jueves, 10 de septiembre de 2020

La Capilla Sixtina

 



                                                  LA CAPILLA SIXTINA

















Introducción

La Capilla Sixtina es una capilla del Palacio Apostólico de la Ciudad del Vaticano, la residencia oficial del papa. Se trata de la estancia más conocida del conjunto palaciego. La Capilla es una verdera joya del renacimiento y contiene el más grande conjunto pictórico que jamás hubiera podido pensarse. A parte de los frescos de la bóveda y el frontis del colosal Miguel Angel contiene en sus paredes laterales otros frescos de grandes artistas del renacimiento.

Durante el pontificado de Sixto IV, un grupo de pintores renacentistas que incluía a Sandro BotticelliPietro PeruginoPinturicchioDomenico GhirlandaioCosimo Rosselli y Luca Signorelli realizó dos series de paneles al fresco sobre la vida de Moisés (a la izquierda del altar, mirando hacia el frontis) y la de Jesucristo (a la derecha del altar), acompañadas por retratos de los papas que habían gobernado la Iglesia hasta entonces en la zona superior y por cortinas pintadas con trampantojo en la zona inferior.[1]

Las pinturas fueron concluidas en 1482, y el 15 de agosto de 1483, con motivo de la festividad de la Asunción, Sixto IV celebró la primera misa en la capilla y la consagró a la Virgen María.[2]

Entre 1508 y 1512, por encargo del papa Julio II, Miguel Ángel decoró la bóveda, creando una obra de arte sin precedentes que cambiaría el curso del arte occidental.[3]

Cuando Miguel Ángel comienza a pintar los frescos de la Capilla Sixtina ya era un artista consolidado.[4] Había realizado obras sublimes sobre todo escultóricas, la Pietá de 1499, el David, incluso el Moisés. El papa Julio II lo llama a Roma para que realizara su tumba, un grandioso proyecto que entusiasmó al artista. Pero el papa cambia de opinión y Miguel Ángel abandona Roma por esta afrenta. Entonces es cuando le reclama con este nuevo encargo.

La gran obra de los frescos de la bóveda la comienza Miguel Ángel el 10 de mayo de 1508, se termina en 1510 y se inaugura el 10 de agosto de 1511. Años después, tras el Saco de Roma, pintó también frontis con El Juicio Final en la pared del altar entre 1536 y 1541 para los papas Clemente VII y Paulo III.[5]

La obra pictórica de la Capilla Sixtina es una creación monumental que representa una verdadera cima del arte pictórico.[6] Representa a Cristo como nuevo Adán, principio y fin alfa y omega. Representa la victoria de la Luz sobre las tinieblas. La luminosidad de su obra ha bastado para iluminar al mundo que tantos cientos de años ha estado en tinieblas. Aquí se reordena el universo en el día final. Dios separando la luz y las tinieblas, Cristo separando al bien y al mal y situando a las criaturas en la gloria o en el infierno. Todas las figuras bullen y palpitan, con una grandeza, que ya desde sus mismos días se compara con la Divina comedia. En su Juicio final profetiza Miguel Ángel el espanto que en ese día ha de recorrer los cielos y la tierra.

Su obra es del todo revolucionaria. Su obra podemos afirmar que rompió con todos los moldes. Su obra fue alabada y al mismo tiempo controvertida pues dio que hablar a los círculos de entonces. Su genialidad está teñida de dramaticidad. Por un milagro de su genialidad en todas sus creaciones se impone un gigantismo que, frente a las creaciones griegas, nos muestra un hombre corpulento que no se conforma a las medidas clásicas y una mujer con cuerpo más masculino que femenino. Su agitación convulsiva recorre todo el conjunto. Su culto al desnudo en todos los personajes motivó las más vivas protestas.[7] Sin embargo, más de cinco siglos después, los frescos de Miguel Ángel siguen atrayendo a multitud de visitantes a la capilla, y son considerados una de las obras cumbre de la historia de la pintura.

 

 

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1.Historia

La función principal de la Capilla Sixtina: es la de servir de sede de la Capilla Pontificia uno de los dos órganos de la Casa Pontificia, llamada Corte Pontificia (Pontificalis Aula) hasta 1968. En la época de Sixto IV, a finales del siglo XV, este órgano estaba formado por unas 200 personas, incluyendo a clérigos, oficiales de la Santa Sede y laicos distinguidos. Había 50 ocasiones a lo largo del año establecidas por el calendario papal en las que la Capilla Pontificia al completo debía reunirse.[8] ​ De esas 50 ocasiones, 35 eran misas, de las cuales ocho eran celebradas en basílicas, generalmente en San Pedro, y a ellas asistían numerosos fieles. Estas misas incluían la de Navidad y la de Pascua, en las que el propio papa era el celebrante. Las otras 27 misas podían ser celebradas en un espacio más pequeño e íntimo, para lo cual era usada la Capella Maggiore, antes de ser reconstruida como actual Capilla Sixtina.

La Cappella Maggiore recibió su nombre (capilla magna) del hecho de que existía otra capilla también usada por el papa y su séquito para el culto diario. En la época de Sixto IV, esta era la capilla Nicolina, que toma su nombre del papa Nicolás V y que había sido decorada por Fray Angelico. Está documentado que la Cappella Maggiore ya existía en 1368. Según un comunicado de Andreas de Trebisonda a Sixto IV, en el momento de su demolición para dar paso a la capilla actual, la Cappella Maggiore estaba en estado de ruina, con las paredes inclinadas.[9]

La capilla actual, situada en el lugar que ocupaba la Cappella Maggiore, fue diseñada por Baccio Pontelli para Sixto IV, de quien toma su nombre, y construida bajo la supervisión del arquitecto Giovanni de Dolci entre 1473 y 1481.[10] ​ Una vez terminada, la capilla fue decorada con frescos de algunos de los más famosos artistas del Alto Renacimiento, lo que la convirtió en un lugar privilegiado para el arte.

La primera misa en la Capilla Sixtina fue celebrada el 15 de agosto de 1483, fiesta de la Asunción de María, y en esa ceremonia la capilla fue consagrada y dedicada a la misma Virgen María.[11]

La Capilla Sixtina ha mantenido sus funciones hasta el día de hoy, y continúa siendo la sede de los eventos importantes del calendario papal, a menos que el Papa esté de viaje. Por ejemplo, en ella se celebra cada año una misa con motivo de la fiesta del Bautismo del Señor, durante la cual el Santo Padre imparte el bautismo a los recién nacidos. En algunas ocasiones especiales, también allí se celebra la misa papal con el Colegio Cardenalicio o la Casa Pontificia reunidos en pleno, y en otras ocasiones se cantan vísperas solemnes con la presencia del papa.

Hay un coro permanente, la Capilla Musical Pontificiaschola cantorum o escolanía de la Capilla Sixtina, para el que se han compuesto algunas piezas originales, siendo la más famosa el Miserere de Gregorio Allegri.[12]

Dos importantes encuentros de artistas con el papa tuvieron lugar en la Capilla Sixtina. El 7 de mayo de 1964Pablo VI convocó allí una misa con artistas. En su discurso final, subrayó la íntima vinculación entre arte y religión, y ofreció a los artistas una alianza de amistad.[13] El 21 de noviembre de 2009, en la Capilla Sixtina se reunieron más de 260 artistas con Benedicto XVI. Su alocución fue una reflexión sobre la belleza poniendo el ejemplo del fresco de El Juicio Final de Miguel Ángel.[14]




1.1   Antecedentes​

Originalmente servía como capilla de la fortaleza vaticana. Conocida anteriormente como Cappella Magna, toma su nombre del papa Sixto IV, quien ordenó su restauración entre 1477 y 1480. Desde entonces la capilla ha servido para celebrar diversos actos y ceremonias papales. La fama de la Capilla Sixtina se debe principalmente a su decoración al fresco, y especialmente a la bóveda y el testero, con El Juicio Final, ambas obras de Miguel Ángel.

La capilla Sixtina había sido decorada en sus paredes laterales con frescos de Boticelli, Ghirlandaio, Cosimo Rossi, Perugino y Signorelli. La bóveda había sufrido dos restauraciones. Primeramente, aparecía como un cielo azul estrellado con estrellas doradas. La última completada con vistas a la intervención de Miguel Ángel. El 8 de mayo de 1508 se acordó un primer plan, pero al artista le pareció una idea pobre, la representación de los doce apóstoles. Por ello el contrato se revisó en junio. Miguel Angel presentó un boceto revolucionario. Se doblaron los emolumentos y el artista propuso pintar no solo el techo sino también las pechinas y las lunetas.

 


 

1.2   El desarrollo:

El proyecto de las pinturas de Miguel Ángel supuso una gran elaboración con diversas fases. El proyecto inicial de los frescos difería mucho del original. El encargo inicial del papa era de 12 apóstoles en las partes laterales de la bóveda y de motivos ornamentales en el resto de esta.

Narra Miguel Ángel en una carta a Fattuci que pronto se desanimó por parecerle muy pobre la idea. Al decírselo al papa este le preguntó porqué y Miguel Ángel sencillamente le contestó, porque fueron pobres ellos también. Entonces el papa le dio nuevo encargo diciéndole que hiciera lo que quisiese.[15] Así tal primitivo proyecto fue abandonado pronto para dar paso a la elaboración del proyecto presente. El proyecto actual era por supuesto mucho más original, significativo y grandioso ya sea por los temas tratados como por su composición y organización de estos en una poderosa orquestación de todas las partes.

Los frescos de Miguel Ángel están dominados por el inmenso organismo arquitectónico, que el artista ideó para distribuir y a la vez animar las historias y los personajes que en él había de pintar. La grandiosa estructura, si bien sirve de marco y disposición de los sujetos le sirvió para crear una vasta orquestación arquitectónica, para dar una idea plástica del espacio, de modo que las propias figuras y los acontecimientos bíblicos adquiriesen pujanza y sonoridad cual si fueran incorporados a una única majestuosa sinfonía.

El encargo de la ejecución de la pintura de la bóveda con su extensión y altura, habría hecho temblar a los más expertos pintores. Los problemas comenzaron ya con el andamiaje. El erigido por Bramante, según cuenta Vasari, fue criticado por Miguel Ángel, hasta el punto que consiguió que lo desmantelasen y construyesen uno basado en su propio diseño.

Pero la mayor dificultad fue lo que suponía la técnica del fresco. La técnica de la pintura al fresco no permite errores y exige tiempos de elaboración muy breves. Supone toda una técnica muy elaborada. Una vez preparados los cartones de los dibujos hay que dividir el conjunto en partes, giornatas, que puedan ser completadas en un día. Pasado este tiempo el enlucido se seca y ya no absorbe el color. La sección de pared elegida se prepara primero con encalado y luego con enlucido, una mezcla de puzolana, cal y agua. Una vez trasladado el dibujo sobre el enlucido todavía fresco, se extiende inmediatamente el color.

Miguel Ángel trajo de Florencia, como colaboradores, a unos pocos artistas de confianza. Sin embargo, los primeros intentos fueron decepcionantes. Así el fresco del Diluvio universal, realizado con técnicas heterogéneas, acabó en desastre. La receta florentina del enlucido no funcionaba con los materiales y el clima de Roma. En poco tiempo afloraron mohos y la pintura hubo de ser parcialmente suprimida y rehecha desde el principio.[16] Esto hizo que Miguel Ángel probar con distintos ensayos hasta dar con la técnica apropiada. Cuando consiguió dominar la técnica prescindió de sus ayudantes.[17]

El encargo del frontis veinte años más tarde en 1533 fue a través del papa Clemente VII. Desde la construcción de la Capilla Sixtina hasta 1536, la pared del altar donde ahora está el Juicio Final contenía otros murales de la serie de las historias de Moisés y de Jesús. Estaban la Asunción, la Natividad de Cristo y el Descubrimiento de Moisés.

Más arriba se encontraban los tres primeros Papas, donde estaba Simón Pedro. Miguel Ángel tuvo que sacrificar estos frescos de Perugino de la zona del altar para pintar su obra, lo que le valió numerosas críticas. Anteriormente, Clemente VII le pidió que pintara La caída de los ángeles rebeldes, pero, tras su muerte, su sucesor Paulo III le encargó que pintara la escena del Juicio Final.

Muerto este su sucesor Pablo III nada más ser elegido le obligó a cumplir.[18] Fueron años inusualmente felices los que dedicó Miguel ángel a trabajar en el fresco del Juicio Final. Sobre la enorme superficie de la pared, ampliada por la destrucción de dos lunetas e inclinada gracias a una base de ladrillos para evitar que se posar el polvo, Miguel Ángel colocó en el centro de la escena a Cristo como supremo Juez. Alrededor de Cristo Juez se agitan centenares de cuerpos, todos desnudos, representados en torno a su humanidad.

La obra como es de suponer suscitó reacciones contradictorias. A las positivas de sus más cercanos Vittoria Colonna y Tomaso de´Cavalieri, sus admiradores incondicionales, que exaltaban la grandiosidad de su obra; se levantaban las críticas de los más puritanos que levantaban una oleada de escándalo que no parecía disminuir.[19]

La gran polémica giraba en torno a la desnudez de los personajes que poblaban la impactante escena. El cardenal Ercole Gonzaga recogía la opinión de este grupo inquisidor: “No están bien los desnudos en semejante lugar, frente al altar, enseñando sus cosas”. Sin duda, detrás de él estaba la corriente más intransigente en la Iglesia de entonces, encabezada por el cardenal Gian Petro Carafa.[20] Pronto el inquisidor del Santo Oficio, instituido en 1542, y futuro papa Pablo VI. En 1545, el Aretino, no sin hipocresía, escribió a Miguel Ángel una carta durísima, en la que lo acusaba de expresar en la perfección de la pintura una impiedad de irreligión, mostrando precisamente en el lugar más sagrado, en la más grande capilla del mundo, a los ángeles y a los santos, estos sin ninguna honestidad terrenal, y aquellos carentes de todo adorno celeste.

 

 


2. La arquitectura

La capilla Sixtina es ciertamente uno de los monumentos más sobresalientes y de los ejemplos más bellos del arte italiano. Como dijimos debe su nombre al papa Sixto IV, quien la hizo edificar. La arquitectura fue ideada por Giovani de´Dolci, artista de finales del Cuatrocientos.

Esta capilla sufre distintas transformaciones hasta convertirse en el corazón del Vaticano donde celebrar los cónclaves y las ceremonias particularmente solemnes. De ahí que por ser tan preciada quisieron los papas que su decoración fuera con el talento de los mejores artistas del renacimiento esmerando todos los detalles.

