se sientan; pues el pueblo, siempre que está presente el obispo, es invitado a sentarse: sólo los diáconos están siempre de pie. También allí se dicen himnos y antífonas propios del lugar y del día, lo mismo que lecciones y oraciones intercaladas. Y cuando ya empieza la hora undécima, se lee el texto del evangelio donde los niños, con ramos y palmas, salieron al encuentro del Señor, diciendo: “Bendito el que viene en nombre del Señor”. Y al punto se levanta el obispo y todo el pueblo; y desde lo más alto del monte Olivete se va a pie todo el camino.
Todo el pueblo va delante de él cantando himnos y antífonas, respondiendo siempre: “Bendito el que viene en nombre del Señor”. Y todos los niños de aquellos lugares, aun los que no pueden ir a pie, por ser tiernos, y los llevan sus padres al cuello; todos llevan ramos, unos de palmas, otros de olivos. Y así es llevado el obispo en la misma forma en que entonces fue llevado el Señor. Desde lo alto del monte hasta la ciudad, todos hacen todo el camino a pie; y, si hay algunas matronas o algunos señores, van acompañando al obispo y respondiendo.
19.3 la liturgia en el Templo del Santo Sepulcro
Desde
el monte Oliveti desciende va poco a poco, para que no se canse el pueblo, y
así se llega a la Anástasis ya tarde; donde después de llegar, aunque
sea, se repite la tarde, se hace el lucernario, se repite la oración en la Cruz
y se despide al pueblo».Terminada
la Vigilia en el Matyrium se iba
enseguida a la Anástasis y allí se
leía de nuevo el Evangelio de la Resurrección. Se hacía una oración y ofrecía
de nuevo el Obispo y luego se hacía la despedida para no alargarse más. Luego,
como todos los domingos, se celebraba la Eucaristía en el Martyrium. Después de esta celebración el obispo, en la Anástasis, explicaba los misterios, es
decir, e bautismo, confirmación y eucaristía a los recién bautizaos. Esta
explicación se realizaba durante los ocho días pascuales. Por la tarde, después
de comer, como en los ocho días de la octaba, s subía a Eleona y al Inbomon y se
bajaba después a la Anástasis. De
aquí, en ese día, se iba a Sión, donde se decían himnos apropiados al día y al
lugar. Después se hacía una oración y se leía el paso del Evangelio: “estando las puertas cerradas se presentó
Jesús ante los discípulos cuando no se encontraba con ellos Tomás…[39]” Después se recitaba de nuevo una oración, se
bendecía a los catecúmenos y fieles y cada cual volvía a su casa tarde, hacia
la segunda hora de la noche[40].
La fiesta se alargaba durante toda la Octava de pascua. Durante los ocho
días de Pascua. El día primero domingo se iba en procesión a la Iglesia Mayor,
al Martirio y también la eria segunda y tercera. Siempre hecha la despedida del
Martyrium se iba a la Anástasis
cantando cantos. La feria cuarta se va al monte Eleona, la quinta a la
Anástasis, la sexta al monte Sión, el sábado ante la Cruz y el domingo de la
octava de nuevo a la Iglesia Mayor, al Martyrium.
Esos días pascuales después de la comida, el obispo con todo el clero y
todos los niños, los que fueron bautizados y todos los aputacitas, hombres y
mujeres suben al monte Eleona. Después de decir salmos y hecho oración se
bajaba desde allí hasta el Anástasis cantando himnos hasta la hora del
lucernario. Este rehacía todos los ocho días.
La Eucaristía de la Resurrección se celebra hoy día en la Anástasis con una procesión de tres vueltas alrededor del lugar de la Resurrección y la lectura de un Evangelio de la resurrección a cada vuelta, coincidente con un punto cardinal. El tercer Evangelio se proclama fuera de la rotonda, ante la piedra de la unción.
20. La capilla de Santa Elena
La Capilla de Santa Helena Es una iglesia armenia del siglo XII en el nivel inferior de la Iglesia del Santo Sepulcro en Jerusalén. En el sureste de la capilla hay una silla que tenía fama de ser un asiento que era usado por Santa Elena, madre del emperador Constantino, cuando fue en busca de la Vera Cruz.[41] Hay dos ábsides en la iglesia, dedicados uno a Santa Elena y el otro a Dimas, el ladrón arrepentido en la cruz. La capilla está adornada con modestia en la memoria de la simplicidad de Santa Elena.
La emperatriz Elena había acudido a la ciudad tras escuchar el informe presentado por Macario, obispo de Jerusalén, sobre el lamentable estado en el que se encontraban los lugares descritos en los evangelios (santos lugares, para los cristianos), decidida a mejorar personalmente la situación. Tenía también el propósito de localizar la cruz de la ejecución de Jesús; Constantino había empezado a utilizar el signo de la cruz y a considerarlo presagio de victoria.
Elena, tras fracasar en la búsqueda de la cruz, o como parte de ella, inició la del sepulcro. La tradición cuenta que al derruir el templo pagano para aislar el Calvario e iniciar las nuevas edificaciones aparecieron también tres cruces, una de las cuales necesariamente habría de ser la Vera Cruz o auténtica cruz del martirio de Cristo. Se describe el prodigio que permitió identificar la Vera Cruz, casi siempre basadas en que Una de las Cruces producía curaciones milagrosas, y las otras dos no.
Los sucesos
descritos a partir de 325–326, sobre el descubrimiento del sepulcro y la Vera
Cruz por la emperatriz Elena se deben al obispo de Cesarea (Palestina) e historiador Eusebio, llamado también el Padre de la historia
de la Iglesia.
La emperatriz Elena[42], Flavia Julia Elena, también conocida como santa Elena y Elena de Constantinopla (Drépano, hacia 250 - Roma, hacia 330), fue una emperatriz romana y, posteriormente, proclamada como santa de las Iglesias católica, luterana y ortodoxa.
20.1 La Vida de Santa Elena
Probablemente Elena nació en Drépano[43](actual Hersek), en Bitinia,[44] al noroccidente de Anatolia, Turquía, y que fue renombrada Helenópolis por su hijo Constantino I. Aunque supuestamente era hija de un sirviente, ello no impidió que fuese la primera esposa del tetrarca Constancio Cloro.
Constancio Cloro la tomó como esposa y más tarde se divorció de ella en 292 para casarse con la hijastra de Maximiano, Flavia Maximiana Teodora. El hijo de Elena, Constantino, se convirtió en emperador del Imperio romano y, después de su coronación, ella tuvo una destacada presencia en la corte imperial. Ya durante el reinado de Constantino se convirtió al cristianismo, siendo él quien, contrariamente a lo que se suele pensar, sirvió de influencia para la conversión de su madre[45].
Es considerada por los ortodoxos y católicos como santa, famosa por su piedad. Eusebio tomó detalles de su peregrinaje a Tierra Santa y otras provincias del Medio Oriente. Aunque Eusebio no se lo reconoce, es tradicionalmente conocida por buscar las reliquias de la Vera Cruz (la auténtica cruz de Cristo), buscar los restos de los Reyes Magos que actualmente se conservan en la Catedral de Colonia así como los del apóstol Matías, depositados en la abadía de San Matías de Tréveris. En su búsqueda de la cruz donde Jesucristo murió, demolió el templo erigido a Venus en el monte Calvario e hizo cavar hasta que le dieron noticias, en los primeros días de mayo, de haber encontrado la Cruz. Elena mandó construir un templo allí y otro en el monte de los Olivos. En todas estas actividades le acompañó el obispo Macario I de Jerusalén.
Su día festivo se
celebra en los cristianos orientales de rito bizantino con el de su hijo Constantino, el 21 de mayo. La Iglesia romana la conmemora el 18 de agosto. Además, está muy vinculada a la fiesta
de la Invención de la Santa Cruz, que conmemora cada 3 de mayo el hallazgo de
las reliquias de la cruz de Cristo por la emperatriz,
un hecho que realmente no se añadió a su leyenda hasta finales del siglo IV. En
el santoral católico, esta santa es considerada patrona de la arqueología, de
la conversión y de los matrimonios difíciles.[46]
Su iconografía habitual la muestra como emperatriz romana, vestida con ricos ropajes, y portando casi siempre la Vera Cruz, y a veces con su hijo Constantino. Es muy habitual la representación del momento del hallazgo de las reliquias (Exaltación de la Cruz) en el monte Calvario y los milagros subsiguientes. Artistas como Piero della Francesca o Pedro Berruguete ilustraron estos episodios.