Aunque las paredes fueron decoradas con frescos de grandes artistas renacentistas el broche final lo puso Miguel ángel decorando la bóveda y el frontis del altar. También el pavimento es de estilo cosmatesco, aquel estilo ideado por los hermanos cosmates utilizando piedras de varios colores y basándose sobre todo en diseños geométricos.

 



2.1 la estructura

La capilla es un edificio alto y rectangular, y sus medidas exactas son difíciles de determinar, ya que solo se conocen las del interior: 40,9 metros de largo por 13,4 metros de ancho, las dimensiones del Templo de Salomón según el Antiguo Testamento.[21]

El exterior no tiene adornos arquitectónicos ni escultóricos, como es común en muchas iglesias medievales y renacentistas de Italia. No tiene fachada principal ni entradas exteriores; sólo se puede acceder a través del interior del Palacio Apostólico, y el exterior sólo es visible desde las ventanas de alrededor y desde patios interiores del palacio. El hundimiento y agrietamiento de la mampostería también ha afectado al edificio, y ha requerido la construcción de grandes contrafuertes que refuercen las paredes exteriores. La construcción de otros edificios contiguos también ha alterado el aspecto original del exterior.

El espacio interno está dividido en tres niveles, de los cuales el inferior es un sótano alto con varias ventanas utilitarias y un acceso al patio exterior. El sótano está cubierto por una robusta bóveda que sustenta la capilla. Encima está el espacio principal, la Capilla Sixtina, cuya bóveda está a una altura de 20,7 metros. El edificio tenía seis ventanas altas y arqueadas en cada lado y dos en cada extremo, pero algunas de ellas han sido tapiadas. Sobre la capilla hay otra planta con salones para la Guardia Suiza Pontificia. En esta planta se construyó una pasarela al aire libre que sobresalía de la fachada y rodeaba el edificio, sustentada por una arcada que surge de las paredes. Esta pasarela ha sido cubierta, pues originaba goteras en la bóveda de la capilla.

 

 


2.2 El interior

Las proporciones del interior de la capilla utilizan la longitud como medida de referencia: dividida por tres da el ancho y dividida por dos da la altura. Para mantener la proporción, había seis ventanas a cada lado y dos en cada extremo. Las proporciones claramente definidas fueron una característica de la arquitectura renacentista y reflejaban el creciente interés en la herencia clásica de Grecia y Roma.

El techo de la capilla es una bóveda de cañón rebajada, con lunetos que rodean los arcos de las ventanas. La bóveda está cortada en sentido transversal por pequeñas bóvedas formadas sobre cada ventana, que la dividen en su nivel inferior en una serie de pechinas elevadas sobre pilastras situadas entre las ventanas. La bóveda de cañón estaba pintada originalmente de color azul brillante con estrellas doradas, según un diseño de Piermatteo da Amelia.[22] ​ El pavimento es de cosmatesco, un estilo decorativo que usa mármol y piedra coloreada en un diseño que refleja la proporción que existía antiguamente en la división del interior y también marca el camino procesional desde la puerta principal, utilizado por el papa en ocasiones importantes, como el Domingo de Ramos.

La mampara o transenna de mármol, obra de Mino da FiesoleAndrea Bregno y Giovanni Dalmata divide la capilla en dos partes.[23] ​ Originalmente estaba situada en el centro de la capilla, dejando el mismo espacio para los miembros de la Capilla Pontificia, en el lado del altar, y para los peregrinos y los ciudadanos al otro lado. Sin embargo, al crecer el número de asistentes del papa, la mampara fue movida reduciendo la zona de los fieles. La transenna está coronada por una hilera de candeleros ornamentados, antiguamente dorados, y tiene una puerta de madera, que sustituye a una antigua puerta ornamental de hierro forjado dorado. Los escultores de la transenna también crearon la cantoria o púlpito para el coro.

 


 

3.1 La Evolución historica

La primera etapa de la decoración de la Capilla Sixtina fue la pintura de la bóveda en azul cielo, salpicado de estrellas doradas, y con bordes decorativos alrededor de los detalles arquitectónicos de las pechinas. Esta decoración fue sustituida por la obra de Miguel Ángel.

Del diseño actual, la primera parte fue la decoración de las paredes laterales, que están divididas en tres secciones. En la sección central hay dos series de paneles que se complementan entre sí: La Vida de Moisés en la pared norte y La Vida de Cristo en la pared sur. Fueron encargadas en 1480 por Sixto IV y realizadas por PeruginoGhirlandaioBotticelli y Cosimo Rosselli junto a algunos de sus aprendices. Es posible que el proyecto fuera supervisado por Perugino, cuyo trabajo fue anterior al de los florentinos. También es posible que la contratación de Ghirlandaio, Botticelli y Roselli fuera una forma de reconciliación entre Lorenzo de Médici, líder de facto de Florencia, y Sixto IV. Los tres florentinos empezaron a trabajar en la Capilla Sixtina en la primavera de 1481.

Bajo los frescos de La Vida de Moisés y La Vida de Cristo, la parte inferior de las paredes está decorada con cortinajes de oro y plata pintados en trampantojo. Sobre los frescos de las Vidas, la parte superior está dividida en dos zonas. En la zona inferior, entre las ventanas, hay una Galería de Papas, pintada al mismo tiempo que las Vidas. Sobre de los arcos de las ventanas están los lunetos, donde se encuentran los Antepasados de Cristo, pintados por Miguel Ángel como parte de la decoración de la bóveda.

La decoración de la bóveda fue encargada por Julio II y realizada por Miguel Ángel entre 1508 y 1512. Originalmente, el encargo consistía en pintar a los doce apóstoles en las pechinas que sustentan la bóveda; sin embargo, Miguel Ángel exigió tener carta blanca en el diseño de la decoración. En la parte central de la bóveda pintó una serie de nueve escenas del Génesis que muestran La CreaciónLa Relación de Dios con la Humanidad y La Caída del Hombre. En las pechinas están pintados doce hombres y mujeres, los profetas y las sibilas, que profetizaron que Dios enviaría a Jesucristo para la salvación de la humanidad. En los lunetos situados sobre las ventanas están pintados los Antepasados de Cristo.

En 1515Rafael recibió el encargo de León X de diseñar una serie de diez tapices para colgar en la zona inferior de las paredes.[24] ​ Los tapices representan episodios de la Vida de San Pedro y la Vida de San Pablo tal y como las describen los Evangelios y los Hechos de los Apóstoles. El trabajo comenzó a mediados de 1515. Debido a su gran tamaño, los tapices fueron fabricados en Bruselas a lo largo de cuatro años, por los tejedores del taller de Pieter van Aelst.[25] ​ Los tapices de Rafael fueron expoliados durante el Saco de Roma de 1527 y quemados por el metal precioso que contenían, o distribuidos por Europa. A finales del siglo XX se reunió una colección a partir de varias series que fueron realizadas después de la primera, y fueron usados de nuevo en la Capilla Sixtina en 1983. Los tapices continúan utilizándose ocasionalmente en ceremonias de particular importancia. Los cartones o bocetos preparatorios para siete de los diez tapices son conocidos como Cartones de Rafael y se conservan en el Museo de Victoria y Alberto de Londres.[26]

En este punto, toda la decoración seguía un programa iconográfico consistente. En el diseño para la bóveda ideado por Julio II, los retratos de los Papas hubieran quedado bajo los de los apóstoles, simbolizando la sucesión apostólica. Existe la teoría de que el diseño de la decoración fusionaba los dos Testamentos bíblicos, con el Antiguo profetizando el Nuevo, sintetizando de esta manera la lógica de la Biblia cristiana.[27]

Sin embargo, esto fue alterado cuando posteriormente, Miguel Ángel recibió el encargo de decorar la pared del altar con el El Juicio Final, que realizó entre 1536 y 1541. Pintar este mural exigió que se eliminaran dos escenas de las Vidas (que representaban La Natividad y El Hallazgo de Moisés), varios de los Papas y dos lunetos de Ancestros.

 



4. La pintura de los frescos

Los frescos van a constituir la forma de decoración utilizada en la capilla. Hemos examinado su lógica de concatenación a lo largo de su historia y ahora nos vamos a detener a examinar su elaboración y su ejecución.

4.1 Los frescos laterales

Los frescos laterales quieren ser como la antesala o preparación para la venida de Cristo. Las escenas son figurativas de personajes que en su tipología van a ser figuras del que había de venir.


        4.1.1 Los frescos de la pared sur

La pared sur está decorada con los frescos de La vida de Moisés, pintados entre 1481 y 1482. Los frescos fueron realizados por Perugino, Boticelli, Roselli y Ghirlandaio. En la sección central se representan los episodios de la historia de Moisés. En la parte superior hay retratos de papas. Partiendo desde el altar, las escenas que se representan, son:

Vuelta de Moisés a Egipto y circuncisión de Eliezer, de Pietro Perugino y ayudantes

Pruebas de Moisés, de Sandro Botticelli y ayudantes

Paso del Mar Rojo, de Cosimo RosselliDomenico Ghirlandaio o Biagio d'Antonio

Descenso del monte Sinaí, de Cosimo Roselli y ayudantes

Castigo de los rebeldes, de Sandro Boticelli

Testamento y muerte de Moisés, de Luca Signorelli y Bartolomeo della Gatta

 

Las escenas de la Vida de Moisés:

                                
                                                                      Vuelta de Moisés a Egipto

                                        
                                                                        Castigo a los rebeldes

4.1.2 Los frescos de la pared norte

La pared norte alberga los frescos de La vida de Cristo, también pintados entre 1481 y 1482. Aquí las imágenes de la sección central corresponden a episodios de la vida de Cristo. En la faja inferior se representan cortinas falsas, mientras que en la superior continúa la serie de retratos de papas que enlazan con los lunetos de Miguel Ángel. Las escenas de la pared norte que se incluyen son:

El Bautismo de Cristo, de Pietro Perugino y ayudantes

Las Tentaciones de Cristo, de Sandro Boticelli

La vocación de los Apóstoles, de Domenico Ghirlandaio y ayudantes

El sermón de la montaña, atribuido a Cosimo Rosselli

La entrega de las llaves a San Pedro, de Pietro Perugino

La Última Cena, de Cosimo Rosselli

 

                                  

                            El Bautismo de Cristo


                                 

                                    El Sermón de la Montaña

                                   

                                    La entrega de las llaves a Pedro


 

 

4.1.3 Los frescos de la pared oeste

En la pared oeste o de la entrada, hay dos frescos que sustituyen a los originales, pintados por Ghirlandaio y Luca Signorelli respectivamente, que fueron destruidos por el hundimiento del arquitrabe de la puerta en 1522. Las series de los pontífices y figuras bíblicas se complementan con dos composiciones de mediados del s.XVI.

Las escenas representadas son:

La resurrección de Cristo, de Hendrick van den Broeck (1572), sobre el original de Ghirlandaio

La disputa sobre el cuerpo de Moisés, de Matteo Pérez de Alesio (1574), sobre el original de Luca Signorelli

 


                                                         La resurreción de Cristo 


                                            La disputa sobre el cuerpo de Moisés 



4.2 Los frescos de Miguel Ángel

En 1508Miguel Ángel recibió el encargo de Julio II de repintar el techo de la capilla que originalmente estaba pintado como un cielo azul con estrellas doradas. El trabajo comenzó el 10 de mayo de 1508 y se prolongó hasta el 31 de octubre de 1512.[28] ​ Años más tarde, Miguel Ángel pintó también El Juicio Final sobre la pared del altar, entre 1536 y 1541, por encargo de Paulo III.[29]

Miguel Ángel quedó intimidado por las dimensiones del encargo y dejó claro desde el principio que prefería rechazarlo. Él se consideraba escultor antes que pintor, y sospechaba que algunos de sus rivales habían aconsejado al papa que le encargase un proyecto de tan gran escala para verle fracasar. Para Miguel Ángel, el proyecto era sólo una distracción de su trabajo como escultor de mármol, que le había mantenido ocupado durante los años previos.[30]

Las fuentes de inspiración de Miguel Ángel no están fácilmente determinadas; teólogos joaquinistas y agustinianos estaban entre las influencias de Julio II. Tampoco se sabe en qué grado contribuyó su mano a la elaboración de cada una de las imágenes.[31]

 


 

      4.2.1 LA BÓVEDA


Miguel Ángel debió de afrontar numerosos retos. El mismo se reconocía más escultor que pintor. En varias ocasiones proclamó que su arte, su profesión, era la escultura no la pintura. Aunque era un artista reconocido, la mayor de su obra era escultórica. Aunque había conocido la técnica de la pintura mural al freso en el taller de Ghirlandaio nunca la había puesto en práctica.[32] En las cartas a los parientes expresaba el grandísimo esfuerzo y el desánimo por las dificultades que encontraba al no dominar la técnica del fresco. Aún así no quiso renunciar el encargo y aceptó el reto y gran desafío que suponía, frente a las murmuraciones de muchos.[33]

Para alcanzar el techo, Miguel Ángel necesitaba un soporte que fuera fácil de desmontar para no entorpecer las celebraciones en la capilla. La primera idea fue del arquitecto del papa, Donato Bramante, que diseñó un andamio colgado del techo con cuerdas. Miguel Ángel consideró esta idea totalmente inadecuada, ya que dejaría el techo agujereado una vez terminado el trabajo, y decidió diseñar el andamio él mismo.

El problema fue presentado al Papa, que autorizó a Miguel Ángel que construyera su propio andamio. Miguel Ángel creó una plataforma de tablas de madera sujetas sobre soportes creados a partir de agujeros de las paredes, a la altura de las ventanas. Al contrario de lo que se cree, no tenía que tumbarse sobre el andamio para pintar, sino que pintaba de pie.[34]

Miguel Ángel usó colores vivos, fácilmente visibles desde el suelo. En los lunetos situados sobre las ventanas pintó a los antepasados de Cristo. Sobre ellos, en las pechinas, pintó en orden alternativo a los profetas y a las sibilas, con Jonás sobre el altar y Zacarías en el otro extremo. En la parte central pintó nueve escenas del Génesis. Originalmente solo se le encargó pintar las doce figuras de los apóstoles. El papa le dio permiso para pintar las escenas y figuras bíblicas que él eligiera como compensación. Cuando terminó el trabajo, había pintado más de 300 figuras, que mostraban la CreaciónAdán y Eva en el Jardín del Edén y el Diluvio Universal.

La bóveda de la Capilla Sixtina de Roma es un conjunto de pinturas al fresco realizadas para decorar la bóveda de la Capilla Sixtina, en la Ciudad del Vaticano (Roma). Fue pintada entre 1508 y 1512 por Miguel Ángel y es una de las obras pictóricas más complejas de toda la historia del arte, encargada por el papa Julio II para sustituir la pintura que había en aquel momento a base de un fondo azul con estrellas doradas, que había sido realizada por Piermatteo d'Amelia, según la tradición de los templos paleocristianos.[35]

En la bóveda de cañón rebajada, el artista diseñó una complicada arquitectura simulada donde incluyó el desarrollo de historias del Génesis, narradas desde el extremo del altar hasta la puerta de entrada de la capilla en alrededor de 500  metros cuadrados. Desde 1508 hasta el otoño de 1512 Miguel Ángel trabajó solo en su realización, sin ayudantes. El 1 de noviembre de 1512 se celebró la primera misa en la capilla, después de acabada la pintura de la bóveda.[36]

Toda su obra, según Vasari, tiene como único interés mostrar la perfección del arte y la grandeza de Dios.[37] Los dos términos son congruentes pues nunca se ha mostrado la grandeza genesiaca del Dios creador, la magnitud bíblica de su poder y la perfección de un arte capaz de efigiar a los gigantes de la tierra y a la divinidad en la plenitud de su poder.


 

4.2.1.1. La preparación

 Por recomendación del arquitecto Giuliano da Sangallo en el año 1505, Julio II llamó a Roma al escultor Miguel Ángel para hacerle la propuesta de la realización de su tumba; presentó el artista un magnífico mausoleo, que una vez aceptado por el papa, marchó a Carrara para escoger los mármoles necesarios. Mientras en el Vaticano se encontraba Bramante, que había sucedido en el cargo de arquitecto a Sangallo, empieza su trama contra Miguel Ángel y convence al papa que no debe construir una tumba para un vivo, el papa renuncia de momento y sin consultar a Miguel Ángel, decidió que sería él quien decorara la bóveda de la capilla Sixtina. Es precisamente esa rectificación del proyecto de la tumba la que lleva a Julio II la propuesta de ofrecer a Miguel Ángel pintar la bóveda de la capilla Sixtina.

Sus enemigos, Bramante al frente, pensaron que no podría llevarla a buen término y que así perdería el prestigio alcanzado. Miguel Ángel, al enterarse y ofendido por no querer ser recibido por el papa, huyó a Florencia, finalmente después de varios requerimientos papales, se encuentra con él en Bolonia, donde realizó una estatua de Julio II en bronce, regresó a Roma y firmó el contrato para la decoración al fresco de la bóveda de la capilla Sixtina el 10 de mayo de 1508.[38]

Cerca de un año pasó Miguel Ángel realizando esbozos y preparando el encargo de Julio II que se convertiría en una de las creaciones más impresionantes del arte occidental. Los relieves de Jacopo della Quercia en la portada principal de la iglesia de San Petronio en Bolonia realizados entre 1425 y 1438, con numerosas escenas del Génesis, incluyendo La Creación de Adán y la Creación de Eva pudieron servir de inspiración a Miguel Ángel, teniendo en cuenta que el artista vivió en Bolonia en 1507 mientras trabajaba en la estatua de bronce de Julio II.[39]

Se puede hacer una idea de este proyecto en los dibujos preparatorios guardados en el Museo Británico de Londres.[40] Muchos fueron los esbozos de los atlantes, sibilas, alegorías, escenas bíblicas que baraja el genio antes de emprender la obra. La decoración de la bóveda, por deseo de Julio II, había de ser con las figuras de los doce apóstoles y en el centro la bóveda estaría llena de adornos según costumbre de la época.

Ya en la primera idea esbozada por Miguel Ángel se observa la compleja articulación de una arquitectura simulada para encajar las figuras. Según una carta de Buonarroti, dirigida a su amigo Fatteschi, sobre Julio II: ... cuando había hecho algunos dibujos, me pareció que resultaría cosa pobre; por lo que me dio otro encargo, de incluir las historias de más abajo y me dijo que hiciera en la bóveda lo que quisiera.[41]

Las relaciones entre Julio II y Miguel Ángel fueron de discusiones constantes, pero siempre con la admiración mutua que sentían el uno por el otro. No era normal en aquellos tiempos, el hecho que el comitente dejara plena libertad para escoger el tema y menos si de un papa se trataba. Seguramente fue por la confianza que tenía, no solamente en la capacidad artística, sino también en la gran cultura y en las cualidades de hombre de ideas, junto a la gran fama que ya había conseguido Miguel Ángel.[42]

El tema escogido, con interpretación neoplatónica, es la historia del mundo y de la humanidad antes de la venida de Cristo. Aunque la narración empieza del altar hasta la entrada, Miguel Ángel empezó el trabajo desde la pared de la entrada hasta el fondo del altar. Cuatro años pasó el artista afrontando grandes dificultades, a causa de la inexperiencia del pintor con la técnica de la pintura al fresco, cuando tenía pintada una parte de la bóveda se cubrieron los frescos con una capa blanca de sales, por lo que tuvo que recurrir a los consejos de Giuliano da Sangallo y de Francesco Granacci.[43]

Tuvo que montar otra vez los andamios y además pasó dificultades económicas por falta de pago, como se tiene noticia por la carta que dirigió a su hermano el 18 de septiembre de 1512: ... que yo no tengo ni un grosso y estoy, puede decirse que, descalzo y desnudo, y no puedo recibir lo que aún falta que me paguen mientras no haya terminado la obra; y padezco grandiosas privaciones y fatigas.[44]

Miguel Angel tuvo que superar toda clase de contratiempos. Condivi dice que para la pintura de la bóveda no contaba al principio ni con un solo ayudante que le moliera los colores. Miguel Angel había despedido a los que trajo de Florencia. A medida que avanzó el trabajo le afectó a la vista y a los músculos del cuello.[45]

Vasari dice que desde la pintura de la bóveda, realizada tendido sobre el andamio, cayéndole pintura por encima, Miguel Ángel, tenía dificultades con sus ojos. Cuando acabó la obra, el propio pintor contó en clave humorística en un soneto dirigido a su amigo Giovanni da Pistoia, en qué condiciones había tenido que realizarla. Este soneto se conserva en la Casa Buonarroti.[46] De afanarme en este trabajo me he ganado un bocio como las paperas que les produce el agua a los gatos de Lombardía... Los lomos se me han hundido en la panza, hago del culo, para contrapeso, grupa, y, perdidos los ojos, doy pasos en falso. Por delante se me alarga la pelleja, y, al inclinarme hacia atrás, se me rejunta de tal modo que quedo tenso como arco sirio. Con ello, mis juicios resultan erróneos y extravagantes, pues mal se puede apuntar y disparar con cerbatana torcida. Defiende tú ahora, mi muerta pintura y mi honor, pues ni éste se halla en buen lugar, ni soy yo pintor.[47]

También son sabidas las desavenencias y contratiempos del artista con el mismo papa. Miguel Angel trabaja con una labor, ininterrumpida con las amenazas del papa de arrojarlo del andamio si no seguía sus instrucciones.[48] Según cuenta Condivi, mientras el papa estaba impaciente con que la acabara le amenazó con tirar al artista de los andamios y en una ocasión le dio con un palo.[49]

Entre los estudios realizados para las sibilas, destaca los de la Sibila libia del año 1511 y conservados en el Metropolitan Museum of Art de Nueva York, pertenece a una fase avanzada pero no la definitiva, pues la figura aparece desnuda, con un torso muy musculoso que parece viril, además el antebrazo izquierdo acabará en la pintura, más abajo que en el dibujo y el torso ganará en inclinación, en el reverso de este mismo dibujo hay un estudio sobre la posición de las piernas.[5]


                 

 

4.2.1.2 La estructura de los frescos de la bóveda

Los cuatrocientos sesenta metros cuadrados fueron recubiertos con pinturas que hacían alusión a la historia de salvación, poniendo de relieve la creación siguiendo los relatos del Génesis. El techo de la Capilla Sixtina está dividido en varias secciones, que los elementos arquitectónicos simulados consiguen multiplicar los marcos de la bóveda y separan las nueve escenas del Génesis que son las que reciben mayor atención gracias a su complejidad, sobre los lunetos de las ventanas y las enjutas laterales es donde están los antepasados de Cristo, los triángulos donde se encuentran los tronos de los Profetas y las Sibilas y finalmente las enjutas de las esquinas o pechinas donde están las cuatro historias clave de la Salvación del pueblo de Dios.[51]

Se le da una semblanza gótica a la estructura de la bóveda, pero Miguel Ángel no hizo ninguna crucería diagonal, solamente los triángulos podrían recordar en algo al estilo gótico, de hecho, se parece más a una nave central de un salón romano o también de un templo románico, organizado en tramos transversales.

Los frescos de la bóveda están divididos en tres sectores: el primero lo forma la faja de lunetos que corre a lo largo de la parte superior de las paredes de la capilla; el segundo sector lo constituye la serie de tronos arriba de los lunetos con los penachos a lo largo de los lados menores de la capilla; el tercero lo da la zona mediana con las escenas de las nueve historias bíblicas donde Miguel Ángel va a centrarse para representar los orígenes del mundo y del hombre y su caída en el pecado.

La estructura de los frescos de a bóveda sigue nueve escenas del Génesis. Cada una de las escenas merece un estudio detenido. Es estremecedor la de la creación de los astros y tierra con Dios extendiendo sus brazos en actitud de sembrador de astros. También la figura del Creador navegando por los espacios en huida a otros universos. Y resalta sobre todo la escena de la creación del hombre donde aparece retirando su mano, de tacto divino, de la criatura más hermosa de la creación, el hombre, Adán.[52]

Las escenas a veces guardan cierta independencia del texto bíblico. Así, Eva brota del cuerpo de Adán, pero ya adorante, con femenina piedad hacia el Creador. Las escenas continúan con más de trescientas figuras. El tamaño de los frescos es distinto. La primera pintura es pequeña y está enmarcada por cuatro ignudi y dos medallones de bronce donde se muestra el esbozo de una escena. En la segunda pintura se representa en el mismo espacio que la anterior pero esta vez, también sobre lo que sería el marco de los desnudos y los medallones, por lo que esta escena es más grande que la anterior. Y así se alternan las escenas, una pequeña, y luego una grande.

Otra cuestión fue que Miguel Ángel pintó la escena del Sacrificio de Noé antes del Diluvio, cuando se sabe que el Sacrificio que hizo fue precisamente para dar gracias a Dios por haberse salvado del Diluvio y porque este hubiese terminado. Esto lo hizo probablemente, porque el espacio grande necesitaba ser usado por el Diluvio para resaltar este aspecto.

 

La Embriaguez de Noé

                                                    
                                                    El pecado original y expulsión del Paraíso


                                                                La creación de Eva


4.2.1.2.1 Las nueve historias del Génesis

Estas escenas ocupan el área central de la bóveda y atraen la mayor atención del público. En esta sección rectangular se encuentran narradas nueve escenas del Génesis, pudiendo agruparse en trípticos: las tres primeras historias desde el altar hablan de la Creación del Mundo; las tres siguientes, de la Creación del Hombre y de su expulsión del Paraíso; y, las tres últimas, ilustran la historia de Noé. Algo raro en el orden de los frescos es que, al entrar a la capilla por la puerta principal, la primera escena que vemos pintada es la de La embriaguez de Noé, en otras palabras, las escenas están pintadas en el orden inverso.[53]

Los nueve paneles de la bóveda quedan así distribuidos: Los seis primeros relatan la creación del mundo: la separación de la luz y las tinieblas, la creación de las plantas y los astros, la separación de las aguas y la tierra, la creación de Adán, la creación de Eva y el pecado con la expulsión del paraíso y los tres siguientes relativas al diluvio universal y la historia de Noé.

Las escenas que vamos a exponer en orden bíblico son las siguientes:

La separación de la luz y las tinieblas: (Génesis 1, 4: Entonces dijo Dios, haya luz y la separó de las tinieblas). Con una gran originalidad en el escorzo, las dos manos separan la noche del día, como si fuese un atlante, Dios, soporta el peso del cosmos.[54] Según el Génesis, en el primer día de la creación, Dios separó la luz y las tinieblas. Miguel Ángel representa a Dios apartando las tinieblas con la mano derecha y dando forma a la luz con la izquierda. Se alternan en estas escenas algunos desnudos masculinos llamados ignudi los cuales dan un toque sensual a la obra, y algunos medallones que representan otros momentos en la historia de la Biblia, pintados como si tuviesen un grabado imitando el bronce. Domina la atmósfera preñada de luz y tinieblas entremezcladas, entre las cuales yergue,con la poderosa masa plástica de su cuerpo, la figura del Creador movido con un dinamismo impetuoso que a tensión a todo el conjunto.

La creación de las plantas y los astros: (Génesis 1, 7-11:  Y dijo Dios produzca la tierra toda clase de frrutos).  Este panel, se representan el tercer y cuarto día de la creación, la figura de Dios de espaldas crea las plantas y el lado de frente con un gesto poderoso crea los astros, la doble presencia quizás alude a la omnipresencia del Creador.[55]​ En el tercer día, Dios creó la vegetación, que Miguel Ángel representa a la izquierda del panel. En el cuarto día creó el sol, señalando con el índice de la mano derecha, y la luna, indicad con la otra mano.