En Inglaterra, en una leyenda posterior, mencionada por Geoffrey de Monmouth, se dice que fue hija del rey bretón Coel Hen, que se alió con Constancio para evitar la guerra entre los bretones y Roma.
21. La capilla
del Gólgota, del Calvario. (Mysterium)
El Santo Sepulcro es un “lugar santo” llenos de
espacios sagrados envueltos en una significación mística cargados de historia. La
Basílica del Santo Sepulcro más que un lugar a visitar es un lugar de oración.
Se puede participar de la liturgia que se oficia en la basílica. Esta es el
itinerario siguiendo la secuencia de la
Vigilia[47]:
Se comienza a las 12 pm Oficio de
los greco-ortodoxos en la Capilla del Calvario, a las 1,00 am prosigue el Oficio de los coptos, a las 2,00 am prosigue el Oficio de los armenios,
a las 3,00 am prosigue el Oficio de los armenios
ortodoxos, a las 4,00 am prosigue el Oficio de los coptos,
a las 5,00 am se finaliza con el Oficio
de los latinos.
La secuencia de la Vigilia va siguiendo el mismo itinerario del Señor se inicia en la capilla del Calvario y se termina en la aedícula del Santo Sepulcro. El lugar del Calvario (Mysterium) es uno de los espacios más significativos de la Basílica, el lugar de la crucifixión del Señor. La iglesia ha recuperado el lugar del Gólgota, la pequeña colina próxima a las murallas de Jerusalén donde tuvo lugar la crucifixión del Señor. Los romanos tratando de borrar el lugar construyeron un templo de Afrodita. Constantino recuperó el lugar construyendo una basílica e el S. III. Se encontraron distintas cisternas en las que se hallaron restos de las cruces de los crucificados, de ahí la tradición de la Vera Cruz.
La iglesia inaugurada en 335 guarda en la Capilla del Calvario el lugar donde se encontraba la “Vera Cruz”.[48] El lugar sobre el que Cristo derramó su sangre y cuya sangre se desparramó por la roca hasta entrar en las hendiduras más duras de los corazones.
Allí es fácil trasportarse al
momento cumbre de la vida de Jesús. El lugar de mayor oprobio y humillación a
su vez el de la más grande revelación del amor. En el lugar de mayor soledad y
abandono el de mayor cercanía. El Hijo de Dios desciende y se abaja asumiendo
hasta el fondo nuestra humanidad para abrirnos a todos el camino hacia Dios. Es
el momento final de la muerte de Jesús donde se termina desvelando
profundamente su persona en la confesión del centurión pagano: verdaderamente
este era el Hijo de Dios. Asumiendo libremente y con infinito amor su horrible
destino escandaloso de su muerte va a suceder la consumación de su obra salvadora.
Jesús es levantado en la cruz con el título de rey no envuelto en poder, honor
y gloria sino despojado de todo en la condición sufriente de siervo
ofreciéndose en sumisión amorosa al Padre para obtener nuestro perdón.
Por mucho que uno quiera no podemos
entrar en el sentido y alcanza de este misterio. Nos mueve tan solo el respeto
profundo que impone el misterio de la muerte del Señor. Misterio de iniquidad y
de gracia, misterio de pecado y redención desde donde se ilumina todo el
misterio del hombre.
Allí postrado en silencio el
Señor sufría el eco de todo el desprecio, las injurias, las acusaciones, las
condenas de entonces y sigue sufriendo las injusticias de las que es víctima en
nuestro mundo asumidas en el Crucificado de hoy. Como reza el texto de Isaías: “son
nuestras dolencias las que él soportaba y su castigo nos trae la paz” (Is 53). “A
Él tornan nuestras miradas ante Él se postrarán todos los hombres de la tierra
al contemplar a que fue traspasado por nuestros males”.
Aquí se nos invita a entrar en la
oración de Jesús aquella última hora cuando con las palabras del salmo acudía
al Padre en medio de la máxima turbación: Dios
mío no me abandones, date prisa en socorrerme. (Sal 22) Hoy Señor Tu eres
nuestra alabanza en esta Noche Santa. Descendiste a buscarnos hasta el hondo de
los abismos, de forma que todos los desvalidos encuentren auxilio. Todos los
que se acerquen a Ti coman hasta saciarse. Encontrarán al Señor todos los que
imploren y se abran a Él. Lo recordarán y volverán al señor hasta de los
confines del orbe y en su presencia se postrarán las familias de todos los
pueblos.
22. El pequeño altar adosado de la Dolorosa
Junto al altar de la capilla de la Crucifixión, Gólgota, se encuentra un pequeño altar que contiene una imagen de la Virgen Dolorosa que fue regalo de los reyes de España. Este pequeño altar posibilitaba a los padres franciscanos poder celebrar la eucaristía en el lugar del martyrium.
Según Fr. Francesco
Surian (1485) los Franciscanos habían cambiado el altar fijo dentro de la Aedicula
del Santo Sepulcro por uno movible y de madera, para que siempre fuera
posible celebrar la Eucaristía. También afirma que nadie podía celebrar sin
previo permiso de los Franciscanos quienes además tenían la llave de la Aedicula.
Un testimonio similar lo da Félix Faber en 1483, quien declara que "las
llaves del dulce Sepulcro están en las manos del Fraile Menor y ellos lo abren
y lo cierran para quien lo desea y allí dentro celebran Misas cuando lo
desean". En 1475 los Armenios cedieron sus derechos sobre el Calvario a
los Franciscanos, que hicieron un altar, creando la Capilla de la
Crucifixión.
23. La capilla
de Adán
A través de esta capilla del piso bajo se puede acceder al interior de la cavidad de la roca donde fue erigida la cruz. El temblor narrado por el evangelista para mostrar la gran intervención de Dios quedó plasmado en la roca de la montaña Santa donde se puede observar la roca del Calvario partida en dos. En esa oscura y pequeña capilla denominada de Adán se deja ver la roca donde según la legendaria leyenda se enterraba el cráneo de Adán. Una de las versiones por la que el monte se denominaba, el Calvario o la Calavera.
En la capilla de Adán debajo del Calvario se pude permanecer también en oración[49]. A través de esta capilla del piso bajo se puede acceder al interior de la cavidad de la roca donde fue erigida la cruz. El temblor narrado por el evangelista para mostrar la gran intervención de Dios quedó plasmado en la roca de la montaña Santa donde se puede observar la roca del Calvario partida en dos. La roca esta rajada por medio desde arriba tan hacia abajo que no se puede ver el final de la hendidura. Esta hendidura según análisis de geólogos, no debería ser efecto de un terremoto ordinario o natural sino debido a algo sobrenatural.
La capilla invita al recogimiento
y silencio. Es un espacio oscuro justo debajo de la capilla del Calvario donde
se observa la roca de la Calavera agrietada por el terremoto ocurrido en la
crucifixión del Señor. En esa oscura y pequeña capilla denominada de Adán se
deja ver la roca donde según la legendaria leyenda se enterraba el cráneo de
Adán. Una de las versiones por la que el monte se denominaba, el Calvario o la
Calavera.
Allí se hacía aún más oscura la
noche y más denso el silencio. Recordamos la parte del credo de nuestra fe: y
descendió a los infiernos y nos quedamos meditando este misterio de fe. Cristo
va en busca de Adán y de todos los nacidos de Adán. Quiso que su salvación
llegara a todos, abrir las puertas del cielo a todos los que le habían
precedido.
Recordamos la antigua liturgia
que se reza en la celebración del Sábado Santo y los hermosos íconos de la
liturgia ortodoxa donde de una manera gráfica se plasma a Cristo en los
infiernos dando la mano a Adán y Eva[50].
Cristo resucita no escapando de la tumba sino penetrando en los abismos y
tornando junto con Él la vida de los que yacían en las sombras de la muerte.
En un precioso icono de la Anábasis
(descenso a los infiernos) se muestra a Cristo sumergido en medio de la
oscuridad del abismo arranca con fuerza extraordinaria de los sepulcros y los
levanta rompiendo las cadenas de la muerte. Cristo desciende a los infiernos
para destruirlos. Con increíble fuerza rompe las cadenas y las ataduras del
pecado agarrando las manos de Adán el primer hombre y Eva, la mujer madre de
los vivientes. Cristo vencedor de la muerte los saca fuera de sus tumbas y les
abre las puertas del Paraíso.
Allí en esta singular capilla en
la penumbra de la noche sin casi pretenderlo se introducía uno fácilmente en
toda la liturgia del Sábado Santo y recordaba la antigua homilía sobre el
grande y Santo Sábado[51]
Un gran silencio envuelve a la
tierra, un gran silencio y una gran soledad. Un gran silencio porque el Rey
duerme. La tierra está temerosa y sobrecogida. El desciende a los infiernos y
viene a despertar a los que dormían desde antiguo en las sobras de la muerte.