La separación de las aguas y la tierra: (Génesis 1, 9: Y dijo Dios haya firmamento y lo separó de las aguas). En este panel Miguel Ángel vuelve al segundo día de la creación, en el que Dios separó las aguas y la tierra mediante el firmamento. En la parte inferior de la escena se ve el océano antes de a creación de la tierra al tercer día. Aquí representó a Dios volando con los dos brazos extendidos para mostrar la energía en sus manos y dando orden para la separación de las aguas y la tierra.[56]

La creación de Adán: (Génesis 2, 26: Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza). Nadie como Miguel Ángel había sabido plasmar la creación de la vida humana con tanta sencillez y fuerza este misterio, la feliz idea de transmisión por contacto de los dedos.[57] En este célebre panel, Dios se representa acompañado por sus seis ángeles, en el momento en que transmite con el índice de la mano derecha el soplo de la vida al primer hombre, Adán nacido del barro y el aliento del Espíritu, cuya perfección física refleja la de Dios. La inspiración de Miguel Ángel pudo venir del himno medieval Veni Creator Spiritus donde se pide que el dedo de la mano paterna derecha (digitus paternae dexterae) dé a los fieles amor y corazón. Existe un contraste entre la estructura esférica del manto que envuelve al Creador con todos los ángeles y el alargar la línea de su cuerpo hacia Adán, rebosando energía y una dinámica violenta. Adán en cambio, muestra una soberbia belleza con unas formas armónicas e indolentes dando la mano para encontrar la vida.[58]

La creación de Eva: (Génesis 2, 21: Entonces Yahvé Dios hizo caer un sueño profundo sobre Adán y, mientras este dormía, tomó una de sus costillas y cerró la carne en su lugar). El Génesis cuenta que Dios llevó a Adán al jardín del Edén y allí, tras hacerlo caer en un profundo sueño, le extrajo una costilla de la que formó una mujer, Eva, la madre de todos los vivientes. Migue ángel muestra ala primera mujer ya formada prosternándose ante Dios. Del costado de Adán surge Eva con las manos en posición de rezar a Dios, su creador. Destaca la orden imperiosa de Dios llamando hacia sí a la mujer. La desnudez de Eva carece de seducción, el cuerpo presenta una gran pesadez y el rostro está realizado con trazos gruesos pareciéndose a una matrona romana, mientras Adán se muestra con un rostro tranquilo y con una sensación de dulzura en su sueño.[59] Como modelo para esta representación el artista se inspiró en las esculturas que había visto en el año 1494, realizadas por Jacopo della Quercia para la puerta Magna de la basílica de San Petronio de Bolonia. Se puede observar en este fresco la simbología de los cuatro elementos, en el suelo rocoso, la tierra, en el fondo una superficie de agua azul, el aire en toda la pintura y finalmente el fuego en el color rojo de la túnica de Dios.[60]

El pecado con la expulsión del paraíso: (Génesis 2, 4). El panel contiene dos escenas en una sola estructura con intenso dramatismo. A la izquierda la serpiente enrollada en el árbol de la vida da a Eva el fruto prohibido, que Adán también toma. A la derecha, un ángel con la espada desenvainada expulsa a la pareja del paraíso. Desde esta zona se encuentra la segunda fase de la pintura, así se cree que una vez retirados los andamios Miguel Ángel pudo contemplar desde la distancia el efecto de sus pinturas, y en consecuencia, se ve un aumento en la medida de las figuras, así como la disminución del número, naturalmente también es la necesidad ilustrativa en las siguientes escenas para las historias que cuenta. Esta escena corresponde a dos narraciones el pecado original y la expulsión del Paraíso, con un equilibrio perfecto y una torsión de las figuras en contraposto, aquí se ve una clara alusión a Masaccio en comparación con su pintura Los primeros Padres.[61]

La Embriaguez de Noé (Génesis 9, 23). Se observa a Noé embriagado y dormido, Cam avisa a sus hermanos Sem y Jafet, que con su manto tapa la desnudez de su padre. El aspecto escultural de las figuras y su aptitud clásica revelan la influencia de los relieves antiguos.[62]​ Aquí el artista atiende sobre todo al desnudo humano, estudiado en la belleza y variedad de actitudes que le son propios. El artista logra así crear escenas de intensa plasticidad y, al mismo tiempo, dar la visión de una humanidad grandiosa, heroica y trágica a la vez.

El Diluvio Universal (Génesis 7, 18). El pintor representó la escena con un gran dramatismo, se aprecia en los rostros la angustia y el horror delante de la furia de los elementos, según Ascanio Condivi, primer biógrafo de Miguel Ángel, esta fue la primera escena que pintó en la bóveda, le sirvió a Miguel ángel como experimento y las dificultades que pasó con la pintura le hicieron decidir trabajar solo, sin ayudantes. Las figuras en posiciones diversas muestran violentos escorzos.[63] La escena poderosa tanto en su conjunto como en la fuerza de ciertos detalles llegan a formar la imagen de una humanidad gigantesca y doliente, trágicamente sometida a la fatalidad del pecado pero con a esperanza de recibir la gracia divina.

El Sacrificio de Noé (Génesis 8, 20). Esta escena es la más académica, con un gran ritmo de composición y con una perspectiva rigurosa que se resalta con la posición en esquina del altar del sacrificio, las figuras están ordenadas dentro de una geometría ovalada.[64]

 

La creación de Adán 


                                                        La creación del sol y las plantas
 

Uno de los ignudi de Miguel Ángel

4.2.1.2.2 Los desnudos o ignudi

Los adolescentes desnudos, ignudi, representan las anillas entre el hombre y lo divino, son la equivalencia de los ángeles de la tradición cristiana y el de los amores de la tradición platónica. Los desnudos enmarcan las historias bíblicas y en ellos el artista ha transfundido el sentido heroíco y la vitalidad del hombre, cargándolos al mismo tiempo con el tormento y la tribulación espiritual de su alma.

Según la iconografía los ignudi pueden representar los putti del siglo XV, ya que los putti acostumbraban a tener la misión de sostener blasones, es decir, los medallones que ahora sostienen los desnudos de Miguel Ángel.[65]

Los ignudi son como los atlantes de la Creación. Aparecen en tonos sombríos incluso antes del primer pecado. Hay en ellos un recuerdo muy fuerte del clasicismo griego y a la vez un tormento interior que les hace adoptar las actitudes más desoladas.

Los ignudi los realizó con potentes anatomías y todos presentan una actitud diferentes, con gran variedad en el juego de brazos y piernas, se inclinan hacia atrás o hacia delante en una libertad total, con una clara relación de los conceptos platónicos de la Belleza y de Eros, se le ha dado una interpretación de símbolo sensual o de una esclavitud.[66]


La muerte de Urías

4.2.1.2.3 Los medallones

Otros de los elementos soportes son los medallones. Son diez los escudos circulares que están sostenidos por los ignudi. Las figuras de los medallones responden a pequeñas escenas bíblicas y son pintadas para parecerse al bronce y con pan de oro. Cada uno de ellos está decorado con un cuadro extraído del Antiguo Testamento o Libro de los Macabeos. El tema en casi todos los casos es de los más vergonzosos episodios bíblicos, con la única excepción del de Elías que se elevó al cielo en un carro de fuego, dejando a Eliseo en un estado de desesperación.[67]

En cuatro de los cinco medallones más acabados, el espacio está lleno de cifras. La aplicación del oro sirve para limitar los frescos.

En algunos frescos realizados por Perugino también se había empleado el pan de oro para destacar los pliegues de las túnicas, Miguel Ángel los empleó en los medallones quizás inspirado en los que aparecen en un arco triunfal romano de un episodio de Moisés realizado por Botticelli.

La técnica que usó es inusual en fresco, y puede ser original en su empleo a esta escala, pero no es única. Utilizó la misma técnica que se empleó para decorar escudos en desfiles (una serie de escudos decorados por esta técnica se muestran en el Victoria and Albert MuseumLondres). El color (en este caso rayado en ocre rojo con negro) consigue los tonos medios de la composición. Los bordes de la sombra están pintados a continuación, o más bien, dibujados con un pincel de una manera muy lineal que define los contornos de las formas. Destaca la luminosidad de los colores y contornos que, por lo general se dibuja con tiza blanca o finamente pintados en pintura blanca. Pero en este caso, el pan de oro sustituyó a la pintura blanca y se aplicó exactamente como si se hubiera basado en el mismo método de definición de contorno como el negro de líneas.



Detalle de Destrucción de la imagen de Baal

Las escenas bíblicas que recogen los diez medallones son las siguientes:

Sacrificio de Abraham, (Génesis 22, 9)

Destrucción de la imagen de Baal, (2 Reyes 10,25)

Exterminio de la tribu de Acab, (2 Reyes 10,17)

Muerte de Urías, (2 Samuel 11, 24)

Natán y David, (2 Samuel 12, 17)

Muerte de Absalom, (2 Samuel, 18)

Joab da muerte a Abner, (2 Samuel 3, 27)

Muerte de Joram, hijo de Acab (2 Reyes 9, 21)

Elías sobre el carro de fuego, (2 Reyes 2)

                                             
                                                    La serpiente de bronce


                                                                                David y Goliat

            

El castigo de Amán


                                                                            Judit y Holofernes


4.2.1.2.4 Las escenas de las Pechinas

Miguel Ángel quiso resumir el Antiguo Testamento con algunas escenas en los lunetos o pechinas como los antepasados de Cristo. También están las escenas de las pechinas de las esquinas las cuales podrían resumirse en los cuatro momentos decisivos de la salvación del pueblo de Israel. Son cuatro historias del Antiguo Testamento que marcaron el destino de Israel y de todo el pueblo de Dios.

La serpiente de bronce. En la ejecución de esta pintura se advierten resonancias de la impresión que le causó a Miguel Ángel la visión del Laocoonte y sus hijos, escultura encontrada en Roma en el año 1506. La historia narra cuando en el éxodo del pueblo judío, tuvieron el ataque de una plaga de serpientes, Moisés intercedió delante de Dios para salvarlos, y Dios mandó la realización de una serpiente de bronce colgada en un palo, diciéndole: «Toda persona que haya sido mordida y la mire vivirá».

David y Goliat. Se muestra el momento de la decapitación por parte de David con la espada de Goliat, la figura del gigante se realizó con un escorzo muy forzado, que refuerza el momento tan dramático, con el contraste que ofrece la pintura blanca de la tienda de campaña colocada en el fondo de la composición.

El castigo de Amán. Pertenece también este grupo a la salvación de Israel, concentra un gran dramatismo con el desnudo en el centro de la escena, que es el equivalente a los Cautivos de la tumba de Julio II. La historia explica que Ester, una judía fue proclamada reina de Persia por el rey Asuero, mientras Amán, su primer ministro, intentó destruir el pueblo judío, cosa que impidió Ester, y colgaron a Amán en la estaca que él había mandado levantar para Mardoqueo.

Judit y Holofernes. Este episodio lo narró en tres escenas, en la parte izquierda un guardia se encuentra dormido, en la derecha se ve la figura de Holofernes yacente decapitado y en la parte central las figuras de Judit con su sirvienta vestida de color amarillo representativo de la Iglesia, por contraste con el color blanco de Judit símbolo de la pureza. Están cubriendo con una tela la cabeza de Holofernes, que transportan en una bandeja, (el rostro de la cual se dice que es un autorretrato del propio Miguel Ángel).[68]

 

 

Sibila Cumana

   
                                                            Detalle del profeta Zacarías

  
                                                                    Sibila Délfica

Detalle del profeta Jeremías


4.2.1.2.5 Los Profetas y Sibilas

La representación de los profetas del Antiguo Testamento y las Sibilas, ocupan, los espacios triangulares y son las figuras más grandes del conjunto de la obra de la bóveda, las sibilas y los profetas se enmarcan en la visión del anuncio del Mesías, encarnando las esperanzas de la humanidad cristiana. Las imágenes de los profetas y sibilas se imponen con la masa plástica de sus volúmenes creando una orquestación grandiosa y monumental.

Todos están sentados en grandes tronos de mármol y entre dos pilares con dos columnillas de oro cada uno. En los pilares de mármol están pintadas esculturas simuladas de pequeños amorcillos desnudos. Debajo de los profetas aparece el nombre en latín de cada uno. Los profetas hebreos representan la preparación de la nueva era espiritual.

En la representación de los profetas tiene en cuenta la calidad enfática, nupcial y casi desesperada del profetismo. Así, por ejemplo, Zacarías parece que está buscando con furia algo que no encuentra en el libro. Jeremías, el más dramático, es uno de los símbolos más grandiosos del pensador.

Las sibilas entraron a forman parte de la iconografía cristiana en la Edad Media. Miguel Ángel se remitió al libro Espejo histórico de Vincent de Beauvais, perteneciente a su obra Speculum Majus, donde las incluyó en el arte sagrado. Desde el siglo XVI están cada vez más representadas en la pintura italiana.[69]

Las sibilas son concebidas como profetas del cristianismo. Como adivinas se asocian con la esperanza en la llegada de Cristo. Miran estas mujeres con salvaje violencia, aunque se encuentren dentro de un clima renacentista, hojeando grandes libros. Hay ecos griegos en sus mantos de pliegues suntuosos y en sus cabezas, bellezas juveniles y ancianidades de delirantes visiones.

Estas sibilas debieron ser inspiradas por Lactancio que esplica las calidades proféticas de estas mujeres.[70] La intervención de las sibilas en episodios cristianos también la encontramos en los Autos de Gil Vicente. Destaca sobre todo la sibila Líbica. Según el historiador Freedberg es entre todas la que:... tiene más a un arquetipo de belleza constituido por la belleza física y la postura formal [...] Hay que considerarla como el desarrollo en sentido específico de una de las ideas, la de la belleza formal, que en otro lugar de la bóveda [...] habían aparecido como uno de los elementos de la serie que componían el sintético conjunto de una madura imagen clásica.[71] Las figuras se van alternando por pares:

Profeta Jonás. La figura de Jonás, se encuentra representada sobre el altar, acompañado por la ballena, tiene un movimiento más grande que cualquier otra figura, ultrapasado el lugar asignado.

Sibila Líbica. Esta sibila era la sacerdotisa del oráculo de Zeus en el desierto de Libia. Aparece cerrando su libro. Esta como posando en una actitud deliberada volviendo el dorso. Miguel Ángel utilizaba esta contorsión del cuerpo para darle más realce, como se utilizaba en el manierismo.

Profeta Daniel. El profeta Daniel, joven, se encuentra en actitud de escribir mientras aguanta el libro un pequeño putto.

Sibila Cumana. La ancianidad de la sibila de Cumas, con una postura solemne y miembros robustos armoniza con las representaciones de las figuras de los profetas, consiguiendo el suavizado y el equilibrio plástico con los tonos matizados del amarillo y el violeta junto con el monocromo del fondo. De la sibila de Cumas, dicen, que vivió nueve vidas humanas de ciento diez años cada una, concedidas por Apolo, cuando la sibila le pidió el deseo de vivir tantos años como granos de arenas cupiesen en su mano. Apolo se lo concedió, pero no la juventud, así que envejeció tanto que la pusieron dentro de una jaula en el templo de Apolo de Cumas. Por esta razón Miguel Ángel, la pinto como una vieja; también se puede ver uno de los ángeles colocado a su lado dándole un libro, esto alude a la tradición, según la cual, la sibila ofreció nueve libros proféticos al rey Lucio Tarquinio el Soberbio, por un alto precio, al no aceptar el rey esta cantidad, la sibila fue quemando los libros hasta que solo le quedaban tres, fue entonces cuando el rey acepto pagar por ellos la cantidad inicial. Los libros sibilinos, fueron llevados al templo de Júpiter, donde permanecieron hasta el año 83 a. C. que fueron destruidos por un incendio.[72]

Profeta Isaías. Isaías se apoya en su libro, inclinado sobre la visión de las cosas divinas, él ha visto el triunfo del pueblo israelita, la liberación de Babilonia y la llegada de Cristo.

Sibila Délfica. La pitonisa del oráculo de Delfos fue la primera de las cinco sibilas. Se aprecia en su rostro una alternativa propia del manierismo que contrapone la serenidad clásica de la sibila de Cumas con la nueva sensibilidad más femenina representada por esta sibila, que es una de las figuras femeninas más bellas pintadas por Miguel Ángel, y para ella recurrió a la composición helicoidal formada por la torsión del cuerpo hacia la izquierda mientras la cabeza junto con la mirada gira en sentido contrario.[73]

Profeta Zacarías. Considerado uno de los profetas menores, está representado como un anciano con grandes barbas blancas y leyendo un libro. Según Vasari el profeta parece "buscar alguna cosa que no encuentra en el libro". La postura de Zacarías permite que se vean los dos angelotes asomados para ver las Escrituras.

Profeta Joel. La figura de este profeta se hace solemne por su penetrante mirar y la gran concentración hacia el rollo desplegado.

Sibila Eritrea. Nombrada también sibila Herófila, se dice que fue la adivinadora de la Guerra de Troya, y que realizó composiciones poéticas con acrósticos sobre hojas de palmera. Está representada como una mujer joven y se encuentra sentada girando su cuerpo hacia un libro. Continuó el pintor realizando las figuras femeninas con aire viril y fuertes volúmenes, el ángel del fondo se encuentra sosteniendo una antorcha que simboliza la iluminación de la inspiración.[74]

Profeta Ezequiel. Representado como un anciano corpulento que está hablando con el joven que se encuentra a su lado, el punto de mira de la composición se centra en la mano abierta de Ezequiel. El color rojo de la túnica proporciona el efecto de un cuerpo vigoroso a pesar de la edad que representa.

Sibila Pérsica. Resalta particularmente de esta sibila el cuerpo atlético y la actitud de estatua junto con el efecto de contraluz de su cabeza, el perfil de la cual en la sombra contrasta con la claridad de su ropaje, la representa como una mujer anciana enmarcada dentro de una composición circular.

Profeta Jeremías. En esta figura lo que más llama la atención es la gran concentración del personaje, su forma compacta y recogida expresa la dimensión de su pensamiento.

 


 Pareja de figuras simulando bronce

 

4.2.1.2.6 Las figuras desnudas de bronce

Situados en la misma franja donde se encuentran las representaciones de los profetas y las sibilas en los triángulos sobre los antepasados de Cristo, Miguel Ángel pintó unas figuras en parejas de desnudos simulando bronce.

Estas figuras se cree que simbolizan a los demonios y están separadas entre ellas por un cráneo de carnero, símbolo de la muerte y el pecado. Todas las parejas se encuentran en posiciones diferentes.[75]

Los Antepasados de Cristo

Debajo de los Profetas y las Sibilas se encuentran los lunetos donde están los nombres de los antepasados de Cristo según el Evangelio de Mateo (Mat 1,1-16), y escenas sobre estos. También en las enjutas laterales hay algunas escenas de ellos. Son grupos menos dramáticos y en estos frescos se completan las trescientas figuras que componen toda la representación de la bóveda de la capilla Sixtina.

 


Triángulos con las imágenes de Ezequías y Roboam con Abias

 

Representaciones en los ocho triángulos:

Josías

Zorobabel

Ezequías

Azarías

Roboam y Abias

Salomón

JeséDavid y Salomón 

Betsabé madre de Salomón


Luneto con Aquim y Eliud


La representación en los lunetos:

Eleazar y Matan

Jacob y José

Azor y Sadoc

Aquim y Eliud

JosíasJeconías y Salatiel

ZorobabelAbihud y Eliachim

EzequíasManasés y Amón de Judá

OzíasJotán y Acaz

SalomónBooz y Obed

Naasson

Amminadab

FaresHesron y Aram

AbrahamIsaacJacob y Judá

 


            4.2.1.3. Análisis de su obra

Muchos autores han sido los que han tratado de analizar la obra de Miguel Angel. Vamos tan solo a referirnos a algunos de los más sobresalientes:

Vasari escribió sobre la bóveda de la capilla Sixtina: … una realización personal que, entre las difíciles y bellas, es bellísima y dificilísima.

Delacroix dijo: ... si su estilo ha contribuido a corromper el gusto, su imitación y ejemplo han exaltado y elevado sucesivamente por encima de sí mismo a todas las generaciones de pintores que le han sucedido.[76]

Julio E. Payró: Y esto es lo que hizo Miguel Ángel cuando se vio obligado a pintar, desentenderse en gran medida de otros elementos, por ejemplo el paisaje, que utilizaban los pintores de vocación. Nunca se siente más cómodo ni consigue una grandeza más grande que cuando se permite presentar la figura exempta, como si fuese una estatua en el espacio, sin ningún fondo pictórico. Véase la potencia que consigue cuando representa la Creación del mundo o la Creación de Adán.[77]

Teresa Camps, expone en la redacción de La tensión creativa de un transgresor que, la figura humana es la protagonista indiscutible de la obra de Miguel Ángel, es su propio lenguaje visual preferentemente en el terreno de la escultura, cuando su obra es pictórica excluye el lugar donde se sitúa, se aprecia en las pinturas murales donde la figura es la protagonista, casi nunca se encuentra en un paisaje natural, siempre es el vacío o en un marco arquitectónico. Consiguió en sus representaciones un modelo humano enérgico, vital y expresivo, con sentimientos y pasiones, manteniendo la energía y aspecto viril para el cuerpo femenino, así se encuentra en el rostro de la mujer un reflejo del pensamiento y la tensión de su vida interior, más que la belleza ideal. Humanizó la divinidad y dio rostro a los personajes míticos o bíblicos incluyendo a Dios, pues a Miguel Ángel es debida la imagen iconográfica del Dios creador.[78]

 


                               4.2.1.4. La influencia de su obra

 Las pinturas realizadas por Miguel Ángel en la capilla Sixtina fueron el símbolo de la pintura renacentista, el principio del manierismo; el pintor florentino Jacopo Carrucci, conocido como Pontormo, estuvo claramente influido por las pinturas de Miguel Ángel: las posturas, los gestos, la belleza de sus desnudos y el refinamiento cromático sobre todo en El descendimiento de la Cruz (1526-1528) de la capilla de Capponi en Florencia, se aprecia el aire miguelangelesco, las figuras de jóvenes, vestidos con telas de lívido colorido y por encima de todo, la belleza de los rostros, recuerdan a los ignudi de la bóveda de la capilla Sixtina.[79]

Rosso Fiorentino, compañero de Pontormo y alumno de Andrea del Sarto, fue otro pintor seguidor de Miguel Ángel que siguió las líneas y colores de las pinturas de la bóveda de la Sixtina. Donde se aprecia mejor esta influencia es en sus obras del Descendimiento de la Cruz y Moisés y las hijas de Jetro.[80]

Entre otros artistas en los que se puede observar la influencia directa de Miguel Ángel en su trabajo son Andrea del SartoCorreggioTintorettoAnnibale CarracciPaolo Veronese y el Greco.Vasari afirmaba que se llegaba al arte por la imitación a la «manera» (manierismo) de los maestros; este autor vio en Miguel Ángel a un mensajero de Dios que había venido a la Tierra para realizar la perfección absoluta. Gracias a Pietro Aretino, al final, admitió conceptos artísticos diferentes de los de Miguel Ángel y el fracaso de los que quisieron contentarse con imitar el estilo.[81] Además, no abundan los pintores «ni tan solo entre los más originales (...) en los que la invención no sea más o menos una forma de recuerdo».[82]

Gabriele Bartz y Eberhard König dijeron de los ignudi que «no hay ninguna imagen que haya tenido un efecto más duradero en las generaciones siguientes que la de los ignudi. A partir de aquí se pueden ver en innumerables obras decorativas, ya sean pintados, realizados en estuco o incluso esculpidos».[83]

 

  


  

4.2.2 EL JUICIO FINAL


El Juicio Final, mural realizado para decorar el ábside de la Capilla Sixtina, viene a ser la culminación de la obra de Miguel Ángel. Miguel Ángel empezó a pintarlo 25 años después de acabar de pintar la bóveda de la capilla.

El Juicio Final fue pintado por Miguel Ángel entre 1536 y 1541, tras el Saqueo de Roma de 1527 por las fuerzas mercenarias del Sacro Imperio Romano Germánico, que terminaron con el Renacimiento romano, poco antes del Concilio de Trento. El trabajo fue hecho en una gran escala, y ocupa toda la pared este, situada tras el altar de la capilla. 

El Juicio Final es una representación de la segunda venida de Cristo y el Apocalipsis. Las almas de la humanidad se elevan o descienden, juzgadas por Cristo. La pared en la que El Juicio Final está pintado se inclina ligeramente sobre el espectador en su parte alta, y está pensado así para que el fresco infunda temor y respeto al poder de Dios. A diferencia de los otros frescos de la capilla, las figuras son muy musculosas y parecen algo torturadas, incluso la Virgen María, en el centro junto a Cristo, parece estar encogida.

El Juicio Final fue objeto de disputa entre el cardenal Gian Pietro Carafa y Miguel Ángel. Como representó figuras desnudas, el artista fue acusado de inmoralidad y obscenidad. Carafa y Monseñor Sernini (embajador de Mantua) organizaron una campaña de censura (conocida como la "campaña de la hoja de parra") para borrar los frescos. Cuando el maestro de ceremonias del papa, Biagio da Cesena, dijo que era vergonzoso que en un lugar tan santo se hubieran representado todas esas figuras desnudas, y que era una decoración propia de un baño público o de una taberna, pero no de una capilla papal,[84] ​ Miguel Ángel le representó en el fresco como Minos, el juez del infierno. Se dice que cuando Cesena se quejó al Papa, el pontífice respondió que su jurisdicción no incluía el infierno, por lo que el retrato se mantendría. Los genitales del fresco fueron cubiertos más tarde por el artista Daniele da Volterra,[85] ​ al que este trabajo le hizo ganarse el apodo de "Il Braghettone" ("El Pintacalzones").

Todo gira en torno a la figura de Cristo Juez. Centenares de cuerpo giran en dirección ascendente y otros descendente. Quienes se proyectan sobre el cielo azul de lapislázuli no son solo los condenados, sino también los salvados, los doctores de la Iglesia, los santos sin sus aureolas y los ángeles sin sus alas.

Todos los hombres se ven acosados por el juicio de Dios. Falta la Iglesia, con sus instituciones, sus ritos y su mediación. Y quizás fue esto lo que provocó más reacción incluso escándalo, junto a los desnudos.[86]

 

 


4.2.2.2. Descripción del tema y personajes

El Juicio Final es para Miguel Ángel el cierre de su obra pictórica. Si en la bóveda se había centrado en la belleza y genialidad de los orígenes y la abrupta caída por el pecado, ahora culminará su obra con el misterio de Cristo y su culminación final. Así el conjunto deja ver a Cristo como el alfa y omega, a quien se dirige toda la creación y redención, el destino final.

El Juicio Final es un enorme conjunto pictórico al fresco de género religioso cuyo tema es el Juicio Final, extraído de la Apocalipsis según San Juan. La estructura presenta una vez más la grandiosa y poderosa orquestación de un conjunto bien organizado en torno a la figura de Cristo. Su concepción, aunque e enorme complejidad hace gala de una asombrosa concepción unitaria en e sentimiento a la vez heroico y dramático.

 La figura del Cristo en el centro da impulso a todo un movimiento rotatorio de todo el cosmos que en su derredor se distribuye. Pero el conjunto que ya se había representado en el tema clásico de bienaventurados y condenados (a representación simbólica de Dante en la Divina Comedia), adquiere en el genial artista un ritmo nuevo envuelta en grandiosidad y terribilidad a la vez. Ninguna estructura arquitectónica se introduce esta vez para separar los grupos de las personas o episodios del único acontecimiento: el Juicio. Una atmósfera universal y cerrada domina en la grandiosa escena, como para subrayar la sentencia final del juicio universal como cierre de toda la historia humana.

 


4.2.2.2.1 El conjunto central

Cristo. Es el centro de la obra. Con un enérgico y aterrador movimiento separa a los justos de los pecadores. Tiene marcadas las manos y los pies como evidencia de los clavos que le fueron puestos durante la crucifixión, y una herida en el pecho producto de haber sido atravesado por una lanza de un soldado romano. Es uno de los pocos Cristos que se han pintado con una expresión de enojo e ira.

María. Junto a Cristo está María. Temerosa, se esconde junto a su hijo asustada por el movimiento violento que hace. Detrás de ellos hay un destello de luz así que reciben todo el enfoque además porque se encuentran en el centro.

Alrededor a ellos están varios santos, representados sin perspectiva alguna, rodeándolos por todas partes. Algunos parecen estar asustados por la acción que acaba de hacer Cristo, y otros están inquietos. Para reconocerlos, Miguel Ángel los pintó con sus característicos complementos o con los objetos con los que fueron mártires.

San Pedro. Tiene en sus manos las llaves del Reino. Aparece a la izquierda de Cristo a quien mira y entrega las llaves del Reino que se le confió cuidar y velar en la tierra. Las llaves aparecen rotas y sin anillos. El príncipe de los apóstoles es representado en su vejez y esperando con ansiedad el veredicto final.

San Pablo. Se le reconoce por su barba gris y su aspecto ceñudo. Aparece a la derecha llevando la palma del martirio.

San Andrés. Sostiene una cruz en forma de "X", símbolo de su martirio.

San Bartolomé. Tiene una piel en su mano ya que este mártir fue despellejado. Según la tradición, se dice que Miguel Ángel pintó su cara en la piel despellejada del mártir como signo de que él creía no merecer el Cielo, pues estaba atormentado.

Santa Catalina. Usa la rueda de púas de su martirio para evitar el paso a los pecadores que intentan llegar al Cielo.