24. La piedra de
deposición
El hall de entrada aparece decorado con dos bellos y grandiosos iconos que representan el descendimiento y la sepultura de Jesús. Delante de ellos en el suelo se encuentra la piedra de la unción. El lugar estuvo sujeto a muchas transformaciones. La actual piedra de mármol fue reconstruida por los griegos en 1810.
La piedra de la unción o de la deposición es una piedra rectangular rojiza que cubre el sitio donde según la tradición depositaron el Cuerpo de Jesús, desclavado de la cruz para ser ungido con óleos y embalsamado antes de ser colocado en la tumba de José de Arimatea.
La Gran liturgia a manera de gran Vigilia da comienzo con un primer oficio a las 12.00, una hermosa liturgia en el lugar del calvario oficiada por los greco-ortodoxos donde se conmemoraba la muerte de Jesús en aquel Monte Santo. Los ministros van bajando hasta el hall de la entrada donde se encuentra la Piedra de la unción para de allí dirigirse al atrio del Katholicón[52].
25. la capilla del Katholicón.
El coro griego
Muy probablemente el lugar correspondería al jardín que separaba el lugar de la crucifixión (Martyrium) y el lugar del sepulcro (Anátasis). El huerto de José de Arimatea se extendía por delante del muro de la rotonda constantiniana. Se trata del espacio que vino a ocupar el triple pórtico de la Basílica, el que precedió al actual coro de los griegos. La ubicación del ábside ha permitido conocer, casi con absoluta precisión, las dimensiones de la basílica bizantina de Constantino, el nivel de la misma y su orientación. Esta primitiva basílica miraba no a Oriente sino a Occidente. Su estrella polar era la tumba de Jesús porque de allí surgió la luz pascual de la resurrección. En la primitiva Basílica de Constantino estaba muy bien diferenciada. Tras las sucesivas modificaciones ha quedado algo más entre cubierto.
La liturgia pues continua con
hermosos himnos, cantos y rezos todos cantados en un clima de adoración subía
nuestra plegaria al Padre con la ofrenda del incienso. Le sigue otro oficio a
la 1.00am de los coptos en el Katholicón
donde se conmemora el descenso y la sepultura de Jesús de la Cruz[53].
Después le sigue otro oficio a las 2.00am de los monjes armenios junto a la
piedra de la unción y la losa circular que recuerda el lugar desde donde las
santas mujeres contemplaban a Cristo Crucificado.
26. La capilla
de las Apariciones
Junto a la aedícula del Santo Sepulcro se encuentra la Capilla de las apariciones próxima a la Capilla que rigen los franciscanos dedicada al encuentro de Jesús resucitado con su Madre. En esta capilla de las apariciones se recuerda la aparición de Jesús a María Magdalena.
Sigue otro oficio a las 3.00am
con una hermosa liturgia en el Santo Sepulcro oficiada por armenios ortodoxos
dentro y delante del sepulcro junto a la entrada al Katholicón. Con hermosos cantos e himnos se llamaban y se
respondían los celebrantes uno dentro y el otro con nosotros fuera
reproduciendo los diálogos entre Cristo y las mujeres que fueron al Sepulcro,
representando a la Iglesia. Hay un sitio donde se venera el lugar propio donde
estuvieron situadas las mujeres al pie del Calvario. Poco después, casi
simultáneamente, se celebraba otro oficio a las 4.00 am en una capillita detrás
del Sepulcro celebrado por los coptos.
Finalmente a las 5.00 am se da
inicio otro oficio en la capilla de las apariciones, donde se recuerda la
aparición a Santa María Magdalena cuya capilla se venera a la parte izquierda
de la aedícula y se terminaba con una oración de con los cristianos latinos en
la Capilla del Santísimo sacramento recordando la aparición de Cristo a su
Madre[54].
Allí con cantos gregorianos se entona el himno “De Angelis” donde como uniéndose en oración a todo el pueblo
católico se quiere unir a todas las lenguas del mundo y a todas las naciones de
la tierra.
27. La Capilla
del encuentro de la Santa Cruz. Capilla de la Invención de la Cruz. La Vera Cruz
El propósito inicial de Santa Elena cuando se dirigió a Jerusalén fue encontrar el lugar donde había sido crucificado y sepultado el Señor. A partir de ahí surgió en ella el deseo de encontrar también la cruz. Allí donde se descubre la cruz se encuentra la llamada capilla del encuentro de la Santa Cruz. La tradición dice que la Santa Cruz fue encontrada dentro de un aljibe. Según cuenta la tradición se encontraron distintas cisternas en las que se hallaron restos de las cruces de los crucificados. Tras una larga deliberación, seguida de hechos milagrosos, se descubre cual era la auténtica cruz, la “vera cruz”, la cruz verdadera.
La capilla denominada de la Invención de la Cruz está formada por el aprovechamiento de una cavidad profunda dejada por la antigua cantera de la zona. Los estudios arqueológicos constatan que allí hubo una cisterna correspondiente a un periodo de los primeros siglos posterior a la explotación de la cantera.
Se dice que la emperatriz Elena encontró la cruz en Jerusalén. Según la leyenda se le apareció un ángel en sueños que le indicó el sitio donde estaba enterrada. La emperatriz mandó excavar el lugar y la cruz apareció.[55]
Según la Leyenda dorada de Santiago de la Vorágine, cuando la emperatriz (que entonces tenía ochenta años) llegó a Jerusalén, hizo someter a interrogatorio a los judíos más sabios del país para que confesaran cuanto supieran del lugar en el que Cristo había sido crucificado. Después de conseguir esta información, la llevaron hasta el Monte de la calavera (el Gólgota), donde el emperador Adriano, 200 años antes, había mandado erigir un templo dedicado a la diosa Venus.
Se cree que en realidad el Gólgota era una antigua cantera abandonada con un macizo rocoso, poco útil para la construcción, que quedó sin utilizar y constituyó posteriormente el patíbulo donde colocaban las cruces los romanos. Esta cantera estaba fuera de la muralla, pero cercana a ella.
El hallazgo de la reliquia de la cruz se conmemoraba antiguamente en el mes de mayo con el nombre de fiesta de la Invención de la Santa Cruz, el 3 de mayo, nombre que se conserva aún en algunos lugares[56] . También la Iglesia celebra la fiesta de la exaltación de la Santa Cruz el 14 de septiembre.
27.1 La historia del
hallazgo
Hacia el año 326 la emperatriz Elena de Constantinopla (madre del emperador Constantino I el Grande) hizo demoler el templo de Venus que se encontraba en el monte Calvario, en Jerusalén, y excavar allí hasta que le llegaron noticias de que se había hallado la Vera Cruz. El viaje se había realizado con objeto de encontrar el Santo Sepulcro, que se hallaba perdido. Se inició la búsqueda debido al culto de la cruz, desde la muerte de Jesucristo.
Santa Elena ordenó derribar el templo pagano y excavar en
aquel lugar, en donde según la leyenda encontró tres cruces: la de Jesús y la
de los dos ladrones. Como era imposible saber cuál de las tres cruces era la de
Jesús, la leyenda cuenta que Elena hizo traer un hombre enfermo, el cual al
entrar en contacto con la cruz de Gestas empeoró
en su salud, y al ser tocado con la cruz de Dimas quedó
como había estado al principio, pero cuando fue tocado por la de Jesús, la Verdadera Cruz,
se restableció por completo.
La emperatriz y su hijo Constantino hicieron construir en el lugar del hallazgo el fastuoso templo de la llamada Basílica del Santo Sepulcro, en la que guardaron la reliquia. Mucho después, en el año 614, el rey persa Cosroes II tomó Jerusalén y, tras la victoria, se llevó la Vera Cruz y la puso bajo los pies de su trono, como símbolo de su desprecio a la religión de los cristianos.
Tras quince años de luchas, el emperador bizantino Heraclio lo
venció definitivamente en el año 628. Poco
después, en una ceremonia celebrada el 14
de septiembre de ese año, la Vera Cruz regresó a Jerusalén. Fue
llevada personalmente por el emperador, en una procesión conducida a través de
la ciudad. Dice la leyenda que cuando el emperador, vestido con gran
magnificencia y pompa, quiso cargar con la reliquia, fue incapaz de hacerlo, no
siéndole posible hasta que no se despojara de todas las galas como muestra de
la pobreza y la humildad de Cristo.[57]
Desde entonces, ese día quedó señalado en los calendarios litúrgicos como el de
la Exaltación de la Santa Cruz.