San Sebastián. Tiene sostenidas las flechas de su martirio.

San Lorenzo. Sostiene la parrilla de su martirio.

San Blas. Sostiene los dos rastrillos de carda de su martirio.

 


 

4.2.2.2.2 Los ángeles

Debajo de este grupo central de Cristo, María y los Santos, se encuentra un grupo de ángeles con sus trompetas. Según el Apocalipsis, se supone que eran 7 trompetas, aunque aquí parece haber 8. Otros 2 ángeles sostienen el Libro de la Vida y el Libro de la Muerte, donde están los nombres de los salvados y los condenados respectivamente. Los ángeles luchan para salvar los cuerpos resucitados que están a punto de ser arrastrados al abismo. Toda la escena se centra en el misterio de la resurrección de la carne. En la zona inferior centra los ángeles del Apocalipsis despiertan a los muertos al son de sus largas trompetas. Sus rostros expresan inquietud.

 



 

4.2.2.2.3 Las multitudes laterales

Volviendo al grupo central, estos a su vez están rodeados de una gran multitud donde se encuentra gente común. Muchos están en un ambiente de relativo pánico, no saben qué hacer. Entre el tumulto, muchos están encontrando a sus familiares y amigos, y están realmente felices, algunos llegan a conmoverse, reflejado en sus lágrimas.

 

 


4.2.2.2.4 La parte inferior

En la mitad inferior del fresco, las multitudes se dividen en 2: los que están ascendiendo al Cielo, que se encuentran al lado izquierdo y los que descienden a las tinieblas, al lado derecho.

Las personas que ascienden son las que estaban en la Tierra en el momento en que Cristo llama a todas las personas. Muchos están resucitando y son representados como cadáveres. Algunos ángeles ayudan a subirlos al Cielo, y más adelante, las mismas personas ayudan a otras a que asciendan. En la Tierra hay algunos demonios escondidos en cuevas. Algunos demonios intentan evitar que las personas asciendan al Cielo.

 



4.2.2.2.5 El Infierno y las tinieblas

Del lado derecho están los condenados que están siendo arrojados por ángeles y algunas personas a las Tinieblas. Muchos caen y parecen realmente estar muy desesperados. Varios son obligados a subir a la barca de Caronte con la más espantosa de las violencias. Caronte es uno de los monstruos más horribles en el cuadro. De la barca, los condenados son tirados por algunos demonios a las Tinieblas. Ahí está Minos, cuyos genitales son mordidos por una serpiente, y según la historia, tiene la cara y las facciones de uno de los sacerdotes que criticó al fresco cuando Miguel Ángel lo mostró. Los ríos de fuego y azufre les esperan.

 

 



4.2.2.2.6 Los lunetos superiores

Además, hay 2 lunetos en la parte superior del fresco ajenos a la situación que se vive. En el luneto izquierdo, algunos ángeles llevan la cruz de Cristo, la corona de espinas y los clavos de la Pasión. En el luneto derecho, otros ángeles llevan la columna de la flagelación de Cristo.

 


4.2.2.7. El controvertido estilo

Como todas las obras de Miguel Ángel, sus personajes manifiestan la típica terribilitá o fuerza sobrehumana muy visible en la figura de Cristo. Los numerosos desnudos de descomunal tamaño permiten apreciar su preferencia por el Canon hercúleo, con una musculatura muy desarrollada, superior a la de las figuras de la bóveda.

La composición es un remolino caótico que acentúa la angustia y la fatalidad de la escena. Las figuras se amontonan en un torbellino, todas en primer plano, sin perspectivas ni paisajes, y todas ellas retorcidas y desequilibradas, buscan posturas inestables y forzadas, enriqueciendo el contrapposto clásico.

Sus colores se oponen drásticamente a la armonía cromática del clasicismo renacentista, son muy vivos y contrastados (ácidos) y el acabado busca intensos contrastes de luz y sombra. 

 



4.2.2.8. Las reacciones que ocasionó 

En 1535, el papa Paulo III encargó a Miguel Ángel, el más grande fresco jamás pintado que trataría sobre el Juicio Final y que se ubicaría en la pared del altar de la Capilla Sixtina. El tema estaba relacionado con lo que había sucedido en la Iglesia en los años precedentes: la Reforma Protestante y el saqueo de Roma. Por eso se intentaba representar a la humanidad haciendo frente a su salvación.

Una vez terminada, en 1541, la pintura provocó el escándalo y las críticas más violentas, pues se consideraba vergonzoso que en tan sagrado lugar se hubiesen representado tantas figuras desnudas, especialmente algunas parejas cuyas posturas podían parecer comprometidas. Según algunos obispos, el fresco no correspondía a un recinto tan sagrado como la Capilla sino a una taberna.

Se acusó a Miguel Ángel de herejía y se intentó destruir el fresco. Aunque el papa Julio III era tolerante y no se preocupó de los desnudos, a su muerte se decidiría la «corrección» del fresco colocando paños de pureza a todos sus personajes.

La persona que se ocupó de esta labor, por orden de Pío V, fue Daniele da Volterra, discípulo de Miguel Ángel, a quien, por este trabajo se colocó el sobrenombre de «Braghettone» (Pintacalzones); Daniele murió dos años después de iniciar el trabajo, sin haberlo terminado.

Más adelante, en 1570, cuando Miguel Ángel ya había fallecido, El Greco propuso repintar el Juicio Final pero esta vez, acorde a las ideas de la Contrarreforma. Pero para ese entonces, el fresco del Juicio Final ya era tan aceptado entre los religiosos que el Greco tuvo que abandonar Roma por decir tal locura.

La influencia del Juicio Final en otros artistas europeos posteriores fue enorme. Su visita era obligada para los que podían costearse el viaje a Roma, y se difundió mediante grabados debido a artistas como Giorgio Ghisi y Martino Rota. 

 


4.2.2.9. El escándalo por los desnudos

El escándalo de los desnudos fue sin duda el mayor. Al ser elegido papa, Pablo VI dejó a Miguel Ángel sin sus pingües emolumentos y llegó a acariciar la idea de destruir el fresco del Juicio Final. Habiendo sabido Miguel Ángel de tal intención repicó: “Decidle al papa que éste es un asunto pequeño y que se puede arreglar fácilmente; que arregle él el mundo, pues las pinturas se arreglan enseguida.”. Fue Pío IV quien ordenó el célebre imbraghettamento, el cubrimiento de los órganos sexuales de las figuras con tela pintadas. En 1563, el concilio de Trento, se había aprobado un decreto que regulaba el uso de imágenes, especificando que no debía haber en ellas nada profano y nada deshonesto, y el papa, apenas dos meses después de la clausura del concilio, decidió aplicarlo a los frescos de la capilla Sixtina.

Como ya se ha dicho, el hecho de que un número tan elevado de personajes apareciesen totalmente desnudos en un recinto para el culto escandalizó a parte de los responsables de la Iglesia en Roma. Uno de los que más expusieron la indecencia de la pintura fue el maestro de ceremonias Biaggio de Cesena al que el Mismo Miguel Angel representó en el infierno.

Se comenta que Miguel Ángel se enojó enormemente, no solo por alterar la escena inicial, sino también por la imposibilidad de recuperarla a su estado original, dado que las ropas que cubren los cuerpos están pintadas utilizando la técnica del óleo, mientras que toda la pared lo está al fresco.

Pero Biaggio de Cesena tuvo su castigo: En la parte inferior derecha de la escena, a la entrada de los infiernos, Miguel Ángel representó a Minos, el rey del Infierno, desnudo, con orejas de burro, una serpiente enroscada a su cuerpo y con los rasgos faciales de Biaggio de Cesana.

Dicen que el prelado acudió lloroso al papa Paulo III para pedirle que ordenase a Miguel Ángel que lo retirara del mural, y que éste, con un gran sentido del humor, le respondió lo siguiente: “Querido hijo mío, si el pintor te hubiese puesto en el purgatorio, podría sacarte, pues hasta allí llega mi poder; pero estás en el infierno y me es imposible."

Además, el Juicio Final está sobre el altar de la capilla, y cuando el sacerdote, en la celebración de la liturgia, dirige la mirada hacia el crucifijo que está situado en el mismo, tiene que dirigir inevitablemente su mirada hacia un punto del mural: la puerta que da acceso al Infierno.

Semanas después de la muerte de Miguel Ángel, el trabajo de cubrir los desnudos se confió a Daniele da Volterra (il braghettoni), que había estado junto al lecho del moribundo. A él se debe la ejecución de a primera censura, que consistió en cubrir las desnudeces de algunos personajes de más relieve, con intervenciones “en seco”. En caso de dos figuras, san Blas y santa Catalina, se destruyó una parte del enlucido original y se reemplazó por otro nuevo.

En siglos posteriores hubo muchas otras intervenciones, mucho menos delicadas y respetuosas con la obra de Miguel Ángel. No obstante, gracias a una majestuosidad que encajaba con la imagen triunfal de la Iglesia postridentina, la obra de Miguel Ángel en su práctica totalidad, fue conservada aunque con las desnudeces tapadas.


                                 


4.2.2.10. La última restauración

La última restauración se llevó a cabo recientemente a finales de la década de 1990. Con el paso del tiempo los frescos llegaron a adquirir un tono casi sombrío y algunos fragmentos se dañaron debido a la humedad. Es por ello que los frescos fueron repintados. Los restauradores del Vaticano decidieron aplicar una técnica que permitía recuperar la obra original de Miguel Ángel.[87] Los frescos recobraron así una un colorido y una nitidez que asombraron a los propios especialistas.

La limpieza de los frescos de Miguel Ángel iniciaron en 1980 y finalizaron en 1999. Antes de esto, de 1710 a 1714, el fresco recibió una capa de cola, la cual se creía que fijaría los colores y evitaría su descomposición, pero finalmente, terminó por adherir al muro todo el polvo y humo que había en la atmósfera de la Capilla. Además que la cola se oscurece con el tiempo, terminó por darle a la pintura un aspecto oscuro. Mucha gente pensaba que la obra de Miguel Ángel era así de oscura y opaca, cosa que se desmintió después de su reciente restauración. La solución consistió en la aplicación de bicarbonato de amonio y de sodio, desogen y carbosilmeticelulosa, entre otros químicos.

Se recuperaron así sus unos colores vivos y claros. Algunos críticos piensan que la restauración no recuperó el color original sino que aclaró las capas de pinturas, y que el color que se ve ahora es más claro que el que pintó Miguel Ángel. Miguel Ángel utilizó muchas técnicas cromáticas, aunque también fue característica su virtud por el claro-oscuro.




 Conclusión

Miguel Angel dejó en la capilla Sixtina una de las creaciones más extraordinarias de toda la historia del arte universal. Los frescos de la capilla son un verdadero cofre que resume el origen y destino de toda la humanidad. La Historia de la humanidad es un movimiento de ascensión en tensión inexhausta hacia la plenitud en Cristo final y recapitulación del cosmos. Así se recoge el principio y fin de la historia humana con la invitación de elevar nuestra mirada hacia el horizonte último, el Alfa y el Omega, Principio y Fin de todo lo creado.  

La capilla Sixtina es una auténtica obra maestra que cambiaría para siempre el mundo del arte. Pero su objetivo no era sólo ese. Lo que el solitario artista pretendía era tender un gigantesco puente espiritual, para unir lo que estaba dividido, unir al Creador con su creatura y con todo lo creado. Cristo era el puente que abrazara y abarcara todo, las distintas creencias, culturas y épocas.

Miguel Ángel logra una síntesis nueva en el arte y en el pensamiento como un puente tendido entre la humanidad y Dios, entre las dos creencias, el judaísmo y el cristianismo, y, quizá el más difícil de todos, entre cada persona y su ser espiritual. Pone también gran énfasis en la capacidad para armonizar aparentes extremos opuestos.

Unos ideales, en general, que nada tenían que ver con los de la Iglesia que en consecuencia trató de eliminarlos. Armonizar polos opuestos, equilibrar extremos, comprender el poder de la esencia oculta interior de los objetos atrajeron con fuerza no sólo a las mentalidades religiosas de la Antigüedad, sino también a las mentalidades artísticas e incluso científicas de todos los tiempos.




ANEXO

 La simbología en la obra de Miguel Ángel

La obra de Miguel Ángel encierra todo un simbolismo difícil de interpretar. Para Miguel Ángel, el marco arquitectónico falso que creó para la bóveda de la Sixtina le permitió expresar no sólo la correspondencia entre lo divino y el arquitecto humano, sino también ilustrar un principio importante de la unidad armonizadora cabalística.[1]

Con el paso de los siglos, sus mensajes, todo lo visible y lo invisible, se han visto oscurecidos, malinterpretados, censurados, ignorados y olvidados, para salir de nuevo a la luz en nuestra época. Buonarroti rezó en una ocasión:  «Señor, concédeme el don de desear siempre más de lo que pueda conseguir».

El mensaje de la bóveda

La bóveda ilustra que Dios creó un mundo perfecto y puso en él a la humanidad, la humanidad cayó en desgracia y fue castigada con la muerte, y con la separación de Dios. Los cinco profetas con las cinco sibilas a manera de Decálogo suponen un anticipo a la venida de Cristo. Dios envió a Profetas y Sibilas para explicar a la humanidad que el Salvador, o Jesucristo, o Jesús, le traería la redención. Dios preparó un linaje de hombres, iniciado por Adán, y continuado con diversos personajes descritos en el Antiguo Testamento, como el Rey David, y que llegaría hasta la Virgen María, a través de los cuales acabaría produciéndose la llegada de Jesús, el Salvador de la humanidad. Los diversos componentes de la bóveda están relacionados con este planteamiento.