27. 2 La Reliquia de la Vera Cruz
La Vera Cruz (“Verdadera” Cruz) o Santa Cruz es aquella en la que, según la tradición cristiana, fue crucificado Jesús de Nazaret. En el catolicismo y en la Iglesia Ortodoxa se la considera una reliquia de primer orden. La reliquia se quiso guardar en el Santo Sepulcro. Luego un fragmento se llevó a Roma y otro a Constantinopla.[58]
En Europa desde la Edad Media, hubo muchas reliquias de la Vera Cruz al punto que Calvino llegó a decir (en su Traité Des Reliques, una obra de polémica) que con toda esa madera podría construirse un barco de gran tamaño.[59] No obstante, en 1870 Charles Rohault de Fleury estudió el tema en su "Mémoire sur les instruments de la Passion" y llegó a la conclusión de que la suma de todas las reliquias de la Cruz existentes alcanzan a un tercio de una cruz de tres metros de altura.[60]
Una de las reliquias (considerada auténtica) se encuentra en la Basílica de la Santa Cruz de Jerusalén en Roma, a pocos metros de la Basílica de San Juan de Letrán. Otros fragmentos también se encuentran en el monasterio de Santo Toribio de Liébana en Cantabria,[61] y en Caravaca de la Cruz, España. Según un análisis realizado en 1958, el trozo de leño conservado en el monasterio de Santo Toribio de Liébana corresponde a la especie Cupressus sempervirens, y no se excluyó la posibilidad de que dicha madera pueda alcanzar una edad superior al periodo de tiempo correspondiente a la era común. El mismo estudio especificó que Palestina se sitúa dentro del área geográfica de Cupressus sempervirens.[62]
Tras la finalización de las obras de acondicionamiento de
la capilla de la Vera Cruz en la Colegiata de Santa
María la Mayor de Caspe (Zaragoza),
vuelve a ser expuesta al público la Vera Cruz de Caspe.
Esta reliquia es uno de los fragmentos de mayor tamaño en el mundo, solo por
detrás de los de París y Santo Toribio de Liébana.
Su fiesta principal el 3 de mayo, aunque justamente fue
fundado un 14 de septiembre, fecha de la Exaltación de la Santa Cruz. La
Iglesia católica, la ortodoxa y (parcialmente) la anglicana veneran la Vera
Cruz el Viernes Santo, en memoria de la Pasión del Señor. En ese día se
hace genuflexión ante ella como con
el santísimo Sacramento y
se la suele besar en
señal de reverencia.
En las celebraciones y procesiones hechas con alguna reliquia de la Santa Cruz, esta se lleva bajo palio, como el santísimo Sacramento. También se usan las reliquias en los ritos de recepción del obispo diocesano, o aplicado a otras personalidades de la iglesia o autoridades, cuando al llegar a un templo se le ofrece, si existe allí, el relicario en forma de cruz (si no hay, una cruz cualquiera) y, según las normas, se bendice a los fieles allí congregados. Luego se entra en el templo en procesión.
28. La Orden del
Santo sepulcro
La Orden Ecuestre del Santo Sepulcro de Jerusalén (en italiano, Ordine equestre del Santo Sepolcro di Gerusalemme) es una orden de caballería que tiene sus orígenes en Godofredo de Bouillón, principal líder de la Primera Cruzada.
Según las opiniones más autorizadas, tanto vaticanas como hierosolimitanas, comenzó como una confraternidad mixta clerical y laica de peregrinos, que creció gradualmente alrededor de los Santos Lugares de la cristiandad en Oriente Medio: el Santo Sepulcro, la tumba de Jesucristo. Su divisa es Deus lo vult (Dios lo quiere).
Creada en 1098 por Godofredo de Bouillón, duque de la Baja Lorena y Protector del Santo Sepulcro, tras la victoriosa primera cruzada, es reconocida como la Orden de Caballería más antigua del mundo. Su objetivo primordial fue proteger el Santo Sepulcro de los infieles con la ayuda de 50 esforzados caballeros. Balduino I de Jerusalén (hermano de Godofredo) la dotó oficialmente de su primer reglamento, que sería imitado por las órdenes del Temple y el Hospital. Entre sus hechos más gloriosos, la Orden luchó valerosamente junto al rey Balduino I de Jerusalén en 1123, participó en los asedios de Tiro en 1124, de Damasco (durante la Segunda Cruzada, en 1148) y de San Juan de Acre en 1180.
Tras la toma en 1187 de la ciudad santa de Jerusalén por los musulmanes de Saladino, la Orden se trasladó a Europa y se extendió por países como Polonia, Francia, Alemania y Flandes. A partir de entonces, se dedicó al rescate de cautivos cristianos de manos musulmanas. En España, también obtuvo protagonismo al intervenir en numerosas batallas de la Reconquista contra los musulmanes.
Los componentes de la Orden siempre han sido distinguidos
miembros de la nobleza europea, aunque actualmente se han dispensado las
pruebas nobiliarias para el ingreso. En 1489, el papa Inocencio
VIII incorporó la Orden a la de los hospitalarios, aunque en
algunos lugares (como España) conservó su autononomía, con un régimen especial
dentro de la Iglesia católica. En 1868 el papa Pío
IX le confirió unos nuevos estatutos, mediante la bula
"Cum multa". Actualmente subsiste dedicada al sostenimiento del Patriarcado Latino de
Jerusalén y sus fieles, y conservando (como la Orden
de Malta o la Orden Teutónica) una consideración honorífica
y particular dentro de la Iglesia católica.
28 .1 La historia de la
Orden pasa por varias fases:
A fin de honrarlo, mandó que se levantara un templo suntuoso, en honor de la Gloriosa Resurrección de Jesucristo, construido alrededor de la montaña del Gólgota y del sepulcro de Cristo. Seguidamente estableció allí un cabildo de Canónigos, llamados así por el “canon” o regla con la que Santa Elena había organizado la subsistencia y deberes de aquellos religiosos. Para la custodia y conservación del Santo Sepulcro, estos religiosos se ayudaban de varios hermanos seglares, a los que dio por insignia una cruz formada por las cinco cruces rojas en recuerdo de las cinco llagas de Nuestro Señor.
La separación de las Iglesias los convertiría en cismáticos y la ocupación por los musulmanes de los Santos Lugares en el año 638 los reduciría a una penosa subsistencia. Pero lograron sobrevivir hasta la conquista de Jerusalén por los Cruzados en el año 1099, tras la que Godofredo de Bouillón los expulsó por cismáticos y los substituyó por Canónicos Latinos, fieles a Roma. Pero no se conformó solo con este un simple cambio de canónicos.
Siguiendo el espíritu guerrero de la época, les añadió un grupo de caballeros que pasaron a constituir así una Orden de Caballería, religiosa y militar, porque el templo del Santo Sepulcro no se protegía solo con plegarias. Que los clérigos empuñaran las armas, convirtiéndose en unos sacristanes armados, chocaba con los cánones religiosos. Aunque la guerra contra los infieles que habían ocupado Tierra Santa fuera justa y lícita, se prohibía absolutamente a los clérigos, bajo pena de excomunión, matar a otro hombre con las armas, siquiera fuera un musulmán y en legítima defensa.
Fase heroica
Transcurre en Tierra Santa entre los años 1099 y 1247. Los Caballeros Sepulcristas se encargaron de proteger el Santo Sepulcro y ayudar militarmente a los reyes de Jerusalén, de quienes dependían directamente, pues en ellos recaía el Maestrazgo de la Orden, si bien lo tenían delegado en el Gran Prior Sepulcrista.
Parece ser que la intención de crear una Orden de Caballería la adoptó Godofredo de Bouillon tras la batalla de Antioquía en 1098. Cuando se le propuso que —siguiendo la tradición— armara caballeros sobre el campo de batalla a varios escuderos que se habían distinguido por su arrojo en la misma, prometió a Gontier de l’Aire que esperara, pues le investiría Caballero cuando hubieran conquistado el Sepulcro del Señor.
Según el Conde Alphonse Couret, la Orden del Santo Sepulcro nace espontáneamente tras la conquista de Jerusalén por los cruzados en el año 1099, con la masacre cometida por los cristianos fanáticos, los cruzados, contra hombres, mujeres y niños musulmanes y judíos que vivían en Jerusalén impulsada por la devoción de los cruzados al Santo Sepulcro.
Sería el propio Godofredo de Bouillon quien, tras ser aceptado por todos como Protector de Jerusalén, se encargó de organizar la asistencia religiosa del Santo Sepulcro, encomendándolo a veinte canónigos del clero regular que deberían entonar perpetuamente los oficios divinos y celebrar los Santos Misterios.
Mas no bastaba con substituir unos canónigos por otros. Estos pacíficos monjes, cuya vida transcurría entre oraciones y ayunos, eran incapaces de defender el Santo Sepulcro de profanaciones y de proteger a los desvalidos que lo visitaban en peregrinación. Las murallas de Jerusalén no eran amparo suficiente, máxime cuando los Reyes de Jerusalén casi siempre estaban en campaña, apartados de la capital y sin dejar casi nunca guarnición, por lo que la ciudad quedaba al cuidado de sus habitantes. Era preciso suplir la insuficiencia de los ejércitos cristianos, y establecer una milicia permanente formada por caballeros escogidos que protegiera Jerusalén, en especial el Santo Sepulcro.
Según el cronista francés André Tavin, la Orden de Caballería del Santo Sepulcro es la primera y más antigua de todas las órdenes de caballería creadas en Tierra Santa. Sus fratres, canónigos y caballeros, se distinguieron ya como guardia noble que velaba y protegía el Santo Sepulcro. Atrajo a numerosos príncipes y señores, que peregrinaron a Jerusalén. Obtuvo el reconocimiento de Reyes y Pontífices, cuando aún no existían los Templarios, salidos de sus filas, y los Hospitalarios y Lazaristas solo eran hermanos enfermeros que no salían de sus hospitales y lazaretos. Por ello, la Orden del Santo Sepulcro recibió la primacía sobre las demás Órdenes en todos los actos religiosos y oficiales, de la que goza todavía hoy en día.
Durante unos años se interrumpieron todos los
cruzamientos, pero en 1238 un grupo de franciscanos fue
admitido en Jerusalén por el Califa y pudieron reiniciarse las peregrinaciones,
aunque por pequeños grupos de cristianos desarmados que habían de pagar un
peaje para poder entrar. La tregua con los sarracenos permitió reanudar los
cruzamientos ante el Santo Sepulcro, aunque ya sin la solemnidad de antaño,
sino en silencio y en la intimidad, para evitar llamar innecesariamente la
atención en una ciudad controlada por los infieles. Acabada la tregua, deberán
abandonar la Jerusalén ocupada y regresar a sus lugares de origen en Europa,
surgiendo así los llamados Caballeros Peregrinos. Tenemos testimonios de peregrinos cristianos
llegados a Jerusalén, bajo la tolerancia de los gobernantes islámicos, que allí
se cruzaban caballeros del Santo Sepulcro, surgiendo así los llamados Caballeros de la Orden del Santo Sepulcro.
Desde 1238 a 1496 tenemos
numerosos ejemplos de caballeros Sepulcristas armados ante el Santo Sepulcro,
pertenecientes a las más ilustres familias europeas. En 1279 tenemos a Jean de
Heusden, noble flamenco; en 1309 a Gossin Cabilau, noble flamenco; en 1244
Godefroid de Dive, noble francés; en 1295 el Conde Jean X d’Arkel, tataranieto
de Jean V d’Arkel, armado caballero en 1176; en 1325 Roberto de Namur. Sigue
una larga lista de caballeros, condes y príncipes, procedentes de todas las
partes del mundo cristiano, que son armados caballeros Sepulcristas ante el
sepulcro de Cristo. Reciben así la más preciada recompensa a su atrevido viaje
y a los muchos peligros y privaciones sufridas en el mismo, al recibir la más
alta muestra de honor que un caballero cristiano podía esperar.
Fase peregrina
Esta tercera fase transcurre ya en Europa, entre 1247 y 1847. Se caracteriza por la fragmentación inicial de la Orden en seis grandes Prioratos:
Capua (Italia), Calatayud y Toro (España), Orleáns (Francia), Miechow (Polonia) y Warwick (Inglaterra). Como consecuencia de la Bula de 1489 de Inocencio VIII y del cisma inglés de Enrique VIII, se redujeron a tres: Calatayud (España), Orleáns (Francia) y Miechow (Polonia).
En 1484, el papa Inocencio VIII, ilusionado con la idea de preparar una gran cruzada contra el islam, dirigida por D’Abbuson, Gran Maestre de la Orden de San Juan, decidió contribuir a la misma incorporando a los Sepulcristas y Lazaristas con todos sus bienes a la Orden de San Juan de Rodas, a fin de resarcir a ésta de los fuertes quebrantos que había sufrido durante el asedio otomano. Lo realizó mediante su Bula “Cum solerti meditatione”, del 28 de marzo de 1489, que provocaría la protesta y la desobediencia de los reyes de España, Francia y Polonia. Solo se obedeció en los Estados Pontificios.
A instancias del rey Fernando II “El Católico”, mediante su Bula de 29 de octubre de 1513 el papa León X separó a los Sepulcristas hispanos de la unión con Rodas que Inocencio VIII había hecho de esta orden. En Francia, un decreto del parlamento de París de 16 de febrero de 1547 declaró la citada Bula abusiva y contraria a las leyes del reino.
Esta situación duraría pocos años. En 1496 el papa Alejandro V, a instancias del emperador Maximiliano I y de los reyes de España y Francia, considerando que los Caballeros de Malta hacían un solemne voto de castidad que no hacían los caballeros del Santo Sepulcro, anuló dicha Bula y anexionó los Caballeros Sepulcristas a la Santa Sede, ratificando así su doble carácter de Orden ecuestre y pontificia.
El pontífice se declaró él mismo y sus sucesores Gran Maestre de la Orden, y facultó al Guardián del Santo Sepulcro, como Vicario Apostólico en Tierra Santa que era, para conferir la Orden a los peregrinos de Tierra Santa que diesen una ofrenda al efecto y jurasen que eran de noble linaje. Se lograba así la supervivencia de la Orden, aunque no se consiguió que los hospitalarios le devolvieran sus antiguos bienes en los territorios en que los habían usurpado, como Castilla, Portugal e Italia.
En esta fase, la Orden conserva un estricto espíritu
nobiliario. La Santa Sede y los reyes de las dos monarquías europeas más
importantes (España y Francia) se disputan su control y quieren ejercer su
maestrazgo. En 1746,
la Santa Sede resuelve la polémica, atribuyéndose en exclusiva el control de la
Orden de Caballeros del Santísimo Sepulcro de Jerusalén por Breve de Benedicto
XIV.
Fase protectora
Actualmente, nos encontramos en la cuarta fase, que se inició en 1847 y llega hasta nuestros días. En dicha fecha se firmó el Concordato entre la Santa Sede y el sultán otomano que dominaba Tierra Santa, que permite la Restauración del Patriarcado Latino de Jerusalén, e inmediatamente se vuelve a tratar de la Orden de Caballeros del Santo Sepulcro, reconociendo sus privilegios y todo lo anteriormente regulado por la Iglesia sobre ella.
La Santa Sede restauró la Orden de Caballería del Santo Sepulcro, a la que reconoce “una gran antigüedad”. El Papa afirma que “le consta por documentos fidedignos” que, desde el siglo XV, el Padre Guardián del Santo Sepulcro, residente en Jerusalén, ya admitía por concesión apostólica como Caballeros a varones beneméritos en esta Orden de Caballería del Santo Sepulcro y le ratifica para que pueda seguir ejerciendo dicho privilegio.
Destacamos los citados Breves Pontificios, porque en ellos el papa Pío IX se refiere siempre a la antigua Orden de Caballeros, a los que años tarde se incorporarían también las damas, al autorizar su ingreso en la Orden, como también había sucedido en los primeros tiempos de la Orden.
Conclusión
El Santo
Sepulcro es un “lugar santo por excelencia” lleno a su vez de diversos espacios
sagrados envueltos en una significación mística cargados de historia. La
iglesia recupera el lugar del Gólgota pequeña colina próxima a las murallas de
Jerusalén donde tuvo lugar la crucifixión del Señor. Los romanos tratando de
borrar el lugar construyeron un templo de Afrodita. Constantino recuperó el
lugar construyendo una basílica e el S. III. La iglesia inaugurada en 335
guarda en la Capilla del Calvario el lugar donde se encontraba la “Vera Cruz”.
El Santo Sepulcro representa hoy
para los cristianos el centro de la peregrinación a Jerusalén[63].
Aquí conmemoramos la muerte y Resurrección de Cristo. Las antiguas piedras y la
oración ininterrumpida a lo largo de los siglos actualizan los acontecimientos
a través de los cuales nos vino la Salvación.