La lucha entre la luz y las tinieblas

la obra de Miguel Ángel está cubierta de un cierto gnosticismo. Su dramatismo nos refleja el peligro de la confusión y la caída del hombre. Dios separa la luz de las tinieblas y pone orden en el caos, pero el hombre queda libre y amenazado de dejarse seducir por las fuerzas del mal. A través del sacramento de la Iglesia, sacramento del Amor y la salvación de Dios, se consigue que la luz prevalezca sobre la oscuridad. El fresco lanza un fuerte grito profético contra el mal, contra toda forma de injusticia, para que el hombre no se deje vencer por el mal y se adhiera libremente a la verdad guiado por el Espíritu de Dios

Muchos han sido los que se han esforzado a descifrar los enigmas que esconde la obra de Miguel Angel.[2] No cabe duda que el artista estaba vinculado a los llamados spirituali, un movimiento reformista que tuvo lugar entre 1530 y 1560. A este grupo pertenecían allegados al artista como Vitoria Colonna. Tenían un conocimiento profundo de las escrituras, enfatizaban la gracia y la justificación por la fe y criticaban el poder papal y eclesiástco con todo el tema de las indulgencias.[3]

El inicio de una revolución

Miguel Ángel tiene una profunda sensibilidad artística unida a una profunda sensiblidad espiritual. Sintió la llamada del Señor a configurar su vida con él siguiendo el modelo de perfección evángelica. Quería vivir pobre y toda su vida dedicarla a enaltecer con su obra la gloria de Dios. Al mismo tiempo se sintió tentado por el poder y la vanagloria humana a medida que crecía su reconocimiento. Se le apodaba con el nombre de “el divino” y su fama crecía hasta ser considerado el mayor de los artistas.

Miguel Ángel sintió fuerte contradición por sus compañeros artistas Leonardo, Rafael, Bramante que se convirtieron en enemigos. Sintió temor por las críticas de Girolano Savonarola y la Inquisición, predica contra la sociedad liberal y hedonista que predominaba en la ciudad. Cuando empezó a condenar a la familia Medici desde el púlpito Lorenzo hizo que lo expulsaran de la ciudad. Savonarola y sus seguidores desaprobaban que los florentinos cristianos confraternizaran y estudiaran con los judíos, y las familias que se habían opuesto a su entrada en Florencia estaban recuperando el control de la ciudad.

De hecho, cuarenta años más tarde, Miguel Ángel representaría a Savonarola en El Juicio Final de la capilla Sixtina. El fanático sacerdote aparece con toda su fealdad, en el fondo de la escena, y emerge del suelo para alcanzar la recompensa celestial o para hundirse en el infierno.

Miguel Ángel, por encima de todo, deseaba que sus obras perduraran no sólo por su belleza, sino también por sus osadas y a la vez subversivas declaraciones, dirigidas a gente tanto de dentro como de fuera de la Iglesia. Aunque Miguel Ángel sabía que la mayoría de sus contemporáneos no verían más allá de lo superficial, confiaba en que sus alusiones «codificadas» fueran descubiertas por los eruditos más diligentes.

Miguel Ángel recurre a la utilización de «conocimientos esotéricos», imágenes, símbolos y códigos conocidos solamente por unos pocos iniciados, para transmitir un mensaje oculto que no va dirigido a las masas. Veremos más adelante cómo Miguel Ángel utilizó la anamorfosis en la capilla Sixtina para transmitir uno de sus mensajes secretos.

«Las imágenes simbólicas de los siglos XV y XVI estaban profundamente influidas no sólo por los antiguos mitos grecorromanos, sino también por la filosofía de Platón y por las tradiciones herméticas y esotéricas derivadas de la Cábala judía» La Santa Inquisición intentaba activamente erradicar los conocimientos judíos como el Talmud y el libro cabalístico del Zohar, el libro que estaban enseñándole sus maestros.

Sus más remotas influencias

Miguel Ángel había absorbido por completo las enseñanzas místicas de las fuentes judías antiguas que predican que nuestras acciones terrenales, sean buenas o malas, ejercen una influencia sobre el universo. Un concepto que atraía también a Miguel Ángel como discípulo de la escuela del neoplatonismo, la escuela de los Medici.

Pico della Mirandola[4] es uno de los que más influyen en el pensamiento del artista, basándose en el concepto de Ficino de la fe universal, intentó armonizarlas. Este quería además incluir en la mezcla, ocupando un lugar destacado, su corriente de pensamiento favorita: la sabiduría y el misticismo judíos. Con el dinero de su familia pasó su corta vida pagando a los mejores cerebros judíos que había en Italia para que le enseñasen hebreo y arameo, y para que lo ayudaran a navegar en las aguas de la sabiduría judía de la Torá, el Talmud, el midrash y la Cábala.

Miguel Ángel seleccionó a menudo un tema judío antes que las imágenes cristianas y mitológicas comunes en sus tiempos. Los Libros sibilinos, que supuestamente eran los doce libros redactados por las misteriosas videntes del mundo clásico. De este modo, el impresionable joven aprendió que la conducta ética procedía de una confluencia más, la de las enseñanzas de los profetas judíos con las sibilas paganas. Y esto aparecería también años después en la bóveda de la capilla Sixtina.

Los números están relacionados, además, con ideas concretas. Igual que hemos visto que el número siete transmitía diversos conceptos interconectados, todos los demás tienen un mensaje y un vínculo con una determinada categoría mental. Entender esto nos permitirá comprender por qué Miguel Ángel utilizó un número concreto de profetas para la bóveda, y el motivo por el que empleó determinadas cantidades de objetos relevantes e incluso por qué escondió letras hebreas en los frescos. Los profetas más las sibilas no sólo hacían el número diez del decálogo sino que encerraban en ellos el mensaje del decálogo traducido a su contexto eclesial. Tal vez lo más importante de todo es que la inmersión de Miguel Ángel en el estudio de la Cábala le dio la clave sobre cómo aceptar la orden del papa de embellecer la capilla Sixtina aun estando en tremendo desacuerdo con las ideas de la Iglesia de su época: las verdades, comprendió Miguel Ángel, sólo podían transmitirse a través de la estrategia encubierta de la Cábala, haciendo que los mensajes ocultos en el interior fueran más importantes que las imágenes de la superficie.

Verdadero innovador y rompedor de reglas y cánones

Miguel Ángel se enfrenta al desafío de hacer síntesis a las tendencias más contrapuestas. Esta tensión y dramaticidad aparecerá posteriormente en el panel de El pecado original de la bóveda de la capilla Sixtina.

Vemos en la trayectoria de Miguel Ángel superar toda una serie de tabús de la sociedad de entonces. El artista vive cierta trasgresión sexual mística.[5] Según Filón de Alejandría y otras tradiciones cabalísticas, el triángulo que apunta hacia arriba es el símbolo masculino, mientras que el triángulo que apunta hacia abajo es el símbolo femenino. Miguel Ángel tuvo una lucha por integrar su propia orientación sexual. La homosexualidad estaba perseguida en su época. El se sentía atraído por el cuerpo masculino. No tenía modelos femeninos, y tampoco mostraba gran interés por el cuerpo femenino. Es extraño pero cierto: este artista consumado nunca dominaría la representación del cuerpo femenino, como veremos más adelante en los frescos de la Sixtina.

El Vaticano había prohibido, bajo cualquier pretexto, la disección del cuerpo humano. El horripilante trabajo de tener que diseccionar cadáveres a medianoche provocaba auténticas náuseas al escultor, pero la pasión por perfeccionar su arte superaba con creces su malestar. Y así fue como Miguel Ángel aprendió los secretos del interior del cuerpo humano prácticamente mejor que cualquier otro artista o médico de su época. Este asombroso nivel de conocimiento y los métodos prohibidos que utilizó para alcanzarlo aparecen de forma destacada en los frescos de la Sixtina, que incluyen tremendas imágenes ocultas que sólo han sido descubiertas en la actualidad.

Enfrentándose a un enorme reto

Miguel Ángel estaba a punto de soliviantar todo el proyecto para promocionar sus propias creencias, sobre todo las del humanismo, el neoplatonismo y la tolerancia universal. Había apaciguado al papa con el ardid de colocarlo a él en el lugar de Jesucristo, pero ¿cómo conseguiría que el papa pagara el fresco más grande del catolicismo sin que apareciera en él ni una sola figura cristiana? ¿Y cómo lograría que su diseño superara a los censores papales? El Vaticano explica el concepto esencial de la bóveda y, de hecho, de la capilla entera, como la historia religiosa antigua, integrada por el paganismo y el judaísmo, que desembocó en la llegada de Jesucristo, el Mesías.

Para solucionar este dilema, Miguel Ángel creó los paneles conocidos como los de Los Antepasados, localizados en las paredes que quedan debajo de los frescos centrales de la bóveda. Aquí Miguel Ángel cumplió al menos mínimamente con los términos de su contrato al describir el linaje de Jesucristo según el Evangelio de San Mateo, los primeros versos de la Biblia cristiana. Esta genealogía sigue la Vulgata, la versión latinizada de los nombres originales del texto, y es posiblemente el único elemento cristiano de toda la obra, aunque se trata de una lista de nombres apenas destacable que no va acompañada de ningún tipo de iconografía cristiana. Pero incluso con su elección de un texto cristiano, el inconformista artista seguía labrando su propio camino. En la Sixtina, sin embargo, los personajes que aparecen en el árbol familiar de Jesucristo son todos judíos.

Superando la fuerte oposición papal

El pobre Miguel Ángel tuvo que vérselas con, Julio II, Il Papa terribile, y con los censores papales. Tuvo que esconder sus sentimientos a favor de los judíos en todas las esquinas de los frescos de la Sixtina. Y eso es lo que vamos a explorar a continuación: algunas de las imágenes más incomprendidas de la Sixtina, las cuatro esquinas de la bóveda.

En la bóveda de la Sixtina, nos muestra sus raíces neoplatónicas y talmúdicas creando un nuevo género de arte que es tanto inclusivo como multidimensional en su significado. El genial artista rompe con todos los moldes y  estándares de la época. La elección de los temas de las pechinas. Las cuatro escenas representan cuatro importantes salvaciones del pueblo judío en momentos en que parecía estar condenado a la desaparición. Sólo sabiendo cómo utilizó Miguel Ángel el Talmud y el midrash podremos comprender el de lo contrario inexplicable vínculo que une estas imágenes tan excepcionales. 

La explicación estándar del Vaticano de la representación de la muerte de Amán es la prefiguración de la Crucifixión de Cristo, cuyo sacrificio personal expiará indirectamente los pecados del mundo. Pero esto significaría que Miguel Ángel, un cristiano profundamente espiritual, habría seleccionado para simbolizar a Jesús nada menos que a un pagano, que además era uno de los peores maniacos genocidas de la Biblia.

Cuando el infierno de Miguel Ángel, después de cuatro años y medio de esclavitud en la Sixtina, se acercaba a su fin, el rebelde artista decidió aprovechar al máximo los frescos que le quedaban pendientes para ocultar en ellos los mensajes que de manera tan desesperada deseaba dejar como legado. Por eso, en la sección en la que se representa al profeta judío Jeremías, escondió un conglomerado importante de secretos.

Los mensajes secretos escondidos en la Capilla Sixtina

Los mensajes contienen un mensaje místico propios de una formación cabalística. Miguel Ángel utiliza códigos o alusiones simbólicas que quedan parcialmente escondidas; en otras ocasiones, señales que sólo pueden captar y comprender determinados grupos religiosos, políticos o esotéricos. Y otras veces, lo único que se necesita para comprender sus mensajes es una mente libre de ideas preconcebidas y abierta a nuevas sugerencias e ideas. Y lo más interesante de todo es ver que estos símbolos y alusiones fueron realizados sin el reconocimiento de su patrón papal. Fueron audazmente concebidos para aliviar la frustración del artista quien, ante la imposibilidad de expresar su opinión de una forma abierta, quiso en cierto modo «declarar» su mensaje.[6]

El genio florentino fue capaz de pintar el mayor fresco del mundo católico sin incluir en él ni una sola figura cristiana y, exceptuando las sibilas, consiguió representar únicamente figuras de la Biblia hebrea. Y más sorprendente aún consiguió evadir la censura papal de su obstinado trabajo gracias al plan privado que tenía programado. También resulta relevante que los frescos de la Sixtina no sólo sean fieles a la Biblia hebrea, sino que además lo sean a la Cábala, la doctrina judía de carácter místico y esotérico.

La influencia de la cultura judía se hace patente incluso en El Juicio Final. El enorme fresco sigue claramente la forma de las tablas de la ley de Moisés. Y ello es gracias no sólo a la forma de la capilla, sino también al hecho de que Miguel Ángel, antes de pintar El Juicio, había tapiado las dos ventanas que ocupaban gran parte de la pared de encima del altar y había hecho construir una nueva pared sobre la original.

Un toque final y exquisito: muy poca gente se ha dado cuenta de que Miguel Ángel situó dos judíos en el Paraíso muy próximos a la poderosa figura de Jesús. Si se observa con atención, por encima del hombro del joven Jesucristo rubio, y pintados por encima de San Pedro, aparecen con claridad dos judíos. Son fácilmente reconocibles no sólo por sus rasgos faciales característicos, sino también porque el primer hombre luce el típico sombrero de dos picos que los varones judíos estaban obligados a llevar para reforzar el prejuicio medieval de que esa gente, descendientes del diablo, tenía cuernos. El segundo hombre lleva el sombrero amarillo que los judíos estaban obligados a lucir en público.

El cúlmen del desvelamiento del  juicio final

La figura de Jesucristo rompe por completo con todas las representaciones tradicionales: no lleva barba, es extremadamente musculoso, sensual y severo al mismo tiempo. Parece muy poco cristiano, más bien recuerda una escultura pagana griega… y tiene motivos para ser así. De hecho, es una combinación de dos esculturas griegas, ambas famosas y ambas exhibidas en la colección de los Museos Vaticanos. La cabeza de Cristo es la de Apolo, el rubio dios del sol. Originalmente, la escultura vaticana. el Apolo Belvedere, tenía el cabello chapado en oro, hasta que después de la caída del Imperio romano ese oro desapareció. El musculoso torso de Cristo es el del Torso Belvedere, que en tiempos de Miguel Ángel se conocía como «Hércules Belvedere». Era un torso que gustaba hasta tal punto al artista que incluso en sus últimos días, casi completamente ciego, pedía que lo acompañasen del brazo por el laberinto de pasillos del palacio apostólico para visitar la antigua escultura, para estudiar y admirarla una vez más palpándola con la punta de los dedos en lugar de disfrutarla con la vista. La pasión que el artista sentía por la musculosa pieza hizo que acabara conociéndose también como el «Torso de Miguel Ángel». Una vez más, Miguel Ángel colmó su amor por la escultura incluyendo en la pintura sus piezas favoritas.