Tierra Santa fue desde siempre el
gran deseo de mi corazón. En el 2002 viniendo de la India pasé por Jordania y
contemplé desde Gerasa la Tierra de Promisión. Este deseo por fin se cumplió en
2009 donde acudía Tierra Santa como peregrino. Me hospedé en el convento de
unas monjas en Gallicanto y estuve una semana visitando los lugares de
Jerusalén y alrededores. Desde allí tuve ocasión de visitar la Basílica del
Santo Sepulcro varias veces. Solicité un permiso para permanecer en oración
toda una noche y acabar celebrando la eucaristía precisamente en el lugar donde
reposó el Señor. [64] Fue una
hermosa experiencia que nunca olvidaré.
Nos sentimos tan atraídos al
seguir los pasos del santo Vía Crucis que sentimos el deseo de culminar el
santo itinerario pasando una noche en el Santo Sepulcro y celebrando la
eucaristía al amanecer. Pedimos permiso y se nos concedió.[65]
La noche de oración fue una
hermosa e inolvidable experiencia participando en la liturgia en la que se van
simultaneando los ritos de las siete comunidades: abisinios, coptos, griegos
ortodoxos, latinos, armenios, incluso los mismos musulmanes que abren y cierran
el Templo. La familia musulmana de los Nusseibeh custodian el Santo Sepulcro
desde hace casi 50 años.
Comenzamos con un pequeño grupo
de mujeres polacas que también se habían quedado. A las 8.00 una vez cerrada la
Basílica por los Nusseibeh musulmanes comenzamos lo que iba a ser una noche
inolvidable[66]. Después
de celebrar la misa pasé junto a la capilla y la imagen de María Magdalena
junto al Sepulcro reviviendo el encuentro con el Señor. A esta Santa guardo
mucha devoción pues fue el día de Santa María Magdalena el día de mi
ordenación. Recordé aquel día y di gracias a Dios por el gran sacrificio de su
Hijo que nos dio la salvación.
Quiero terminar con
la oración escrita por el Papa Pablo VI [67]:
"Este es el lugar, donde Tú, oh Señor, fuiste acusado;
Aquí, Tú, el justo, fuiste juzgado;
Aquí, Tú, el hijo del Hombre, fuiste atormentado, crucificado y
enviado a la muerte.
Aquí, Tú, Hijo de Dios, fuiste blasfemado, se rieron de ti y te
repudiaron;
Aquí, Tú, la luz, fuiste desechado;
Aquí, Tú, el Rey, fuiste exaltado en una cruz;
Aquí, Tú, la Vida, te encontraste frente a la muerte y
Aquí, Tú muerto, te levantaste hacia la vida…
Te adoramos, oh Señor Jesús. Vinimos aquí para golpearnos el
pecho, para pedir tu perdón, para implorar tu merced…
porque tú eres nuestra redención y nuestra esperanza"
"Aleluya, Jesús no está aquí, ha resucitado".
ANEXO:
Los secretos de la tumba de Jesús
En el credo cristiano e confiesa que Jesús fue
crucificado muerto y resucitado en tiempos de Poncio Pilato. La tumba de Jesús es
el dato histórico y la prueba más cierta de estos hechos.
La tumba de Jesús una vez descubierta por Santa Elena
en tiempos de Constantino, después de haber estado ocultada durante tres siglos
por el poder romano se convirtió en el epicentro de la fe cristiana. La tumba ha sido visitada por miles y miles
de peregrinos a lo largo de 17 siglos. A su vez la autenticidad del lugar ha
sido cuestionada por muchos. Últimamente un hecho ha inclinado definitivamente
y ha dado pruebas evidentes de su autenticidad
Miembros de las diferente iglesias el 22 de marzo de
2016 decidieron en Jerusalén después de una labor de meses y de años de gestión
la restauración y reparación de la tumba. Desde el siglo XIX, una espantosa
estructura de hierro había sostenido esta capilla, la cual es conocida como el
Edículo, y estuvo en peligro debido a filtraciones de colapsarse. La capilla,
construida por el emperador romano Constantino I en el siglo IV, cubre la cueva
donde los creyentes creen que Jesús fue enterrado antes de su resurrección.
La construcción, que forma parte de la iglesia del Santo Sepulcro, es uno
de los lugares más sagrados para los fieles. Con los siglos se fue deteriorando
debido a problemas hidráulicos, incendios, velas, humo, humedad, excremento de
pájaros, visitantes y disputas entre denominaciones en conflicto, las cuales
hasta ahora no habían logrado llegar a un acuerdo para arreglar la capilla.
“Por primera vez en más de dos siglos,
este sagrado Edículo ya está restaurado,” dijo Teófilo III de Jerusalén,
patriarca de la iglesia Ortodoxa helénica, cuando reabrieron la capilla al
público. “Esto no solo es un regalo para nuestra tierra santa, sino para todo
el mundo.”
Las
iglesias Ortodoxa helénica, Apostólica armenia y Católica romana comparten la
custodia del sitio. El Edículo que protege la tumba se quemó mas de cinco
veces. La última restauración de la tumba fue en 1810 después de un incendio,
pero el año pasado los custodios religiosos se vieron obligados a hacer
reparaciones después de que las autoridades israelíes consideraran que el
edificio no era seguro. Según los estudios de expertos las paredes del Edículo
se estaban agrietando y amenazaba la ruina inminente
La
restauración costó más de tres millones de dólares, en su mayoría financiados
por una donación del World Monuments Fund, un grupo estadounidense sin fines de
lucro. Otros fondos provinieron de las tres denominaciones cristianas que se
mencionaron anteriormente y del rey Abdullah II de Jordania.
Antonia
Moropoulou, profesora de la Universidad Nacional Técnica de Atenas, dirigió el
proyecto, que comenzó en mayo y se comprometió a que estaría finalizada en 9
meses en marzo del siguiente año antes de la celebración de la Pascua. Los
restauradores removieron las piedras exteriores de los tres costados del Edículo
y crearon una lechada especial para “unir la mampostería a la roca que es el
corazón de la estructura”, de acuerdo con el World Monuments Fund.
En octubre, el equipo de restauración
removió y reveló una losa de piedra que cubría la banca de mármol sobre la que,
según la tradición, enterraron a Jesús. El equipo también hizo una apertura en
una de las paredes de la tumba para que los visitantes pudieran ver la roca que
se encuentra del otro lado. La tumba fue remodelada y
abrió sus puertas el 27 marzo 2017 poco antes de la celebración de la Pascua
Después de una larga deliberación entre los patriarcas y jefes de las distintas iglesias, por primera vez en los 17 siglos de historia, se permitió abrir la losa para evitar que se deteriora por filtraciones y a su vez se pudieran tomar muestras para el estudio arqueológico. Accedieron a que la tumba permaneciese abierta durante 60 horas. Tan solo unos cuantos testigos privilegiados, no más de 50, acudieron a la apertura
Los resultados del
estudio arqueológico revelaron primero que los muros de la cama sepulcral
corresponden a la cámara de una cueva de enterramiento de la época de Constantino.
Se pensaba que la construcción del templo a la diosa Atenea había destruido los
muros y la cámara, pero no fue así, habían quedado enterrados.
El segundo descubrimiento, el más relevante, fue que vieron que bajo la cubrición de la losa de mármol del sepulcro había otra piedra con el símbolo de una cruz grabada en su capa exterior. Después de un exhaustivo estudio para datar la época de tal piedra se concluyó que no era del tiempo de los cruzados sino de la época de Constantino lo que no dejaba dudas de que se trataba verdaderamente de la tumba donde fue enterrado Jesús. La muestra caliza de la piedra analizada era de 330 dC. Tal piedra se convertía así en la reliquia cristiana más importante jamás encontrada y la prueba fehaciente de que la cueva de enterramiento y la cama sepulcral es auténtica, se trata del lugar donde fue enterrado Jesús y los primeros testigos lo vieron resucitado.
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BIBLIOGRAFIA:
CENTRO
ESPAÑOL DE SINDONOLOGIA, Del Gólgota al sepulcro, Valencia 1998;
SABUGAL,
S., Anástasis. Resucitó y resucitaremos. BAC, nº 536. Madrid 1991;
FLAVIO
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DIEZ, F., Guía
de Tierra Santa, Ed Verbo Divino. Estella, Navarra, 1993;
EUSEBIUS, Vida
de Constantino, III, xxv-xxviii;
Ibid., Carta
de Constantino, xxx, xxxi, en P.G., XX, 1085-92;
SOCRATES,
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P.G., LXVII, 117-20;
SOZOMEN, Church
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LXVII, 929-33;
ALEXANDER DE SALAMINA,
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475-477;
ST.
JEROME, Ep. to Paulinus, en P.L., XXII, 580, 581;
PAULINUS
OF NOLA, Ep. a Severo, en P.L., LXI, 326-328;
SULPITIUS SEVERUS, Sac. Hist. en P.L., XX, 147, 148;
CLARKE, Viajes
en Palestina (Londres, 1811); WILSON, Las Tierras de la Biblia (Londres,
1847); SCHAFF, Through Bible Lands (Nueva York, 1879);
DE VOGUE, Les
eglises de la Terre Sainte (París, 1860);
CLERMONT-GANNEAU,
L'Authenticite du S. Sep. (París,
1877);
MOMMERT, Die
heil. Grabeskirche zu Jerusalem (1898);
DEM, Gólgota
u. das Heil-Grab (1900).
[1]Kochav, Sarah: «La búsqueda para un
protestante en el templo del Santo Sepulcro». Revista de Historia
Eclesiástica, 1 de abril de 1995
[2]
Constantino se bautizó en la hora de su muerte. Juliano, sobrino de Constantino
fue tildado de apóstata y su muerte prematura evitó una nueva persecución. Fue
finalmente con Teodosio cuando se afianzó la Iglesia elevando el cristianismo a
religión de Estado (391)
[3]
Las excavaciones arqueológicas han dejado al descubierto sus enormes cimientos.
Todavía se conservan los cimientos de la rotonda así como parte de la entrada y
de las escaleras de la Iglesia.
[4]
A las peregrinaciones se unió el valor y el comercio de las reliquias por
atribuirlas poder milagroso. Cada vez era más frecuente que los peregrinos
regresasen a su tierra con reliquias de Tierra Santa.
[5]
Dicho acontecimiento es una de las pruebas
históricas y arqueológicas que evidencian la historicidad de ambos
sitios.
[6]
Sobre todo los llevados a cabo por el
Padre Virgilio Corbo, ofm. Sus descubrimientos fueron publicados por la
Editorial Franciscana de Jerusalén en una obra de tres volúmenes titulada
"El Santo Sepulcro de Jerusalén" (Jerusalén, 1981-1982). Fue
la persona a quien se le confió el trabajo arqueológico en varias áreas de este
Monumento y que se llevó a cabo a través de múltiples etapas debido a la
complejidad del edificio.
[7]
Esto es como Eusebio de Cesarea (265-340),
nacido en Palestina, describe estos acontecimientos en su "Vida de
Constantino".
[8]
Eusebio de Cesarea, informe sobre el
Santo Sepulcro, III, XXVI.
[9]
Estos escritos se conocen como "el
ciclo de Adán y Eva" que comprende "La Cueva de los Tesoros" y
"El combate de Adán".
[10]
S. Jerónimo en una carta a Paulinus en
395.
[11]
Eusebio de Cesarea, o.c., III, XXV-XXVII.
[12]
Eusebio de Cesarea, o.c., III,XXVIII.
[13]
Eusebio de Cesarea,
Vita di Costantino III, XXIX
[14]
(III, XXIV-XL Extraido de la Biblioteca de los Clásicos Cristianos del Wheaton
College (Universidad de Wheaton).
[15]
Los guardianes de las
llaves siguen siendo una
realidad hoy en día.
[16]
En múltiples ocasiones se llevaban a cabo
remates públicos.
[17]
La pareja real de Nápoles, Angió y Sancha
de Mallorca (1309-1345) tuvieron éxito después de largas negociaciones y
grandes sumas de dinero para obtener de Melek en-Nazer una residencia oficial
para la comunidad latina de Jerusalén dentro del Santo Sepulcro.
[18]
Vaticano II, Unitatis Redintegratio,
Decreto sobre el Ecumenismo, 5.
[19]
"Jerusalem
Explored", tr. de los franceses, Londres, 1864
[20]
expuesto en
"Itinerarium Hier.", ed. 1486, p. 40
[21]
Ver Altona, 1741.
[22]
ver Calvary, Calvaries
Modernos.
[23]
El “Status Quo” establece como,
cuando y dónde todas las comunidades residentes comparten la hora y los
espacios para las oraciones. Este código regula no sólo las principales
celebraciones del calendario litúrgico sino también los sucesos diarios,
semanales, mensuales y anuales.
[24]
"Varios
de los autores que se han ocupado de Egeria han tratado de averiguar su patria.
Mientras no se descubran las partes que faltan del Itinerario, sobre todo las
primeras páginas, en las que probablemente habrá algún dato decisivo para
fijarla, tenemos que contentarnos con lo que dice Valerio en su carta a los
monjes de El Bierzo; pues cuanto dijeron los primeros escritores que se ocuparon
del problema son hipótesis sin fundamento, por haber ignorado esta carta. El
primero que trató de averiguar el lugar de origen de la autora del Itinerario fue Gian Francesco Gamurrini. Después de darle el
nombre de Silvia de Aquitania, le asignó como patria la Galia Narbonense (...).
Pero la carta de Valerio es la que nos ha revelado el verdadero autor del Itinerario y
su patria; entre otros datos preciosos está éste, esencial: Egeria,
extremo occidui maris Oceani litore exorta, Oriente facta est cognita,
«nacida en el extremo litoral del mar Océano occidental, se dio a conocer al
oriente». La palabra de Valerio, exorta, de suma importancia, ha
sido mal traducida por Hélène Petré: Partie des
bords extrêmes de l'océan à l'Occident, elle s'est fait connaître à l'orient. Enrique Flórez observa con razón
que esta frase de Valerio nos hace saber que Egeria era indígena de esta
provincia romana bañada por el Océano occidental, de la cual habla, y que el
mismo Valerio llama extremidad de esta región occidental, en la que él se
hallaba al hablar de la ida de Egeria al Oriente. Y así, Marius Férotin concluye que
Egeria había nacido en Gallaecia. (...) Las frases que
emplea Valerio al hablar de la patria de Egeria no son vagas o arbitrarias,
sino precisas y técnicas, las mismas que empleaban los historiadores y geógrafos
españoles del tiempo: Idacio, en su Chronicon y San Isidoro en su Historia
Gothorum, Vandalorum, Suevorum. (...) De todo lo dicho podemos concluir que
la patria de Egeria fue la Hispania romana, en un
lugar comprendido dentro de la «Provincia Gallaecia». Precisar más el lugar
donde nació Egeria no es posible en el estado de nuestros estudios." Arce,
A.: Itinerario de la Virgen Egeria(381-384). Editorial Biblioteca
Autores Cristianos. Segunda Edición (1996). ISBN 84-7914-219-7, páginas 23 a 27.
[25]
Itinerarium Egeriae. Itinerario de la
virgen Egeria, La BAC p. 179 ss.
[26]
Itinerarium a Burdigala Hierusalem usque.
Itinerario Burdigalense.
[27]
Carta de Valerio a los monjes del Bierzo. Eiherie AES, Echeriae CST. Itinerario
de la virgen Egeria, p. 9- 17.
[28]
Hay toda una leyenda de la evangelización de Edesa remontándose a Santo Tomás y
el tiempo de los apóstoles puesta en relación con la leyenda del rey Agbar.
[29]
A partir
de este punto despachamos a los soldados que nos habían brindado
protección en nombre de la autoridad romana mientras nos estuvimos
moviendo por parajes peligrosos. Pero ahora se trataba de la vía pública de
Egipto, que atravesaba la ciudad de Arabia, y que va desde la Tebaida hasta
Pelusio, por lo que no era necesario ya incomodar a los soldados". Esto apoyaría la
teoría del parentesco de Egeria con alguna familia importante de Roma.
[30]
Epístola
de Beatissimae Echeriae laude, San Valerio: Quae extremo occiduis maris
Oceani litore exorta oriente facta est cognita.(Ella, nacida en el extremo
litoral del mar Océano occidental, se dio a conocer al Oriente.)
[31]
Díez
Fernández, Florentino, prólogo-presentación del libro Egeria.
Itinerario (Edilesa, 2007, colección: Biblioteca Leonesa de
Escritores), José Antonio Balboa de Paz, Historia de El Bierzo(Instituto
de Estudios Bercianos, 1994)
[32]
En el
manuscrito de Carucedo se denomina “Echeriai” a la monja viajera, siendo
traducido por diversos autores como Euqueria, entroncándola así con Euquerio,
tío de Teodosio el Grande. (Heraeus, W: Silviae vel
potius Aetheriae Peregrinatio ad loca sancta, Heidelberg, 1939).