En El Juicio Final junto con la Virgen María que aparta la vista para no ver el severo juicio de Cristo, tenemos un significado más profundo: simbólicamente, Miguel Ángel aparta también la vista de la Iglesia. Pero tenía que mantenerse en secreto, pues en el interior del Vaticano, y en especial en el de la capilla del Papa, sólo estaban permitidos los artistas católicos. Si llegaba a descubrirse que Buonarroti había negado a la Iglesia y virado hacia el protestantismo de Valdés, no sólo habría echado a perder su carrera profesional, sino también su libertad y posiblemente su vida. Tan sólo unos años antes el Vaticano había puesto precio a su cabeza por apoyar el movimiento de independencia de Florencia. Pero el rebelde de su interior no podía quedarse en silencio, de manera que continuó llenando el gigantesco fresco con multitud de mensajes ocultos.

El cerimoniere es básicamente el jefe de personal del Papa, el responsable de los quehaceres diarios del Vaticano. En la época de Pablo III, el maestro de ceremonias era un sacerdote pedante y engreído llamado Biagio da Cesena. El hombre vilipendió en público a Miguel Ángel, incluso antes de que el fresco estuviera finalizado, por llenar la sagrada capilla papal con una «orgía de obscenidades paganas y herejías». El artista le replicó con la cita que aparece al principio de este capítulo, y luego continuó pintando. En la esquina inferior derecha del fresco, justo encima de la puerta de salida (por donde hoy en día entra el público), aparece el alma maldita en el infierno, el rey Minos de la mitología griega. Minos amaba el oro y odiaba a los seres humanos, lo que le garantizó la condena eterna. Aparece representado con orejas de burro, aplastado por una enorme serpiente que le muerde eternamente los genitales. El maldito rey fue la última figura que Miguel Ángel pintó al final de sus siete años de trabajos en el fresco mural.

Uno de los impulsos de esta violenta reacción puritana fue la rabia expresada por los fundamentalistas en respuesta a la exhibición de El Juicio Final de Miguel Ángel, con sus centenares de figuras desnudas en el corazón del Vaticano. El implacable cardenal Carafa y sus espías empezaron a perseguir a los spirituali por toda Europa. Los que no fueron arrestados y ejecutados tuvieron que huir para salvar la vida y murieron en el exilio.

Alguien está por encima del papa

Toda la capilla Sixtina está cargada de un fuerte profetismo. Miguel Ángel quiere dejar claro la hegemonía del poder divino como fuente de todo poder y por encima de todo poder.[7] Tenemos que prestar especial atención al retrato del tenebroso vidente, que nos muestra su perfil izquierdo, la zona conocida como la «cara siniestra», que representa el lado oscuro de la persona.

En la Cábala es también el lado de Gevurah y de Din, el Poder y el Juicio, el aspecto estricto del Árbol de la Vida que se ocupa de juzgar los pecados y conferir el perdón. Vemos al profeta mirando con tristeza y rabia el suntuoso trono bajo el regio baldaquino donde se sienta el Papa. Como recordarán, Jeremías era el mensajero divino que alertó a los sacerdotes corruptos del Templo Sagrado de que el bronce y el oro serían robados y el templo destruido a menos que no acabaran con la corrupción que reinaba allí. El profeta se tapa la mano con el signum harpocraticum, un gesto que indica el profundo conocimiento esotérico que ocupa sus pensamientos.[8]



NOTAS



[1]Pietrangeli, 1986, p. 28

[2] Monfasani, John (1983), «A Description of the Sistine Chapel under Pope Sixtus IV», Artibus et Historiae (IRSA s.c.) 

[3] Gardner, Helen. p. 469. Coughlan, Robert. The World of Michelangelo, Time-Life International, (1966) p. 116.

[4] La Roma de Julio II era un taller extraordinario. Bramante estaba ocupado en la construcción de la nueva Basílica de San Pedro y las estancias del Vaticano. Rafael comenzaba los frescos de las habitaciones del papa.

[5] Coughlan, Robert. p. 127.

[6] A Miguel ángel se le pone el atributo de “El divino”. “Ángel lo llamaremos o arcángel más que divino” Cristóbal de Villalón que muchos cuando entran en la capilla Sixtina tiemblan de terror como si estuviera el mismo Dios.

[7] El Aretino, en carta venenosa, llega a aconsejar a Paulo III que destruya su obra. Dicen que el Greco se ofreció para sustituirla por otra con más honestidad y decencia. Pacheco la critica aún reconociendo que será la primera y mayor obra que se haya hecho en el mundo.

[8] Pietrangeli, 1986, p. 24

[9] John Shearman, "The Chapel of Sixtus IV". In Pietrangeli, 1986

[10] Ekelund, Hébert y Tollison, 2006, p. 313

[11] «La Capilla Sixtina»Museos Vaticanos. Consultado el 9 de agosto de 2013.

[12] Stevens, Abel & Floy, James. "Allegri's Miserere". The National Magazine, Carlton & Phillip, 1854. 531.

[13] Discurso del Papa Pablo VI a continuación de la “Misa de los artistas” en la Capilla Sixtina, 7 de mayo de 1964; cf. Ralf van Bühren: Los Papas y los artistas modernos. La renovación de la actividad pastoral con los artistas después del Concilio Vaticano II (1962−1965), San José 2012, p. 9-14.

[14] Discurso del Papa Benedicto XVI durante el encuentro con artistas en la Capilla Sixtina, 21 de noviembre de 2009; cf. Bühren, 2012, p. 16-23.

[15] La carta de Miguel Ángel a Don Giovanni Francesco Fattucci decía: “… púseme a pintar la bóveda según el diseño pactado con los doce apóstoles en los lunetos y tras comenzar me pareció que tal diseño resultaría cosa pobre”

[16] Tambén se observaron ciertos errores de perspectiva. Las figuras del Diluvio universal eran de unas dimensiones pequeñas a la hora de ser observadas desde el suelo.

[17] El análisis de los gastos que realizó en la obra parece confirmar la leyenda según la cual él lo habría hecho todo, o casi todo.

[18] El papa Pablo III exigió a Miguel Ángel que trabajase exclusivamente para él. “Hace ya treinta años que tengo este deso, y ahora que soy papa quiero satisfacerlo”.

[19] Vittoria Colona opinaba: “su obra nos muestra la muerte y lo que somos de manera suave”.

[20] Dicen que fruto de esta crítica y fuerte oposición el mismo Miguel Angel pintó en el infierno con un cuerpo envuelto por los anillos de la serpiente el retrato de Bagio da Cesena, un maestro de ceremonias que criticó la obra de Miguel Angel.

[21]  Campbell, Ian (1981), «The New St Peter's: Basilica or Temple?»,  3-8

[22] John Shearman, "The Chapel of Sixtus IV". In Pietrangeli, 1986

[23] Hersey, 1993, p. 180

[24] Talvacchia, 2007, p. 150

[25] Talvacchia, 2007, p. 152

[26] Cheney, Iris. Review of "Raphael's Cartoons in the Collection of Her Majesty The Queen and the Tapestries for the Sistine Chapel" by John Shearman". The Art Bulletin, Volume 56, No. 4, December 1974. 607-609.

[27] Oliveira, Paulo M. La Capilla Sixtina y los dos Testamentos

[28] Graham-Dixon, 2008, p. 2

[29] Stollhans, Cynthia (1988), «Michelangelo's Nude Saint Catherine of Alexandria»Woman's Art Journal (Woman's Art, Inc.) 19 (1): 26-30

[30] Graham-Dixon, 2008, p. 1

[31] Graham-Dixon, 2008, p. xii

[32] Por lo que respecta a los frescos florentinos de la Batalla de Cascina, no había pasado de los cartones.

[33] Muchas envidias se suscitaron entre los grandes artistas del momento, Bramante, Rafael, Leonardo da Vinci. El mismo Bramante que lo propuso al papa parecía que tal proposición fuera para hacerle fracasar.

[34]  7 Things You May Not Know About the Sistine Chapel

[35] González Prieto, Antonio y Tello, Antonio (2008), p. 16.

[36] Forlani, Ana (1964), p. 3.

[37] Vasari: “… per mostrarse la perfezzione dellárte e la grandeza de Dio

[38] De Angelis d'Ossat, G. (1978) Miguel Ángel:La Arquitectura, Barcelona, Ed. Teide

[39]  Images of relief sculpture, main portal, San Petronio, Bologna, Italy by Jacopo della Quercia. Digital Imaging Project: Art historical images of European and North American...

[40] Los desnudos Ignudi de Vasari se hallan encadenados a este conjunto y son como los atlantes de la obra de la Creación.

[41] Von Einem, H. Michelangelo (1959), Stuttgard, p. 55.

[42] VV. AA. (1978) Miguel Ángel, p. 200.

[43] Forloni, Ana (1964), pp. 4-5.

[44] G. De Angelis d'Ossat (1978), p. 581.

[45] Condivi dice que tal era su estado que no podía leer ni mirar los dibujos a no ser que se los colocara por encima de la cabeza. Hay una poesía donde el mismo Miguel Angel describe su lamentable estado.

[46] Pijoan-Historia del Arte, Volumen 3, (1966) Barcelona, Salvat Editores, p. 196.

[47] VV. AA., Miguel Ángel, Volumen 2 (1978) Barcelona, Editorial Teide

[48] Miguel Angel trabajaba afanosamente y sin una hora de bienestar, se enfrenta con las insidias del papa al que contesta: “Hazlo si te atreves”

[49] Ablandado por medio de regalos, amenazado, acosado, Miguel Ángel logró acabar la obra en e tiempo acordado.

[50]  VV. AA., Miguel Ángel (1978), pp. 428-429.

[51] González Prieto, Antonio y Tello, Antonio, (2008), pp. 30-31.

[52] Ante la creación de Adán resuenan los versos de los Tesones Siríacos del círculo de San Efrén: “Y Dios formó a Adán con sus manos sagradas a su imagen y semejanza. Cuando los ángeles vieron su magnífico aspecto, la belleza de su faz les cautivó. Admiraron después la forma de su cabeza. Aparecía allamarada, replandeciente, semejante a la esfera del sol”.

[53] Las historias, para quien entra en la capilla, se representan dispuestas en orden cronológico inverso, pero visibles en sentido recto; están dispuestas en orden cronológico justo, pero con las figuras invertida, para quien e ponga a observarlas desde el altar.

[54] Arbour, Renée (1966), p. 112.

[55] González Prieto, Antonio y Tello, Antonio (2008), pp. 44-45.

[56] VV. AA. Miguel Ángel (1978), p. 214.

[57] Según Ernst Gombrich este momento refleja «uno de los más grandes milagros del arte».

[58] Hernández Perera, Jesús (1988), pp. 140-141.

[59] Arbour, Renée (1966), pp. 105-106.

[60] Pfeiffer, Heinrich W. (2007), p. 205

[61] VV. AA. Miguel Ángel (1978), pp. 211-212.

[62] Arbour, Renée (1966), p. 99.

[63] González Prieto, Antonio y Tello, Antonio (2008), pp. 54-57.

[64] VV. AA. Miguel Ángel (1978), p. 206.

[65] Arbour, Renée (1966), p. 96.

[66] VV. AA. Miguel Ángel,(1978), p. 201.

[67] II Libro de Reyes, 2:11-13.

[68] González Prieto, Antonio y Tello, Antonio (2008), pp. 32-33.

[69] Arbour, Renée (1966), p. 94.

[70] Según recoge Lactancio, en su libro, “Divinae Institutiones”

[71] Freedberg, Sídney (1993), Painting in Italy, 1500-1600

[72] González Prieto, Antonio y Tello, Antonio (2008), pp. 40-41.

[73] Wimdram, M., (2005), El Renacimiento y el Manierismo: Maestros de la pintura occidental, Taschen

[74] González Prieto, Antonio y Tello, Antonio (2008), pp. 36-37

[75] Pfeiffer, Heinrich W. (2007), p. 248.

[76] Arbour, Renée (1966), p. 248.

[77] Julio E. Payró, El Juicio del Siglo XX: Pinacoteca de los Genios, 1964.

[78] Camps, Teresa (2008) Grandes maestros de la Pintura: Miguel Ángel: Galería, Barcelona, Editorial Sol 90

[79] Hernández Perera, J. (1988), pp. 171-172.

[80] Hernández Perera, J. (1988), p. 174.

[81] Arbour, Renée (1966), p. 244.

[82] Arbour, Renée (1966), p. 244.

[83] Arbour, Renée (1966), p. 244.

[84] Vasari, 1987, p. 379

[85] Simons, Marlise (19 de junio de 1991), «Vatican Restorers Are Ready for 'Last Judgment»New York Times, consultado el 7 de marzo de 2009

[86] Nohay que olvidar que Migel Ángel cercano a los illuminati, se mantenía con el grupo que pedían una renovación de la Iglesia y sobre todo del poder de la Curia.

[87] El procedimiento consistió en aplicar con brocha un gel compuesto por un disolvente y un agente antibacteriano; al cabo de tres minutos se pasaba sobre el fresco una esponja mojada en agua destilada y desionizada que eliminaba a la vez el gel, los restos de suciedad y el barniz aplicado en limpiezas anteriores.

ANEXO

[1] Miguel Ángel aprendió sus primeros conceptos esotéricos, conoció la Biblia en profundidad y entró también en contacto con las enseñanzas de la Torá, la Cábala, el Talmud y el midrash, los métodos de la exégesis bíblica.

[2] Recogemos algunas anotaciones a partir del libro de Benjamin Blech, Roy Doliner, Los secretos de la capilla Sixtina, EBook, Aguilar. Benjamin Blech, escritor y conferenciante reconocido, y Roy Doliner, especialista en Roma y en el Vaticano, descubren en Los secretos de la capilla Sixtina a través del análisis minucioso de cada una de las obras de Miguel Ángel los mensajes de fraternidad, de tolerancia y de libertad que éste dejó ocultos en las bóvedas del templo.

[3] Otros tachan a Miguel Ángel cercano a logias masónicas, los illuminattila Asociación de los perfectibilistas, logia secreta orientada a la alquimia con connotaciones anticlericales con el propósito de derribar el poder eclesiástico.

[4] Pico della Mirandola era del círculo de la academia Platónica de San Lorenzo

[5] Eso explica su relación con un joven mancebo, Tomaso, en su última etapa.

[6] Casi con toda seguridad, en la escuela de los Medici había instructores que eran rabinos y que explicaron a Miguel Ángel el alfabeto hebreo y el significado esotérico de cada letra. Un conocimiento que queda ampliamente demostrado por las letras hebreas que aparecen ocultas en los gestos y en las poses de muchas figuras de los frescos.

[7] Quizás esto explica el gesto airado de Jesús en el Juicio Final

[8] Miguel Ángel emplea el mismo gesto en otras obras, como en su monumento funerario a Lorenzo de Medici

 


 

 


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