[33]
San
Jerónimo, carta a Clesifonte (Epíst. 133,4.3)
[34]
Varios
historiadores la consideran monja, aunque el movimiento monacal se estaba
instalando en Occidente por esas fechas, y todavía no se conoce ninguna
comunidad cristiana de mujeres en esa época a las que se pueda denominar
«monjas» en el sentido actual del término.
[35]
Epístola Ad
fratres Bergidensis, cf. Flórez, XVI, 391-416; PL
87,439-456
[36]
Lambert,
A.: Egeria. Notes critiques sur l tradition de son nom et celle de
lItinerarium.Revue Mabillon, XXVI, 1936, p. 71-94
[37]
1984
"XVI Centenario del viaje de la monja Egeria al Oriente Bíblico"
[38]
Luis.,
Conde-Salazar Infiesta,; Manuel., Lucena Giraldo, (2009), Atlas de los exploradores españoles, GeoPlaneta, ISBN 9788408086833, OCLC 556943554, consultado el 25 de noviembre de 2018
[39]
Jn 20, 19-25
[40]
Antes de la primera Intifada el Custodio de Tierra Santa hacía su ingreso
solemne en Emaús y el lunes celebraba allí la eucaristía. Hoy, por las
dificultades habidas el Custodio celebra con los frailes y fieles solamente la
eucaristía el lunes de Pascua.
[41]
Copia archivada». Archivado desde el original el 3 de marzo de
2016. Consultado el 10 de abril de 2016.
[42]
«Santa Elena,
descubridora de la cruz de Jesucristo», artículo de Juan Antonio Cebrián para el Magazine de El Mundo, 27 de febrero de 2005; acceso: 3
de marzo de 2018
[43]
Consultado
el 18 de julio de 2011.
[44]
Consultado
el 18 de julio de 2011.
[45]
Vida de
Constantino. III, 47, 2.
[46]
«Saint Elena». Consultado el 27 de mayo de 2010.
[47]
Los oficios con las oraciones rituales comienzan a media noche. Todas las
distintas comunidades cantan sus maitines. El oficio de los coptos es en antiguo
egipcio copto. A las 2.00 los ortodoxos dominantes empezaron su misa con ocho
sacerdotes cantando en griego alrededor de la Tuba. Luego le ceden paso a los
armenios para su servicio, badarak en
armenio que empieza a las 4.00 cuando se abren las puertas. Los católicos
tienen su oportunidad a las 6.00 de a mañana.
[48]
A la capilla del Calvario se accede por unas escaleras que se encuentran a la
izquierda del vestíbulo de entrada. Una gran plataforma recubre la cima de la
roca, a unos 5m del suelo y en ella hay a su vez dos capillitas abovedadas y
comunicadas entre sí, la de la derecha la latina y la central la de los
ortodoxos. La de la derecha recoge el lugar donde Cristo fue clavado y la de la
central de la izquierda el lugar donde muere. Bajo un altar un disco deja
abierto el agujero en el que estuvo sujeta la Cruz y en frente un enorme icono
de plata presenta a Jesús levantado en la Cruz acompañado de María y Juan.
[49]
La capilla de Adán esta justo debajo de la roca el Calvario. En frente de un
diván adjudicado a la familia musulmana Nusseibah
que posee las llaves de la Basílica se encuentra junto a las escalinata que
sube al Calvario se encuentra esta pequeña capillita.
[50]
El hermoso icono en la pequeña capilla o paracleisson
del templo de Kariye Cami en Estambul
[51]
Liturgia de las horas, homilía antigua sobre el grande y santo Sábado
[52]
El hall de entrada aparece decorado con dos bellos y grandiosos iconos que
representan el descendimiento y la sepultura de Jesús. Delante de ellos en el
suelo se encuentra la losa de la unción
donde supuestamente fue embalsamado el cuerpo de Jesús. El lugar estuvo sujeto
a muyas trasformaciones. La actual piedra de mármol fue reconstruida por los
riegos en 1810.
[53]
El Katholicón está situado enfrente
de la Anástasis o edícula del Santo
Sepulcro. Corresponde a la antigua nave central de los cruzados que pasó a
propiedad de la Iglesia greco-ortodoxa. En ella se despliega todo el esplendor
de su luminosa liturgia bizantina. En el santuario presiden el altar u
Crucifijo bizantino y un icono de la Resurrección.
[54]
A la derecha del Santo Sepulcro se encuentra el lugar de la aparición a María
Magdalena y desde allí se accede a la capilla de la aparición de Jesús a su
Madre que regentan los padres franciscanos. En el ángulo derecho está un trozo
de la columna de la flagelación.
[55]
La leyenda cuenta que aparecieron tres cruces. La forma de desvelar la
verdadera fue a través de un hecho milagroso: una persona enferma se curó al
tocarla.
[56]
Andrés Andrés, Isidro (2013). «El día de la función». Revista Villamar (Cofradía de Villamar)
(94, verano de 2013): 21. Consultado el 23 de
marzo de 2017. Tal
es el caso de Guadilla de Villamar o
en San Martín de Pusa.
[57]
«La Exaltación de la
Santa Cruz». Iglesia.org. Consultado el
21 de marzo de 2019.
[58]
Dicen que la reliquia principal continuó dividiéndose en fragmentos
[59]
Juan
Calvino, Traité Des Reliques.
[60]
Según el
artículo "The True Cross" en la Enciclopedia Católica.
[61]
Alonso,
Fernando (2006). «El mayor trozo del
leño de la Cruz. 2006, Año Santo en Liébana». Anales de
mecánica y electricidad (Asociación de Ingenieros del
ICAI) 83 (3): 59-64. Consultado el
11 de junio de 2016.
[62]
Mazarrasa Mowinckel, Karen (2015). «Jubileos en Liébana. Desde la llegada de la reliquia al monasterio de
San Martín de Turieno a su utilización como reclamo turístico de Cantabria». International Journal of Scientific Management
and Tourism (1): 275-288. Consultado el 11 de junio de 2016. «En 1958 los ingenieros Nájera y Peraza realizaron un
análisis de la madera del Lignum crucis y
concluyeron que dicha madera corresponde a la especie forestal Cupressus
sempervirens L., conocida en España con el nombre vulgar de ciprés, y
que además, su textura responde, dentro del género Cupressus, a una
calidad de gran densidad y elevada resistencia mecánica. Dicho análisis no ha
podido precisar la edad de la madera, aunque, por sus características
macroscópicas, no excluye la posibilidad de que dicha madera pueda alcanzar una
edad superior al periodo de tiempo correspondiente a nuestra Era. Por último,
precisa dicho estudio que Palestina está situada dentro del área geográfica del Cupressus
sempervirens». El trabajo cita a Álvarez, P., (1995) El monasterio
de Santo Toribio y el ‘‘Lignum Crucis’’. Santander, Imprenta Cervantina.
[63]
Aún a pesar de lo intentos de borrar todo rastro el lugar del Santo Sepulcro se
mantuvo en la memoria de la comunidad judeo cristiana. Se pudo acceder
precisamente por la localización del altar de Venus que habían colocado para
olvidar su memoria. Elena la madre de Constantino y el obispo Macario
descubrieron bajo el altar de Venus el Calvario y el Sepulcro de Jesús intactos
entre la arena y los escombros. Constantino decidió edificar allí una grandiosa
Basílica denominada el Martirium. Detrás
del ábside se alzaba el Gólgota y al occidente se levantaba el Anástasis una monumental rotonda de 38 m
de diámetro. En el centro se hallaba el sepulcro vacío.
[64]
A la capilla del Calvario se accede por unas escaleras que se encuentran a la
izquierda del vestíbulo de entrada. Una gran plataforma recubre la cima de la
roca, a unos 5m del suelo y en ella hay a su vez dos capillitas abovedadas y
comunicadas entre sí, la de la derecha la latina y la central la de los
ortodoxos. La de la derecha recoge el lugar donde Cristo fue clavado y la de la
central de la izquierda el lugar donde muere. Bajo un altar un disco deja
abierto el agujero en el que estuvo sujeta la Cruz y en frente un enorme icono
de plata presenta a Jesús levantado en la Cruz acompañado de María y Juan.
[65]
Habíamos pedido permiso a los hermanos franciscanos y custodios del templo para
pasar allí toda la noche.
[66]
Nusseibeh cierra las puertas de la basílica a las 800 p.m. y se pone de acuerdo
con los sacristanes de los griegos, latinos y armenios para ver a quien le toca
abrir las puertas. El llega a las 4.00 a.m. cada mañana y toca a las inmensas
puertas en la fachada románica de Melisenda.
[67]
Visita del Papa Pablo VI a Tierra Santa 4
de enero de 1964.
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